domingo, 30 de noviembre de 2014

Sexo y amor



SEXO Y AMOR

Ignorar el sexo en nuestra edificación espiritual seria ignorarnos.

Sin embargo, urge  situarlo al servicio del amor sin que el amor se le subordine.

Imaginémoslo ambos, en la esfera de la personalidad como el rio y el dique en la largura de la tierra. El rió fecunda. El dique controla. El rió esparce fuerzas. El dique  le detiene la expansión. En el río, encontramos la naturaleza. En el dique sorprendemos la disciplina. Si la corriente amenaza la estabilidad de construcciones dignas, comparece para canalizarla provechosamente en otro nivel. Con todo,  superado el dique, aparece la destrucción toda vez que la masa liquida se dilata en volumen.

Igualmente el sexo es energía creativa, más el amor necesita estar junto a el, para funcionar  por dirección segura.

Si la simpatía sexual pronuncia la disolución de obras morales respetables, es imprescindible que el amor le norteé los recursos para manifestaciones más altas, por cuanto, siempre que la atracción genérica es más poderosa que el amor, surge las crisis de largo curso, retardando el progreso y perfeccionamiento  del alma, cuando no le embargan las pasiones en la locura o en la frustración, en la enfermedad o en el crimen.

Tanto como el dique precisa erguirse en defensiva constante, en el gobierno de las aguas, debe guardarse el amor en permanente vigilancia en la paralización del impulso emotivo. Fiscaliza, así, tus propios deseos.

Todo pensamiento alentado tiende a expresarse en acción.

Casi siempre los que llegan al más allá del túmulo sexualmente depravados, después de largas perturbaciones renacen en el mundo, tolerando molestias insidiosas, cuando no se corporifican en desesperadora condición inversiva, amargando las pesadas pruebas como consecuencias de excesos delictuosos a que se enredaron.

A la manera de enfermos difíciles, en el lecho de la contención, padecen, inhibiciones oscuras o embargan  señales morfológicas en desacuerdo con las tendencias masculinas o femeninas en que aun practican en el elevado intento de optar a la propia caída en nuevos desmanes sentimentales.
  
Ama, pues, y ama siempre, porque el amor es la esencia de la propia vida, mas no pienses en ser amado.

Ama como a hijos del corazón a aquellos de quien por momento, no puedes repartir la convivencia mas íntima, aprendiendo el puro amor eterno que Jesús nos legó

Mas si la inquietud sexual te golpea las horas, no te decidas a aceptar el consejo de la irresponsabilidad que te inclina a partir livianamente “al encuentro de un hombre” o “al encuentro de una mujer”, muchas veces en peligroso agravio de tus problemas.

Antes de todo, procura a Dios, en el corazón, según la fe que cultivas, y Dios que creó el sexo en nosotros, para el engrandecimiento de la criatura, en la carne y en el espíritu, nos  enseñará a dirigirlo.


Por el espíritu Emmanuel Del libro “Religión de los Espíritus” –Psicografiado por Francisco Cándido Xavier

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Reproducimos a continuación  el artículo titulado La Paralitica, publicado en la columna dominical “Chico Xavier pide licencia” del jornal Diario de S. Paulo, en la década de 1970.
En él se presenta el soneto Rehacimiento, dictado a Chico Xavier  por el espíritu Epifanio Leite. Herculano Pires (sirviéndose del pseudónimo Hermano Saulo) lo comenta por medio de su texto Dolor: ley de equilibrio.

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LA PARALITICA · Francisco Cándido Xavier

Horas antes  de nuestra reunión pública, con los hermanos que se hallaban en nuestra compañía,  fuimos  a la ciudad vecina  a visitar a una niña enferma. No lejos de la casa en la que reside  la pequeña enferma, encontramos  a una señora paralitica, en un rincón casi aislado de la extensa zona rural, que nos solicito oráramos con ella por algunos momentos.
Muy simpática y sufridora,  viviendo de la caridad pública y sin ningún pariente, la situación de ella  realmente nos conmovió mucho.
Volvimos para nuestra reunión. Y, después de nuestra habitual visita a algunos hogares de hermanos nuestros, pasamos  al desarrollo de las tareas de la noche.
El Evangelio Según el Espiritismo nos ofreció el examen  de la hermosa página titulada “Una realeza terrestre”, en el capítulo II, asignada por entidad espiritual que se reportaba a las luchas  que  encontró en la posición altamente destacada que disfrutó en la Tierra.
La comunicación fue cariñosamente estudiada por una de nuestras hermanas presentes. Y, al cierre de la reunión, el poeta Epifanio Leite nos trajo el soneto con expresiva dedicatoria. El mismo, el poeta desencarnado, nos informó por audición, se refería a la paralitica  en penuria material que habíamos visitado horas antes.
Nota – Epifanio Leite de Alburquerque (1891 – 1942) Nació y murió en Fortaleza Ceara. Autor del libro de poesías Escalera de Jacob, miembro de la Academia Cearense de las Letras, fue juez de derecho en Baturite, en el mismo estado. Su poesía se caracteriza por el rigor formal y la delicadeza de sentimientos.


REHACIMIENTO· Epifanio Leite  

(Versos dedicados a la venerable Hermana  que conocimos en la realeza terrestre, hace cuatro siglos. Culta, no esparció los beneficios  de la inteligencia. Amiga incondicional  de los amigos y enemiga implacable  de los adversarios. Generosa para con los áulicos ricos e indiferente  con las víctimas de la penuria.
Aunque destacase las ventajas de la paz, incentivó, cuanto pudo, las guerras de  conquista y ambición. Agradecida  con los vasallos obedientes, perseguía, hasta la muerte, a cuantos no observasen sus directrices. Amada  y odiada, alcanzó el más allá y, frente a la verdad, se preocupó  con su propia redención.
Regreso a la Tierra, varias veces, apagándose, poco a poco el brillo terreno que ostentaba, hasta que rogo la prueba final, en la que la identificamos actualmente, habilitándose en un cuerpo enfermo y deforme, en acentuada penuria, para la ascensión próxima  en la espiritualidad superior.
A esa hermana admirable y valerosa, capad de omitirse y sufrir hasta la integral reparación de la propia grandeza en si misma, ofrecemos aquí  nuestro sencillo homenaje, deseándole la plena victoria en Jesús y con Jesús.)
¡Te veo soberana, en los paneles de la memoria!
El trono te moldea la cara de otras eras…
Oprimida sin temor, superando lo que prevaleció,
¡Brilla el esplendor de la vanidad ilusoria! ...

La pasión que foguea el hambre de la vanagloria, 
Exilas y destruyes, humillas y encarcelas…
Viene la muerte no en tanto, entre fuerzas austeras,
¡Y largas bajo la ceniza la pompa transitoria!
Se fue el tiempo… Hoy te halle en catre duro y estrecho,
Paralitica y sola, atornillada en el lecho!...
Llore al verte en una  choza  y el triste cuarto en ruinas!
Más alabanza  fiel de ahora ante el sol del futuro…
Por el dolor subirás al reino del amor puro,
En tu carro estelar de azucenas divinas!


DOLOR: LEY DE EQUILIBRIO · Hermano Saulo
Es fácil decir que ese episodio proviene de la sugestión. Chico Xavier acredita en la reencarnación, se impresionó con la paralitica  e inconscientemente procuró explicar el caso. En la sesión espirita, cayó en trance y, de su inconsciente, afloró a través  de la escritura automática  el soneto   y su dedicatoria. Si preguntamos  cómo explicar la abertura del Evangelio en la pagina aplicable al caso, es fácil apelar  para la influencia del medio, más toda la explicación no pasaría de un arranque hipotético, sin cualquier prueba objetiva. Simple fabulación pseudocientífica.
En la doctrina espirita  no hay fabulas de esa especie. Hay hechos y comprobaciones:  la mediúmnidad estudiada experimentada desde Kardec hasta nuestros días , comprobando su realidad a través de resultados positivos, más allá de las comprobaciones venida de la propia área científica materialista, a través  de las investigaciones  metapsíquicas  y parapsicológicas; la reencarnación sometida al mismo proceso, la psicografia analizada en sus dos aspectos, el anímico  (escrita automática) y el espiritual (escrita psíquica de autores espirituales identificados rigurosamente). Más allá de eso, la convergencia diaria  y universal de las pruebas en todo el mundo.
¿Dode entra el poeta Epifanio Leite en la fabulación inconsciente? ¿Cómo  y por qué surgió en la memoria sublimada de Chico Xavier? ¿Y como esa imagen fantasiosa consiguió imitar  el estilo del poeta? Sabemos  que Epifanio Leite es casi totalmente desconocido y que el médium no es ningún especialista en poesía e historia  literaria. Confrontando ese episodio con muchos  otros de la bibliografía espirita  y de las ciencias psíquicas, no tenemos razón para dudar de su veracidad. La hipótesis espirita se confirma en el testimonio universal de los hechos.  Se legitima científicamente a través de estudios e investigaciones –espiritas y no espiritas – en el  transcurrir de más de un siglo.
León Denis definió el dolor  como “una ley de equilibrio y educación”. Vemos en ese episodio la acción de esa ley a través de cuatro siglos. Y no vemos  a Dios castigando  a la ex soberana, más si ella misma sometiéndose a la ley de equilibrio para alcanzar, por medio del dolor, la comprensión y el sentimiento de humanidad que le faltaron en el pasado.

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                     El amor

El amor es la celestial atracción de las almas y de los mundos, la potencia divina que une a los universos, los gobierna y los fecunda. ¡El amor es la mirada de Dios! No designéis con semejante nombre la pasión ardiente que excita los deseos carnales. Eso no es más que una sombra, una grosera imitación del amor. No; el amor es el sentimiento superior en el que se funden y se armonizan todas las cualidades del corazón; es la coronación de las virtudes humanas, de la dulzura, de la caridad, de la bondad; es el nacimiento en el alma de una fuerza que nos impulsa, por encima de la materia, hacia las alturas divinas; nos une a todos los seres, y despierta en nosotros felicidades íntimas que llegan mucho más lejos que todas las voluptuosidades terrenas. Amar es sentirse vivir en todos y por todos: es consagrarse hasta el sacrificio, hasta la muerte, a una causa o a un ser.
Si queréis saber lo que es amor, considerad las grandes figuras de la humanidad, y, sobre todo, a Cristo, para quien el amor era toda la moral y toda la religión. ¿No dijo: "Amad a vuestros enemigos, y haced el bien a aquellos que os persiguen"...?
Al emplear este lenguaje, Cristo no nos exige un afecto que no pueda caber en nuestro corazón, sino la ausencia de todo odio y de todo espíritu de venganza; una disposición sincera para ayudar, cuando llegue la ocasión, a aquellos que nos afligen. Una especie de misantropía, de laxitud moral aleja, a veces, a los buenos espíritus del resto de la humanidad. Hay que reaccionar contra esa tendencia al aislamiento, considerando todo cuanto existe de grande y de hermoso en el ser humano, acordándose de todas las muestras de afecto, de todos los actos bienhechores de que se fue objeto.¿Qué es el hombre separado de sus semejantes, privado de la familia y de la patria? Un ser inútil y desgraciado. Sus facultades se debilitan, sus fuerzas se aminoran y la tristeza le invade. En la soledad, no se progresa. Así pues, hay que vivir con los hombres y ver en ellos a unos compañeros necesarios.
El buen humor es la salud del alma. Dejemos que nuestro corazón se abra a las impresiones sanas y fuertes. ¡Amemos para ser amados! Si nuestra simpatía debe extenderse hasta todo cuanto nos rodea seres y cosas, hasta todo lo que nos ayuda a vivir y aún hasta los miembros desconocidos de la gran familia humana, ¿qué amor profundo e inalterable no deberemos a nuestros padres? al padre cuya solicitud sustentó nuestra infancia, a quien durante mucho tiempo trabajó para allanar ante nosotros el rudo sendero de la vida, y a la madre que nos llevó en su seno y nos alimentó, que veló con angustia nuestros primeros pasos y nuestros primeros dolores. ¿Con qué tierna abnegación no deberemos rodear su vejez y reconocer su afecto y sus asiduos cuidados?
A la patria debemos igualmente nuestro corazón y nuestra sangre. Ella recoge y transmite la herencia de las numerosas generaciones que trabajaron y sufrieron para edificar una civilización cuyos frutos recibimos al nacer. Guardiana de los tesoros intelectuales acumulados por las edades, vela por su conservación y por su desarrollo, y, madre generosa, los distribuye entre todos sus hijos. En ese patrimonio sagrado, ciencias y artes, leyes, instituciones, orden y libertad; en todo el inmenso engranaje que ha salido del pensamiento y de las manos de los hombres; en todo lo que constituye la riqueza, la grandeza y el genio de una nación, tenemos todos parte. Sin la patria, sin esa civilización que ella nos lega, no seríamos más que salvajes. ¡Por mucho que hagamos por ella, nunca le devolveremos lo que ella hizo por nosotros!
Veneremos la memoria de aquellos que contribuyeron con sus vigilias, con sus esfuerzos y sus sacrificios a reunir y a aumentar esa herencia; la memoria de los héroes que defendieron la patria en las horas horribles; la de todos aquellos que, hasta en el umbral de la muerte, proclamaron la verdad, sirvieron a la justicia y nos transmitieron, enrojecidos con su sangre, las libertades y los progresos de que gozamos. El amor, profundo como el mar e infinito como el cielo, abarca a todos los seres. Dios es su centro. Como el Sol se eleva indiferentemente sobre todas las cosas y da calor a la Naturaleza entera, el amor divino vivifica a todas las almas; sus rayos penetran a través de las tinieblas de nuestro egoísmo y van a iluminar con resplandores temblorosos el fondo de todo corazón humano.
Todos los seres han sido hechos para amar. Las parcelas de la vida moral y los gérmenes de bien que reposan en ellas, fecundados por el foco supremo, brotarán un día y florecerán hasta que queden reunidos en una comunión de amor, en una fraternidad universal. Cualquiera que sea quien lea estas páginas, sepa que nos encontraremos algún día, bien en este mundo, en existencias ulteriores, bien en una esfera más avanzada o en la inmensidad de los espacios, y que estamos destinados a influirnos en el sentido del bien, a ayudarnos en nuestra ascensión común.
Hijos de Dios, miembros de la gran familia de los espíritus, señalados en la frente con el signo de la inmortalidad, estamos destinados a conocernos y a unimos en la santa armonía de las leyes morales divinas, lejos de las pasiones y de las grandezas engañadoras de la Tierra. Mientras esperamos ese día, que mi pensamiento vaya hacia ti, ¡oh, hermano o hermana mía!, como un testimonio de dulce simpatía; que te sustente en tus dudas, que te consuele en tus dolores, que te reanime en tus desfallecimientos; que se junte con el tuyo para pedir a nuestro Padre común que nos ayude a conquistar un porvenir mejor.
Leon Denis
Extraído del libro "El camino recto" El Camino Recto

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