domingo, 27 de noviembre de 2022

Turbación y percepciones

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.-En el proceso desobsesivo

2.-Los sueños

3.-Turbación y percepciones

4.- La Providencia

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        EN EL PROCESO DESOBSESIVO

     Son muchos los que llegan al conocimiento de la doctrina Espirita por los látigos del sufrimiento, por perturbadoras pruebas dentro del campo de la obsesión.

     Poco a poco, despiertan para las realidades de la vida, esforzándose por la propia iluminación y la de los adversarios que los comprimen psíquicamente, en las dilatadas imposiciones perniciosas.

     Los cooperadores adiestrados son deseados para asegurar la mejoría del enfermo, pero lamentablemente no se encuentran en lo general en el campo de acción del hombre terráqueo, ya que no merecen su convivencia y la mayoría de las veces no se cuenta con servidores ideales, solo se puede agradecer la mayoría de las veces a obreros modestos; caracterizados por el espíritu de servicio, con coraje suficiente para vencer los prejuicios y las conveniencias de los grupos sociales y de las personas negativas, afanándose en la distribución del bien.

     La ignorancia y la mala fe siempre denigran lo que desconocen, presentando con colores fuertes de la propia incuria, aquello que no desean que se expanda ni alcance a otras áreas humanas.

     La verdad no es patrimonio de individuos ni de grupos. Tiene carácter universal. Es la misma en todas partes y en todos los tiempos, variando en la forma, en el vestuario, con lo que se presenta para ser ofrecida a los hombres.

    El Espiritismo es una doctrina perfecta en su estructuración científica, filosófica y moral, teniendo mucho que ver con las diversas ramas del Conocimiento, ya que investiga las causas, mientras que la Ciencia todavía examina sus efectos. Allan Kardec debió penetrar en el examen y estudio de la Doctrina Espirita para publicar “El Libro de los Espíritus”; comprendió que su Doctrina es una Filosofía que responde a las más diversas cuestiones complejas y embarazosas del pensamiento, proponiendo soluciones a los enigmas de las “ciencias del alma” tanto como a los conflictos de la fe que tanto han atormentado a religiosos, honestos o no, que se debaten en aflictivas dudas.

     Grandes desafíos surgen en embates vigorosos, a fin de que poco a poco, el obsesado se desprenda del zarzal en el que se enredó a través de los tiempos.

     La obsesión es el resultado de una demorada convivencia psíquica entre dos Espíritus afines, bien sea por el amor que desata las pasiones inferiores o a través del odio que galvaniza los litigantes, imantándolos uno al otro con vigor.

     Cuando son tomadas las primeras providencias para la terapia de la desobsesión surgen efectos inmediatos, que son consecuencia de esa aptitud: 1) la rebeldía del enemigo, que cambia la técnica de la agresión, reformulando, su programa de persecución  atacando a la presa con el objetivo de desanimarla 2) propicia una falsa concesión de libertad, esto es, afloja el cerco, antes pertinaz, permaneciendo, sin embargo, vigilante, aguardando la oportunidad para lanzar un asalto fatal, en el que triunfen sus planes infelices. 

   En la primera hipótesis, la victima, no adiestrada en el conocimiento de la desobsesión, porque se siente empeorar, razona, equivocadamente, que la medicación le está siendo más perjudicial que la enfermedad e, inspirada por su semejante, planea abandonar el procedimiento nuevo; lo que, a veces, realiza, permitiendo a la astuta Entidad liberarlo, momentáneamente, de las sensaciones constrictivas para sorprenderlo, más tarde, cuando sus reservas de fuerzas sean menores y los recursos del equilibrio se hagan poco viables… En la  segunda hipótesis, al sentirse menos oprimido, el obseso se cree desligado de los nuevos compromisos y vuelve a las actitudes vulgares de antes, cayendo, posteriormente en la urdimbre hábil, de su vigilante carcelero espiritual.

     Jesús afirmó con razón, que el Espíritu inmundo al salir del hombre, anda por lugares áridos, procurando reposo, y no encontrándolo, dice: “Volveré para mi casa de donde salí; y al llegar la halla barrida y adornada, después va y lleva consigo siete Espíritus más, peores que él. El ultimo estado de aquel hombre acaba siendo peor que el primero, “Es siempre conveniente recordar que todo obseso de hoy es verdugo de ayer que pasó sin la conveniente corrección moral, ahora cayendo en la maldad que él mismo cultivo.   

   El vicio mental derivado de la convivencia con el huésped genera ideo plastias perniciosas de las que se alimenta psíquicamente el hospedero. Aun cuando sea apartado el factor obsesivo, permanecen, por largo tiempo, los hábitos negativos, engendrando imágenes, perjudiciales que constituyen la psicoesfera enfermiza, en la cual se mueve el paciente. El más severo esfuerzo que el enfermo psíquico por obsesión debe movilizar, es el de la reeducación mental, adaptándose a las ideas optimistas, a los pensamientos sanos, a las construcciones edificantes. Las lecturas iluminativas, la oración inspiradora, el trabajo renovador, hasta que se creen hábitos moderados, propiciadores de paisaje mental bendecido por la revitalización y por el equilibrio. Gracias a tales factores, no siempre la cura de la obsesión ocurre cuando son apartados los pobres perseguidores, sino cuando compañeros de lucha instalan en el mundo intimo las bases del legítimo amor y del trabajo fraternal a favor del prójimo, tanto como de si mismos, a través del recto cumplimiento de los deberes.

     Los hombres esperan siempre que se operen milagros, cuando le son impuestos el esfuerzo y la dedicación a través del tiempo, casi siempre desertan del compromiso o lo relegan al olvido, afirmándose desencantados con los otros de quien exigen una conducta superior, que así mismos no se permiten. Se justifican sin justificar a los otros; se excusan, pero se tornan jueces rigurosos de aquellos con los cuales conviven, o a quien recurren, buscando ayuda. Por eso la salud mental que se deriva de la liberación de las alineaciones obsesivas se hace difícil, porque ella depende, sobretodo, del enfermo, en el máximo de su esfuerzo y no exclusivamente de su ánimo perturbador.

     Nadie espere reposo y placer, ni anhele de inmediato comodidad y bienestar del que no sea merecedor. La tierra es madre generosa y la existencia carnal constituye oportunidad reparadora, salvadas raras excepciones cuando el Espíritu se encuentra en misión para propulsar el progreso de la humanidad, aun así, en esos casos, el dolor y la soledad, los testimonios de muchos tipos no les quedan al margen…

     El crecimiento para Dios solamente se da a través de la mejoría intima, a través del trabajo fraternal verdadero entre las criaturas del camino de nuestra evolución, así nos lo enseño Jesús que bendijo el trabajo y el deber con el propio esfuerzo.


Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro “Cuadros de la Obsesión” de Divaldo Pereira Franco

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                               LOS SUEÑOS

           


El sueño, para el cuerpo físico, es una muerte de todos los días, aparente e incompleta, durante la cual el espíritu no pierde  su integridad, cesando solamente la actividad de los órganos de relación con el mundo exterior; más en compensación, el Espíritu, el sueño le abre  las puertas de los sueños, hendijas más o menos grandes hacia la visión de extrañas escenas del mundo extraño del Más Allá, sus paisajes,  de coloridos bizarros , sus luces intensas y maravillas, sus misteriosos habitantes.

El sueño en si mismo, es un fenómeno físico, un estado de transición que conduce a los sueños – que son fenómenos de lucidez.

Todo el mundo duerme, seres y cosas, por lo menos aparentemente. Un tercio de nuestra vida, como mínimo lo pasamos durmiendo.

Durante el día y por la influencia del Sol, cuya luz destruye las emanaciones fluídicas maléficas, predomina el dinamismo de las fuerzas materiales, regidas por la inteligencia; mas, cuando el Sol se va y cae la noche, pasan a imperar las fuerzas negativas del Mundo Espiritual inferior y el cuerpo humano se adormece, entonces, bajo su dominio.

El sueño adviene para unos por una congestión cerebral (hiperemia de los vasos sanguíneos del cerebro)

Para otros, es justamente lo contrario: ocurre una anemia  cerebral (isquemia  de los mismos vasos) lo que quiere decir que durante el sueño los vasos se dilatan y desagotan la sangre del cerebro.

Al lado de estas explicaciones está la teoría de las neuronas, células nerviosas cuyas prolongaciones  retraen durante el sueño interrumpiendo el paso de la corriente vital, la que restablecen al despertar, distendiendo las referidas prolongaciones y poniéndolas de nuevo en contacto.
El sueño puede resultar también de una asfixia periódica del cerebro y, para el viejo Aristóteles, adviene de la acción de las tomaínas  existentes en los residuos digestivos.
En contraposición, hay otros que afirman que, justamente dormimos para desintoxicarnos, siendo el sueño una función  defensiva del organismo.
El organismo  físico, en la vigilia, gasta energías, que recupera en el reposo del sueño. La ciencia descubrió que en el momento del sueño ocurre una inversión de las ondas cerebrales, del cerebro posterior hacia el anterior.
 
El sueño, se da, con el abandono provisorio del cuerpo por el Espíritu, de la misma forma que en la muerte, cuando el abandono es definitivo.
Veamos diversas teorías científicas sobre los sueños:
Freud dice que los sueños se originan  en los deseos reprimidos: no pudiendo el hombre satisfacerlos en la vida normal, se esfuerza en vivirlos cuando se duerme.
Mauri dice que los sueños resultan de los automatismos psicológicos; de cerebraciones  inconscientes o de asociaciones de ideas que, como es natural, originan imágenes mentales.
Según Saint – Denis en los sueños existe  el desenvolvimiento natural y espontaneo de una serie de reminiscencias.
Delboeuf admite  la conservación indefinida de impresiones que Richet bautizó con el nombre de pantomnesia (reminiscencia universal)
Conan Doyle admite solamente dos especies de sueños: los resultantes de experiencias hechas  por el Espíritu libre y las provenientes de la acción confusa  de las facultades inferiores, que permanecen  en el cuerpo cuando el Espíritu se ausenta.
Flammarión, Rosso de Luna, Dunne, Lombroso, Materlink y muchos otros estudiaron también el fenómeno y dejaron a cerca de él interesantes pero no concluyentes teorías.
Podemos clasificar los sueños en dos categorías: los sueños subconscientes y los sueños reales.

Los sueños del subconsciente  son reproducción de pensamientos, ideas e impresiones que afectan  nuestra mente  en la vigilia; hechos comunes de la vida normal que se registran en los recovecos de la memoria  y que durante el sueño, continúan preocupando al Espíritu, con mayor o menor intensidad. Esos elementos, subiendo del subconsciente se empujan  los unos a los otros, si se puede decir así, y forman verdaderos  enredos con reminiscencias  presentes y pasadas, tornando tales sueños casi siempre de difícil comprensión, justamente por ser confusos, complejos extravagantes.
En esos sueños subconscientes entran también otros factores, como: el temperamento imaginativo o emocional del individuo, sus resabios, mayormente los de naturaleza sexual, perturbaciones fisiológicas momentáneas, etc. Los durmientes  ven, en tales sueños, solo cuadros formados en su propia mente subconsciente, puesto que tales sueños son únicamente producto mental inferior de ellos mismos.
Finalmente, lo que define  y caracteriza, además de su aspecto confuso  y neblineo, es la incoherencia, la falta de nitidez, de luz, de colorido.
Los sueños reales mientras el cuerpo físico reposa, el Espíritu pasa a actuar en el plano espiritual, en el cual tiene más o menos libertad de acción, según su propia condición evolutiva. Unos se conducen libremente, otros quedan en la dependencia de terceros, más todos son atraídos hacia lugares que les son afines o correspondientes.

Son, por tanto, aquello que ve, oye o siente; los contactos que hace con personas o cosas de esos lugares o esferas de acción y que constituyen los sueños reales que, como bien se comprende, no son mas elaboraciones de la mente subconsciente individual sino perfectas visiones, directas y objetivas de esos mundos, verdaderos desdoblamientos, exteriorizaciones involuntarias del Espíritu.
Los encarnados, sujetos como están a las leyes que rigen el piano material, no se liberan de ellas sino con la desencarnación y, por eso, así cuando están exteriorizados durante el sueño, las leyes prevalecen manteniendo los velos de oscuridad vibratoria entre los dos mundos.
Esa es la razón porque los sueños, incluso los reales, son normalmente indistintos, nebulosos, de difícil recordación. Por eso también es que cuando hay necesidad de obviar ese estado de cosas, haciendo que los sueños sean más fácilmente recordables, los agentes de lo invisible lanzan en la mente del durmiente poderosas sugestiones, fácilmente transformables al despertar, en forma de imágenes mentales y cuadros alegóricos representativos de las enseñanzas, advertencias o experiencias que el durmiente debe recordar.
Acostumbran también conducir al adormecido a regiones o instituciones del Espacio, proporcionándole contactos y experiencias necesarias a su aprendizaje espiritual, de los cuales el recuerdo, por el referido procedimiento, siempre en alguna forma permanece.

Y si eso acontece en relación a los Espíritus buenos, también sucede con los malos que, valiéndose de la ley de afinidades vibratorias se apoderan de los durmientes y los conducen hacia sus antros, inoculándoles o alimentando en sus mentes desprotegidas ideas o tendencias maléficas.
Los médiums, pues, que se guarden de esas infelices posibilidades, purificándose en cuerpo y Espíritu para que su tonalidad vibratoria se eleve orando y vigilando como el Divino Maestro recomendó.
Conforme, empero, a su desarrollo espiritual, puede el Espíritu así desdoblado viajar por varias regiones espirituales, verlas y comprenderlas, instruirse y penetrar acontecimientos pasados o futuros del sector de los llamados sueños simbólicos o proféticos.

En ese mundo diferente, en el cual ingresamos diariamente, muchas cosas están a nuestra disposición, como auxilio a nuestro esfuerzo evolutivo: material de estudio, elementos de investigación, contactos reparadores, consejos e instrucciones de amigos desencarnados o no y de instructores espirituales.
La luminosidad, la nitidez, la claridad, la lógica y el colorido, he ahí las características inconfundibles de esos sueños reales, únicos verdaderos.

Lo que es necesario que tengamos durante esos sueños es una relativa conciencia de lo que sucede, y eso solo podemos conseguirlo, normalmente, por medio de continuados ejercicios de autoeducación y disciplina de la voluntad, los cuales deben ser hechos diariamente, antes de adormecernos, y con un previo entendimiento con el guía espiritual.

Pocos son los que al despertar recuerdan esa vida exquisita que vivieron durante el sueño. En general solo nos recordamos del último sueno, lo que antecedió al despertar, y este mismo es luego borrado de la memoria con la sucesión de los acontecimientos materiales inmediatos.

En el libro Los Mensajeros Espirituales, capitulo XXXVII, André Luiz, refiriéndose a los encuentros que se dan durante el sueño, dice: "Estas ocurrencias se dan todas las noches por millares en los círculos terrestres. En la mayoría de los hermanos encarnados el sueño apenas refleja perturbaciones fisiológicas o sentimentales a las que suelen entregarse; sin embargo, existe un gran número de personas que, con más o menos precisión, son aptas para desenvolver este intercambio espiritual".

Vivimos actualmente en la carne con la pérdida de más de un     tercio de nuestra vida consciente, la cual escapa a nuestro control por entre las brumas y el olvido del sueño.

El problema está, pues, en obtener un poco de ese dominio, viviendo conscientemente, tanto de día como de noche, en la vigilia como en el sueño, para que la luz de la verdad triunfe sobre las sombras de la muerte y para que la vida se manifieste en su realidad  de como es: eterna.

Otro medio de conservar la conciencia al despertar es desarrollando el chacra coronario.

Estas facultades de lucidez, tan bellas y tan útiles, abren al médium educado y consciente un mundo extraordinario de conocimientos y revelaciones espirituales. Transforman al hombre en un ser diferente, dado que le confieren el poder de vivir en dos mundos, incluso estando encarnado. Esto se amplía  para los ilimitados horizontes que abarcan el Universo y le permitirán llegar  a comprender muchas de las grandezas de la Creación Divina.

Mas es preciso educación y desenvolvimiento metódico y progresivo, lo que solo se tornará posible cuando el Espíritu esté en condiciones de merito propio, cuando sea digno de poder merecer la preciosa colaboración indispensable de los asistentes espirituales competentes.

Muchos procedimientos son utilizados para ese desarrollo, siendo los más comunes, para la videncia, por ejemplo, los del grupo de cristal o videncia, esto es: la fijación de superficies lisas y brillantes como sean bolas de vidrio, botellas o copas conteniendo agua, espejos, lentes, objetos de metal pulido, fuentes de agua, etc.

No habiendo mediúmnidad-tarea, ningún procedimiento material o artificial dará resultado si, desde el punto de vista moral, o según las necesidades de su propia evoluci6n, el individuo no fuere digno.

Las superficies brillantes provocan una auto-hipnosis que nada resuelve en definitiva, puesto que si los asistentes invisibles nada proyectan sobre tales superficies nada podrá ser visto; sin embargo, los guías acostumbran aconsejar a veces tales procedimientos con la intención de obligar al estudiante a realizar ejercicios de concentración, familiarizándose con la disciplina mental.

Acostumbran también a actuar directamente sobre los médiums en desarrollo, aumentando sus vibraciones de la glándula pineal y proyectándoles durante el sueño o en el semi-sueño cuadros simbólicos en el campo de la visión. Se valen también del ambiente formado en las sesiones espiritas bien conducidas para producir tales fenómenos, por tener en esas ocasiones, a su disposición, cargas poderosas de fluidos apropiados a las formaciones ideo-plásticas.

Mas repito, para el desenvolvimiento de esas facultades, la condición esencial es la reforma individual del médium con la purificación de sus pensamientos y actos, porque de eso dependerá la elevación de su vibración periespiritual a un nivel compatible con la producción de tales fenómenos, esto es, al nivel de las vibraciones del plano espiritual.

Extraído del libro “Mediúmnidad” Edgard Armond  
TRABAJO realizado por Merchita

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          TURBACIÓN Y PERCEPCIONES

                                                      

                                                         
                                                       
Por Luis Hu Rivas
En el momento de la muerte, todo es al principio confuso y el alma necesita algún tiempo para reconocerse, pues está turbada de la misma forma que el hombre que despertándose de un sueño profundo, procura explicar su situación.

La intensidad y duración de la turbación no es igual en todos los Espíritus, depende de su elevación. El que está ya purificado se reconoce inmediatamente; porque se ha separado de la materia durante la vida en el cuerpo; al paso que el hombre carnal, cuya conciencia no es pura, conserva por mucho más tiempo la impresión de la materia.

Semejante ilusión dura hasta la completa separación del periespíritu. Solo después el Espíritu se reconoce como tal y comprende que no pertenece al mundo de los vivos. Este fenómeno se explica fácilmente cuando el Espíritu considera la muerte como sinónimo de destrucción y de aniquilación.

Los Espíritus conservan las percepciones que tenían y despiertan otras que no poseían, porque su cuerpo les era como un velo que las ocultaba.

La inteligencia es un atributo del Espíritu, pero se manifiesta más libre cuando no tiene trabas.

La visión de los Espíritus es más clara que la nuestra, su vista penetra todo, asimismo perciben
sonidos, se trasladan con la rapidez del pensamiento, puede decirse que ven a la vez lo que sucede en todas partes; pero todo varía según el perfeccionamiento del Espíritu.

Cuando un Espíritu dice que sufre, se refiere a las angustias morales que lo atormentan más dolorosamente que los sufrimientos físicos.

No necesitan descanso corporal, pero si descansan intelectualmente. Cuando no, su actividad es incesante. La sensación de frío o calor es recuerdo de lo que había sufrido durante la vida, tan
penoso a veces como la realidad. Cuando se acuerdan de su cuerpo, experimentan cierta impresión,
como cuando nos quitamos un sombrero y creemos que aún lo tenemos.

163. ¿El alma, al abandonar el cuerpo, tiene inmediatamente conciencia de sí misma?
«Conciencia inmediata no es la palabra, pues por algún tiempo está turbada».

165. ¿El conocimiento del Espiritismo tiene alguna influencia en la duración más o menos larga de la
turbación?»
«Muy grande; porque el Espíritu comprende de antemano su situación.
Pero la práctica del bien y la pureza de conciencia es lo que más influyen».

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LA PROVIDENCIA
Contemplad las aves del cielo.

No queráis atesorar para vosotros tesoros en la tierra: donde orín y polilla los consume; y en donde ladrones los desentierran y roban. - Mas atesorad para vosotros tesoros en el cielo; en donde ni los consume orín ni polilla; y en donde ladrones no los desentierran ni roban. - Porque en donde. está tu tesoro, allí está también tu corazón.
Por tanto os digo, no andéis afanados por vuestra alma, que comeréis, ni para vuestro cuerpo, que vestiréis. ¿No es más el alma que la comida, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan, y vuestro padre celestial las alimenta: ¿Pues no sois vosotros mucho más que ellas? - ¿Y quién de vosotros, discurriendo, puede
añadir un codo a su estatura?
¿Y por qué andáis acongojados por el vestido? Considerad como crecen los lirios del campo; no trabajan ni hilan. - Yo os digo que ni Salomón en toda su gloria fue cubierto como uno de éstos. - Pues si al heno del campo, que hoy es, y mañana es echado en el horno, Dios viste así: ¿Cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
No os acongojéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos? - Porque los gentiles se afanan por estas cosas. Y vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de todas ellas.
Buscad, pues, primeramente, el reino de Dios y su justicia: y todas estas cosas os serán añadidas. - Y así no andéis cuidadosos por el día de mañana.
Porque el día de mañana a sí mismo se traerá su cuidado. "Le basta al día su propio afán". (San Mateo, cap. VI, v. de 19 a 21, y de 25 a 34).


Estas palabras, tomadas literalmente, serían la negación de toda previsión, de todo trabajo y de consiguiente de todo progreso. Con tal principio, el hombre se reduciría a un estado pasivo espectante; sus fuerzas físicas e intelectuales, no tendrían actividad; si tal debiese ser su condición normal en la tierra, nunca hubiera salido de su estado primitivo, y si de ello hiciera su ley actual, no tendría otra cosa que hacer sino vivir sin hacer nada. No pudo ser tal el pensamiento de Jesús, porque estaría en contradicción con lo que dijo en otra parte y con las mismas leyes de la naturaleza. Dios ha creado al hombre sin vestido y sin abrigo, pero le ha dado la inteligencia para que se lo fabrique. (Cap. XIV, núm. 6; cap. XXV, número 2.)
Es preciso, pues, no ver en estas palabras sino una poética alegoría de la Providencia, que nunca abandona a los que ponen en ella su confianza, pero quiere que trabajen por su parte. Si no viene siempre en ayuda para un socorro material, inspira las ideas con las cuales se encuentran los medios de salir del paso.
Dios conoce nuestras necesidades y provee según lo que se necesita; pero el hombre, insaciable en sus deseos, no siempre sabe contentarse con lo que tiene; no le basta lo necesario, sino que le es indispensable lo superfluo, y entonces la Providencia le  abandona a sí mismo. Muchas veces es desgraciado por su causa y por haber  desconocido la voz que le avisaba por medio de su conciencia, dejándole Dios que sufra las consecuencias con el fin de que le sirva de lección para el porvenir.
8. La tierra produce lo suficiente para alimentar a todos sus habitantes; cuando los hombres sepan administrar los bienes que da según las leyes de justicia, de caridad y
de amor al prójimo, cuando la fraternidad reine entre los diversos pueblos, como entre
las provincias de un mismo imperio, lo superfluo momentáneo del uno servirá para el
otro, y cada uno tendrá lo necesario. El rico se considerará entonces como teniendo una grande cantidad de semillas, que si las siembra, producirán el céntuplo para él y para los otros; pero si él solo se come las semillas, si malgasta y deja perder lo sobrante de lo que coma nada producirán, y no habrá para todos, y si las encierra en su granero, los gusanos las comerán: por esto ha dicho Jesús: No acumuléis tesoros en la tierra, que son perecederos, pero sí en el cielo, porque son eternos, o en otros términos: no deis más importancia a los bienes materiales que a los bienes espirituales y saber sacrificar los primeros en provecho de los segundos. (Cap. XVI, núm. 7 y siguientes.)
La caridad y la fraternidad no se decretan con leyes; si no están en el corazón, el   egoísmo las ahogará siempre; hacérselas penetrar, es obra del Espiritismo.

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC

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