Inquietudes espiritas: Juana de Ángelis

martes, 3 de abril de 2012

Juana de Ángelis

" A los hermanos menos felices, auxilialos como puedas, olvida las faltas ajenas y sí, pensemos en las nuestras"

( Cornelio Pires )

Un Espíritu que irradia ternura y sabiduría, despertándonos para la vivencia del amor en su más elevada expresión,puesto que para vivirlo se nos impone una gran suma de sacrificios.

Se trata del Espíritu que se conoce con el nombre de Juana de los Ángeles, y que al paso de los siglos, vamos encontrando en la mansa figura de Juana de Cusa, una discípula de Francisco de Asís, en la grandiosa Sor Juana Inés de la Cruz y en Juana Angélica de Jesús. Juana de Cusa, una de las piadosas mujeres del Evangelio.

Era esposa de Cuza, procurador de Herodes, el Tetrarca (gobernador de una tetrarquía), (cada una de las partes de un estado o provincia dividida en cuatro gobiernos). Juana fué curada por Jesús (Lucas VIII 2 y 3), con María Magdalena, Susana y muchas otras muchas mujeres a las que prestaba asistencia como sus bienes. En Lucas 24:10 es mencionada entre las mujeres que en la mañana de Pascua, habiendo ido al sepulcro de Jesús, lo encontraron vacío.

En Roma, el 27 de agosto del año 68, por no haber renunciado a su fe en Jesús, es sacrificada en una hoguera en el Coliseo. Desencarnó perdonando a sus verdugos. Juana de Cusa, según informaciones de Humberto de Campos, en el libro "Buena Nueva" era alguien que poseía verdadera fe.

Narra el autor que: "Entre la multitud que invariablemente acompañaba a Jesús en sus prédicas en el lago, se encontraba siempre una mujer de rara dedicación y noble carácter, de las más altamente colocadas en la sociedad de Cafarnaum". Se trataba de Juana, consorte de Cusa, intendente de Antipas, en la ciudad donde se conjugaban intereses vitales de comerciantes y de pescadores". Su esposo, alto funcionario de Herodes, no le compartía sus ansias de espiritualidad, no tolerando la doctrina de aquel Maestro que Juana seguía con acendrado amor.

Doblada bajo el peso de las tareas domésticas, angustiada por la incomprensión e intolerancia del esposo, buscó oír la palabra de consuelo de Jesús, que en vez de invitarla a engrosar las filas de los que lo seguían por las calles de Galilea, le aconsejó que lo siguiera a distancia. Sirviéndolo dentro del propio hogar, tornándose un verdadero ejemplo de persona cristiana, en el atendimiento al prójimo: su esposo, a quien debería servir con amorosa dedicación, siendo fiel a Dios, amando al compañero del mundo como si fuera su hijo.

Jesús le trazó una ruta de conducta que facultó vivir con resignación el resto de su vida. Mas tarde se convirtió en madre. Con el paso del tiempo, las atribuciones fueron evolucionando. El esposo, tras una vida tumultuosa y agitada,falleció, dejandoa Juana sin recursos y con un hijo que criar. Con coraje, buscó trabajar, olvidando el confort dde la nobleza material, se dedicó a los hijos de otras madres, se ocupó con los más bajos quehaceres domésticos para que su hijo tuviese pan. Trabajó hasta su vejez.

Ya con edad avanzada, con los cabellos blanqueados, fue llevada al circo de los martirios, junto con su hijo, mozo, para dar testimonio del amor por Jesús, el Maestro que había iluminado su vida,con la esperanza de un mañana feliz. Narra Humberto de Campos en el libro citado: " Ante el vocerío del pueblo, fueron ordenadas las primeras flagelaciones. ¡ Abjura!... Exclamaba un ejecutor de las órdenes imperiales, de mirada cruel y sombría". La antígua discípula del Señor contempló el Cielo, sin una palabra de negación o de queja.

Entonces los azotes vibraron sobre el chico,semidesnudo, que exclama entrelágrimas: " Repudia a Jesús madre mía"..¿No ves que nos perdemos? ¡ Abjura!... por mi que soy tu hijo!... Por primera vez, por los ojos de la mártir corre las lágrimas como de una fuente abundante. Los ruegos de su hijo son espadas de angustia que le laceran el corazón.

Después de recordar su existencia entera, responde: " ¡Cállate hijo mío !", Jesús era puro y no desdeñó el sacrificio. Sepamos sufrir en la hora dolorosa, porque encima de todas las felicidades transitorias del mundo, es preciso ser fiel a Dios.

Luego, enseguida, las llamas consumieron su cuerpo envejecido liberándola para acompañar a su Maestro, a quien tan bien supo servir y con quien aprendió a sublimar el amor.

Fuente: Fundação Espírita André Luiz