domingo, 28 de noviembre de 2010

Madres e hijos

Ella fué  "la Mami" de mi familia

Hoy , en horas de soledad y nostalgia viviendo recuerdos míos, experimento este sentimieno  emocionado ante el recuerdo de aquel ser humano que fué mi madre "La Mami",  inolvidable  y entrañable; ser humano frágil, con sus defectos al igual que yo tengo los míos, pero  sobre todo la gran mamá de la casa, siempre fué y será "la Mami".
   En su recuerdo y presencia hago mío  el siguiente texto:

“Siempre supe que ella era importante para mí.
Sólo no sabía cuanto ella era realmente valiosa y especial.
Siempre imaginé que si un día ella me faltase, yo sentiría su falta.
Pero nunca calculé lo que su falta verdaderamente representaría para mí.
Siempre me dijeron que el amor de madre es algo diferente, sublime, casi divino.
Siempre me dijeron tantas cosas al respecto de esa relación: madres e hijos.
Tanto dijeron, pero fue poco lo que yo oí y entendí sobre eso.
Lo hice simple.
No lo creía.
Hasta el día en que ella se fue.

Era una tarde de primavera.
El viento suave soplaba y en mi casa no había la más leve sospecha del dolor que se avecinaba.
De repente, la noticia.

Pero no podía ser verdad.
No, Dios no permitiría que las madres muriesen.
No así.
No la mía.
Engaño mío.

Era verdad.
La verdad más cruel y más dura que mi corazón necesitó encarar, enfrentar, soportar.

Ella partió sin decirme adiós, sin darme un abrazo más, ni un beso, sin cogerme más en los brazos por última vez, sin decirme cómo hacer para proseguir sólo, de ahí en adelante…

Simplemente partió.

Y una herida en mi pecho se abrió.
Herida que no cicatriza, que no sana, que no pasa.
Es la falta que ella me hace.
Es mi tristeza por querer su abrazo una vez más, su consuelo, su orientación segura.
Querer sus caricias antes de dormirme, su voz antes de mi despertar.
Su presencia silenciosa en mis momentos de angustia, su mano amiga para ampararme y confortarme.
Querer otra vez oír su susurro bajito diciéndome que todo va a ir bien y que todo va a acabar.
Es una nostalgia que aprieta mi corazón y me hace derramar lágrimas a escondidas.
Es un dolor de arrepentimiento por todas las malas acciones que hice, por las palabras hostiles y rudas que le dije.

Arrepentimiento porque ahora sé que  ser madre es igual a  ser alguien muy especial y porque me doy cuenta de que los hijos sólo notan eso mucho más tarde.

Demasiado tarde, como yo”

La muerte es un alejamiento temporal entre los seres que habitan planos diversos de la vida.

Aunque sepamos eso es comprensible el dolor que alcanza a aquellos que se ven apartados de sus amores por la circunstancia de la muerte.
Muchas veces esa angustia deriva del arrepentimiento por la conducta equivocada que los hirieron, o que no supieron  demostrar el verdadero afecto que sentíamos por aquellos que partieron.

A veces son las madres quienes parten, otras son los hijos, o los padres, los amigos…

Y tantas cosas dejan de ser dichas, de ser hechas, de ser vividas…

¡Piense en eso!

La vida es marcada por acontecimientos inesperados que la transforman, muchas veces, de modo irreversible.

Cuide de sus amores porque, aunque ellos sean para siempre, podrán no estar siempre a su lado.



 Equipo de Redacción del Momento Espírita, con base en una carta de autoría desconocida.

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