jueves, 28 de julio de 2016
JUICIO FINAL
LA EDAD PARA EJERCER LA
MEDIUMNIDAD
¿Cuál es la edad en la cual se puede, sin inconveniente,ocuparse de la mediumnidad?
No hay edad precisa; eso depende enteramente del desarrollo físico y aún más del moral; hay niños de doce años que se afectarán menos que ciertas personas adultas. Hablo de la
mediumnidad en general, pero la que se aplica a los efectos físicos fatiga más corporalmente; la escritura tiene otro inconveniente que se refiere a la inexperiencia del niño, en el caso que quisiera ocuparse a solas y hacer de ello un juego.
222. La práctica del Espiritismo, como lo veremos más adelante, pide mucho tacto para librarse de las astucias de los Espíritus mentirosos; si los hombres son sus juguetes, la infancia y la juventud están aún más expuestos por razón de su inexperiencia. Se sabe, además, que el recogimiento es una condición sin la cual no se pueden tener relaciones con los Espíritus formales; las evocaciones hechas con aturdimiento y a manera de diversión, son una verdadera profanación que abre fácil acceso a los Espíritus burlones o malévolos; como no se puede esperar de un niño la gravedad necesaria para un acto semejante, sería de temer que hiciese de ella un juego si quedase entregado a sí mismo. Aun en las condiciones más favorables, es de desear que un niño dotado de la facultad mediúmnica no la ejerza sino a la vista de personas experimentadas que le enseñarán con su ejemplo el respecto que se debe a las almas de aquellos que han vivido. Se ve, según eso, que la cuestión de la edad está subordinada a las circunstancias del temperamento, como del
carácter. Sin embargo, lo que resalta claramente de las respuestas anteriores, es que no se debe excitar el desenvolvimiento de esta facultad en los niños cuando no es espontánea, y que en todos los casos es preciso usar de esta con gran circunspección; que no se debe tampoco excitarla ni alentarla entre las personas débiles. Es necesario desviar de esto, por todos los medios posibles, a los que hubiesen dado los menores síntomas de excentricidad en las ideas o debilidad de las facultades mentales, porque hay en ellas predisposición evidente a la locura que cualquiera causa sobreexcitante puede desenvolver. Las ideas espiritistas no tienen bajo este aspecto una influencia mayor, pero viniendo a declararse
la locura, tomaría el carácter de la preocupación dominante, como tomaría un carácter religioso si la persona se daba con exceso a las prácticas de devoción y se haría de esto responsable al Espiritismo. Lo que mejor puede hacerse con cualquier individuo que muestre una tendencia a la idea fija, es el dirigir sus preocupaciones por otra parte, a fin de procurar el descanso a los órganos debilitados.
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.
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OÍR CON EL CORAZÓN.
Más allá de la facultad de escuchar con los oídos, se pude hacer también con la mente, con la emoción, con interés, con malicia, con desanimo, con resentimiento, con alegría, con el corazón…El arte de oír es muy complejo. Normalmente se oyen informaciones pensando en otras cuestiones que predominan, desviando la atención e impidiendo que se fijen las impresiones de aquello que se informa.
Algunas veces, se oyen las narrativas que son presentadas con estado de espíritu crítico y perdiéndose los mejores contenidos, porque no están de acuerdo con el pensamiento y la conducta de quien escucha.
En diversas oportunidades, se oyen a las personas con indiferencia, pensando en los propios problemas e inquietudes, distantes del sufrimiento ajeno, por considerarse muy grande el propio.
Es común oír por obligación social o circunstancial, estando en otro lugar y situación mental, aunque físicamente estemos al lado.
Las criaturas humanas conviven unas con las otras, manteniéndose siempre extrañas, no consiguiendo salir de la propia cárcel en donde restringen los pasos, sin embargo preservando la apariencia de libres.
Por consecuencia, la soledad y la depresión aumentan en razón directa en que se engrandecen los grupos sociales, siempre ávidos de novedades y capacidades transitorias, casi ningunas cosas.
La saturación que proviene del mismo, de las actividades respectivas, sin embargo de alta gravedad, que terminan por transformarse triviales para quien las escucha, responde por el aturdimiento y desinterés de aquellos que se colocan en la posición de oyentes.
Especialmente las personas que escuchan las narraciones de los sufrimientos humanos, de tal forma se acostumbran con los dramas y tragedias que, por mecanismos defensivo, se distancian de los hechos y ofrecen palabras destituidas de emoción y de significado, que momentáneamente atienden a los afligidos, sin confortar con seguridad.
Es comprensible esa actitud, porque también son individuos que sufren presiones, angustias, ansiedades y organizan programas de felicidad que no se completan como les gustaría. Se tornan de ese modo, oyentes insensibles.
Despertando para la circunstancia aflictiva, de la que ellos también necesitaran de servidos y orientados, en la soledad en que se encuentran, en las necesidades a la que están expuestos, son inducidos a hacer una evaluación de conducta, mudando de actitud en relación a aquellos que los buscan. Pasan entonces a oírlos con el corazón. Esto es, participan de la narrativa del otro con el espíritu solidario, saliendo de la propia soledad.
¡Oír con el corazón!
Quien narra un drama es gente que, como tal, debe ser considerada. No es un caso más, un cliente, un necesitado, una pesadilla de la cual se debe uno descartar. Está sobrecargado y no sabe como proseguir. Necesita ayuda. Requiere atención.
Puede ser molesto para quien oye. No en tanto, una palabra dicha con el corazón consigue el milagro de modificarle la visión en torno de lo que le ocurre, animándolo para proseguir en el cometido.
Una sonrisa de comprensión le da una señal de que está siendo atendida y encontró a alguien que con ella simpatiza y se dispone a ser su amigo. Escasean los amigos, los afectos verdaderos.
Se multiplican aquellos que hacen parte de los muertos vivos de la sociedad consumista, cuando ella necesita de seres que piensen que sientan, vibrando en espíritu de solidaridad.
Cada persona es un país a conquistar y a ser conquistado.
Particularmente, cuando está fragilizada, aislada en la isla de su aflicción, perdida en la fijación del sufrimiento, ansia por alguien que le pueda arrancar el ancora infeliz que le retiene la embarcación existencial en ese peñasco sombrío.
Solamente cuando se puede oír con el corazón, es que el mensaje encuentra resonancia y puede repercutir en le lama que llora.
No pocas veces, el cansancio que a todos acomete, la irritación que se deriva de los problemas cotidianos o malestar proveniente de los problemas existenciales arma al individuo de indiferencia por su prójimo, tapándole los oídos del corazón.
Jesús lo dijo con mucha propiedad… Ellos tienen oídos, más no oyen.
Los suyos son oídos bloqueados para el mundo exterior, en razón de los conflictos internos y de los estridulas sonidos morales que estremecen y agonizan.
Hay, no en tanto, una forma par el cambio de conducta, beneficiándose y auxiliado a los demás. Procura oír en cada ser una historia, como si fueses un escritor, un periodista, alguien interesado en la otra vida.
Descubrir lo nuevo, lo inusitado en su prójimo, con ojos más expectantes, penetrando en el amago de la ocurrencia.
Dejarse inspirar por el otro, por su necesidad, por su aflicción, por su alegría y mensaje, cuando eso ocurra.
Más a allá de oír, ofrecer algo a cambio: una palabra alentadora, un gesto fraternal en forma de abrazo, una sonrisa compasiva, cualquier cosa que responda al suplicante de manera encorajada. Ampliar el corazón en el rumbo de quien habla o de quien apenas, en silencio, demuestra su terrible aflicción. Oír con el corazón es también una forma feliz de hablar con el corazón, mediante o no el uso de las palabras. Es vibración de amor que se expande y que retorna en música de solidaridad.
Los médicos, invariablemente utilizando el estetoscopio, auscultan el corazón de su pacientes, más raramente escuchan el mensaje discreto que el transmite, pidiendo socorro fraternal, ayuda emocional, bondad estimuladora… Aprende, tu, a oír con el corazón, todo cuanto los otros corazones están procurando decirte. Descubrirás un mundo totalmente nuevo, enriquecedor, en el cual te encuentras y aun no habías percibido, alegrándote con la honra inmensa de estar en el y ayúdalo a ser cada vez más feliz.
Extraído del libro de Divaldo Pereira Franco “Directrices para el Éxito” Joanna de Angelis Espíritu.
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EL TIEMPO DE DIOS
El tiempo de Dios es matemáticamente justo. Es exactamente aquel en que es necesario para que ocurran los hechos esperados.
Nosotros no tenemos la noción de nuestras reales necesidades y por eso, injustamente,achacamos a Dios la demora para la realización de nuestros deseos, o por la ayuda que le pedímos.
Ciertos hechos, tal vez desagradables a nuestros ojos, son necesarios para para nuestra evolución y nuestro crecimiento. Compare las dificultades diarias, como los primeros días en una empresa o escuela. Cuando llegamos y encontramos lo desconocido, parece que estamos abandonados a nuestra propia suerte, de la voluntad de ir todavía y aquel frio en la barriga va quedando cada vez más desconfortante. Pero acabamos luchando e insistiendo para la adaptación de ese periodo de la experiencia, y acabamos descubriendo nuevos amigos y personas que podrán marcar nuestras vidas por toda la eternidad. En el transcurso de nuestra jornada, decubrimos nuevos placeres, alegrías y sorpresas que darán el bagaje necesario para nuestro viaje en este planeta.
Entonces, si usted está pasando por un momento difícil, es necesario tener la fe y la razón unidas en un solo pensamiento para que la mejor solución venga a acontecer. Es importante que su fe sea pura y al mismo tiempo racional, para que la transformación que es reconocida como milagro, acontezca en su vida. Entonces, si usted cree en Dios, es natural creer en milagros y en transformaciones.
Todo aquello que es imposible para los jos y pderes humanos, es natural para Dios, basta que usted realmente crea y espere el tiempo necesario para la realización, porque si fuere la voluntad de Dios, puede apostar que su deseo se va a realizar, la cura va a acontecer, lo que estaba desengañado va a renacer y l que todos decían imposible, se va a tornar una realidad.
Lo mejor de todo aún, es orar, actuar, creer y hacer su parte. Hacer lo que realmente tiene que ser hecho. Utilice la alegría, el optimismo, la certeza, la adoración, la fe, y entregue todo en las manos de Dios; y así como Jesús, repita con sinceridad: "Que sea hecha la voluntad de mi Padre, y no la mía".
- Claudia Dantas-
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EL EXORCISMO
El casi total desconocimiento de la vida espiritual o la ignorancia al respecto, son responsables de las extrañas prácticas de exorcismo desde épocas remotas.
La presunción y falso conocimiento de las personas que se creen capacitadas para imponer su falsa autoridad sobre otro, hacen que transfieran el mismo sentimiento a los espíritus sufrientes o perversos que embisten contra aquellos a quienes afligen con insistente crueldad.
La obsesión es el resultado del intercambio psíquico, emocional o físico, entre dos seres que se aman o se detestan.
La raíz del fenómeno se encuentra, en la identificación vibratoria que facilita el proceso perturbador.
Aquel que se sintió engañado o traicionado por su opositor, busca retribuir el mal que sufrió, imponiéndole la crueldad de la persecución sin cuartel, desde el mundo espiritual donde hoy se encuentra.
Disponiendo de mayor campo de comprensión mental y de técnicas sofisticadas para imponer su voluntad, sobre aquel a quien detesta y desea martirizar, establece el intercambio nefasto, que culmina con la instalación de disturbios, que se convierten en sufrimiento de corto o largo curso, siempre dolorosos.
Otras veces, son vinculaciones amorosas de cualidad inferior, en las cuales ambos intercambian sentimientos vulgares, que los llevan a una convivencia mental de torpes satisfacciones o de deseos inconfesables, que la muerte de uno de ellos no permite realizar más.
La obsesión solamente se instala, porque hay receptividad del paciente, que lo envuelve en las mallas constrictoras.
Cualquier tentativa de tratamiento, deberá iniciarse con el conocimiento de las razones que desencadenaron el acontecimiento infeliz.
No hay razón para que alguien imponga su voluntad sobre la de otra, y especialmente en lo que respecta a las ingratas obsesiones, también, a nadie se le ha dado el derecho de afligir a su prójimo sin incurrir en la auto punición, de cara a las soberanas leyes que se establecen en la vida de todos.
La imprudencia y las pasiones que predominan en la naturaleza humana, lo llevan a desviarse en el cumplimiento de sus deberes, transformándose en insensato enemigo de su compañero de jornada, quien entonces, sufre la crueldad o persecución sistemática, afligiéndolo, y generándole situaciones embarazosas mediante las cuales se siente feliz...
Esa conducta nefasta, que muchas veces pasa inadvertida para la víctima, luego de su desencarnación pasa a entender lo que le ocurrió, y mediante procesos de sintonía y afinidad, se vincula a su verdugo, y al no poseer valores ético-morales para comprender el perdón, toma la maza de la justicia en sus manos y se cree con el derecho de desquitarse de aquel que tanto daño le hizo. Si tuviese otro conocimiento de la vida, de sus leyes y de la Justicia Divina, que jamás engaña o desvía, y se apoyara en el olvido del mal para tornarse feliz, se liberaría mentalmente de quien lo ha atormentado y ha sido responsable por su desdicha.
Sin embargo, la inferioridad moral de la víctima, cualidad peculiar en la mayoría de los temperamentos humanos, impone la venganza como el mejor mecanismo para cobrar el mal que padeció, tornándose, a su vez, en perseguidor, cuando podría continuar siendo creadora del respeto, en su condición de acreedor compasivo.
Siendo así, la práctica del exorcismo resulta inútil, particularmente en lo atinente a los llamados gestos sacramentales y las palabras cabalísticas, que producen risa en los Espíritus perseguidores, más aún cuando los Espíritus burlones, se complacen acompañando al ridículo de aquellos que pretenden expulsarlos con comportamientos extraños, sin ningún requisito moral que los acredite en la terapéutica curativa.
Cuando ocurren resultados positivos en el tratamiento de la obsesión por medio de ese recurso, se debe a las cualidades espirituales del terapeuta y no a los rituales extraños que realiza, por cuanto, solamente las energías elevadas, que devienen de una conducta moral y mental, pueden apartar a los Espíritus infelices de aquellos que padecen la imposición penosa. A pesar de eso, para que el proceso curativo se de correctamente, son indispensables la transformación ética del paciente, en sus actividades de beneficencia y de fraternidad y en el compromiso con el amor y la oración, a fin de revestirse de valores elevados que le permitan la sintonía con otras fajas vibratorias, evitando la influencia de nuevas perturbaciones.
E ahí el porque, en el tratamiento de las obsesiones, el diálogo con el enfermo espiritual se torna esencial, a fin de esclarecerlo en cuanto al mal que ejecuta, cuando podría ser feliz liberando a su opositor y entregarlo a su propia conciencia y a la Conciencia Divina.
Prosiguiendo en la obstinación de hacer el mal a quien lo perjudicó, permanece sufriendo, afligiéndose sin cesar, cuando tiene el derecho de disfrutar de paz y renovación, ya que todos nos enrumbamos hacia la felicidad a la que estamos destinados.
El proceso de iluminación interior es la meta fundamental de todas las experiencias espirituales, por proporcionar direccionamiento saludable y equilibrado a quien experimenta el infortunio, resbalando por las rampas del odio y de las pasiones más primitivas.
Cuando Jesús, exhortaba a los Espíritus inmundos y a la Legión a que abandonasen a aquellos a quienes atormentaban, había en el Maestro la energía liberadora que interrumpía el flujo de la obsesión. Además, el Señor sabia cuando terminaba la deuda del antiguo verdugo, liberándolo del dolor. A su vez, las Entidades infelices lo veían aureolado de luz y se conmovían ante su irradiación, alterando su conducta y descubriendo la necesidad de cambio en su comportamiento.
A través de los tiempos, algunos seguidores de la doctrina cristiana, enfrentando a los Espíritus enfermos y vengativos, intentaron repetir las hazañas del Nazareno, muy distantes sin embargo, de las cualidades vibratorias indispensables para el acometimiento superior, fracasando de inmediato en sus objetivos. Y cuando eso acontecía sin poseer resistencias psíquicas propias, se irritaban, pasando a exigencias descabelladas, cuando no se entregaban a griterías y pugnas verbales injustificables con los obsesores, que se fortalecían en dichos combates.
Con el conocimiento del Espiritismo, gracias a las seguras informaciones ofrecidas por los mismos desencarnados, se pueden descubrir las saludables terapias para atender las obsesiones y sus víctimas, atendiendo no sólo al encarnado, sino también al hermano que sufre más allá de la cortina carnal, quien sufre la influencia perversa y continua, experimentando sinsabores y amarguras.
La criatura humana, sedienta siempre de novedades, y sufriendo las consecuencias de su conducta arbitraria, resbala en los profundos fosos de las obsesiones, pero deseando recibir ayuda sin el mayor esfuerzo, se adhiere a los procesos de exorcismo, en escenas grotescas de debates entre los presuntuosos terapeutas y los Espíritus, provocando admiración y creciente fascinación. Sucede que, en muchos casos, aquellos que aturden a los negligentes, a fin de volver a la carga posteriormente, fingen estar arrepentidos del mal que están practicando, y abandonan a su compañero espiritual, sólo por algún tiempo, volviendo después con mayor carga de aflicción y rebeldía.
En cualquier situación de enfermedad espiritual, las conductas terapéuticas a adoptar son la compasión y la caridad, el amor y el perdón en relación a la víctima, así como a su perseguidor, ambos incursos en los soberanos códigos de la Vida de los cuales ninguno consigue huir.
Espíritu: Manoel Philomeno de Miranda (en la imagen)
Médium: Divado Franco
Página psicografiada la noche del 2 de junio de 2001, en Milán, Italia.
Tomado de "El Reformador"
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JUICIO FINAL
Existe un juicio final, en cuanto al que experimenta cada ser humano al final de su vida. Se produce después de la turbación que en general experimenta cada persona tras la muerte. En este trance cada Ser , con la ayuda de sus Mentores y Guías espirituales , hace el balance de lo bueno y lo malo de su su última existencia., lo que debió hacer y no hizo, en qué se equivocó o acertó, valorando si se han cumplido o no los objetivos programados desde antes de nacer a esa vida humana que terminó ahora pero que como Ser espiritual continúa existiendo después.
Mas o menos la secuencia es la siguiente : Primero se encuentran que “ al final del túnel” por el que se sintieron deslizar durante el trance de la muerte,se les presenta un Ser de Luz que suele ser su Guía espiritual, y que les recibe amablemente ayudándoles en este acto en el que no están solos. Entonces comienzan a percibir imágenes retrospectivas de todos los detalles de su vida, hasta los mas nímios , siempre que signifiquen algo o tengan alguna transcendencia. En una asombrosa experiencia, el Ser desencarnado se hace consciente de las inmensas perspectivas y secuencias de las edades humanas transcurridas. Comprende la relación de sus vidas pasadas con la que que acaba de finalizar ; así por el pasado se explica el presente y este deja entrever el futuro.
Todo esto sucede en lo que sería apenas un fugaz instante para nosotros, pero no para el Ser que protagoniza esta experiencia, pues ya no tiene sentido del tiempo ; esta experiencia la siente intensamente y ve los detalles de su vida como si los contemplase en una gran pantalla panorámica de cine , en donde analiza la película de su vida como protagonista , reviviendo intensamente las escenas y sintiendo el resultado de sus actos y omisiones, valorando lo realizado en su compromiso para con esa vida. En este juicio comprende y reconoce su responsabilidad ante la Divina ley de Causa y Efecto, de la que en su momento hablaremos. De este modo fija su suerte en el mundo espiritual y el destino que le aguarda en vidas futuras como Ser humano, aunque la situación en que se queda en el mundo espiritual, siempre es limitada en cuanto a duración de nuestro sentido del tiempo, y le supone mientras tanto un estado mas o menos feliz o desgraciado en muy diversos grados, según sea el plano espiritual en que quede situado el Ser .
Este juicio individual sobre los frutos de nuestra vida finalizada, es necesario para nuestro Ser, porque con la revisión del camino evolutivo que acaba de recorrer puede prepararse para fijar futuras metas y conquistas de evolución, por lo que es algo positivo, ya que dispone de la conciencia de cada uno, como punto de partida desde donde poder después rectificar para seguirevolucionando en otras existencias humanas futuras. No se trata de un Juicio severo al que debemos temer, porque debemos tener claro que Dios, del que hablaremos próximamente, es un Padre que no castiga eternamente por nuestros errores por graves que sean, sino que perdona siempre y no permite que se pierda ni uno solo de sus hijos. Solamente debemos temer las consecuencias que antes o después deberemos afrontar por infringir las Leyes Divinas mediante nuestros actos negativos. No obstante es de comprender que después de este autojuicio, el Ser siempre encuentra en su conciencia su premio o su castigo que lo es en sentido corrector, no en sentido de venganza justiciera al estilo humano..
Tras el Juicio, el Espíritu impuro, entorpecido por los fluidos materiales, queda confinado en las zonas inferiores de nuestra atmósfera terrestre, mientras que los virtuosos y elevados, provistos de un cuerpo astral mas depurado y sutil, quedan en planos elevados sobre nuestra atmósfera psíquica
“La utilización del concepto “final de los tiempos” por los seres espirituales para ser intuido por la mente humana, ha tenido como móvil el hacer despertar la conciencia del hombre y hacerle caer en la cuenta de lo muy alejado que se encuentra del cumplimiento de las Leyes Divinas”.
Centro de Estudios de Ciencias Universales –
¿ Acaso no es Dios quien nos juzga ?
Generalmente esto afirman las religiones, pero hay cierta confusión en ciertos conceptos como este, que vienen de la tendencia ancestral de personalizar a Dios como un alguien todopoderoso y abstracto que está ahí arriba vigilandonos para ver si somos dignos de premio o de castigo. Y es que realmente el considerar a Dios como alguien ajeno y externo a nosotros, que nos hace un severo y minucioso juicio al final de la vida, dándonos después una condenación o una absolución para toda la eternidad, es un error, pero si se admite que ese alguien vive en nosotros y nos juzga a través de nosotros mismos mediante nuestra conciencia, nos acercamos algo más a la Verdad.
Dios no es “alguien”; no es un Ser concreto y por tanto limitado; en nuestra limitada mente se podría concebir como la Energía Primaria, Inteligencia Suprema de toda la Creación, Causa ,Principio y fin de todo cuanto existe; el Único y Soberano Juez que vive en cada uno de nosotros porque somos creación de El, a su imagen y semejanza en cuanto espíritus, o sea con atributos de su propia Esencia, con el propósito de desarrollarlos y acercarnos a Él, a través de un largo proceso que llamamos evolución del espíritu, y por eso , es cierto que Dios nos juzga al final de la vida, pero entiéndase que , estando en nosotros, lo hace través del tribunal inexorable de la propia conciencia de cada uno. Esto se comprenderá mejor cuando hablemos del concepto de Quién o Qué es Dios.
Este juicio final se produce naturalmente en la propia conciencia del Ser cuando abandona este mundo, comprendiendo así en qué se equivocó, lo bueno y malo que hizo o lo que pudo y debió hacer y no hizo. Esto le hace experimentar dolor y remordimientos, o felicidad y paz cuando lo que hizo de bueno en esa vida, le hace penetrar en el mundo espiritual en medio de una indefinible dicha y placer.
- Jose Luis Martín -
"No pidas amor y afecto; antes que nada, inmediatamente da de ti mismo a los demás, sin cobrar tasas de gratitud y reconocimiento. Es importante que sigas los pasos de Jesús en la donación de amor abundante, sin exigir jamás de nadie ni olvidar que eres responsable de tus sentimientos." - Regina Lucia de Souza-
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