lunes, 3 de noviembre de 2014

La Trinidad del Universo

Libre albedrio y providencia 

La cuestión del libre albedrío es una de las que más han preocupado a los filósofos y a los teólogos. Conciliar la voluntad, la libertad del hombre con el juego de las leyes naturales y con la voluntad divina ha aparecido tanto más difícil cuanto que la fatalidad ciega parecía pesar, a los ojos de la mayoría, sobre el destino humano. La enseñanza de los espíritus ha dilucidado el problema. La fatalidad aparente que siembra de males el camino de la vida no es más que la consecuencia de nuestro pasado, el efecto volviendo hacia la causa; es el cumplimiento del programa aceptado por nosotros antes de renacer, siguiendo los consejos de nuestros guías espirituales, para nuestro mayor bien y nuestra elevación.
En las capas inferiores de la creación, el ser se ignora aún. Sólo el instinto y la necesidad le conducen, y sólo en los tipos más evolucionados aparecen, como un pálido amanecer, los primeros rudimentos de las facultades. En la humanidad, el alma ha llegado a la libertad moral. Su juicio y su conciencia se desarrollan cada vez más, a medida que recorre su inmensa carrera. Colocada entre el bien y el mal, compara y escoge libremente. Esclarecida por sus decepciones y sus males en el seno de los sufrimientos es donde se forma su experiencia y donde se forja su fuerza moral.
El alma humana, dotada de conciencia y de libertad, no puede caer en la vida inferior. Sus encarnaciones se suceden hasta que ha adquirido estos tres bienes imperecederos, finalidad de sus prolongados trabajos: la bondad, la ciencia y el amor. Su posesión le emancipa para siempre de los renacimientos y de la muerte y le abre el acceso a la vida celestial. Por el uso de su libre albedrío, el alma fija sus destinos y prepara sus goces y sus dolores. Pero nunca, en el transcurso de su carrera, en el sufrimiento amargo como en el seno de la ardiente lucha pasional, nunca le son rehusados los socorros de lo alto. Por poco que se abandone a sí misma, por indigna que parezca, en cuanto despierta su voluntad de emprender el camino recto, el camino sagrado, la Providencia le proporciona ayuda y sostén.
La Providencia es el espíritu superior, el ángel que vela sobre el infortunio, el consuelo invisible cuyos fluidos vivificadores sustentan a los corazones anonadados; es el faro encendido en la noche para salvación de los que vagan por la mar procelosa de la vida. La Providencia es, además y sobre todo, el amor divino vertiéndose a oleadas sobre la criatura. ¡Y cuánta solicitud, cuánta previsión hay en este amor! ¿No ha sido sólo para el alma, para que sirva de espectáculo a su vida y de teatro a sus progresos, para lo que ha suspendido los mundos en el espacio, para lo que ha encendido los soles, para lo que ha formado los continentes y los mares? Sólo para el alma se ha realizado esa gran obra, se combinan las fuerzas naturales y brotan los universos del seno de las nebulosas. El alma ha sido creada para la felicidad; pero para apreciar esta felicidad en su valor, para conocer su importancia, debe conquistarla ella misma, y, para ello, desarrollar libremente las potencias que lleva en sí.
Su libertad de acción y su responsabilidad crecen con su elevación, pues cuanto más se ilumina, más puede y debe conformar el juego de sus fuerzas personales con las leyes que rigen el universo. La libertad del ser se ejerce en un círculo limitado, de un lado, por las exigencias de la ley natural, que no puede sufrir ninguna modificación, ningún desvío en el orden del mundo; de otro lado, por su propio pasado, cuyas consecuencias resaltan a través de las épocas hasta la reparación completa. En ningún caso el ejercicio de la libertad humana puede entorpecer la ejecución de los planes divinos; de lo contrario, el orden de las cosas sería turbado a cada instante. Por encima de nuestras opiniones limitadas y cambiantes, se mantiene y continúa el orden del universo. Somos casi siempre malos jueces en lo que significa para nosotros el verdadero bien; y si el orden natural de las cosas debiera doblegarse a nuestros deseos, ¿qué perturbaciones espantosas no resultaría de ello?
El primer uso que el hombre haría de una libertad absoluta sería apartar de sí todas las causas de sufrimiento y asegurarse desde aquí abajo una vida de felicidades. Ahora bien; si hay males a los que la inteligencia humana tiene el deber y posee los medios de conjurar y de destruir -por ejemplo, los que provienen del ambiente terrestre-, hay otros, inherentes a nuestra naturaleza moral, que sólo el dolor y la represión pueden domar y vencer: tales son nuestros vicios. En este caso, el dolor se convierte en una escuela, o, más bien, en un remedio indispensable, y los padecimientos soportables no son más que un reparto equitativo de la justicia infalible. Es, pues, nuestra ignorancia acerca de los fines perseguidos por Dios lo que nos hace renegar del orden del mundo y de sus leyes. Si los censuramos, es porque desconocemos sus resortes ocultos.
El destino es la resultante, a través de nuestras vidas sucesivas, de nuestros actos y de nuestras libres resoluciones. Más esclarecidos en el estado de espíritus con relación a nuestras imperfecciones, y preocupados por los medios de atenuarlos, aceptamos la vida material bajo la forma y en las condiciones que nos parecen propias para realizar este fin. Los fenómenos del hipnotismo y de la sugestión mental explican lo que ocurre en semejante caso bajo la influencia de nuestros protectores espirituales. En el estado de sonambulismo, el alma, bajo la sugestión de un magnetizador, se compromete a realizar un acto determinado dentro de un espacio de tiempo señalado. Vuelta al estado de vigilia, sin haber conservado ningún recuerdo aparente de semejante sorpresa, la ejecuta punto por punto. Del mismo modo, el hombre parece no haber conservado en la memoria las resoluciones adoptadas antes de renacer; pero llega la hora, corre al encuentro de los acontecimientos previstos y participa de ellos en la medida necesaria a su adelanto o para la ejecución de la ley ineludible.
León Denis


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                  La Trinidad del Universo

El Universo se define en una tríada, similar a las tríadas druídicas: Dios, espíritu y materia. Lo vemos en el párrafo 27, cuando Kardec pregunta si existe dos elementos generales, el espíritu y la materia, y los Espíritus le responden: [“Sí, y por encima de todo está Dios, el Creador y Padre de todo. Esas tres cosas constituyen el principio de cuanto existe, la trinidad universal”.] La materia, empero, no es sólo el elemento palpable, pues hay en ella el fluido universal, su lado fluídico, que desempeña el rol de intermediario entre el plano espiritual y el propiamente material.
El libro de los espíritus.
Allan kardec.

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¿Cómo atender a los espíritus en sufrimiento?

Trato de poner en palabras algunas experiencias personales de cómo viví diferentes situaciones dentro de las sesiones mediúmnicas.
En un principio trabajamos a sabienda de lo que hacemos o por lo menos intentamos a acercarlos lo más posible a la enseñanzas impartidas del mundo espiritual y a la modalidad que se implantó bajo la impronta de los fundadores y desde ya grandes médiums que cumplieron esa misión en la Tierra.
De todas formas, debimos vivir nuestras propias experiencias personales en el trato o contacto con seres espirituales de diferente ordenes.
Si bien el estudio de la Doctrina nos enseña a saber de los diferentes grados de evolución espiritual, nos impactaba el encontrarnos con seres que manifestaban sin saber dónde estaban en tiempo y ubiquidad, motivo más que suficiente para saber que teníamos una labor por realizar.
En la institución hay diferentes calidades mediúmnicas, algunos más aptos para algunas clases de trabajos que otros.
Recuerdo una hermana que tenía la particularidad de tomar seres en sufrimiento.Decimos seres en sufrimiento, por diferentes causas, así sean solamente morales o por desencarnaciones súbitas u otras que partieron a la patria espiritual con resentimientos morales transformándose en enemigos aserrimos de hermanos que le perjudicaron.
Podríamos decir que en todo caso, existe la ley de causa y efecto, pero solo vamos al momento presente y tomamos en cuenta lo que nos dejen ver del pasado u hechos que fueron los detonantes que formaron la enredada tela de los acontecimientos que vemos en presente.
Familias que sufren sin una causa aparente, claros procesos obsesivos en toda una familia, enfermedades sin respuestas médicas posibles, enfermedades psíquicas enfermizas, desequilibrio emocional agravado por la violencia doméstica, hasta todas las gamas de los vicios concebidos hasta el momento.
Siempre recordamos como palabras redundantes de los hermanos desencarnados y recurrentes.: No sé dónde estoy, No sé que hago acá, Me las van a pagar, Los odios, O tengo frió y no sé porque. Como estas frases comunes están los más inteligentes que saben a ciencia cierta lo que hacen, al respecto del perjuicio a sus hermanos, pero siguen con el afán de vengarse y después de eso ni siquiera se sienten satisfechos pues verán que seguirán as,í tomando otra excusa para seguir con su proceso vengativo, no solo a los que en realidad lo perjudicaron y también lo hacen con otros seres o por lo menos lo intentan, pero Dios no se lo permite, pues hay pruebas que el ser ya no debe pasar o exponerlo estaría fuera de la ley de reciprocidad.
Todo nos lleva a pensar que somos seres débiles y propensos a caer en tentaciones, motivo éste que nos hace ver al ser simple y sencillo o ignorantes.
Sabemos que cada ser expela su fluido particular, sabiendo que es la forma de percibirlo y bastante difícil de tapar o simular, pues es como la huella digital y gracias a Dios que así es.
Los fluidos es todo, de ello se desprende y reconocen los éstos tanto sean positivos , negativos y también los sanadores o de toda diversidad en lo evolutivo del ser.
Miles de cosas diferentes, se abren ante nuestra inteligencia y de ahí en más comenzamos a prender que todos los remedios se encuentran en el evangelio de Jesús cuyas directrices son perfectas.
No obstante hay que trabajar para aprender y enseñar en contacto permanente con Seres guías, hermanos mayores en la creación infinita.
Aprendemos a callar a oír cuando dejamos la orgullo de lado y mientras eso no suceda somos ciegos, sordos, mudos ante la Justicia divina y sus leyes
Ahí encontramos nuestro primer traspié, el ser oídos, el ser escuchado, transmitiendo nuestras propias experiencias personales, aquilatas en el fondo d nuestra alma, entonces nuestras palabras al acercarnos a esos hermanos son un alivio que comienzan a sentir desde lo más profundo de sus almas.
El amor se transmite, se hace sentir, y obra "milagros" que después tiene repercusiones no sabidas, pues como el influencia, el bien también lo hace y los artos de sufrir piden de las oraciones para su alivio
Los más rebeldes aun, no desean ser ayudados por ello los seres guías lo traen para comenzar un proceso de ablandamiento que se verá reflejado con la continuidad de se trabajo, pues sabemos que solo si se le invoca para una breve sesión ,puede suceder que se pongan más rebeldes aun, pues es como tocar sus llagar y dejarlas en carne viva, recurriendo con más fuerzas en quien fue el "motivador" de esa cadena e resentimientos, la más de las veces recíprocos, por el ello el verdadero trabajo es en conjunto entre el obsesor y el obsesado, pues es último es también responsable de corregir y arrepentirse ante su pasado imperfecto.
No se puede forzar al cambio, las palabras que salen con amor, forman un cambio radical en su estado mental y fluídico y ahí es donde las palabras amorosas, entran en su alma y ablandan las fibras más íntimas de su ser y quizás acepte la luz que viene en el camino en su búsqueda para comenzar un proceso de redención y arrepentimiento
Gracias a Dios nuestros pecados son errores enmendables, aunque la Justicia Divina tiene muchas herramientas para ayudar en esos procesos indeseables
Esta es una de las misiones del Espiritismo, de los médiums llamados a trabajar, siendo seres también endeudados ante la Providencia Divina a quien le da la más noble de las misiones en la Tierra en el campo de evolución del ser.
Por ello la oración para los médium dice :


Buenos Espíritus que os dignáis venir a instruirnos, hacednos dóciles a vuestros consejos;
apartadnos de todo pensamiento de egoísmo, de orgullo, de envidia y de celos; inspiradnos indulgencia y benevolencia para nuestros semejantes presentes y ausentes, amigos y enemigos; haced, en fin, que en los trabajos reconozcamos vuestra saludable influencia.
Dad a los médiums a quienes encarguéis de transmitirnos vuestras enseñanzas, la conciencia de la santidad del mandato que les ha sido confiado y de la gravedad del acto que van a cumplir, con el fin de que tengan el fervor y el recogimiento necesario.
Si, en la asamblea, se encontrasen personas que fuesen atraídas por otro sentimiento que no sea el del bien, abrid sus ojos a la luz, y perdonadles, así como nosotros les perdonamos, si vinieren con malas intenciones.
Rogamos especialmente al Espíritu de N...nuestro guía espiritual, que nos asista y vele sobre nosotros.
7. (Al finalizar la reunión). – Agradecemos a los buenos Espíritus que han querido venir a comunicarse con nosotros, y les rogamos que nos ayuden a poner en práctica las instrucciones que nos han dado, y quehagan que al salir de aquí, cada uno de nosotros se
sienta fortificado en la práctica del bien y del amor al prójimo.
Deseamos, igualmente que estas instrucciones sean provechosas a los Espíritus que sufren, ignorantes o viciosos que hayan asistido a esta reunión y sobre las cuales imploramos la misericordia de Dios.


Se podrán buscar buscar muchas forma de hablarles a nuestros amados hermanos, se podrá metodizar, si e si es palabra correcta pero el amor, "solo por el amor será salvo el hombre"
No obstante es menester que los médiums sean hermanos instruidos y capacitarse para saber que se esta haciendo y al mismo tiempo nos aleja de los sentimiento de una Fe no razonada, donde muchos hay que trabajan por saber que s se puede hacer pero no saben a ciencia cierta con que elementos trabajan y la seriedad que ellos conlleva
Como vemos es muy amplio el camino, pedir la constante iluminación debe ser parte de una tarea incansable, sabiendo que ahí se encuentra continuidad después de haber explorado los caminos trazados y haber sorteado los espinos de la ignorancia, de los dolores y el desconsuelo, pero jamás perder la fe, pues ésta es la voluntad de Dios que nos da en cada instante de nuestra vida.
Resumiendo estas palabras, se puede decir que todo cuando sepamos, todo cuanto aprendamos, todo manifestación de amor, deberemos ponerlo como piedra angular de las sesiones Mediúmnicas 

- Juan Carlos Mariani -

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