martes, 28 de junio de 2016

Alma y Espíritu





        Prácticas de Justicia y Amparo


Que padre ignora a sus hijos, no les da las mismas oportunidades a cada uno de ellos .No es justo todo lo que acontece, pueda ser valorado y expuesto en nuestro beneficio o perjuicio. A si es como todo es justo, esa justicia es la universal rige en el mundo y el cosmos… 

Que justicia habría si naciéramos en una existencia, llena de goces con el amparo de buena dicha y placer .Todo esto no podríamos valorar otras inclinaciones de la vida. O en caso contrario un nacimiento o encarnado de un ser lleno de penumbras, dolores, llantos, injusticias y desgarros en él, su semblante y persona. 

Y todo esto, no hubiese más oportunidad de poder resarcirse en otras grandes pruebas .Que justicia habría en realidad si no se permitiera poder valorar y aprender en otros estados de la vida .Que Padre más injusto seria no darle los mismos derechos a todos sus hijos. 

O tal vez sería más justo, una pluralidad de existencias que pudiéramos pasar por todas las pruebas, pero con el acierto o la inconveniencia de no acordarnos de las anteriores pruebas, para no interferir ni afectar a nuestro particular crecimiento moral… 

Ese crecimiento hace que en el presente tengamos las antenas predestinadas para la acción que antes preparamos. Pero aún podemos crecer y recuperar un tiempo muy importante .tiempo de amar… si amar pero de verdad. 

Fuente: Sendero de Amor

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EL ESPIRITISMO NO HACE MILAGROS

. El Espiritismo vino a revelar nuevas leyes y explicar, en consecuencia, los fenómenos que 
se ajustan a esas leyes. 
Esos fenómenos se relacionan con la existencia de los espíritus y con su intervención en el 
mundo material, y eso -se podrá decir-, es entrar en terreno de lo sobrenatural. En tal caso debería probarse que los espíritus y sus manifestaciones son contrarios al orden natural y que ellos no respetan ninguna de tales leyes. 
El espíritu es el alma que sobrevive al cuerpo; el ser principal, porque no muere, mientras 
que el cuerpo es sólo un accesorio que fenece. Su existencia es natural durante y después de la encarnación; está sujeta a las leyes que rigen al principio espiritual como el cuerpo está sometido a las que gobiernan al principio material. Pero como ambos principios tienen una afinidad necesaria, como los dos actúan sin interrupción uno sobre el otro, como de su acción simultánea resulta la armonía y el movimiento del conjunto, resulta que lo espiritual y lo material son las dos caras de un mismo todo, igualmente naturales ambas, y que lo espiritual no es una excepción, una anomalía en el orden del Universo. 
5. Durante su encarnación, el espíritu actúa sobre la materia por intermedio de su cuerpo 
fluídico o periespíritu; y lo mismo ocurre cuando el espíritu ha desencarnado. Hace, como espíritu y en la medida de su capacidad, lo que hacía como hombre, sólo que como ya no puede servirse de su cuerpo carnal como instrumento, utiliza, cuando lo cree necesario, los órganos materiales de un encarnado que es llamado médium. Hace como alguien que, no pudiendo escribir por sí mismo, se sirve de un secretario, o como quien no conociendo un idioma que necesita para darse a entender, se vale de un intérprete. El secretario y el intérprete son los médiums del encarnado, así como el médium es el secretario y el intérprete del espíritu.* 
6. El ambiente en el que actúan los espíritus y los medios que utilizan son diferentes de los 
que se valen los encarnados, por lo tanto, los efectos también difieren. Estos efectos parecen sobrenaturales porque los producen agentes que no son los que nosotros utilizamos; pero ya que esos agentes son parte de la Naturaleza y que las manifestaciones se cumplen en virtud de ciertas leyes, no hay en ellos nada de sobrenatural ni maravilloso. Antes de conocer las propiedades de la electricidad, los fenómenos eléctricos pasaban por prodigios a los ojos de ciertas personas; desde el momento en que se conoció la causa, lo maravilloso desapareció. Lo mismo podemos decir con respecto a los fenómenos espíritas, ellos tampoco se apartan de las leyes naturales. 

EL GÉNESIS 
ALLAN KARDEC.

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   El futuro del hombre

Por más que la mente humana indague con respecto a la vida, en la actual coyuntura del conocimiento intelectual, a pesar de ser innegablemente vasto, se nos torna muy difícil encontrar las respuestas adecuadas que le permitan definir todo su sentido y significado.
Reduciendo la vida al azar absurdo, destituido de cualquier lógica, algunos investigadores la simplificaron, eliminando así las mayores complicaciones en torno a su magnitud. Otros la establecieron sobre contenidos mitológicos de fácil aceptación gracias a los componentes de lo sobrenatural y maravilloso. Sin embargo el milagro de la vida es mucho más complejo y por eso mismo, su punto de partida solamente puede ser encontrado en el Creador que la elaboró y la viene conduciendo a través de billones de años, produciendo en su estructura las indispensables adaptaciones, como sus desdoblamientos y variaciones.
En lo que concierne a la vida humana en sí misma, detectamos su génesis en el Psiquismo Divino que lo concibió y lo inspira, proporcionándole la energía de que se nutre, y que la impulsa al crecimiento por medio de las múltiples reencarnaciones del Espíritu inmortal, denominado también principio inteligente del Universo. Ignorante en cuanto a su destino, el Espíritu despierta a la propia realidad mediante las experiencias intelectuales y vivencias morales que lo capacitan para la conquista de la plenitud. Lo mismo que la humilde semilla, que jamás podrá contemplar la dorada espiga, por causa de la muerte que proporciona el surgimiento del grano, el Espíritu, no percibe el ángel que se encuentra dentro de sí y que un día surcará los infinitos ríos de la inmortalidad. Sin embargo, cuanto más se amplían sus facultades y su discernimiento, ese proceso de evolución está marcado por desafíos, cada vez más importantes y significativos.
El despertar de los valores internos es, en cierta manera, desgarrador en todas las especie. Así como la vida vegetal rompe la cáscara protectora de la semilla, con el fin de liberarse, el ser humano se ve envuelto por el fuerte caparazón que lo encarcela desde el principio y cuya prisión le deja marcas profundas que en el futuro deben ser eliminadas, en razón directa en que se desarrolla y que pasa a aspirar los espacios más amplios y de más glorioso destino. Por tanto, la lucha se le hace más intensa, sin cuartel, aumentando en la medida su capacidad de resistencia y de esclarecimiento que le posibilitan las conquistas. Vivir es un desafío sublime y realizarlo con sabiduría es una bienaventuranza que se encuentra a disposición de todo aquel que decididamente se propone avanzar, auto superarse y alcanzar la comunión con Dios.
Ruda es la tarea. Escarpadas las pendientes que hay que trepar. La espantosa espiral que hay que recorrer vemos que se desarrolla sin final aparente. Pero nuestras fuerzas no tienen límite, puesto que podemos renovarlas sin cesar por la voluntad y la comunión universal. Y además, recordemos, que no somos los únicos que efectuamos este gran viaje. No solamente alcanzaremos, tarde o temprano, a los seres amados, a los compañeros de vidas pasadas, a aquellos que compartieron nuestras alegrías y nuestras penas, sino también a otros grandes seres que fueron hombres o mujeres en la Tierra y que ahora son Espíritus Superiores que nos acompañan en los pasos difíciles.
Sabemos que aquellos que nos han adelantado en la vida celeste no se desinteresan de nosotros y cuando la tempestad se manifiesta en nuestro camino, sus caritativas manos sostienen nuestra marcha. Lenta y dolorosamente nos preparamos para responsabilidades cada vez más grandes. Y cuanto más participamos en la ejecución de un plan a medida, nuestra ascensión se acentúa, y más grandes serán las revelaciones que recibiremos.
El Universo fluídico se torna cada vez más amplio y se transforma en una fuente inagotable de goces espirituales. Más tarde vendrá la hora en que después de sus peregrinaciones a través de los diferentes mundos, el alma contemplará desde las regiones superiores la larga comitiva de los sufrimientos pasados y comprenderá al fin, que estos sufrimientos han sido el precio de la felicidad, y que aquellas pruebas superadas no han causado más que su bien.
¿Llegará el alma al término de su viaje? Avanzando en el camino trazado, el alma verá abrirse siempre nuevos campos de estudio y descubrimiento. Llegará a penetrar en la armonía de las cosas y comprender que no existe en el Universo ninguna discordia, ninguna contradicción, ya que por todas partes reinan la sabiduría, el orden, la previsión, disfrutando así de un modo más intenso la felicidad de una vida bienaventurada.
Después, un día, ablandada por las tempestades y huracanes de la adversidad, madurada por los rayos del sol divino, saldrá de la sombra de los tiempos, de la oscuridad de las innumerables vidas, y sus facultades así como su inteligencia, se revelarán como un reflejo del genio divino. Nadie se encontraría reencarnado en la Tierra, si la existencia física no tuviese una finalidad superior. El Ser es el producto de un largo proceso de desarrollo de los infinitos valores que duermen latentes en el, aguardando los medios propicios para su manifestación.
Etapa a etapa, paso a paso, son realizados los progresos que se fijan mediante los hábitos que se incorporan a la individualidad, siendo el resultado de la suma de vivencias de las más variadas reencarnaciones. En una de ellas nos encontramos ahora todos nosotros. No dejemos escapar esta oportunidad, este singular momento que se nos ha ofrecido para mejorarnos y progresar espiritualmente, y consigamos con nuestro esfuerzo aprobar el curso de esta difícil asignatura, pero al tiempo “maravillosa experiencia”.
Juan Miguel Fernández Muñoz
Revista “El ángel del bien”
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ESPIRITUALIZACIÓN

La  modificación del plano mental de las criaturas nadie la impone jamás, esta es fruto del tiempo, del esfuerzo, de la evolución. La sociedad humana, en la actualidad, viene siendo sacudida en sus propias bases, compeliendo a muchas personas  a improvistas renovaciones.

Para que el hombre físico se convierta en hombre espiritual, el milagro exige  mucha colaboración de las entidades espirituales. Las alas sublimes del alma  eterna no se expanden en estrechos escondrijos  de una incubadora, hay que trabajar, bruñir y sufrir.

Hastiados de las sensaciones en el plano grosero de la existencia, el alma intenta otros dominios. Se busca la novedad, el consuelo desconocido, la solución a la tortura de los enigmas.

La llama del propio corazón, convertida en un santuario de claridad  divina,  es la única lámpara  capaz de iluminar el misterio espiritual, en la marcha  redentora  y evolutiva. Al lado de cada hombre  y de  cada mujer,  en el mundo, permanece  viva la Voluntad de Dios,  en lo relativo a los deberes  que le corresponden. Cada cual tiene a su frente el servicio que le compete, como cada día trae consigo especiales de realización en el bien. El Universo se encuentra en el orden absoluto, como aves libres en los limitados cielos, interferimos en el plano divino, creando para nosotros prisiones y ataduras, o liberación y enriquecimiento.

Somos, en el palco de la Corteza Planetaria, los mismos actores del drama evolutivo. Cada milenio es un acto breve, cada siglo es un escenario veloz. Utilizando cuerpos sagrados perdemos la oportunidad santificante de la existencia, haciéndonos réprobos de las leyes soberanas, que nos enredan a los escombros de la muerte, como náufragos  piratas por mucho tiempo indignos del retorno a las lides del mar.

Son muchas las almas  indecisas, presas de la ingratitud y de la duda, de la flaqueza y de la disposición, esclavizadas en la tiranía del instinto, las que viajan divagando en el desierto de la propia  negación;  como pájaros de alas partidas, intentan volar al nido de la libertad  y de la paz, y que, no obstante, aun se debaten en el lodazal  de los placeres  de ínfima condición.

“Es por esta razón que los graneros de luz permanecen  vacíos. El vendaval  de las pasiones fulminantes de los hombres y de los pueblos  pasa ululando, de uno a otro polo, sembrando malos presagios. Es la época moderna, la locura se generaliza y la armonía mental del hombre  está a punto de zozobrar. Con el cerebro, envuelto  y el corazón inmaduro, el hombre actualmente, se requinta, en el arte de estragar el progreso espiritual.

Existe en la actualidad una nueva amenaza en el domicilio terrestre, el profundo desequilibrio, la desarmonia generalizada, las molestias del alma que se ingieren, sutiles, solapando  la  estabilidad, convirtiendo la Tierra en un campo de interminables hostilidades.

Casi todos los cuadros de la civilización moderna se hayan comprometidos en la estructura fundamental, necesitando movilizar todas las fuerzas a su alcance, para su propia causa.

El trabajo salvacionista no es exclusividad de la religión, constituye  un ministerio común a todos, es una obra genérica para la colectividad, un esfuerzo del servidor honesto  y sincero, interesado en el bien de todos.

No hay que olvidar la propia luz, no contar con antorchas  ajenas para la jornada, es indispensable considerar el propio deber de integridad cada día. Es imposible progresar en un siglo, sin atender las obligaciones  de la hora,  es imprescindible, recomponer  las energías, reajustar las aspiraciones y santificar  los deseos.

No basta creer en la inmortalidad del alma. Es inaplazable la iluminación de uno mismo, con el fin de ser claridad sublime. Importa elevar el corazón, romper las murallas que nos encarcelan en las sombras, olvidar las ilusiones de la posesión, dilacerar los velos espesos  de la vanidad, abstenerse  del personalismo envilecido, para que la claridad resplandezca en el corazón y Dios disipe las transitorias tinieblas.

La Puerta Divina no se abre a espíritus  que no se divinizaron por el trabajo incesante  de cooperación con el Padre. Como obreros decididos y valerosos, hemos de alimentar la esperanza renovadora. Siendo el ministerio de iluminación y de eternidad.

Se hace necesario, que encendamos en el corazón el amor fraternal, al frente del servicio. No bastará, en nuestras realizaciones, la creencia que espera, es indispensable el amor que confía y atiende, transforma y eleva, como vaso legitimo de la Sabiduría Divina.

Seamos instrumentos del bien, la tarea demanda coraje y una suprema devoción a Dios. Sin que convirtamos  el círculo en que estamos, en luz en vano acometeremos  las sombras a nuestros propios pies.

La evangelización de las realizaciones en los dos planos de la vida es un deber tan natural y tan inaplazable como lo es la evangelización de las personas.

La espiritualidad Superior, a través de la oración y el trabajo constructivo se vincula al hombre proporcionándole el contacto con los Almacenes Divinos, supliéndolo según su justa necesidad. Las facilidades que gozan los espíritus elevados que tanto admiramos, son prodigadas al hombre por Dios, en todos los lugares. El aprovecharlas  es opción de el. Las maquinas  terrestres pueden alzarle  a considerables alturas, pero el vuelo espiritual, con el que se libera de la animalidad, jamás el hombre lo realizará sin alas propias.

Solo los siervos que trabajan, graban en el tiempo las marcas de la liberación; solo los que se bañan en el sudor de la responsabilidad consiguen acuñar nuevas formas de vida  y de ideal renovador.

El desequilibrio generalizado y creciente invade la mente humana. Se combaten, desesperadamente las naciones y las ideologías, los sistemas  y los principios. Se necesita asistencia espiritual en todas partes, reclamando cooperadores abnegados y fieles.


Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro “En un Mundo Mayor” de Chico Xavier

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                                              Alma y  Espíritu 

Estos dos conceptos y definiciones a veces no se tienen muy claros y se suelen confundir, aunque en realidad son  dos denominaciones   que se refieren a  una misma realidad.
El Espiritismo  define al espíritu  como  el elemento animador y organizador de la materia, o el principio inteligente del Universo.
En los seres humanos, el espíritu es la energía que nos mueve y con  la que pensamos, sentimos, etc; viene a ser nuestra Esencia o Yo y supone  nuestra realidad esencial que conforma  nuestra individualidad  con sus expresiones intelectuales, emotivas y volitivas; es el principio indestructible que mantiene la conciencia y que coexiste junto al organismo corporal, quedando como  simple  espectador de  los cambios  que se van sucediendo en el cuerpo físico  al paso del tiempo .
Del Ser humano se puede decir que  tiene una doble naturaleza:  
La animal , por la que posee un cuerpo y unos órganos que proceden de la materia animal  semejante a la misma naturaleza carnal de los animales , y la espiritual, a la que se deben las facultades  sensitivas, intelectuales, volitivas  y morales.
 Existe además junto al Espíritu  un elemento  intermedio entre el espíritu y la materia, indispensable para que  el espíritu pueda estar unido al cuerpo físico y para que el  pensamiento del espíritu se transmita a los órganos físicos : este elemento es el  Perispíritu o Cuerpo Espiritual, que acompaña y  moldea  al Ser espiritual, dándole forma y  límites en el  espacio  o  dimensión  en la que habita.
La palabra espíritu, es el vocablo utilizado para referirse al más íntimo Yo del Ser Humano;  este Yo que somos todos, es pura energía  psíquica que se manifiesta como ser  individual, Principio Inteligente del Universo, consciente y pensante con sentimientos y con voluntad propia;  es la  “Chispa Divina” o Ego  que  existe en  nosotros.
 Allán Kardec define  ambos conceptos  diferenciando  el Alma como un Ser inmaterial distinto e individual, unido a un  cuerpo  de materia carnal que le sirve de envoltura, o sea,  que es el propio  Espíritu cuando está encarnado dando vida a  un ser humano. De este modo define  los dos conceptos  referidos a una misma cosa, según se encuentre  encarnado o desencarnado.
 Las Almas o Espíritus humanos  son energía individualizada  y circunscrita en un cuerpo fluídico de naturaleza intermedia entre la energía sutil del espíritu que albergan, y la solidez de  la materia  carnal. A este cuerpo fluídico Kardec llamó Periespíritu,  con el que el Espíritu forma una unidad..  
Estos cuerpos  sutiles mantienen la misma forma y  la misma apariencia del cuerpo físico, al cual  moldean  y acompañan durante su desarrollo desde el estado embrionario, y después durante  el resto de su  vida humana, siendo a su vez la causa de   la cohesión celular de la materia viva.
        Todos en esencia, somos  Espíritus. Somos Energía psíquica pensante y con unos sentimientos que han ido evolucionando y afianzándose con el trascurrir de las vidas en la materia, con una voluntad propia y  nos hallamos en   pleno proceso  evolutivo o de perfeccionamiento hacia grados más elevados de desarrollo y perfección,  y esta energía  individualizada de todas las demás, conforma  en nosotros  una unidad de   Conciencia  individualizada  (también conocida como el Ego).
       No es que los humanos tengamos un alma, sino que  en realidad somos  un  alma que tenemos un cuerpo material   y   esto es lo que  nos  hace   capaces  de  evolucionar, experimentando   y  asimilando    experiencias  en  un  largo proceso  de  aprendizaje y  desarrollo continuo.
Como ya se ha dicho, el espíritu se hace humano cuando  finalmente  se individualiza a partir de  su  evolución dentro de la escala zoológica  animal,  dando el gran salto evolutivo desde algunas especies que  ya alcanzaron la cúspide de la máxima evolución psíquica susceptible de poder ser alcanzada en esas especies animales. En un comienzo  debió formar parte del alma grupal de ciertas especies  a partir de una anterior transición a las mismas desde los otros reinos de la Naturaleza: Vegetal y Mineral respectivamente.
 El ser humano aún conserva algunos vestigios  procedentes  de su anterior etapa evolutiva, tanto en su alma, como incluso en su cuerpo material.
 El Espíritu humano  aunque parcialmente libre en muchos momentos de su existencia humana, vive  la mayor parte de su tiempo como encerrado en la materia, en donde solamente es a través de los sentidos corporales como puede comunicarse con el mundo exterior que le rodea. El ser humano también posee unos sentidos psíquicos, pero estos están normalmente adormecidos por la materia de su cuerpo carnal.
     Los Espíritus  libres de la materia carnal, o desencarnados, poseen  ciertas facultades para nosotros extraordinarias, tal como el poderse trasladar en el espacio instantáneamente  solo por acción de su pensamiento   y voluntad,  de modo que  pueden  ver  , oír , sentir  y percibir , no  ya solamente por los órganos sensoriales como sucede en los seres humanos, sino a través de todo su Cuerpo Espiritual. Esto  permite que sus percepciones sean más claras que las nuestras, así como el poder comunicarse entre sí sin palabras debido a que sus pensamientos son formas de energía que se reflejan en su cuerpo espiritual, de modo similar  a como  una imagen se refleja en un espejo. Los conceptos de espacio y de tiempo, para ellos son muy diferentes a los que tenemos los Seres encarnados.
    Los  Espíritus de orden superior están libres de inclinaciones  y atracciones  físicas; se podría decir que permanecen alejados de lo material. No así los de orden inferior que permanecen aún sujetos a
las pasiones y sensaciones de la materia, sufriendo muchas veces por las carencias de las sensaciones que la materia les podía brindar.
       El  Alma o espíritu encarnado es también conocida  por las diversas escuelas esotéricas, religiones y filosofías, bajo los nombres de: Psicosoma, Cuerpo Astral, Cuerpo Emocional, etc.
Así como el cuerpo físico está formado por elementos materiales de la Tierra, el  cuerpo espiritual  (Periespíritu),   lo está por la sustancia o energía tomada por el Ser en el mundo psíquico o  espiritual.
 Tal y como afirman ciertas Escuelas Esotéricas, el Periespíritu (Cuerpo Astral), se mantiene ligado al cuerpo físico mediante otro cuerpo o campo de energía vital que impregna  íntimamente las células y órganos del cuerpo físico ; esta  energía vital  reside en  los fluidos orgánicos, sobre todo en la sangre, y desde que  el Ser nace en este mundo como  Ser humano, este Ser o alma,   tarda  alrededor de siete años aproximadamente en acoplarse totalmente a las energías orgánicas  y vitales de su cuerpo físico. Esto supone que el alma  durante la primera infancia hasta esa edad, está más desligada a la materia que acompaña, que después de esa edad a partir de la cual se consolida y estabiliza más con la materia de su  cuerpo físico.
Como indicamos anteriormente, el periespíritu actúa  y se liga en el  cuerpo físico  mediante el Cuerpo Vital  que es un campo de energía orgánica,  debido a que  dicho periespíritu  actúa como un campo magnético que mantiene la  estabilidad de la vida orgánica  mediante la cohesión celular y  el mantenimiento de las energías vitales.  También actúa el periespíritu  como agente moldeador del cuerpo al que mantiene la estructura y los rasgos físicos a lo largo de toda la vida como Ser humano, a pesar de que durante toda la vida humana, el cuerpo físico  mantiene una renovación celular constante y el paso del tiempo lo cambia y deteriora.

- Jose Luis Martín -
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