miércoles, 30 de agosto de 2023

El Libro de la Paciencia

  INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- ¡ Buenos días !

2.- La Beneficencia

3.- El Libro de la Paciencia

4.- Reflexiones sobre las publicaciones de los comunicados.


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                                         ¡ BUENOS DÍAS !

  Hoy, un nuevo día acontece para tí.
Una nueva oportunidad de abrir los ojos y reencontrar tu mundo, tus colores, tus compañeros,  tu respiración y tu comportamiento, a tu dirección....
   Procura estar atento a tu momento, a aquello que vivirás.
   Cuida de tí; entra en contacto con tu luz divina y agradece por estar participando de un día más.
    Ama, danza, celebra. Vive tu día como si fuese el único.
    Estate atento: En este día llegará el momento en que el aprendizaje te será dado y tienes que estar presente, por el contrario, más de una vez puedes perder la oportunidad. Absorbe las buenas cosas que te lleguen y descarta aquellas que tuvieren intención de esclavizar tu corazón.
    Mira siempre a donde la luz brilla y en ella estará tu alegría y tu serenidad.
    Cuando llegue el anochecer, deja que tus estrellas puedan estar presentes, iluminando tu cielo interior y descansa.
   Dios te cuidará para que nuevamente despiertes a un nuevo día.

(Publicado el 27 de Abril por Aparecida Martins)


                                   
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                                             LA BENEFICENCIA               

Beneficencia. Esta misma palabra ya nos indica un significado que tiene que ver con “beneficio”, un beneficio dado a los demás y por ende, a nosotros mismos, pues la Ley de Consecuencias nunca deja de funcionar, tanto en lo malo como en lo bueno.

La beneficencia supone la práctica de la caridad, pero sin embargo, muchas veces  se ha confundido el concepto de caridad con el de limosna. Dar limosna no siempre es caridad, pues cuando con este acto se puede humillar a quien recibe nuestro donativo, o cuando se hace por dejar  bien nuestra imagen ante los demás o incluso por engañar a nuestra propia conciencia, para hacernos sentir bien por ello y hasta creernos merecedores de una recompensa futura. Eso no es caridad, o si lo es resulta bastante desnaturalizada y con bastante menos valor que cuando conseguimos comprender y practicar la caridad verdadera, en su pureza, con total altruismo y desinterés.

Es tan simple y a veces tan complicado como cuando solo se quiere beneficiar  sin herir a nadie, y esto se hace por amor o por compasión, que son la puerta de entrada a la beneficencia caritativa.

La beneficencia conlleva el desinterés por lo material, el amor, el altruismo, y en definitiva, el Amor con mayúsculas;  un amor reflejo del Amor Divino al que todos tenemos acceso cuando depuramos nuestra alma de las cosas mundanas así como de los egoísmos, pues cualquier  egoísmo, sea en la modalidad que sea, es el gran oponente de cualquier caridad o de  la beneficencia para con el prójimo.

Somos todos en general, todavía muy egoístas en tantas ocasiones; aun cuando comprendemos estas cosas. ¡ Pero qué difícil es despojar el alma de las pasiones que nos atan a este mundo y no nos dejan libertad para actuar y ser como en el fondo quisiéramos, tal y como lo comprendemos ya¡ ; ¡ Cuanto camino nos queda aún por andar y que pequeños somos todavía espiritualmente hablando!.

Nos falta Amor, deseo de practicar la beneficencia, disposición al bien y a la caridad, cuando hacemos discriminación en nuestras simpatías hacia las personas que juzgamos con un nivel superior con respecto a otras, ya sea en lo moral, lo social, lo económico, lo cultural, etc. Por ello, aunque lo más fácil es dejarnos llevar por la ley de afinidad y por la admiración, simpatizándonos e inclinándonos para  ayudar o atender  mayormente a los que sintonizan con nosotros, debiéramos comprender que precisamente aquellos que sentimos más diferentes o alejados de nuestras posturas, son precisamente aquellos que más necesitan de nuestra benevolencia y caridad, debiéndolos mirar con simpatía, porque atendiendo con cariño a esta clase de personas, hay que pensar que ellas están en el camino de nuestra vida precisamente para ayudarnos a evolucionar, y muchas veces cuando se les presta atención y cariño, descubrimos en ellos cualidades y valores de los que nosotros mismos carecemos.

Que cada uno sea caritativo y benevolente con los demás hasta donde realmente le sea posible.

Que no juzguemos a los demás con severidad, porque de ese mismo modo seremos juzgados, al ver la paja en el ojo ajeno antes que la viga en el nuestro. Esto significa tapar sus defectos o errores, en vez de señalarlos Recordemos que según dijo el Maestro Jesús, con la vara que midamos a los demás, seremos medidos nosotros mismos.

 Que cuando demos algo material, lo hagamos del modo como nos indicó Jesús: que nuestra mano izquierda no conozca lo que hizo la derecha; esto es, sin ostentación de ninguna clase, de modo que a ser posible, solo Dios y nosotros conozcamos el hecho, que deberá pasar lo más desapercibido posible para los demás, y en especial para quien nuestra acción  beneficia de algún modo. 

Que cuando demos de lo material, no sea de lo que nos sobra, sino incluso de lo que nos falta a nosotros mismos, aunque esto es difícil de llevar a la práctica, pues muchas veces  los intereses materiales, personales  o familiares hacen contrapunto con lo que  en el fondo nos dicta la conciencia en cuanto y como nos debiéramos de entregar, o en cual debería ser la medida de nuestra generosidad. 

 No debemos olvidar que cuando nacemos en este mundo no venimos con nada material salvo el propio cuerpo , y que cuando nos vayamos  lo haremos también  sin llevarnos nada, salvo la conciencia de los propios actos de la vida. Por lo  tanto debemos considerar las cosas materiales  que poseemos, entre las que se incluye el dinero,  como algo que no es nuestro, sino solo un préstamo que nos hace Dios para que se lo administremos, beneficiando con él a otros hermanos que lo puedan necesitar más que nosotros mismos y que moralmente tienen tanto derecho a él como nosotros. Cuando regresemos al mundo espiritual, solo llevaremos como equipaje valioso, la conciencia del bien hecho con estas cosas que vamos a dejar en la Tierra porque ya no nos pertenecerán más, ni tan siquiera nuestro propio cuerpo físico. 

Y sobre todo, pedir a Dios que nos de lucidez y fuerza espiritual para ser capaces de actuar según los dictados de nuestro corazón y nuestra conciencia, que en el camino de este conocimiento espiritual verdadero, conforme avanzamos más en él, cada vez crece más y se hace mayor, haciéndose también mayor nuestra propia  conciencia en cuanto a la dimensión y trascendencia de nuestros actos, y por lo tanto  en cuanto a nuestra responsabilidad espiritual ante el Padre. 

Ya por último, propongo tras estas consideraciones, que todos nos marquemos unos objetivos y unas metas: Vamos a esforzarnos más en conquistar y en depurar aspectos como la generosidad, el altruismo, la humildad y en definitiva, la Caridad. 

. José Luis Martín-

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                        EL LIBRO DE LA PACIENCIA

Leamos el libro de la paciencia y de la resignación. Sus hojas son como la esperanza y los caracteres inscritos en sus páginas son lindos como si fuesen confeccionados con pequeñas gotas estelíferas, asemejándose a las lágrimas salvadoras.

Sus lecciones son útiles y provechosas.

Nos enseña todo cuanto puede ennoblecer a la esposa, a la hermana y a la madre querida, ellas preparan el corazón de la mujer que tiene una fuerza misteriosamente prodigiosa para vencer los sufrimientos que arrebatan a los espíritus de los barrizales de la tierra para los paisajes deslumbrantes del firmamento constelado.

Seamos, pues, resignados en los designios de Dios y humildes ante las pruebas de la tierra.

No podemos transforma r todo de un momento para otro, sin embargo, con la voluntad Divina, conseguiremos vencer.

Donde no podamos más descenderá de los cielos la fuerza necesaria para darnos esperanza y amparo.



Por el espíritu Margarita – del libro “Aceptación y Vida de Francisco Cándido Xavier.

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REFLEXIONES SOBRE LAS PUBLICACIONES DE  LOS COMUNICADOS

                                                                           


Por Anderson Santiago

 

Kardec relata en  Obras Póstumas  que uno de los primeros resultados de sus observaciones  fue percibir que los Espíritus  no poseían  ni soberana sabiduría,  ni soberana ciencia, como   rezaba en la cultura popular.  Ellos  no eran nada  más que las almas  de los hombres  que vivieron aquí.  Es por esto  que afirma que “esta verdad,  reconocida desde el principio,  le preservó del peligro de creer en la infalibilidad de ellos y lo libró de formular  teorías prematuras sobre los dictados  de  uno o de algunos. “ 

Fue esta la postura adoptada por el codificador  durante  los quince años en que estuvo envuelto  con los asuntos espiritas. Una postura sensata, madura y que merece ser copiada en los días de hoy. ¿Y en cuantos centros espiritas podemos observar tal postura en los días actuales? ¡Muy pocos! ¿En tiempo de las vacas gordas, como las actuales, donde las obras espiritas (y hasta las que se hacen pasar  por espiritas…)  ganan espacio   en la prensa  y en el mercado de la editorial, cuantos editores van a perder el tiempo en analizar criteriosamente una obra, sea un romance, sea  una obra de contenido doctrinario de  forma tan minuciosa que puedan descubrir   si el punto no está  correcto?   Una vez más,  pocos, muy pocos. La mayoría no se preocupan por estos criterios, ya que el tipo de papel utilizado en la impresión de la obra de arte que se imprimirá en la portada, el autor de "prestigio" para firmar el prefacio [normalmente un médium,  ya que un mero  encarnado que se disponga a estudiar y comentar el Espiritismo normalmente  no es tan respetado como el “mensajero de los espíritus”] y la posibilidad  del libro de alcanzar muchas ediciones es lo más importante. No importa que el contenido del libro sea absurdo o dudoso, la polémica también trae lucros, piensan ellos. Y en esto,  la calidad también se ve.

Con todo, cuando se hace un trabajo criterioso, muchos equívocos pueden ser evitados  y muchas informaciones erradas dejan de ser publicadas.   Y mire que no son pocas las obras que podrían ser atribuida a Espíritus pseudosabios. Y esto es hasta interesante de ver. Existen obras que todo el mundo sabe que no concuerdan  con los principios más básicos del Espiritismo, entre tanto,  ellas son publicadas sin una referencia siquiera,  ni una nota corrigiendo tal o cual opinión.  Y es justamente esto lo que Kardec comenta cuando afirma que :

[…]  No habrá ningún inconveniente con esas especies de comunicaciones, si las hacen acompañar de comentarios, ya sea para refutar errores, o para recordar  que son la expresión de una opinión individual, de la cual no se asume responsabilidad; podrían  incluso tener  un lado  instructivo, mostrando las aberraciones de ideas  a las que pueden entregarse algunos espíritus. Pero,  publicarlas  pura y simplemente es presentarlas como  una expresión de la verdad y garantizar la autenticidad de las asignaturas que el buen sentido no puede admitir; ese es  el inconveniente” 

¿Mas, quien osa hoy corregir a los iluminados que psicografian teorías mucho más allá de nuestra comprensión? ¿Quién osa criticar (en el verdadero sentido etimológico de la palabra que es  “evaluar cualitativamente algo o a alguien?)  Estas obras corren el riesgo de morir  en el ostracismo, en la ignorancia, en el  olvido.  Felizmente aun existen aquellos que no desean solamente divulgar el Espiritismo y vivirlo en su aspecto moral (a un mismo superficialmente), sino que por encima de todo, existen  aquellos que desean razonarlo. Es a estos que debemos  obras como Piedra y la   cizaña,  Investigación sobre  la Mediúmnidad y Diversidad de los Carismas.

Ell propio Codificador  nos incita a denunciar sin duda  las  obras sospechosas, por el bien de la doctrina.  Y esto por el simple hecho  de que si los espíritus poseen,  más allá de él libre albedrio,  las opiniones   sobre los hombres y las cosas  de  este  y del otro mundo,   se comprende que existan textos  que deben ser evitados no solo por conveniencia, sino  por prudencia pura y simple. Esta  cuestión  lleva a Kardec a afirmar que en el interés de la Doctrina conviene hacer una selección muy severa, eliminando todo cuanto pueda producir una mala impresión.

Por otro lado, existen alguna obras que aun siendo instructivas,  relatan situaciones y ambientes del  mundo espiritual de forma analógica, comparativa y que si  no fueran debidamente analizadas  y comentadas  podrían ser tomadas como realidad. Es esto  lo que lleva a  José Herculano  Pires a afirmar  que las “obras mediúmnicas psicografiadas,  que describen  con exceso minucias de la vida  en el plano espiritual deben ser encaradas con reserva por los espiritas estudiosos”, entretanto,  más allá   de estas precauciones, otras deben ser observadas,  principalmente aquella que se refiere a la participación de los médiums en la elección de  las comunicaciones  o incluso en la publicación de las mismas.

“Mientras el médium imperfecto se enorgullece  por los nombres ilustres,  frecuentemente las más de las veces apócrifos,  que llevan las comunicaciones   que él recibe,  y se considera  interprete privilegiado de las fuerzas  celestes,  el buen médium no se cree jamás  bastante digno de tal valor, teniendo siempre una sana desconfianza de la calidad de aquello que recibe  no  confiando en su propio juicio;  no siendo sino un instrumento pasivo, que comprende que, si lo que recibe es bueno,  no puede hacer de eso un merito personal, ni tampoco puede ser responsable si es malo,  y que sería ridículo creer en la identidad absoluta de los Espíritus que se manifiestan por el; deja la cuestión para ser juzgada por terceros desinteresados, sin que su amor propio  sufra con el juzgamiento desfavorable como la del actor que no es capaz de resistir la censura  infringida a lo que él es el interprete.  Su carácter distintivo  es la simplicidad  y la modestia; es feliz con la facultad que posee, pero no para envanecerse de ella, sino  porque le ofrece  un medio de ser útil, lo que hace voluntariamente cuando le surge ocasión, sin jamás   entristecerse si no es colocado en primer plano”. 

Estas reflexiones me remiten, inevitablemente, a la asustadora cantidad de médiums dueños de editoras, que fundan centros y graficas para publicar sus libros cuando ellos no son aceptados  con buenos ojos por sus compañeros de  ideal.  Mas  no son solos ellos, ¿Cuántos guardarían por más de veinte años una psicografia, y los insistentes convites de los Espíritu autores (del tamaño de un libro)  por no creer  que ella debería ser publicada en aquel momento? Muchos médiums  apenas terminan  de psicografiar  y ya procuran a alguien de nombre para el prefacio  de la obra que ni finalizada está, como comentó cierta vez  el médium Divaldo Franco. Infelizmente son pocos los que asumen  una postura idéntica   a la de Yvonne Pereira  en el famoso caso del Espíritu Beletrista ( Para más información, ver la obra Desvasando lo Invisible)

Y es por esto que hoy vemos a tanta gente que apenas admira el Espiritismo, tantas cabezas “pensantes”  que se acostumbran a vivir como  lagartijas, moviendo la cabeza para todo lo que los Espíritus dicen, atestando su ignorancia  de todo lo que dice al respecto  el Espiritismo.  ¡Es  ahí donde se dice  que él está fascinado!  Conozco el caso de una señora que jura ser la encarnación  de varios espíritus famosos, por ella psicografia  un médium famoso,  ya desencarnado, pero que demuestra claras señales de una asustadora fascinación. ¿Imaginad si ella psicografiara libros? No es de extrañar  que Kardec se  preocupara por la publicación de  comunicaciones espiritas, de una forma general.  No por casualidad, también insistimos en revisar las advertencias  hechas por Herculano Pires sobre la importancia de una seria y solida formación doctrinaria para las futuras generaciones espiritas. Y para finalizar estas reflexiones, como dijo cierta vez el Codificador:

“En materia de publicidad, por tanto, toda circunspección es poca  y no se calcularía con bastante cuidado el efecto que tal vez produjese  sobre el lector. En resumen, es un grave error creerse  obligado a publicar todo cuanto dictan los Espíritus,  porque,  si los hay buenos y esclarecidos, también los hay malos e ignorantes. Importa hacer una selección muy rigurosa  de sus comunicaciones y suprimir  todo cuanto sea, inútil, insignificante, falso o susceptible de producir mala impresión. Es preciso sembrar, sin duda, pero sembrar  la buena simiente en el tiempo oportuno”. 

Traducido al español por: M. C. R .

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