viernes, 23 de noviembre de 2012

El ego, la mente y las quejas






Renegar es una de las estrategias predilectas del ego para fortale­cerse.

Cada queja es una historia inventada por la mente y la creemos ciegamente. No importa si manifestamos nuestras que­jas o si las pensamos en silencio.

Algunos egos sobreviven fácilmente a base de lamentos únicamente, quizás porque no tienen mucho más con lo cual identificarse. Cuando somos presa de esa clase de ego, nos lamentamos habitualmente, en parti­cular de los demás.

Sin embargo, es algo que hacemos incons­cientemente, lo cual significa que no sabemos lo que hacemos. Aplicar rótulos mentales negativos a los demás, ya sea en su cara o cuando se habla de ellos con otros, o sencillamente cuando se piensa en ellos, suele ser uno de los componentes de este patrón. Utilizar adjetivos ultrajantes es la forma más cruda de esos rótulos y de la necesidad del ego de tener la razón y triunfar sobre los demás: "idiota, perra, imbécil", son pronun­ciamientos definitivos contra los cuales no hay argumento posible. En el siguiente nivel más bajo en la escala de la incon­sciencia están los gritos y las injurias, y bastante cerca, está la violencia física.

El resentimiento es la emoción que acompaña a las lamentacio­nes y a los rótulos mentales, y refuerza todavía más el ego. El resentimiento equivale a sentir amargura, indignación, agravio u ofensa. Resentimos la codicia de la gente, su deshonestidad, su falta de integridad, lo que hace, lo que hizo en el pasado, lo que dijo, lo que no hizo, lo que debió o no hacer. Al ego le encanta. En lugar de pasar por alto la inconsciencia de los demás, la incorporamos en su identidad. ¿Quién lo hace? Nuestra inconsciencia, nuestro ego.

Algunas veces, la "falta" que percibimos en otra persona ni siquie­ra existe. Es una interpretación equivocada, una proyección de una mente condicionada para ver enemigos en los demás y elevarse por encima de ellos. En otras ocasiones, la falta puede existir pero la amplificamos al fijarnos en ella, a veces hasta el punto de excluir todo lo demás. Y fortalecemos en nosotros aquello contra lo cual reaccionamos en otra persona.
- Carlos José Nuñez-
                                       
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El mal no merece ser comentado, pues sólo trae resultados desagradables. 
Toda palabra produce vibraciones que, a su vez, atraen vibraciones semejantes. Por lo tanto, el comentario del mal, atrae vibraciones pesadas y nocivas. 
Habla sólo de cosas buenas y bellas, comenta el bien y las acciones nobles, y te rodeará una onda de paz, de alegría y de bienestar. 
Extraido del libro "Minutos de Sabiduria" por Marilys Fernandez Rodriguez



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