Inquietudes espiritas: En la hora de la tristeza

martes, 17 de abril de 2012

En la hora de la tristeza

“Vosotros sois la luz del mundo…” –JESÚS – MATEO, 5: 14

“No digáis, pues, cuando estuvierais atendiendo a uno de vuestros hermanos: “Es justicia de Dios, es importante que siga su curso. Decid antes: Veamos que medios me puso al alcance para suavizar el sufrimiento de mi hermano.” – Cáp. V, 27

Entraste en la hora del desaliento, como si se te avecinase una pesadilla.

Indefinible suplicio moral te impele al abatimiento, antiguas amarguras surgen a la superficie.

Sentiste la figura del viajante, para cuya sede se agotaron las últimas fuentes del camino.

Experimentas el corazón en el pecho, cual pájaro fatigado, al sacudir, en vano, las rejas de la cárcel.

Aun así, no permitas que la ansiedad te lance a la inútil tristeza.

Emmanuel

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Si la incomprensión ajena te agrió el pensamiento, recuerda a los compañeros enfermos o mutilados, cuando no conocen la propia situación, como seria su deseo y prosigue sirviendo, a la espera del tiempo que les dará reajuste.

Si amigos te abandonaron en arduas tareas, a la caza de consideraciones que les incentiven la personalidad, medita en las criaturas osadas, empeñadas en juegos y distracciones, en los momentos del estudio, y prosigue sirviendo, a esperar por el tiempo, que a todos renovará en la escuela de la experiencia.

Si dejaste a seres queridos ante la ceniza del túmulo, convéncete de que todos ellos continúan redivivos, en el plano espiritual, dependiendo, casi siempre, de tu conformación para que se rehagan y prosigue sirviendo, a esperar por el tiempo, que, en el instante oportuno, a cada problema propiciará solución.

Si el fardo de las propias aflicciones te parece excesivamente pesado, reflexiona en los hermanos desfallecidos de la retaguardia, para que una simple frase reconfortante de tu boca sea comparable a una antorcha estelar, en las tinieblas en que viajan, y prosigue sirviendo, a la espera del tiempo, que, en instante oportuno, a cada problema ofrecerá solución.

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Acuérdate de que puedes ser, aun hoy, el raciocinio para los que enloquecieron en la ignorancia, el apoyo de los que tropiezan en la sombra, el socorro a los peregrinos del camino que la penuria recoge en las praderas del sufrimiento, el amparo de los que lloran con desesperación y la voz que se levante para la defensa de los que son tratados injustamente y de los desvalidos.

No te detengas para relacionar sinsabores….

Sigue adelante, y si las lágrimas te encharcan hasta el punto de sentir la noche dentro de los ojos, entrega tus propias manos en las manos de Jesús y prosigue sirviendo, en la certeza de que la vida hace resurgir el pan de la tierra labrada y de que el sol de Dios, mañana, nos traerá nuevo día.

Trabajo extraído por Merche del libro “Libro de la Esperanza” de Emmanuel (Chico Xavier)