sábado, 12 de agosto de 2023

Violencia: Grave problema social

  INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- La conquista de la felicidad            

2.-Asumiendo responsabilidades   

3.- Lazos de familia

4.- Violencia: Grave problema social

                                           **********************************

                                       

     LA CONQUISTA DE LA FELICIDAD 

(Del libro: Encuentro con la Paz y la Salud Divaldo Franco/Joanna de Ângelis) 

(Párrafos seleccionados del Capítulo 7 )

El ser humano está destinado a la felicidad, que constituye para él un gran desafío. Para lograrla, debe recurrir a todos los valores que se hallan a su alcance. 

Nadie debe considerar a la felicidad como un estado de plenitud con ausencia de acción, mediante la cual el no hacer nada generaría contentamiento o despreocupación. Esa inercia, si llegara a ocurrir, conduciría al individuo al estado amorfo, de tedio dorado, en el cual la ociosidad conspiraría contra la armonía emocional.

 La búsqueda de la felicidad es, pues, esencial, para experimentarla a partir del momento en que esta comienza. No será por haberla conseguido que se instalará en la mente y en el comportamiento, sino que la intención misma de lograrla favorece, por anticipado, la satisfacción de bienestar. 

Qué es la felicidad .- La felicidad es el sentimiento agradable que resulta de las emociones saludables, aquellas que aportan calma y enriquecen de júbilo, eliminando las sensaciones perturbadoras. De ese modo, se puede experimentar la felicidad incluso en los estados orgánicos deteriorados, a partir de la comprensión de los mismos y su aceptación, que es una especie de entendimiento mediante la razón. 

Cómo alcanzar la felicidad,.  La felicidad se consigue cuando cada uno se convierte en administrador de su propia existencia, y está en condiciones de establecer los métodos de una conducta saludable y respetarlos, para su propia edificación, (…) Nunca estará de más repetir que el Espíritu elabora su destino, y que él es quien siembra y quien cosecha todo lo que realiza.

 Placer y Felicidad.- El placer está más vinculado a los sentidos físicos, aunque se exprese también en el área emocional a modo de satisfacción ante los resultados conquistados. La felicidad es consecuencia del autoconocimiento, de la identificación del Self con el ego, que se adapta a las imposiciones superiores y comienza a experimentar las emociones y los sentimientos de belleza, armonía y tranquilidad.  

- Centro Barcelonés de cultura espírita- Afiliado a CEPA Internacional-

                                                       

                                            ********************************


                                                            

      ASUMIENDO RESPONSABILIDADES

Uno de los niveles más altos e importantes de nuestra evolución espiritual es el de asumir nuestra RESPONSABILIDAD de todo lo que enfrentamos.
Paremos de echarle la culpa a otras personas por el sufrimiento que nos causaron, tenemos que estar conscientes que las decisiones que hemos tomado a lo largo de nuestras vidas, son las únicas causantes de lo que hoy enfrentamos.
Al igual de asumir todas las consecuencias de nuestros actos y reacciones pasadas, también tenemos que asumir la responsabilidad que tenemos al dejarnos ser manipulados por factores ajenos a nosotros.
La responsabilidad es NUESTRA, así estemos conscientes de eso o no. La Ley de Atracción no sabe distinguir entre sí estamos o no conscientes de lo que hacemos.
Como espíritas tenemos conocimiento que atraemos aquello que se asemeja a nuestras vibraciones, por eso es tan importante mantener nuestras energías lo más altas posibles todo el tiempo, para que se nos sea más fácil reconocer energías ajenas que por un descuido de nuestra parte, por alguna ira, discusión o disgusto haya provocado que entidades de un nivel más bajo puedan tener acceso a nosotros.
En el instante que hacemos algo, las energías de ese acto, serán despachadas al Universo y las consecuencias así sean buenas o malas, estarán creando o bien nuestras bendiciones o nuestras pruebas.
No sólo debemos de aceptar las pruebas que hemos creado , sino que también tenemos que ser conscientes de que todo lo bueno que nos ha tocado vivir, no ha sido por un acto de magia, esas bendiciones también las merecemos y nunca debemos de sentir remordimientos por haber sido recompensados, porque eso también forma parte de nuestros actos pasados.
Es preciso siempre tener presente que todo lo que llega a nosotros es definitivamente merecido.

Mercy Íngaro-

********************************




LAZOS DE FAMILIA

773. ¿Por qué entre los animales los padres y los hijos ya no se reconocen más cuando estos últimos ya  no tienen  necesidad de cuidados?

- Los animales llevan una existencia material y no una vida moral.- La ternura de la madre para con sus pequeños tiene por principio el instinto de conservación de los seres que dio a luz. Cuando esos seres pueden bastarse a sí mismos la tarea de aquélla ya ha sido cumplida y la Naturaleza no le pide más. De ahí que los deje a fin de dedicarse a sus nuevas crías.

774. Hay personas que, del abandono que hacen de sus hijos los animales, deducen que en el hombre los lazos de familia son sólo un resultado de las costumbres sociales y no una ley natural. ¿Qué debemos pensar de esto?

- El hombre tiene un destino diferente al de los animales. ¿Por qué pretender siempre equiparar a aquél con éstos? En él hay algo más que necesidades físicas: existe la necesidad del progreso. Los vínculos sociales son necesarios al progreso y los lazos de familia estrechan esos vínculos sociales. He aquí por qué los lazos familiares constituyen una ley de la Naturaleza. Dios ha querido que los hombres aprendieran así a amarse como hermanos. (Ver párrafo 205).105

775. ¿Cuál sería para la sociedad el resultado de la relajación de los lazos familiares?
- Un recrudecimiento del egoísmo.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC

                                   ******************************************


                                                            

VIOLENCIA: GRAVE   PROBLEMA SOCIAL

La moral en la conciencia del hombre hace que este se comporte como un ser civilizado, es por esa razón que  llamamos seres civilizados a aquellos que los valores morales rigen su vida social. Es la conciencia-moral  la que nos ofrece  un dato positivo, una realidad antropológica y social que nadie puede animarse a negar. Ella influye sobre nuestra vida, sobre nuestro comportamiento en las relaciones humanas y, por eso, se proyecta de una manera innegable en el plano de lo sensible.

Sabemos que la conciencia varía de grados en lo relacionado con su estructura y su coherencia. Y sabemos también cuales son los peligros concretos de una conciencia inmadura, aun no suficientemente definida, y, por tanto, indolente o incoherente, contradictoria, que puede producir catástrofes en el ámbito de su influencia o de su dominio. Las variaciones de la moral entre los grupos humanos y las mismas civilizaciones devienen más del grado evolutivo de la conciencia dominante en la sociedad que de los factores meso lógicos y sus consecuencias económicas. 

En el plano religioso, la conciencia es un factor determinante de la realidad religiosa. La conciencia judaica de Saulo de Tarso hizo de él un perseguidor sanguinario de los cristianos primitivos, el lapidador cruel de Esteban. Mas, al reaccionar su conciencia ante los principios cristianos, él se transformó en el Apóstol de los Gentiles y en el mayor propagador del Cristianismo.

Las exigencias de la conciencia son siempre las mismas en todos los hombres. Las variaciones de grados y de coherencia son consecuencia del proceso de maduración y de las condiciones del medio y de la educación. La conciencia madura en la proporción en que las experiencias van revelando al Espíritu su ansia latente de trascendencia. La voluntad de poder -de Nietzsche-, es el primer impulso que lleva al hombre, todavía en la selva, a querer sobrepujar a los demás, elevándose por encima de las condiciones generales del medio. Ese impulso se prolongará en el proceso evolutivo. El hombre se envanece de su capacidad de subyugar a su prójimo, de mandar o de imponer miedo, respeto, sometiéndolo todo a su voluntad. Su conciencia se abre en el plano individual, pero, encerrándose en si misma. Es el reconocimiento de su poder que, naturalmente, lo embriaga y lo conduce hacia excesos peligrosos. Pero en la proporción en que las ligaciones del clan se desarrollan, el parentesco, la simpatía y las afinidades se manifiestan, la embriaguez del poder va siendo atenuada, contenida por el influjo de los límites inevitables. Luego, el agotamiento progresivo de las fuerzas físicas y el peligro por las enfermedades, a la competición con iguales o más fuertes que él, y, por fin, a la certeza de la muerte, irán abatiendo su arrogancia. 

En las reencarnaciones sucesivas esas experiencias se renuevan, pero el impulso de la  trascendencia se acentúa, llevándolo a procurar otros medios de superación: El poder social, la hipocresía, la estrategia de las posesiones materiales y de las posiciones de mando. 

Sólo lentamente, durante el transcurso del tiempo, aprisionado por las reacciones que lo enredan en situaciones difíciles, muchas veces torturantes, su conciencia comienza a abrirse hacia el respeto a los derechos de los demás La interacción social, en la reciprocidad de las obligaciones y de las necesidades, en la transformación de los instintos en sentimientos, irá poco a poco despertándolo hacia nuevas dimensiones de consciencia.

La Violencia del hombre civilizado tiene sus raíces profundas y vigorosas en la selva. El homo brutalis tiene sus leyes: Subyugar, humillar, torturar, matar. Su valor está siempre por encima del valor de los demás. Su creencia es la única válida. Su modo de ver al mundo y a los demás hombres es el único certero. Su dios es el único verdadero. Sólo lo que es bueno para él es bueno para la comunidad. Los que se oponen a sus designios deben ser eliminados por el bien de todos. La violencia es su método de acción, justificado por su valor personal y por su capacidad única de juzgar. Teje él mismo la trama de fuego de su futuro en las encarnaciones dolorosas que tendrá que enfrentar.

 Las religiones de la violencia han hecho de Dios una divinidad implacable y los libros básicos de sus revelaciones están llenos de homicidios y genocidios . No obstante, se mezclan con las ordenes violentas extraños preceptos de amor y bondad. Son las lecciones de las conciencias desarrolladas luchando por despertar a las que, endurecidas y apegadas a si mismas, asfixian los gérmenes del altruismo en las garras del egoísmo. Es un espectáculo dantesco el que ofrece un alma vigorosa, dotada de un intelecto capaz de comprender sus propias limitaciones y empeñada en rebajar su condición humana, descendiendo hasta los brutos en lugar de buscar la elevación moral a la que está destinada. 

En los momentos de transición, como los que estamos viviendo, la violencia desencadenada exige la oposición vigorosa y el sacrificio de quienes ya han alcanzado el desarrollo de la conciencia  de la civilización. La complicidad con las prácticas de la violencia, por parte de las conciencias esclarecidas, retarda la evolución colectiva y rebaja a los cómplices a posiciones indignas. Lo mismo acontece en lo relacionado con la aceptación de los principios erróneos por conveniencia. El Espíritu se coloca entonces en lucha consigo mismo, negando su propio desarrollo de la conciencia y encendiendo en sí mismo la hoguera de los remordimientos futuros.

La civilización del Espíritu se convierte, de tal manera, en el resultado de un parto doloroso. Mas, como todos los partos, tiene que realizarse. Y si fuera posible el aborto, la civilización se cerraría en sí misma y todos los responsables se sumergirían con ella en las tinieblas de la miseria moral. 

Las etapas de transición, en la evolución de los mundos, son también etapas de juzgamiento individual de los seres que los habitan. Esa es la razón del mito del juicio final, en el que todos serán juzgados. Pero no habrá un tribunal divino en las nubes, dado que ese tribunal está instalado naturalmente en la conciencia de cada individuo. La presencia del juez es omnímoda y fatal, porque cada cual será quien se juzgue -inevitable e implacablemente- a sí mismo en nombre de Dios.

La búsqueda de la intimidad personal con Dios, en términos fantasiosos, o la negación de Dios en nombre de una razón ilógica son formas contradictorias que asfixian a la conciencia. El rechazo del Evangelio o el sostenimiento de una interpretación sectaria equivalen, igualmente, a la negación de los valores espirituales del hombre. 

La estructura moral de la conciencia esta delineada de una manera indeleble en las páginas de la enseñanza moral de Jesús. Tenemos que profundizar su estudio y tratar de aplicarlo en nuestra vivencia social.

La regla áurea del amor prevalecerá en un Mundo regido por la moral en la  conciencia dado que la primera exigencia de la conciencia humana es la del amor al prójimo, despreciada y ridiculizada en las sociedades mercenarias, al punto de inducirnos a lo contrario: El odio, esa ceguera del Espíritu que alimenta a la violencia en el Mundo.

Como lo estamos viendo en el panorama mundial de la actualidad, con ejemplos estruendosos, diariamente divulgados por todos los medios de comunicación, el animal feroz de las selvas destrozó las jaulas convencionales y acecha amenazante sobre la fragilidad humana.

Contra esa realidad exasperante de nada valen los sermones, las predicaciones, los rosarios y otras oraciones labiales. El mismo individuo que se inclina frente a las imágenes en los templos suntuosos, regresa a su puesto de mando para ordenar torturas canibalescas.  Está seguro de que Dios lo aprueba, pues actúa en defensa de la civilización cristiana, humillando a aquellos por los cuales Cristo murió, según recordó Stanley Jones.

Todo eso, ¿por qué? Porque la deformación de la mente y el envilecimiento de la conciencia deshumanizó al hombre.

Sería locura responsabilizar únicamente a las religiones por esa calamidad. Pero sería hipocresía eximirlas de culpa. Ellas se apegaron a la materia en nombre del espíritu y asfixiaron a este en sus estructuras pragmáticas.

A pesar de esa voracidad mundana, almas valientes como la de Lutero, humildes y piadosas como Francisco de Asís, irreductibles como la de Juan Huss, límpidas como la de Maria de Agreda, se sacrificaron para intentar salvarlas e insuflarles la savia cristiana de sus bellos ejemplos.

Los mayores mártires, en realidad, fueron los mismos verdugos, que se envilecieron primero ellos mismos, condenándose frente al tribunal de sus conciencias y cuyas auto sentencias brotan como llamaradas de las propias entrañas del criminal, digno de piedad y perdón, como toda otra criatura humana. La inmortalidad del Ser es su propia e irreversible condena ante las leyes de Dios, grabadas en su conciencia. 

La ventaja del Espiritismo, entre todas las doctrinas filosóficas de nuestro tiempo, es la de ubicar los problemas del hombre, incluso en el campo religioso, en términos de racionalidad y naturalidad, eliminando así los residuos de lo sobrenatural, que pesaron abrumadoramente sobre el pasado, sin caer, no obstante, en el escepticismo y en el agnosticismo.

Las energías espirituales y la orientación racional de la enseñanza moral de Cristo, encerradas en el complejo de los mitos del Evangelio son, los elementos que únicamente pueden orientar, como ya lo están haciendo, sobre el futuro de la humanidad terrena. Lo importante es llegar a ese futuro por los medios adecuados, con el mínimo de conflictos criminales y el máximo de comprensión racional de nuestros objetivos. 

Como observó Gandhi en su Autobiografía, los medios que nos pueden llevar a la verdad y a la dignidad solo pueden ser verdaderos y dignos. Esos medios no necesitan de la justificación de los fines, pues se justifican por sí mismos.

Extraído del libro “Agonía de las Religiones” de J. Herculano Pires 

                                             ***************************************




































No hay comentarios: