A
fin de cuentas, ¿Dios perdona?
“El
amor de Dios es para siempre.” (Salmo 136)
Introducción
.
En
charlas que proferimos, a veces, insistíamos en preguntar al
público: “¿Dios perdona?”, sólo para ver como las personas
reaccionarían delante de tan curiosa pregunta. Invariablemente la
mayoría decía sí; nosotros afirmábamos que no, esperando un poco
para medir la reacción (pura maldad, diría un amigo, pero si fuera,
era con mucho amor. risas), después explicábamos el por qué de
pensar yo así.
Sólo
después de un largo y un buen tiempo es que llegamos a la conclusión
de que Dios jamás perdona, por cuanto a él no se le puede
“ofender”, sirviéndonos de esa palabra, aún no en el
diccionario, pero utilizada en otra parte por filósofos y estudiosos
bíblicos.
Realmente,
para Dios ofenderse, sería preciso que existiera un ser que Le
correspondiera en elevación y poder, lo que, ciertamente, sabemos no
existe. Además Él tendría que Amargarse con alguna cosa que Le
hiciéramos; pero, obviamente, que en el vocabulario divino no hay
esa palabra, que, de hecho, no se concilia con amor incondicional; ya
que “El amor de Dios es para siempre” (Salmo 136), afirmación
que, repetidas veces, es recitada por los hebreos, en la grande
plegaria de acción de gracias por ocasión de la Pascua.
Por
otro lado, de las personas que dijeron sí las poquísimas que no
entendieron nuestra explicación, aún no se dieron cuenta del amor
infinito que Dios nutre por cada una de sus criaturas, de forma que
Él no nos ve sino como niños que “no saben lo que hacen” (Lc
26,34), usando esa expresión de Jesús.
No
se extrañe, querido lector, digamos que encontramos apoyo bíblico
para justificar esa creencia nuestra de que Dios no perdona y no hay
por qué perdonar:
Jo
35,6-8: “¿Si
usted pecara, que mal estará haciendo a Dios?
¿Si
usted amontona crímenes, que daños está causando a él?
Y
si usted es justo, Qué es lo que está dando a él? ¿Qué es lo que
él recibe de su mano? Su
maldad sólo puede afectar a otro hombre igual a usted.
Su justicia sólo alcanza a otro ser humano como usted”.
Creemos
que Jo estaba completamente seguro, pues nuestras acciones, sean
buenas o malas, sólo alcanzan a alguien como nosotros, jamás a
Dios. Además, es oportuno recordar, que es el prójimo, a quien
ofendemos, que nos dará su perdón y no Dios, que nada tiene que ver
con la historia. Sin embargo, eso no significa
que
no hayamos infringido la Ley de Amor, con la cual, un día, aunque
transcurran algunos siglos, habremos de armonizarnos.
Como
se ve el perdón
Para
entender como, generalmente, se ve el perdón divino es necesario
hacer una simple comparación. Tal vez el ejemplo pueda no ser el
ideal, pero a falta de, en el momento, conseguir elaborar uno mejor,
lo presentamos:
Raul,
el farmacéutico de la pequeña ciudad de Lagoa Azul, aún preocupado
con la noticia recibida, despierta medio somnoliento, después de una
noche apenas dormida. Su problema era: como iría a conseguir el
dinero para reformar el local que le fue ofrecido, al punto más
comercial de lo que lo tenía, una vez que, para cambiar su farmacia
para allá, habría que hacer una reforma, buscando adaptándolo a
las exigencias legales.
Al
desayuno, conversando con la esposa, ella le sugirió como
alternativa viable que cogiera un préstamo bancario. Era algo que
había pensado, pero no había dicho nada, receloso de no tener el
apoyo de su esposa para eso.
Resuelto,
va al Banco y se dirige a la dirección, exponiendo que necesitaba de
una cierta cuantía, que, aunque no fuera muy alta, necesitaría de
unos seis meses para pagar. Como tenía buen concepto en la
institución, no hubo problema alguno y su préstamo fue aprobado.
Pasa el tiempo, Raul ahora
estaba
con su farmacia bien localizada y las ventas iban, de cierta forma,
muy bien; sin embargo, aún no había conseguido el dinero para pagar
al banco, pues lo que estaba reservando para eso acabó siendo gasto
con gastos hospitalarios; su esposa hubo pasado por serios problemas
de salud, pero ahora ella estaba bien. Se vence el plazo, y Raul aún
no fue al banco; el pobre estaba avergonzado de no haber podido
cumplir lo acordado. Y así, escondido detrás de esa vergüenza,
pasan tres meses del vencimiento, cuando recibe una carta del banco
invitándolo a regularizar la situación.
.
Como
no había otro modo, medio sin ganas, fue al banco, dirigiéndose a
la dirección. El gerente apretó el “santo” de Raul, que más
avergonzado quedó, pero aún encontró un resto de coraje para decir
al gerente: “Querido mío, usted me conoce muy bien, sabe
perfectamente que nunca dejé de honrar mis compromisos; fue por
cuenta de un imprevisto que no pude pagar el préstamo; sin embargo,
me gustaría que, teniendo en consideración que soy buen cliente en
esa institución, usted perdonara esa deuda”.
El
gerente sólo faltó caerse de la silla, delante de tan inusitado
pedido, y como no podía atenderlo, propuso a Raul que pagara la
cuantía, aumentada por los intereses legales, en prestaciones, que
él podía escoger cual sería el valor que tenía condiciones de
pagar mensualmente y ahí, sí, él, dentro de las atribuciones de
gerente, podría atenderlo.
Raul,
mentalmente, calculó y dijo al gerente que podría pagar un cierto
tanto por mes, lo que fue aceptado, sin mayores problemas. Realmente,
nuestro personaje Raul cumplió ese nuevo acuerdo, pagando toda la
deuda con el banco.
Lo
que quieren, en relación a Dios, es exactamente lo que Raul pidió
al gerente, o sea, que simplemente le perdonara la deuda. Ahora, el
gerente, jamás podría hacer eso, incluso por cuestión de justicia,
pues tendría que hacerlo a todos los clientes y, ahí, adiós
banco... En lo que toca a Dios, el hecho sería, como mínimo,
un
verdadero “adiós” a la ley de amor y a la ley de causa y efecto
(Justicia). Sin embargo, como el gerente del banco conocía bien a su
deudor, le hizo la propuesta de recibirla a lo largo de un
determinado tiempo y en consonancia con la capacidad económica de
Raul. Eso para Raul fue la tabla de salvación.
De
la misma forma, “Dios jamás nos perdonará” las faltas que
cometamos contra la Ley de Amor; pero de modo alguno dejará de
darnos oportunidad de, en “suaves prestaciones”, buscar
armonizarnos con ella. Entonces, si quieren admitir que Dios perdona,
tal es posible solamente si entendemos ese perdón como siendo
dándonos Él nuevas oportunidades para quitar nuestros débitos.
Sirve
eso de aviso a los que quieren el “cielo” por gracia, pues
tendrán desagradables sorpresas, cuando sea la vuelta a la patria
espiritual.
El
punto de vista del Espiritismo
En
el Espiritismo tenemos como verdad la “Ley de Causa y Efecto”
(que nosotros consideramos como principio áureo de justicia), la
cual, como sabemos, forma parte del rol de sus principios
fundamentales, que “exige” del infractor la reparación de todo
aquello que hizo infringiendo la Ley de Amor. En la reparación, la
misericordia divina
nos
proporciona “pagar” por el amor, haciendo el bien a los otros, o
“sufrir en la propia piel” el mal practicado, buscando, en ese
caso, darnos mejores condiciones de evaluar la extensión de las
consecuencias de nuestro acto, y, con eso, no practicarlo más en el
futuro.
En
la Revista
Espírita,
junio de 1859, encontramos algo bien interesante. Se trata del relato
de la sesión realizada el 25 de marzo en la Sociedad Espírita de
París, en la cual fueron hechas varias preguntas al Espíritu San
Luis. De entre ellas destacamos esta: “¿Los blancos se reencarnan,
algunas veces, en cuerpos negros?”
He
ahí la respuesta:
Sí,
cuando, por ejemplo, un señor maltrató a un esclavo, él puede
pedir para sí, por expiación, vivir en un cuerpo de un negro para
sufrir, a su turno, todos los sufrimientos que hizo sentir y, por
ese medio, avanzar y alcanzar el perdón de Dios.
(KARDEC,
1993y, p. 163.) (negrita nuestra)
De
eso, queda bien claro que el “perdón de Dios” solamente es
concedido si el infractor se dispone a notar el mal que practicó;
sin embargo, eso es bien simbólico, por cuanto la propia ley divina
es la que fue alcanzada y no, propiamente, Dios.
Veamos
en El Evangelio según el Espiritismo, en el capítulo V –
Bien-aventurados los afligidos, un tramo del comentario de Kardec,
sobre las causas actuales de nuestras aflicciones:
“La
ley humana alcanza ciertas faltas y las castiga. Puede, entonces, el
condenado reconocer que sufre la consecuencia de lo que hizo. Pero la
ley no alcanza, ni puede alcanzar todas las faltas; incide
especialmente sobre las que traen perjuicio a la sociedad y no sobre
las que sólo perjudican a los que las cometen. Dios,
sin embargo, quiere que todas sus criaturas progresen y, por lo
tanto, no deja impune cualquiera desvío del camino recto. No hay
falta alguna, por más leve que sea, ninguna infracción de su ley,
que no acarree forzosas e inevitables consecuencias, más o menos
deplorables.”
(La negrita es nuestra) (Continúa
en la próxima edición.)
Autor:
Paulo da Silva Neto Sobrinho
Referências
bibliográficas:
BRAGA,
K. F. Alvorada
de Bênçãos.
2012.
KARDEC,
A. Revista
Espírita 1859.
Araras, SP: IDE, 1993e.
KARDEC,
A. O
Céu e o Inferno.
Rio de Janeiro: FEB, 2007d.
KARDEC,
A. O
Evangelho segundo o Espiritismo.
Rio de Janeiro: FEB, 2007c.
XAVIER,
F. C. e VIEIRA,W. O
Espírito da Verdade.
Rio de Janeiro: FEB, 2006.
REDACCIÓN MOMENTO ESPÍRITA. Ni castigo, ni perdón.
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DESENCARNACIÓN: PROCESO DE TRANSICIÓN.
La
muerte es la cesación de la vida orgánica; la desencarnación es la
liberación del Espíritu inmortal, periodo de transición, en su
cambio de plano. “La muerte es hereditaria” (1) y cuando el
cuerpo muere, el Espíritu está listo para librarse, porque “no es
la partida del Espíritu la que causa la muerte del cuerpo; esta es
la que determina la partida del Espíritu;” (2) pero este, no
siempre está en condiciones de hacerlo. En este caso, la muerte
biológica ocurre, pero el Espíritu no se desprende, no se libera,
queda preso al cuerpo físico, esto es, continúa encarnado, porque
“no todos los que mueren desencarnan.” (3)
“Nos
dijo, cierta vez un suicida: `No estoy muerto. Y añadía: `No
obstante siento los gusanos comiéndome.´
Ahora, indudablemente, los gusanos no le comían el periespíritu y
aun menos el Espíritu; le roían sólo el cuerpo. (…) Era antes la
visión de lo que pasaba con el cuerpo, al cual aun lo conserva
ligado al periespíritu, lo que le causaba la ilusión, que él
tomaba por realidad.” (4)
La
reencarnación no es un proceso punitivo, sino educativo, pues aquí
“es escuela, es prisión, es hospital”; para alcanzar la
perfección, la felicidad y la plenitud, es necesario renovarse en la
experiencia de la materia densa… Habiendo escogido el camino del
progreso, evolucionado, y así realiza su reforma íntima o, al
contrario estacionado, con la excepción que, por mínimo que sea,
siempre se evoluciona alguna cosa, inexorablemente sobreviene la
muerte (Fig. 1), que es la fatalidad del cuerpo físico, así como
“la evolución es la fatalidad del Espíritu” (5), uno de los
objetivos de la reencarnación. (4); u otro es “trabajar para el
Universo, como el Universo trabaja para nosotros, tal es el secreto
del destino” (6), “es por el Espíritu en condiciones de soportar
la parte que le toca en la obra de la creación (…) y concurriendo
para la obra general, él mismo se adelanta.” (4) (FIG. 1); este
último es alcanzado consciente o inconsciente por el Espíritu.
La
reestructuración o no de su periespíritu, va a depender en haber
alcanzado ambos objetivos, con influencias importantes en la
secuencia del proceso desencarnatorio. Cuanto más depurado esté más
fácil se vuelve su desligamiento gradual, porque “los lazos se
desatan, no se quiebran.”. (4)
Dos
factores son consecuentes a la muerte (Fig.1), ocurriendo
paralelamente y vinculados a sus circunstancias y al grado evolutivo
del Espíritu desencarnante:
.el
desprendimiento
del cuerpo físico.
.la
perturbación
del Espíritu.
León
Denis señala que deberíamos llorar en la hora de la reencarnación,
que es un momento de intenso sufrimiento para el Espíritu, y reírnos
en la hora de la muerte, cuando el Espíritu se libera, ya que
encarnación es su encarcelamiento fluídico y la desencarnación su
liberación; esto es importante acentuar, si el Espíritu cumplió
los objetivos de la encarnación, porque si no lo hizo, serán dos
llantos, uno al encarnar y el otro al desencarnar, tal es la
influencia que esta conducta proyectará en la desencarnación. El
desprendimiento. Al
reencarnar el Espíritu se liga al cuerpo, a través de su
periespíritu, que a él se une, molécula a molécula, átomo a
átomo y al desencarnar, inversamente se desprende, también, átomo
a átomo, molécula a molécula.
El
principio vital es ` “el interruptor de la vida”, (7) en cuanto
que el fluido vital es la electricidad que cargar nuestras baterías,
el fluido cósmico animalizado; al ser desligado aquel, la vida se
desvanece, cesa y sobreviene la muerte (muerte natural), que se da
por agotamiento del fluido vital o bien su presencia, por
fallecimiento orgánico súbito (muerte violenta), quedando él
impotente para transmitir el movimiento de la vida.
(8)
Esta fuga energética del cuerpo físico y del periespíritu, que se
encontraban de ella impregnados, desde el primer instante de la
concepción, se realiza de forma suave o abrupta, (Fig.1) de acuerdo
con su distribución, que es peculiar a cada ser, a cada órgano, a
cada célula; hay en los centros vitales o de fuerza, mayor actividad
vital y puntos de ligación con mayor densidad entre el
Espíritu-periespíritu, es el centro coronario el regente que, por
el hecho mismo, es el último que se desliga, deshaciéndose las
conexiones Espíritus-periespíritu-glándula pineal, la “glándula
de la vida espiritual”. La rotura de estos lazos
fluídicos-magnéticos que compone el cordón fluídico o de plata,
representa el sello de la desencarnación, iniciándose por las
extremidades y terminando, como dijimos, en el cerebro.
La
naturaleza de las demás uniones de los centros vitales, varían de
acuerdo con cada ser, dependientes de la evolución del Espíritu,
modulador y estructurador del periespíritu y por tanto de sus
uniones con la materia densa, a través de los centros vitales
controladores y sus órganos secundarios y qué servicio prestó al
comandante de sus acciones_ el Espíritu. Así quien osó
desequilibradamente el sexo, o practicó aborto, por ejemplo, tendrá
sus uniones con el centro vital genésico difíciles de ser
desligados; quien fue fumador empedernido, igualmente tendrá fuertes
uniones fluídico-magnéticas con el centro cardíaco, retardando el
proceso desencarnatorio, y de ahí en adelante.
Así
el desprendimiento ocurre de forma lenta (envejecimiento natural,
dolencias crónicas, etc.) por estacionamiento del fluido vital, o de
forma abrupta (muerte violenta: accidentes, desastres, asesinatos,
suicidios) por injuria grave, determinando la incapacidad funcional
orgánica definitiva. (FIG. 1); en los primeros, el desligamiento ya
venía haciéndose cuando ocurrió la muerte y en los últimos, la
muerte corresponde al inicio del proceso desencarnatorio; equivale a
decir que el periodo muerte-liberación, genéricamente, es mayor en
estos. Con los Espíritus evolucionados ocurre que el momento de la
muerte corresponde al de la liberación, pero, al contrario, ciertos
Espíritus que tienen su periespíritu aun muy densificado, quedan
presos aun al cuerpo, después de la muerte.
“El
Espiritismo, por los hechos cuya observación él faculta, da a
conocer los fenómenos que acompañan esta separación, que a veces,
es rápida, fácil, suave e insensible, al paso que de otras es
lenta, laboriosa, horriblemente penosa, conforme el estado moral del
Espíritu, y puede duras meses”, (2) y hasta años.
La
perturbación
La
conciencia es del Espíritu y después de la muerte corporal, el pasa
por un periodo variable de perturbación, de acuerdo con el estado
moral del alma, “fruto de sus construcciones mentales, emocionales
y de voluntad” (9) y el género o circunstancias de la muerte, para
volver a readquirirla.
El
Espíritu purificado se deshace de los tenues lazos que lo
prendían al cuerpo físico, tomando entonces conciencia de sí
mismo, vuelve al mundo espiritual y a la memoria del pasado, que es
también del Espíritu y en breve va volviendo del inconsciente,
situado en el periespíritu (8); este “libro misterioso, cerrado a
nuestra vista, durante la vida terrena, se abre en el espacio. El
espíritu adelantado recorre a voluntad las páginas (…).” (6) En
estos casos la sensación es de alivio, como quien despertó de una
intervención quirúrgica y obtuvo el alta, curado; no es pues, ni
penosa, ni duradera; es un despertar, pues la “vida en la carne es
el sueño del alma”; es el sueño triste o alegre.” (6)
En
aquellos Espíritus que no aprovecharon el retorno a la vida
corporal, para su evolución, estacionados en la escala del progreso,
la desencarnación será un proceso extremamente doloroso, “tétrico,
aterrador, ansioso (…) cual horrenda pesadilla” (10), demorado y
la perturbación espiritual que seguirá, será mucho más intensa y
prolongada; muchas veces, mal se acuerdan hasta de la última
encarnación y mucho menos de las otras, es una concesión más de la
bondad y de la misericordia divina, pero un día lo harán, pues
tendrá que “entrar en el conocimiento de su estado, antes de ser
llevadas para el medio cósmico adecuado a su grado de luz y
densidad.” (6)
En
la muerte violenta, situación no esperada en la mayoría de las
veces por el Espíritu, su concienciación de la muerte y
consecuentemente pasaje a la vida espiritual es difícil y demorada,
tanto más prolongada cuanto menor es la evolución espiritual.
En
la Espiritualidad
La
espiritualidad no está parada, ni contemplativa, al contrario,
trabaja incesantemente y “Los Espíritus evolucionados, con fuertes
vínculos con la caridad”, (11) se responsabilizan de la tarea de
la desencarnación, ayudando en los desligamientos de los lazos que
unen el Espíritu al cuerpo físico, bajo influjo del pensamiento
divino. Espíritus amigos y familiares, ya desencarnados, colaboran
en esta tarea. Esta misma actuación, puede ser perjudicada por
Espíritus enemigos, obsesores, que tienen la finalidad de volver el
desligamiento más penoso, contribuyendo también para una mayor
perturbación del Espíritu desencarnante, su enemigo.
Destino
de los componentes del hombre.
Después
de la muerte, el cuerpo físico se desintegra, siguiendo las leyes
físicos-químicas, que también son divinas, y nunca más se vuelve a recomponer, o es destinado a la resurección, por lo que estaría desprovista
de ninguna finalidad.
El
fluido vital vuelve a su lugar de origen_ el fluido cósmico o
universal.
El
periespíritu podrá presentar modificaciones en relación a su
densidad; no se segmenta y no se sedimenta; se depura, volviéndose
tanto más sutil cuanto mayor fuera el progreso espiritual.
El
Espíritu puede presentar modificaciones en relación a su estado
moral reencarnatorio, porque el “Espíritu evoluciona, todo lo más
se transforma”, por menor que sea esta misma evolución, a veces,
mínima, lo que no puede nunca ocurrir, es retrogradar.
Conclusión
Un
día, después de la muerte corporal, nosotros tendremos un decisivo
encuentro marcado con nosotros mismos, en lo recóndito de nuestra
conciencia, atributo del Espíritu, donde fueron impresas por Dios
sus leyes morales (4); ahí serán juzgados por ella, todos nuestros
actos de la senda reencarnatoria, en el uso de nuestro libre albedrío
y comparados con nuestros propósitos al reencarnar, escogidos o
impuestos por la justicia divina, siempre de acuerdo con las
aptitudes de cada uno; depende de nosotros, y sólo de nosotros, sí
este será el “día más feliz de nuestra existencia”, momento de
puro éxtasis o, “al contrario, el peor de ellos”, su momento más
fatídico.
“Creemos
que la educación para la desencarnación se implica en la educación
para la vida”. (9), para que consigamos la muerte de que nos habla
Hernani Santana: (12)
“¡La
muerte (...) es la libertad!
Es
el vuelo augusto para la luz divina,
¡Bajo
las bendiciones de la paz de la eternidad!
Es
buen comienzo de una nueva edad,
Pasado
mañana hermosa y peregrina,
De
nuestra real y gran felicidad.”
Fernando A. Moreira
(Trabajo publicado en la Revista Internacional de Espiritismo – Mayo 2001)
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La felicidad no depende de lo que nos falta, sino del buen uso que hacemos de lo que tenemos.
Thomas Hardy
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LA PRUEBA DE LA RIQUEZA ANTE UNA NUEVA VIDA.
La riqueza, aunque humanamente deseable, es una prueba
difícil para el caminar evolutivo del Ser, y por ella todos
tendremos que pasar alguna vez , o tal vez ya la hemos pasado
anteriormente. La cuestión es si la hemos aprovechado correctamente
desde un punto de vista espiritual, o mas bien nos ha servido para
contraer nuevas deudas para el futuro.
Su gran peligro reside en que suele hacer que el Ser
humano se incline hacia el materialismo, la holgazanería, la pereza
espiritual y sobre todo ese gran monstruo moral que es el egoísmo
. Todas estas posiciones equivocadas nos atan a las cosas
materiales de este mundo con tan fuertes lazos que ni siquiera la
muerte nos libera de ellas
Es de tener en cuenta que , como cualquier herramienta o
utensilio material, la riqueza por si misma no es mala ni buena,
por lo que también tiene su aspecto positivo, y este es que
también es un medio que facilita el estudio, la investigación y la
cultura, que son factores positivos para la evolución del Ser. La
riqueza es un instrumento que se puede considerar como una
herramienta para la evolución, difícil de manejar pero que
empleada en aliviar las carencias y necesidades de lo esencial en
los demás, puede resultar por ello un poderoso medio evolutivo.
La riqueza viene a ser como un arma de doble hoja,
porque si facilita la vida, por otra parte también es una carga que
la oprime cuando en determinados momento de la vida llama a la
conciencia alertando de su responsabilidad y quita el sosiego al
alma.
Deberíamos comprender todos, que los bienes materiales
y las riquezas que poseemos, vienen a ser solamente una
apariencia, porque antes de existir nosotros en este mundo, muchos
otros también creyeron entonces ser dueños de las mismas, y sin
embargo las tuvieron que abandonar un día con la muerte, tal y como
antes o después nos sucederá también a nosotros.
Hay
que comprender que las únicas adquisiciones verdaderas que nos
llevaremos de esta vida y que valoraremos realmente después de la
muerte, serán las buenas obras y lo que hayamos desarrollado a nivel
intelectual y moral.
Para triunfar en la prueba de la riqueza es necesario
saber liberarse de la esclavitud que causa el dinero, considerando
que este es solamente un medio y nunca como un fin en sí mismo.
Una vez meditado y comprendido este asunto, tal vez
debiéramos comenzar por querer liberarnos de las cosas materiales
que tenemos y son superfluas, de modo gradual, como solo de modo
gradual se puede conquistar la perfección, por lo que al mismo
tiempo debiéramos autoexaminarnos con frecuencia para detectar
nuestros defectos y fallos morales, y así poder ir gradualmente
liberándonos de ellos; al tiempo podemos adoptar algún ideal para
llevar a cabo o participar en una noble causa, en pro de los demás;
siempre de modo altruista y desinteresado. Así nos libertaríamos
de la esclavitud de lo superfluo y de la vida frenética que suelen
llevar las personas que viven con esta prueba.
La
felicidad no reside en la riqueza, aunque a veces aparente lo
contrario, ni en los medios materiales y físicos, que pueden
aparentar que otorgan felicidad, pero una felicidad falsa porque
resulta hueca y efímera . La felicidad verdadera cada uno puede
hallarla, experimentarla y gozarla según la cantidad de Amor que
damos y recibimos, porque para
ser realmente felices solamente lo podemos ser en la medida en que
sepamos hacer felices a los demás.
Los ricos suelen tener mucho apego a sus bienes
materiales, y de este apego nacen las envidias , los celos y la
prepotencia del orgullo que roban la paz y la tranquilidad a quien
los padece.
La riqueza en sí misma , como se dijo al principio, no
es ni mala ni buena; eso depende del uso y empleo que se le otorgue y
precisamente ahí está el peligro, en que la riqueza puede motivar
fácilmente el orgullo , el egoísmo y la dureza de corazón. El
mayor peligro que ofrece esta situación humana es que la persona
rica, por el hecho de serlo, se convierta en un Ser egoísta y
orgulloso.
El rico que vive solo, puede ser un egoísta, pensando
solamente en sí mismo y en sus riquezas. En realidad, muchas veces
bajo la apariencia de riqueza y poder humano, se suele ocultar un Ser
moralmente muy pobre, porque vive internamente aislado como un
enfermo psíquico o un psicópata inconsciente de su propia
condición, por lo que en el fondo, difícilmente estas personas son
felices en lo mas profundo de su alma, debido a su estado de egoísmo
que los mantiene en continua des armonía, siendo esta situación
fruto de una gran pobreza psíquica y moral.
Una
cosa es ser dueño de bienes materiales sin permitir que su posesión
suponga una exacerbación del egoismo , la vanidad y el orgullo, y
otra bien distinta es ser esclavo de los mismos,
por eso el rico en el mas amplio sentido de la palabra , debiera
estar por encima de su fortuna y bienes materiales, siendo generoso
y altruista con los demás, sin posturas absurdas de orgullo y sin
faltar a la dignidad de cualquier semejante menos favorecido por la
fortuna. Si
la persona rica sabe invertir su fortuna para hacer bien a otros
menos favorecidos, creando puestos de trabajo para que otros puedan
ganarse el pan de cada día y vivir dignamente, o bien poner su
fortuna al servicio de entidades benéficas para auxiliar a los que
nada tienen, entonces sí que se puede decir que esa riqueza en sus
manos ha sido una bendición de Dios para él y para los demás, por
lo que la prueba de la riqueza aunque difícil, para él supondrá un
gran paso en su evolución espiritual, pues de sus bienes materiales
nada se llevará al más allá, pero las acciones de bien que haya
hecho con ellos en su vida y las bendiciones de aquellos que
favoreció, serán entonces su mayor riqueza con la que contará
después de esta vida y que nadie le arrebatará.
No olvidemos que como espíritus que somos todos, no
somos dueños de nada material; si acaso solamente meros
administradores de lo que Dios confió a nuestras manos, y de cuyo
uso tendremos que responder después de esta vida.
- Jose Luis Martín-
*****************
“Los
hombres que no saben, trabajan por conquistar riquezas y poder, pero
estos duran a lo sumo una sola vida, y por tanto son irreales
.Hay bienes mas grandes que esos, que son mas grandes y
perdurables; y una vez descubiertos, se extingue para siempre el
deseo por los otros”
-Krishnamurti-
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¿Como lidiar nuestros Problemas?
Cuando los problemas nos visitan tenemos que seguir caminando con paciencia, enfrentándolos, pues nunca tenemos que ver los problemas como cosas muy graves, pues en verdad son lecciones, aprendizajes, y que cuando pasamos esos problemas somos un poco mas maduros.
En la vida siempre vamos a tener que lidiar con los problemas, entre tanto, cada uno de ellos nos hacen mas fuertes, y todos ellos son para nuestro bien, es cierto que algunos de esos problemas los provocamos por nuestra indisciplina, sin embargo, aun así, esos mismos problemas nos enseñaran a rectificar nuestros errores.
La vida es una bendita oportunidad para crecer, tenemos muchas existencias de experiencias y de pruebas, somos espíritus milenarios, y poco a poco llegaremos a ser espíritus puros, solo a través de nuestro esfuerzo lo lograremos antes o después pero nuestro destino es ser espíritus felices, es llegar a ser espíritus perfectos, aunque la perfección es un estado indefinido, pues siempre se aprende, siempre se crece.
Es por eso, que debemos estar en pensamiento con Dios, pues EL es todo amor, y nosotros somos parte de El, por lo tanto, debemos de comprender que solo el amor nos llevara hacia El, todo lo que no sea amor, nos alejara de El.
Aun estamos lejos de poder comprender el verdadero amor, solo el amor de madre es lo que mas se puede acercar a ese amor divino, el amor de una madre para con sus hijos, es el amor mas cercano, el dulce amor de Dios.
Es tan bello cuando nos acercamos a Dios, nuestro espíritu se ilumina de amor, se libera de las cadenas pesadas de la materia, pues hoy en día, el materialismo con sus fascinaciones hace que el espíritu le cueste romper esas cadenas, que se agarran fuertemente a la propia conciencia humana. Debemos intentar desembarazarnos de ese tirano metal que nos ancla a este mundo, por eso, el día a día, la oración, confiar en Dios, tener las enseñanzas del Divino Maestro siempre presente, hacer lo posible para esforzarnos a ver el amor de Dios a nuestro alrededor, haremos que las cadenas de nuestra propia conciencia se vayan rompiendo, se vayan debilitando y así ver que todos somos hermanos en Dios, y que todos algún día veremos y sentiremos la grandeza del Creador.
Jesús, el Divino Maestro, nos enseño sublimes enseñanzas, donde podemos observar, donde podemos percibir, como es Dios, como es todo amor, y que siempre nos da oportunidades para redimirnos, para crecer, siempre un espíritu por muy malvado que sea, en su interior también tiene la esencia de Dios, la semilla que mas tarde o mas temprano germinara, cuando comience a regarla con amor y con ganas de trabajar en el bien.
Tenemos valiosas enseñanzas, tenemos valiosas razones para cambiar hoy, mudar nuestra conducta, es normal que nos cueste ser mejores, pero un pequeño paso, un paso insignificante, ya es un gran salto para nuestro mejoramiento, nunca nos lamentemos de que no podemos avanzar, que no podemos cambiar, siempre podemos cambiar, siempre podemos mudar de conducta, siempre, solo que necesitamos tiempo, y debemos de esforzarnos una y otra vez, pero sin la menor duda, todos podemos vencer nuestras malas inclinaciones, todos podemos crecer hacia el bien.
Estemos siempre dispuestos a mejorar, estemos siempre dispuestos a cambiar y sin duda lo vamos a conseguir, de eso hay plena certeza, oremos al Padre cada día, cada momento, y notaremos que cada día somos mejores moralmente y seremos mas buenos.
El esfuerzo es lo que vale, es lo que cuenta, es lo que nos hace crecer, el esfuerzo, pues el verdadero espirita, se reconoce por su esfuerzo en mejorar, por esforzarse en tener las enseñanzas de Jesús en el corazón, el evangelio en nuestra alma.
En la vida siempre vamos a tener que lidiar con los problemas, entre tanto, cada uno de ellos nos hacen mas fuertes, y todos ellos son para nuestro bien, es cierto que algunos de esos problemas los provocamos por nuestra indisciplina, sin embargo, aun así, esos mismos problemas nos enseñaran a rectificar nuestros errores.
La vida es una bendita oportunidad para crecer, tenemos muchas existencias de experiencias y de pruebas, somos espíritus milenarios, y poco a poco llegaremos a ser espíritus puros, solo a través de nuestro esfuerzo lo lograremos antes o después pero nuestro destino es ser espíritus felices, es llegar a ser espíritus perfectos, aunque la perfección es un estado indefinido, pues siempre se aprende, siempre se crece.
Es por eso, que debemos estar en pensamiento con Dios, pues EL es todo amor, y nosotros somos parte de El, por lo tanto, debemos de comprender que solo el amor nos llevara hacia El, todo lo que no sea amor, nos alejara de El.
Aun estamos lejos de poder comprender el verdadero amor, solo el amor de madre es lo que mas se puede acercar a ese amor divino, el amor de una madre para con sus hijos, es el amor mas cercano, el dulce amor de Dios.
Es tan bello cuando nos acercamos a Dios, nuestro espíritu se ilumina de amor, se libera de las cadenas pesadas de la materia, pues hoy en día, el materialismo con sus fascinaciones hace que el espíritu le cueste romper esas cadenas, que se agarran fuertemente a la propia conciencia humana. Debemos intentar desembarazarnos de ese tirano metal que nos ancla a este mundo, por eso, el día a día, la oración, confiar en Dios, tener las enseñanzas del Divino Maestro siempre presente, hacer lo posible para esforzarnos a ver el amor de Dios a nuestro alrededor, haremos que las cadenas de nuestra propia conciencia se vayan rompiendo, se vayan debilitando y así ver que todos somos hermanos en Dios, y que todos algún día veremos y sentiremos la grandeza del Creador.
Jesús, el Divino Maestro, nos enseño sublimes enseñanzas, donde podemos observar, donde podemos percibir, como es Dios, como es todo amor, y que siempre nos da oportunidades para redimirnos, para crecer, siempre un espíritu por muy malvado que sea, en su interior también tiene la esencia de Dios, la semilla que mas tarde o mas temprano germinara, cuando comience a regarla con amor y con ganas de trabajar en el bien.
Tenemos valiosas enseñanzas, tenemos valiosas razones para cambiar hoy, mudar nuestra conducta, es normal que nos cueste ser mejores, pero un pequeño paso, un paso insignificante, ya es un gran salto para nuestro mejoramiento, nunca nos lamentemos de que no podemos avanzar, que no podemos cambiar, siempre podemos cambiar, siempre podemos mudar de conducta, siempre, solo que necesitamos tiempo, y debemos de esforzarnos una y otra vez, pero sin la menor duda, todos podemos vencer nuestras malas inclinaciones, todos podemos crecer hacia el bien.
Estemos siempre dispuestos a mejorar, estemos siempre dispuestos a cambiar y sin duda lo vamos a conseguir, de eso hay plena certeza, oremos al Padre cada día, cada momento, y notaremos que cada día somos mejores moralmente y seremos mas buenos.
El esfuerzo es lo que vale, es lo que cuenta, es lo que nos hace crecer, el esfuerzo, pues el verdadero espirita, se reconoce por su esfuerzo en mejorar, por esforzarse en tener las enseñanzas de Jesús en el corazón, el evangelio en nuestra alma.
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