martes, 15 de noviembre de 2022

El niño que no habla, pero comprende

    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- El niño que no habla, pero comprende

2.-  El Espíritu de un niño pequeño

3.- Evocaciones espíritas particulares

4.- Resignación

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( La fotografía corresponde a mi hijo y a mi nieto- autista )


   EL NIÑO QUE NO HABLA PERO COMPRENDE

    Con su carita distraída,  en una inquietante actividad continua, como presa de un permanente desasosiego,  a veces su mirada, por unos instantes, se encuentra con la mía, y en un mensaje sin palabras, él me comunica sus necesidades del momento, lo que le pasa o lo que quiere.

     Su sonrisa es indescriptible, porque al mismo tiempo, expresa amor, alegría y tristeza.  Tal vez él presienta que ha venido al mundo en medio de unos padres y demás familiares que lo idolatran, pero que muchas veces no lo entienden, y él por eso sufre, porque tampoco es capaz de hacerse entender mejor.

     Bajo su infantil y bella figura de personita  en medio de un mundo extraño, que presumiblemente  le aguarde para  hacerle vivir unas experiencias difíciles, pero en el fondo necesarias.  A veces, cegados por el amor y por un falso sentido de compasión, nos dan ganas de gritar: ¡Maldito karma!.

     Pero no, porque el karma es necesario, porque nos hace aprender y crecer  no solamente al devolvernos los frutos amargos de nuestros errores del pasado, sino también porque nos retribuye a modo de premio los méritos positivos que hayamos podido lograr. Si no fuera por este karma, lo malo y lo bueno que hiciésemos no servirían nunca para nada, porque al no recibir ni premios ni castigos, no aprenderíamos nada sobre la bondad y la maldad, y nuestro estancamiento evolutivo no tendría solución.

     Miro su carita sonriente  y centrada a menudo en una actividad permanente, sin metas ni logros, y tras su mirada simpática y triste, adivino que este Ser, de niño en realidad,  solo tiene su apariencia física, porque en él se esconde un Ser, probablemente más viejo que nosotros mismos, que tal vez puede ser que haya venido a esta vida a enseñarnos algo que necesitamos asimilar.

     Por tanto le digo: ¡ No te dejes nunca vencer por las amarguras de este mundo!; No te desanimes!, porque  somos tu familia que te ama y Dios también lo hace a través nuestro,

¡Que Él te siga protegiendo siempre ¡

Un padre anónimo con Amor


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   EL ESPIRITU DE UN NIÑO PEQUEÑO

¿De qué modo el espíritu de un niño que ha muerto a tierna edad puede responder con conocimiento de causa, si cuando vivía no tenía aún conciencia de sí mismo?

 “Cuando el niño muere, su alma es un espíritu que todavía está envuelto en los pañales de la materia. Con todo, una vez desprendido de la materia, goza de sus facultades de espíritu, porque los espíritus no tienen edad. Eso prueba que el espíritu del niño ha vivido anteriormente. Sin embargo, hasta que esté por completo desprendido de la materia, puede conservar en su lenguaje algunos rastros del carácter infantil".

 El Libro de los Médiums -

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 EVOCACIONES ESPÍRITAS    PARTICULARES

Hace unos meses atrás, la Sra.... ha visto desencarnar a su única hija, de 14 años, objeto de toda su ternura y muy digna de sus lamentos por las cualidades que prometían hacer de ella una mujer cabal.

Esta joven había sucumbido a una larga y dolorosa enfermedad. La madre, inconsolable por esta pérdida, veía que su salud se alteraba cada día y repetía sin cesar que pronto ella iría a reunirse con su hija.

Informada de la posibilidad de comunicarse con los seres del Más Allá, la señora....,, resolvió buscar en una conversación con su hija, un alivio para su pena.

Una dama que ella conocía era médium, pero al ser la una y la otra poco experimentadas para semejantes evocaciones, sobre todo en una circunstancia tan solemne, me pidieron que yo asistiera a la misma.

Éramos la madre, la médium y yo.

He aquí el resultado de esta primera sesión:

LA MADRE: En nombre de Dios Todopoderoso, Espíritu Julie, mi hija querida, te ruego que vengas si Dios lo permite.

JULIE: ¡ Mamá, estoy aquí !

LA MADRE. ¿ Eres tú hija mía, quien realmente me responde ?,¿ Cómo puedo saber que eres tú?

JULIE: Lili

Observación de Allan Kardec: ( Lili era un sobrenombre familiar dado a la joven en su infancia; no era conocido por la médium ni por mí, puesto que desde varios años solo se le llamaba por su nombre de Julie. Ante esta señal, la identidad era evidente; la madre no pudo dominar su emoción y estalló en sollozos.)

JULIE: ¡ Mamá !,¿Por qué te afliges?. Soy feliz, muy feliz, no sufro más y te veo siempre.

LA MADRE: Pero yo no te veo, ¿Dónde estás ?

JULIE: Aquí a tu lado; mi mano está sobre la señora....( la médium), para hacerla escribir lo que te digo. Mira mi escritura.

Observación de Allán Kardec: (En efecto, la escritura era la de su hija.)

LA MADRE: Tu dices mi mano; entonces, ¿Tienes un cuerpo?

JULIE: No tengo ya aquel cuerpo que me hacía sufrir tanto, pero tengo su apariencia.¿ No estás contenta de que yo no sufra más y pueda conversar contigo?

LA MADRE: Entonces, ¿Si te viera te reconocería?

JULIE: Si, sin duda, y a menudo ya me viste en tus sueños

LA MADRE: Realmente te vi en mis sueños, pero creí que era un efecto de mi imaginación, un recuerdo.

JULIE: No era yo la que siempre estaba contigo, buscando consolarte; fui yo la que te inspiró la idea de evocarme. Tengo muchas cosas que decirte. Desconfía del Señor....., él no es sincero.

Observación de Allan Kardec:  (Ese señor, conocido tan solo por la madre y nombrado tan espontáneamente, era una nueva prueba de la identidad del Espíritu que se manifestaba).

LA MADRE: ¿ Qué puede hacer contra mi ese señor...?

JULIE: No puedo decírtelo; eso me está vedado. Solamente puedo decirte que desconfíes de él.

LA MADRE. ¿ Estás entre los ángeles?

JULIE: ¡ Oh, todavía no!; No soy lo bastante perfecta.

LA MADRE: Sin embargo, no te conocí ningún defecto; eras buena, dulce, amorosa y benévola para con todo el mundo, ¿Eso no es suficiente?

JULIE:  Para ti, mamá querida, yo no tenía ningún defecto, ¡ Y me lo creía, porque me lo decías con frecuencia!. Pero ahora veo lo que me falta para ser  perfecta.

LA MADRE: ¿Cómo vas a adquirir las cualidades que te faltan?

JULIE: En nuevas existencias, que serán cada vez más felices.

LA MADRE: ¿ Será en la Tierra donde tendrás esas nuevas existencias?

JULIE: No lo sé.

LA MADRE: Puesto que no habías hecho mal alguno en tu vida, ¿Por qué sufriste tanto?

JULIE: ¡ Pruebas!, ¡Pruebas!; Las he soportado con paciencia por mi confianza en Dios; soy muy feliz hoy.

¡ Hasta pronto mamá querida!

Observación de Allan Kardec: En presencia de semejantes hechos, ¿Quién osaría hablar de la nada después de la tumba, cuando la vida futura se nos revela -por así decirlo-, tan palpable?

Esta madre, minada por la tristeza, siente hoy una felicidad inefable al poder conversar con su hija; entre ellas ya no existe la separación; sus almas se entrelazan y se expanden en el seno de la una y de la otra, por el intercambio de sus pensamientos.

A pesar del velo con el que hemos rodeado este relato, no nos hubiésemos permitido publicarlo, si no estuviésemos formalmente autorizados para ello.

Nos decía esta madre: ¡ Si todos los que han visto partir de la Tierra a sus afectos, pudiesen sentir el mismo consuelo que yo !.

Por nuestra parte solo agregaremos una palabra dirigida a los que niegan la existencia de los Buenos Espíritus; les pregunteremos cómo pocrían probar que esta joven, en Espíritu, era un demonio maléfico.

- Allan Kardec- (Comunicación publicada en el 1ª número de la Revue Spirite de enero de 1958)


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                                                   RESIGNACIÓN

                                                                  


Soy joven y mucho he sufrido, mucho he llorado. En mi infancia, algo me impedía muchas veces entregarme a los infantiles juegos de la infancia, pues me faltaba valor para dirigir la palabra a los pequeñitos seres que, en su pura inocencia se entregaban a la expansión de sus almas; y si entre ellos no había ninguno que compadecido de mi soledad viniese a invitarme a tomar parte de sus alegrías, permanecía triste y pensativa, sin saber como dominar esa extraña timidez de la que siempre he sido víctima. No tengo ningún recuerdo agradable de mi primera juventud. A los  15 años quedé sin madre y mucho sufrí. Por fin, un cambio se operó en mi suerte. Hace poco me rodeaban todas las condiciones para ser feliz. ¡ Tenía todo cuanto ambicionaba !: Un padre y un esposo que me amaban, y un hijo al que idolatraba.

¡ Era mi encanto, mi alegría y mi delicia; mis ojos fijos en su inocente semblante, no puedo explicar lo que sentía mi alma!. En su contemplación me extasiaba. Un goce, para mí desconocido, se apoderaba de mi corazón, haciendo elevar mi espíritu hacia lo infinito, para dar gracias al Eterno, que parecía haberse compadecido de mí.

Había momentos en que un tenaz presentimiento de que tanta felicidad tendría su fin, me hacía temblar, sintiendo un dolor agudo en el corazón, la única sombra que acompañaba la dicha de mi vida. Se cumplieron mis presentimientos. Mi hijo murió, y con él toda mi alegría. ¡ Me sentí morir !. En aquel terrible trance mi espíritu parecía querer desprenderse de la materia, para ir en pos de mi hijo; pero el Espiritismo vino a iluminar mi ofuscada mente y a recordarme que aún tenía deberes que cumplir y, tal vez, nuevas pruebas que soportar para hacer bien a mi Espíritu. Mucho he llorado.

Siento frío en el alma; ¡ es tan cruel mi desesperación, que a veces llamo a la muerte como único término a mis males; pero una voz interior me dice: "¡La vida no acaba aquí!". " ¡La muerte no existe!". "¡ Hay un Más Allá!". "¡ Sufre con resignación tus pruebas, si quieres que Dios tienda su protectora mirada hacia ti y te premie según tus obras". Como atraída por un poder irresistible, la tranquilidad vuelve a mi afligido corazón, y deseos de hacer el bien me animan. ¡Oh sí!. Quiero tener resignación, quiero tener contentos a los Buenos Espíritus de los Seres queridos que pueblan los espacios, para que me den valor para atravesar serena el calvario de la vida.

Escuchemos con afán los pensamientos de Amor a la humanidad, sin distinción de clases, que sin duda nos vienen de los Buenos Espíritus, y rechacemos todo aquel que nos arrastre a la desesperación y al egoísmo. ¡Feliz quien no duda que sea una verdad el Espiritismo, único bálsamo que cicatriza todas las heridas por profundas que sean. Cuando las desgracias se ciernen sobre nuestras cabezas, pensemos que nuestras pasadas faltas lo merecen, y será más ligero su peso; y cuando una sonrisa de felicidad nos rodea, pensemos que solo es un destello de la dicha prometida y no nos envanezcamos, pues la felicidad no es de este mundo: no existe porque no somos merecedores de ella. Resignémonos con nuestra suerte, por desgraciada que nos parezca que sea, y procuremos hacer todo el bien que nuestras fuerzas y posición nos permitan, para que al llegar al termino de nuestra jornada, podamos elevar el Espíritu hacia el infinito sin que nuestra conciencia nos acuse de otras faltas cometidas.

-Antonia Pages - ( Art. extraído de la REv. Fraternidad Cristiana Espírita nª 56)


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