sábado, 13 de noviembre de 2010

Jesús Cristo y un verso de corazón

                                                                                                 


JESUS CRISTO


Cristo en misión redentora
al mundo viniste a nacer
para ayudar a crecer
a las almas pecadoras


Maestro de Amor has venido,
y tu ejemplo nos has dado,
señalando que el pecado,
                         es un gran lastre adquirido.


Con Tu Voluntad constante
nos diste tan firme ejemplo;
yo quisiera ser Tu templo
y albergarte en adelante.


En la Tierra te encarnaste,
hará ya unos dos milenios,
y educado entre  esenios,
desde siempre nos amaste.


Fuiste un adorable niño,
de joven muy inteligente,
convivías entre las gentes
y les dabas tu cariño.


Con doctores discutías,
y al estudio te entregabas;
al Padre Tu así alababas,
hablando como sentías.


Joven bueno y  decidido,
de  tus padres en tutela,
pero
Maestro en esta escuela
de la vida a que has venido.




Tu Vida sencilla y pura,
entre hermanos  la llevaste;
y siempre al Padre alabaste;
¡¡ Gloria a Dios en las Alturas ¡!


Y al final de la treintena
comenzaste Tu misión ,
camino de redención
del humano en su condena.


Por Ti fueron escogidos
doce humildes pescadores;
tus primeros seguidores
en el camino elegido.


Santas mujeres te amaron;
María, tu madre buena,
y María la Magdalena
que tu corazón llenaron.


Se obraron muchos prodigios
hechos por Tu Voluntad;
Divina   mediumnidad
que te dió un gran prestigio.


Un prestigio necesario,
que te habría de acompañar,
hasta llegar al altar
en la cima  del Calvario.


Resumiendo Tu enseñanza,
se podría sintetizar:

Que al poner en la balanza
mucho Amor a los demás,
veremos con confianza
la felicidad llegar;
nada ocurre ya al azar;
tras la muerte hay esperanza,
el secreto está en Amar.

Que la entrega a los demás
hasta el mismo sacrificio,
finalmente es dulce hechizo,
llave de felicidad .


Que Tu Padre, Su mansión,
la hizo de muchas moradas,
todas ellas consagradas,
escuelas de evolución.


Con la misión concluída,
dejaste profundas huellas,
y miraste a las estrellas,
pensando ya en tu partida.


Despedida taciturna
a los tuyos ofreciste,
en una cena  tan triste
de una velada nocturna.


Te embargaba la emoción
de aquellos tristes momentos,
y fue tu peor tormento
el no encontrar comprensión.


El Huerto de los Olivos;
los azotes; el Calvario,
fueron el largo rosario
de un horrible y cruel castigo.


Te abandonaste a tu suerte
en los maderos dolientes,
colgado entre delincuentes
tuviste una horrible  muerte.


Y al tercer día del duelo;
en Espíritu  Glorioso,
te mostraste esplendoroso,
rasgando a la muerte el velo.


Luego, al poco te marchaste,
con promesas de regreso;
te espero Señor, por eso,
porque nunca me dejaste.


- Jose Luis -

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