martes, 8 de febrero de 2011

Lesiones afectivas


Varias son las lesiones que sufre el ser humano durante su jornada terrenal. Algunas son leves, de fácil cicatrización, otras más profundas y dolorosas.


De entre ellas vamos a encontrar las responsables por desatinos de variado orden, que son las lesiones afectivas.

Fruto del irrespeto que tenemos unos por los otros, las lesiones afectivas han ocasionado, homicidios, suicidios, abortos, injurias que dilapidan o arrasan la existencia de las víctimas, heridas en el afecto que les alimentaba las fuerzas.

Cuantas lágrimas de aflicción, cuantos crímenes son cometidos en la sombra, en nombre de esas lesiones provocados en las profundidades del alma.

Olvidándonos de que cada criatura lleva, en su intimidad, caracteres propios, no conseguimos medir sus resistencias, en sus reacciones ante una promesa no cumplida.

Usando la disculpa del amor libre y del sexo liberado, no hemos atendido a las consecuencias amargas que resultan de nuestra falta de respeto al prójimo.

En el ansia de satisfacer los deseos carnales, no dudamos en envolvernos livianamente con personas que sienten, tanto como nosotros, carencias de afecto y sed de comprensión y cariño.

Cuantas criaturas nacen, fruto de ese envolvimiento irresponsable, y embargan el abandono y la soledad como hijos rechazados por uno u otro de los padres, o por los dos.

Cuantos llevan en el corazoncito la tristeza de no poder pronunciar la dulce palabra padre, porque aquel que lo generó no honro el compromiso, dejando a la compañera toda la responsabilidad de la conducción de la criatura.

Cuantos hombres y mujeres que juran fidelidad, en los votos hechos en el matrimonio, y los rompen livianamente, envolviéndose con otras personas, provocando lesiones afectivas inconsecuentes.

Ciertamente muchos de esos delitos no son catalogados por las leyes humanas, más no pasan desapercibidos de las leyes de Dios, que exigen de los responsables la debida reparación, en el momento oportuno.

Es importante que reflexionemos a cerca de ese asunto que nos dice al respecto. Es indispensable que respetemos los sentimientos ajenos cuando deseamos que nuestros sentimientos sean respetados.

Si no podemos o no queremos mantener un romance de cariño de pareja, no lo iniciemos.

Recordemos que, por encima de las leyes humanas, existen las leyes divinas, de las cuales no podremos huir, como seres inmortales que somos.

Si las infringimos, tendremos que efectuar la debida reparación más temprano o más tarde.

Y si hoy la carencia afectiva nos dilacera el alma, puede ser que estemos reparando equívocos cometidos anteriormente.

Es posible que Dio permita que suframos la falta del afecto que no supimos valorizar cuando lo teníamos.

¿Sabía usted eso?

¿Que muchos de nosotros estamos altamente comprometidos con las Leyes de Dios, en materia de amor y sexo irresponsable?

Por ese motivo, aun mismo estando casada, gran parte de las criaturas sienten la falta de afecto y cariño, sufriendo las consecuencias de los delitos cometidos contra sus semejantes, en el área de la afectividad.

De esa forma, vale la pena valorizar los sentimientos ajenos, para que en el futuro podamos ser merecedores del afecto y de la fidelidad que tanto necesitamos.


Redacción de Momento Espirita.

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