¿
Por qué unas personas son médiums y otras no?
Generalmente la mediumnidad es un
compromiso espiritual que suele ser adquirido por el ser espiritual
desde antes de nacer , que asume las pruebas y la responsabilidad
que conlleva el ser médium. Estas las acepta el Espíritu antes
de volver a renacer en este mundo, con el propósito de acelerar su
progreso evolutivo mediante el correcto ejercicio de la mediumnidad .
En estos casos, a veces se nace con ella como algo natural que
acompaña a la persona desde su primera infancia, y en otros casos se
desarrolla posteriormente en determinado momento de la vida.
Todo tiene además un cómo, un por
qué, y el que se posea una facultad mediúmnica o no se posea nunca,
depende de ese compromiso o necesidad de servirse de ella como
valiosa herramienta para evolucionar ayudando a los demás, tanto a
seres encarnados como a desencarnados.
La mediumnidad puede suponer también
una expiación o prueba, a veces solicitada por el propio Ser antes
de venir a este mundo. Como expiación supone la oportunidad para el
médium de poder saldar las deudas espirituales y morales contraídas
en el pasado, por las molestias y riesgos que conlleva el ejercicio
mediúmnico. Cuando la mediumnidad viene dada por esta causa, suele
presentar la problemática de las posibles obsesiones espirituales
que padece el médium causadas por Seres de “planos espirituales
inferiores”, que buscan aprovechar ese canal abierto al “mas
allá” para poder manifestarse en nuestro plano. La
mediumnidad que se aceptó como expiación o prueba, la asumen los
que desean someterse voluntariamente a los peligros y tentaciones
que derivan de la misma, a fin de fortalecer su espíritu y
demostrarse a sí mismos que pueden salir con éxito de esta
misión haciendo el bien.
Otros Seres mas evolucionados, a veces
han solicitado voluntariamente la mediumnidad como misión, y vienen
a este mundo con la facultad mediúmnica ya desarrollada con el
propósito de ayudar en su progreso a los demás Seres humanos.
En definitiva, se podría afirmar que el
desarrollo o no de las facultades mediúmnicas, depende del
compromiso adquirido por el Ser espiritual y también de su
necesidad evolutiva o de sus anteriores errores espirituales, o karma
negativo, (del que trataremos mas adelante).
Hay que señalar que para ejercitar y
desarrollar la mediumnidad no es lo más importante el número de
comunicaciones que realice con seres del plano espiritual, sino que
lo es la calidad de las mismas, en cuanto a que procedan de
espíritus buenos.
- Jose Luis Martín-
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“No desees
poderes psíquicos: ya vendrán cuando el Maestro juzgue que es bueno
para ti el poseerlos”
-Krishnamurti-
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Cada manifestación es diferente. Nunca sabemos, con seguridad, las intenciones del Espíritu que se aproxima, que problemas nos trae, cuáles son sus características, cual es la razón de su presencia entre nosotros.
La propia mediúmnidad no es un instrumento de precisión, como un microscopio o un reloj, que funcione, repetidamente, de manera previsible y controlable. El médium es un ser humano ultrasensible, de psicología compleja, encargado en transmitir el pensamiento de un desencarnado, pero está muy lejos de ser mero aparato mecánico de comunicación, como un teléfono o una radio, aunque no obstante se hable en sintonía y en vibraciones, cuando a el nos referimos. Sus facultades sufren influencias variadas, del ambiente, de su estado de salud, de su problemática intima, de su fe o ausencia de ella, de su interés en el trabajo, que puede fluctuar, de su capacidad de concentración, de su confianza en los compañeros que le rodean y, especialmente, en el dirigente del grupo y, obviamente, de los Espíritus manifestantes. Y hasta estos, que son también seres humanos - no nos olvidemos de esto - varían sus presentaciones, de una para otra manifestación, según sus propias disposiciones.
Por otro lado, es necesario considerar, también, que hay diferentes formas de mediúmnidad: de incorporación, o psicofónica, de videncia, clariaudiencia, psicografia, así como existen médium que conservan su conciencia durante la manifestación, y médium que pasan a lo que se convino llamar estado "inconsciente".
Es inadecuada la expresión "mediúmnidad inconsciente". El Espíritu del médium no está en estado de inconsciencia, simplemente se aparto de su cuerpo físico, para cederlo al manifestante. Lo máximo que se puede decir es que la conciencia no está presente en el cuerpo físico, o mejor dicho, no se manifiesta a través del cuerpo material, temporalmente ocupado o manipulado por una entidad extraña a su economía. Si el médium se sumergiese, en Espíritu, en el estado de inconsciencia, el manifestante asumiría posesión total de su organismo y haría con el lo que le pareciese bien.
Existen manifestaciones violentas, y muy libres, durante las cuales los Espíritus incorporados mueven el instrumento mediúmnico aparentemente a su voluntad, haciéndole gritar, dar puñetazos, levantarse, derrumbar muebles, rasgar libros y cuadernos, y promover disturbios semejantes
La mediúmnidad sonambúlica se asemeja al estado de posesión; pero, basta invocar esta, para sentir la diferencia entre una y otra manifestación. El poseso es realmente un médium, pues ofrece condiciones para que otro Espíritu se incorpore en el, pero el médium no es un poseso, en el sentido de que el manifestante pueda hacer, con el, todo cuanto le parezca, en cualquier momento y sin límite de tiempo, o totalmente sin disciplina.
En un grupo mediúmnico en que la supervisión espiritual sea firme y segura, la mediúmnidad sonambúlica puede y debe funcionar perfectamente, pues muchos Espíritus necesitan estar unidos a tales médium. Ellos provocaran disturbios y se agitaran bastante, según los recursos y censuras que encontraran en sus médiums, pero no nos olvidemos de que, los guías espirituales del grupo estarán atentos, para que ellos no cometan desatinos, como el propio médium estará presente y consciente, acompañando atentamente la manifestación, y puede, con certeza, interferir, para que el Espíritu manifestante no se exceda, aunque se le permita una considerable libertad. En casos extremos los orientadores espirituales del grupo también adoptaran medidas de excepción, para contener las manifestaciones más violentas. Ya tuvimos oportunidad de presenciar algunos de esos casos, en que el Espíritu es virtualmente "maniatado", por lazos fluidicos invisibles a nuestros ojos, pero de una realidad indiscutible para el, porque lo inmoviliza instantáneamente.
El grupo debe estar, así, perfectamente preparado para innumerables formas de manifestación. Ellas son imprevisibles e inesperadas. El adoctrinador experimentado sabrá identificar prontamente las primeras señales de la incorporación, cuando el Espíritu comienza a acomodarse a la organización mediúmnica. Es necesario recordar que, frecuentemente, el Espíritu manifestante esta parcialmente unido al médium, horas, y hasta días enteros, antes de la sesión. En estos casos, cuando se trata de un Espíritu desarmonizado, aunque la manifestación no sea ostensiva, porque esto implicaría admitir mediúmnidad totalmente descontrolada, el médium sufre inevitable malestar físico, dolor de cabeza, presi6n sobre la nuca, sobre los plexos, sensación de angustia indefinible y, hasta incluso, estado febril, postración, irritabilidad, agresividad y varios otros síntomas de desorganización psicosomática.
El médium experimentado y responsable debe estar preparado para eso. No se asuste, no se aterrorice, no tema y, sobre todo, no deje de comparecer al trabajo, por causa de esas disonancias psicofísicas, pues es eso mismo lo que desean los compañeros desequilibrados, es decir, apartarlo del trabajo.
Ese envolvimiento puede darse también con los demás participantes del grupo que, aunque no estén dotados de mediúmnidad ostensiva, sufren también terribles presiones de los hermanos perturbados. Uno de los blancos predilectos de esas penosas aproximaciones es el adoctrinador, tenga o no mediúmnidad ostensiva. El cerco en torno de el es permanente, tenaz, implacable, impiadoso, porque los compañeros desencarnados enfermos, creen que neutralizándolo, acaban con el grupo, lo que muchas veces, infelizmente, es verdad.
Este o no este el Espíritu unido al médium antes de la sesión, es cierto que el planeamiento espiritual ya tiene las tareas de la noche distribuidas por anticipación, y en la secuencia que creen mas conveniente a la buena marcha de los trabajos. Generalmente, cada médium tiene su propio "estilo", para indicar el inicio de la comunicación: colocar las manos sobre la mesa, respirar con mayor profundidad, dos o tres veces, agitar ligeramente la cabeza o el cuerpo, gemir, levantar los brazos, en una somatología que el adoctrinador, habituado a trabajar con el, sabrá identificar, a fin de iniciar el tratamiento del hermano que se presenta.
A veces, el Espíritu comienza luego a hablar, o a vociferar, pero, usualmente, el necesita de algunos segundos ' para apoderarse de los controles psíquicos del médium, y no consigue hablar sino después de haberse acomodado bien a la organización de su instrumento. El adoctrinador debe aprovechar esos momentos para dar una palabra de bienvenida, saludándolo con atención, cariño y respeto. En algunos casos el Espíritu solamente consigue expresarse con mucho trabajo, en virtud de su estado de perturbación, de indignación, o por estar con deformaciones periespirituales que se lo impiden. Otras veces, valiéndose de astucia, o preparando celadas, se mantiene en silencio, para que el adoctrinador se canse, en la tentativa de descubrir sus motivaciones, a fin de intentar ayudarlo, con lo que el se divierte bastante.
En ciertas ocasiones, el viene revestido de un manto de mansedumbre y tranquila seguridad. Dice palabras dulces, nos asegura sus buenas intenciones, nos da consejos. Uno de ellos, cierta vez, comenzó serenamente, con un llamamiento "a los corazones bien formados", en un lenguaje de pacificación y entendimiento. Le digo que estamos dispuestos a la pacificación y al entendimiento, siempre que el venga en nombre de Dios: pero, por mas que se esfuerce - cosa extraña! - no consigue pronunciar el nombre de Dios, como yo le pidiera. Por fin, explota en irritación y "abre el fuego", gritando que acabo la farsa. Y derrama un arsenal de amenazas e intimidaciones.
Existen los que fingen dolores que no sienten, o mutilaciones que no poseen, como ceguera o falta de la lengua. Miran, con esos artificios, distraer nuestra atención del punto principal de su problemática, o simplemente se entregan al placer irresponsable de engañar, mistificar, defraudar, o también, como algunos me dicen, a veces, de cansar al médium encargado de darles pases.
De cualquier forma que sea la apertura de la comunicación, el adoctrinador debe esperar, con paciencia, después de recibir al compañero con un saludo sinceramente cortes y respetuoso. Sea quien fuere el que comparezca ante nosotros, es un Espíritu desajustado, que necesita socorro. Algunos vienen mas desarmonizados que otros, pero todos necesitados - y deseosos - de una palabra de comprensión y cariño, por más que reaccionen a nuestra aproximación. Los primeros momentos de un contacto mediúmnico son muy críticos. Aun no sabemos a que viene el Espíritu, que angustias trae en el corazón, que intenciones, que esperanzas y recursos, que posibilidades y conocimientos. ¿Estará unido a alguien que estamos intentando ayudar? ¿Tiene problemas personales con algún miembro del grupo? ¿Lucha por una causa? ¿Ignora su estado, o tiene conciencia de lo que pasa con el? ¿Es culto, inteligente, o se presenta inexperto e incapaz de sostener un dialogo más sofisticado?
Una cosa es cierta: no debemos subestimarlo. Puede, al principio, revelar una clamorosa ignorancia, y entrar, después, en la posesión de todo el acervo cultural de que dispone. Difícilmente el Espíritu es bastante primario para ser clasificado, sumariamente, como ignorante. Nuestra experiencia acumulada es mucho más amplia de lo que sospechamos.
EXTRAÍDO DEL LIBRO “DIALOGO CON LAS SOMBRAS” DE HERMINIO. C. MIRANDA.
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