INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Mediumnidad
2.- Vampirismo y desencarnación
3.-Cambio de ciclo evolutivo: Comencemos por nosotros mismos
4.-De las evocaciones
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MEDIUMNIDAD
" El Espiritismo es una doctrina que abarca todo el conocimiento humano, incorporando las dimensiones espirituales que le faltan para la visualización de la realidad total. El Mundo es su objeto, la Razón su método, y la Mediumnidad es su laboratorio." - (J. Herculano Pires).
La palabra médium significa, de acuerdo con su etimología latina, intermediario. Un médium es la persona que sirve de intermediario entre el mundo espiritual y el mundo corporal.
Mediumnidad es la facultad poseída por esa persona. Por medio de ella actúa como puente entre dos humanidades: la visible y la invisible.
La mediumnidad es una facultad humana natural, no sobrenatural. La comunicación entre los mundos visible e invisible, es un hecho natural, y se establece valiéndose de un médium, es decir, de una persona con una constitución psíquica que le permite actuar como intermediario. Nada hay de sobrenatural en los hechos mediúmnicos, por más que sus leyes escapen todavía a una comprensión plena y no hayan encontrado el lugar adecuado en el acervo de los conocimientos científicos..
En un sentido amplio, todos los seres humanos poseemos mediumnidad, tal como lo confirma Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo:
"Toda persona que siente en mayor o menor grado, la influencia de los espíritus, es un médium. Siendo esta facultad inherente al hombre, no constituye por tanto un privilegio exclusivo. De allí que haya pocos que no posean algunos rudimentos de ella. Es posible afirmar entonces, que todos los seres humanos, en mayor o menor medida, son médiums".
Adoptando un criterio más restringido, se llama médium a quien ostenta esa facultad de modo ostensible, bien caracterizada, evidenciando sus manifestaciones con cierta frecuencia e intensidad. Puede denominarse a esta, como mediumnidad dinámica y emplear la expresión de mediumnidad estática en aquella forma genérica, indefinida, de mediumnidad, caracterizada por expresiones leves y circunstanciales que pertenecen de modo general, a la naturaleza humana.
La mediumnidad es independiente del sexo, raza, edad, nivel cultural o económico de la persona, de su inteligencia, moralidad, o inclusive, de su creencia en ella o no, ya que es una propiedad específica del sistema nervioso, una facultad de naturaleza psicobiológica, caracterizada por la descentralización de los principios constitutivos del médium, y en algunos casos, por distorsiones en el proceso de acoplamiento entre el espíritu, su envoltorio periespiritual y el cuerpo físico.
De modo que, pudiendo la facultad del médium estar vinculada a conductas desviadas en que haya incurrido en el pasado, o por el contrario, a comportamientos sublimes, es evidente que ella no depende de las condiciones morales, y por eso encontramos médiums integrados en tareas idealistas, traduciendo ideas cristalinas, edificantes, y otros incurriendo en las más deplorables perversiones, dando cabida a expresiones turbias y desequilibradas. De modo que siendo la mediumnidad neutra por naturaleza, es u correcto empleo el que le confiere su sentido moral.
- Jon Aizpúrua- ( de su obra "Tratado de Espiritismo")
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VAMPIRISMO Y DESENCARNACIÓN
La mente es una dinamo generadora de energía cuyo potencial y finalidad están gobernados por el comportamiento moral, por el deseo de quien lo emite. Hay enfermedades de diferentes procedencias que se instalan bajo la contribución de la conducta mental de los propios pacientes, dando margen a fenómenos de auto destrucción a corto o largo plazo, de desarticulación de las defensas psíquicas y orgánicas; cuando irrumpen problemas graves en el área de la salud, con muchas dificultades para un diagnostico correcto, cuanto para una terapia segura.
El hombre, es intrínsicamente, lo que piensa, siendo ese su
mecanismo mental el resultado de sus experiencias procedentes, de
otras reencarnaciones lo que motiva las fijaciones, las preferencias, los ideales
sustentados. De más alto valor es, por tanto, el cultivo sistemático de los
pensamientos positivos, de las ideas ennoblecedoras, de la conversación
edificante, por las aspiraciones optimistas que facultan la renovación de los
paisajes íntimos y la sustitución de los clichés, infelices, propiciadores de
enfermedades, de turbaciones del razonamiento, desajustes de todo tipo. Nadie
huye de si mismo, por más extraña y dispersa que sea la siembra, la cosecha se
hará de forma compulsoria en el mismo campo y mediante los mismos elementos
esparcidos.
El tiempo, ese benefactor ignorado y paciente, se encargará
de ajustar y poner en sus debidos lugares todo cuanto se encuentra en
desconcierto y desequilibrio.
Cada vida es un libro abierto, rico de experiencias y lecciones de las cuales se pueden retirar provechosas enseñanzas para la realización interior. Aun de las existencias más oscuras fluye un manantial de alto valor, si sabemos evaluar las realizaciones y sufrimientos, las luchas y renuncias, los esfuerzos y los silencios vividos para la adquisición de la felicidad, según el parecer de cada criatura.
La alucinación cuando se apodera del hombre, lo aparta de Dios,
de cualquier sentimiento religioso, siempre aturdido, cultita
formar-pensamientos que nutre sus adversarios desencarnados, recibiendo, con
incidencia poderosa, las respuestas de ellos transformada en energía deletérea,
que arruina la vida física y mental ya muy aquejada.
Hay personas que se hacen odiar, por millones de criaturas y,
aparentemente prosperan, gozan de salud, parecen vivir felices… En verdad, no
escapan de si mismo, dominados por la trama cruel que movilizan,
transformándose en instrumentos de la vida que los hombres necesitan sufrir,
con el fin de despertar para los valores más altos de la existencia. Son
látigos que azotan con impiedad las espaldas de la sociedad desatenta,
connivente, expiando sus arbitrariedades en las manos más canibalescas en los
rigurosos procesos de la evolución.
“Hitler se creía predestinado por la Providencia para reunir a los
pueblos germánicos, recordando existencias precedentes, cuando desempeñó
relevante papel histórico en la comunidad europea, y cuantos males se
permitía o autorizaba practicar se suponía bajo divino designio para
producirlo, enloquecido de soberbia y de maldad. Es cierto que la
Divinidad no necesita de hombres arbitrarios para establecer en la Tierra, la
justicia, el equilibrio y la paz. Desde que se levanten falsos árbitros
del derecho y del orden, apoyados en postulados equivocados o falsos,
se tornan, por si mismos, mecanismos de probación de expurgo, bajo cuyas
prepósitos sucumben los que se encuentran incursos, como delincuentes, en los
Soberanos Códigos, reparando de esta forma los gravámenes y
crímenes perpetrados… En la furia que los domina, la sed de sangre y de
destrucción los impide de absorber, por el momento, las ondas de la reacción
del odio y del rencor, no imposibilitándoles, todavía, de intoxicarse con las
propias emanaciones psíquicas y espirituales, así como las de aquellos que los
siguen de la Erraticidad, llevándoles a suicidios salvajes o a la total
alineación…
El estado mental y las acciones morales de cada criatura responden
por sus legítimas conquistas, aquellas que se le incorporan
ineludiblemente, a la realidad interior. En consecuencia el hombre
conforme vive, así desencarna, experimentando las presencias espirituales con
las cuales se afina y atrae, de la misma forma que los sentimientos cultivados
se les transforman en amarras constrictoras o alas de liberación. La desencarnación
es momento grave para todos los Espíritu, que al desembarazarse de las
ligaduras que le retienen en la tierra, para la prosecución de la vida en
nuevas experiencias, continuación natural de las que nos permitíamos vivir.
Los vampirismos, generalmente, son una etapa avanzada de alineación y zoantropía de los desencarnados que caen en las garras de la propia insania, dejándose dominar por mentes impiadosas de la Erraticidad inferior, las cuales se atribuyen el gobierno de los destinos que les permiten el sometimiento, en razón del comportamiento alucinado mantenidos durante su presencia en la Tierra… Sus victimas encarnadas, por otro lado, experimentan las punzantes angustias que se derivan de la coyuntura infausta, en subyugaciones crueles, de largo curso, que se prolongan más allá del túmulo. En otro aspecto, el vampirismo entre desencarnados que se odian, constituye un lamentable acontecimiento que sensibiliza y propone inmediata transformación en quien lo observa, sin que los implicados en la ruda lucha, consigan experimentar breve pausa, aunque sea para reflexión o reposo.
Los vampiros absorben las ultimas energías del cadáver del recién
desencarnado que permanecen en la sangre expelida, arrojándose sedientos de
sangre sobre animales abatidos siendo el resultado de los desmanes de unos y
otros, victimas y verdugos que se mancomunan, mediante infeliz vinculación,
produciendo paisajes infinitamente constrictores y generando reductos
colectivos de expiación inimaginables para los domiciliados en el cuerpo
físico. En los Espíritus desencarnados, que se movieron en la línea de la dignidad
y del equilibrio, esos reductos de sombra y purgación permanecen ignorados,
hasta cuando se les hace necesario que dispensen socorro a aquellos que allí se
detienen y les son queridos o conocidos que ruegan o aguardan ayuda…
Todo son lecciones que propician el crecimiento espiritual de quien anhela, realmente, por la propia espiritualización.
Cada
día aumentan los fenómenos obsesivos y las desencarnaciones infelices se tornan
más comunes en razón del esclarecimiento que fue desdeñado, cediendo lugar a la
indiferencia y a la desgracia…
¡Si
viven! Por eso los panoramas de perturbación variada, en los campos terrenos,
cada vez más lamentables, que el bendito dolor se encargará de modificar en la
sucesión de los tiempos.
Felices
aquellos que se dan cuenta de los deberes a ejecutar y se empeñan en los
esfuerzos de la edificación de la responsabilidad activa sin mecanismos
exculpatorios o justificaciones livianas, destituidos de cualquier legitimidad…
La
muerte es solamente un cambio de traje, sin el descartar de los ropajes
fluiditos que condensan la materia. Los aparatos externos se rompen y se
desgastan, aun cuando permanezcan las matrices fomentadoras de sus formas,
manteniendo la capa envolvente del espíritu que, en el caso de vivir
experiencias groseras, favorece la prolongada subyugación vampirizador.
En los
casos de Espíritu equilibrados, las dinamos psíquicas que se encargan de
elaborar las fuerzas fluídicas producen energiza de peso especifico, que alzan
al ser a regiones de plenitud superior, embelleciéndolo y proporcionándole paz
por ausencia de condicionamientos perniciosos y de intoxicación por venenos
vibratorios.
La vida
late en todas partes dentro de los patrones establecidos por el Padre, sin
embargo, se exterioriza conforme el nivel evolutivo de los grupos sociales y de
los individuos que en ella se mueven y agitan.
La
rampa del abismo, tanto como el ascensor que lleva a los altos planos, son
elaboradas por cada Espíritu, conforme aspire a la caída o a la elevación.
Trabajo
realizado por Merchita
Extraído del libro “Cuadros de la Obsesión” de Divaldo Pereira Franco.
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CAMBIO DE CICLO EVOLUTIVO : COMENCEMOS POR NOSOTROS MISMOS
De las evocaciones
Consideraciones Generales
Los Espíritus pueden comunicarse espontáneamente o venir a nuestro llamamiento, es decir, por medio de la evocación. Algunas personas piensan que deben abstenerse de evocar tal o cual Espíritu, y que es preferible esperar al que quiera buenamente comunicarse. Fundan esta opinión en que llamando a un Espíritu determinado no se tiene certeza que se presente el mismo, mientras que el que viene espontáneamente y por su propia voluntad prueba mejor su identidad, puesto que de este modo manifiesta su deseo de hablarnos. Creemos que esto es un error. primeramente, porque hay siempre alrededor nuestro Espíritus lo más a menudo de baja esfera, que no desean otra cosa que comunicarse; en segundo lugar, y también por la última razón no llamando a nadie en particular, se abre la puerta a todos los que quieren entrar. En una reunión el no conceder la palabra a nadie es dejarla a todos y se sabe lo que resulta. El llamamiento directo que se hace a un Espíritu determinado, es un lazo entre él y nosotros ; le llamamos por nuestro deseo y de este modo oponemos una especie de barrera a los intrusos. Sin un llamamiento directo, un Espíritu no tendría muchas veces ningún motivo para venir a nosotros, no siendo nuestro Espíritu familiar.
Estos dos modos de obrar tiene cada uno sus ventajas, y el inconveniente no estaría sino en la exclusión absoluta del uno de los dos.
Las comunicaciones espontáneas no tiene ningún inconveniente cuando se conocen los Espíritus y se tiene la certeza que los malos no tomarán ningún imperio; entonces es muchas veces útil esperar la complacencia de los que quieran manifestarse, porque su pensamiento no sufre ninguna opresión, y de este modo se pueden obtener cosas admirables; mientras que no se sabe si el Espíritu que llamáis está dispuesto para hablar o sea capaz de hacerlo en el sentido que desea.
El examen escrupuloso que hemos aconsejado es, por lo demás, una garantía para las malas comunicaciones. En las reuniones regulares, sobre todo en aquellas que uno se ocupa de un trabajo continuo, hay siempre Espíritus acostumbrados que se van a la cita sin que nadie les llame, porque en razón a la regularidad de las sesiones, ya están prevenidos; a menudo toman la palabra espontáneamente para tratar algún asunto, desarrollar una proposición o prescribir aquello que debe hacerse, y entonces se les reconoce con facilidad, sea por la forma del lenguaje, que siempre es idéntico,sea por la escritura, sea por ciertas costumbres que les son familiares.
Cuando uno desea comunicarse con un Espíritu determinado, es de toda necesidad evocarlo.
Capitulo xxv El Libro de los Mediums.
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