¿
Quién puede ser médium ?
Todos
en alguna medida somos sensitivos y susceptibles de poder
desarrollar una mediumnidad propiamente dicha ; todos poseemos en
diversos grados alguna clase de facultad psíquica o mediúmnica,
aunque su desarrollo proviene de causas independientes de la voluntad
de la persona por serlo o por desarrollarlo.
La
mediumnidad no es patrimonio especial de grupos ni privilegio de
algunos; es inherente al Espíritu que la emplea, unas veces como
encarnado desde el lado de acá, y otras veces como desencarnado
desde el lado de allá, para el llevar a cabo el intercambio y
comunicación, entre ambos planos de la vida: el físico y el
espiritual.
La
inmensa mayoría de las personas somos mediums intuitivos, sin tener
conciencia de ello, pues al hablar de temas elevados con otras
personas, a veces estamos siendo intérpretes de Espíritus que
sintonizan con nosotros y se aproximan atraídos por la seriedad y
transcendencia del tema de conversación; por el contrario cuando
caemos en conversaciones ligeras, mundanas o fútiles en las que
además no cuidamos nuestras expresiones, estamos atrayendo Espíritus
desequilibrados que sintonizan con nosotros, haciéndonos portavoces
de sus ideas e inducciones.
El
poseer o no una facultad psíquica o mediúmnica, es algo que no
depende de la voluntad de la persona, porque ha podido nacer con
ella, o se le ha podido despertar posteriormente , independientemente
de sus creencias o aceptación. Por ello, a los que la tienen , en
un momento dado y por causas relacionadas con su actitud negativa,
se les puede retirar o anular desde el plano espiritual de modo
temporal o definitivo. Es por esto que ningún médium consciente de
su facultad debería envanidecerse por poseerla, pues en muchas
ocasiones la mediumnidad se otorga a aquellos espíritus más
endeudados, como una valiosa herramienta para su rescate espiritual,
o sea, que a mayor facultad mediúmnica, mayor indicio de que su
pasado no ha sido muy ejemplarizante....
Cuando el médium
obra en su facultad, la energía de los diversos espíritus lo va
envolviendo mediante la sintonía vibratoria entre ambos lados de la
vida, y esto aunque no se ve, la persona que tiene una facultad
mediúmnica, aunque sea incipiente, lo puede notar o intuir, por lo
que podemos afirmar que esta energía o vibración que, en ambas
direcciones sintoniza con los espíritus desencarnados, es una
realidad de orden psíquico, que en las personas reside en el
encéfalo, concretamente en la glándula Pinneal , situada en el
centro del cerebro, entre los dos hemisferios, coincidiendo su
localización precisamente con el chacra coronario.
Como dato curioso
y significativo , es de señalar que en el año 1.989 se hizo en
Islandia una encuesta sobre si se había tenido alguna vez alguna
clase de contacto con el “mas allá”, y la respuesta fue
afirmativa en un 41% de la población encuestada.
- Jose Luis Martín -
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“El mejor médium para el
mundo espiritual no es el que sea mayor portador de facultad, sino el
que esté siempre dispuesto a aprender y pronto a servir”
“Paz
y Renovación”-Espíritu Albino Teixeira-Psicografía de Chico
Xavier-
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EL LLANTO
Queridos amigos, hola buenos días, el sufrimiento forma parte de la vida del hombre, y nada conmueve más, que ver llorar a una persona, que es presa de alguna pena u desgracia, es una forma de manifestar el dolor.
Desde que nacemos el llanto nos acompaña, y lo utilizamos muchísimas veces a lo largo de la vida. Es una manera primaria de liberar emociones. Muchos piensan que es un síntoma de debilidad, de infantilidad.
En cambio nos dicen que llorar una o dos veces por semana puede recuperar y mantener nuestra salud psicofisiológica, ya que según algunos el llorar representa el pesar humano, y libera la tensión.
La mayoría de los seres humanos considera la risa como algo positivo. Se clasifica al llanto como algo negativo y traumático, sin comprender que, en realidad, nos permite reparar algún estado angustioso. La acción del llanto lleva a activar la secreción de adrenalina y noradrenalina, neurotransmisores que se segregan también en una situación de estrés, produciendo un estado de relajación. Así, pues, podemos decir que cada emoción tiene como función producir una situación que lleve al sistema de nuevo a un equilibrio, permitiendo descargar tensiones, tratando de reparar y llevar a un alivio, a un estado orgánico más equilibrado.
El llanto constituye un proceso fisiológico en el cual se produce una mejora de la tensión, la disminución de la presión sanguínea, la relajación muscular y un efecto sedante generalizado, evidentemente restaura los niveles hormonales a valores normales originales.
La composición de las lagrimas, según análisis hechos, entre unas personas, cortando cebolla y otras llorando al ver una película, es distinto, además de su contenido de agua, sales y minerales, descubrieron que las lágrimas de “pena” contenían hormonas responsables del estrés y del dolor. La conclusión es que las lagrimas emocionales ayudan a las personas a calmar el dolor y a eliminar el estrés, mientras que las personas que reprimen el llanto acumulan en el cuerpo esas sustancias y mantienen la tensión física y psíquica, prolongando su malestar.
Vivimos en una época de mucha tensión, con estrés casi permanente, que no tiene relación con el nivel económico ni social. Cada uno lo sufre por alguna causa, hay una constante sensación de amenaza –por la televisión, por la radio, por la calle, por los diarios– que nos hace sentir cansados agotados, casi viejos.
Las mujeres lloran más que los hombres, cuando llega la mujer a la pubertad las chicas comienzan a llorar más que los chicos, y en la edad madura, la mujer llora cuatro veces más que los hombres.
Las personas deprimidas lloran cuatro veces más que las personas normales, Santo Tomás se pregunta si llorar alivia el alma; responde que sí, porque lo doloroso duele aún más cuando lo mantenemos encerrado.
Es verdad que podemos llorar en distintas formas de intensidad, el llanto suave representado en momentos de presenciar cuadros tristes, películas tristes, algunas situaciones de alegría, etc. Es un llanto suave, con lágrimas en forma continua, con una disminución del pulso cardíaco, con un aparente aumento del calor corporal, con un cuadro de suave relajación muscular, silencioso, sin gemidos y coordinado con el cuadro respiratorio y manejo de la realidad externa.
Nivel alto de llanto. Presentado en momentos particulares (muerte de alguien querido, después de un estado de ira, descarga posterior a una situación con un alto nivel emocional). Llanto con lágrimas, con gemidos, con respiración entrecortada, con pérdida de la sensación corporal, sin manejo de la realidad externa, con contracción muscular; produce luego un estado de aletargamiento, relajación, introyección.
El llanto “reparador” logrado después de un gran esfuerzo y entrenamiento para lograr poder acceder a él frecuentemente y a voluntad. Llanto muy profundo; se ingresa al mismo desde el nivel 1, junto con algún efecto gatillo externo, como un sonido musical, un pensamiento o una imagen. Es con abundante lágrimas, hay casi una pérdida de la relación externa, un estado de profundo éxtasis, y se produce un estado de suma paz, silencio, brillo en el pensamiento, una toma de conciencia del cuerpo y la respiración, una profunda sensación de descanso.
Procuremos en el día, analizar el llanto de aquellos que nos rodean, a veces el llanto es el modo de expresar las cosas, que no se pueden decir con las palabras.
Mira y contempla a los que lloran, y analizando en tu interior, pregúntate: ¿si no eres tú el que produce esas lágrimas? ¿Si está en tus manos el secar esas lágrimas? Porque también es una forma de caridad, saber tratar las lágrimas y hacerlo con delicadeza, para que nunca esas lágrimas lleguen a causar la desesperación, con sus efectos garrafales, y nuestra indiferencia ante ellas no nos deje en el interior la amargura por nuestra indiferencia, o indebida dedicación.
Amigos os deseo un lindo día, que el amor, la paz y la luz, sigan ejerciendo en nuestras vidas una influencia cada vez más grande, por nuestra dedicación al bien por nuestros esfuerzos en mejorar, más cada día, única forma de que ellas hagan su estado de presencia en el largo camino de la evolución.
Un abrazo fraternal de vuestra amiga Merchita
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Hay una tendencia bastante fuerte, en el medio espírita, hacia un tipo de moral religiosa que se caracteriza por el artificialismo. Se comprende que gran número de personas, a consecuencia de las herencias del pasado y de los ejemplos del presente, no consigan adoptar otra forma de conducta.
Pero no es justo que los espíritas más esclarecidos, de mente suficientemente abierta para las nuevas perspectivas que la doctrina abre sobre el mundo, continúen formalizándose en la vida social El Espiritismo, enseña Kardec: “es una cuestión de fondo y no de forma”. De nada vale la exageración en las buenas maneras, la voz suave y los extremos de pureza formal, - no comer carne, no fumar, no tomar bebidas alcohólicas, no frecuentar fiestas mundanas, no contar ni oír anécdotas picantes, - si el corazón no está limpio. La pureza que el Espiritismo nos enseña es interior. Debe, por eso mismo, regir nuestra conducta, en vez de esperar que una conducta artificial nos los purifique.
Cuando el Espiritismo enseña que los formalismos del culto exterior son inútiles, enseña también que toda exterioridad sin raíces en el corazón es igualmente inútil. Y es lo mismo que Jesús enseñaba, al rechazar los formalismos de la hipocresía farisaica. Véase el caso del ascetismo, de la fuga al mundo, a las responsabilidades pesadas de la vida en sociedad, que el Espiritismo condena como producto del egoísmo. Si la encarnación es nuestra posibilidad de relacionarnos con personas y medios sociales, a los que estamos ligados en virtud del pasado, es claro que debemos aprovechar esa oportunidad y no inutilizarla. Estamos, ahora, en el lugar correcto, como dice un reciente mensaje mediúmnico, y sería prejudicial huir de él.
El espírita no tiene motivo alguno para retornar a las prácticas de la moral farisaica. La doctrina le enseña la espontaneidad, la naturalidad, y la corrección de sus errores y de sus defectos en su relación con los semejantes. Es en la vida de relación que podemos evolucionar. Querer forzar la evolución con abstenciones y actitudes falsas, sería engañarnos a nosotros mismos y también a los otros, lo que es aún más grave. Nadie se vuelve santo por medio de fórmulas. No es lo que entra por la boca lo que contamina al hombre, como Jesús enseñó, sino lo que sale de la boca. Nuestra conducta debe reflejar lo que somos, y por eso debemos cuidar mucho más de nuestro corazón, que de nuestras apariencias.
J. HERCULANO PIRES
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