martes, 25 de marzo de 2014

Los dos escenarios del drama de la muerte.


Los dos escenarios del drama de la muerte.-

La muerte de los entes queridos continúa siendo uno de los momentos más difíciles y dolorosos en la vida de las personas.
El sentimiento de perdida, en situaciones así, es un hecho frecuente, aunque mucho entiendan los cristianos, de un modo general, que la vida continúa y que, en esencia, la muerte no existe tal cual muchos la suponen.
Cuando ocurrió, años atrás, en la capital de San Pablo el incendio del edificio Joelma, en que murieron decenas de personas, unas víctimas del fuego, otra por la asfixia causada por el humo y un cierto número por haber caído del edificio en un intento desesperado de huir de la muerte, el médium Francisco Cándido Xavier sirvió de intermediario a la revelación de una información al mismo tiempo curiosa y consoladora.
Los inmortales dijeron entonces, por las manos del añorado médium, que en aquellas horas difíciles dos eran los escenarios.
El primero, del lado de acá, estaba constituido de mucho sufrimiento, de desesperación, de gritos, de desesperanza. La acción de los bomberos, el movimiento de los reporteros, la búsqueda de noticias por parte de los familiares que trabajaban en aquel edificio, todo eso contribuía para dar al episodio un carácter de tragedia, típico de situaciones como aquella.
El otro escenario, invisible a nuestros ojos, se presentaba enteramente diferente. Espíritus amigos de los que allí perecieron recibían con fiesta a los que volvían en aquel momento a la llamada vida espiritual. Cánticos de alegría, abrazos calurosos y aplausos, es el tono de un escenario que mostraba como se da la recepción espiritual a aquellos que cumplen hasta el fin su deber en el plano corpóreo.
Comentando el tema muerte, Kardec hizo, en un momento determinado, una analogía entre ese hecho y la liberación de un prisionero que acababa de cumplir una larga pena.
Imaginemos, escribió el Codificador, la situación del amigo de cuarto que ve partir al a migo. Está claro que el sentirá nostalgia del compañero, pero, en sana conciencia, jamás lamentará la liberación del amigo que, atendidas las exigencias de la Justicia , gana ahora la libertad.
La muerte es eso. Ella es una especie de conquista de la libertad, retomar las actividades que ya eran ejecutadas por la persona antes de la existencia ahora finalizada y que ahora pueden tener continuidad.
Después de peregrinar por muchos años en al superficie del planeta, limitado por un cuerpo material que restringe, como sabemos, las posibilidades perceptivas del alma, el individuo tiene el derecho, en fin, de reencontrar los amigos que lo aguardan y dar secuencia a un proyecto cuya meta es la perfección, asunto a que Jesús se refirió tantas veces.
En efecto, los cristianos que conocen el Evangelio han de acordarse, por cierto, de estas palabras del Maestro: “Vosotros sois dioses. Todo lo que hago podéis hacer también y mucho más”.
Delante del ataúd, nos acordamos pues, de la información traída por el añorado médium y estamos seguros de que la muerte sólo alcanza el cuerpo material nada más ocasiona al Espíritu. Muerte y cambio de domicilio y de tareas. No hay motivo real para lamentarla, incluso porque, exceptuando los casos de suicidio voluntario o involuntario, nadie vuelve a la vida espiritual antes de la hora. Por lo menos es eso que centenas de mensajes enviados por los propios Espíritus han dicho al respecto del asunto.

(Traducción de  Isabel González de un texto de la Revista virtual O Consolador)

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              PERDONAR SIEMPRE

         y devolver bien por mal.

    
Si alguno te hiere en la mejilla derecha, preséntale también la otra

INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS

                   La venganza

"¡ Perdonad a vuestros enemigos!", que el que rehusa perdonar, no sólo no es espiritista, sino que tampoco es cristiano. La venganza es una inspiración tanto más funesta, cuanto que la falsedad y la bajeza son sus asiduas compañeras; en efecto; el que se abandona a esa fatal y ciega pasión, casi nunca se venga a cara descubierta. Cuando es el más fuerte, se echa como una fiera sobre el que llama su enemigo, apenas la vista de éste inflama su pasión, su cólera y su odio. Pero lo más a menudo, reviste una apariencia hipócrita: disimulando en lo más íntimo de su corazón los malos sentimientos que le animan, toma caminos extraviados, sigue en la sombra a su enemigo, que no abriga desconfianza, y espera el momento propicio para herirle sin peligro; se oculta de él espiándole sin cesar: le tiende lazos odiosos, y cuando tiene ocasión, derrama el veneno en su copa. Cuando su odio no llega a tales extremos,entonces le ataca en su honor y en sus afectos, no retrocede ante la calumnia, y sus insinuaciones pérfidas, hábilmente sembradas por todas partes, van engrandeciéndose siguiendo su camino. Así es que, cuando aquél a quien persigue se presenta en las reuniones por donde ha pasado su aliento envenenado, se maravilla de encontrar semblantes fríos en donde otras veces los encontraba amigos y benévolos; quedaestupefacto cuando las manos que buscaban la suya se niegan a apretarla; en fin, queda anonadado cuando sus más queridos amigos y compañeros se desvían y huyen de él.
¡ Ah! el cobarde que se venga de ese modo, es cien veces más culpable que el que va derecho a su enemigo y le insulta cara a cara. ¡Atrás, pues, esas costumbres salvajes! ¡Atrás esos usos de otro tiempo! Todo espiritista que pretendiese hoy tener aún el derecho de vengarse, sería indigno de figurar por más tiempo en la falange que ha tomado por divisa: "¡Sin caridad, no hay salvación!"
Pero no, no debo abrigar la idea de que un miembro de la gran familia espiritista pueda nunca, en lo sucesivo, ceder al impulso de la venganza más que para perdonar.
(Julio Olivier. París, 1862).

7. Hábéis oído que fué dicho: Ojo por ojo y diente por diente. - Mas yo os digo que no resistáis al mal, antes "si alguno te hiere en la mejilla derecha,preséntale también la otra". - Y aquel que quiere ponerte a pleito, y tomarte la túníca, déjale también la capa. - Y al que te precisare a ir cargado mil pasos, ve con él otros dos mil más. - Da al que te pidiere; y al que te quiere pedir prestado, no le vuelvas la espalda. (San Mateo, capítulo V, v. de 38 a 42).

8. Las preocupaciones del mundo sobre lo que se llama entre los hombres punto de honor, dan esa susceptibilidad sombría, nacido del orgullo y de la exaltación de la personalidad que conduce al hombre a devolver injuria por injuria, herida por herida, lo que parece justo a aquel cuyo sentido moral no se eleva sobre las pasiones terrestres; por esto la ley mosaica decía: Ojo por ojo, diente por diente; ley en armonía con el tiempo en que vivía Moisés. Cristo vino y dijo: Volved bien por mal. Dijo más: "No os resistáis al mal que os quieran hacer; "sí os hieren en una mejilla presentadles la otra".
Para el orgulloso, esta máxima parece una cobardía, porque no comprende que se necesita más valor para soportar un insulto que para vengarse, y esto siempre por la razón de que su vista no alcanza más allá del presente. ¿Pero se ha de tomar literalmente esta máxima? No, lo mismo que la que dice que nos arranquemos el ojo si nos es ocasión de escándalo. Llevada adelante con todas sus consecuencias, seria condenar toda represión, aun cuando fuese legal, y dejar el campo libre a los malos quitándoles todo miedo; si no se pusiera un freno a sus agresiones, muy pronto serían víctimas suyas todos los buenos. El mismo instinto de conservación, que es una ley de la naturaleza, dice que no debe uno presentar voluntariamente el cuello al asesino. Con estas palabras, pues, Jesús no prohibió la defensa; sino que "condenó la venganza". \
 Diciendo que se presenta una mejilla cuando se ha herido la otra, es decir, bajo otra forma, que no debe volverse nunca mal por mal, que el hombre debe aceptar con humildad todo lo que tiende a rebajar su orgullo; que es más glorioso para él ser herido que herir, sobrellevar con paciencia una injusticia que cometerla él mismo; que vale más ser engañado que engañar y ser arruinado que arruinar a los demás. Es, al mismo tiempo, la condenación del duelo que no es otra cosa que un alarde de orgullo. La fe en la vida futura y en la justicia de Dios, que nunca deja el mal impune, puede sólo dar la fuerza para soportar con paciencia los tiros dirigidos a nuestros intereses y a nuestro amor propio y por esto decimos sin cesar: Dirigid vuestras miradas al porvenir, pues cuanto más os elevéis con el pensamiento sobre la vidamaterial, menos los atormentarán las cosas de la tierra.
  Tomado de El Evangelio según el Espiritismo por Allan Kardec
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CULTOS RELIGIOSOS

Religión es un sentimiento divino que aclara la senda de las almas y que cada Espíritu comprenderá, conforme a la pauta de su nivel evolutivo.

Los hombres se han dividido en muchas religiones, como si la Fe pudiera tener también fronteras,  al modo de las patrias materiales, tantas veces sumergida en el egoísmo y la ambición de sus hijos.

De esa falsa interpretación nacieron en el mundo las luchas anti fraternales y las divergencias religiosas de todos los tiempos.

Todas las ideas religiosas han servido para preparar al hombre para recibir y aceptar el Cordero de Dios, con su mensaje permanente de amor y de reforma espiritual definitiva.

El Cristianismo  es la síntesis, en sencillez y  luz, de todos los sistemas religiosos más antiguos, los cuales eran expresiones fragmentarias de las verdades sublimes entregadas al mundo mediante la palabra imperecedera de Jesús.

Los hombres, a pesar de contar con esos elementos preparatorios continuaron divididos y por rebeldía, demoró su edificación moral aun en las lecciones renovadoras del Evangelio.

Todas las expresiones religiosas nacidas del cristianismo se identifican por la savia de amor del tronco que las reúne, pese a los errores humanos de sus expositores. Ningún esfuerzo humano logró empañar la divina enseñanza básica de Jesucristo del “amaos los unos a los otros”.

Al reencarnar en el planeta los Espíritus traen consigo la idea de Dios, identificándose  de una manera general con ese sagrado principio.

La Verdad es una sola y las sectas de la Tierra son materiales de experiencia y evolución. La preferencia de cada uno depende del estado evolutivo en que se halle, su elección está siempre plenamente de acuerdo con su estado intimo,  inclinándose por el culto externo, o bien por el esfuerzo sincero de evolucionar.

Los discípulos sinceros y leales deben mantenerse en un plano superior, al de los convencionalismos terrestres, obrando de acuerdo con su propia conciencia y con la mejor comprensión de su responsabilidad, sea cual sea la parte del mundo  donde se encuentre, en cuanto desarrollen el bien por el bien y para el bien, en nombre del Señor, sus actos evangélicos serán tocados por la sacrosanta  luz de las sanciones divinas.

Los espiritas sinceros han de comprender que el bautismo a que se elude en el Evangelio es el de la invocación de las bendiciones divinas para cuantos se reúnen con ellos, en la santificada institución de la familia. Apartarse de toda ceremonia de índole religiosa que pueda implicar una continuación de los fetichismos de la Iglesia Romana, entendiendo el espirita que el bautismo es como un llamado de su corazón al Padre  de Misericordia, a fin de que sean santificados los esfuerzos que realiza en la tarea de conducir a las almas que le han sido confiadas en la institución familiar. Ha de comprender, sobre todo, que ese acto de  amor y de compromiso divino debe ser proseguido durante la vida entera, mediante el renunciamiento y el sacrificio, en bien de la perfecta cristianización de los hijos y dentro de un apostolado de trabajo   y comprensión.

Todos los cultos religiosos, en su aspecto dogmático son transitorios, como lo son también todas las formulas de los convencionalismos sociales.

El espirita sincero y cristiano, ha de formalizar su compromiso conyugal de acuerdo con las leyes  de los hombres, honrar su promesa y su decisión santificando el matrimonio con el estricto cumplimiento de todos sus deberes evangélicos, de conformidad con los preceptos terrestres y ante la inmutable ley divina que vibra en su conciencia cristianizada.

El concepto que merece la misa, en el culto externo de la Iglesia Católica, y teniéndose en cuenta el corazón sincero y fraternal de los creyentes, es un acto exterior que debe ser respetado por el espirita, como lo es cualquier otra ceremonia convencional del mundo que exija la mutua consideración social dentro del mecanismo de las relaciones humanas de la Tierra.

La Iglesia de Roma pretende con memorizar con ella el sacrificio del Maestro por la humanidad. Sin embargo, esa ceremonia se lleva a cabo de acuerdo con la posición social y financiera del creyente.

En las apariciones  y los llamados milagros, clasificados en el dominio de lo sobrenatural, son fenómenos psíquicos sobre los cuales se crearon las iglesias  conocidas. Se trata de hechos que el Espiritismo, en su misión divina de Consolador, ha venido a catalogar y esclarecer.

Cuando Jesús dijo a los judíos “Sois Dioses” les quiso decir que en todo hombre existe una partícula de la divinidad del Creador, con la cual el ser terrestre puede participar de los sagrados poderes de la Creación.

El Espíritu encarnado no valoro aun debidamente el conjunto de posibilidades divinas que tiene en sus manos, esos sagrados dones que tantas veces ha convertido en elementos de ruina y destrucción.

Los que la han sabido valorar y practicar el bien creciendo para la divinidad, por medio del ejemplo y la enseñanza, son llamados santos  y héroes en la Tierra, por afirmar su condición espiritual y es justo que todos los seres humanos traten de obtener esos valores, desarrollando su naturaleza divina para el bien y para la luz.

Mientras se desvía, por su falta de conocimientos e iluminación, su error se justifica, en cierto modo, por su ceguera o ignorancia. Pero la falta que se comete cuando ya se ha adquirido conciencia plena del deber, esa significa un “pecado” contra el Espíritu Santo, pues el conocimiento interior que se guarda en el corazón y en la mente es una gran responsabilidad ante Dios.

Todas las expresiones del Evangelio poseen un significado divino, el hombre debe vivir su existencia en el mundo sabiendo que pertenece al Cielo, debido a su origen sagrado. Por eso es importante  que se desmaterialice en todo instante para desarrollarse en el amor y sabiduría, en la sacra exteriorización de la virtud celestial cuyos gérmenes dormitan en su corazón.

La negación de Pedro exhibe la fragilidad de las almas humanas, extraviadas por la falta de vigilancia por su despreocupación respecto a la realidad espiritual y la indiferencia  con que se dejan arrastrar a los más tenebrosos torbellinos del sufrimiento, sin pensar en hacer un esfuerzo autentico y sincero en bien de las edificaciones definitivas de sí mismas.

El Evangelio es una carta de ruta para las almas y debe ser leído con visión espiritual, porque, constituyendo la cátedra de Jesús, el discípulo  que a el se acerque con la intención sincera de aprender encontrará, todos los simbolismos de la letra, la palabra suave  y persuasiva, simple y enérgica de la inspiración de su inmortal Maestro.

 Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro el Consolador que prometió  Jesús, Chico Xavier

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