4. LA CONTRIBUCIÓN DEL ESPIRITISMO EN EL PRESENTE Y EN EL FUTURO DE LAS CIENCIAS
Kardec nos enseña el punto de conexión entre la ciencia espírita y las demás ciencias:
“El espiritismo, al estudiar uno de los elementos que constituyen el universo (el principio espiritual) entra en contacto con la casi totalidad de las ciencias y, por eso su llegada debía ser posterior a la creación de estas”.
De ahí podemos deducir que el Espiritismo posee interfaces con todos las ramas del saber humanos, pero, ¡Ojo!, sólo podemos llegar a esta conclusión sí fuéramos más allá de la dimensión del Espiritismo como ciencia de observación y le comprendemos como Doctrina Filosófica, Social y Moral. Esta unidad es esencial, ya que sin ella la doctrina quedaría desfigurada y disminuida en su infinito potencial de transformación social y moral de la criatura.
Por eso hemos de coincidir con el codificador cuando destaca el impacto que la asimilación de los conceptos espíritas para las sociedades aseverando que
“este conocimiento al generalizarse, ocasionará profundas modificaciones en los hábitos, el carácter, las costumbres y las creencias, todo lo cual tiene una influencia enorme en las relaciones sociales”. (Génesis, cap. 1)
Veamos, de modo breve, algunas aportaciones que la Doctrina pueda dar a algunas áreas.
Hay una rama de las ciencias que no solemos notar muy nítidamente las aportaciones espíritas. Tratase de las Ciencias Humanas y Sociales. Y también ahí se puede percibir un potencial de anticipación y interferencia que la doctrina de los Espíritus posee.
En las Leyes Morales, descritas en la tercera parte de “El libro de los Espíritus” hallamos todo un contenido antropológico, sociológico, jurídico y normativo, etc. desde de donde podemos intuir toda una nueva propuesta de relaciones sociales, económicas y políticas para las sociedades humanas, basadas en la moral cristiana.
La doctrina espírita se anticipó a muchas conquistas sociales concretadas a finales del siglo XIX y del siglo XX, como por ejemplo, sobre la noción de los derechos del trabajador, del derecho de la mujer a la igualdad, del derecho a la vida, de la libertad como un patrimonio del Espíritu, del concepto de civilización como civilización moral y no solamente tecnológica y material; de la felicidad en relación a la posesión de lo necesario a la conciencia tranquila y a la fe en el porvenir; de la solidaridad social, como compromiso social con el amparo de los más débiles por el Estado, por la sociedad civil y como compromiso de caridad de todos para con todos.
La visión espírita de progreso social, está expresa en el concepto de sociedad civilizada completa, sobre la que esclarecen los Espíritus en la pregunta 793 del “Libro de los Espíritus” definiendo que
“La reconoceréis en el desarrollo moral. Os creéis muy adelantados porque habéis hecho grandes descubrimientos e inventos maravillosos; (...) pero no tendréis verdaderoderecho a llamaros civilizados, hasta que no hayáis desterrado de vuestras sociedades los vicios que la deshonran, y que viváis como hermanos, practicando la caridad cristiana. Hasta entonces no seréis más que pueblos ilustrados”.
Los patrones civilizadores que estructuran nuestra sociedad actual están anclados en la posesión de bienes, en el logro del status social bajo criterios de competitividad inhumanos; por el lucro desmedido. En síntesis por el egoísmo. La doctrina espírita, aunque no desprecie las conquistas de carácter material, intelectual y tecnológicas de la ciencia actual, desplaza estos criterios civilizadores hacia la dimensión moral.
Sin embargo, no se puede negar los avances que las ciencias humanas y sociales han logrado en poco más de un siglo, por ejemplo, en el campo de los derechos sociales, de los sistemas económicos, etc. Pero, ¿Acaso la globalización no es un fenómeno que por sí sólo prueba lo parcial y desigual que fueron muchas de estas conquistas. El brutal ataque a las Torres Gemelas y la reacción bélica, no menos brutal, generada a raíz de esto, ¿no podemos también catalogar como buen ejemplo de ello?
La doctrina Espírita, en cambio, desde hace más de 140 años viene mostrando nuevos rumbos para las sociedades, cuando dice que las desigualdades sociales son “obra humana y no divina”; invitando al hombre a solucionar las graves fracturas sociales que persisten en la faz del planeta. Cuando orienta que “todos tienen derecho a lo necesario”; que los débiles no deben quedarse a merced de la buena voluntad, por que todos tenemos el deber de hacer la caridad, que es la “benevolencia para con todos”, que es mucho más que dejar caer de nuestros bolsillos nuestros humillantes y amargos óbolos.
El espiritismo proyecta un haz de luz sobre cada una de las ciencias del hombre, a favor de su real espiritualización de las enseñanzas de Jesús, “la ética de todas las éticas y de todos los tiempos”. Por eso indica Kardec las señales por lo que se reconocería una civilización completa:
“Sería aquella en que se encuentra menos egoísmo, codicia y orgullo; donde los hábitos son más intelectuales y morales que materiales; donde la inteligencia puede desarrollarse con más libertad; donde hay más bondad, buena fe y generosidad reciprocas; donde están menos arraigados los prejuicios de casta y nacimiento; donde las leyes no consagran ningún privilegio; donde se distribuye la justicia con menos parcialidad; donde el débil encuentra siempre apoyo contra el fuerte; donde mejor se respecta la vida, las creencias, las opiniones del hombre; donde menos infelicidad hay y donde, en fin, todo hombre de buena voluntad está siempre seguro de no carecer de lo necesario”.
Aquí tenemos el modelo de sociedad que el espiritismo indícanos a buscar.
Para las ciencias del espíritu, nacidas desde la codificación kardeciana, como la psicología, la ciencia Espírita ha traído las más importantes aportaciones, penetrando su sonda de investigación en el hombre integral, se enfrenta con el espíritu inmortal, explicando así, racional y lógicamente, las matrices donde se encuentran los factores que propician las psicopatologías, las neurosis, las psicosis y las obsesiones. Como nos enseña Vianna de Carvalho “Se trata del encuentro técnico con la anterioridad del Espíritu –su inmortalidad y reencarnación- que se convierte en llave preciosa para comprender los acontecimientos del proceso de la evolución a través de la justicia incomparable del amor”.
Una de las áreas que más se beneficiará con la asimilación de los conceptos espíritas es la educación porque comprendiendo mejor que el hombre es un espíritu inmortal reencarnado, que no empezó en la cuna ni se acabará en la tumba; que no es una “hoja blanca”, revisará sus programas, métodos y fines, buscando equilibrar mejor las dimensiones intelectuales y morales de la formación humana, favoreciendo el imparable proceso ascendiente del Ser.
En el campo de las áreas médicas, las enseñanzas Espíritas pueden aportar mucho en la construcción de un nuevo paradigma para conceptualizar y actuar sobre las enfermedades y sobre el equilibrio de la salud, cuando incorpore en sus manuales que la salud o enfermedad residen en las matrices espirituales del ser, en su periespíritu, gracias a las huellas de sus viajes reencarnatorios.
Podríamos seguir buscando las posibilidades de aportación espírita para tantas otras áreas y seguramente lo encontraríamos, pero creemos que las evidencias aquí presentadas son suficientes para, como mínimo, generar la saludable duda.
Los aspectos científicos del espiritismo, como hemos visto representan la seguridad del conocimiento positivo de la espiritualidad y sus leyes, que al final concurren al perfeccionamiento de la humanidad.
Sin embargo, recordando que el Maestro Jesús aseveró “conoceréis la verdad y la verdad os liberará”, es necesario que los conocimientos científicos que sostienen la Doctrina Espírita desplieguen todo su potencial libertador, y esto sólo es posible a través de la vivencia de la inolvidable moral enseñada por ella, que no es distinta de la moral cristiana. Por esta razón Kardec ha puesto como lema espírita: “Fuera de la Caridad no hay salvación”.
FIN
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