LEYES UNIVERSALES
LEY DEL KARMA
Nuestra vida actual con sus vicisitudes adversas o favorables, es la consecuencia
de nuestras previas actuaciones en el pasado, y aun en el presente.
Hagamos un estudio amplio de esta Ley que dividiremos en tres partes.
En cada una de ellas, podremos conocer aspectos diversos de esta Ley Cósmica.
Comencemos esta primera parte, con el estudio del karma como ley
retributiva, su acción en la vida humana y su relación con el libre albedrio.
Cuando llegamos a conocer y ser conscientes de que, la Vida del ser
espiritual es una sola, manifestada en personalidades diferentes y continuadas,
hasta su liberación de las reencarnaciones; vidas humanas en diversas épocas,
ambientes y aspectos, con libertad de acción; llegamos también a comprender
que el ser espiritual -el Ego- es el mismo que, con su buena o mala conducta,
en las diversas personalidades o vidas humanas, ha ido sembrando el amor o el
dolor, creando con ello deudas o méritos, que han ido acumulando en su propia
naturaleza psíquica o espiritual.
Las leyes que rigen la Vida Una del ser espiritual en sus diversos aspectos,
están orientadas para el progreso y evolución. Y dentro de esas leyes,
existe una que es de retribución. Y esta Ley Cósmica, que está inmanente y
manifestándose en todos los mundos del Universo, es conocida con diversas denominaciones,
optando nosotros por la más empleada por las escuelas esotéricas
y espiritualistas como: Ley del Karma.
La Ley del Karma es, pues, una ley cósmica de retribución, manifestación
de la Justicia Divina. Justicia perfecta, que está basada en la Sabiduría y
Amor de la Divinidad.
Por ende, esta ley de la vida, es siempre para el bien, aunque como
humanos ignorantes, no la comprendemos en sus aspectos de manifestación dolorosa.
De la naturaleza retributiva de la Ley del Karma, se desprende lo que se
denomina como: karma doloroso o karma placentero. Doloroso o placentero que creamos con nuestra conducta, en el uso del
libre albedrío o libertad que la ley concede a la ‘Chispa’ divina. Por ello, el ser
espiritual es el único responsable de la condición de su vida humana actual; y de
su condición feliz o dolorosa, al pasar al umbral del más allá.
Y es en su acción retributiva (compensación) que esta ley une a los seres
en el plano físico, por medio de la reencarnación, ya que ambas -reencarnación
y karma- actúan en perfecta simbiosis en el proceso evolutivo de la humanidad.
En nuestras acciones de bien o de mal hacia otros, estamos ligándonos
kármicamente con ellos, en vidas próximas: de dicha o de desdicha. La Ley del
Karma nos colocará, en el devenir del tiempo, en situaciones de recibir daño en
diverso modo, de quienes daño recibieron de nosotros, o de otros. Del mismo
modo, seremos beneficiados en vidas futuras, de quienes hayamos beneficiado
en la vida presente.
Prueba de ello nos dan esos casos de personas a las que todo cuanto
emprenden, les sale mal y ‘las desgracias les persiguen’; mientras que a otros
todo se les facilita, como si la llamada suerte les acompañase por doquier. Es la
ley, en su función de reajuste y retribución.
¿No son conocidos hoy, casos de personas que han sido y son flageladas
y torturadas por regímenes dictatoriales? Son los mismos que han flagelado y
torturado en el ayer. Reciben en sí, en su propia carne, el dolor causado a otros.
Y esos casos de personas que, por un error judicial han sido condenadas a varios
años de cárcel por un crimen que no han cometido, según se comprueba
posteriormente. ¿Qué son, sino la acción de reajuste de la Ley, por algún crimen
cometido en vidas pasadas y que ha quedado impune? Y esos otros tantos de
presos políticos, ¿no serán también reajustes compensatorios?
Sabemos que la Ley del Karma está basada en el amor y sabiduría Divina;
por ende, nadie recibirá un dolor que no le corresponda. Si bien como
persona, el afectado no recuerda la causa y se rebela. Sí como espíritu, que se
manifiesta por lo que conocemos como la ‘voz’ de la Conciencia, que generalmente
no se escucha.
Y entre los múltiples aspectos que podrían citarse, ¿sabéis la causa de
todos esos matrimonios sin hijos, a pesar de su gran deseo de tenerlos, y cuya
condición es motivo de infelicidad de esas parejas? Pues, sencillamente que,
en otras vidas anteriores han impedido la procreación, ya por medio del aborto
provocado, o bien de algún otro modo. ¿Y los casos de aborto espontáneo (involuntario por parte de los padres)
en los primeros meses de gestación? Efectos de causas son. La Ley del Karma
une a ambos: la gestante con los seres reencarnantes, frustrando sus ansias recíprocas. Son casos de seres que, en vidas anteriores hubieron cometido crímenes
de homicidio, y especialmente los profesionales del aborto (comadronas y ginecólogos
inescrupulosos) que, como reencarnantes, fracasan una y otra vez en su
intento de volver a la vida física que ansian.
¿Y qué son los casos de los minusválidos, tales como los mongólicos, los dementes de varias clases, así como las parálisis y los demás infradotados, sino
reajustes kármicos, para ayudar al ser espiritual a volver al camino de su ascensión
espiritual, por medio del dolor, que actúa como detergente para depurar su
alma? (*)
Cuando en una o más vidas humanas hacemos o practicamos el mal,
contrariando la ley del amor, cuando en el uso del libre albedrío, hacemos mal
uso de las facultades mentales y anímicas, que hemos desarrollado en el devenir
de las múltiples vidas y experiencias, quebrantamos el ritmo armónico que debe
ser mantenido para la consecución del proceso evolutivo del espíritu, llegando
de ese modo, al límite que la ley del libre albedrío concede.
Entonces la Ley del Karma entra en acción.
No nos dejemos arrastrar por el comodismo, que puede arrastrarnos a
un estancamiento en nuestro progreso, ni de las atracciones de la vida fácil, que
nos desvían del camino de las superaciones en el proceso evolutivo, camino estrecho
y empinado, que requiere renunciamientos y una firme determinación de
alcanzar la Meta. Por ello tan sólo algunos valientes son quienes lo emprenden,
los más se dejan vencer por las atracciones que se hallan a los lados del camino.
Sebastián de Arauco
(*) Recordemos que no todos los casos de dolor o sufrimiento son debidos a
causas negativas del pasado, en ocasiones los espíritus bajan en condiciones
difíciles para probarse a sí mismos y para ayudar a los miembros de su familia
a incentivar ciertos valores y cualidades
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Que no te saquen la energía.
Las personas más sensibles suelen ser las que más se ven afectadas por la energía negativa que irradian las personas en su entorno, por lo general poseen una alta capacidad para empatizar con quienes les rodean y esto los hace ser más vulnerables a padecer emociones negativas generadas por la interacción con otros.
Si nos sentimos particularmente cargados cuando nos relacionamos con personas específicas, eso quiere decir que nos estamos permitiendo que la energía de la otra persona influya en nuestro ser, dejándonos un tanto desgastados bien sea para ayudar a esa persona o para continuar con nuestra propia vida.
Es cierto que todos estamos en algunos momentos cargados de pensamientos negativos, que podemos incluso sentir una nube negra sobre nuestras cabezas y no nos gustaría que ello fuese motivo de que nos execren o nos borren de la lista, nos gustaría inclusive que nos ayudaran a salir de esa situación. Pero siempre debemos estar conscientes de nuestros procesos y en qué medida estamos afectando negativamente a quienes nos rodean, con el fin de tomar las acciones necesarias para volver a nuestro equilibrio y dejar de perjudicar involuntariamente a quienes tenemos cerca.
Hay algunas cosas que podemos hacer para dejar de absorber este tipo de energías de otros:
Si tu eres de esas personas que lo dan todo :
No pretender complacer a todos: Es lógico que queramos que quienes forman parte de nuestra vida, especialmente aquellos que apreciamos, se sientan complacidos con nuestras acciones, pero no debemos anteponer el complacer a otros sobre complacernos a nosotros mismos, ni invertir todas nuestras energías procurando el bien del otro si nosotros quedamos en déficit. Debemos generar un equilibrio, debemos balancear todos los aspectos y afectos de nuestras vidas con el fin de distribuir nuestros recursos generando el mayor bien posible en la mayoría de los involucrados, especialmente en nosotros mismos.
Tomarnos momentos a solas: Hacer algunos retiros nos permite refugiarnos en nosotros mismos, nos permite aislarnos de cualquier fuente de conflicto, de dolor, nos permite establecer esa conexión esencial que dará paso a una mayor comprensión y autoconocimiento, herramientas con las cuales se nos hará más fácil interactuar con otros sin cargarnos de sus energías.
Aprender a decir no: Muchas veces por el solo hecho de sentirnos aceptados decimos sí como respuesta a acciones que realmente no queremos hacer. Debemos tener la madurez necesaria como para saber decir que no si esa es la respuesta más coherente con lo que deseamos. Decir no a alguien, muchas veces es decirnos sí a nosotros mismos.
Aprender a ignorar: No se trata de ser indolentes, se trata de saber hasta qué punto le prestamos atención a aquello que nos afecta, que se queda clavado en nuestra mente y nos resta posibilidades de generar soluciones o ideas productivas. Pensar en soluciones y no prestarle demasiada atención a los problemas es la clave, escuchar sin involucrarnos, ayudar sin hundirnos, son las acciones que nos preserven más.
Estas acciones no nos hacen ser menos sensibles o menos empáticos, nos hacen canalizar de manera más efectiva aquello que nos puede perjudicar, entendamos que somos responsables de nuestros pensamientos, de nuestras acciones, de nuestras emociones, no debemos ceder ese poder a nada ni a nadie, si realmente apreciamos nuestra felicidad y nuestro equilibrio.
Sara
Las personas más sensibles suelen ser las que más se ven afectadas por la energía negativa que irradian las personas en su entorno, por lo general poseen una alta capacidad para empatizar con quienes les rodean y esto los hace ser más vulnerables a padecer emociones negativas generadas por la interacción con otros.
Si nos sentimos particularmente cargados cuando nos relacionamos con personas específicas, eso quiere decir que nos estamos permitiendo que la energía de la otra persona influya en nuestro ser, dejándonos un tanto desgastados bien sea para ayudar a esa persona o para continuar con nuestra propia vida.
Es cierto que todos estamos en algunos momentos cargados de pensamientos negativos, que podemos incluso sentir una nube negra sobre nuestras cabezas y no nos gustaría que ello fuese motivo de que nos execren o nos borren de la lista, nos gustaría inclusive que nos ayudaran a salir de esa situación. Pero siempre debemos estar conscientes de nuestros procesos y en qué medida estamos afectando negativamente a quienes nos rodean, con el fin de tomar las acciones necesarias para volver a nuestro equilibrio y dejar de perjudicar involuntariamente a quienes tenemos cerca.
Hay algunas cosas que podemos hacer para dejar de absorber este tipo de energías de otros:
Si tu eres de esas personas que lo dan todo :
No pretender complacer a todos: Es lógico que queramos que quienes forman parte de nuestra vida, especialmente aquellos que apreciamos, se sientan complacidos con nuestras acciones, pero no debemos anteponer el complacer a otros sobre complacernos a nosotros mismos, ni invertir todas nuestras energías procurando el bien del otro si nosotros quedamos en déficit. Debemos generar un equilibrio, debemos balancear todos los aspectos y afectos de nuestras vidas con el fin de distribuir nuestros recursos generando el mayor bien posible en la mayoría de los involucrados, especialmente en nosotros mismos.
Tomarnos momentos a solas: Hacer algunos retiros nos permite refugiarnos en nosotros mismos, nos permite aislarnos de cualquier fuente de conflicto, de dolor, nos permite establecer esa conexión esencial que dará paso a una mayor comprensión y autoconocimiento, herramientas con las cuales se nos hará más fácil interactuar con otros sin cargarnos de sus energías.
Aprender a decir no: Muchas veces por el solo hecho de sentirnos aceptados decimos sí como respuesta a acciones que realmente no queremos hacer. Debemos tener la madurez necesaria como para saber decir que no si esa es la respuesta más coherente con lo que deseamos. Decir no a alguien, muchas veces es decirnos sí a nosotros mismos.
Aprender a ignorar: No se trata de ser indolentes, se trata de saber hasta qué punto le prestamos atención a aquello que nos afecta, que se queda clavado en nuestra mente y nos resta posibilidades de generar soluciones o ideas productivas. Pensar en soluciones y no prestarle demasiada atención a los problemas es la clave, escuchar sin involucrarnos, ayudar sin hundirnos, son las acciones que nos preserven más.
Estas acciones no nos hacen ser menos sensibles o menos empáticos, nos hacen canalizar de manera más efectiva aquello que nos puede perjudicar, entendamos que somos responsables de nuestros pensamientos, de nuestras acciones, de nuestras emociones, no debemos ceder ese poder a nada ni a nadie, si realmente apreciamos nuestra felicidad y nuestro equilibrio.
Sara
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SUFRIR BIEN Y SUFRIR MAL
18- Cuando Cristo dijo: " Bienaventurados los afligidos, porque de ellos es el Reino de los Cielos", no se refería a los sufridores en general, porque todos los que están en este mundo sufren, ya estén en un trono o en la miseria, pero ¡ ah !, pocos sufren bien, pocos comprenden que solamente las pruebas bien soportadas pueden conducir al Reino de Dios. El desánimo es una falta; Dios os niega consolaciones si no tenéis coraje. La oración es un sustento del alma, pero no es suficiente por si sola: es necesario que se apoye en una fe ardiente en la bondad de Dios. Habéis escuchado frecuentemente que Él no pone una carga pesada en hombros frágiles. El fardo es proporcional a las fuerzas, como la recompensa será proporcional a la resignación y al coraje. La recompensa será tanto más expléndida, cuanto más penosa haya sido la aflicción. Pero esa recompensa debe ser merecida, y por eso la vida está llena de tribulaciones.
El militar que no es enviado al frente de batalla no queda satisfecho, porque el reposo en el campamento no le proporciona ninguna promoción. Sed como el militar y no aspireis a un reposo que debilitaría vuestro cuerpo y entorpecería vuestra alma. Quedad satisfechos, cuando Dios os envía a la lucha. Esa lucha no es el fuego de las batallas, sino las amarguras de la vida, donde muchas veces necesitamos de más coraje que en un combate sangriento, pues aquel que enfrenta firmemente al enemigo, podrá caer bajo el impacto de un sufrimiento moral. El hoombre no recibe ninguna recompensa por esa especie de coraje, pero Dios le reserva sus laureles y un lugar glorioso. Cuando os alcance un motivo de dolor o de contrariedad, tratad de elevaros por encima de las circunstancias. Y cuando lleguéis a dominar los impulsos de la impaciencia, de la cólera o de la desesperación, decid con justa satisfacción: "¡ Yo fui el más fuerte ! ".
Bienaventurados los afligidos, puede, por tanto, ser así traducido: Bienaventurados los que tienen la oportunidad de probar su fe, su firmeza, su perseverancia y la sumisión a la Voluntad de Dios, porque ellos tendrán por centuplicado las alegrías que les faltan en la Tierra y después del trabajo, vendrá el reposo.
LACORDAIRE
Havre, 1863
Bienaventurados los afligidos, puede, por tanto, ser así traducido: Bienaventurados los que tienen la oportunidad de probar su fe, su firmeza, su perseverancia y la sumisión a la Voluntad de Dios, porque ellos tendrán por centuplicado las alegrías que les faltan en la Tierra y después del trabajo, vendrá el reposo.
LACORDAIRE
Havre, 1863
El Evangelio según el Espiritismo
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¿Cuándo una persona duerme, lo hace también su espíritu ?.
Como bien sabemos, el cuerpo necesita reposo, pero no así el espíritu con su ímpetu de actividad constante. Cuando dormimos transitamos por el Más Allá
Normalmente el Espíritu con su Periespíritu, se separa y se libera parcialmente del cuerpo físico mientras este se encuentra bajo un estado de sueño profundo, y entonces queda libre para visitar el mundo espiritual. Lo mismo suele suceder durante el estado de coma.
Hay que señalar que los sueños, o mejor dicho, las ensoñaciones, no son siempre recuerdos de nuestras actividades en el plano espiritual a donde accede el Espíritu. Así se pueden diferenciar tres clases de sueños: el Fisiológico, el Psicológico y el Espiritual.
En el sueño fisiológico el cuerpo transmite sensaciones al cerebro y es vivido a veces de modo dramático: por ejemplo, quien tiene frío mientras duerme y aún encima se destapa, posiblemente sueñe con un frio ambiente de hielo o nieve, mientras se siente tiritar de frío; o el caso de personas con incontinencia urinaria, que se enteran de que su sueño no solo era un sueño, cuando despiertan con la cama mojada.
El sueño psicológico expresa nuestros estados más íntimos. Así por ejemplo, algo que alguna vez nos preocupó, y después se repite dramáticamente durante el sueño.
Ambos tipos de sueños suelen ser fugaces y mal esbozados, por eso resultan a veces tan absurdos.
Los sueños repetitivos o recurrentes, se viven y reviven repetidamente tras atravesar la persona por situaciones dramáticas o traumatizantes, que quedan grabadas y escondidas en el subconsciente, y durante el sueño afloran una y otra vez, no teniendo ninguna significación mágica o especial de ninguna clase. Esta clase de sueños suelen aparecer como un recuerdo de lo vivido o impresionado en una existencia anterior, por algún motivo importante para su situación espiritual presente. También pueden repetirse como una insistente transmisión de algún Ser que desde el plano espiritual desea o necesita comunicarnos algo aprovechando esos momentos de la emancipación del alma que sucede durante el sueño.
El sueño espiritual se traduce en vagos recuerdos de las actividades en que se involucran los Seres espirituales mientras dura el sueño psicológico.
A estas actividades del alma durante el sueño, Allan Kardec las llamó “emancipación del alma”. Los sueños espirituales son los más nítidos y claros, aunque a veces muy extraños, y curiosamente se recuerdan en imágenes y escenas con color, sin embargo los otros se viven y recuerdan como en una película en blanco y negro.
La transmisión desde el Plano Espiritual que realiza el Espíritu hacia su cerebro físico, se efectúa gracias al lazo de energía anteriormente señalado, de aspecto luminoso plateado, llamado “Cordón de Plata”. Este lazo energético une al Ser espiritual con el Cuerpo Vital y su Cuerpo físico y le permite emanciparse del mismo durante el sueño profundo o los estados de coma, transmitiéndole vivencias a través del mismo. Este cordón o lazo de energía astral, le capacita también para poder reincorporarse y regresar inmediatamente a su cuerpo físico al despertar del sueño.
Si el “Cordón de Plata” se rompe o se corta definitivamente, sobreviene la muerte irreversible del cuerpo físico, con la liberación definitiva del Ser.
El aspecto de este cordón luminoso plateado ha sido así descrito por algunos mediums y videntes psíquicos; además curiosamente en el libro del Eclesiastés de la Biblia, aparece este concepto que también es descrito precisamente con este nombre, lo cual nos lleva a considerar que la videncia psíquica o espiritual ya se conocía en la antigüedad.
- Jose Luis Martín-
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VALORES HUMANOS
Fidelidad tiene que ver con todo lo que signifique lealtad, confianza,
fe, estamos hablando al mismo tiempo de compromiso, de obligación,
de someternos al cumplimiento de aquello que por propia voluntad
hemos aceptado.
La fidelidad es propia de las personas nobles, de aquellos que tienen
un control sobre su voluntad y saben cumplir con los compromisos
adquiridos, sin importarles el esfuerzo que deben realizar para tal fin, o
los sacrificios que tengan que hacer. Una promesa hecha a un amigo, una
palabra dada en un negocio, un ofrecimiento de ayuda a quien quiera
que sea es lo suficientemente transcendente para no olvidarlo y mantenerse
fiel, aun pese a las dificultades para no errar o fallar ante dicho
compromiso y cumplirlo.
No nos comprometemos por aquello que carece de valor, sino
que damos nuestra palabra o hacemos algún tipo de voto por algo que
consideramos importante. Si tenemos un amigo al que nos une una gran
amistad somos capaces de adquirir compromisos serios con él porque
tenemos confianza en su persona, conocemos su valía, estamos seguros
de lo que él haría por nosotros y en esa misma medida también hacemos
lo mismo por él, es por ello que cuando se contrae un compromiso,
una responsabilidad hemos de saber cumplirla. De esa forma, entre amigos
por ejemplo se va ampliando y robusteciendo la confianza mutua y
creando vínculos cada vez de mayor rango.
El grado de lealtad que sepamos demostrar marcará sin duda
el concepto que se formen de nosotros todos aquellos con quienes nos
relacionemos. Depende de nosotros el que nuestros amigos, familiares o
conocidos nos tengan una mayor o menor confianza, respeto o estima y
el que cuenten con nosotros para llevar algo a cabo.
Mantenerse fiel a una idea o principios supone un gran esfuerzo,
hemos mantenernos sólidos y razonables y dejar de obrar por impulsos
o por lo primero que nos venga a la cabeza, nos debemos a una causa y
puesto que formamos parte de algo hemos de ser consecuentes con ello
y luchar por responder al compromiso que supone la aceptación de una
idea.
No valen las excusas o justificaciones en este terreno, no vale el
“donde dije digo, digo Diego”, no, precisamente fidelidad implica superar
las barreras u obstáculos que puedan surgir para cumplir los compromisos
asumidos.
Es preciso tener autoestima, respetarse, voluntad y
honestidad para mantenerse firme ante la palabra dada. Si todo nos da
igual, si no tenemos una meta trazada, algo por lo que luchar, cualquier
impedimento que nos asalte bastará para dar marcha atrás y no cumplir
el compromiso. Esto sólo va en detrimento de nosotros mismos.
Sin embargo si nos importa no el quedar bien únicamente, sino
nuestra valía personal, si nos importan nuestros propios valores, haremos
lo imposible para alcanzar el logro de nuestros objetivos. La fidelidad
es algo que arranca de lo más profundo de nuestro ser espiritual,
es en muchas ocasiones algo que no se puede explicar exactamente con
palabras pero que tiene que ver con la fe en Dios y con la capacidad de
renuncia y sacrifico en aras de una causa justa y noble.
Lealtad, fidelidad, confianza y todos sus derivados son un sentimiento
espiritual que moviliza todas nuestras energías y que difícilmente
pueden entender todos aquellos que sólo persiguen en sus vidas
proyectos materiales, que no confían más que en sí mismos y que sólo
ven a su alrededor adversarios o enemigos. Los egoístas, los ambiciosos,
los envidiosos, los que no creen en nada, no pueden ser leales. Si hacen
algo es por su bien, porque persiguen su propia satisfacción. En estos no
se puede confiar plenamente. Para ser fiel o leal hace falta creer en algo,
sentirse comprometido con un ideal, o estar imbuido de un sentimiento
de que estamos aquí por y para algo y de que nos debemos hacia nosotros
mismos y hacia nuestros semejantes el mayor respeto y consideración,
para que no seamos capaces de faltar a nuestra esencia espiritual
que es lo que nos da la fuerza y la vida.
Por medio de la fidelidad se forjan los vínculos más fuertes y
solidarios entre todos aquellos que participan de un mismo proyecto,
pues llega un momento en que se ponen a prueba nuestras cualidades
o verdaderas intenciones a través de situaciones inesperadas, es entonces
cuando demostramos si nuestra fe es fuerte y estamos dispuestos a
seguir adelante, aun a pesar de renunciar a algo o tener que hacer un
nuevo esfuerzo. La fidelidad une por medio del amor y de la entrega que
se ofrece de uno mismo a los demás. Sin embargo cuando las personas
se unen por intereses particulares se crean cadenas con las cuales los
más fuertes dominan a los más débiles. Es la diferencia entre la unión
espiritual por medio de la lealtad y el estar dispuesto a cumplir con los
compromisos y obligaciones que a cada cual le toca, y la unión material
que permanecerá mientras exista la posibilidad del beneficio particular
y egoísta.
Para poder ser fieles o leales a algo, como estamos viendo, es necesario
sentirse parte de un todo, una pieza dentro de una gran maquinaria,
y como tal aceptar que es más importante ese todo que el “yo” de
cada individuo. Es entonces cuando de forma natural y espontánea comprendemos
y aceptamos que nos debemos a ese todo con todas nuestras
fuerzas. Expresándolo como lo hizo un gran maestro espiritual, con toda
nuestra mente, con toda nuestra alma y con todo el corazón.
Si estamos inmersos en una actividad en la que participamos junto
a otras personas y además ésta es de naturaleza espiritual, tenemos
que aprender a dejar a un lado nuestro yo humano, y comenzar a poner
en práctica la virtud de saber confiar en los demás, poniendo como premisa
que en nosotros es en quien primero se puede confiar por la lealtad
que demostramos.
Fermín Hernández Hernández
© 1998 Amor, paz y caridad
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