Ahora, todavía estoy a tiempo....
Si yo le hubiese hablado del amor que sentía, si yo hubiese perdonado,
o le hubiese aconsejado, o si me hubiese callado.....
Estas son afirmaciones que se acostumbran a hacer por parte de nuestros pensamientos en algunos momentos de la vida.
Ante la pérdida de un ser querido en el momento en que sabemos que está próxima nuestra partida a la patria espiritual, la sensación de que se podría haber hecho mucho más, es la causa de uno de los grandes dolores del ser humano.
Pensamos que podríamos haber sido más cuidadoso en la relación con amigos y amores. Nos podríamos haber dado más al prójimo, o realizado aquel sueño.... o simplemente podríamos haber amado más.
El arrepentimiento por el bien que se pudo hacer y no fue hecho, es doloroso.
Sería conveniente que viviésemos la vida sin necesitar emplear esas frases que demuestran que algo podría haber sido hecho y ahora ya no será nunca posible hacerlo.
Muchas veces justificamos el abandono de un objetivo porque no tenemos las condiciones que nos parecen ideales para cumplirlo.
Nos decimos a nosotros mismos que no tenemos el dinero suficiente, el poder o la autoridad, que no tenemos coraje o disposición, que somos demasiado viejos o demasiado jóvenes, o que tenemos poca salud.
Esas afirmaciones solamente demuestran nuestro desánimo ante las situaciones que la vida nos presenta.
Nos ponemos facilmente, en la condición de depender de algo o de alguien para actuar, cuando toda la acción depende exclusivamente de nuestra propia voluntad.
* * *
Tangamos coraje y entusiasmo para hacer lo que consideramos correcto, para actuar de acuerdo con lo que nuestra propia conciencia nos señala y para hacer lo que fuera preciso en defensa de nuestros sueños.
Siempre serán encontrados obstáculos y dificultades personales todos las tenemos, pues forman parte del estadio evolutivo en que nos encontramos.
Con coraje, paciencia y disciplina seremos capaces de vencer las dificultades.
Cuando nos mantenemos profundamente unidos a Dios, cualquier objetivo que nos propongamos alcanzar no nos parecerá lejano y encontraremos la fuerza necesaria.
Ya sea la realización de una gran obra o apenas un pedido sincero de perdón a alguien que estimamos, si no tenemos coraje, terminaremos por olvidar nuestra voluntad.
Ante la historia de nuestras vidas, miremos hacia atrás para percibir lo que ya aprendimos o cuanto ya crecimos.
Y en caso de constatar que no escogimos las mejores opciones a lo largo de nuestra jornada, oque usamos mal la libertad que Dios nos concedió para escoger los propios caminos, no dejemos que el desánimo se instale en nosotros.
Siempre hay una buena lección que debe ser extraída de las experiencias vividas.
Es hora de caminar con fe y entusiasmo en el corazón. La hora de hacer renacer la esperanza, de dejar germinar el coraje y comprobar que somos capaces de realizar ese o aquel hecho.
El coraje nos impulsa a actuar.
Vivamos con la sensación de estar haciendo lo mejor que podamos para que un día, cuando llegue nuestra hora de partir, no necesitemos decir para nosotros mismos:
" Si yo hubiese...."
Redacción de Momento Espírita.
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EL PERIESPÍRITU
El periespíritu no es el reflejo del cuerpo físico, sino que, por el contrario se construye sobre la base de aquél, como si se adaptara a un molde que conserva la forma humana y cuyos rasgos peculiares se identifican con la apariencia mostrada por cada persona, en su última encarnación.
En la dimensión espiritual, a la que ingresa todo ser humano después de su desencarnación, el espíritu se descubre dotado de un cuerpo similar al que tuvo en su reciente experiencia terrena: es su cuerpo periespiritual que al guardar su apariencia, le identifica y lo hace un ser concreto, definido y reconocible
Jon Aizpúrua
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