En
el Más Allá no existen cielos ni infiernos eternos como lugares
descritos así por las teologías religiosas, pero si existen
estados felices e infelices de acuerdo con la condición moral y la
visión interior de sus habitantes, y esto es algo que comienza
siempre en nosotros mismos como seres humanos.
Las
religiones han promulgado las ideas del cielo y del infierno como
las metas finales e inevitables de los seres humanos, dándoles un
sentido de eternidad o definitivo. Afirman que las almas
bienaventuradas van a un cielo de felicidad eterna y allí permanecen
admirando la grandiosa obra de Dios,sin tener ninguna actividad; este
cielo que parece tener relación con una inacción eterna, si
existiese, sería más bien un infierno, porque la Ley General de
Evolución que impulsa a la acción y al movimiento, afecta a todos
los mundos y Seres, tanto encarnados como desencarnados.
En
cualquier caso, cabría plantearse como lo hizo Allan
Kardec, que es o en donde está ubicado el
cielo dentro de esa inmensidad sin límites que es el Universo?.
Popularmente se ha señalado el lugar del Cielo como un “arriba”
y el lugar del infierno como un “abajo”, o sea bajo las capas más
profundas de la Tierra.
La
respuesta está en que el cielo espiritual está por todas partes,
sin límites físicos ni geográficos, aunque es cierto el sentido de
“arriba” en cuanto a que los planos superiores de estancia
espiritual se encuentran en franjas vibratorias elevadas en cuanto a
la psicoesfera terrestre de más baja vibración, y los infiernos, al
señalarlos como “abajo”, no es que se encuentren como lugares
ubicados bajo tierra, sino mas bien como franjas vibracionales más
acordes con nuestra psicoesfera, o de una vibración inferior a la
terrestre, que los agrupa por afinidad.
El
concepto del infierno que había en la Edad Media, ha perdurado hasta
hace poco; este era designado como un lugar físico en donde los
condenados padecían continuamente los tormentos más brutales,
tanto físicos como espirituales, aunque se reconocía que las almas
allí carecían de cuerpo físico. En él los pecadores padecían
sádicas torturas, como la de quemarse entre llamas de fuego
eternamente sin ninguna esperanza de perdón o de que el dolor y el
sufrimiento terminaran jamás..
El
Cielo y el Infierno no son lugares, pues si lo fuesen tendrían que
ser lugares físicos, concretos y delimitados, pero como ya es
reconocido por las religiones, básicamente hay dos planos de
existencia en el Universo, el material y el inmaterial o espiritual,
y estos cielo o infierno que nos esperan después de la muerte, no
son sino estados de conciencia de los Espíritus que , con arreglo a
lo establecido por la Ley de Consecuencias, cosechan en el Más Allá
de aquello que antes sembraron en la Tierra como espíritus
encarnados. Ya lo advirtió el Maestro Jesús: “ A
cada uno le será dado según sus obras”.Y
ese estado, feliz o amargo, nos acompaña ya en este mundo o en el
otro, como cosecha obligatoria de la siembra permanente y voluntaria,
buena o mala, que cada cual hacemos libremente.
¡ Qué malo sería si existiese el dios inmisericorde que han enseñado las religiones ¡. ¡¡ Gracias a Dios, porque ese dios no existe !!.
Debemos
tener claro que Dios es la fuente de origen de todo lo creado, y que
con arreglo a la perfección y sabiduría infinitas que muestra a
través de Su obra, el Ser humano no ha podido ser creado para un
destino y perspectiva tan tristes y despiadados. Por ello podemos
concluir que estos conceptos teológicos tradicionales, no pueden
ser en absoluto ciertos, y por ello cada día son menos creídos.
Todos estamos llamados a continuar nuestra evolución personal o
espiritual hacia esa meta de Perfección infinita que llamamos Dios,
con independencia de los errores o aciertos que cada cual haya podido
cometer en una vida humana.
No
obstante, hay que tener presente que siempre tendremos que recoger el
fruto bueno o malo de lo que sembremos con nuestro comportamiento
en cada existencia, lo cual puede suponer disfrutar de un Cielo de
felicidad, o de un penar en un Infierno interior de sufrimiento,
pero en cualquier caso,
este infierno siempre y en todo caso, es un estado transitorio
del Alma, y jamás definitivo.
Para
entender esto valga la imagen del que cae en un pozo pero no se
queda en él para siempre, pues antes o después sale porque así
lo ha dispuesto su Padre que le da fuerzas para salir del pozo y
oportunidades para intentarlo de nuevo siempre. Asimismo sirva
también la metáfora del que está cruzando el mar encrespado de
su evolución, de modo que cuando se encuentra en la cresta de la ola
es muy feliz, pero no se puede quedar para siempre en lo alto de
esa ola, sino que debe seguir nadando después y en su empeño por
cruzar el mar , no está libre de caer dentro de un agujero en la
siguiente brazada que intente avanzar hacia esa lejana meta de
Perfección en donde le aguarda su Padre,
aunque eso sí, a cada brazada conseguida mayor es su pericia y
menos probable es la caída....
Es
ilógico totalmente y difícil de admitir el estado definitivo de
un Infierno, al que se condena por algunos errores cometidos en ese
instante fugaz que es la existencia humana del Ser, o bien de un
Cielo de beatitud en una eterna ociosidad de un descanso eterno
ganado a cambio de los méritos que se puedan hacer en una sola vida
humana, por larga que esta sea.
Otras
veces se pretende ganar el Cielo para un fallecido por las
peticiones y rogatorias de los vivos , aunque estas siempre
benefician al Ser espiritual por el que se pide ayuda porque le dan
consuelo y fuerzas para seguir avanzando por el camino de su
evolución, o también por recomendar al fallecido mediante actos
litúrgicos religiosos de cualquier clase que sean, casi siempre
pagados con dinero para obtener a cambio la salvación eterna. Este
estado de cosas, aunque hechas con buena fe, es de lo más absurdo e
injusto, porque La Justicia
Divina no se puede comprar, ni nuestra
suerte en el Mas Allá depende de que alguien haga o pague por
nosotros esos ritos religiosos que nada tienen que ver con Dios ni
con los espíritus.
Si el Cielo y el
Infierno existiesen tal como los han descrito las religiones, y
admitiésemos que estos se ganan o se pierden de esta forma, no
habría mas remedio que pensar que lo absurdo y lo injusto también
son una ley natural e impuesta; si se pudiese admitir tanto
disparate, ello supondría la negación de la infinita bondad,
perfección y justicia Divinas, además de que el nacimiento, la
existencia y la muerte del Ser humano, carecerían de sentido.
- Jose Luis Martín -
*****************
“ Un
error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo
crea en él”
- Mahatma Gandhi –
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Explicación de algunos fenómenos considerados sobrenaturales: |
Vista espiritual o psíquica.
Doble vista. Sonambulismo. Sueños
. El periespíritu oficia de lazo de unión entre la vida corporal y la vida espiritual: gracias a él, el espíritu encarnado entra en relación constante con los espíritus. El periespíritu está facultado para la producción de fenómenos especiales que no se originan en la materia tangible y que, por ese motivo, parecen de índole sobrenatural.
Las propiedades y la irradiación del periespíritu son la causa de variados fenómenos, entre ellos: la doble vista o vista espiritual, también llamada vista psíquica, patrimonio de muchas personas, a menudo ignorantes de tal facultad, así como de la vista sonambúlica.
El periespíritu es el órgano sensitivo del espíritu. Por su intermedio el espíritu encarnado percibe las cosas espirituales que escapan a los sentidos carnales. Por los órganos del cuerpo, la vista, el oído y las diversas sensaciones están limitadas a la percepción de las cosas materiales. Por el sentido espiritual o psíquico, se generaliza: el espíritu ve, oye y siente en todo su ser lo que se encuentra dentro del campo de irradiación de su fluido periespiritual.
Estos fenómenos son en el hombre la manifestación de la vida espiritual. El alma actúa fuera del organismo. En el caso de doble vista o percepción por el sentido psíquico, no ve con los ojos del
cuerpo, aunque a menudo, por hábito, los dirige al sitio en que fija su atención. Ve con los ojos del alma y la prueba está en que también ve con los ojos cerrados y más allá de su campo visual
ordinario . Aunque durante la vida el espíritu se encuentra amarrado al cuerpo por la acción del periespíritu, su esclavitud es relativa, puesto que puede extender su cadena y transportarse lejos,
sobre la misma Tierra o a cualquier punto del espacio. El espíritu no se siente a gusto cuando está ligado al cuerpo, porque su estado normal es la libertad y porque la vida corporal se asemeja a la de
un siervo adscrito a su terruño.
El espíritu es feliz al abandonar el cuerpo, como un pájaro que deja su jaula. Aprovecha todas las ocasiones en que puede escaparse y disfruta de todos los instantes en que su presencia no es necesaria para la vida de relación. Este fenómeno recibe el nombre de emancipación del alma.
Siempre ocurre durante el sueño todas las veces en que el cuerpo descansa y que sus sentidos están inactivos
En esos momentos, el espíritu vive la vida espiritual, mientras que su cuerpo vegeta.
Luz progreso y paz.
. El periespíritu oficia de lazo de unión entre la vida corporal y la vida espiritual: gracias a él, el espíritu encarnado entra en relación constante con los espíritus. El periespíritu está facultado para la producción de fenómenos especiales que no se originan en la materia tangible y que, por ese motivo, parecen de índole sobrenatural.
Las propiedades y la irradiación del periespíritu son la causa de variados fenómenos, entre ellos: la doble vista o vista espiritual, también llamada vista psíquica, patrimonio de muchas personas, a menudo ignorantes de tal facultad, así como de la vista sonambúlica.
El periespíritu es el órgano sensitivo del espíritu. Por su intermedio el espíritu encarnado percibe las cosas espirituales que escapan a los sentidos carnales. Por los órganos del cuerpo, la vista, el oído y las diversas sensaciones están limitadas a la percepción de las cosas materiales. Por el sentido espiritual o psíquico, se generaliza: el espíritu ve, oye y siente en todo su ser lo que se encuentra dentro del campo de irradiación de su fluido periespiritual.
Estos fenómenos son en el hombre la manifestación de la vida espiritual. El alma actúa fuera del organismo. En el caso de doble vista o percepción por el sentido psíquico, no ve con los ojos del
cuerpo, aunque a menudo, por hábito, los dirige al sitio en que fija su atención. Ve con los ojos del alma y la prueba está en que también ve con los ojos cerrados y más allá de su campo visual
ordinario . Aunque durante la vida el espíritu se encuentra amarrado al cuerpo por la acción del periespíritu, su esclavitud es relativa, puesto que puede extender su cadena y transportarse lejos,
sobre la misma Tierra o a cualquier punto del espacio. El espíritu no se siente a gusto cuando está ligado al cuerpo, porque su estado normal es la libertad y porque la vida corporal se asemeja a la de
un siervo adscrito a su terruño.
El espíritu es feliz al abandonar el cuerpo, como un pájaro que deja su jaula. Aprovecha todas las ocasiones en que puede escaparse y disfruta de todos los instantes en que su presencia no es necesaria para la vida de relación. Este fenómeno recibe el nombre de emancipación del alma.
Siempre ocurre durante el sueño todas las veces en que el cuerpo descansa y que sus sentidos están inactivos
En esos momentos, el espíritu vive la vida espiritual, mientras que su cuerpo vegeta.
Luz progreso y paz.
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¡El Espiritismo es eterno porque es la comunicación de los espíritus! ¡Es el lazo que une a la gran familia universal!
No es una escuela sedienta de gloria o de míseras ganancias; está muy por encima de esas pequeñeces terrenales; y la guerra que le hacen las religiones, demuestra claramente que son sus sacerdotes espíritus atrasados, que no tienen la menor intuición de la vida futura del alma.
¡Seguid luchando, religiones positivas! ¡Seguid disputándoos el terreno de este planeta, y dejad al Espiritismo que no os hace sombra!
Él no quiere vuestras catedrales ni vuestras lujosas vestiduras, no quiere vuestras riquezas ni vuestro poder; sólo desea que vuestros sacerdotes imiten fielmente el ejemplo de Jesús, y que sigan los sabios consejos del apóstol San Pablo, el cual, describiendo lo que debe ser un obispo, le dice en su primera carta a Timoteo, capítulo tercero:
“Conviene, pues, que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar”.
“No amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias, sino moderado; no litigioso, y ajeno de avaricia”.
“Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad. Porque el que no sabe gobernar su casa, ¿Cómo podrá gobernar la iglesia de Dios?”
Este sacerdote desea el Espiritismo, cuyo modelo pintó admirablemente el gran escritor cristiano, el gran apóstol, el inolvidable San Pablo.
El Espiritismo sólo quiere el progreso en todas las esferas sociales.
¡Quiere que los ricos amen a los pobres! ¡Quiere que los pobres no envidien a los ricos!
¡Quiere que se odie el delito, pero que se compadezca y se instruya al delincuente!
¡Quiere el amor, la tolerancia, la compasión, la humildad, la paciencia, la resignación y la esperanza, en las grandes amarguras de la vida!
Quiere que el hombre cuando eleve su plegaria a Dios, no mire a la Tierra, sino que sintiendo su Espíritu sed de luz, fije su mirada en el infinito.
¡Religiones terrenales! El Espiritismo sólo quiere ¡Razón y Fe!,
¡Ciencia y Caridad!
AMALIA DOMINGO SOLER
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EL DEBER CUMPLIDO
El deber es el conjunto de prescripciones de la ley moral, la regla de conducta del hombre en sus relaciones con sus semejantes y con el Universo entero.
El deber no es idéntico para todos. Varia, según nuestra condición y nuestro saber. Cuanto más nos elevamos, más grandeza, majestad y extensión adquiere a nuestros ojos. Su culto, siempre es dulce y bueno y la sumisión a sus leyes es fértil en goces íntimos a los que nada puede igualar.
La felicidad tiene su base en el deber cumplido.
Cuando la criatura se evade de sus sagrados, deberes, es muy difícil que se libere de la red de amarguras y tentaciones que la constriñen. No puede haber paz fuera del deber cumplido; no hay alegría sin la aprobación de la conciencia tranquila.
Cuando cumplimos nuestro deber ante Dios y la conciencia, la grosería o la ingratitud de los otros son relegadas al bajo plano al que pertenecen.
Por muy oscura que sea la condición del hombre, por muy oscura que sea su suerte, el deber domina y ennoblece su vida. La serenidad del espíritu es gracias al deber cumplido, también la calma interior, que es más preciosa que todos los bienes de la Tierra.
El sentimiento del deber echa raíces profundas en todo Espíritu elevado. Este recorre su camino sin esfuerzo; por una tendencia natural, resultado de los progresos adquiridos-se aparta de las cosas viles y orienta hacia el bien los impulsos de su Ser. El deber convierte entonces en una obligación de todos los instantes.
El deber tiene formas múltiples. Existe el deber para con nosotros mismos, que consiste en respetarnos, en gobernarnos con cordura, en no querer, en no realizar sino lo que es digno, útil y bueno. Existe el deber profesional, el cual exige que cumplamos con conciencia las obligaciones de nuestro cargo. Existe el deber social, que nos invita a amar a los hombres, a trabajar por ellos, a servir fielmente a nuestro país y a la humanidad.
Existe el deber para con Dios. el deber no tiene límites. Siempre puede mejorarse, y en la inmolación del si mismo el Ser encuentra el medio más seguro para engrandecerse y purificarse.
La práctica constante del deber nos conduce al perfeccionamiento. Para acelerar a este, conviene primero estudiarse a sí mismo con atención y someter todos los actos a un juicio escrupuloso. No podemos remediar el mal sin conocerlo.
Podemos estudiarnos en los demás hombres. Si observamos cualquier vicio, cualquier defecto nos choca en alguien, preguntémonos si no existe en nosotros un germen idéntico, y si lo descubrimos, debemos procurar por todos los medio arrancarlo de raíz.
Nuestra alma es una obra admirable, aunque muy imperfecta, y tenemos el deber de embellecerla, y adornarla sin cesar. Este pensamiento de nuestra imperfección nos hará más modestos y alejará de nosotros la presunción y la necia vanidad.
Sometiéndonos a una disciplina rigurosa, daremos forma y dirección convenientes, a nuestro Ser el cual modificara sus tendencias morales. La costumbre del bien hace cómoda su práctica. Solo los primeros esfuerzos son penosos. Aprendamos, ante todo, a dominarnos. Las impresiones son fugitivas y cambiantes; la voluntad es el fondo sólido del alma. Aprendamos a gobernar esa voluntad, a hacernos dueños de nuestras impresiones, a no dejarnos nunca dominar por ellas.
El hombre no debe aislarse de sus semejantes. A de elegir sus relaciones, sus amigos, decidirse a vivir en un ambiente honrado y puro donde no reinen más que las buenas influencias, donde solo existan fluidos tranquilizantes y bienhechores.
Evitemos las conversaciones frívolas, las charlas ociosas que conducen a la maledicencia. Cualquier que pueda ser el resultado, digamos siempre la verdad. Sumerjámonos con frecuencia en el estudio y el recogimiento el alma encuentra así nuevas fuerzas y nuevas luces. Que podamos decirnos al final de cada día: “He hecho una obra útil, he logrado un éxito sobre mi mismo; he socorrido, he consolado a los desgraciados, he esclarecido a mis hermanos, he trabajado para hacerlos mejores, he cumplido con mi deber”
No podremos ser felices sin el cumplimiento de nuestro deber.
Cumplamos con nuestro deber. Si tomas de la Tierra nada más que lo necesario para tu manutención, de modo de no apropiarte de la felicidad de los demás, habrás alcanzado la verdadera felicidad que como una bendición de Dios, resplandece invariablemente en tu conciencia tranquila.
El que ha sabido comprender todo el alcance moral de la enseñanza de los Espíritus tiene del deber una concepción más alta, sabe que la responsabilidad es correlativa con el saber; que la posesión de los secretos de ultratumba le impone la obligación de trabajar con más energía por su mejoramiento y el de sus hermanos. Las voces de lo Alto han hecho vibrar en él sus ecos y han despertado fuerzas que duermen en la mayor parte de los hombres, solicitándole poderosamente en su marcha ascensional.
En el campo de la mediúmnidad, el deber rectamente cumplido es la brújula que facilita el rumbo seguro.
Al contemplar los espectáculos asombrosos de la esfera extra física te deslumbrarás, pero si no reflexionas acerca del escenario de tus propias obligaciones, a fin de atenderlas con honestidad, en breve sufrirás el espionaje de las inteligencias que deambulan en las tinieblas, que habrán de convertir tus horas en pasto de parásitos.
Escucharas sublimes revelaciones inaccesibles a la sensibilidad común, aun así, si no estás atento al reglamento de la conciencia laboriosa y pacifica, en poco tiempo serás escuchado por los agentes de la sombra, que atraparan tus pasos en la trampa de las perturbaciones degradantes.
Asimilarás el influjo mental de Espíritus nobles domiciliados más allá de la Tierra y les transmitirás la palabra edificante en discursos admirables; sin embargo, si no demuestras una conducta recta frente a los demás, mediante el ejemplo vivo del trabajo y la comprensión sin demora te veras involucrado en las vibraciones de criaturas retrasadas y delincuentes que sellaran tus pies en la fosa de la obsesión.
Recibirás paginas brillantes por medio de la psicografia, en las cuales la ciencia y la fe quedaran plasmadas como expresiones divinas; no obstante, si tus brazos desertaran del servicio edificante, fácilmente te transformarás en el escribiente de la vanidad y de lo absurdo.
Proporcionaras importantes noticias del mundo espiritual y utilizarás recursos que todavía ignora la capacidad de percepción de los que oyen; entre tanto, si eludes el estudio que capacita tu discernimiento, en breve te quedarás detenido en las tinieblas de la ignorancia.
Si la mediúmnidad evidente es la tarea que indica tu rumbo, no te apartes de los compromisos que la vida te impone.
Sobre todo, recuerda siempre que el talento mediúmnico encerrado en tus manos debe ser lienzo digno, donde los mensajeros de la Espiritualidad Mayor puedan crear las obras maestras de la caridad y la educación, pues de otro modo, si buscas complacerte en la indisciplina, del paño roto de tus energías descontroladas, surgirá simplemente una caricatura de las bendiciones que te propongas transmitir, dibujada por los artistas de las injurias que se valen de la imaginación en detrimento de la luz.
Merchita
Trabajo extraído del libro “Después de la muerte” de León Denis y del libro Religión de los Espíritus” de Francisco Cándido Xavier.
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