¿El médium, nace o
se hace?.-
Se podría afirmar que lo uno y lo otro. Ambas cosas lo
son indistintamente, porque existen mediums naturales que nacieron
con su facultad ya desarrollada, y otros en la que esta se
manifiesta y desarrolla a lo largo de su vida; en ambos casos, a
todos les cabe la obligación de adquirir una formación adecuada
para controlar y dirigir su facultad en vez de que esta les dificulte
la vida a ellos mismos, evitando ser instrumento o juguete de los
llamados “espíritus inferiores”.
Hay que tener en cuenta que las facultades de la
mente humana, en particular las de su subconsciente, son mucho
mayores de lo que la gente se imagina, y no se pueden explicar por
el método científico ordinario. La facultad mediúmnica se
relaciona con el organismo físico y es independiente del grado de
moralidad del médium; sin embargo el uso que se le dé sí puede
ser más o menos bueno, según sean las cualidades morales del
médium.
La mediumnidad natural y espontánea se desarrolla
normalmente sin riesgos, pero sin embargo,en el caso de los niños,
si supone cierto riesgo esta activación , porque se puede
sobreexcitar su imaginación infantil y debilitar su sistema nervioso
en desarrollo, causándoles problemas psicológicos y mentales.
La facultad mediúmnica parece ser que tiene
relación directa con el centro de energía vital situado en la
base de la columna vertebral, que irradia con su potente fuerza
magnética a los demás centros magnéticos o chacras, a los que
vivifica y despierta.
La etapa de este despertar mediúmnico en niños y
jóvenes, parece ser que se manifiesta sobre todo con mas intensidad
y frecuencia, cada siete años, es decir, a los siete, a los catorce,
y a los veintiuno respectivamente; a partir de ahí su aparición es
menos frecuente. La manifestación de la facultad es delicada y
peligrosa, sobre todo en las dos primeras edades citadas debido a la
inmadurez psíquica en esas edades, por lo que el iniciado deberá
aprender a desarrollar una fuerte voluntad y auto-control sobre las
sensaciones e influencias psicológicas que percibe de modo cada vez
más sensible cuanto más despierta está su mediumnidad. A pesar de
las tres edades citadas en las que más casos aparecen, no significa
esto que no aparezca también, a veces, en otros momentos
intermedios de la vida ; esto depende de su desarrollo físico,
psíquico y moral.
Es muy importante desde el principio del desarrollo y
uso de su facultad , que el médium sepa diferenciar la clase de
Espíritu que se le aproxima y que intenta influir y manifestarse a
través de él, para poder rechazar aquellos que le puedan causar
problemas de cualquier clase. El escudo más fuerte que tiene el
médium para rechazar las malas influencias es su propio
perfeccionamiento moral, porque manteniéndose en una elevada tónica
espiritual, los Seres desencarnados que se le puedan aproximar, no lo
harán si son de una más baja condición moral que el médium; es
una simple cuestión de afinidad de sintonía vibratoria.
No olvidemos que en el universo tanto visible como
invisible, existe una Ley llamada de Vibración y otra de Afinidad,
de las que en su momento hablaremos, que no dejan de actuar, y por
las que todo cuanto existe emite una vibración propia de sus
energías; las semejantes se atraen y cuanto más diferentes son ,
más se repelen y más distantes están. A poco que nos fijemos, nos
daremos cuenta de que esto sucede naturalmente entre las personas, en
cuanto a sus relaciones humanas y sociales.
Para que el joven médium, en desarrollo sepa
diferenciar entre esta clase de aproximaciones, es muy conveniente
una adecuada formación espiritual y orientación que puede
encontrar en los Centros Espíritas, con el asesoramiento de
personas muy preparadas y formadas. Hasta tanto este proceso no se
haya completado y el médium no haya madurado y se haya formado
correcta y suficientemente, no es conveniente su participación en
trabajos mediúmnicos. Una vez presentada la mediumnidad se la debe
educar del mismo modo que se debe educar cualquier otra facultad de
naturaleza intelectual o artística; la persona debe desarrollar
adecuadamente esa aptitud para aprender a canalizar sus energías
sacando los mejores resultados posibles. Esta educación debe ser
permanente para ir ampliando cada vez más sus facultades psíquicas.
Para educar la mediumnidad existen requisitos fundamentales, como lo
son el estudiarla, conociendo sus posibilidades y conociendo el
Espiritismo, que es la doctrina de los espíritus que explica el
fenómeno de la mediúmnidad. Sin esto el médium difícilmente pasa
a la superstición, con el gran escollo para la mediumnidad que es el
estado de obsesión espiritual.
Aunque existen niños en los que su facultad mediumnica
les acompaña desde su más tierna infancia, el ejercicio de la
misma es desaconsejable debido a una doble problemática: física y
mental. A esas tiernas edades las deficiencias en un sentido o en
otro no son nada extrañas, por lo que un elemental sentido de la
prudencia aconseja evitar compartir el trabajo mediúmnico junto a
los niños en general. La imaginación infantil es especialmente
excitable, debido a lo cual se pueden ocasionar consecuencias
peligrosas en cuanto a su equilibrio y estabilidad espiritual. El
niño, por naturaleza, vive en un mundo aparte, casi restringido a
los juegos infantiles, lo que le supone mostrarse inerme ante
ciertos espíritus perversos que podrían aprovechar su fragilidad e
inocencia para ejercer un asedio psíquico y mental sobre el mismo.
Desarrollar una mediumnidad supone ponerse en estrecha
relación magnética, mental y moral con los más diversos seres
espirituales, y el frágil organismo infantil puede sufrir los
efectos de una aproximación espiritual negativa.
Una forma muy eficaz de proteger a estos médiums
incipientes, de los posibles riesgos que supone su ejercicio debido a
la clase de seres espirituales con quienes se trata, es orando por
ellos, dándoles la debida formación moral y mediúmnica, y
ayudándolos mediante “pases magnéticos” aplicados por personas
responsables y debidamente preparadas en cuanto a las nociones
doctrinarias y filosóficas que el Espiritismo aporta para su
comprensión.
-Jose Luis Martín-
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“Se la encuentra en los
niños y en los viejos, en los hombres y en las mujeres, cualquiera
que sea su temperamento,el estado de salud y el grado de desarrollo
intelectual y moral”.
-El Libro de
los Médiums
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VISIÓN CORRECTA DEL ESPIRITISMO
Por Nazareno Tourinho
Es innegable que el Espiritismo, esencialmente, como hecho natural, como ley de vida, es de todos los tiempos, se encuentra aunque de un modo difuso o velado en el aliciente de todas las creencias inmortales, razón por lo que debe ser concebido no como una secta particular y si como elementos capaz de fortalecer las diversas religiones y abrir camino para que ellas se encuentren con las variadas ciencias, llevando al hombre a cumplir de manera integral su destino en este mundo, a través del desenvolvimiento tanto de las potencialidades sentimentales como intelectivas. Siendo así, nada impide que un católico, un teósofo, un amante de la Umbanda o del esoterismo sea también espirita, cara al carácter universalista, cósmico, del Espiritismo, y quien quisiera defender esta posición ciertamente descubrirá algunas frases de Allan Kardec para apoyarse. Con todo, solamente será espirita en parte, y no de un modo completo, pues es igualmente indiscutible que la verdadera Doctrina Espirita está en la enseñanza que los Espíritus dieron (“El Libro de los Espíritus”, introducción, ítem XVIII), y tal enseñanza es suficientemente clara cuando establece los fundamentos de una filosofía racional (ídem, Prolegómenos) que incompatibiliza la teoría y práctica del Espiritismo con todo aquello que tiene sabor a místico y es destituido de contenido lógico. De ahí porque nadie puede ser fiel a la causa espirita si dejará de actuar con buen sentido.
No basta obtener la tarjeta en el Club de la Pureza Doctrinaria para servir con eficiencia en el espiritismo. Lo importante es tener una visión correcta y el buen sentido indica que, para eso, el primer cuidado es no ser radicales. En la historia de todos los movimientos que han surgido para alargar los horizontes mentales del ser humano siempre fueron las concepciones extremistas las que estragaron todas… Son ellas las fuentes generadoras de la ortodoxia y toda ortodoxia es fechadura dogmatica atrancando las ventanas del libre análisis, sin el cual se torna imposible el progreso. Acontece que tanto hay una ortodoxia excesivamente conservadora, dedicada para sustentar el tradicionalismo, como hay una ortodoxia exageradamente renovadora, que nada respeta, ni aun mismo los valores fundamentales e imprescindibles para la identidad de un pensamiento filosófico. La primera produce la inmovilidad por la fe ciega y la segunda va tan lejos que destruye cualquier fe, aunque nazca del conocimiento bien construido. Es lamentable, más aun no aprendimos una gran lección de la Antigüedad clásica: la Virtud esta en el medio…
Con el debido aprecio a los que luchan por fijar el espiritismo únicamente en el plano científico o exclusivamente en la esfera religiosa, y aun con la justa consideración a aquellos que desean conservarlo en su rasgo primitivo o modernizarlo por completo, osamos afirmar que la providencia básica para tener una óptica sino perfecta, por lo menos razonable, del Espiritismo, consiste en abandonar la presunción de sabiduría infusa y estudiar con inteligente humildad la obra de Kardec, donde son límpidamente expuestos los principios incuestionables de nuestra Doctrina y los puntos sobre los cuales ella misma recomienda reflexión, pesquisa y debate para la madurez de las ideas.
Lo malo es que, en vez de examinar sin premeditación los libros del maestro lionés, recurrimos a ellos con el deliberado ánimo de captar escasos argumentos alimentadores de nuestras tendencias ideológicas, sin admitir que, como las demás personas, estamos sujetos a limitaciones perceptivas. Ora, como todos nos situamos en grados de evolución diferenciados, cada uno ve el Espiritismo de una forma distinta, resultando de ahí las insanas divergencias de opinión. Si sabemos administrarlas, cultivándolas con equilibrio y moderación, todavía podremos convivir en régimen de trabajo solidaridad y tolerancia, en consonancia a la divisa, o lema, de la Codificación. Si caemos en el radicalismo, terminamos siendo nocivos y no útiles al ideal común. Es lo que parece, salvo mejor juicio…
Fuente: Reformador nº 2000 de Noviembre de 1995
Por Nazareno Tourinho
Es innegable que el Espiritismo, esencialmente, como hecho natural, como ley de vida, es de todos los tiempos, se encuentra aunque de un modo difuso o velado en el aliciente de todas las creencias inmortales, razón por lo que debe ser concebido no como una secta particular y si como elementos capaz de fortalecer las diversas religiones y abrir camino para que ellas se encuentren con las variadas ciencias, llevando al hombre a cumplir de manera integral su destino en este mundo, a través del desenvolvimiento tanto de las potencialidades sentimentales como intelectivas. Siendo así, nada impide que un católico, un teósofo, un amante de la Umbanda o del esoterismo sea también espirita, cara al carácter universalista, cósmico, del Espiritismo, y quien quisiera defender esta posición ciertamente descubrirá algunas frases de Allan Kardec para apoyarse. Con todo, solamente será espirita en parte, y no de un modo completo, pues es igualmente indiscutible que la verdadera Doctrina Espirita está en la enseñanza que los Espíritus dieron (“El Libro de los Espíritus”, introducción, ítem XVIII), y tal enseñanza es suficientemente clara cuando establece los fundamentos de una filosofía racional (ídem, Prolegómenos) que incompatibiliza la teoría y práctica del Espiritismo con todo aquello que tiene sabor a místico y es destituido de contenido lógico. De ahí porque nadie puede ser fiel a la causa espirita si dejará de actuar con buen sentido.
No basta obtener la tarjeta en el Club de la Pureza Doctrinaria para servir con eficiencia en el espiritismo. Lo importante es tener una visión correcta y el buen sentido indica que, para eso, el primer cuidado es no ser radicales. En la historia de todos los movimientos que han surgido para alargar los horizontes mentales del ser humano siempre fueron las concepciones extremistas las que estragaron todas… Son ellas las fuentes generadoras de la ortodoxia y toda ortodoxia es fechadura dogmatica atrancando las ventanas del libre análisis, sin el cual se torna imposible el progreso. Acontece que tanto hay una ortodoxia excesivamente conservadora, dedicada para sustentar el tradicionalismo, como hay una ortodoxia exageradamente renovadora, que nada respeta, ni aun mismo los valores fundamentales e imprescindibles para la identidad de un pensamiento filosófico. La primera produce la inmovilidad por la fe ciega y la segunda va tan lejos que destruye cualquier fe, aunque nazca del conocimiento bien construido. Es lamentable, más aun no aprendimos una gran lección de la Antigüedad clásica: la Virtud esta en el medio…
Con el debido aprecio a los que luchan por fijar el espiritismo únicamente en el plano científico o exclusivamente en la esfera religiosa, y aun con la justa consideración a aquellos que desean conservarlo en su rasgo primitivo o modernizarlo por completo, osamos afirmar que la providencia básica para tener una óptica sino perfecta, por lo menos razonable, del Espiritismo, consiste en abandonar la presunción de sabiduría infusa y estudiar con inteligente humildad la obra de Kardec, donde son límpidamente expuestos los principios incuestionables de nuestra Doctrina y los puntos sobre los cuales ella misma recomienda reflexión, pesquisa y debate para la madurez de las ideas.
Lo malo es que, en vez de examinar sin premeditación los libros del maestro lionés, recurrimos a ellos con el deliberado ánimo de captar escasos argumentos alimentadores de nuestras tendencias ideológicas, sin admitir que, como las demás personas, estamos sujetos a limitaciones perceptivas. Ora, como todos nos situamos en grados de evolución diferenciados, cada uno ve el Espiritismo de una forma distinta, resultando de ahí las insanas divergencias de opinión. Si sabemos administrarlas, cultivándolas con equilibrio y moderación, todavía podremos convivir en régimen de trabajo solidaridad y tolerancia, en consonancia a la divisa, o lema, de la Codificación. Si caemos en el radicalismo, terminamos siendo nocivos y no útiles al ideal común. Es lo que parece, salvo mejor juicio…
Fuente: Reformador nº 2000 de Noviembre de 1995
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“En una de nuestras reuniones públicas, fue comentada la cuestión de nuestros homenajes a los hermanos desencarnados. ¿Cómo se sienten ellos con nuestras conmemoraciones y recuerdos?
En torno a esa pregunta, fueron entretejidos numerosos comentarios. Y, al inicio de nuestras tareas, el Libro de los espíritus nos ofreció para estudio la cuestión nº 353, que se vincula al asunto, las explicaciones de los compañeros fueron de las más diversas.
Al término de la reunión, nuestro querido Emmanuel escribió la páginas que aquí se expone. Es una oración que nos sensibilizó y nos hizo recordar a todos el Día de los Difuntos.”
NOTA – El problema de las conmemoraciones del día de los Difuntos, también como el de los funerales y de homenajes prestados a los muertos, mereció un tópico especial del capítulo VI de El Libro de los Espíritus. La posición doctrinaria, al contrario de lo que generalmente se piensa, es favorable para esos homenajes, desde que son sinceras y no solo apenas convencionales. Los Espíritus, respondiendo a la pregunta de Allan Kardec al respecto, mostraron que los lazos de amor existentes entre los que partieron y los que quedaron en la Tierra justifican esos actos. Y declararon que en el Día de los Difuntos los cementerios quedan repletos de espíritus que se alegran por el recuerdo de los parientes y amigos.
ORACIÓN POR LOS CASI MUERTOS Emmanuel
¡Señor Jesús!...
Mientras que los hermanos de la Tierra el resto de nosotros – los compañeros desencarnados – en las fronteras de la cenizas, rogándote amparo a nuestro favor, también nosotros, de corazón reconocido, te suplicamos apoyo y auxilio para todos ellos, principalmente considerando aquellos que corren el riesgo de marginalizarse en las tinieblas!...
Por los que perdieron la fe, recusando el sentido real de la vida, y yacen casi muertos de desesperación; por los que desertaron de las responsabilidades propias, anestesiando transitoriamente el propio raciocinio, y surgen casi muertos de inanición espiritual; por los que se entregaron a la ambición desmesurada y se rodearon sin cualquier provecho de los recursos de la Tierra, y repuntan de lo cotidiano casi muertos de penuria en el alma; por los que se hipertrofiaron en su sepultura de inteligencia , helando el corazón para el servicio de la solidaridad, y aparecen casi muertos al frio de la indiferencia; por los que acreditaron en la fuerza ilusoria de la violencia, lanzándose al fuego de la rebeldía, y se destacan casi muertos de vacia angustia; por los que se perturbaron por ausencia de esperanza, confiándose al desequilibrio, y se revelan casi muertos de inútil aflicción; por los que abrazaron el desanimo por norma de acción, parando de trabajar, y reposan casi muertos de inercia; y por lo que se hirieron hiriendo a los otros, encarcelándose en las cadenas de la culpa, y están casi muertos de tardío arrepentimiento!...
¡Señor!...
Para todos nuestros hermanos que atraviesan la experiencia humana casi muertos de sufrimiento y agravios, complicaciones y problemas creados por ellos mismos, nosotros te rogamos auxilio y bendición!...
Ayúdalos a liberarse del visco de sombra en la que se enredaron y tráelos de nuevo a la luz de la verdad y del amor, para que la luz del amor y de la verdad les revitalice la existencia, a fin de que puedan encontrar la felicidad real contigo, ahora y para siempre.
EL CREDIARIO DE LA MUERTE
J. Herculano Pires (Hermano Saulo)
La muerte solo existe para los que quieren morir. La necrofilia o el amor a la muerte – en el sentido negativo de la palabra – es una dolencia mental y psíquica, una tendencia mórbida de ciertos temperamentos, hoy bien definidos en psicología. No se trata de la aberración sexual a la que se aplicaba la palabra tiempos atrás, más si de aquella “aberración de la inteligencia”, a la que se refería Allan Kardec, que lleva al individuo a negar su propia capacidad de vivir y de sentir la vida.
Todo aquel que le gusta destruir y se destruye a sí mismo, aniquila sus propias fuerzas vitales y mata las esperanzas de vida que los otros alientan y defienden, es necrófilo. Sabemos que la muerte no existe, porque nada se acaba, todo se transforma. El aniquilamiento total del ser por el simple fenómeno de la muerte – un fenómeno biológico de mutación – no puede ser más admitido por una persona ilustrada, pues el avance actual del conocimiento positivo supero mucho las ilusiones negativas del materialismo.
A pesar de esa nueva, innegable realidad, los necrófilos se apegan a la idea de la muerte como total aniquilamiento del ser. Y por eso se desesperan, entregándose a la propia destrucción, apresando a la propia muerte “en el muérdago de sombra en la que se enredaron”, según la expresión de Emmanuel. Y entregándose al escepticismo auto destructor, compran la muerte por anticipación, en el breviario “del desespero y de las aflicciones inútiles”. Son esos los “casi muertos” por los cuales los “muertos” en el día de Finados, oran del lado de allá de la vida.
La oración de Emmanuel por los “casi muertos” no es una oración de efecto religioso o literario. Es una señal de los tiempos, revelándonos que, al otro lado de la vida, aquellos que en nuestra ignorancia llamamos muertos velan por “los casi muertos” de la tierra y poden a Dios por ellos. El verdadero muerto no es el que dejó su cuerpo en el túmulo, más si el que se sirve del cuerpo para vivir en la tierra como un muerto ambulante. Que esa oración nos recuerde las palabras de Isaías: “Tus muertos vivirán”
Artículo publicado originalmente en la columna dominical “Chico Xavier pide licencia” del periódico Diario de S. Paulo, en la década de 1970
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¿Tienen los Espíritus otra cosa que hacer, fuera de adelantar personalmente?
- Cooperan a la armonía del Universo al ejecutar las órdenes de Dios, cuyos ministros son. La vida espírita es una ocupación constante, pero que no tiene nada de penoso, como la de la Tierra, porque no hay en ella ni fatiga corporal ni las angustias de la necesidad.
EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS ALLAN KARDEC
- Cooperan a la armonía del Universo al ejecutar las órdenes de Dios, cuyos ministros son. La vida espírita es una ocupación constante, pero que no tiene nada de penoso, como la de la Tierra, porque no hay en ella ni fatiga corporal ni las angustias de la necesidad.
EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS ALLAN KARDEC
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