martes, 7 de junio de 2016

EL DERECHO AJENO

PROFUNDIZANDO UN POCO MÁS  EN LA OBRA DIVINA


El más allá es simplemente lo que nuestros sentidos no alcanzan. Estos son muy pobres, lo sabemos. Apenas nos dejan distinguir las formas más groseras de la vida universal. Las formas más sutiles se les escapan por completo. Durante mucho tiempo, ¿qué ha sabido la humanidad sobre el universo? ¡Casi nada!
Todas las cosas existen en el Universo invisible antes de manifestarse en el visible, en lo ideal antes de aparecer en lo real, en lo espiritual antes de mostrarse en lo material.
El reino de lo invisible es el reino de las causas. El reino de lo visible es el reino de los efectos. La naturaleza del efecto está siempre determinada y condicionada por la naturaleza de la causa.
Un divino encadenamiento entrelaza el Universo entero y por todos los lugares la voluntad humana está vivificada por la voluntad divina, de manera que si con ella armonizamos la nuestra y obramos de acuerdo con las leyes y fuerzas superiores, seremos un eslabón del maravilloso encadenamiento del Universo. Tal es el secreto de todo éxito. Así se llegan a adquirir desconocidas riquezas e inimaginables facultades.
El objeto capital de la vida humana es lograr la consciente y positiva efectividad de nuestra unión con Dios y abrir completamente nuestro ser a su divino flujo. Este es el objeto capital de la vida humana en el que todo otro se encierra y del que todo otro se deriva. En el grado en que logremos la consciente efectividad de nuestra unión con Dios y abramos nuestro ser a su divino flujo, se manifestarán en nosotros las cualidades y potencias de la vida infinita.
La infancia del siglo XX marca una nueva etapa del pensamiento y de la ciencia. Esta se libera cada vez más de los límites estrechos dentro de los cuales había estado encerrada tanto tiempo, para tomar impulso, desarrollar sus métodos de investigación y de razonamiento, y explorar los vastos horizontes de lo desconocido. La psicología, notablemente, ha entrado en nuevas vías. El estudio del yo, de la personalidad humana, ha pasado del dominio de la metafísica al de la observación y la experiencia. Entre las ciencias nacidas de este movimiento, figura el espiritualismo experimental.
Bajo ese nombre, el viejo espiritismo, tan ridiculizado y escarnecido, a menudo enterrado, ha reaparecido con más vitalidad y ve acrecentarse día a día el número de sus partidarios.
Hoy, ya se empieza a comprender que el espiritismo es uno de los acontecimientos más considerable de los tiempos modernos, una de las formas más remarcable de la evolución del pensamiento, el germen de una de las más grandes revoluciones morales que el mundo pueda haber conocido.
Es necesario en fin que el hombre aprenda a conocerse mejor, a tomar conciencia de las energías que duermen en el; doblegándose a la ley suprema, debe trabajar con coraje y perseverancia en acrecentarse, en crecer en dignidad, en saber, en sabiduría, en moralidad, ¡porque todo su destino está ahí!
La doctrina de la reencarnación o vidas sucesivas es la única que ilumina de una viva luz el problema del destino humano. Fuera de ella, la vida no nos presenta más que contradicciones,  incertidumbre y tinieblas. Ella sola explica la variedad infinita de los caracteres, de las aptitudes, de las condiciones.
Así como una bellota encierra, en estado de germen, el espléndido roble en su desarrollo majestuoso; así como una minúscula semilla representa la flor en la eclosión de su belleza y de sus perfumes, así la más inferior de las almas humanas posee, en estado latente, los elementos de su grandeza, de su potencial, de su felicidad por llegar, todas las fuerzas del pensamiento, todos los recursos del genio. Es llamada a desarrollarlos en la sucesión de sus innumerables vidas, en sus encarnaciones a través de los tiempos, a través de los mundos, por el trabajo, el estudio, la alegría y el dolor.
El Alma construye ella misma su destino. En cada renacimiento, aporta los frutos de sus trabajos anteriores. Se revelan por sus aptitudes, sus facilidades de asimilación, sus tendencias, sus gustos.
Aporta también el capital moral acumulado en sus pasadas vidas. Según sus méritos o deméritos, según el bien o el mal cumplido, su nueva vida será dichosa o desdichada, dominada por la suerte o la mala suerte. Todo lo que hacemos recae sobre nosotros a través de los tiempos, en felicidades o en dolores. El purgatorio y el infierno no son más que las penosas existencias terrestres, por medio de las cuales rescatamos un pasado culpable, purificamos nuestra conciencia, aligeramos nuestra alma y nos preparamos a nuevas ascensiones.
Únicamente el dolor, en efecto, puede consumir y destruir los gérmenes impuros, los fluidos groseros que sobrecargan el ser psíquico y retardan su elevación.
Considerada bajo ese punto de vista, la doctrina de las reencarnaciones restablece la justicia y la armonía en el mundo moral. Así como el mundo físico está regido por leyes ordenadoras, ¿es posible que el mundo psíquico solo presente desorden y confusión, como resulta de la creencia en una sola vida para cada uno? La filosofía de las vidas sucesivas viene a restablecer el equilibrio y mostrarnos que el mismo orden admirable rige las dos facetas del universo y de la vida, que se reúnen y se funden en una unidad perfecta.

El hombre se inclina demasiado a menudo a juzgar los hechos desde el estrecho horizonte de sus preconceptos y de sus conocimientos. Hay que elevarse más alto, extender más lejos nuestra mirada y medir nuestra debilidad frente al universo. Aprenderemos así a ser modestos, a no rechazar nada, ni condenar sin examen.
La vida espiritual, significa para muchos hombres, un alejamiento profundo de los seres que han amado,  que han significado para ellos la razón de su existir, es por eso que cuando los visita la mal llamada muerte, lloran desconsolados. Quisieran entregarle  cualquiera de sus pertenencias por un halito más de vida.
Pero la vida ni se compra, ni se vende, es un regalo de Dios, un don divino, el cual tiene un tiempo marcado, eso todos lo sabemos, y cuando se acaba, es como despertar de un sueño, y enfrentarse a la realidad, al ser en sí que somos,  es como realizar unas vacaciones, y regresar de ellas, a nuestro mundo habitual.
La vida espiritual, maravillosamente bella, en absoluto nos hace abandonar nuestros amigos terrestres. Por muy felices que seamos, por muy profundas que sean las alegrías que nos emborrachan, siempre y sin cesar, somos atraídos hacia los lugares de nuestra última vida, hacia todos aquellos a los cuales nos unen los lazos de afectos fraternales, hacia nuestros seres queridos, en fin.
Desde las alturas más inaccesibles donde podamos elevar el pensamiento,  ellos vienen a nosotros, a decirnos de nuevo,  en un lejano eco, que esperemos y amemos por muy dura que nos resulte la vida sin ellos, el tiempo que nos separa de ellos. Ellos nos dan el valor, la férrea voluntad,  que nos hace afrontar la tempestad con la frente serena.  La esperanza y el amor vierten, en nuestra existencia, la pócima del olvido.  Para venir la calma después,  y con ella el reposo bienhechor, que nos hará  sentir correr en nuestras venas  la eterna felicidad celeste, que Dios reparte, sin medida, sobre los pobres humanos.
El tiempo os parece eterno, a veces. De nosotros, esperáis con impaciencia las más mínimas comunicaciones; con, también, una especie de curiosidad y la vaga esperanza de que os van a desvelar un poco el misterio de los mundos.
Pero la Providencia sabe que las revelaciones no podrían ser comprendidas. ¡No! ¡La hora no ha sonado todavía! Y las frases que podemos haceros llegar solo son frases.
¡Exhortaciones al bien, cierto! Hay que orientar hacia el bien las pobres almas a la deriva. Por medio de la dulzura, de la bondad, hay que atraer a los hermanos descreídos. Y sabréis también, por medio de la caridad, hacerles entrever la meta sublime hacia la cual debe tender la vida.
La vida no se acaba, lo sabéis. Solo cambia la forma. Y no cambia muy rápido, porque, durante un largo periodo, seguimos siendo terrestres.
Quisiéramos poder expresaros todo lo que el infinito nos permite contemplar. ¡Pero, lástima!, el lenguaje humano es pobre, las palabras son duras, punzantes, pesadas como la materia, cuando tendrían que ser ligeras y suaves, de una suavidad exquisita, capaces de emitir los sonidos y colores. La atmósfera que os envuelve es demasiado densa, para poder permitiros percibir, ya sea un poquito, toda la armonía que reina en los planos superiores.
¡Ah! ¡Cuánto esplendor se despliega ahí! ¡Y qué consolación, que gran recompensa a nuestros males, esta vida, esta ebriedad de cada instante! Seguimos ocupándonos de las almas errantes, pero la fuente de amor que nos abreva es tan viva y tan grande, que es suficiente para dejarnos entrever destinos más gloriosos. La ascensión continua, sin jamás detenerse. Subir todavía, subir siempre, sin alcanzarla jamás, hacia el foco de perfección, hacia la Causa suprema, que debe absorbernos, más dejándonos nuestra individualidad.
El amor, da igual el mundo en que nos encontremos, es la fuerza, el pivote de las esferas, que gravitan en sus órbitas. En la naturaleza, en lo infinitamente pequeño, es el amor, antes que nada, quien guía el instinto. En el hombre, en la sociedad entera, es el amor quien crea las simpatías, el que hace posible la relación de los humanos entre ellos. Bajo cualquier expresión que se la quiera deformar, del nombre que se le atribuya, si analizáis un poco, encontraréis siempre el amor, el amor más o menos depurado, que se halla en todo ser. Es el centro, la causa. En el hogar, es el quien reina. Es sobre su base que se construye la familia, la familia que se perpetua, en el tiempo y el espacio, en la larga serie de edades, marcando el progreso de las humanidades. Y es siempre, también, el amor quien rige las sólidas amistades.
Formáis una potente fuerza, cuando las mismas ideas, el mismo deseo ardiente de hacer el bien os anima. La fuerza fluídica que os envuelve es considerable, y, si el granito os puede dar una idea de su resistencia, el cristal, donde se irisa la luz, podrá haceros percibir su incomparable pureza.
Del más pequeño al más grande, amar, y en vuestro corazón, en vuestra alma, fluirá la fuente de la vida. ¡Sí! Hay que amar todavía, amar siempre enseñando, continuando a propagar, en toda su grandeza, la filosofía que contiene el porqué de los destinos humanos.
Labrar la tierra; dejar penetrar en ella el potente arado del amor, y, un día, las doradas mies se alzarán al sol radiante del porvenir. Propagar, sin cansaros. Propagar, amando.
Las quimeras creadas por el pasado se desvanecen: ¡no hay más separación definitiva, no más infierno eterno! El Más Allá se revela en sus misteriosas profundidades, donde se despliega la vida infinita, donde se mueven las fuerzas divinas. La angustia de las partidas, la desesperación de las separaciones deja sitio a la alegría de los retornos y a la embriagadora promesa de los reencuentros vislumbrados.
Todas las almas que se aman se reencuentran, para perseguir juntas su evolución ascendente, de vida en vida, de mundo en mundo, y subir hacia la perfección, hacia Dios, en una luz cada vez más viva, en el seno de armonías siempre crecientes. La revelación de los Espíritus, comunicada en innumerables mensajes hablados y escritos, obtenidos en todos los puntos del globo, vienen a mostrarnos la meta suprema de la vida, de todas nuestras vidas.
Esa meta, es la liberación por el trabajo, por el esfuerzo, por el estudio, por el sufrimiento, por la lenta educación del alma a través de todas las condiciones de la vida social, que debe sufrir una tras otra, la liberación del mal, del error, de la pasión, de la ignorancia; es el arte de aprender a pensar por si mismo, a juzgar, a comprender todas las armonías, todas las leyes del sublime Universo. Es la conquista de la belleza, de la libertad, de la bondad: la belleza de la forma fluídica, del cuerpo etéreo que se transforma, se ilumina y se expande a medida que el espíritu se esclarece, se purifica y se eleva, la belleza del alma que se enriquece de cualidades morales, de fuerzas y de facultades nuevas.
Así, de ascensión en ascensión, de mundo en mundo primero, de sol en sol después, en el ciclo inmenso de su evolución, el alma ve acrecentarse su poder de irradiación y de luz. Por la elevación gradual de sus pensamientos y la pureza de sus actos, consigue poner sus propias vibraciones en armonía con las vibraciones del pensamiento divino, y de ahí mana hacia ella una fuente abundante de sensaciones, de percepciones, de gozos, que la palabra humana es impotente para describirlo.
¡Tal es la tarea a cumplir! Pero ello aún no es suficiente. Trabajando para uno mismo, hay que trabajar para los otros, para su elevación, el desarrollo de las humanidades, la unificación del pensamiento, de las creencias, de las aspiraciones. Orientado hacia un ideal grandioso de porvenir, de progreso moral, de luz, en la vida siempre renovada, por la cual todos los seres están unidos en una estrecha solidaridad, en una comunión de verdad y amor, ¡el hombre llegara a conocer mejor, comprender mejor, servir mejor a Dios!
Lo vemos, bajo el punto de vista moral así como bajo el punto de vista social, los resultados de esta doctrina son inmensos. Por medio de ella, el hombre adquiere una noción más exacta de su valor, de las fuerzas que duermen en el, una más alta idea de sus responsabilidades y de su devenir. La ley de las consecuencias de los actos recayendo sobre su autor es la más sólida sanción que se pueda ofrecer a la moral, y encuentra su demostración en el espectáculo de los males y las pruebas que asaltan la humanidad. La libertad y la responsabilidad del ser, restringida en el comienzo de su carrera, se agranda y acrecienta a medida que se eleva en la escala de la evolución, hasta que, llegado a las supremas alturas, colabora y participa cada vez más en la obra y vida divina.
Al mismo tiempo, el hombre se siente más estrechamente ligado a sus semejantes, peregrinos, como el, del gran viaje eterno, y que está destinado a reencontrar en las diferentes etapas del camino. Sabiendo que hay que pasar por todas las condiciones para perfeccionar la educación del alma, sabiendo también que la devoción, el espíritu de sacrificio, de abnegación y de solidaridad son los medios más eficaces de progresar, se sentirá mejor dispuesto a aceptar las disciplinas sociales y a trabajar para la colectividad. Por ahí, la mayor parte de los abusos, de los excesos, de los crímenes que sufre la sociedad actual, se atenuaran y se desvanecerán poco a poco. La educación se transformara con el ideal y objetivo esencial de la vida, y el hombre aprenderá a mejor adaptar sus fuerzas interiores a los verdaderos fines que está llamado a realizar.
Hilos misteriosos ligan todos los seres y todas las cosas. El amor y el odio son fuerzas atrayentes. Todos los que se han amado, todos los que se han odiado, se reencuentran tarde o temprano, con el fin de que el afecto que une los unos crezca aún más y se depure, y que la aversión que separa los otros sea vencida por mejores relaciones y mutuos servicios. Finalmente, libres de sus pasiones materiales, todos se encuentran reunidos en la vida superior y bienaventurada. Así, la doctrina de las vidas sucesivas constituye un potente estimulante para el bien, un consuelo y un alivio en la desgracia.
A usted que recorre estas páginas, le diré para terminar: en los momentos difíciles de su vida, en las horas de adversidad, cuando pierda un ser amado, o si sus esperanzas largamente acariciadas se desmoronan, cuando su salud se derrumbe, cuando su vida se debilite lentamente, y vea acercarse la hora final, aquella en la que hay que abandonar la tierra; si, en esos momentos, la incertidumbre o la angustia le estruja el corazón, entonces acuérdese de la voz que hoy os dice: ¡Si, hay un Más Allá! ¡Sí, hay otras vidas! Nada se pierde de nuestros sufrimientos, de nuestros trabajos, de nuestras lágrimas. Ninguna adversidad es inútil; no hay labor sin provecho, ningún dolor sin compensación... Tened confianza en vos mismo, confianza en las fuerzas escondidas en su interior, confianza en el porvenir sin fin que le está reservado. Tenga la certeza que hay en el Universo una Potencia soberana y paternal, que lo ha dispuesto todo con orden, justicia, sabiduría, amor. Eso os inspirara más seguridad en la vida, más coraje en la adversidad, más fe en vuestros destinos. Y avanzaréis con paso firme en la vía infinita que se abre ante nosotros.
Cada estrella que brilla en el cielo nos enseña una lección; cada tumba que se cava en la tierra fría nos da un aviso. La existencia terrestre pasa como una sombra, pero la vida celeste es infinita. En cambio, nuestras vidas humanas, por muy cortas que sean, pueden ser fecundas para nuestro progreso; pese a su carácter precario, ellas forman los materiales con cuyo auxilio se edifican nuestros destinos; ellas son como piedras que componen el inmenso edificio del futuro del alma. Esforcémonos, por tanto, en pulir esas piedras, tallarlas y esculpirlas, para con ellas construir un monumento de líneas puras, de formas grandiosas y armoniosas.
Quien alcanza y vive continuamente en la completa y consciente unidad con Dios alcanza tal suma de bellezas, alegrías y magnificencias, que sólo es capaz de conocer quien con el infinito poder se une. Así se logra la posesión de los más ricos tesoros durante nuestro paso por la tierra. Así se trae el cielo a la tierra, o más bien se lleva la tierra al cielo. Así se transmuta la debilidad e impotencia en fortaleza y vigor; la tristeza y angustia, en alegría y sosiego; los temores e incertidumbres, en esperanza y fe; los anhelos, en realidades. Así se alcanza la plenitud de paz, poder y abundancia. Esto es estar en Armonía con el Infinito.

  Trabajo realizado por Merchita
Extraído del Libro “En el más Allá” de León Denis 

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MADRES FUENTE PERENNE DE AFECTIVIDAD

“El trabajo de la mujer es siempre la misión de amor, extendiéndose al infinito.”

El amor reciproco entre los miembros de la familia es esencial para que una madre pueda cumplir las nobles finalidades que le están encomendadas.

Como criaturas imperfectas que somos, estamos aun muy lejos  de poseer el amor puro e incondicional, propio de los espíritus elevados.

El amor que casi todos conocemos,  se resiente, aun todavía, de fuertes dosis de egocentrismo, y porque es así, exige más de lo que da. Por consiguiente,  si no es satisfecho en sus deseos, ni correspondido en sus efusiones, se desilusiona y desaparece, cuando no se transforma el malquerer.

Dios al instituir la familia, quiso en su infinita Sabiduría, confiar a la madre la sublime misión de ser la  dispensadora  de afecto, infundiendo en su corazón reservas inexorables de abnegación, de cariño y de paciencia, para asi atender las necesidades del hijo sin desatender las reclamaciones del padre, asegurando, de ese modo, la condición básica de la sobrevivencia familiar.

Cuando la mujer es madre, no disminuye su afecto hacia el cónyuge,  necesita eso si tornarse más solicito, para que el padre no rechace al hijo y se encele del amor de su esposa para con el. .

El amor de la madre para el hijo es indispensable como lo es el sol para la vida de las plantas, , si le faltase ese cariño, su desenvolvimiento físico, mental,  afectivo y espiritual estará comprometido por toda la existencia de forma insanable, ya que nada, absolutamente nada, podrá compensarlo.

¿Verdad que es muy difícil ser buenos padres?

Son muchas las madres, desesperadas, dolidas duramente, por la incomprensión de sus hijos, por su negligencia, por su perversidad, por su adicción a las malas inclinaciones, vicios, mala educación, en fin, es una misión muy importante para la mujer pero muy difícil en los tiempos que corren llevarla a cabo.

De hay que aya tantas madres, que ante la montaña que se les crea, abandonan a sus hijos, en busca de desarrollo intelectual, olvidando los compromisos asumidos, ante Dios, al aceptar a un hermano suyo, para custodiarlo en la vida, hasta que pueda valerse por si mismo.

¡Si es verdad, que hay casos de muy difícil solución, que les llevaría toda una vida, porque en el caso de un hijo deficiente, es una misión muy larga, pero también es un merito muy grande el de esos padres que aceptan esa misión y las llevan hasta el fin, con amor, renuncia y paciencia.

Todo tiene su razón de ser, y por la ley de causa y efecto, sabemos que cada uno portamos una deudas del ayer que hemos de rescatar, y que la mano que nos hiere es la que nos ofrece esa oportunidad, un hijo conflictivo es una hermosa oportunidad para aquel que en otra existencia, abandono a sus hijos, no les hizo caso, y que ahora importunado por los efectos actuales, el puede redimir y rectificar, tal acción.

Son muchas las causas que pueden explicar los infortunios en la familia, no podríamos detallar, nada exactamente, pero si sabemos que todo tiene su razón de ser, y que si la explicación no la encontramos en la vida presente, hemos de remontarnos al pasado, para comprender  tales cosas.

A veces nuestra actuación cuando éramos niños, no fue muy grata, guardamos de ello malos recuerdos, nuestros padres lo pasaron mal con nosotros, veían muy difícil nuestro desarrollo en la vida, no sabían ni como ayudarnos, soñaban eso si, miraban cosas que nos  harían bien, y al cabo del tiempo ven  y nosotros observamos que nada fue como ellos pensaron, ni lo que soñaban mejor para nosotros, llego a ser ni en sueños.

Eso es porque la vida nos va llevando sin apenas nosotros darnos cuenta, al camino que nos ofrecerá la oportunidad de desarrollar nuestros deberes y rescatar las deudas del ayer.

Debemos tener siempre presente, una cosa, que la felicidad completa, en la tierra, no existe, y que como dijo la Madre teresa de Calcuta, “no vinimos a la tierra a bañarnos en agua de rosas.”

“En el ámbito doméstico, el corazón maternal debe ser el exponente divino de toda comprensión espiritual y de todos los sacrificios por la paz de la familia. Dentro de esa esfera  de trabajo, en la más santificada tarea de renuncia personal, la mujer cristiana enciende la verdadera luz para el camino de los hijos a través de la vida.”

Trabajo realizado por Merchita
“Extraído  del libro La Vida en Familia

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             EL DERECHO AJENO

El respeto al derecho ajeno es la paz 
La frase célebre del político liberal mexicano Don Benito Juárez, "Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz", fue enunciada el 15 de julio de 1867, en un manifiesto expedido poco después de entrar triunfante en la Ciudad de México, tras la derrota y fusilamiento de Maximiliano I de México de Habsburgo y el derrocamiento del Segundo Imperio. 

El respeto al derecho ajeno, a las diferencias, a los gustos, a la forma de actuar, a la religión a la preferencia sexual: Respeto que se manifieste en toda ocasión, de cualquier manera, en cualquier lugar. Con grandes, con adultos, con ancianos, con niños y adolescente, con infantes, con los que no han todavía nacido: RESPETO, respeto en las escuelas a los maestros, respeto de los maestros a las diferencias de aprendizajes de los diferentes niños, respeto a la forma que vista, si estas no rompen la reglas morales de la institución. No juzgar...respetar la diferencia, las idean que no compartimos, las opiniones diversa, los puntos de vista diferentes, las diferentes Fe y forma de adoración, las diferentes religiones, por lejanas o extrañas que nos parezcan. El respeto entre compañeros, en el trabajo, en las escuelas...cesarían loas abusos tan comunes hoy en día, el llamado bullies o abusadores de niños a otros niños....solo se necesitaría algo de respeto, algo de educación. 

Pero seamos sincero: esa educación comienza en la casa, en el hogar, en la disciplina y ejemplo e los padres hacia sus hijos. De la firmeza y el amor con que son ensenados y criados. Esa disciplina y respeto hacia la vida comienza antes de la fecundación...comienza con el respeto hacia el feto, hacia el bebe que va a nacer, comienza con el respeto del padre o del hombre hacia la mujer que ha concebido un hijo...continua cuando el niño nace....a cada instante, cada palabra, cada pensamiento de respeto o no. Cada acción por parte del padre o de la madre...padres borrachos, padres drogadictos, padres violentos, jamás ensenaran a sus hijos el valor del respeto. Comencemos a respetar, al anciano que va de pie en el bus, comencemos a respetar a la indefensa mujer que para ganarse el pan de cada día, trabaja horas y horas limpiando casa, vendiendo pequeños artículos en la calle.....respetemos, respetemos las señales de tráfico, lugares en las filas, policías, camareros, sirvientes...RESPETEMOS, "que el respeto al derecho ajeno, es la Paz" 
RF

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                       DESPUÉS DE LA MUERTE

Que sucede después de la muerte, hacia donde vamos?
Hay diferentes niveles o planos en el mundo espiritual —desde las vibraciones más bajas hasta las más altas. Al morir físicamente vamos al que mejor se adecue a las vibraciones que acumulamos durante nuestra vida en la tierra. Cuanto más altas son las vibraciones, tanto mejor son las condiciones —las que nos llevarán a esferas más altas. Somos informados que las esferas más altas son demasiado bellas para imaginarlas. Para aquellos con vibraciones muy bajas, existen muy serios problemas.
• Consistente con la Ley del Progreso, eventualmente, aún si toma miles de años, todos llegaremos a las altas esferas.
• Las personas semejantes se atraen entre sí. A diferencia de lo que sucede en el plano terrenal, quienes tienen bajas vibraciones no se pueden mezclar libremente con quienes están en las esferas elevadas.
• Dado que la tierra es un planeta de Libre Albedrío, hay realmente una lucha entre las Fuerzas de la Luz y las Fuerzas de la Oscuridad. Quienes continuamente dispersan oscuridad: ignorancia, propaganda falsa y perniciosa, odio, hostigamiento a los demás, abuso de poder, mentiras, estafas, dominación para explotar y otras energías negativas, atraerán y muy probablemente formarán parte de las Fuerzas de la Oscuridad. Quienes trabajan y divulgan un mayor entendimiento, conocimiento, paz, amor, luz, armonía, y otras energías positivas, atraerán y formarán parte de las Fuerzas de la Luz.
• Responsabilidad propia— a fin de cuentas, cada uno es responsable de sus propios actos y omisiones durante su vida en el plano terrenal.

Reynaldo Formoso

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