Clara Rivier era una joven de diez años, perteneciente a una familia de labradores de una aldea del Mediodía de Francia. Estaba completamente enferma desde los cuatro años. Durante su vida, no dejó escapar una sola queja, ni dio una sola señal de impaciencia. Aunque desprovista de instrucción, consolaba a su afligida familia, conversando de la vida futura y de la dicha que debía encontrar en ella.
Murió en septiembre de 1862, después de cuatro días de torturas y convulsiones, durante las cuales no cesó de rogar a Dios. “No temo la muerte -decía-, puesto que una vida de felicidad me está reservada después.” Decía también a su padre, que lloraba: “Consuélate, vendré a visitarte. Mi hora está próxima, lo siento. Cuando llegue, lo sabré y te lo advertiré antes.” En efecto, cuando el momento fatal estuvo a punto de llegar, llamó a todos los suyos, diciendo. “No tengo más que cinco minutos de vida, dadme vuestras manos.” Y expiró como lo había anunciado.
Desde entonces un espíritu golpeador vino a visitar la casa de los esposos Rivier, donde lo derribaba todo, y golpeaba la mesa como si tuviera una maza. Agitaba las colgaduras de las camas y las cortinas, y removía la vajilla. Este espíritu aparecía bajo la forma de Clara a su joven hermana, que no tiene más que cinco años. Según esta niña, su hermana le ha hablado muchas veces, y estas apariciones le hacen a menudo dar gritos de alegría y exclamar: “Pero, ¿veis qué linda está Clara?”
1 . Evocación de Clara Rivier.
R. Estoy cerca de vosotros. dispuesta a responder.
2. ¿De dónde os venían, aunque tan joven y sin instrucción, las ideas elevadas que habíais expresado sobre la vida futura, antes de vuestra muerte?
R. Del poco tiempo que tenía que pasar sobre vuestro globo y de mi precedente encarnación.
Cuando dejé la Tierra, era médium, y lo soy también volviendo entre vosotros. Esto era una predestinación, sentía y veía lo que expresaba.
3. ¿Cómo es que una niña de vuestra edad no se haya quejado durante cuatro años de sufrimientos?
R. Porque el sufrimiento físico estaba dominado por una potencia más grande, la de mi ángel de la guarda, a quien veía continuamente cerca de mí. Sabía aliviar todo lo que sentía, hacía que mi voluntad fuese más fuerte que el dolor.
4. ¿Cómo os han prevenido del instante de vuestra muerte?
R. Mi ángel de la guarda me lo revelaba, jamás me ha engañado.
5. Habíais dicho a vuestro padre: “Consuélate, vendré a visitarte.” ¿Cómo es que, animada de tan buenos sentimientos para vuestros padres, venís a atormentarles después de vuestra muerte, haciendo ruido en su casa?
R. Tengo, sin duda, una prueba, o mejor dicho, una misión que cumplir. Si vuelvo a ver a mis padres, ¿creéis que es sin objeto? Estos ruidos, esta perturbación, estas luchas causadas por mi presencia, son una advertencia. Estoy ayudada por otros espíritus cuya perturbación tiene un objeto, como yo tengo el mío, apareciendo a mi hermana. Gracias a nosotros, muchas convicciones van a nacer. Mis padres tenían que sufrir una prueba. Cesará pronto, pero solamente después de haber llevado la convicción a una multitud de espíritus.
6. De este modo, ¿no sois vos en persona la que causa esta perturbación?
R. Soy ayudada por otros espíritus, que sirven para la prueba reservada a mis queridos padres.
7. ¿Cómo es que vuestra hermana os ha reconocido, si no sois vos quien producía estas manifestaciones?
R. Mi hermana no ha visto a nadie sino a mí. Posee ahora la doble vista, y no será la última vez que mi presencia vendrá a consolarla y a animarla.
8. ¿Por qué, siendo tan joven, habéis sido afligida con tantas dolencias?
R. Tenía que expiar faltas anteriores, había hecho mal uso de la salud y de la posición brillante de que gozaba en mi anterior encarnación. Entonces Dios me dijo. “Tú has gozado grandemente, desmedidamente, y sufrirás lo mismo. Tú eras orgullosa, serás humilde. Tú estabas envanecida de tu hermosura, serás desfigurada. En lugar de la vanidad, te esforzarás en adquirir la caridad y la bondad.” He cumplido la voluntad de Dios, y mi ángel de la guarda me ha ayudado.
9. ¿Tendríais que encargar algo para vuestros padres?
R. A petición de un médium. han hecho mis padres mucha caridad. Razón han tenido en no rogar siempre con los labios: es preciso hacerlo con la mano y el corazón. Dar a los que sufren es orar, ser espiritista.
Dios ha dado a todas las almas el libre albedrío, esto es, la facultad de progresar. Ha dado a todas la misma aspiración, y por esta razón, la ropa de paño burdo está más cerca de la ropa de oro de lo que generalmente pensáis. Por lo tanto, estrechad las distancias por la caridad. Introducid al pobre en vuestra casa, animadle, levantadle, no le humilléis. Si se supiese practicar por todas partes esta gran ley de la conciencia, no se tendría en épocas determinadas esas grandes miserias que deshonran a los pueblos civilizados, y que Dios envía para castigarles y abrirles los ojos.
Queridos padres, rogad a Dios. Amaos. Practicad la ley de Cristo, no hagáis a los otros lo que no quisierais que os fue hecho. Implorad a Dios que os prueba, manifestándoos que su voluntad es santa y grande como Él. Sabed, previniendo el porvenir, armaros de valor y de perseverancia, porque estáis llamado sufrir todavía, y es necesario saber merecer una buena posición en un mundo mejor, donde el conocimiento de la justicia divina es el castigo de los malos espíritus.
Siempre estaré cerca de vosotros, queridos padres. Adiós, o mejor, hasta luego. Tened resignación, caridad y amor a vuestros semejantes, y un día llegaréis a ser dichosos.
Clara
¡Qué hermoso pensamiento es éste: “La ropa de paño burdo está más cerca de la ropa recamada de oro de lo que generalmente pensáis.” Es una alusión a los espíritus que, de una existencia a otra, pasan de una posición brillante a otra posición humilde o miserable, porque muchas veces expían en un centro ínfimo el abuso que han hecho de los dones que Dios les había concedido. Es una justicia que todo el mundo comprende.
Otro pensamiento no menos profundo es el que atribuye las calamidades de los pueblos a la infracción dc la ley de Dios. porque Dios castiga a los pueblos como castiga a los individuos. Es cierto que si practicasen la ley de caridad, no habría guerras ni grandes miserias. El Espiritismo conduce a la práctica de esta ley, ¿será por esto que encuentra enemigos tan encarnizados? Las palabras de esta joven a sus padres, ¿son acaso las de un demonio?
- El Cielo y el Infierno , de Allán Kardec-
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Lo que es menester hacer para salvarse. Parábola del buen samaritano
1. Y cuando viniere el hijo del hombre en su majestad, y todos los ángeles con él, se sentará entonces sobre el trono de su majestad.-Y serán todas las gentes ayuntadas ante él, y apartará los unos de los otros, como el pastor aparta las ovejas de los cabritos. - Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a la izquierda.
Entonces dirá el Rey a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino que os está preparado desde el establecimiento del mundo porque tuve hambre, y me disteis de comer: tuve sed, y me dísteis de beber: era huésped, y me hospedásteis. - Desnudo, y me cubrísteis: enfermo, y me visitásteis: estaba en la cárcel, y me vinísteis a ver.
Entonces le responderán los justos, y dirán: Señor ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer: o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos huésped y te hospedamos: o desnudo y te vestimos, o cuándo te vimos huésped o en la cárcel y te fuimos a ver? - Y respondiendo el Rey, les dirá: En verdad os digo, que en cuanto lo hicísteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicísteis.
Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apartáos de mí, malditos al fuego eterno, que está aparejado para el diablo y para sus ángeles.
Porque tuve hambre y no me dísteis de comer, tuve sed y no me dísteis de beber. - Era huésped, y no me hospedásteis; desnudo y no me cubrísteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitásteis.
Entonces ellos también le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel y no te servimos? - Entonces les responderá diciendo: En verdad os digo: que en cuanto no lo hicísteis a uno de estos pequeñitos ni a mí lo hicísteis.
E irán éstos al suplicio eterno: y los justos a la vida eterna (San Mateo, cap.XXV, v. de 31 a 46).
2. Y se levantó un doctor de la ley, y le dijo por tentarle: Maestro, ¿qué haré para poseer la vida eterna? - Y él le dijo: ¿En la ley, qué has escrito? ¿Cómo lees? El respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo corazón, y de toda tu alma, y de toda tus fuerzas, y de todo su entendimiento, y a tu prójimo como a ti mismo. - Y le dijo: Bien has respondido, haz eso y vivirás.
Mas él, queriéndose justificar a si mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Y Jesús, tomando la palabra, dijo: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y dio en manos de unos ladrones; los cuales le despojaron: y después de haberlo herido le dejaron medio muerto y se fueron. - Aconteció, pues, que pasaba por el mismo camino un sacerdote, y cuando le vio, pasó de largo. - Y así mismo un levita, llegando cerca de aquel lugar y viéndole pasó también de largo. - Mas un samaritano que iba por su camino, se llegó cerca de él, y cuando le vio, se movió a compasión. - Y acercándose le vendó las heridas, echando en ellas aceite y vino, y poniéndolo
sobre su bestia, lo llevó a una venta, y tuvo cuidado de el. - Y otro día sacó dos denarios y los dio al mesonero y le dijo: Cuídamele: y cuanto gastares de más yo te lo daré cuando vuelva.
¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo de aquel que dio en manos de los ladrones? - Aquél, respondió el doctor, que usó con él de misericordia. Pues vé, le dijo entonces, Jesús, y haz tú lo mismo. (San Lucas, cap. X, v. de 25 a 37).
3. Toda la moral de Jesús se resume en la caridad y en la humildad, es decir, en las dos virtudes contrarias al egoísmo y al orgullo. En todas sus enseñanzas, manifiesta que estas virtudes son el camino de la eterna felicidad. Bienaventurados, dice, los pobres de espíritu, es decir, los humildes, porque de ellos es el reino de los cielos; bienaventurados los que tienen el corazón puro; bienaventurados los que son mansos y pacíficos; bienaventurados los que son misericordiosos; amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos; haced a los otros lo que quisiérais que hiciesen con vosotros; amad a vuestros enemigos; perdonad las ofensas, si queréis que os perdonen; haced el bien sin ostentación; juzgaos vosotros mismos antes de juzgar a los otros. Humildad y caridad, esto es lo que no cesa de recomendar y de lo que El mismo da el ejemplo: orgullo y egoísmo, esto es lo que no cesa de combatir pero hace aún más que recomendar la caridad, la plantea con claridad y en términos explícitos como condición absoluta de la felicidad futura.
En el cuadro que presenta Jesús del juicio final, es menester, como en otras muchas cosas, atender a la parte figurada y a la alegórica. A los hombres a quienes hablaba, aun incapaces de comprender las cosas puramente espirituales, debía presentar imágenes materiales, penetrantes y capaces de impresionar para que fuesen mejor aceptadas no debía apartarse mucho de las ideas que aceptaban; en cuanto a la forma, reservando siempre para el porvenir la verdadera interpretación de sus palabras y de los puntos sobre los cuales no podía explicarse con claridad. Mas al lado de la parte accesoria y figurada del cuadro, hay una idea dominante, la de la felicidad que espera al justo y de la desgracia reservada al malo.
En este juicio supremo, ¿cuáles son los considerandos de la sentencia? ¿Sobre qué se informa? ¿Pide, acaso, el juez, si se ha llenado tal o cual formalidad, observando más o menos tal o cual práctica exterior? No; sólo se informa de una cosa: de la práctica de la caridad, y pronuncia diciendo: Vosotros que habéis socorrido a vuestros hermanos, pasad a la derecha; vosotros que habéis sido duros para ellos, pasad a la izquierda. ¿Se informa, acaso, de la ortodoxia de la fe? ¿Hace una distinción entre el que cree de un modo y el que cree de otro? No, porque Jesús coloca al samaritano, considerado como hereje, pero que tiene el amor al prójimo, sobre el ortodoxo que falta a la caridad. Jesús no constituye a la caridad en una de las condiciones para la salvación, sino en condición única; si se hubiesen de cumplir otras, las hubiera expresado. Si colocó la caridad en primera línea entre las virtudes, es porque implícitamente encierra todas las otras: la humildad, la mansedumbre, la benevolencia, la indulgencia, la justicia, etc., y porque es la negación absoluta del orgullo y del egoísmo.
El mayor de los mandamientos
4. Mas los fariseos, cuando oyeron que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a consejo.-Y le preguntó uno de ellos, que era doctor de la ley, tentándole: Maestro, ¿cuál es el grande mandamiento en la ley? - Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo corazón, y de toda tu alma y de todo tu entendimiento. - Este es el mayor y primer mandamiento. - Y el segundo semejante es a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. - De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (San Mateo, cap. XXII, v. de 34 a 40).
5. Caridad y humildad: tal es, pues, el sólo camino de la salvación; egoísmo y orgullo, tal es el de la perdición. Este principio está formulado en términos precisos en estas palabras: "Amaréis a Dios de toda vuestra alma y a vuestro prójimo como a vosotros mismos"; "toda la ley y los profetas están encerrados en estos dos mandamientos". Y para que no haya equivocación sobre la interpretación del amor de Dios y del prójimo, añade: "Y el segundo semejante es a éste"; es decir, que no se puede verdaderamente amar a Dios, sin amar a su prójimo, ni amar a su prójimo sin amar a Dios; pues todo lo que se hace contra el prójimo, se hace contra Dios. No pudiendo amar a Dios, sin practicar la caridad con el prójimo, todos los deberes del hombre están resumidos en esta máxima: "Sin caridad no hay salvación".
Necesidad de la caridad, según San Pablo
6. Si yo hablara lenguas de hombres y ángeles y no tuviera caridad, soy como metal que suena, o campana que retiñe. - Y si tuviese profecía, y supiese todos los misterios y cuanto se pudiese saber; y si tuviese toda la fe, de manera que traspasase los montes, y no tuviese caridad, nada soy. Y si distribuyese todos mi bienes en dar de comer a pobres y si entregare mi cuerpo para ser quemado, y no tuviese caridad, nada me aprovecha.
La caridad es paciente, es benigna: la caridad no es envidiosa, no obra precipitadamente, no se ensoberbece. - No es ambiciosa, no busca sus provechos, no se mueve a ira, no piensa mal. - No se goza de la iniquidad, mas se goza de la verdad: Todo lo sobrelleva, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Y ahora permanecen estas tres cosas, la fe, la esperanza y la caridad. Mas de éstas, la mayor es la caridad. (San Pablo: 1ª epístola a los Corintios, capítulo XIII, v. de 1 a 7 y 13.)
7. San Pablo ha comprendido de tal modo esta gran verdad, que dice: "Si yo hablara lenguas de hombres y de ángeles y no tuviere caridad, soy como metal que suena o campana que retiñe. Y si tuviese profecía y supiese todos los misterios y cuanto se puede saber; y si tuviese toda la fe, de manera que traspasase los montes, y no tuviere caridad, nada soy. - Y ahora permanecen estas tres cosas, la fe, la esperanza y la caridad." Coloca de este modo sin equívoco, la caridad sobre la fe; es porque la caridad está al alcance de todo el mundo, del ignorante y del sabio, del rico y del pobre, y es independiente de toda creencia particular.
Hace más; define la verdadera caridad, la manifiesta; no sólo en la beneficencia, sino en el conjunto de todas las cualidades del corazón, en la bondad y en la benevolencia con respecto al prójimo.
Fuera de la Iglesia no hay salvación. Sin la verdad no hay salvación
8. En tanto que la máxima: "Sin caridad no hay salvación", se apoya en un principio universal y prepara a todos los hijos de Dios al acceso en la felicidad suprema, el dogma: "Fuera de la Iglesia no hay salvación", no se apoya en la fe fundamental en Dios y en la inmortalidad del alma, fe común a todas las religiones, sino "en la fe especial en dogmas particulares". Es exclusivo y absoluto; en vez de unir a los hijos de Dios, los divide; en lugar de excitar el amor de sus hermanos, mantiene y sanciona la irritación entre los sectarios de los diferentes cultos, que se consideran recíprocamente como malditos en la eternidad, aun cuando fuesen parientes o amigos en este mundo; desconociendo la grande ley de igualdad ante la tumba, los separa también en el campo del reposo. La máxima: "Sin caridad no hay salvación", es la consagración del principio de la igualdad ante Dios y de la libertad de conciencia; con esta máxima por regla, todos los hombres son hermanos, y cualquiera que sea el modo de adorar a Dios, se tienden la mano y ruegan unos por otros. Con el dogma: "Fuera de la Iglesia no hay salvación", se lanzan el anatema, se persiguen y viven como enemigos; el padre no ruega por el hijo, ni el hijo por su padre, ni el amigo por el amigo; sino que se creen recíprocamente condenados para siempre. Este dogma es, pues, esencialmente contrario a las enseñanzas de Cristo y a la ley evangélica.
9. "Sin la verdad no hay salvación", sería el equivalente de: "Fuera de la Iglesia no hay salvación", y enteramente exclusivo, porque no hay una sola secta que no pretenda tener el privilegio de la verdad. ¿Qué hombre es el que puede vanagloriarse de poseerla por completo, cuando el círculo de los conocimientos se ensancha sin cesar y cuando las ideas se rectifican todos los días? La verdad absoluta es sólo patrimonio de los espíritus del orden más elevado, y la humanidad terrestre no podía pretenderla, porque no le es dado el saberlo todo; sólo puede aspirar a una verdad relativa y proporcionar a su adelantamiento. Si Dios hubiese hecho de la posesión de la verdad absoluta la condición expresa de la felicidad futura, este sería un decreto de proscripción general; mientras que la caridad aun en su más alta acepción, puede ser practicada por todos. El Espiritismo, de acuerdo con el Evangelio, admitiendo que puede uno salvarse, cualquiera que sea su creencia, con tal que observe la ley de Dios, no dice: "Fuera del Espiritismo no hay salvación"; y como no pretende enseñar aún toda la verdad, tampoco dice: "Sin la verdad no hay salvación", máxima que dividiría en vez de unir y perpetuaría el antagonismo.
INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS
Sin caridad no hay salvación
10. Hijos míos, en la máxima: "Sin caridad no hay salvación", están contenidos los destinos de los hombres en la tierra y en el cielo; en la tierra, porque a la sombra de ese estandarte, vivirán en paz; en el cielo, porque los que la hayan practicado encontrarán gracia ante el Señor. Esta divisa es la antorcha celeste, la columna luminosa que guía al hombre en el desierto de la vida para conducirle a la Tierra prometida; brilla en el cielo como una aureola santa en la frente de los elegidos, y en la tierra está grabada en el corazón de aquellos a quienes Jesús dirá: Id, a la derecha, vosotros, los bendecidos por mi Padre. Les reconoceréis por el perfume de caridad que esparcen a su alrededor.
Nada expresa mejor el pensamiento de Jesús, nada resume mejor los deberes del hombre, que esa máxima de orden divino: el Espiritismo no podía probar mejor su origen que dándola por regla, porque es el reflejo del más puro cristianismo; con semejante guía el hombre no se extraviará nunca. Aplicáos, pues, amigos míos, a comprender su sentido profundo y sus consecuencias, y a buscar en ellas vosotros mismos todas las aplicaciones. Someted todas vuestras acciones a la prueba de la caridad, y vuestra conciencia os contestará: no solamente os evitará el hacer mal, sino que os hará hacer bien, porque no basta una virtud negativa, sino que es necesario la acción de la voluntad; para no hacer mal, basta muchas veces la inercia y la indiferencia.
Amigos míos, dad gracias a Dios que ha permitido que pudiéseis gozar de la luz del Espiritismo, no porque los que la poseen pueden ser los únicos que se salven, sino porque, ayudándoos a comprender mejor las enseñanzas de Cristo, hace de vosotros mejores cristianos. Haced, pues, que al veros se pueda decir, que verdadero espiritista y verdadero cristiano, son una sola cosa y una misma cosa: porque todos los que practican la caridad, son los discípulos de Jesús, cualquiera que sea el culto a que pertenezcan. (Pablo, apóstol. París, 1860.).
(Tomado del Capítulo XV de El Evangelio Segun el Espiritismo)
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Marilys |
Los hay, desde luego. ¡Y muy frecuentes!
Hay días en los que brilla el sol, la vida sigue como siempre: las cosas no han cambiado, nada urgente nos falta en apariencia y sin embargo... Nos sentimos mal, como incompletos, como... insuficientes, como desalentados y extraños.
Ese día en que abres los ojos y no sabes por que, traes un desanimo que te nació en el sueño, que te broto en lo alto de la noche y se filtro a tu alma gracias a quien sabe que asociaciones oscuras y angustiosas.
Ese día en que te cuesta trabajo levantarte. ¡Ayer estaba todo bien! Ese día en que presientes que nada va a ir como tú lo deseaste, ese día que no tiene color, cuyas primeras horas son de laxitud, recelo o ligera zozobra.
Ese día, es un día que nació gris.
Nunca se puede evitar esto. La química de nuestro cuerpo, la inercia de nuestra psique, la reacción desconocida de factores internos a estímulos que no descubrimos todavía, nos quieren pintar este día de gris. Gris opaco. Gris depresivo. Gris pasivo. Gris marginal.
Pero...
Lo que sí puedes hacer, cuanto antes, es tomar tú mismo, tú misma, la decisión de activar tus propios pinceles y aprovechar ese gris neutro para inundarlo de figuras diversas: ¡Flechas verdes, curvas doradas, zig-zags blancos, puntos azules!
Puedes convertir en unos cuantos segundos o minutos ese panorama triste en un deseo realizable, un canto que te estimule, un silencio que te hable.
No hay dias grises... ¡todos son iguales!
Quien les da color eres tu.
Quien es capaz de alegrarse con la lluvia o admirar la tempestad, eres tu. Quien se echa a llorar bajo un sol esplendido o un cielo maravilloso, eres tu. Porque no son los dias los que te dan color. Eres tu quien puede pintar como desees, cada dia.
Si sientes que comienza todo gris...
¡Decidete y llenalo de color!
Cierra los ojos. Respira hondo, piensa claro...
¡Y vive como nunca el dia de hoy!
¡Los mejores colores de la vida estan siempre dentro de ti mismo!
Abrir los ojos a otro dia, es un regalo que no siempre vas a tener.
- Marilys Fernandez Rodriguez-
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Recto pensar
...Supera el temor, cualquiera sea su naturaleza, confiando en que ningún mal externo podrá hacerte daño si estuvieras bien interiormente, y en que solamente te sucederá aquello que contribuya a tu paz y a tu progreso espiritual.
- Joana de Angelis -
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CURACIÓN DIVINA
Dios educa a las almas a través de las propias almas.
Ninguno de los espíritus de alta categoría viene al mundo para impedir el sufrimiento de la humanidad. Como el agua que tomamos hoy, sabiendo que mañana tendremos sed nuevamente, surgen como alivio, orientándonos en el sentido de encontrarnos con la verdadera fuente, dentro de nosotros mismos. Debemos recordar a Jesús al lado de la samaritana, en el viejo pozo de Jaco: “Dadme de esta agua que te daré una, que tomándola nunca más tendrás sed” – ¡agua de la sabiduría, de la pureza espiritual, agua de la verdad!
Bien sabemos que nuestra naturaleza es animal, que nuestros instintos son inferiores y agresivos y que la educación solamente parte de uno mismo, pues los valores del alma, después que Dios nos lo dio, son conquistas de nuestro propio esfuerzo de cada día. Dios y Cristo nunca nos abandonan, pero Ellos no pueden y no deben hacer lo que a nosotros nos corresponde realizar.
Existen muchos métodos de curar, desde masticar hierbas entre los indios, a las más sofisticadas invenciones en el reino de Hipócrates, desde los siropes de larga vida en el área iniciática, a la medicina homeopática, fundada por Samuel Hahnemann, en las concentradas gotas de energismo curativo, desde las bendiciones de los campesinos con ramos específicos, a la flora medicinal, desde los masajes de los antiguos egipcios, a las famosas agujas orientales, desde los soplos de los Padres del Yoga, a los pases en los templos espiritas. En fin, hay un sin número de modalidades de curaciones, por todos los ángulos que podamos imaginar. Y, hoy en día, hay muchas personas curando por la alimentación; no obstante, todas las curaciones mencionadas y de las que no necesitamos hablar, carecen de la fuerza del pensamiento, cuya energía se convierte en aquello que quisimos transformar, por la luz del corazón.
Las enfermedades, sean las que sean, son estados anómalos del espíritu, que las exterioriza en el cuerpo como un hecho depurador que se le hace necesario, con el fin de equilibrarse delante de la Vida Activa de la cual procede y en la que se encuentra.
No siempre la ausencia de enfermedad puede significar salud, instalada en el Espíritu deudor, lentamente viaja en la dirección del cuerpo donde más tarde o más temprano, se revelará, y al ser identificada por sus síntomas y por el dolor que provoca, el individuo ya era enfermo sin saberlo. No obstante, aunque mantenga el bienestar físico, mental y transito social armónico, podrá considerarse una persona con salud y cuando determinados comportamientos enfermizos se le presenten, mediante la buena dirección de la mente podrá proseguir feliz, sin permitirse caer en el desanimo o en los estados mórbidos que representan las enfermedades del alma.
De ese modo la salud es el estado natural de la vida.
En lo recóndito del ser espiritual. Se encuentranpues, las matrices de las enfermedades y, ahí, por tanto, deberán ser tratadas, sin que puedan cesar los efectos momentáneamente, postergando empero, la persecución de esos sucesos perniciosos y destructivos.
El pensamiento es el agente catalizador de los acontecimientos que involucran al ser humano. Si por acaso, las acciones no encuentran el agente mental desencadenante en la actualidad, es porque permanece en el ayer sombrío del viajero espiritual.
Al ser así, es indispensable que renovemos los pensamientos constantemente, para mejor, creando hábitos saludables y dinamizando las actividades enriquecedoras de bendiciones, a fin de que el estado de bienestar permanezca como divisor de los diferentes estados de la actividad humana.
Muchos episodios de carencia en el área de la salud se presentan en todas las vidas, pero no debe constituir un motivo de preocupación, ya que forma parte del desarrollo de las funciones orgánicas vitales, de las auto recuperaciones de las piezas internas de la maquina física, sin ningún perjuicio por la armonía general del cuerpo y de la mente.
El ser humano es el resultado de todo aquello que elabora, cultiva y realiza. La cura real es una operación profunda de transformación interior, que ocurre solamente cuando los factores propiciadores del mandato dañino se modifican para mejor, dando lugar al equilibrio de sus variadas funciones en el campo de la energía.
Es preciso que la mente enferma procese los contenidos emocionales y morales de manera adecuada, a fin de la recuperación de la salud a través de la terapia utilizada produzca la cura real, evitando las secuelas que surgen exactamente de la falta de composición vibratoria de los delicados elementos por los cuales el Espíritu interactúa en el cuerpo.
En la gran mayoría de las personas enfermas, está presente el efecto de determinada conducta vivida anteriormente, en la cual hubo renuncia de las referenciales de la vida, aunque de forma inconsciente, como resultado de acontecimientos que podrían haber sido encarados de manera menos pesimista, menos autodestructiva.
Es inevitable la sucesión de problemas, de frustraciones, de desencantos existenciales, porque la propia existencia humana es rica en manifestaciones de ese orden. Sin embargo, la actitud del individuo frente a ellas, es quien define su futuro, aun cuando cambie de conducta emocional. Por lo general, los daños ya están causados en las tramas delicadas de los instrumentos generadores de las células, en el área de la energía que elabora las moléculas.
Se puede observar que, antes del surgimiento o instalación de diversas dolencias, el enfermo se permitió desaciertos íntimos, anhelo por abandonar la lucha material, se sintió agotado por la sucesión de tormentos y dolores morales, permitiéndose el desanimo desgastante.
La conciencia de la realidad espiritual del ser auxilia a esforzarse para continuar viviendo en el cuerpo, cuando le esté destinado, sabiendo, no obstante, que desencarnará, como es natural, empero haciendo uso de todos los valiosos recursos de la propia existencia, a fin de tornarla más digna y deseable.
E3se comportamiento contribuye de manera importante para su restablecimiento, para su recuperación inmediata y su cura más tarde, aunque llegue a liberarse de la maquina física en el momento apropiado.
El médico debe cuidar de descubrir en el enfermo el ser que se encuentra bajo la imposición enfermiza, pasando a cuidar de la persona, en vez de solo dedicarse a asistir su deficiencia y ofrecerle la terapia correspondiente. Tal conducta medica servirá también de valiosa contribución para la auto confianza del paciente, para su identificación como criatura humana y no solamente como alguien que ocupa un lecho de un hospital o se encuentra sometido a la problemática del desgaste orgánico donde quiera que esté.
La complejidad del ser humano tiene raíces ben afincadas en su emocional, en la forma como se siente cuidado, amado, respetado o por otro lado, olvidado, desconsiderado, una pesada carga sobre los hombros ajenos…
Son varias las maneras por las cuales se procesa la curación de los enfermos. En los casos realizados por Jesús y los apóstoles, fueron curaciones instantáneas, en las cuales, como por encanto, las enfermedades desaparecían rápidamente. Para realizar esa operación, es necesario tener un gran conocimiento espiritual, conocer los fundamentos de la vida del enfermo, y, a veces, modificar algo en su mente. A fin de que el cambie su forma de actuar y pensar. La enfermedad es la fermentación de muchas existencias vividas desordenadamente; es la respuesta, la consecuencia. Por eso, el dolor, en ciertas circunstancias, es la propia curación. Los duros padecimientos son indicio de elevación del alma, porque ella ya comenzó a pagar los débitos pasados, por el guante de la enfermedad.
El enfermo, al ser curado, se abre como la flor unida al tallo y sus centros de fuerza activan toda su sensibilidad, facilitándole la absorción de los fluidos donados por el operador. En muchos casos Jesús decía: “Tu fe te ha salvado” Eso es porque ciertos enfermos hacen el trabajo casi ellos mismos. Así tener fe, es algo muy importante en la vida. Cuando no existe fe, en la curación a distancia, de cuya operación curativa no participa el enfermo y que a veces ignora por encontrarse inconsciente, el operador se desdobla, de un modo impresionante, en todas las direcciones del saber, para encontrar la ecuación deseada, es decir, la cura. Examina, por la clarividencia, el tipo de enfermedad, sus causas y busca en el gran manantial divino elementos para sustituir a los que ya están cansados y gastados. Observa y activa los puntos energéticos del cuerpo y del alma, hace una transfusión inmediata de fuerza vital, tranquiliza la mente enferma y adapta en su más sensible departamento, ideas favorables a la curación. Pensamientos positivos, alegría de vivir y una gran paz caen en su conciencia limpia. Hay el enfermo favorece el trabajo, como si fuese a someterse a una operación y como si se relajase en una mesa de cirugía, por las bendiciones de la anestesia completa. Pero todo eso ocurre en minutos, dependiendo de la elevación del espíritu encargado de la curación y, en muchos casos, del tipo de enfermo. La variación es infinita. Entra en acción, como ya se ha dicho, la ley del carma.
Existen fuerzas desconocidas que se interponen a las curaciones inmediatas. El Evangelio no puede dejar de acompañarnos en todo este trabajo. El es la fuerza de Dios que hace que la curación sea eterna, pues traduce los principios de las leyes. Todos los desequilibrios orgánicos y psíquicos son la no observancia de los preceptos divinos. Existen muchas otras cosas en el campo de la curación que los hombres aun no están preparados para conocer. El tiempo, en la dinámica del progreso, revelará esas cosas gradualmente, a todas las criaturas, en la Tierra y fuera de ella.
¿Quién puede afirmar que el verdugo no pueda sufrir las mismas agonías que los condenados? Ellas pueden ser incluso perores. El odio, la venganza y la crueldad llenan el cáliz de la mente, que rebosa en la conciencia y el liquido corrosivo quema las fibras más intimas del alma, volviéndola sensible a la llamada de la víctima. El arrepentimiento corta la satisfacción externa que, por ignorancia, se esforzó en tener, y borda, en la figura de su espíritu, el emblema de su propia inferioridad, forma animalesca que se afina con sus sentimientos más sensibles.
Los hombres hablamos mucho de Dios. Nos habituamos a repetir su nombre en vano, sin todavía, creer verdaderamente en El. Todavía al hombre le perturba el fin de los tiempos y lo conmueve, porque nos quedan que pasar pruebas que deberán alcanzar las fibras de nuestro equilibrio. “Los justos vivirán por la fe” las palabras del libro santo así se expresan. Justos son todos aquellos que incrementan todos los días los trabajos de disciplina intima, que estimulan la caridad y que practican el Amor, procurando universalizar sus sentimientos. En ese clima, la criatura saldrá de la opresión de los acontecimientos y, aun incluso en la Tierra, respirara el ambiente del Cielo.
Quien lea y entienda el Evangelio en Espíritu y Verdad, encontrará en él a Dios y al cielo, los Ángeles y el propio paraíso, todo esperándonos, aguardando que hagamos nuestra parte, para recibir el premio de la felicidad. No hay nada de despreciable en el amor de Dios, que espera de nosotros la comprensión y también nos da medios para comprender.
La vida es un misterio, que solamente nos es revelado, por los procesos del Amor; cuanto más ama la gente, en el quilate del Amor que nada pide, más sabemos de las cosas escondidas de los que desconocen esa virtud por excelencia.
Estamos llegando al final de un ciclo espiritual, donde se realizará una selección rigurosa de las almas, por la ley de justicia, si no es por el Amor, para que el Amor puro se convierta en felicidad para los hombres, que supieron vivir y amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo.
La curación divina es aquella que restablece al enfermo, de cualquier enfermedad, en un abrir y cerrar de ojos; es la curación instantánea. Toda curación divina nace de una energía sublimada que viene de Dios, pasando por las santas manos de nuestro Señor Jesucristo. Como está comprobado, las manos que tocan a los enfermos de cualquier naturaleza y que curan instantáneamente, por detrás de ellas están las del Maestro de los maestros. Solamente el sabe transformar la luz de Dios, para restablecer la armonía orgánica de los hombres.
Francisco de Asís fue uno de los instrumentos de Jesús, que restableció una infinidad de cuerpos de todos los tipos de enfermedad en la Tierra. Entretanto, la fuerza que afina el instrumento humano, para servir de instrumento divino en las manos del Maestro es solamente una: EL AMOR, el más puro Amor, que busca las ondas luminosas desprendidas de Cristo de Dios, que siempre busca igualmente sintonía para consustanciar en bendiciones de Dios donde quiera que sea. Nadie está huérfano de las cosas del Cielo, cuando busca el camino de Dios y Nuestro Señor Jesucristo, cuya inmensurable aura acoge el Planeta y, en Su grandeza espiritual, siente todas las necesidades de los hombres y de las cosas, y todo su rebaño está dentro de Su faja mental.
El Evangelio es , por excelencia, un código divino. Si respetamos sus preceptos, estaremos en sintonía con la fuerza universal el Amor y seremos atendidos por esas leyes que regulan la propia vida que instruye en la Tierra.
Dios es un Dios de amor que transforma la simiente en árbol, en fruto que alimenta la vida, y, a veces, el pesar… Dios es Dios de Amor que cambia el nido de los pensamientos en nido de luz; que cambia las ideas en acción que nos conduce, onos deja caer, para comprender a Jesús. Dios es Dios de Amor que nos dio los pies, para que podamos caminar, nos ofreció las manos, para trabajar con la azada; pero si herimos al compañero, erramos el camino. Dios es Dios de amor que nos dio la cabeza para pensar, que nos premio con el corazón para amar; quien acepta el odio, no puede cantar. Dios es Dios de amor que todo lo hizo, sin alardear de ello, que todo lo hace, aunque creamos que es tarde; que nunca dice: Sois cobardes. Dios es Dios de amor que nos dio el verbo y nos enseña a hablar, que nos dio la boca y nos enseña a cantar; que nos dio el corazón y nos enseña a amar.
El Evangelio es el Pan del Cielo, enviado a las personas hambrientas de Amor y de Paz. Todos debemos amarnos, ser amigos unos de los otros, utilizando todas las energías en conversaciones sanas, donde quiera que estemos, acordándonos siempre de la advertencia de Jesús, cuando asevera: “Vigilad y Orad”. Nunca entréis en discusiones improductivas, ellas dividen lo que debe estar unido para servir mejor que siempre procuréis estar unidos por la fuerza del deber y de la oración estimulándoros unos a otros, sin olvidar que no estamos pisando flores, sino que estamos siendo educados y gracias a Dios respiramos el clima de la fraternidad. Todas las fuerzas que necesitamos para llevar adelante la adversidad proceden de Dios y de Cristo, por las vías del propio corazón.
La enfermedad del alma, es mucho peor que la del cuerpo.
Jesús jamás enfermo, no obstante, se ofreció en sacrificio, sin tener ningún debito, a fin de enseñarnos la sublimación y el amor a todos los individuos, en su expresión más elevada que el pensamiento puede identificar. Presentándose siempre idealista y equilibrado incluso cuando era hostigado por las provocaciones insensatas o fustigado para los debates inútiles, muy del agrado de las personalidades enfermizas de ayer y de hoy.
La fuerza del Amor es tan grande, que todo el que posee amor puede convertirse en un sol, impregnando con sus rayos, horizontes, donde el dolor se transforma en oración a aquel que todo lo hizo, y que nos creo por Amor. La oración, en la educación de los sentimientos, es fuerza nueva que se transforma en alas, en impulsos con los que se vencen las distancias, como relámpagos extendidos por los espacios. Dios tiene recursos para atendernos, cuando lo cree conveniente. Todo está cercano, cuando el Amor se manifiesta en nuestros corazones. Procuremos en todo instante hacer de la palabra y de la vida, el Evangelio vivo, y despertemos a quien estuviera muerto. Después, nos encontraremos en la paz del Señor.
Donde se implanta el Evangelio todos los días, la alegría va dominando el ambiente, haciendo olvidar todos los infortunios. Los propios enfermos terminan por olvidar la enfermedad, porque el amor apaga la guerra y enciende la paz.
Procure el hombre espiritualizarse, transformando sus armas en arados útiles para el bien y la paz, el bienestar se generalizaría a su alrededor, porque la propia naturaleza hará el trabajo de limpieza y de elección.
El dolor se impone como instrumento de reajuste y resarcimiento, en el impositivo de los procesos cármicos y redentores, para el espíritu emancipado, cuando reencarna en misión en la Tierra, sirve de muralla protectora, ante las llamadas inferiores de la materia.
Que nunca nos falte la fe, ella nos sustenta en los caminos que recorremos, ella nos ayuda en la labranza, donde sembramos las simientes del Evangelio, trabajo gratificante que nos alimenta y nos llena de esperanzas. El propio Evangelio es obra de la fe. Cualquiera de nosotros que la olvidemos, así como las obras que la complementan, estaremos andando, pero lo aremos como un muerto, porque la Buena Nueva enseña que la fe, sin obras, está muerta. Es a través de ella que llegaremos al Reino de la Esperanza, donde aun enfermos, tendremos fe en el resarcir de la enfermedad, a través del auto reforma.
Merchita
Trabajo extraído del libro Francisco de Asís de Juan Nones Maia, y de “Días Gloriosos” de Divaldo Pereira Franco.
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