sábado, 20 de septiembre de 2014

Mediumnidad

¿Qué es la mediumnidad? .-

     Es la facultad de carácter psíquico que casi todas las personas poseemos en mayor o menor medida , capacitando a quienes la tienen lo suficientemente desarrollada como para servir de intermediarios entre espíritus encarnados y desencarnados. Supone una capacidad como puede ser la de la memoria, la inteligencia, la razón, etc. El psiquismo con sede orgánica en la glándula Pinneal , que encuentra en el cerebro, es la antena que capta las energías psíquicas de los Seres desencarnados que desean comunicar con el mundo de los que nos llamamos vivos. El médium por lo tanto, es un canal comunicador y receptivo de los Seres espirituales que antes fueron también personas normales y que buscan esta mediación para comunicar con las personas de este mundo. 
También se pueden manifestar por este medio las almas de personas que aún están en este mundo , durante los estados de sueño profundo o durante una “Proyección Astral”..
La mediumnidad se puede hacer presente en la vida de cualquier persona independientemente de su credulidad o incredulidad , así como de su nivel cultural o moral. No tiene nada que ver con la magia ni con el ocultismo. Por ella, ambos lados de la Vida se relacionan y se interpenetran .
Se la podría definir como la capacidad que poseemos todos los seres humanos, más agudizada en algunos a los que llamamos mediums,(mediadores), para relacionar el mundo espiritual con el corporal , y supone tener la sensibilidad psíquica suficiente como para poder contactar con Seres espirituales, generalmente ubicados en otros planos de la existencia que conocemos como el “Mas Allá”, y esta capacidad lo mismo puede manifestarse indistintamente en niños que en ancianos; en hombres que en mujeres.
Este nombre lo aplicó Kardec, el primer investigador científico que estudió y analizó seriamente estos fenómenos hoy llamados paranormales, que en un principo tuvieron dos escuelas de interpretación explicativa de su realidad : Una fue la de Mesmer, por la que todo el fenómeno de movimientos de mesas se le atribuyó exclusivamente al magnetismo animal, y la otra fue la de Salpetriere y Charcot,médico neurólogo francés, que atribuía la manifestación mediúmnica a la emisión mental de los mediums alegando que eran personas histéricas, fundamentándose en que el histerismo era frecuente en las mujeres, sin tener en cuenta que no todas las histéricas eran mediums ni que también hay hombres mediums o que hay histéricos que no por eso son médiums.
     La mediumnidad vista desde un enfoque espiritual, es una bendición de Dios que dá al ser humano una absoluta certeza de que hay vida tras la muerte y viene a ser un instrumento precioso para ayudarnos en la evolución, porque mediante ella podemos ayudar a los demás, ya sean personas o espíritus desencarnados. Asimismo gracias a ella las personas podemos entrever nuestro futuro espiritual y tomar mayor conciencia de nuestra responsabilidad como espíritus inmortales que somos.
Se comprende mejor el papel de la mediumnidad, al meditar lo que decía San Pablo : “Si no hubiese resucitado Cristo para darnos la certeza de que existe una vida espiritual, de poco valdría el mensaje que trajo”. Y esta certeza que tenemos de la realidad de la existencia de los espíritus, nos la sigue dando precisamente la mediumnidad. Por tanto es una realidad que está latente en todos los Seres humanos en mayor o menor medida, y cuando se desarrolla y actúa como canal de enlace para la posible manifestación de seres del “Más Allá”, es cuando aparece la figura de los médiums, cuya facultad constituye una prueba de la supervivencia después de la muerte y de la realidad existencial del Ser espiritual.
     La mediumnidad presenta una variedad enorme de matices y variantes tanto en sus formas como en sus efectos. Por el desarrollo evolutivo cada vez mayor de la sensibilidad psíquica humana, mirando el futuro de la Humanidad se podría vaticinar que las distintas mediumnidades, serán mucho mas comunes, frecuentes, desarrolladas y divulgadas de lo que lo son en la actualidad.

- Jose Luis Martín -

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La mediumnidad es una planta delicada que para florecer necesita atentas precauciones y cuidados asiduos”
- Leon Denis -
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LOS SENTIMIENTOS

    Los sentimientos son muchos, a veces exteriorizan al exterior todo 
nuestro interior, dejando la caja de sorpresa vacía.

Hay varias clases de sentimientos, también varios grados, otros se demuestran u observan según el estado de ánimo. Cuando observamos con atención se descubre el porqué y la razón de cada ser, según el momento y circunstancia.

   En los sueños también profundizáis muchos sentimientos, que refugiados durante el 
día dentro de vuestro interior se muestran en ese momento tal y como son.

A lo largo de vuestras vidas, hay infinidad de circunstancias donde retenéis sentimientos que muchas veces os causan dolor, incluso enfermedades.

Mostrando en vuestro cuerpo las secuelas de vuestro espíritu. Existen sentimientos de amor y bien estar, pero otros muchos son producidos con dolor.

Los sentimientos del rencor, odio, envidias, celos etc... Van produciendo una capa tras otra de resentimientos, que atrapados en ellas no os permiten la libertad para trabajar.

Una y otra vez se os repiten que anidéis en el amor, para transmutar todo los sentimientos que pueden causaros daño. Una y otra vez permanecer dentro de ese 
trabajo interior, de esa esfera de luz basada en la comprensión, en el amor.

El tiempo pasa y vuela hacia otros lugares, donde retenéis la imperfección de vuestra alma. Vuestros espíritus deben de trabajarse, para que poco a poco no mostréis esos sentimientos de tanto dolor.

Porque vencidos ellos, la felicidad es la primera causa de todo. Toda la comprensión 
será llevada en vuestro pecho.

El entendimiento del hermano que aún no ha sabido desprenderse del resentimiento, causado por todos esos sentimientos tan negativos. La paz del corazón solo sabe y entiende de amor.

Y el amor reflejado en los poros de la piel es belleza y salud. Intentar poco a poco a través de todas las enseñanzas basadas en el bien, ir aprendiendo para toda esa 
evolución de vuestro espíritu que está por llegar.

Para poder vencer los rencores, y egoísmos, y solo anidar la paz en vuestro interior. 
Sois siempre la luz del camino, la esperanza del futuro, aprovechar todas las enseñanzas que el espiritismo os da.

Son pequeñas semillas para vuestro sentimiento, que será el progreso hacia los demás. Siempre a través de los sentimientos de nuestros hermanos podemos sentirnos bien o mal.

Comenzar y practicar esos sentimientos transformados en amor, solo así seréis fuente de luz que iluminara en todo momento. Con amor y luz, la transformación de todo hacia 
lo bello. Dar luz siempre y en todo momento.

Mª Carmen
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No culpes a nadie,  El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error… 

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RACIONALISMO CRISTIANO Y LA EVOLUCIÓN
Mercedes Cruz Reyes

La doctrina racionalista cristiana enseña que todos los actos de nuestra vida transcurren del empleo del libre albedrío, facultad espiritual controlada por el pensamiento, por el raciocinio y por la voluntad. Por eso, conforme pensemos así seremos; lo que de mal deseamos al prójimo a nosotros mismos estaremos deseando; lo que de bien hacemos, en nuestro beneficio redundará, pues seremos aquello que quisiéramos ser. Enseña, pues, a no cultivar sentimientos de odio, de envidia o de malquerer.
El ser humano apenas comienza a raciocinar en las primeras fases de la evolución, siente de manera vaga y confusa, la existencia de la Inteligencia Universal, que no es capaz de definir. De ahí nace su inclinación adoradora, plenamente justificada, por las condiciones de falta de preparación espiritual en que vive. Se comprende entonces, perfectamente, que determinada sociedad no tenga una concepción de la espiritualidad que vaya más allá del culto a los elementos de la naturaleza, por faltarle bases de entendimiento para removerla de la perplejidad adoradora a que se entrega.
El modo de adorar y lo que es adorado varían, a medida que la conciencia de la vida va despertando, hasta llegar al punto de poder alejar de sí el sentimiento de adoración. Los que hoy veneran cosas abstractas, después de alcanzar el necesario esclarecimiento espiritual, hallarán esa veneración tan impropia como ingenua.
En el conocimiento de la vida en su aspecto más amplio están los lúcidos elementos de convicción, por medio de los cuales las personas podrán liberarse de las concepciones que las mantienen presas a los milagros, a los misterios,  a lo sobrenatural. Cuando llegaren a comprender que son, como espíritus, fuerza, inteligencia y poder; cuando se convencieren de que poseen atributos morales para vencer, racionalmente, cualquier dificultad; cuando adquirieren la conciencia de su condición de partículas de un todo armónico –inseparable de él – que es el propio Universo, caerán por tierra las concepciones iniciales de protección.
No hay seres privilegiados ni protegidos. Todos, sin excepción, están sujetos a los mismos principios, a las mismas reglas, al mismo proceso evolutivo. Invariablemente, hacen igual curso y recorren igual ciclo, en el que existe un alto y meritorio principio de justicia. Precisan convencerse de que no podrán contar con el auxilio de nadie para liberarse de las consecuencias de los errores que cometieren y que tendrán que rescatarlos con acciones elevadas, cualquiera sea el número de existencias para eso necesarias. Por cierto pensarán más detenidamente, antes de practicar un acto impropio.
No hay seres privilegiados ni protegidos. Todos, sin excepción, están sujetos a los mismos principios, a las mismas reglas, al mismo proceso evolutivo. Invariablemente, hacen igual curso y recorren igual ciclo, en el que existe un alto y meritorio principio de justicia. Precisan convencerse de que no podrán contar con el auxilio de nadie para liberarse de las consecuencias de los errores que cometieren y que tendrán que rescatarlos con acciones elevadas, cualquiera sea el número de existencias para eso necesarias. Por cierto pensarán más detenidamente, antes de practicar un acto impropio.
Los estudiosos del Racionalismo Cristiano aprenden a confiar en sí mismos, en su capacidad espiritual y en el poder de la voluntad para luchar y vencer.
Por eso no son: ADORADORES, NI PEDIGUEÑOS,  NI QUEJUMBROSOS
Saben que son grandes los obstáculos que surgen, a cada paso en el camino de la vida, pero que los podrán vencer con los propios recursos morales de que disponen.
Así, se hace necesario que cada uno cumpla su deber, realizando la parte que le incumbe, con la atención, los ojos, el alma encauzada para el fin principal de la existencia, que es la evolución espiritual.
La evolución ha de ser  debidamente considerada, por ser el principio  fundamental del Universo, ella siempre está presente, viva, actuante desde que la vida empieza a despuntar. 
Toda la tierra siente en si la evolución, desde la semilla que brota para transformarse en una flor; hasta la larva que se convierte en un insecto, todo evoluciona, las ciencias, las letras, las actividades sociales, etc.….
 El ser humano surgió en este mundo como resultado de la acción constructiva del principio inteligente en los diversos dominios de la naturaleza. Esa marcha evolutiva prosigue sin interrupción o alteración. Los espíritus que ahora inician su progreso en cuerpo humano encuentran en la actualidad condiciones más favorables al desarrollo mental.
Las leyes naturales e inmutables que rigen el Universo determinan,  que la evolución ha de operarse,  esas leyes evolutivas  son indiferentes  a la pretensión de quienes  intenten eludirlas o anularlas. Sin esa evolución, todas las personas permaneceríamos en el mismo grado de espiritualidad. La idea de la evolución, aplicada al vasto dominio de la espiritualidad, coordina y amplía nuestra concepción del Universo, dando significado a los diversos fenómenos de la vida.
Al iniciarse el proceso evolutivo, cada partícula de la Inteligencia Universal cuenta con las mismas posibilidades, los mismos recursos, se encuentra en idénticas condiciones y posee iguales valores latentes.
Por eso, se desarrolla en la misma proporción hasta alcanzar la condición de espíritu, que es cuando pasa a poseer cuerpo humano, y así a disponer del libre albedrío, para conducirse por su cuenta y riesgo.
El mal uso del libre albedrío retarda la evolución espiritual. Luego, las personas que usaren mejor el libre albedrío – es evidente – conseguirán evolucionar más que otras menos cuidadosas, en el mismo número de encarnaciones.
El observador que quisiere “ver” tiene delante de los ojos el cuadro de la evolución del espíritu en la vida terrena. No existen dos individuos iguales, aunque los haya semejantes. Cada uno está promoviendo su progreso a su modo y a su esfuerzo, de acuerdo con el procedimiento que ha adoptado en el transcurso de las existencias pasadas, en un periodo de miles de años.

Ahí está una de las razones que explican la gran heterogeneidad de mentalidades, disparidad de sentimientos y divergencias de conceptos que se observan en los pueblos. Es que el número de existencias vividas varía en cada individuo, como también varía el aprovechamiento que cada uno logró, así como el esfuerzo realizado. Puede haber quien haya perdido doscientas venidas a la Tierra como consecuencia de vidas y más vidas desordenadas, y, quien  en igual periodo, haya perdido, apenas, veinte. Éste, sin duda, está mucho más evolucionado que aquel.
La evolución espiritual es, por lo tanto, resultado del esfuerzo, de la voluntad y de las aspiraciones de progresar.
Por más agitadas que sean las conturbaciones terrenas, corresponde al ser humano pensar con elevación y proceder con benevolencia. En la escuela, no se puede recriminar al alumno de primer año por no saber tanto como el de quinto. De igual forma, los que evolucionan en este mundo escuela, la Tierra, por pertenecer a la más variada graduación espiritual, accionan según  corresponda a su grado de evolución y no van más allá de sus posibilidades.

Se engañan, entonces, los que se juzgan perfectos en materia de espiritualidad. De nada vale cerrar los ojos a la realidad espiritual, porque a costo de nuevas experiencias, de prolongadas meditaciones, de estudio, de trabajo, de sufrimientos derivados de las luchas que todos emprenden en la Tierra, tendrán que conquistar los grados de espiritualidad que les faltare para alcanzar el conocimiento de esa realidad, con la fuerza de convicción resultante de la evidencia de los hechos.
Espiritualidad e intelectualidad son atributos diferentes que la persona perfecciona independientemente, pudiendo avanzar más en el desarrollo de uno que del otro, en el curso de cada existencia. Indispensables, ambos, a la evolución del espíritu, tendrán que ser alcanzados con esfuerzo y determinación. El crecimiento espiritual obedece, como el intelectual, a una complejidad de aptitudes, de conocimientos, de experiencias que el espíritu obtiene cumpliendo fases de un proceso evolutivo, en el cual se incluyen las múltiples encarnaciones en diferentes lugares.
Todos saben que los pueblos difieren unos de otros. Esa diferencia es más acentuada, aún, de país para país, donde se verifican hábitos, costumbres, tendencias, gustos, inclinaciones y temperamentos muy desiguales.

En cada uno de esos agrupamientos humanos, el espíritu cuenta con determinadas condiciones para desarrollar facultades que, confrontando con el desarrollo ya adquirido por otros, siente que están atrasados. Ninguna persona posee solamente defectos o cualidades. Ambos son características que hacen parte de su personalidad moral. La lucha que emprende tiene por fin reducir las imperfecciones y aumentar las virtudes, desde que comienza a despertar para el lado evolutivo de la vida. Así como la suma de individuos representa un pueblo, su formación moral indica el resultado parcelado de las cualidades y defectos de ese mismo agrupamiento social. Por ser así, es que cada uno da su mayor o menor contribución  para la variación del nivel moral del pueblo en cuyo medio deliberó evolucionar.
Por lo tanto, quien hace evolucionar al planeta son sus habitantes. En los albores de la civilización, ellos poseían un grado de evolución muy  por debajo del actual. El conocimiento y comprensión de las cosas son frutos de la evolución del espíritu, y, parte de la humanidad ya considera la vida bajo un aspecto que se aproxima, cada vez más, de la espiritualidad.
Es lamentable que el ser humano transforme el extenso camino de la evolución espiritual en un estrecho, áspero y sinuoso camino repleto de obstáculos difíciles de transponer. Tendrá que comprender, tarde o temprano, que la humanidad camina en la misma dirección y para alcanzar idéntico fin – el perfeccionamiento espiritual -, solamente alcanzable por el esfuerzo propio bien orientado, por el trabajo individual disciplinado y por la conquista del saber a costo de intensa y permanente actividad.
Siendo así, es necesario ser consciente y aprender a confiar en sí mismo, seguro de que son inmensos los recursos que posee para llevar a buen término cada existencia física. Con ese pensamiento quedará sincronizado con la corriente de la evolución, por la que hará su ascensión espiritual, sin grandes tropiezos y sin mayores sacrificios.

EXTRAIDO DEL LIBRO RACIONALISMO CRISTIANO

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