viernes, 18 de agosto de 2023

A los que quieren ser fieles al Espiritismo

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- La Voluntad de Dios

2.- La materia y el Ser en su radio de acción

3.- Curaciones, pérdida de sangre

4.- A los que quieren ser fieles al Espiritismo

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LA VOLUNTAD DE DIOS
La presencia de Dios nos proporciona paz, aumentando las resistencias humanas para los embates cotidianos. Sutil y poderosa al mismo tiempo, es una dinamo generadora de energías que recargan las baterías del alma, de la mente y del cuerpo, manteniéndonos en condiciones estables de equilibrio y acción.
Como la enfermedad resulta del desequilibrio de los campos moleculares responsables de la armonía funcional de las células, la salud se establece cuando la corriente divina pasa con regularidad por el sistema de acción aglutinadora de esas partículas de vital importancia.
Con ella el temor desaparece, dando lugar al coraje, que se expresa en bienestar y seguridad íntima. La evocación a Dios expulsa las preocupaciones y la inseguridad, surgiendo la serenidad y la confianza. La presencia de Dios anula los recuerdos deprimentes y perniciosos, que se diluyen con la esperanza de felicidad.

En Dios encontrarás la luz para discernir con acierto, pensando correctamente, hablando con sabiduría y actuando con precisión.

Ante Dios todo es posible. La salud de alguien, el éxito en tus necesidades, son convenientemente atendidos, porque Dios es el poder.

Así, cuando hayas hecho lo máximo a tu alcance y los resultados no sean conforme a lo esperado, no te exasperes, y aguarda un poco más. Ese no era el momento y, si hubieses logrado el éxito, ello no sería lo conveniente. Permite, pues, que se haga la Voluntad de Dios y no te desanimes jamás.

Joanna de Ângelis
Divaldo P Franco
Hijo de Dios

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La Materia y el Ser en su radio de acción


La Naturaleza,  en sus diversos aspectos, nos ofrece un eterno encanto.

La materia es tan solo el agente de que se sirve el espíritu para realizar sus objetivos. A través de una serie de fenómenos, esa materia puede purificarse y llegar a un estado que permite confundirla con el principio primordial de la vida. Se podría creer que la materia se convierte en espíritu, porque ella es animada, pero nunca posee, por sí misma, un principio propio de vida.

La materia vive por reflejo, sigue la evolución de la vida y le sirve de soporte. La chispa emanada del foco divino evoluciona en la materia, recorriendo el Espacio y vuelve a su punto de partida, más pura y más luminosa.

El materialismo ha quitado a la Ciencia el carácter de grandeza y de elevación moral que la haría digna de recibir la revelación suprema, de recoger el depósito sagrado. El espíritu materialista, ensoberbecido con una conquista tal, se levantaría contra Dios. Pero el día en que, impregnado de un espíritu nuevo, el sabio haya asimilado esas radiaciones superiores que sintetizan toda la vida universal, reverenciará la obra Divina.

Es así como, en los planos superiores de la vida espiritual, el pensamiento, la voluntad y la fuerza se unen para realizar la obra sublime del cosmos, esa obra cuyo concierto encanta y arrebata a todos cuantos descubren sus leyes.

 Desde la Tierra, solo podemos percibir algunos detalles, pero en el Más Allá las perspectivas aumentan y permiten que nuestros amigos invisibles conversen con nosotros con más competencia y amplitud sobre este magno asunto. Son ellos los que nos inician en las grandes obras que se elaboran en lo invisible y en los progresos que se preparan para la Ciencia humana en el conocimiento de las fuerzas universales.

 “Desde el Más Allá, – nos dicen ellos – se emanan haces fluidicos de grupos de espíritus desencarnados y muy  evolucionados que procuran siempre traspasar las nubes hechas de materia que envuelven la Tierra. Nosotros ya hemos producido algunas fisuras y por esas grietas o salidas esperamos despertar las chispas divinas que adormecen en el ser humano.”

 “En el transcurso de los siglos, muchas existencias se han desarrollado sobre vuestro globo, un complejo de pasiones, de esperanzas y de fe, cuyas radiaciones constituyen una atmósfera fluídica que, frecuentemente, es como una barrera en torno a la Tierra. Cuando el aire se rarifica o se degrada en vuestro mundo, la vida se hace inestable y, a veces, se parte. Una correlación debe partir del Espacio, pero cuando la vida invisible no puede entrar en contacto con la vida material, el equilibrio se rompe, pueden ocurrir perturbaciones, sucesos trágicos, en el sentido de una evolución puramente material.”

 León Denis nos dice que desearía abrir una ventana para hacernos comprender la marcha de los acontecimientos sobre la Tierra,  para ello es preciso un impulso del alma, la plegaria, la fe que ilumina el camino y destruye los fluidos materiales que forman una barrera.”

 “El Espiritismo es el gran inspirador de la fe. Es preciso utilizarlo con sinceridad. Habiendo más núcleos espíritas, más adeptos serán convencidos y de ese modo, hallarán en sí facilidades para la proyección de los fluidos vitales y regeneradores, bajo el punto de vista moral. Cada centro espírita, cada alma ardiente auxiliará con una fe viva, a atraer haces radiantes. De ese modo, podremos traspasar la capa material que os envuelve y purificar un ambiente aún tan cargado de elementos impuros”.

 “Hasta el momento se han producido grietas, pues hay algunos focos iluminados; hay, por otro lado, regiones bastante sombrías. Mientras la obra de destrucción prosigue, los lugares sombríos se iluminan poco a poco. Tenemos la esperanza de que, si las perturbaciones se vuelven mayores, una nueva orientación se produzca en el espíritu de aquellos que dirigen los destinos de las naciones.”

 A medida que el hombre vence las rampas difíciles que conducen a las cumbres de la Ciencia y del conocimiento, él ve la majestad del cosmos, y el esplendor de sus leyes se le aparece bajo aspectos cada vez más imponentes. Llega a comprender que el espíritu domina y rige el mundo, que la Naturaleza es su esclava. Las fuerzas son solamente agentes que sirven para realizar sus vastos planes y alcanzar el objetivo pretendido.

Él comprende que su alma no es más que un reflejo de la Inteligencia Suprema que gobierna el Universo y que, a ejemplo suyo, él puede comandar la materia, las fuerzas radiantes y, evolucionando él mismo, trabajar para hacer progresar, para espiritualizar todo lo que le rodea, para elevar seres y cosas en dirección a estados siempre más perfectos.

 Entonces, ya no es en las cosas exteriores, pasajeras e inciertas donde coloca su objetivo esencial, la finalidad de su vida. Él se dedica a accionar, por un desarrollo constante de sus facultades y de sus cualidades morales, las potencias y los recursos que adormecen en la médula de su ser.

 Las instituciones políticas y sociales, las formas de los gobiernos y de las sociedades permanecerán vacías durante mucho tiempo, mientras el hombre no se perfeccione. Esto no está fuera de nosotros, sino que es dentro de nosotros donde reside el secreto de la felicidad. Como dice la sabiduría antigua: “Sabrás que los males que devoran a los hombres son fruto de su elección y que esos infelices buscan, lejos de sí, los bienes cuya fuente poseen.”

 Estudiemos, pues, con persistencia, las leyes del Universo y las fuerzas prodigiosas que encierra; es penetrando el secreto de esas leyes y comprendiendo el control de esas fuerzas como el hombre podrá entrar en la gran comunión universal, cuyo principio está en Dios y fuera de la cual no hay felicidad.

 Sin embargo, hay todavía pocos hombres que conocen la verdadera finalidad de la existencia y la ley de su destino. La gran masa humana, en vez de reaccionar contra la materia, sufre, servilmente, su yugo. Inmersa en las tinieblas, está sometida al imperio de los sentidos y solamente busca los placeres físicos. Y es que, para vencer las influencias groseras, para entrever el futuro del alma, enjuiciar su papel y su objetivo, es preciso enterarse de la vida en el Más Allá, haber entrado en relaciones profundas con el mundo invisible, haber recibido las enseñanzas de las grandes almas que han alcanzado las cumbres de la sabiduría y de la luz.

 Ahora bien, solamente un pequeño número de estudiosos reúnen esas convicciones. Éstos han adquirido la certidumbre y la confianza, que son las fuerzas, por excelencia, para los momentos de luchas y de probaciones.

Todos los días, observamos a hombres que el laico califica como sabios y que, cuando quieren tratar de las cosas espirituales y de la vida en el Más Allá, demuestran una vacilación que asombra.

 Y es que para abordar, con competencia, esas cuestiones profundas, es preciso haber madurado en el dolor.

 El sufrimiento –despertador de consciencia – es la llave que abre nuestro entendimiento a la comprensión de las leyes eternas que rigen la vida y la muerte.

 Poco a poco, a medida que el hombre avanza en la vía sagrada, la superioridad de su espíritu sobre la materia se afirma, al mismo tiempo que la fuerza creadora, de la cual Dios ha depositado una parcela en el hombre. En la evolución grandiosa de sus facultades y de sus cualidades morales, él llegará a realizar, dentro de sí, y a su alrededor, el reino de la justicia, de la sabiduría y del amor, que es el objetivo final, en función del cual todas las cosas han sido formadas.

Trabajo realizado por M.C. R. Extraído del libro de “León Denis” El Espiritismo y las Fuerzas Radiantes                

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Curaciones, pérdida de sangre

10. – Entonces, una mujer, enferma hacía doce años, con una pérdida de sangre, – que había sufrido mucho en manos de varios médicos, y que habiendo gastado todos sus bienes, no recibió ningún alivio, al contrario se hallaba cada vez peor, – habiendo oído hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó sus vestiduras; porque ella decía: Si sólo pudiere tocar sus vestiduras, estaré curada. – Y en el mismo instante, el flujo de sangre que perdía secó y sintió en su cuerpo que estaba curada de aquella enfermedad. En el mismo instante conociendo Jesús en sí mismo la virtud que de él había salido, volviéndose hacia el medio de la multitud, dijo: ¿Quién tocó mis vestidos? – Sus discípulos le dijeron: ¿Ved la multitud que os está apretando por todos lados, y preguntáis quién os tocó? – Y miraba todo a su alrededor para ver aquella que lo había tocado. Entonces la mujer, que sabía lo que había acaecido con ella, llena de miedo y de pavor, vino a lanzarse a sus pies, y le declaró toda la verdad. – Y Jesús le dijo: Hija tu fe te ha salvado. Ve en paz y queda libre de tu enfermedad. (San Marcos, Cap. V, v. del 25 al 34).

11. – Estas palabras: “Conociendo en sí mismo la virtud que de él había salido”, son significativas; expresan el movimiento fluídico que se operó de Jesús para la mujer enferma; ambos habían sentido la acción que acababa de producirse. Es notable que el efecto no fue provocado por ningún acto de la voluntad de Jesús; él no hizo ni magnetización ni imposición de las manos. La irradiación fluídica normal bastó para operar la curación. Pero ¿por qué esa irradiación se dirigió a esta mujer, antes que a otros, puesto que Jesús no pensaba en ella, y estaba rodeado por la multitud? La razón de eso es muy simple.

El fluido, administrado como materia terapéutica, debe alcanzar el desorden orgánico para repararlo; puede ser dirigido sobre el mal por voluntad del curador, o atraído por el deseo ardiente, la confianza, en unas palabras, la fe del enfermo. Con relación a la corriente fluídica, el primer hecho tiene el efecto de una bomba compresora y el segundo de una bomba aspirante. A veces, es necesaria la simultaneidad de los dos efectos, otras veces, uno solo basta, fue lo segundo lo que ocurrió en esta circunstancia. Jesús tenía, razón al decir: “tu fe te ha salvado”.

Se comprende aquí que esta fe no es la virtud mística, tal como ciertas personas la entienden, sino una verdadera fuerza atractiva, mientras que quien no la tiene opone a la corriente fluídica una fuerza repulsiva, o al menos una fuerza de inercia, que paraliza la acción. Según esto, se comprende que dos enfermos afligidos por el mismo mal, en presencia de un curador, uno puede ser curado y el otro no. Está ahí uno de los principios más importantes de la mediumnidad curativa que explica, por una causa muy natural, ciertas anomalías aparentes. (Cap. XIV, N° 31, 32, 33).

Allan Kardec

Extraído del libro «La Génesis»

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A LOS QUE QUIEREN SER FIELES AL  ESPIRITISMO

Mercedes Cruz Reyes

Es necesario acordarnos de la importancia de la constante vigilancia en la preservación y defensa de las obras fundamentales de la doctrina. Y eso sólo puede suceder si los espíritas están convencidos del valor y la significación espiritual y cultural de esas obras. Infelizmente no fue lo que se vio en el reciente episodio de adulteración del “Evangelio según el Espiritismo”, con la venta total de la edición al público desprevenido y la ratificación pública de la adulteración por la propia Federación Espírita del Estado. Lo que entonces se vio fue una demostración alarmante de la falta de convicción doctrinaria por parte de los responsables de la tradicional institución.

La enseñanza adulterada sólo podría llevar al medio espírita a la desfiguración de los textos de Kardec. En el plano cultural, la adulteración es un crimen que sólo puede ser disculpado por la ignorancia. En el plano espiritual es la profanación de la verdad revelada. Y en ambos planos, más particularmente en el moral, la adulteración  es un acto de traición. Pero todas estas calificaciones se reducen apenas a una, la ignorancia en cuanto que el procedimiento revela, en su propia forma y en los intentos de justificación, el más lamentable desconocimiento del propio sentido de los fragmentos adulterados

Las características de aquellos que son dignos dentro del Espiritismos son las siguientes:

Los que demuestran su firmeza de convicción.

Rechazando el crimen y la profanación.

Enfrenta cara a cara  la traición.

Exigiendo el  respeto a la  Codificación.

Resistiendo a la trama de la adulteración.

Para los que se entregan a las sugestiones inferiores, la vanidad personal y a los intereses institucionales, pensando servir a la Causa al agradar a los hombres, vayan nuestra piedad y oraciones.

A los tránsfugas que desertaron y hoy exigen el olvido, nuestra advertencia en cuanto a los peligros futuros.

La Doctrina Espirita en la actualidad  es un Sol en todo su esplendor, es necesario seguir encandilando esa luz para que sean cada vez más los que puedan nutrirse de ella. Es preciso que aprendamos a respetar la doctrina espírita como una dádiva celeste que Jesús nos prometió y nos envió en la hora justa, en el momento en que nuestro pobre mundo se preparaba para un avance decisivo en la superación de sus condiciones de indigente del Cosmos. ¿Quien tiene autoridad para corregir a Jesús, Kardec y al Espíritu de la Verdad entre nosotros? ¿Cuál es el misionero de sabiduría infusa que apareció en la tierra para probarnos que las enseñanzas del Evangelio proclamadas por el Espiritismo deben ser sustituidas por fábulas (como dice el Apóstol Pablo) forjadas por éste o aquel individuo fantoche o pretencioso?

Precisamos estudiar a Kardec intensamente, asimilar las enseñanzas de las obras básicas, de sumergirnos en las páginas de oro de “La Revista Espírita“, no tan sólo leerlas, pero si meditarlas, profundizando en ellas, redescubrir todo el tesoro de experiencias, ejemplos, enseñanzas y moralidad que Kardec nos dejó. Pero antes de nada precisamos de humildad para entrar en el templo de la Verdad sin la fatua arrogancia de pigmeos que se juzgan gigantes. Precisamos respeto por el trabajo de un hombre que vivió en la Tierra atento a la cultura humana, sirviéndose de ella para después entregarse a la más pesada misión de librarnos de la ignorancia vanidosa y de las tinieblas de las falsas doctrinas de hombres ignorantes y orgullosos.

Al extender las manos para reformar un libro doctrinario debemos preguntarnos a nosotros mismos cual es nuestra intención, nuestro estado íntimo. Porque, si no hacemos eso con respeto y humildad, podremos caer en la trampa de las adulteraciones, que está siempre abierta a nuestros pies inseguros. Y no tengamos dudas de que la omisión, en asuntos de tan profunda gravedad, que se refiere a nuestro propio destino y al destino del mundo, es un crimen de complicidad. Las personas, las instituciones, las publicaciones que no se pronunciaron en la hora crucial de la adulteración incurrieron irremediablemente en la participación del crimen, inscribieron sus nombres en la lista de los que participaron por omisión. Quien asume responsabilidades de divulgación y orientación en el campo doctrinario no puede esconder la cabeza en la arena cuando la tempestad ruge.

Aunque no tenemos la intención de herir a nadie, sabemos que son duras estas explicaciones que no son nuestras, pero sí del propio Cristo, cuando recordó a los fariseos que el hecho de saber la verdad les condenaba, porque en su lugar enseñaban y sostenían la mentira.

Seríamos locos e ingenuos si pensásemos que en el Espiritismo estamos con las manos libres, sin la obligación explícita y el deber inalienable de respetarlo y defenderlo. El espirita ha de ser un fiel consciente  de su responsabilidad doctrinaria y contrario a todas  las formas de ultraje  del Espiritismo. Porque la Doctrina Espírita es un código del futuro, elaborada para mejorar al hombre y al mundo. No nació del cerebro de un hombre, de una corporación científica o de una escala filosófica, y mucho menos de un colegio de teólogos, pero sí de la realidad natural de los hechos, de los fenómenos rechazados por los materialistas pero hoy aceptados e integrados por ellos mismos en la realidad científica más avanzada. No está constituida por preceptos, normas, dogmas, axiomas, sino por principios o leyes que se sometieron a las investigaciones científicas más rigurosas de laboratorio y en el ámbito del campo científico. Estas investigaciones no son sólo las de Kardec, sino las realizadas por científicos eminentes en los medios universitarios de todo el mundo, en general iniciadas con el propósito de negar las conclusiones de Kardec, pero siempre confirmadas. Se trata, pues, de un patrimonio cultural que se formó en la secuencia del desarrollo de la cultura, bien encuadrada en la Historia y en la Teoría del Conocimiento. Pode-mos incluso decir que las conclusiones de la Doctrina Espírita no son postulados, son hechos. Son los hechos, siempre a disposición de los que pretendan revisarlos, negarlos o incluso contradecirlos, los que constituyen la base del Espiritismo. Delante de un patrimonio cultural tan sólido y hasta hoy invaluable en todas sus dimensiones, ¿cómo podemos admitir que personas o grupos desinformados se atrevan a alterar, modificar, corregir pretenciosamente aquello que no están ni siquiera a la altura de comprender?

Esa es la justificación legítima de nuestra indignación ante el atentado incalificable de la adulteración que se pretendía realizar, trastocando toda la estructura doctrinaria. Era preciso no haber tenido convicción, ni certeza en lo que admitimos, para aceptar con la cabeza agachada, las pretensiones alucinadas de esta o de aquella institución doctrinaria. Tampoco Jesús reaccionó con mansedumbre ante la petulancia de los fariseos vanidosos. Ni tampoco Pablo usó de tolerancia connivente con los que, ya en su tiempo, mancillaban el Cristianismo. Ni Kardec dejó de defender la Doctrina en nombre de un falso concepto de fraternidad, y la defendió con firmeza y energía, empleando las palabras debidas. Las sensitivas que se marchitan al ser tocadas no son flores del jardín espírita. Porque el Espiritismo requiere valentía y franqueza en sus seguidores, el sí, sí y el no, no, del Evangelio, para imponerse a este mundo de ambigüedades y comodidad.

Es por esa razón que Herculano Pires nos dice que no  hay que actuar contra los que intenten adulterar el Espiritismo con odio o resentimiento, pero sí con  lealtad y amor. El amor no es una capa de ilusiones, no debe ocultar el error si no defender y sostener la Verdad, cueste lo que cueste, para el bien de todos, adversarios y compañeros.

Amor y verdad son las dos caras de Dios, que conforman el rostro divino a los ojos de los que saben y pueden encararlo.

Extraído del libro de J. Herculano Pires “A La Hora de Testimoniar!

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