CAPÍTULO III: HAY MUCHAS MORADAS EN LA CASA DE MI PADRE
ITENS 3, 4 e 5: DIVERSAS CATEGORIAS DE MUNDOS HABITADOS
Kardec, a través de los estudios de los relatos de muchos espíritus, de diferentes grados evolutivos, hizo una clasificación de los mundos habitados, clasificación relativa en comparación con la Tierra, pues aprendió que hay mundos mas atrasados y otros mas adelantados que el que habitamos.
Es interesante observar la lógica de la pluralidad de los mundos habitados (uno de los principios de la doctrina espírita), como consecuencia de la existencia e inmortalidad de dos espíritus, de su proceso evolutivo y de la creación constante de nuevos seres vivos, que un dia se transformarán en espíritus. Siendo estos inmortales, siendo la creación de los mismos constante, todos sujetos a la evolución según el libre arbítrio de cada uno, tiene que haber moradas, lugares apropiados a esos espíritus.
Cualquier persona que piensa, al mirar la noche, el cielo estrellado, aun viendo una ínfima parte del universo infinito, no puede dejar de pensar que deben existir seres vivos habitándolos.
Según las enseñanzas de los espíritus, los mundos se presentan muy diferentes unos de otros, tanto física como moralmente, de acuerdo con el grado de evolución de sus habitantes. Cuanto más atrasados, cuanto más materializados sus habitantes, más inferior es ese mundo.
Así, Kardec aprendió que existen mundos inferiores, intermedios y superiores, habiendo, en cada tipo, diversos grados de diferenciación evolutiva.
En los mundos inferiores, “la existencia es toda material, las pasiones reinan soberanas, la vida moral casi no existe”, de modo que sus habitantes viven casi exclusivamente, objetivando su sobrevivencia y la satisfacción de sus necesidades físicas y materiales.
En los mundos primitivos, donde se dan las primeras encarnaciones de los espíritus, los hombres viven más guiados por los instintos que por la razón, pues ésta ahí comienza a despertarse.
En las luchas por la supervivencia, en la satisfacción de sus necesidades físicas y biológicas, van desenvolviendo sus cualificaciones espirituales, lentamente, egocentricamente, preocupados solo consigo mismos. Ese egocentrismo nos parece absolutamente necesario para que el hombre desenvuelva más tarde, mucho más tarde, el amor por sí mismo y mucho más tarde aún, el amor al prójimo. La Tierra ya fue uno de ellos.
En los mundos intermedios, el bien y el mal se mezclan, predominando el último cuando más ruda y atrasada es su humanidad, y el primero cuanto más caminó su humanidad en su desarrollo intelectual y moral. Cuando éste último se vuelve preocupación de muchos, tal vez de la mayoría, es cuando esta mayoría busca con determinación la igualdad, la fraternidad y la solidaridad, ese mundo está preparado para cambiar de categoría.
En los mundos superiores el bien prevalece y la lucha por los valores materiales es inexistente. Se trabaja por el bien de todos, a través del bien, de la fraternidad, de la solidaridad. Cuanto más elevado, por el adelantamiento espiritual de sus habitantes, más reina la felicidad y la paz.
Kardec hizo entonces una clasificación más diferenciada entre las tres categorías, siempre de acuerdo con el grado de adelantamiento de sus habitantes: mundos primitivos, con hombres animalescos, viviendo casi exclusivamente según sus instintos, cada uno para sí y solamente después de algún desenvolvimiento de la razón, comienzan a percibir al otro como individuo igual a él ; mundos de expiación y de pruebas, conocido por nosotros, pues la Tierra es uno de ellos, donde el mal predomina y el bien encuentra dificultad para existir; mundos de regeneración, cuyos habitantes son más felices que en la Tierra, aunque aún tengan débitos que expiar. Esa expiación ya no es hecha con tanta angustia y sufrimiento como en la Tierra, pues sus habitantes comprenden como liberación de un pasado de ignorancia y faltas contra sus hermanos. Expían con alegría, en ejercicio del bien a todos; mundos felices, donde el bien supera al mal, viviendo plenos de realizaciones nobles, goces espirituales que los hombres de la Tierra todavía no tenemos condiciones de comprender;mundos celestes o divinos, moradas de espíritus purificados, donde el bien y el amor reinan absolutamente en el corazón y en lamente de todos.
Los tres primeros sirven de moradas a los espíritus sujetos a las leyes de la reencarnación en los mundos materiales, porque aún están en desenvolvimiento de su potencial espiritual.
Los últimos son para espíritus que no precisan ya más del concurso de mundos materiales. Trabajan, aprenden, crean de otras formas.Colaboran eficientemente en las obras del Padre, auxiliando a sus hermanos en su desenvolvimiento. Viven la vida plena del Espíritu Inmortal.
Los espíritus encarnados en mundos materiales no permanecen siempre en el mismo. Cuando no tienen nada más que aprender con las experiencias que él le proporciona, pasa a reencarnarse en un mundo superior, donde continúa haciendo su evolución o su desenvolvimiento. Y así sucesivamente, hasta llegar al estado de espíritu puro. Y así es como se cumplen las palabras de Jesús: " Ninguna oveja que el Padre me confío se perderá". ¡ Son sabias y perfectas las leyes divinas!.
Cuando después de un relativo desenvolvimiento intelectual,en mundos inferiores,se inicia el desenvolvimiento moral y este, creciendo en mente y en sensibilidad, siendo vivenciado dentro de las posibilidades de cada uno, la vida material va dejando de influenciar con exclusividad al hombre, de tal forma que en los mundos más avanzados, la vida, por así decir, es toda espiritual.
Conviene recordar también que dentro de los mundos de la misma categoría hay diferencias, siempre de acuerdo con el grado de evolución predominante en sus habitantes. Así, hay mundos de expiación y de pruebas peores y mejores de lo que es la Tierra.
Se puede permanecer en el mismo, cuando ese mundo cambia de categoría, continuando ofreciendo entonces, oportunidades de nuevas experiencias, más adecuadas al grado de evolución de sus habitantes. Pero desde que no se tiene nada más que aprender en el mundo en que se está, se libera el espíritu de la necesidad de reencarnar en un mundo igual al suyo.
"Los mundos son estaciones en las que ellos (los espíritus) encuentran los elementos de progreso proporcionales a su adelantamiento. Es para ellos una recompensa el pasar a un mundo de orden más elevado, como es un castigo prolongar su permanencia en un mundo infeliz o ser relegados a un mundo aún más infeliz por haberse obstinado en el mal".
Bibliografia:
1- Allan Kardec: EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, Libro Primero: Capítulo III: CREACIÓN V : pluralidad de los Mundos. Capítulo IV, PLURALIDAD DE LAS EXISTENCIAS, III y IV: Encarnación en los diferentes mundos y Transmigración Progresiva. Capítulo VI, VIDA ESPÍRITA, I e II: Espíritus Errantes y Mundos Transitórios.
2 – Emmanuel: A CAMINHO DA LUZ, capítulo III; Las Razas Adámicas.
Leda de Almeida Rezende Ebner
(Ver elespiritadealbacete.blogspot.com )
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