miércoles, 15 de febrero de 2017

La culpa


¿El Animismo podría explicar la 

mediumnidad?


Los fenómenos Animicos, tienen varias acepciones, aunque en este caso se refiere a la actuación de la mente subconsciente o inconsciente de un sujeto en un estado psíquico especial provocado ante ciertos estímulos.
   Los fenómenos anímicos los origina el alma de quien los causa aunque sea de modo inconsciente.
   Según Aksakof el término “animismo” se refiere a todos los fenómenos intelectuales y físicos debidos a una actividad extracorpórea del dotado psíquico que los provoca, incluso a cierta distancia de su organismo físico. Así, hay fenómenos mediúmnicos que en realidad no lo son y se pueden explicar por la acción que un espíritu humano ejerce más allá de los límites de su cuerpo.

   La idea se podría resumir en que el animismo comprende todas las manifestaciones supranormales del alma y sus respectivos efectos.  Al igual que un espíritu desencarnado se puede manifestar, en este caso lo hace un espíritu encarnado: el del propio sujeto sensitivo.
O sea, que es el inconsciente del propio médium, quien se manifiesta durante el trance o contacto mediúmnico, (en este caso, mejor se diría que falso contacto mediúmnico) y este es el causante de algunas manifestaciones psíquicas y físicas que se atribuyen erróneamente a los espíritus. Así los fenómenos, obedecen a un desdoblamiento de la personalidad del propio médium, que exterioriza y manifiesta de ese modo sus capacidades intelectuales y motrices de toda índole.
Este fenómeno, aun siendo cierta en algunos casos, no es suficiente para desechar la autenticidad la mediumnidad por  la explicación de una intervención espiritual externa, en infinidad de casos y hechos mediúmnicos. La realidad de los fenómenos causados anímicamente, no supone el que para todos los fenómenos sea esta la única explicación, que podría serla, y no estamos hablando aquí de simulación consciente ni de fraude de otra clase.  Además, si el propio espíritu del dotado anímico puede actuar fuera del cuerpo causando ciertos fenómenos, ¿ por qué ese espíritu mismo, cuando está definitivamente fuera de su cuerpo físico por haber desencarnado, no iba a poder actuar también sobre la materia o en un medio material?. Si puede actuar desplazado fuera de su cuerpo, o sea, sin el cuerpo, ¿ por qué cuando está permanentemente en el plano espiritual, no iba a poder actuar solo por el hecho de no tener un cuerpo material?. Y ahí es donde tiene que intervenir la mediumnidad verdadera, para aportarle la energía psíquica y la materia que necesita para su manifestación.
   Hay muchos casos explicados por el animismo, pero este no puede explicar por sí mismo muchos otros, tal como el caso de las llamadas “correspondencias cruzadas”, que como ya se dijo anteriormente, son aquellos casos de mediumnidad de Psicografía en que fragmentos de un mismo mensaje son dados por separado a varios médiums diferentes, y como prueba de su autenticidad, el comunicado resultante y final no adquiere sentido hasta que no se juntan estos comunicados de distinta procedencia. Asimismo el animismo tampoco puede explicar los casos extraordinarios de psicografía invertida, en la que el médium escribe al revés, o sea, de derecha a izquierda, de modo que el resultado solo se puede leer mediante un espejo o si el papel es transparente haciéndolo por el reverso; si a esto añadimos que a veces lo hacen en un idioma que no es el del médium, o en un estado de consciencia evidentemente alterado….la autenticidad de la intervención espiritual es incontestable.
   Para el Espiritismo, la idea del animismo supone la manifestación del alma del médium que se puede manifestar como cualquier otro espíritu, al gozar de cierto grado de libertad, recobrando sus atributos como ser espiritual libre, expresándose como tal y no como Ser encarnado.
   Por lo expuesto, se pueden considerar anímicos los fenómenos en los que no intervienen otros espíritus del plano espiritual, tal como la precognición ( o premonición), la telepatía, la emancipación del alma, el desdoblamiento, la videncia, la clarividencia, la Clariaudiencia, etc. También pueden ser considerados como fenómenos de efectos físicos provocados por la propia energía del médium, tal como es el movimiento de cuerpos inermes (Telequinesia ), o como la transfiguración ( expansión del periespíritu que envuelve el cuerpo del sujeto psíquico), etc.
   Efectivamente a veces es el propio espíritu del dotado psíquico quien transmite su propio mensaje; en otras ocasiones lo hace simulando personalidades que no fueron de la Tierra, o simplemente: que son falsas; a estos fenómenos, cuando así son percibidos se denominan como de “mixtificación” (falsedad y engaño). Por el contrario, los verdaderamente mediúmnicos son aquellos en los que claramente hay un intercambio de ideas con un Espíritu diferente al del médium.

- Jose Luis Martín-



No existe contradicción antagónica entre estas dos categorías de fenómenos, los hay anímicos, tanto como mediúmnicos”
- Lic. Jon Aizpurua –

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                                 La Culpa

Por detrás de nuestras tristezas y frustraciones, de nuestras insatisfacciones en la vida, de nuestros tedios y angustias, hay un sentimiento, el  más arraigado en nuestro comportamiento y responsable por grandes sufrimientos psicológicos: Este  es el sentimiento de Culpa. El sentimiento es un  apego al pasado,  una tristeza y un pesar por  no haber sido  con alguien como se debería haber sido. Una tristeza por haber cometido algunos errores que creemos que no deberíamos  haber cometido. 

   El núcleo del sentimiento de culpa son estas palabras: "no debería...". La Culpa es la frustración por la distancia entre lo que nosotros fuimos y la imagen que tenemos de como nosotros deberíamos  haber sido. En este sentimiento está la base para la auto-tortura. 

   En la culpa, nos dividimos en dos personas: una real, mala, equivocada, ruin y una ideal, buena, pero que tortura a la otra. Dentro de nosotros se procesa  un juicio en el que el Yo ideal, imaginario, es el Juez y el Yo real, concreto, humano, es el reo. El Yo ideal siempre tiene exigencias imposibles y perfeccionistas. Así, cuando estamos atormentados por el perfeccionismo, estamos absolutamente sin salida. Como el pensamiento nos exige algo imposible, nunca nuestro Yo real podrá atenderlo. Este es un punto fundamental.
                                                                                                                                         Muchas personas dedican su vida a intentar realizar la concepción de lo que ellas deben ser, en vez de realizarse  a si mismas. La diferencia entre auto-realización y realización de la imagen de como deberíamos ser es mucho mas importante. La mayoría de las personas viven solamente en función da su imagen Real y este es un instrumento fenomenal para  hacer el juego preferido por el neurótico: la auto-tortura, el auto-aborrecimiento , el auto-castigo, el auto punición, la culpa.
 Cuanto mayor sea la expectativa  en cuanto a nosotros moismos, cuanto mayor sea el modelo perfeccionista de como debe ser nuestra vida, mayor será nuestro sentimiento de Culpa. La culpa es la tristeza por no ser perfectos, es la tristeza por no ser Dios, por no ser infalibles; es un profundo sentimiento de orgullo y omnipotencia; es una incapacidad de trabajar con los errores, con la imperfección; es un deseo frustrado; es el contacto directo con la realidad humana, en contraste con sus intenciones perfeccionistas, con sus pensamientos megalómanos  respecto de si mismo. ¡Y lo mas grave es que aprendemos el sentimiento de culpa como una virtud!
 La culpa siempre se oculta bajo la mascara del auto-perfeccionamiento como garantía de cambio y nunca acierta. Los errores de los cuales nos culpamos son aquellos que menos corregimos. La lista de nuestros "pecados" en el confesionario es siempre la misma. La culpa, lejos de proporcionarnos un incentivo al crecimiento, nos hace gastar las energías en una lamentación interior por aquello que ya ocurrió, en vez de invertirnos en nuevas cosas, nuevas acciones y nuevos comportamientos. Por esto mismo, en todas las líneas terapéuticas, este es un sentimiento considerado enfermizo. No existe ninguna línea de tratamiento psicológico que no este interesado en quitar de sus pacientes el sentimiento de culpa. La culpa es un auto-desprecio,  por la naturaleza humana, en sus limites y en su fragilidad. La culpa es una venganza de nosotros mismos por no haber atendido la expectativa de alguien respecto a nosotros, sea esta expectativa clara y explícita, o sea una expectativa interiorizada en el transcurso da nuestra vida. Por esto es que se dice que, al  sentirnos culpables, estamos vendidos por  nosotros mismos y  nuestra recriminación interna no es, ni mas ni menos,  que las voces recriminatorias de  nuestros padres, nuestras madres, nuestros maestros u otras personas que todavía resuenan dentro de nosotros.
 Pero aquello que nos lleva a este sentimiento de culpa, aquello que alimenta esta nuestra enfermedad auto-destructiva son algunas creencias falsas. Trabajar el sentimiento de culpa es, primordialmente, descubrir las convicciones falsas que existen en nosotros, aquellas verdades en que creemos que son erróneas y nos llevan a este sentimiento. La primera de ellas es la creencia en la posibilidad de la perfección. Quien cree que es posible ser perfecto, quien piensa que está en el mundo para ser perfecto, quien piensa que debe procurar en  su vida la perfección, vivirá necesariamente atormentado por el sentimiento de culpa. La expectativa perfeccionista de la vida es un producto de nuestra fantasía, es un concepto adquirido  de que es posible no errar, de que es posible vivir sin cometer errores.
 Cuanto mayor sea la discrepancia entre la realidad objetiva y nuestras fantasías, entre aquello que nos podemos  tornar a través de nuestro verdadero potencial y los conceptos idealistas impuestos, tanto mayor será nuestro esfuerzo en la vida y mayor nuestra frustración. Respondiendo a esta creencia opresora de la perfección, actuamos en un papel que no tiene fundamento real en nuestras necesidades. Nosotros nos  volvemos falsos, evitamos encarar de frente  nuestras limitaciones y desempeñamos papeles sin base a nuestra capacidad. Construimos un enemigo dentro de nosotros mismos, que es el ideal imaginario de como deberíamos ser y no de como realmente somos. Respondiendo a un  ideal de perfección, nosotros crearemos una fachada falsa para manipular e impresionar a los demás.
 Es muy común, en  la relación conyugal, que el marido y la mujer no se estén amando el uno al otro, sino  amando la imagen de perfección que cada uno espera del otro. Está claro que ninguno de los dos, consigue corresponder a esta expectativa irreal y la frustración mutua de no encontrar la perfección genera tensiones y hostilidades, en un juego mutuo de culpa y cobranza. Esta situación se aplica a todas las relaciones donde las personas creen que amar al otro es ser perfecto. Cuando volvemos hacia  nosotros exigencias perfeccionistas, nos dividimos neuróticamente para atender lo  irreal. Mientras las personas crean  que errar es humano, ¡ellas simplemente no creen que son humanas! Mientras digan que la perfección no existe, continúan torturándose y castigándose,  y continúan torturando y castigando a  los otros por no corresponder a un ideal perfeccionista  en el cual no quieren abrir la mano.
    Otra creencia que nos lleva a la Culpa, esta, tal vez más sutil, más encubierta y profunda en nuestra vida, es creernos que hay una relación necesaria entre el Error y la Culpa. Es la vinculación automática entre ambos conceptos. Casi todas las personas a quienes hemos preguntado de donde vienen sus sentimientos de culpa,  responden taxativamente que viene de sus errores. Creemos que la culpa es una consecuencia natural del error, que no puede, de manera alguna, haber error sin haber culpa. Si creemos  esto, estamos ante un problema insoluble. O vamos pasar toda la vida  intentando no errar para no sentirnos culpables  y esto es imposible, porque siempre habrá errores en nuestra vida y entonces pasaremos la vida entera sintiéndonos culpables  porque siempre erramos. Esta vinculación causal entre error y culpa es profundamente falsa. La culpa no procede del error, sino de la manera como nos colocamos delante del error; viene de nuestro concepto relativo al error, viene de nuestra rabia por haber errado. Una cosa es el error, Otra cosa es la culpa; errores son errores, culpa es culpa. Son dos cosas distintas, separadas, y que nosotros unimos de mala fe, con intención de no dejar salida a nuestro sentimiento de culpa. El error es la manera de  hacer algo distinto, fuera de  ningún padrón.
    Lo que es llamado error es la opción, la alternativa de un modelo determinado, que puede estar errado hoy y no mañana;  puede ser errado en un país y no serlo en otro. La culpa es un sentimiento, viene de nosotros, viene de la creencia de que es errado errar, que no podemos errar, que debemos ser castigados por las faltas cometidas; creencia de que a cada error debe corresponder necesariamente  un castigo, de que  a cada falta debe corresponder una punición. Además, el sentimiento de culpa es la punición que nos damos a nosotros mismos por el error cometido. No es posible no errar, el error es inherente à la naturaleza humana y es necesario a nuestra vida. En la perfección humana está incluida la imperfección. Solamente crecemos a través del error.
   Las personas confunden asumir el error con sentir culpa. Asumir el error es aceptar que erramos, es responsabilizarnos por lo que hacemos o dejamos de hacer. Pero cuando creemos que la culpa deriva de nuestro error, intentamos imputar a los otros la responsabilidad de nuestros errores, en un intento  vano de acabar con nuestra culpa.
   A propósito del error, hay un texto interesantísimo en el libro "Buscando Ser lo que Yo Soy", de Ilke Praha, que dice: "El perfeccionismo es una muerte lenta. Si todo pasase perfectamente, como me gustaría, exactamente como yo planeara, jamás experimentaría nada nuevo, mi vida seria una repetición interminable de éxitos ya vivida. Cuando cometo un error, vivo algo inesperado. Algunas veces reacciono al cometer errores como si me hubiera traicionado a mi mismo. El miedo de cometer errores parece fundamentarse en la recóndita presunción de que soy potencialmente perfecto y de que, si soy cuidadoso, no perderé el cielo. Sin embargo, el error es una demostración de como soy Yo en realidad, es un tropiezo en el camino que tracé, un recordatorio de que no estoy trabajando con los hechos. Cuando acepte mis errores, en vez de lamentarme por dentro, habré crecido". Este es el texto.
    Algunas personas nos preguntan: " ¿Pero como avanzar en relación a este sentimiento, como arrancar de mi este hábito de deprimirme con los errores cometidos?". Solamente existe una salida para el sentimiento de culpa. Hagamos una fantasía: Imaginemos por un instante que estamos a la muerte y nuestros sentimientos en este momento son de angustia, tristeza y frustración, por todos los errores cometidos, por todo lo que deberíamos haber hecho y no hicimos; remordimientos por nuestros fracasos como padre, como madre, como profesional, como esposo, como esposa, como religioso, como ciudadano, pero, al mismo tiempo, estamos con un profundo deseo de morir en paz, de salir de este proceso íntimo de angustia y morir tranquilos. ¿Cual sería la única palabra que, pronunciada en este momento, sentida con todo el corazón, tendría el poder de transformar nuestro dolor en alegría, o nuestro conflicto en armonía, o nuestra tristeza en felicidad? Solamente una palabra tiene esta magia. La palabra es: Perdón.
    El Perdón es una palabra perdida en nuestra vida. El primer sentimiento que se pierde en el camino de la locura es el sentimiento de perdón, el sentimiento de auto perdón. Si la culpa es la vergüenza por la caída, el auto perdón es el eslabón entre la caída y el levantarse de nuevo. El auto perdón es el retorno al juego después del tropiezo: "Yo me perdono por los errores cometidos, Yo me perdono por no ser perfecto, Yo me perdono por mi naturaleza humana, Yo me perdono por mis limitaciones, Yo me perdono por no ser omnipotente, por no ser omnipresente, por no ser omnisciente, Yo me perdono por...". El perdón  a sí mismo, siempre es  personal e intransferible.
 El perdón a los demás es solamente  un modo de decirnos a nosotros que ya nos perdonamos. Perdonarnos es restablecer nuestra propia unidad,  nuestra entereza delante de la vida, es unir otra vez lo que la culpa dividió, es una aceptación integral de aquello que ya aconteció, de aquello que ya pasó, de aquello que ya no tiene arreglo; es el encuentro decidido  y amoroso con la realidad.
 Solamente aquellos que desarrollaron la capacidad del auto perdón consiguen energía para una vida psicológica sana. Los niños hacen esto muy bien. El perdón es la propia aceptación de la vida como verdaderamente ella es, en los altos y los bajos del camino. El auto perdón es la capacidad de decir adiós al pasado, es la aceptación de que el pasado es una fantasía, es solamente saber perder lo que ya está perdido. El auto perdón es un si a la vida que nos rodea ahora, es una adhesión al presente, la única cosa viva que poseemos, que son nuestras posibilidades en este momento. No podemos abrazar el presente, la vida, el pasado y  la muerte al mismo tiempo. El perdón es una opción para la vida, el  auto-perdón es la paciencia delante de la oscuridad, es el vislumbre de la aurora en el final de la noche. El auto perdón es el espabilar, es la renovación de la auto-estima y de la alegría de vivir, es el agradecimiento por saber que más importante  que haber cometido uno error, es estar vivos, es estar presentes.
 Para encerrar este tema, quiero sugerirles una reflexión sobre este texto escrito por Frederick Pearls: "¡Que esto quede para el hombre! Intentar ser algo que no es, tener la plaga del perfeccionismo de modo que se esté libre de críticas, es abrir la senda infinita de la tortura mental. Amigo, no seas un perfeccionista. El perfeccionismo es una maldición y una prisión. Cuanto más tembláis, más erráis en el blanco. Amigo, no tengas miedo de los errores, errores no son pecados, errores son formas de hacer algo de manera diferente, quizás creativamente nuevo. Amigo, no te quedes malhumorado por tus errores. Alégrate por ellos, pues has tenido el coraje de dar algo de si".
  Antonio Roberto Soares.                      

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INFLUENCIA MORAL DEL MÉDIUM 


Cuestiones diversas. – 
Disertaciones de un Espíritu sobre la influencia moral. 


226. 1. ¿El desarrollo de la mediumnidad está en razón del desarrollo moral del médium? 
No; la facultad propiamente dicha depende del organismo; es independiente de la moral; no sucede lo mismo con el uso, que puede ser más o menos bueno, según las cualidades del 
médium. 

2. Se ha dicho siempre que la mediumnidad es un don de Dios, una gracia, un favor. ¿Por qué, pues, no es el privilegio de los hombres de bien y por qué se ven hombres indignos que están dotados de ella al más alto grado y de la que hacen un mal uso? 
Todas las facultades son favores de que debe darse gracias a Dios, puesto que hay hombres que son privados de ellos. 
¿Podrías también preguntar por qué Dios concede buena vista a los malhechores, destreza a los tramposos, la elocuencia a aquellos que se sirven de ella para decir cosas malas? Lo mismo sucede en la mediumnidad; son dotadas de ellas personas indignas, porque tienen necesidad de esta facultad para mejorarse. ¿Acaso pensáis que Dios rehusa al culpable los médiums de salvación? 
Los multiplica a su paso, se los pone en las manos; a ellos toca el aprovecharse. ¿Judas, el traidor, no hizo milagros y sanó enfermos como apóstol? Dios quiso que tuviese este don, para que su traición fuese más odiosa. 
3. Los médiums que hacen mal uso de su facultad, que no se sirven de ella con las miras del bien o que no se aprovechan para su instrucción, ¿sufrirán las consecuencias? 
Si, hacen mal uso de esta facultad, serán doblemente castigados, porque tienen un medio más para ilustrarse y no se aprovechan. El que ve claro y tropieza es más vituperable que el ciego que cae en el hoyo. 
4. Hay médiums a quienes éstos dan espontáneamente y casi constantemente comunicaciones sobre un mismo motivo, sobre ciertas cuestiones morales, por ejemplo: sobre ciertos defectos determinados. ¿Tiene esto objeto? 
Sí; este objeto es el de iluminarles sobre este punto muchas veces repetido, o para corregirles de ciertos defectos; por esto a los unos les hablarán incesantemente de orgullo, a otros de caridad; sólo la saciedad puede al fin abrirle os ojos. No hay médiums que hagan mal uso de su facultad, por ambición o por interés, o comprometiéndola por una falta capital, como el orgullo, el egoísmo, la ligereza etcétera, que no reciba de tiempo en tiempo algunas amonestaciones de parte de los Espíritus; lo malo es que la mayor parte de las veces no toman esto para sí. 
Observación. – Los Espíritus usan muchas veces la prudencia en sus 
lecciones, las dan de un modo indirecto para dejar el mérito al que sabe aplicarlas y sacar provecho; pero la ceguedad y el orgullo son tales entre ciertas personas, que no se reconocen en el cuadro que se les pone delante de los ojos; tanto más el Espíritu les da a entender que se dirige a ellas, se enfadan y tratan al Espíritu de mentiroso o bromista de mal género. Esto solo prueba que el Espíritu tienen razón. 
5. En las lecciones que se dictan a un médium de una manera general y sin aplicación personal, ¿no obra éste como instrumento pasivo para servir a la instrucción de otro? 
Muchas veces estos avisos y consejos no se dictan para él personalmente, sino para los otros, a los cuales no podemos dirigirnos sino por la intervención de este médium, pero el mismo debe tomar su parte si no le ciega el amor propio. 
No creáis que la facultad medíanímica se haya dado para corregir sólo a una o dos personas, no; el fin es más grande: se trata de la Humanidad. Un médium es un instrumento muy poco importante como a individuo; por esto, cuando damos instrucciones que deben aprovechar a la generalidad, nos servimos de aquellos que poseen facilidades necesarias, pero admitid como cierto que vendrá un tiempo en que los buenos médiums serán bastante comunes, para que los buenos Espíritus no tengan necesidad de servirse de malos instrumentos. 
6. Puesto que las cualidades morales del médium alejan a los Espíritus imperfectos, ¿en qué consiste que un médium dotado de buenas cualidades transmita contestaciones falsas y groseras? 
¿Conoces tú, todos los pliegues de tu alma? Por lo demás, sin ser vicioso puede ser ligero y frívolo; y algunas veces tiene necesidad de una lección a fin de que esté preparado. 
7. ¿Por qué permiten los Espíritus superiores que las personas dotadas de un gran poder como médiums, y que podrían hacer mucho bien, sean los instrumentos del error? 
Ellos procuran influirles, pero cuando se dejan arrastrar por el mal camino les dejan ir. Por esto se sirven de ello con repugnancia, porque “la verdad no puede ser interpretada por la 
mentira.” 
8. ¿Es absolutamente imposible tener buenas comunicaciones por un médium imperfecto? 
Un médium imperfecto puede, algunas veces, obtener cosas buenas, porque si tiene una hermosa facultad, los Espíritus buenos pueden servirse de él a falta de otro en una circunstancia particular; pero esto sucede sólo momentáneamente, porque desde que encuentra uno que les conviene mejor le dan la preferencia. 
 
Observación – Debe observarse que cuando los buenos Espíritus juzgan que un médium cesa de estar bien asistido, y por sus imperfecciones viene a ser presa de los Espíritus mentirosos, provocan casi siempre circunstancias que descubren sus faltas y les separan de las personas formales, y bien intencionadas, de cuya buena fe podría abusarse. En este 
caso cualquiera que sean sus facultades no son de envidiar. 
9. ¿Cuál es el médium que podríamos llamar perfecto? 
¡Perfecto! ¡Ah! Vosotros sabéis que la perfección no está sobre la Tierra; de otro modo no estarías en ella; di, pues, médium bueno, y esto será ya mucho, porque son raros. El médium perfecto sería aquel a quien los malos Espíritus no se hubieran atrevido jamás a hacer una tentativa para engañarle; el mejor es aquel que, no simpatizando, sino con buenos Espíritus, ha sido engañado menos veces. 
10. ¿Si solo simpatiza con buenos Espíritus, cómo éstos pueden permitir que sea engañado? 
Los buenos Espíritus lo permiten algunas veces con los mejores médiums para ejercitar su juicio y enseñarles a discernir lo verdadero de lo falso; además, que por bueno que sea un médium nunca es tan perfecto que no pueda dar lugar a ser atacado por algún flanco débil; esto debe servirle de lección. Las falsas comunicaciones que recibe de vez en cuando son advertencias para que no se crea infalible y no se enorgullezca, porque el médium que obtiene las cosas más notables no puede envanecerse por ello, pues le sucede como al que toca el organillo, que produce muy buenos aires dando vueltas al manubrio de su instrumento. 
11. ¿Cuáles son las condiciones necesarias para que la palabra de los Espíritus superiores nos llegue pura de toda alteración? 
Querer el bien, desterrar el egoísmo y el orgullo, lo uno y lo otro es necesario. 
12. Si la palabra de los Espíritus superiores no llega a nosotros pura, sino con las condiciones que con dificultad se encuentran ¿no es esto un obstáculo para la propagación de la verdad? 
No, porque la luz llega siempre para aquel que quiere recibirla. El que quiere ver claro debe huir de las tinieblas y las tinieblas están en la impureza del corazón. 
Los Espíritus que vosotros miráis como la personificación de bien no se presentan de buena gana al llamamiento de aquellos cuyo corazón está manchado por el orgullo, la ambición y la falta de caridad. 
Aquellos, pues, que quieren ver claro que se despojen de toda vanidad humana y humillen su razón ante el poder infinito del Creador; esta será la mejor prueba de su sinceridad, y esta condición cada uno puede llenarla. 

227. Si el médium, desde el punto de vista de la ejecución, sólo es un instrumento, ejerce con relación a la moral una gran influencia. Puesto que para comunicarse el Espíritu extraño se identifica con el Espíritu del médium, esta identificación no puede tener lugar sino cuando entre los dos hay simpatía y, sí puede decirse así, afinidad. El alma ejerce sobre el Espíritu extraño una especie de atracción o de repulsión, según el grado de su semejanza o diferencia; así, pues, los buenos tienen afinidad por los buenos y los malos por los malos; de donde se sigue que las cualidades morales del médium tienen una influencia capital sobre la naturaleza de los Espíritus que se comunican por su intermediario. 
Si es vicioso, los Espíritus inferiores vienen a agruparse a su alrededor y están siempre prontos para tomar el puesto de los buenos que se han llamado. Las cualidades que atraen con preferencia a los buenos Espíritus son: la bondad, la benevolencia, la sencillez de corazón, el amor al prójimo, el desprendimiento de las cosas materiales; los defectos que les alejan son: el orgullo, el egoísmo, la envidia, los celos, la ira, la ambición, la sensualidad y 
todas las pasiones por las cuales el hombre se une a la materia. 
 
228. Todas las imperfecciones morales son otras tantas puertas abiertas que dan entrada a los malos Espíritus, pero lo que ellos explotan con más habilidad es el orgullo, porque es el que menos deja conocerse a sí mismo; el orgullo ha perdido a muchos médiums dotados de las más bellas facultades, y que, sin esto, hubieran podido ser sujetos notables y muy útiles; mientras que, habiendo sido presa de Espíritus mentirosos, sus facultades se han pervertido en primer lugar, después aniquilado, y más de uno se ha visto humillado por las más amargas decepciones. 
El orgullo se traduce en los médiums por señales no equívocas sobre las cuales es tanto más necesario el llamar la atención como que es una de las extravagancias que deben inspirar desconfianza sobre la veracidad de sus comunicaciones. En primer lugar es una confianza ciega en la superioridad de estas mismas comunicaciones y en la infabilidad del Espíritu que se los da; de aquí dimana cierto desdén por todo lo que no viene de ellos por 
que se creen el privilegio de la verdad. El prestigio de los grandes nombres con los cuales se adornan los espíritus para justificar que les protegen, les ofusca, y como su amor propio sufriría confesando que son engañados, rechazan toda clase de consejos; los evitan aun alejándose de sus amigos y de cualquiera que pudiese abrirles los ojos; si son condescendientes en escucharles, no hacen caso de sus avisos, porque dudar de la superioridad de su Espíritu, es casi una profanación. Se ofuscan por la menor contradicción, 
por una simple observación crítica, y, algunas veces llegan hasta aborrecer a las personas que les han hecho favores. Merced a este aislamiento provocado por los Espíritus que no quieren tener contradictores, éstos están satisfechos con entretenerles en sus ilusiones; de este modo les hacen aceptar a su gusto los más grandes absurdos por cosas sublimes. Así, pues, confianza absoluta en la superioridad de lo que obtienen, desprecio de lo que no viene de ellos, importancia irreflexiva dada a los grandes nombres, no admitir consejos, tomar mal toda crítica, alejamiento de aquellos que puedan dar avisos desinteresados, creencia en su habilidad a pesar de su falta de experiencia; tales son los caracteres de los médiums orgullosos. 
Es menester convenir también que el orgullo está excitado en el médium por aquellos que le rodean. Si tiene facultades un poco transcentales, es buscado y elogiado; se cree indispensable y muy pronto afecta el aire de suficiencia y desdén cuando presta su concurso. Más de una vez, nos lamentamos, por los elogios que dimos a ciertos médiums, con el objetivo de animarlos. 
229. Al lado de eso pongamos a la vista el cuadro del médium verdaderamente bueno, aquel en que se puede tener confianza. 
Supongamos, en primer lugar, una facilidad de ejecución bastante grande para permitir a los Espíritus el comunicarse libremente y sin inconvenientes por ninguna dificultad material. Obtenido esto lo que más interesa considerar es la naturaleza de los Espíritus que habitualmente le asisten, y para esto no es al nombre al que se debe atender, sino al lenguaje. Jamás se debe perder de vista que las simpatías que se granjeará entre los Espíritus buenos, estarán en razón de lo que hará para alejar a los malos. Persuadido de que su facultad es un don, que le ha sido concedido para el bien, no abusa y no se hace de ello ningún mérito. Acepta las comunicaciones buenas que se le hacen, como una gracia de la que es menester que se esfuerce en hacerse digno por su bondad, por su benevolencia y su modestia. El primero se enorgullece por sus relaciones con los Espíritus superiores; éste se humilla, porque nunca se cree merecedor de este favor. 
230. La instrucción siguiente se nos ha dado con este objeto por un Espíritu del que ya hemos dado algunas comunicaciones. 
Ya lo hemos dicho: los médiums, en su calidad de médiums, sólo tienen una influencia secundaria en las comunicaciones de los Espíritus; sus funciones son las de una máquina eléctrica que transmite los despachos telegráficos de un punto distante a otro de la Tierra. De este modo, cuando nosotros queremos dictar una comunicación, obramos sobre el médium como el empleado del telégrafo sobre su aparato; es decir, de la misma manera que el tac-tac telégrafo designa a distancia de millares de leguas sobre una tira de papel los signos reproductores del despacho, de la misma manera nosotros también comunicamos a través de distancias inconmensurables, que separan el mundo visible del mundo invisible, el mundo inmaterial del mundo encarnado, lo que nosotros queremos enseñaros por medio del aparato mediúmnico. Pero también así como las influencias atmosféricas obran y turban a menudo la transmisión del telégrafo eléctrico, la influencia moral del médium, obra y turba algunas veces la transmisión de nuestros despachos de ultratumba, porque nos vemos obligados a hacerles pasar por un ambiente que les es contrario. Sin embargo, esta influencia se anula por nuestra energía y nuestra voluntad y ningún acto perturbador se 
manifiesta. En efecto, los dictados de una alta importancia filosófica, las comunicaciones de una perfecta moralidad son transmitidas algunas veces por médiums poco a propósito para 
estas enseñanzas superiores; mientras que por otro lado se transmiten algunas veces comunicaciones poco edificantes por conducto de médiums que se avergüenzan de haberles servido de conductor. 
En tesis general, se puede afirmar que los Espíritus semejantes llaman a sus semejantes y que rara vez los Espíritus de pléyades elevadas se comunican por aparatos malos 
conductores, cuando tienen a la mano buenos instrumentos mediúmnicos, buenos médiums, en una palabra. 
Los médiums ligeros y poco formales llaman, pues, a los Espíritus de la misma naturaleza; por esto sus comunicaciones están llenas de elogios, frivolidades, ideas sin continuidad y a 
menudo muy heterodoxas, espiritísticamente hablando. 
Ciertamente pueden decir y dicen algunas veces cosas buenas; pero sobre todo en este caso es menester practicar un examen severo y escrupuloso; porque entre estas cosas buenas, ciertos Espíritus hipócritas insinúan con habilidad y con una perfidia calculada hechos calumniosos y aserciones mentirosas, a fin de engañar la buena fe de sus oyentes. Entonces debe uno quitar, sin consideración, toda palabra, toda frase equívoca, y no conservar del dictado sino lo que la lógica acepta o lo que la doctrina ha enseñado ya. Las comunicaciones de esta naturaleza sólo son temibles para los espiritistas aislados, los grupos recientes o poco instruidos; porque en las reuniones en que los adeptos están más 
adelantados o han adquirido la experiencia, el grajo que se adorna con las plumas del pavo real es siempre irremisiblemente despedido. 
No hablaré de los médiums que se complacen en solicitar y escuchar comunicaciones obscenas; dejemos que se complazcan en la sociedad de los Espíritus cínicos. Por lo demás, las comunicaciones de este orden por ellas mismas buscan la soledad y el aislamiento; en todo caso, sólo podrían despertar el desdén y el disgusto entre los hombres de los grupos filosóficos y formales. 
Pero donde se hace sentir realmente la influencia moral del médium, es cuando éste sustituye sus ideas personales a las que los Espíritus esfuerzan en sugerirle; igualmente, cuando saca de su imaginación teorías fantásticas que el mismo cree de buena fe que resultan de una buena comunicación intuitiva. En tal caso puede entonces hacerse la apuesta de mil contra uno que esto sólo es el reflejo del Espíritu personal del médium; acontece también el hecho curioso de que la mano del médium se mueve algunas veces casi mecánicamente impulsada por un Espíritu secundario y burlón. Contra esta piedra de toque vienen a estrellarse las imaginaciones ardientes; porque arrastrados por el ardor de sus propias ideas y por el oropel de sus conocimientos literarios, los médiums desconocen el modesto dictado de un Espíritu prudente, y abandonado la presa por la sombra lo   sustituyen por una paráfrasis pomposa. Contra este escollo terrible vienen igualmente a estrellarse las personalidades ambiciosas que, en defecto de comunicaciones buenas que los Espíritus buenos les rehúsan, presentan sus propias obras como obra de los mismos 
Espíritus. Aquí tenéis por qué es preciso que los jefes de los grupos espiritistas estén dotados de un tacto exquisito y de una rara sagacidad para discernir las comunicaciones auténticas de aquellas que no lo son, y para no herir a aquellos que se hacen ilusión a sí mismos. 
En la duda abstente, dice uno de vuestros antiguos proverbios; no admitáis, pues, sino aquello que tenga para vosotros una evidencia cierta. Desde que aparezca una opinión 
nueva, por poco que la creáis dudosa, pasadla por el tamiz de la razón y de la lógica; lo que la razón y el buen sentido reprueban, rechazadlo con vigor; más vale rechazar diez verdades que admitir una sola mentira, una sola teoría falsa. En efecto, sobre esta teoría 
podéis edificar todo un sistema que se derrumbaría al primer soplo de la verdad como un monumento construido sobre la arena movediza, mientras que si hoy rechazáis ciertas verdades porque no se os demuestran lógica y claramente, muy pronto un hecho brusco o una demostración irrefutable vendrá a afirmaros en la autenticidad. 
Sin embargo acordaos ¡oh espiritistas!, que para Dios y para los buenos Espíritus no hay nada imposible sino la injusticia y la iniquidad. 
El Espiritismo está bastante esparcido ahora entre los hombres y ha moralizado suficientemente a los adeptos sinceros de su santa doctrina, para que los Espíritus no se vean precisados a emplear los malos instrumentos de los médiums imperfectos. 
Si, pues, un médium, cualquiera que sea, diere un legítimo motivo de sospecha, por su conducta o sus costumbres, por su orgullo, por su falta de amor y caridad, rechazad, rechazad sus comunicaciones, porque hay una serpiente oculta en las matas. 
Aquí tenéis mi conclusión sobre la influencia moral de los médiums. 
ERASTO”
- El Libro de los Médiums -
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"Las aflicciones en la Tierra son los remedios del alma, pues ellas la salvan para el futuro como una operación quirúrgica dolorosa salva la vida de un enfermo y le devuelve la salud. 
Por eso dijo Cristo: “Bienaventurados los afligidos porque serán consolados”.
- Allan Kardec-

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       EXPERIENCIA DOMÉSTICA
Orden, trabajo, caridad, benevolencia, comprensión comienzan dentro de la casa.

La parentela es un campo de aproximación, jamás de cautiverio.

Aprendamos a oír sin interrumpir a los que hablan en la mesa doméstica,a fin de que podamos escuchar con seguridad las lecciones de la vida.

El hogar es un punto de reposo y rehacimiento, nunca un muestrario de muebles y filigranas, aunque pueda y deba ser hermoseado con distinción y buen gusto, tanto cuanto sea posible.

Quien practique el desperdicio, no reclame si llega a la penuria.

Benditos cuantos se dedican a vivir sin incomodar a los que comparten la experiencia.

Evite los juegos de mal gusto que, casi siempre, conducen al desastre o a la muerte prematura.

El trabajo digno es la cobertura de su independencia.

Aconseje al niño y ayude al niño en la formación espiritual, que eso es obligación de quien orienta, pero respete a los adultos en sus preferencias,porque los adultos son responsables y deben ser libres en sus acciones,tanto como usted desea ser libre en sus ideas y empresas.

Si usted no sabe tolerar, entender, bendecir o ser útil a ocho o diez personas del nido doméstico, ¿de qué modo cumplirá sus ideales y compromisos de elevación en el ámbito de la Humanidad?.

Muchos crímenes y muchos suicidios son llevados a efecto con el pretexto de rendir homenaje al cariño y dedicación en el mundo familiar.

FRANCISCO CÂNDIDO XAVIER
POR EL ESPÍRITU ANDRÉ LUIZ
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                Santos, diablos y clérigos. 

J Herculano Pires 

En las manifestaciones mediúmnicas de la Era Apostólica, en el denominado culto pneumático de los apóstoles y sus discípulos, era frecuente la manifestación de espíritus diabólicos, con pesadas injurias a Jesús y a Dios, tal como cuentan los historiadores del Cristianismo Primitivo. El Apóstol Pablo trata de ese culto en la I Epístola a los Corintios, en el apartado referente a los Dones Espirituales. El nombre de culto pneumático deriva de la palabra griega pneu, que significa soplo, espíritu. En las sesiones espiritas actuales surgen las manifestaciones de Santos, Diablos y Curas, por lo regular condenando las prácticas espíritas. Los Adoctrinadores necesitan habilidad para distinguir los bromistas y los mistificadores, de las entidades aun realmente apegadas a las funciones religiosas que ejercían en su vida terrena. Los supuestos santos emplean un lenguaje melifluo, cargado de falsa bondad, con el cual pretenden engañar a los participantes ingenuos de las sesiones. El adoctrinador debe recordar que, si ellos fuesen realmente santos, no vendrían a combatir las sesiones mediúmnicas y las enseñanzas mediúmnicas de Jesús. No deben perder mucho tiempo con ellos. Basta indicarles que van por mal camino y que nada lograrán con sus artimañas. 
Los Diablos aparecen siempre de manera grotesca, procurando hacer mucho ruido, amenazando y roncando como bichos. 
Con paciencia y calma, pero sin darles rienda, el adoctrinador los alejará enseguida. Los espíritus de curas y monjas, frailes y otros clérigos son más insistentes, y quieren discutir sobre interpretaciones evangélicas. 
Lo mejor que se puede hacer es invitarlos a orar a Jesús. Aunque astutos, son espíritus necesitados de ayuda y esclarecimiento. Con sinceridad y amor son fáciles de adoctrinar. Más raras son las manifestaciones de pastores protestantes y de rabinos judíos, pero también ocurren. Se manifiestan siempre demasiado apegados a letras de los textos bíblicos y evangélicos. 
Es inútil entrar en discusión con ellos. Tratados con amor y sinceridad, acaban retirándose, entregados a antiguos compañeros de profesión, ya esclarecidos, que generalmente los han traído a la sesión mediúmnica para aprovechar las facilidades del ambiente. El adoctrinamiento tiene el doble poder de la verdad y del amor, a los cuales no pueden resistirse durante mucho tiempo. Algunos suelen volver con insistencia en varias sesiones. 
Deben ser siempre recibidos con espíritu fraterno y con la intención pura de auxiliarlos. Sabemos que en los planos inferiores de la Espiritualidad, los espíritus encuentran situaciones favorables para la continuidad de sus actividades terrenas. La naturaleza no da saltos. El espíritu que dejó el cuerpo se siente en su cuerpo espiritual, y en relación con espíritus de su misma condición. 
Se integran en un medio adecuado a sus ideas y continúan la experiencia terrena en condiciones muy semejantes a las de la Tierra. El adoctrinador ha de comprender muy bien ese problema, leyendo y estudiando las obras de Kardec, en las cuales los Espíritus Superiores han tratado esos problemas con bastante claridad. Nuestra función en las sesiones es ayudar a esas criaturas a liberarse del pasado, integrándose en la realidad espiritual que no habían alcanzado en la vida terrena, enredados en los engaños y en las ilusiones de falsas doctrinas. 
Otros tipos de manifestaciones, como las de espíritus de negros viejos y de indios, ligados a sus religiones primitivas, no raramente perturban a los adoctrinadores sin experiencia. No son mistificadores, sino entidades que continúan apegadas a la forma física y a la idea que tuvieron en la Tierra. 
Los mistificadores enseguida se revelan, como enseña Kardec, dejando aparecer la punta de la oreja bajo el sombrero o la cabellera. No es justo ni cristiano expulsarlos u ofenderlos de cualquier manera. Paciencia y amor son siempre los ingredientes de un adoctrinamiento eficiente. Cuando se muestran demasiado reacios, perturbando los trabajos, lo mejor es llamar al médium a sí mismo, haciéndole desligarse del espíritu perturbador. Generalmente éste volverá en otras sesiones, pero entonces ya tocado por el efecto del adoctrinamiento y desengañado de su pretensión de dominar el ambiente. El episodio sirve también para reforzar la confianza del médium en sí mismo, demostrándole que puede cortar por su voluntad las comunicaciones perturbadoras. 

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