sábado, 18 de junio de 2016

LAS INFLUENCIAS ESPIRITUALES


¿ Aquel a quien aparece un Espíritu, ¿podría tener una
conversación con él?

Perfectamente, y es lo que debe hacerse siempre en semejante caso preguntando al Espíritu quién es, lo que desea y lo que puede hacerse por él y serle útil. Si el Espíritu es
desgraciado y padece, la conmiseración que se le demuestra le alivia; si es un Espíritu benévolo puede venir con la intención de dar buenos consejos.
– ¿En este caso el Espíritu cómo puede responder?
Lo hace algunas veces por sonidos articulados, como lo haría una persona viva; lo más a menudo hay transmisión de pensamientos.
12. ¿Los Espíritus que aparecen con alas, las tienen realmente o solo son una apariencia simbólica?
Los Espíritus no tienen alas, no tienen necesidad de ellas, pues pueden transportarse por todas partes como Espíritus.
Aparecen según el modo con el que quieren afectar a la persona a la cual se muestran: los unos aparecerán con el traje vulgar,otros envueltos en ropajes, algunos con alas, como atributo de la categoría de los Espíritus que representan.
13. Las personas que se ven en sueños, ¿son siempre aquellas cuyo aspecto tienen?
Casi siempre son aquellas personas que vuestro Espíritu va a encontrar, o que vienen a encontraros.
14. Los Espíritus burlones ¿no podrían tomar la apariencia de las personas que nos son queridas para inducirnos al error?
No toman apariencias fantásticas sino para divertirse a vuestra costa; pero hay cosas con las que no les es permitido divertirse.
15. Siendo el pensamiento una especie de evocación se comprende que provoque la presencia del Espíritu; pero, ¿cómo es que muchas veces las personas en las cuales se piensa más, que se desea ardientemente volver a ver, nunca se presentan en sueño, mientras que se ven gentes indiferentes y en las cuales no se piensa de ningún modo?
Los Espíritus, no tienen siempre la posibilidad de manifestarse a la vista, aun en sueño, y a pesar del deseo que se tiene de verles; causas independientes de su voluntad pueden
impedirlo. Muchas veces esto es también una prueba, de la que el deseo más ardiente no puede librar. En cuanto a las personas indiferentes, si vosotros no pensáis en ellas, es posible que ellas piensen en vosotros. Por lo demás vosotros no podéis formaros una idea de las relaciones del mundo de los Espíritus; encontraréis allí una porción de conocimientos íntimos, antiguos o nuevos, de los cuales no tenéis ninguna idea en estado de vigilia.

Observación. – Cuando no hay ningún medio de comprobar las visiones o apariciones, se puede, sin duda, ponerlas en la cuenta de las alucinaciones; pero cuando son confirmadas por los acontecimientos, no podrán atribuirse a la imaginación; tales son, por ejemplo, las apariciones en el momento de su muerte, en sueño o en estado de vigilia, de personas
con las cuales no se piense de ningún modo, y que por diversas señales viene a revelar circunstancias del todo inesperadas a su objeto. Se ha visto muchas veces a los caballos encabritarse y rehusar avanzar ante apariciones que espantaban a aquellos que los conducían. Si la imaginación produce algún efecto en los hombres, seguramente no existe entre los animales. Por otra parte, si las imágenes que se ven en sueños fueran siempre un efecto de las preocupaciones de la vigilia, nada explicaría por qué acontece a menudo que no se sueña jamás en las cosas que más se piensa.


16. ¿Por qué ciertas visiones son más frecuentes en estado de enfermedad?
También tienen lugar en estado de perfecta salud: pero en la enfermedad los lazos materiales están relajados; la debilidad del cuerpo deja más libertad al Espíritu, quien entra con más facilidad en comunicación con los otros Espíritus.
17. Las apariciones espontáneas parecen ser más frecuentes en ciertos lugares. ¿Será que algunos pueblos están mejor dotados que otros para tener esta clase de manifestaciones. ¿Es que hacéis un proceso verbal por cada aparición?

Las apariciones, los ruidos, todas las manifestaciones, en fin, están igualmente extendidas por toda la Tierra, pero presentan caracteres distintos según los pueblos en los cuales tienen lugar.
Por ejemplo, en aquellos donde la escritura está poco extendida, no hay médiums escribientes; en los otros abundan. En otra parte hay ruidos más a menudo y movimientos que comunicaciones inteligentes, porque éstas son menos estimadas y buscadas.
18. ¿Por qué las apariciones tienen más bien lugar por la noche? ¿No sería esto un efecto del silencio y de la obscuridad sobre la imaginación?
Por la misma razón que la oscuridad os hace ver durante la noche las estrellas que no veis en pleno día. La gran claridad puede borrar una aparición ligera; pero es un error creer que la noche sirva en cuanto a eso para alguna cosa. Preguntad a todos aquellos que las han tenido y veréis que la mayor parte las han visto de día.
Observación. – Los hechos de apariciones son mucho más frecuentes y generales de lo que se cree; pero muchas personas no los confiesan por temor al ridículo, otros los atribuyen a la ilusión. Si parecen más multiplicados en ciertos pueblos, esto proviene de que se conservan en ellos más cuidadosamente las tradiciones verdaderas o falsas, casi siempre
abultadas por el atractivo de lo maravilloso, a que se presta más o menos el aspecto de las localidades; la credulidad hace entonces ver efectos sobrenaturales en los fenómenos más vulgares; el silencio de la soledad, la escabrosidad de los torrentes, el mugido del bosque, las ráfagas de la tempestad, el eco de las montañas, la forma fantástica de las nubes, las
sombras, las ilusiones ópticas, todo, en fin, se presta para ilusionar a imaginaciones sencillas y cándidas, que cuentan de buena fe lo que han visto, o lo que han creído ver. Pero al lado de la ficción hay la realidad; el estudio formal del Espiritismo conduce a separar de la realidad todos los accesorios ridículos de la superstición.

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.
 

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      LIBRE   ALBEDRÍO

A cada momento el Espíritu está haciendo, modificando, renovando su destino. Los pensamientos y los actos son sus agentes importantes, responsables de las alteraciones que le concernirá vivir en el suceder de los días. Y esto es porque a cada acción, le corresponde una reacción equivalente. 

No obstante el destino feliz que a todos nos está reservado por las leyes divinas, el avanzar, estacionarse en el camino o retrasar el momento de disfrutar, de beneficiarse con la felicidad, depende del ser, de su decisión. Destinado a la gloria espiritual determinismo irreversible, el ser marcha por la senda que más le place, dado que adquirió el discernimiento el libre albedrío.
No existe nadie que se encuentre predestinado al mal, a la desgracia. La ingenua concepción en torno de los que fueron creados para la desdicha, no posee la menor fundamentación.
La escala evolutiva, en su inabordable ascensión, se sostiene de las conquistas personales en las que el Espíritu se afirma en un peldaño de victoria, a fin de poder subir al próximo, y así sucesivamente. Cada paso le da más fuerza y experiencia para el cometido inmediato. Cada nueva empresa, es el resultado de la conquista anterior. 
No retrocediendo nunca, por cuanto las conquistas son adquisiciones inalienables que se graban en lo íntimo, puede, entre tanto, estancarse por tiempo indefinido en cualquier 
situación a la que se ligue por procesos negativos y gravámenes de los que solamente se liberará cuando se resuelva superar el impedimento y resarcir los males que haya hecho.
Hay personas que se embrutecen de tal forma y de manera tan sorpresiva, tanto se comprometen con los errores, que parecen haber retrocedido en la escala evolutiva a la faja primitiva. Con todo, pese a la suma de desaciertos o al impulso hacia la locura que de ellas se posesiona sus experiencias nobles y sus conquistas, no se pierden, imponiéndoles, por el contrario y gracias a ello, una mayor suma de responsabilidad, una más severa necesidad redentora, que se exigirá, después, en el crisol del futuro depurador.
¿No vemos madres, padres, hijos duramente humillados, maltratados en su amor por aquellos afectos que les amargan todos los minutos y que los cubre de injurias en todos los instantes, sin descorazonarse en su dedicación, sin una palabra de queja o de censura, justificando, más bien, a los que los escarnecen y flagelan, excusándolos con argumentos, que no corresponden a la verdad? ¿No encontramos criaturas inmovilizadas en prolongadas parálisis o lamentado dolorosas cegueras, o siendo mudas con el semblante iluminado por dulce resignación, con lo cual bendicen al dolor? ¿No enfrentamos a encarcelados, sufriendo penas injustas, sin quejas ni pruritos de autopiedad, en elocuentes posiciones heroicas? ¿No admiramos a portadores de enfermedades irreversibles, dolorosas, abiertas en llagas purulentas, nauseabundas, durante años, sin irritación ni rebeldía?

¿Y qué decir de los que transitan en la miseria económica o social, portando buen humor y esperanza, pareciendo felices?
¿Cuántos otros soportan las dolorosas imposiciones de un trabajo exhaustivo y humillante, dando gracias por tener el honor de conseguir honradamente el magro pan de cada día? ¿No hay muchos que deambulan en medio de una soledad asfixiante, con el alma pronta a estallar de ternura, sedientos del cariño que no encuentran, transformando las horas de su propia angustia en sonrisas en los labios ajenos?
Ellos sienten o saben que se están irguiendo del abismo al que se precipitaron por egoísmo, por el descrédito de las soberanas leyes, en la ansiosa búsqueda de la ascensión. En la noble tentativa en que se encuentran, no les faltan manos espirituales generosas que los socorren, benévolas, en nombre del Padre. Cayeron, sí, pero no obstante, se esfuerzan por evolucionar, recuperando el tiempo mal aplicado en la saña de la locura.Vienen a vivir voluntariamente, aquellos que espían problemas equivalentes, empero, bajo la lluvia de hiel e injurias que exteriorizan, o azotados por sorda rebeldía que los humilla, porque no pueden huir del yugo purificador al que están sometidos por las actitudes groseras y el desacato que tuvieron para con la vida. Evolucionan penosamente, en trances de difícil superación. Beben la copa llena de ácidos que escaldan el corazón y la mente como brasa viva, y que son los elementos que precisan para templar sus propios sentimientos.
Evolucionan, por medio del dolor, en aquello que no supieron o desdeñaron conseguir por amor.

El atentado al orden resulta de la desarmonía del equilibrio que rige en todo y en todas partes. Quien arbitrariamente lanza golpes contra el orden, sufre la natural consecuencia, y ese es el azote del dolor que despierta y corrige, educa y eleva hacia el aprendizaje elevado y los emprendimientos trascendentales.

No es necesario que alguien se transforme en instrumento de la justicia cuando es herido. La opción de hacerlo, le acarreará lamentables problemas que deberá soportar más tarde.
El mal perpetrado contra alguien, no se dirige solamente hacia la individualidad deseada, sino al organismo general en el que aquella se moviliza. El problema pasa, entonces, a pertenecer al grupo afectado. Por esa razón, a la víctima le cabe siempre la actitud del perdón, por cuanto, si responde al mal que sufrió con otro mal, se torna agresor, actuando así en la orbita de aquel que lo hirió. Aún así, si no perdona y su agresor se renovó en la práctica del bien, ya está reparando el mal antes realizado; no se le aplica el impedimento del progreso, porque el afectado original permanezca en la porfía del desagravio personal… El odio que se consagra a otro, no es dificultad para el acceso a escalas superiores de quien padece sus petardos.
Las acciones edificantes, los gestos de renunciamiento, de abnegación, sacrificio, y caridad se sobreponen a las labores tumultuosas, perjudiciales, viciosas..
El bien es más importante que el mal. La luz tiene más poder que la sombra.

Para alcanzar las conquistas del espíritu, en cada experiencia reencarnatoria, le son previstas, en razón de las adquisiciones logradas en uno como en otro campo del bien o del mal practicado, determinadas imposiciones punitivas por las que deberá pasar, a fin de eliminar los gravámenes desdichados que lo tornaron infeliz. Sin embargo, esto nunca sucede con carácter absoluto. El determinismo es flexible, salvo raras excepciones que siempre son examinadas, coordinadas y alteradas por los responsables en los procesos reencarnatorios de los que buscan la Tierra para un aprendizaje edificante y libertador.
En los planes de las experiencias humanas, debido a los cambios de comportamiento de los reencarnados, que se producen por su libre albedrío, son alterados con asidua frecuencia, sucesos y socorros, dolores y problemas programados, abreviándose o concediéndose moratoria al descanso de aquellos que se sitúan en uno o en otro campo de ésta o de aquella necesidad… Jamás se debe olvidar que las leyes que rigen la vida son de amor, pero también son la base de justicia donde se asienta la misericordia de Nuestro Padre Creador.
Lo que parece un determinismo infeliz y que resulta de las llamadas desgracias terrenales: desastres, desencarnaciones inesperadas, enfermedades, abandonos, sufrimientos, pobreza, de manera alguna son infortunios reales, sino procesos metodológicos de disciplina moral para los condenados, los deudores inveterados, mediante los cuales son advertidos por las fuerzas superiores, a fin de que se inclinen hacia los deberes nobles y se reconcilien con sus conciencias y con el prójimo que pisotearon y subordinaron… Los infortunios, son los actos que los llevaron a tales correctivos y no los medicamentos providenciales para lograr la depuración de los descalabros cometidos, de las sandeces perpetradas.
Como auxiliares valiosos del libre albedrío, el hombre posee el discernimiento, la razón, la tendencia al bien, la irresistible atracción hacia la felicidad… contra él, está el pasado espiritual, el atavismo animal, la preferencia al error como resultante del hábito y del comodismo al que se aferra… A fin de que no se demore por tiempo indefinido en el error, las leyes sabias determinan las experiencias dolorosas que funcionan como técnicas de evaluación de las conquistas morales para su progreso, su evolución.

Ningún espíritu conseguirá marginarse indefinidamente, entregándose a sí mismo. Cuando su opción infeliz lo embrutece y la vileza lo maltrata, es alcanzado por los impositivos del progreso y, a través de penosas y santificantes expiaciones, desarrolla las superiores aptitudes innatas con que abre las alas de la santificación, alzando vuelo rumbo al progreso.
Redescubre y reencuentra el placer del bien del que se distanció y anhela por la emoción de recuperarse más fácilmente. De aquí surgen las conmovedoras probaciones que solicita en las cuales se agiganta, ganando la redención y enseñando valor a los debilitados en la lucha, a los combatidos en el esfuerzo rehabilitador, puesto que tal es la conciencia de que se hace portador, en el ansia de ser dichoso…

Gracias a los esfuerzos realizados y a los triunfos logrados luego de las sucesivas pruebas victoriosas, obtiene méritos para realizar tareas misioneras que lo traen nuevamente a la tierra, a la que dignifica y bendice con estoicismos conmovedores y abnegaciones insuperables.

Muchos de ellos no se permiten alegrías en cuanto no reconquistan a los que ofendieron, rehaciendo el camino a su lado, ofreciéndoles venturas sobre el dolor y alegría mas allá del lago de las lágrimas. Por lo tanto, se sumergen en un cuerpo somático en sublimes anonimatos, dotados de elevados valores que brillan en el lodo donde aquellos se movilizan, salvando a las antiguas víctimas aún intoxicadas por la rebeldía y por la venganza.

Solamente después de elevarlas a la planicie de la esperanza y de rescatar directamente con ellas los errores, no obstante ya se hayan lapidado y ennoblecido frente a la vida, es que parten hacia otros rumbos…

Por lo tanto, las pruebas espontáneamente aceptadas, representan conquistas, ajustes entre los Numens Tutelares y los espíritus que reencarnan, consubstanciados en el libre albedrío de éstos.

Las expiaciones, son las terapéuticas quirúrgicas enérgicas, rigurosas, impuestas por el determinismo de las leyes por el bien de aquellos que se dejaron arrastrar en las mallas del egoísmo descontrolado, de las locuras indebidas, de la insensatez prolongada.

Se yuxtaponen, se coordinan, se comprometen en un bienaventurado programa que tiene como objetivo la felicidad y la paz de los hombres.

Por lo tanto los pensamientos, los actos, son los agentes responsables de los éxitos y desdichas que pesan sobre la conciencia de cada criatura.

Lo que haya sucedido de mal, no está irremediablemente hecho, ya que enseguida fulge la oportunidad de la recuperación.

Es verdad que el tiempo urge para ser aprovechado y que no vuelve en las mismas circunstancias, con semejantes requisitos, en iguales condiciones. Entretanto, el esfuerzo personal, aliado al interés por la edificación íntima, crea los factores propicios para que en otro espacio de tiempo, se modifiquen las estructuras negativas, se deshagan las construcciones perjudiciales, se minimicen las consecuencias de lo ya hecho, produciéndose los mecanismos favorables en pro de lo que se irá a hacer.

Siempre hay esperanza en el cielo del hombre que se decidió por la verdad. La luz del bien brilla imperecedera en la cúpula de la vida. Podéis hacer todo lo que yo hago y mucho más, si quisierais” afirmó Jesús.
A pesar del destino de glorias imprevisibles que está reservado para todos, la decisión de usufructuarlas hoy o más tarde dependerá de cada ser, sin olvidarnos que el ” reino de los cielos es tomado por asalto”, perteneciendo a aquellos que se resuelven romper con la indecisión, con la incertidumbre y el comodismo, los cuales avanzan con intrépido amor, en una libre opción por alcanzar la culminación del determinismo de las leyes divinas.

Juana de Ángelis
Mensaje Psicografiado por Divaldo Pereira Franco

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      LAS INFLUENCIAS ESPIRITUALES

“Quien no se prepara para conocimientos más elevados, quien no ejercita la voluntad para sobreponerse a las circunstancias de orden inferior, padecerá invariablemente la imposición del medio en el que se encuentra”. Emmanuel 
Es posible que para el lector no Espírita, resulte un tema difícil de aceptar en un momento en que pareciera que la ciencia ha llegado a límites insospechados, en cua+nto al conocimiento del ser humano y a las técnicas en el área de la salud. 

Pero es innegable, que la influencia espiritual existe, y no nos estamos refiriendo sólo a influencias espirituales negativas. 

INFLUENCIAS POSITIVAS

En nuestra vida de encarnados, estamos rodeados por una serie de personas que nos aportan sus influencias positivas, las cuales recibimos para poder evolucionar en esta existencia.

En primer lugar, nuestros padres. La ciencia médica nos informa como el niño por nacer, está recibiendo ya en el claustro materno, la influencia de los sentimientos de las palabras, los sonidos y las conversaciones, que rodean a la madre en gestación.

Luego, las influencias que ejercen sus hermanos, los familiares más directos, sus vecinos, los buenos amigos, los maestros y profesores.
Todos ellos están aportando, como Espíritus encarnados y en la medida de sus posibilidades, elementos para nuestro progreso. Está en nosotros, aprovechar las buenas influencias, los buenos deseos y los conocimientos; somos nosotros, los que aprovechamos o desaprovechamos esas buenas posibilidades que nos ofrecen las bases familiares o los amigos que nos rodean.

De igual forma proceden los Espíritus desencarnados, es decir, aquellos Espíritus que están libres en el espacio.

En primer lugar, recibimos la influencia de nuestro Espíritu Protector, que es un ser superior, por lo menos a nuestro grado de evolución, en quien la Providencia ha delegado la responsabilidad de orientarnos. Es con quien debemos conectarnos diariamente, porque de él recibimos los mejores pensamientos y sugerencias. Es quien intuitivamente, nos hace recordar los compromisos asumidos al iniciar este proceso reencarnatorio, y nos orienta para llevarlos a feliz término.

Están también los Espíritus familiares y los desencarnados afines, tanto de esta como de anteriores reencarnaciones, que nos siguen y nos apoyan en la medida de su evolución. Porque los seres familiares y amigos, que han partido y pertenecen a nuestro mismo nivel evolutivo, no pueden hacer milagros en el mundo espiritual. Es decir, están en el mundo espiritual, en el plano que les corresponde, y de la misma forma que entre los encarnados, ayudan según sus posibilidades y en la medida que se lo permitimos, aprendiendo a percibir su presencia y a sentir su cariño.

Nos conectamos, entonces, con los Espíritus amigos según nuestra voluntad, porque la llave de la conciencia nos pertenece.

Así como abrimos las puertas del hogar a los seres que deseamos acoger en él, abrimos las puertas de nuestros pensamientos y sentimientos a aquellos Espíritus amigos y familiares desencarnados, a quienes deseamos darle cabida.

Nos van a acompañar, también con sus influencias, los Espíritus afines a nuestras actividades. Todas las actividades humanas tienen sus similares en el espacio. Desde una simple reunión de vecinos, hasta una manifestación artística del más alto nivel, todas las inquietudes del hombre tienen su correspondiente espiritual. Es decir, que en las realizaciones intelectuales, sentimentales, artísticas, laborales, económicas y filosóficas, estamos rodeados por aquellos Espíritus afines a ellas.

De la misma forma, en las actividades cotidianas de encarnados, nos relacionamos con personas afines con las cuales nos une la tarea en común, y profundizamos los lazos de acercamiento a partir de ella.

No son todos familiares, ni amigos, pero nos vamos relacionando afectivamente por afinidad, en una actividad determinada.

Hasta aquí hemos expuesto brevemente, cuales son las influencias positivas que en la actual encarnación vamos a ir recibiendo, desde el momento de la concepción y a lo largo de todo el desarrollo de la existencia física. Influencias positivas que nos permiten, en la medida en que sepamos aprovecharlas, encauzar nuestras condiciones naturales y encaminarnos en el sendero del progreso.

Y podríamos decir que estas influencias positivas, que ejercen tanto los encarnados como los desencarnados, no necesitamos estudiarlas, pues, sobre todo las influencias espirituales positivas, las reconocemos intuitivamente, por esa secreta alegría, esa íntima emoción que nos embarga cuando una buena acción o un pensamiento elevado nos hace superar por un instante nuestra condición de seres imperfectos. 

INFLUENCIAS NEGATIVAS

El conocimiento de la Ley de Afinidad Universal, que es una de las leyes de cumplimiento más sutil e inconsciente, nos permite comprender que, aún normalmente, toda persona tiene a lo largo del día, una gran variedad de Espíritus a su alrededor.

De ahí que, reconociendo la realidad de las influencias espirituales, y habiendo analizado las positivas que tenemos a nuestro alrededor, convengamos en que lo que es realmente necesario es el conocimiento y profundización de las influencias negativas. Es decir, las que sobre nosotros van a tener aquellos Espíritus encarnados o desencarnados, que se acerquen por afinidad en nuestros errores.

Y es justamente, la dificultad en reconocer los aspectos negativos de nuestra conducta, el primer escollo serio en el estudio de las influencias negativas. No es fácil aceptar que son nuestras deficiencias morales y las tendencias erróneas que se manifiestan en nuestra conducta, las que nos asocian a actitudes, pensamientos o actos que evidencian una influencia espiritual negativa.

Los diversos matices que tienen estas influencias, es otra dificultad que se presenta, pues no siempre estamos preparados para descubrirlas.

A lo largo del día, en las actividades dentro del hogar, en los lugares de trabajo o en las realizaciones comunitarias, adoptamos una serie de conductas que tienden a disculpar, explicar o justificar actitudes que nos pertenecen: mal humor, impaciencia, falta de tolerancia e incomprensión, que se manifiestan de distintas formas; y es muy común achacar estos arrebatos a situaciones tales como, el estado de humor de la familia o desperfectos mecánicos que hemos sufrido, situaciones difíciles con compañeros de trabajo o superiores jerárquicos, el tiempo, etc., como factores que pueden llegar a determinar nuestros procederes.

Analizando seriamente las excusas que damos, frente a una irritación descontrolada, a una respuesta destemplada o a una actitud fuera tono, debemos aceptar que en casi todos los casos pudimos controlarnos y no lo hicimos, ya sea por comodidad, por dejar hacer o porque “somos así”, “es mi forma de ser”, que es la disculpa más común que esgrimimos en nuestro favor.


CLASIFICACIÓN DE LOS FENÓMENOS DE LA PERSONALIDAD 


Reconociéndonos como seres imperfectos, que tenemos, a lo largo de las jornadas evolutivas, distintos grados de perturbación en los procederes, vamos a intentar una clasificación de los fenómenos de la personalidad de acuerdo a su grado de afinidad y partiendo de la que realiza Allan Kardec, establecemos tres grados: obsesión simple, fascinación y subyugación.

Pero vamos a completar esta clasificación, con otra realizada por el Dr. Bernard Drubich, en la cual propone como afinidad de primer grado a la personalidad normal, de segundo grado a la sugestión, de tercer grado a la pre-obsesión y de cuarto grado a la obsesión absoluta.

Este mismo autor establece, que personalidad normal, es aquella en que la persona se comporta de acuerdo a las normas éticas y de costumbres del lugar y tiempo que le toca vivir. Y esta personalidad normal, aún con mediumnidad, tiene mecanismos de defensa que están constituidos por:

· El juicio crítico;

· La estabilidad emocional y mental;

· El uso ordenado de las fuerzas espirituales;

· Las fuerzas fluídicas propias, y

· El amparo espiritual. 

INFLUENCIAS ESPIRITUALES EN LA PERSONALIDAD NORMAL

Hemos dicho que por la Ley de Afinidad, los Espíritus desencarnados pueden acercarse a seres con similares virtudes o defectos e influenciar sus pensamientos, y que eso es lo que permitía que una persona normal tuviera una gran variedad de Espíritus a su alrededor.

Y es ahí donde se debe hacer hincapié en un hecho que nos interesa fundamentalmente, como es el de la realidad del mundo espiritual. Estos Espíritus imperfectos, que nos rodean en los momentos de desequilibrio o se afinizan con nuestras conductas erróneas, no son ni más ni menos que las almas de los hombres que han vivido en la Tierra. 
Es decir, que de la mima forma que, como encarnados, acostumbramos a evaluar las actitudes de los que nos rodean y tratamos de tener aquellas compañías que nos favorezcan, el conocimiento de la vida espiritual y el hecho que cada uno al desencarnar, pasa al mundo espiritual con su caudal de virtudes y defectos, es lo que nos hará analizar que los que se nos acercan son Espíritus virtuosos o imperfectos, como nosotros. 


PERO NO SON ESPÍRITUS SATÁNICOS, NI DETERMINADOS AL MAL

Como bien lo explica Kardec en “El Libro de los Espíritus”, cuando habla de la “Influencia oculta de los Espíritus en nuestros pensamientos y actos”, preguntas 459 a 472, podemos alejarnos de las influencias de los Espíritus inferiores, a través de la práctica del bien y poniendo toda nuestra confianza en Dios, teniendo en cuenta que estos Espíritus sólo se apegan a quienes los atraen con pensamientos similares.

A ningún Espíritu le es dada la tarea de practicar el mal y, si lo hacen, no es porque están determinados a ello, pues corresponde a cada uno, con la práctica del bien y el constante control de los pensamientos, evadir esta influencia, ejerciendo a la vez una acción educativa y ejemplarizante sobre hermanos desencarnados que, por ignorancia, persisten en actitudes equivocadas.

Otro aspecto de interés, con relación a las influencias espirituales en la personalidad normal, es el relacionado con la mediumnidad.

Podría parecer, para el estudioso desapercibido o el lector desprevenido de las obras de Kardec, que la influencia espiritual solamente podría tener lugar en los médiums o a través del ejercicio de la mediumnidad, y en ese sentido es necesario remitirnos a la diferencia que realiza Allan Kardec en “La Génesis”, entre una incorporación en el acto mediúmnico y una obsesión de grado extremo.

En el primer caso, el médium cede voluntariamente y en forma transitoria su cuerpo físico al Espíritu comunicante, quien se mantiene a su lado, controlando mentalmente lo que dice, a tal punto que un médium bien desarrollado, nunca va a permitir la exteriorización de palabras obscenas, expresiones groseras o ademanes fuera de lo común, como tirarse al suelo, pararse en forma que no corresponde, etc.

En la obsesión grave, vulgarmente llamada posesión, hay sí, la incorporación de un Espíritu, con una diferencia: el dueño del cuerpo no lo puede gobernar. Y eso se debe a que el Espíritu ha sido atraído por el encarnado, quien se ha sentido a gusto con él, con su presencia, su cercanía y se han afinizado porque tenían los mismos rasgos negativos en profundidad y no los combatieron.

Lo que se debe tener en cuenta, es que la posesión entendida como adueñarse de un cuerpo por un espíritu satánico, no existe.

En un acto mediúmnico, el médium desarrollado realiza un intercambio de buena fe con el Espíritu comunicante, en una acción consensuada y le cede transitoriamente su organismo, controlando sus actos y palabras.

En la obsesión grave, existe también la presencia de un Espíritu, pero sin el freno de la valoración ética del sensitivo inducido, y en este caso, la permisividad está derivada de la similitud de aspectos negativos, entre el Espíritu obsesor y el individuo, el enfermo obsesado. 
En síntesis, una vez más afirmamos, que no existen Espíritus satánicos, desde el momento que no existen Espíritus determinados al mal.

Existen sí, Espíritus de escasa evolución moral; existen, Espíritus que desencarnan y quedan en el espacio con un profundo sentimiento de rencor, del cual nace el sentimiento de venganza; existe, el deseo de cobrar viejas deudas; existe, ignorancia por parte de los encarnados y desencarnados con respecto al fin, el objetivo de la vida y de como se produce la evolución a través de las diversas experiencias; existe, fundamentalmente en nosotros, defectos y errores de conducta que nos llevan a provocar estas perturbaciones.

Mientras no lleguemos a controlar la envidia, los celos, los rencores, la intolerancia, el egoísmo y el orgullo, vamos a estar supeditados a las influencias espirituales negativas.

Estos defectos derivados de nuestras imperfecciones, a los que podríamos encuadrar dentro de las auto-perturbaciones, son las puertas que dan paso a esos Espíritus afines.

La falta de control nos lleva a profundizar ese intercambio, e iremos pasando por las sucesivas fases de los problemas de la personalidad que ya hemos señalado. 

Por Rosalba D´Atri

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LEYES MORALES DE LA VIDA

Las leyes morales de la vida, establecidas por el Padre, son de todos los tiempos.
Inviolables, constituyen el camino de felicidad por el rumbo evolutivo, imponiéndose, paulatinamente, a la inteligencia humana ayándose establecidas en las bases de la harmonía perfecta en que se equilibra la Creación.
Reveladas a través de los tiempos, poco a poco, no se someten a los juicios transitorios de las pasiones humanas, que siempre desearon estandarizarlas al propio talante, sometiéndolas a sus torpes determinaciones.
Inspiradas a la humanidad por las fuerzas vivas de la Naturaleza desde los días del “hombre primitivo, pasaron a constituir la ética religiosa superior de todas las naciones. Leyes naturales de amor, justicia y equidad, son el fiel de la conquista del espíritu que en la preservación de sus códigos sublimes y en la vivencia de su legislación, señala el propio engrandecimiento y plenitud. El desacato, la desobediencia de sus códigos engendran el sufrimiento y desequilibrio del infractor, que de forma alguna consigue huir al reajuste producido por la rebeldía o insania de que se hizo portador.
Profetas, legisladores y sabios han sido los maleables instrumentos de que se sirvió el Padre Amantísimo a través de los tiempos, a fin de que el hombre, en el calabozo carnal, pudiese encontrar la ruta segura para atender el reino venturoso que lo espera.
De entre todos, sin embargo, fue Jesús el prototipo de la misericordia divina, “El modelo más perfecto que Dios ha ofrecido al hombre, para servirle de guía y modelo” , el propio Rey Solar.
Viviendo con todo vigor el estatuto de las “leyes morales”, dio cumplimiento a las de orden humano, sometiéndose, pacíficamente, instaurando el periodo fundamentado del amor, que resume todas las demás y las comanda con sin igual maestría.
El modelo a ser seguido, enseñó por el ejemplo y por el sacrificio, señalando en testimonio supremo la excelencia de su misión amorosa, a través de la donación de la vida, incitándonos a incorporarnos en el día a día de la existencia a la irrecusable lección de su auto-ofrenda santificante.
Nos inspira para elaborar está Obra en el incomparable “El Libro de los Espíritus”, de Allan Kardec, Parte 3ª, “De las Leyes morales” (*).
No pretendemos producir un trabajo e exegesis doctrinaria, más si responder a algunos conceptos y opiniones actuales en las nobles y relevantes lecciones allí expuestas, por considerar insuperable y profunda momentáneamente la obra Kardeciana, repositorio fiel del Consolador, conforme prometió Jesús.
Dividimos, en once las leyes morales, conforme la clasificación y la renovación intima de aquellos que se interesan por la Doctrina espirita, o que en el báratro de estos días de inquietud padecen sed de Dios, requieren de lo Alto respuestas inmediatas para las interrogaciones afligentes, pidiendo orientación.
El hombre viaja con sus formidables bólidos espaciales fuera de la órbita de la Tierra, y, todavía, no se conoce a si mismo.
Descubre el mundo que lo fascina y no penetra en las responsabilidades morales que le caben cumplir.
Altera la faz del planeta que habita y pretende modificar las “leyes morales” que rigen el Universo, sumergiéndose, entonces, en profunda amargura.
Presenta conceptos valiosos y concepciones de audacia matemática, descubriendo las leyes de gravitación, de aglutinación de las moléculas, de la estructura genética de los seres y, todavía, impone absurdas determinaciones en el campo moral, legalizando el aborto, resucitando la pena de muerte, programando a la familia, mediante procesos creados, precipitados, abogando la disolución de los vínculos matrimoniales estimulado por terrible libertinaje, fomentando la guerra…
Hay dolor y locura, hambre, miseria moral y social en larga escala, en un atestado inequívoco del primitivismo moral que rige en individuos y colectividades dichos civilizados.
Las leyes de la vida son impostergables.
Nadie las derroca; no las subestimes impunemente; no las ignoras, aunque desees hacerlo. Están insculpidas en la conciencia de las criaturas. Aun mismo el bruto las siente en forma de impulsos o por el brillo de su grandeza transcendente en los pródromos de la inteligencia.
Leyes inmutables, son las leyes de la vida.
Joanna de Angelis “médium Divaldo Pereira franco

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