domingo, 2 de enero de 2011

Niños Indigo y movimiento espírita

Dora Incontri

( Es el tema continuación del anterior )




Por  Dora Incontri

¿Cómo explicar la adhesión de líderes e instituciones espíritas a una tesis tan absurda?

La entrada libre del tema “niños índigos” en el movimiento espírita brasileño revela sólo lo que los espíritas conscientes ya saben (y estos infelizmente no son todos): nuestro movimiento está lejos del camino propuesto por Kardec. Se entiende que no tomamos este “camino” como sistema de dogmas fijos, como un sistema cerrado de pensamiento. El espiritismo – como decía Kardec - debe introducirse en el mundo, en la cultura de su tiempo, debe dialogar con otras formas del pensamiento, debe continuar su camino de ciencia e investigación.

Pero para esto es necesario un método. La contribución principal de Kardec fue la creación de un método de acercarse a la realidad, que incluye la observación científica, la reflexión filosófica y la revelación espiritual. Estos tres caminos convergen hacia la búsqueda de la verdad y un elemento controla el otro. No se puede aceptar ciegamente lo que viene por la revelación mediúmnica – es necesario pasar por criterios razonables y por el análisis del método científico. A propósito, somos nosotros, encarnados, que hacemos la ciencia, y no los Espíritus, que vienen solamente a intuirnos, ayudarnos, sobretodo en el plano moral. Una ciencia que supuestamente nos viniese lista del más allá ya debería ser motivo de desconfianza y es propia de Espíritus pseudos-sabios.

En el caso de Lee Carroll, Jan Tober y el espíritu de Kryon (que la traducción brasileña cambió para el médium Kryon, cuando se trata de un espíritu que se afirma extraterrestre y, ¡el más próximo a Dios!), nos enfrentamos a una gran mistificación, con fines comerciales, sin ninguna racionalidad, ningún criterio científico… y los espíritas se embarcaron plácidamente en la idea. ¿Por qué?

Algunos lo hicieron ciertamente de buena fe, otros con intereses financieros claros, porque se trata de un tema que genera ventas, en la línea de auto-ayuda sin compromiso, aquella que encanta al lector, por traer recetas listas de cómo tratar un hijo índigo – y muchos pueden engañarse en su orgullo de tener un hijo de aura azul, predestinado a cambiar el mundo, ¡un mutante genético!

Los que aceptaron la idea de buena fe no tienen más disculpa, principalmente cuando se trata de líderes, formadores de opinión, que publican libros, hacen conferencias, porque deberían tener la responsabilidad ética e intelectual de hablar sólo sobre lo que investigaron en profundidad y manifestar así una opinión avalada sobre el tema. A los que hacen publicaciones con fines comerciales, no tenemos nada que decir. Kardec advertía que contra los intereses no hay hechos que prevalezcan.

Es necesario aclarar perfectamente lo que criticamos en la cuestión de fines comerciales, pues tenemos también una editora y podemos ser mal interpretados. Es obvio que el sector editorial espírita necesita ser profesional, mover dinero, contratar gente, trabajar con base en el profesionalismo y no como amateurs. Esto también es válido para una escuela, una universidad, emprendimiento cualquiera que lleve el nombre espírita. Es decir, tenemos pleno derecho ético de vender un libro espírita (porque sino no podremos publicar otros), cobrar un curso o un congreso, con fines de cubrir los costes e, incluso, para reinvertir en la propia divulgación del espiritismo. Lo que criticamos, es lo que es propio de la mentalidad capitalista, es cuando ponemos el lucro al frente del ideal. Es decir, cuando traicionamos los principios de la doctrina espírita, para ganar dinero, publicamos cualquier cosa, se hace cualquier negocio, para conseguir dividendos y buscar con esto enriquecimiento personal.

Es esto lo qué el capitalismo preconiza: Ganancias por encima de todo y principios éticos totalmente descartables y secundarios. La calidad de un producto, las responsabilidades sociales, ideología, moral quedan subordinadas al deseo de una venta fácil. ¡Las editoras espíritas que trabajan seriamente, con cultura y libros con contenidos importantes, saben todo lo que es necesario sacrificarse para mantener muy alto el ideal!

La carencia de espíritu crítico

Otro aspecto comprometedor que aleja el movimiento espírita del camino de Kardec es la ausencia de crítica, de discusiones y examen libre de temas. Cuando surgen a menudo algunos críticos, cometen el equivoco de discutir sobre personas, en lugar de discutir ideas. Pero la gran mayoría, acostumbrada a la cultura del “brasileño cordial”, aumentado por el estereotipo de “espírita samaritano”, no está acostumbrada a ningún ejercicio de crítica constructiva. Se considera que la crítica es una falta de caridad.

Sin embargo, Kardec, en los 12 volúmenes de la Revista Espírita, estableció una discusión elocuente, perspicaz y, muchas veces, usando aquel elegante espíritu francés de ironía, para colocarse delante de adversarios y para esclarecer cuestiones polémicas. No es que transformase las páginas en arena de combate, pero no dejaba de ejercitar el saludable espíritu de análisis critica, incluso como instrumento de construcción del conocimiento espírita.

Todos los grandes pensadores actuaron así. Basta recordar a Sócrates, con su elegante ironía, discutiendo con los sofistas; basta remembrar a Descartes, con su método racionalista, desmontando la teología jesuítica. Toda la historia del pensamiento humano se sustenta en el debate de ideas.

Cuando el debate implícitamente se prohíbe, crease un autoritarismo disfrazado, la idolatría por líderes, que pasan a pontificar sin ningún cuestionamiento, dominando las consciencias, y no hay progreso y ni libertad del pensamiento.

Es esto qué se ve actualmente en el medio espírita. Cualquier persona puede publicar, hablar, pontificar lo que sea, y nadie rebate una coma, nadie hace una objeción. Por eso, se multiplican los absurdos y estamos inmersos en una avalancha de frivolidades.

Mientras no aprendamos a debatir sin melindres, a discutir sin pasiones personales, a criticar constructivamente y a ejercitar el libre-examen (que ya Lutero proponía hace 500 años), no tendremos un movimiento espírita esclarecido y progresista, que no absorba mistificaciones tan groseras como esa de los niños índigos. Obviamente que sólo es posible criticar constructivamente a partir de un conocimiento profundo de las cuestiones. Para esto, es preciso estudiar a Kardec y buscar siempre ampliar nuestro horizonte cultural.

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