martes, 1 de agosto de 2023

Semítico de dos regiones con varias historias

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

 1,. Orar,  ¿ Para qué ?

2.- Los reveladores

3.- ¿Por  qué el Cristianismo no acepta la Reencarnación ?

4.- Semítico de dos regiones con varias historias

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ORAR, ¿ PARA QUÉ ?

                                                                          


  Cierta vez preguntaron a Gndhi: ¿ Qué gana usted orando regularmente? 

Él respondio: 

- Generalmente no gano nada, pero sí pierdo cosas:

 Y citó todo lo que perdió orando a Dios regularmente:

- Perdí el orgullo.

-Perdí la arrogancia.  

- Perdí la avaricia.

-  Perdí la envidia.

- Perdí mi rabia.

- Perdí el placer de mentir.

. Perdí la impaciencia.

- Perdí el desespero.

- Perdí elo desánimo

  A veces oramos, no para ganar algo, sino para perder cosas que no nos permiten crecer espiritualmente. La oración educa, fortalece y cura.  La oración es el canal que nos conecta directamente con Dios creador.

- Zeferino y Marlene Goulart- ( De su blog  "Doctrina Espírita Paz, Amor y Caridad)


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                                     LOS REVELADORES

“Es, pues, rigurosamente exacto decir que casi todos los reveladores son médiums inspirados, auditivos o videntes. De ahí, entre tanto, no se debe concluir que todos los médiums sean reveladores, ni menos aún, que sean intermediarios directos de la divinidad o de sus mensajeros.”

Allan Kardec, La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo. Cap. 1. Ítem 9, Carácter de la Revelación Espírita

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¿Por qué el Cristianismo no  acepta  la Reencarnación?

 

     Es evidente que las religiones cristianas actuales, con sus dogmas ya ancestrales creados para dominar y controlar a los pueblos sobre los que imponían sus criterios, si admitiesen la reencarnación, sería como “tirar piedras a su tejado”, porque quedarían alejados de la pretendida  verdad sostenida por ellos, su verdad, que siempre han pretendido imponer por cualquier medio. 

     Así por ejemplo, si admitiesen la idea de la reencarnación, no podrían aceptar el concepto de la salvación por la gracia, a través  de un “sacramento” que  administra un sacerdote o ministro, tantas veces más atrasado espiritualmente que el penitente confesado.

     También muchos  dogmas religiosos “volarían”, y con tan solo uno que vuele, vuelan todos, pues caerían todos, uno tras otro, como un castillo de naipes, pues habiéndose  autoproclamado representantes de Dios y de Jesús Cristo en la Tierra, y dueños exclusivos de verdades absolutas y eternas, con menosprecio de otras verdades y criterios que se sustenten desde otras religiones, bien porque no les convengan o simplemente porque no encajan con lo establecido doctrinalmente por ellos mismos, si tan solo una de esas verdades exclusivas fuese desmentida por la evidencia filosófica o científica que se desprende de la reencarnación, ya no estarían en situación de seguir proclamando la Verdad, como un patrimonio exclusivo de ellos, y por tanto ya no podrían continuar empeñados en mantener que ellos están en posesión de la verdad  plasmada en  esos dogmas impuestos en su doctrina como verdades absolutas, pero que sin embargo resultan falsas o poco creíbles a la luz de la razón y de  la lógica.

     La cuestión de la Reencarnación, no dejará de ser un problema para el actual Cristianismo tal y como está establecido, porque el conocimiento de la misma, es un hecho cada día más evidente y asumido a nivel popular, lo cual merma y socava cada vez más la credibilidad en ciertos dogmas religiosos establecidos, que se oponen a la lógica de la reencarnación porque estos han sido proclamados y sostenidos como verdades absolutas, pero una verdad trascendente, tan evidente y hasta científicamente demostrada como lo es la Reencarnación, desde luego deja en evidencia muchos de estos dogmas religiosos.

    Al ser humano actual  le resulta contradictorio que una filosofía o credo religioso, continúe empeñado en ignorar a propósito una realidad  tan fundamental, cierta y evidente como lo es la Reencarnación, aunque sobre todo a los materialistas les siga sorprendiendo  la presencia, cada vez más, de los llamados “niños prodigio”, para los que su única explicación es la de que son “muy listos” porque han heredado los genes de sus ancestros. (¿De verdad se lo podrán  creer del todo?). Asimismo ignoran (no se si a propósito), las pruebas y evidencias como la comprobación de los recuerdos en los niños de vidas pasadas, las marcas de nacimiento, como secuela de heridas o traumas vividos en una existencia anterior, o los recuerdos vividos de vidas anteriores, muchos de ellos demostrados como ciertos, han sido utilizados como terapia por algunos psícólogos especializados, para revivir y superar los traumas sufridos en alguna vida anterior.  Esos recuerdos reales y comprobados, no pueden ser transmitidos genéticamente, pues son algo personal de los que los tienen y no de ninguno de los ancestros que se los hubieran podido transmitir.  

       - José Luis Martín- 

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SEMÍTICO DE DOS REGIONES CON VARIAS HISTORIAS

¿Cómo analizar el conflicto entre  los judíos y palestinos? Si siguiéramos la lógica de quien llegó el primero a la región, entonces los palestinos (antiguos filisteos)  tienen la razón, pues estaban allá mucho antes de Isaac. En este caso, los judíos deberían abandonar Palestina  y volver a ser un pueblo errante, como era Jacob y sus hijos, o entonces deberían pedir ciudadanía en Irak y mudarse allá, que es donde  quedaba la ciudad de Ur, de la que salió Abrahán (que también fue padre de Ismael).

La cuestión de utilizar el criterio de quien llegó el primero a la región puede generar dudas, pues aunque pese a que los filisteos (antepasados de los actuales palestinos, habitaron en esa región  mucho antes de los israelitas, es posible que otros pueblos  hayan sido expulsados por los filisteos a fin de tomar su lugar. Por lo tanto, los palestinos  pueden basarse en el argumento, no de quien estaba primero en la tierra, sino de quien la conquistó. El quid de la cuestión está ahí, pues en ese caso, el derecho pasó a ser de los judíos actuales, que conquistaron la tierra  de otras  personas que los antecedieron.

 En rigor, el conflicto contemporáneo tiene sus raices en el movimiento sionista y en la creación del Estado de Israel, no reconocido por los palestinos. La situación  se intensificó a partir de la Primera Guerra Mundial, con  el fin del Imperio  Otomano, y Palestina que formaba parte de él, pasó a ser administrada por Inglaterra. La región poseía 27.ooo Km cuadrados y abrigaba una población árabe de un millón de personas, mientras que los habitantes judíos  no ultrapasaban los 100.000 mil. Inglaterra  apoyaba el movimiento sionista, creado al final del siglo 19 con el objetivo de fundar un Estado judaico en la región de palestina, considerada la cuna del pueblo judío. Después de la guerra se produjo una gran emigración de judíos para el lugar.

En la década de los 30, con la ascensión del nazismo en Alemania y el aumento de las persecuciones contra los judíos en Europa, la emigración judaica para la región creció vertiginosamente. Terminada la Segunda Guerra Mundial  y el fin del Holocausto, que llevó al exterminio de seis millones de judíos, la creciente demanda  internacional por la creación de un estado israelita hizo  que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobase, en 1947, un plan consist5ente en partir  a Palestina  en dos Estados: uno judío, ocupando el 57% de área,  y otro palestino (árabe)  con el resto de las tierras. Como percibimos, esa partición desigual en relación a la ocupación histórica,  desagradó a los países árabes en general. Es comprensible que más allá de la cuestión religiosa, los actuales conflictos  tengan también que ver con la territorialidad, con la economía y con las relaciones sociales concretas.

En ese funesto escenario, quedamos sorprendidos ante la espectacularización televisa en horario normal, exhibiendo los dramas reales  que vienen ocurriendo en la región, protagonizados por semitas y eliminándose unos a los otros, en actitud  de venganza por causas complejas. En esa lucha desigual los hijos de Isaac tienen el poderío material, poseen armas de guerra potentes, aplastando  inapelablemente a los hijos de Ismael, que por contar con solo pedazos de piedras, apelan a una especie de haraquiri con bombas.

El reverso de esa situación lo encontramos  en Brasil, donde árabes y judíos hacen una competición al servicio del bien. En San Paulo, por ejemplo, esa  inteligente rivalidad se efectúa  a través de la edificación de dos instituciones primorosas: el  Hospital Sirio-Libanés  y el Hospital Albert  Einstein. ¿Cuándo en la región Palestina, árabes y judíos  trabar una competición  para el bien, en vez de  lanzarse bombas y piedras unos a  otros?

Mirando hacia atrás en la historia de los árabes y palestinos, sabremos que estos descienden de Ismael, hijo bastardo  de Abraham con Agar, la esclava egipcia de Sara (esposa de Abraham y estéril allá en aquella época), recordando aquí que la gravidez fue consentida por Sara. Más tarde, la esposa de Abraham quedo embarazada y dio a luz  a Isaac, del cual  son descendientes los judíos.

Folclórico o no, por el hecho de poseer madres diferentes, Isaac ( el hijo de Sara) e Ismael (el hijo de Agar) dejaron para los descendientes dos naciones, dos pueblos con índole de aversión, que vienen luchando el uno contra el otro desde los más sangrientos inicios  de las generaciones oriundas de ellos, o sea, desde hace más de 3.500 años.

Se narra que durante el destete de Isaac, su padre Abraham hizo una gran fiesta para conmemorar el hecho, oportunidad en la que Ismael trató de hacer gracejos contra su hermano. Sara no aprobó la situación familiar, exigiendo a Abraham que rechazase a  Agar y a su hijo Ismael. Desde entonces, madre e hijo se tuvieron que marchar al caluroso desierto y caminaron por tortuosas rutas de sufrimiento.

En la tradición bíblica ese episodio está consignado de la siguiente forma: “Porque por Isaac será llamada tu descendencia”. (1) entretanto, hay una referencia de folletos divinos igualmente  para Ismael, el bastardo. Veamos: “¿Qué tienes Agar? No temas, porque Dios oyó la voz del niño desde el lugar donde está. Yérguete, levanta al niño y tómale por la mano, porque de él haré una gran nación.”(2)

¿De qué manera la humanidad actual podrá ayudar a los palestinos, hijos de Ismael, y a los judíos, Hijos de Isaac, a solucionar esos dilemas históricos? ¿Será a través  de los canales diplomáticos de la ONU, de la acción de los que luchan por la Justicia, por la Dignidad Humana, por la Paz?

Creemos que los judíos y los palestinos pueden convivir, con el respeto reciproco, cambiando el fusil por el abrazo,  cambiando la exclusión por la aceptación, cambiando  la incomprensión por la tolerancia. Quién sabe  si el Espiritismo, en esa coyuntura, podrá llevarles el Mensaje del Evangelio, consustanciando la ley de amor, de fraternidad, del perdón, de la reencarnación, de la comunicabilidad de los desencarnados, transformando  gradualmente la ley de Moisés y del Corán, justificados por la ley del talión (ojo por ojo, diente por diente) que ha generado cada vez más odio sobre odio, tal como estamos presenciando en  esa guerra de Oriente Medio!

Jorge Hessen

(Adaptación y corrección de J.L.Martín)

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