lunes, 21 de noviembre de 2011

Medicina y Espiritismo




Dra. Marlene Nobre
En 1859, Allan Kardec, el Codificador de la Doctrina Espírita, en el preámbulo de su libro Qué Es el Espiritismo? (Qu’est-ce que le Spiritisme?) afirmó:

   “Espiritismo es una ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los Espíritus, así como de sus relaciones con el mundo corporal”.

   Más tarde, en noviembre de 1868, hablando a la Sociedad Espírita de París, el Codificador presentó un resumen de la Religión Espírita, del cual destacamos los siguientes tópicos:

   “Creer en un Dios todopoderoso, soberanamente justo y bueno; creer en el alma y en su inmortalidad; en la preexistencia del alma como única justificativa del presente; en la pluralidad de las existencias como medio de expiación, de reparación y de adelanto intelectual y moral; en la perfectibilidad de los seres más imperfectos; en la equitativa recompensa del bien y del mal, conforme el principio: a cada uno según sus obras; en la igualdad de la justicia para todos, sin excepción, (...); en el libre arbitrio del hombre, que le deja siempre la elección entre el bien y el mal; creer en la continuidad de las relaciones entre el mundo visible y el mundo invisible; en la solidaridad que religa a todos los seres pasados, presentes y futuros, encarnados y desencarnados; considerar la vida terrestre como transitoria y una de las fases de la vida del Espíritu, que es eterno; aceptar con coraje las pruebas, en vista del futuro más envidiable que el presente; practicar la caridad en pensamientos, palabras y obras en la más larga acepción de la palabra; esforzarse, cada día, para ser mejor que en la víspera, extirpando alguna imperfección de su alma; someter todas las creencias al control del libre examen y de la razón y no aceptar nada por fe ciega; respetar todas las creencias sinceras, por más irracionales que nos parezcan, y no violentar la conciencia de nadie; ver, en fin, en los descubrimientos de la ciencia la revelación de las leyes de la naturaleza, que son las leyes de Dios: es el Credo, la religión del Espiritismo, religión que se puede conciliar con todos los cultos, esto es, con todas las formas de adorar a Dios (1).

   Esta amplia apertura de ideas, esta visión ecuménica alargada, penetra en toda la producción intelectual y moral de Allan Kardec, reflejando su sintonía con las enseñanzas reveladas por los Espíritus Superiores e, igualmente, la influencia benéfica que recibió de Pestalozzi, durante su formación educacional, en Yverdun, en Suiza, en las primeras décadas del siglo XIX.

   El Codificador nos dejó una herencia que no debe ser olvidada: el respeto por la Ciencia y el verdadero sentido de la Religión, tal como aprendió con su maestro Pestalozzi y sedimentado en el contacto con el Más Allá:
   “El Espiritismo y la Ciencia se complementan uno al otro; la Ciencia sin el Espiritismo, no puede explicar ciertos fenómenos sólo con las leyes de la materia; el Espiritismo, sin la Ciencia, le faltaría apoyo y control” (2). Revelando la existencia del Espíritu, uno de los elementos constitutivos del Universo, y la interactividad constante y permanente entre la humanidad encarnada y desencarnada, el Espiritismo “toca forzosamente en la mayor parte de las ciencias” (3),desvelando una nueva visión de la realidad, que incluye la de un nuevo ser humano. Y sus principios han revelado en perfecta consonancia con los nuevos paradigmas de la Ciencia, sobretodo, con los extraordinarios avances de la física cuántica.

   Fritjof Capra, ilustre físico y humanista, resalta, en su libro, El Punto de Mutación, la necesidad de una nueva visión de la realidad, construida a partir de un modelo que se base “en la conciencia del estado de interrelación e interdependencia esencial de todos los fenómenos –fisico, biológicos, sociales y culturales”. Según cree,“esta visión trasciende las actuales fronteras disciplinares y conceptuales y tendrá que
ser explorada en el ámbito de nuevas instituciones” (4). La Medicina del futuro, propuesta por Capra, requiere muchos cambios en el paradigma vigente, una vez que adoptará la Asistencia Holística a la Salud,
considerando los procesos mórbidos como esencialmente mentales, la enfermedad como un desequilibrio que ocurre frecuentemente por una falta de integración que se puede manifestar en varios niveles del organismo, genera síntomas de naturaleza física,psicológica y social.

   Esa visión integral del ser humano empezó, para la Medicina Occidental, con Hipócrates, en la Escuela de Cós, que consideraba la salud como un estado de equilibrio entre influjos ambientales, modos de vida y varios componentes de la naturaleza humana, entre los cuales los humores y las pasiones, entendiéndose el equilibrio de los humores como armonía química y hormonal y las pasiones como interdependencias mente/cuerpo. Tenía en cuenta también el poder curativo de naturaleza que correspondía a las fuerzas curativas inherentes a los organismos vivos; el médico debería ayudar a esas fuerzas naturales, creando condiciones favorables al proceso de curación.

   En los dos últimos siglos, sin embargo, la Medicina profundizó su distanciamiento de esa visión integral del hombre, y sólo recientemente, a partir de la década de los 70,observamos la tentativa de rescate de la Medicina Espiritual, en algunas instituciones aisladas.

   El Espiritismo contribuyó para la retomada de esos conceptos más amplios. Con él, hubo insistencia en el tema de la supervivencia del alma, en la posibilidad de que esta se comunicara con el hombre; se dio la experimentación y la comprobación de los fenómenos mediúmnicos, que evidenciaron la intervención del Más Allá, llevando no sólo un grupo de sabios a lidiar sobre los fenómenos con el fin de comprobarlos, sino
también induciendo a los estudiosos a tener en cuenta la existencia del ser espiritual en el fenómeno humano, descartando la hegemonía de la materia en la explicación del comportamiento del ser humano. Como reconoció Charles Richet, fue la insistencia de Allan Kardec que llamó la atención de los sabios hacia los fenómenos paranormales. Pero el mismo Kardec resaltó que muchos fenómenos podrían ser producidos por el propio psiquismo del sensitivo, reconociendo así la posibilidad de su influencia sobre el propio
cuerpo físico.
    La visión espírita de la salud es holística: todos los procesos mórbidos son esencialmente mentales, comandados por el Espíritu y todos los fenómenos – físicos, biológicos, sociales, culturales y espirituales – ejercen influencia sobre él, que los metaboliza e integra. Según esta visión “salud es la perfecta armonía del alma” (5);constituye, por tanto, una adquisición lenta y gradual del Ser, en la medida que progresa en
conocimiento y amor, con el concurso de las experiencias recogidas en las vidas sucesivas.

   En esta conferencia, detallaremos, inicialmente, los principios espíritas, tanto los revelados, en el siglo XIX, en Francia, y reunidos en libros de la Codificación, por Allan Kardec, sobre los complementos de esta Revelación, canalizados de la Esfera extrafísica hacia la Tierra, por el médium Francisco Cándido Xavier, en Brasil, en el siglo XX.    
    Con esto, esperamos esbozar la visión espírita del hombre integral – El Ser biopsicosocioespiritual -
 
   Ahora vamos a analizar las Perspectivas de la Salud en el siglo XXI, a la luz de ese Paradigma.

   En este ejercicio, buscamos amparo en la reflexión de San Agustín: “La Fe busca, el intelecto encuentra” (6). Aunque la Ciencia no tenga por norma admitir o consultar,directamente, las veredas abiertas por la fe, ella se ha apoyado en ellas para avanzar, una vez que las teorías revolucionarias de muchos de sus genios, que cambiaron el rumbo de la vida planetaria, se han originado en los flashes de la inspiración, como bien reconoció Albert Einstein, en el prefacio del libro de Max Planck, ¿A dónde va la Ciencia?: “Así, la labor suprema del físico es el descubrimiento de las leyes elementales más generales, a partir de las cuales puede ser deducida lógicamente la imagen del mundo. Pero no existe un camino lógico para el descubrimiento de esas leyes elementales. Existe,únicamente, la vía de la intuición, ayudada por un sentido para el orden, que permanece por detrás de las apariencias, y este Einfuehlung se desarrolla a través de la experiencia.” (7)
también Emmanuel Kant, como recordó Jeffrey Mishlove (8), sustenta que es a través de la intuición que “nosotros construimos y mantenemos los elementos básicos de nuestro mundo – nuestro sentido de espacio y tiempo, de identidad, de veracidad de las cosas,nuestro sentido de belleza y bondad. La intuición, derivada de la estructura verdadera o esencia de nuestras mentes, es vista en filosofía como siendo prioritaria a toda percepción y racionalidad”.

   Así ha sido a lo largo de la historia humana, aunque viciando de forma oculta, los caminos de la fe, que se confunden con los de la intuición, han determinado el desarrollo y la evolución de todos los seres. Y ha sido así porque la intuición es esta vía secreta, de límites indefinibles e inabordables, que liga el Creador a la criatura, la “crisálida de la conciencia” a la Sublime Conciencia del Universo.

   Creemos que las revelaciones proporcionadas por el Espiritismo son zanjas innovadoras, abiertas por la fenomenología espírita, por encima de las cuales, la Ciencia transitará, construyendo las largas avenidas del progreso, con las cuales se beneficiará toda la humanidad.   La Doctrina Espírita está en las bases y se
constituye en una explicación coherente de los fenómenos y de la vida espiritual.

   Tenemos la convicción de ello. En nuestros estudios e investigaciones, no perdemos de vista, sin embargo, la recomendación de Allan Kardec:
    “El Espiritismo camina junto al progreso, y jamás será sobrepasado, porque si nuevos descubrimientos comprobaran que él está equivocado en un determinado punto, él lo modificará; si una nueva verdad se revelara, él la aceptará”.
- Marlene Nobre-                                                    ( Visitar  elespiritadealbacete.blogspot.com )
         
En las grandes calamidades, la caridad se manifiesta y se expresa en generosos impulsos para reparar los desastres; pero, al lado de esas calamidades generales, hay millares de desastres particulares que pasa desapercibidos, de personas que yacen en un camastro sin quejarse. Estos son los infortunios discretos y ocultos que la verdadera generosidad sabe descubrir sin esperar a que vengan a pedir asistencia.
Allan Kardec, en "El Evangelio según el Espiritismo"

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