lunes, 6 de febrero de 2017

FREUD Y KARDEC



SERIE INFORMACIÓN ESPÍRITA
10 - La Lógica del Espiritismo ante la
Paz y la Felicidad



NADIE HUYE DE SÍ MISMO

¿Habrá un principio capaz de infundir más confianza en la Justicia de Dios que este?
A partir de él se entiende la recomendación de Jesús en cuanto al “no juzgar”, pues él conocía el sentido oculto de “a cada uno conforme a sus obras”. A través de él, tenemos la garantía de que todos, del explotador al explotado, del corruptor al corrupto, del verdugo a la víctima, del opresor al oprimido, todos en fin, experimentarán los efectos de las propias acciones o reacciones en el debido tiempo.
Estamos destinados al progreso espiritual (fin), a través de vidas sucesivas (medio), que nos conducirá a la felicidad y a la paz tan soñada, teniendo como itinerario el camino del auto – descubrimiento, del auto – conocimiento.
Una reencarnación bajo el ángulo de la Eternidad, representa “menos que un relámpago”, como informaron los Espíritus a Allan Kardec (cuestión 738, L.E.), e inexorablemente el peaje de la muerte aguarda a todos en la camino de la vida.
El Codificador por medio de observaciones, comparaciones, deducciones y conclusiones, analizando el testimonio de centenares de espíritus, delineó el conjunto que denominó CÓDIGO PENAL DE LA VIDA FUTURA, contenido en el libro “EL CIELO Y EL INFIERNO” (capítulo 7), o la Justicia Divina Según el Espiritismo.
Por ser informaciones que precisan ser difundidas y meditadas para que un número cada vez mayor despierte para la responsabilidad de vivir, les brindamos algunos de esos artículos.

1 ¿Dónde está escrita la Ley de Dios?
– En la conciencia.

2 – La completa felicidad se prende a la perfección, esto es, a la purificación completa del Espíritu. Toda imperfección es, a su vez, causa de sufrimiento y de privación de la satisfacción, del mismo modo que toda perfección adquirida es fuente de placer y atenuante de sufrimientos. (2º)

3 – El Espíritu sufre, sea en el mundo corporal, sea en el mundo espiritual, como consecuencia de sus imperfecciones. Las miserias, las vicisitudes padecidas en la vida corpórea, son oriundas de nuestras imperfecciones, son expiaciones de faltas cometidas en la presente o en precedentes existencias. Por la naturaleza de los sufrimientos y vicisitudes de la vida corpórea, se puede juzgar la naturaleza de las faltas cometidas en la anterior existencia, y de las imperfecciones que las originaron. (10º)

4 – No hay una imperfección del alma que no conduzca a funestas e inevitables consecuencias, como no hay una sola cualidad buena que no sea fuente de placer. (3º)

5 – Toda falta cometida, todo mal realizado es una deuda contraída que deberá de ser pagada; si no fuese en una existencia, lo será en la siguiente o en las siguientes. (9º)

6 – El arrepentimiento, si bien es el primer paso en la regeneración, no basta por sí solo; son necesarias la expiación y la reparación. Arrepentimiento, expiación y reparación constituyen, por lo tanto, las tres condiciones necesarias para apagar los rastros de una falta y sus consecuencias. El arrepentimiento suaviza las amarguras de la expiación, abriendo por la esperanza el camino de la rehabilitación; solo la reparación, no obstante, puede anular el efecto destruyéndole la causa. De lo contrario, el perdón sería una gracia, no una anulación. (16º)

7 – El arrepentimiento puede darse por todas partes y en cualquier tiempo; sin embargo, si fuera tarde, el culpable sufre por más tiempo. Hasta que desaparezcan los últimos vestigios de la falta, la expiación consiste en los sufrimientos físicos y morales que le son consecuentes, sea en la vida actual, sea en la vida espiritual después de la muerte, o incluso en una nueva existencia corporal. La reparación consiste en hacer el bien a aquellos a quien se había hecho el mal. Quien no repara sus errores en una existencia, por debilidad o mala voluntad, se encontrará en una existencia ulterior en contacto con las mismas personas que de él tuvieron queja, y en condiciones voluntariamente escogidas, de modo a mostrarles reconocimiento y hacerles tanto bien cuanto mal les haya hecho. No todas las faltas acarrean perjuicio directo y efectivo; en tales casos la reparación se opera, haciéndose lo que se debería hacer y fue descuidado; cumpliendo los deberes despreciados, las misiones no cumplidas; practicando el bien en compensación al mal practicado, esto es, volviéndose humilde si se viene siendo orgulloso, amable si se fue austero, cariñoso si viene siendo egoísta, benigno si se viene siendo perverso, laborioso si se viene siendo ocioso, útil si se viene siendo inútil, frugal si se vienen siendo intemperante, cambiando en suma por buenos los malos ejemplos perpetrados. Y de ese modo progresa el Espíritu, aprovechándose del propio pasado. (17º).
Nota – La necesidad de reparación es un principio de rigurosa justicia, que se puede considerar verdadera ley de rehabilitación moral de los Espíritus. Mientras tanto, esa doctrina religión alguna aun la ha proclamado. Algunas personas la repelen porque es más cómodo el poder librarse de las malas acciones con un simple arrepentimiento, que no cuesta más que palabras, por medio de algunas fórmulas; sin embargo, creyéndose, así, libre de deudas, verán más tarde si eso les bastaba. ¿Podríamos preguntar si ese principio no es consagrado por la ley humana, y si la justicia divina puede ser inferior a la de los hombres? Y más, si esas leyes se darían por desafrentadas desde que el individuo que las transgrediese, por abuso de confianza, se limitase a decir que las respeta infinitamente. ¿Por qué no han de vacilar tales personas delante de una obligación que todo hombre honesto se impone como deber, según el grado de sus fuerzas? Cuando esta perspectiva de reparación sea inculcada en la creencia de las masas, será otro freno a sus desequilibrios, y bien más poderoso que el infierno y respectivas penas eternas, ya que como interesa la vida en su plena actualidad, pudiendo el hombre comprender la procedencia de las circunstancias que la hacen penosa, o a su verdadera situación.

8 – La expiación varia según la naturaleza y la gravedad de la falta, pudiendo por tanto la misma falta determinar expiaciones diversas, conforme las circunstancias, atenuantes o agravantes, en que sea cometida. (11º)

9 – La responsabilidad de las faltas es toda personal, nadie sufre por los errores ajenos, salvo si a ellos da origen, ya provocándolos por el ejemplo, ya no impidiéndolos cuando podría hacerlo. Así, el suicida es siempre castigado; más aquél que por maldad impulsa a otro a cometerlo, ese sufre mayor pena todavía. (21º)

10 – Dependiendo el sufrimiento de la imperfección, como el goce de la perfección, el alma trae consigo el propio castigo o premio, donde quiera que se encuentre, sin necesidad de lugar circunscrito. El infierno está por todas partes en las que haya almas sufridoras, y el cielo igualmente donde haya almas felices. (5º)

11 – El único medio de evitar o atenuar las consecuencias futuras de una falta, está en repararla, deshaciéndola en el presente. Cuanto más nos demoramos en la reparación de una falta, tanto más penosas y rigurosas serán, en el futuro, sus consecuencias. (27º)

12 – La situación del Espíritu, en el mundo espiritual, no es otra sino la de por sí mismo preparada en la vida corpórea. Más tarde, otra encarnación le faculta para nuevas pruebas, la expiación y reparación, con mayor o menor provecho, dependiedo de su libre albedrío.; y si él no se corrige, tendrá siempre una misión que recomenzar, siempre y siempre más acerba, de suerte que puede decirse que aquél que mucho sufre en la Tierra, mucho tenía que expiar, y los que gozan de una felicidad aparente, en que pesen sus vicios e inutilidades, lo pagarán muy caro en futura existencia. En ese sentido Jesús dijo: – “Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.” (El Evangelio Según el Espiritismo, cap. V.) (28º)

13 – El bien y el mal que hacemos transcurren de las cualidades que poseemos. No hacer el bien cuando podemos, es, por tanto, el resultado de una imperfección. Si toda imperfección es fuente de sufrimiento, el Espíritu debe de sufrir solamente por el mal que hizo como por el bien que dejó de hacer en la vida terrestre. (6º)

14 – El espíritu sufre por el mal que hizo, de manera que, siendo su atención constantemente dirigida para las consecuencias de ese mal, comprende mejor sus inconvenientes y trata de corregirse. (7º)

15 – Siendo infinita la Justicia de Dios, el bien y el mal son rigurosamente considerados, no habiendo una sola acción, un solo pensamiento malo que no tenga consecuencias fatales, como no hay una única acción meritoria, un solo buen movimiento del alma que se pierda, incluso para los más perversos, por eso que constituyen tales acciones un comienzo de progreso. (8º)

16 – No hay regla absoluta ni uniforme en cuanto a la naturaleza y duración del sufrimiento: – la única ley general es que toda falta tendrá castigo, y tendrá recompensa todo acto meritorio, según su valor. (12º)

17 – La duración del sufrimiento depende de la mejoría del Espíritu culpable. Ninguna condenación por tiempo determinado le es prescrita. Lo que Dios exige por término de sufrimientos es un mejoramiento serio, efectivo, sincero, de vuelta al bien. De este modo el Espíritu es siempre el árbitro de la propia suerte, pudiendo prolongar los sufrimientos por la permanencia en el mal, o suavizarlos y anularlos por la práctica del bien. Una condenación por tiempo determinado tendría el doble inconveniente de continuar el martirio del Espíritu renegado, o de liberarlo del sufrimiento cuando aún permaneciese en el mal. Ahora, Dios, que es justo, solo pune el mal cuando existe, y deja de castigar cuando no existe más; por otro lado, el mal moral, siendo por sí mismo causa de sufrimiento, hará que este dure mientras aquél subsista, o disminuirá de intensidad a medida que disminuya. (13º)

18 – Como el Espíritu tiene siempre libre albedrío, el progreso a veces se le hace lento, y tenaz su obstinación en el mal. En ese estado puede persistir años y siglos, viniendo por fin un momento en que su obstinación se modifica por el sufrimiento, y, a pesar de su jactancia, Dios le hace entrever la esperanza. No hay espíritu incapaz de nunca progresar, consagrado a eterna inferioridad, lo que sería la negación de la ley de progreso, que providencialmente rige todas las criaturas. (19º)

19 – En virtud de la ley de progreso que da a toda alma la posibilidad de adquirir el bien que le falta, como de despojarse de lo que tiene de malo, conforme el esfuerzo y voluntad propios, tenemos que el futuro está abierto a todas las criaturas. Dios no repudia a ninguno de sus hijos, antes los recibe en su seno a medida que alcanzan la perfección, dejando a cada cual el mérito de sus obras. (4ª)

20 – Dependiendo de la mejora del Espíritu la duración del sufrimiento, el culpable que jamás mejorase sufriría siempre y, para él, la pena sería eterna. (14º)

21 – Una condición inherente a la inferioridad de los Espíritus es no ver el término de la prueba, creyéndola eterna, como eterno les parece deba de ser tal sufrimiento. (15º)

- Luz no Lar -

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CASO DE DOLENCIA DE PÁNICO
Juan  Cabral
Cierta vez, se manifestó un Espíritu a través de un médium y, poco a poco, quedo claro para todos los trabajadores presentes, de acuerdo con sus quejas, que pasaba por un gran sufrimiento. Decía que hace poco tiempo le apareció una situación en que el miedo era vivido de manera nada proporcional y, a veces, sin motivo aparente, en forma de crisis, que se volvían cada vez más frecuentes.
       
Yo estaba en la dirección de la reunión mediúmnica y conforme ya había sido convenido, como si fuera un Espíritu desencarnado, pues allí se encontraba para un tratamiento en la condición de Espíritu emancipado (parcialmente emancipado del cuerpo físico).

La conducción desembocó en una inducción regresiva a vivencias pasadas cuando pasó la situación en que, como jefe de beduinos, en el Oriente, envió a sus hombres a prender a una mujer para explotarla sexualmente.
             
La Joven mujer, no obstante, fue apresada con su hijo, un pequeño niño. Indagado sobre qué hacer con el niño, ordenó que le quitasen la vida. Después de violar a la mujer, por el hecho de no haber cedido de buena voluntad a sus caprichos, él mismo le quitó la vida.


Volviendo a la personalidad actual (saliendo de la regresión) el paciente recordó que la mujer asesinada era su esposa ahora y que esperaba un hijo, el mismo hijo (Espíritu) que cruelmente hiciera asesinar. Identificaba el surgimiento de la enfermedad con el embarazo de la esposa y cree que su cuadro resultaba de un recelo que le asomaba a la mente en relación a una posible reincidencia violenta contra aquel Espíritu que renacía, aunque no le tuviera  ningún sentimiento negativo y, hasta  al contrario, se había alegrado de recibirlo.

Inmediatamente después  de esa comunicación mediúmnica en nuestra reunión, se presentó un Espíritu extremadamente rencoroso, endurecido y revuelto, afirmando ser su perseguidor, al mismo tiempo en que maldecía contra Dios, por no entender Su sentido de justicia que entregó a “su mujer” y “su hijo” en las manos del propio asesino. Estaba interesado en vengarse del enemigo, pues no fue capaz de perdonarle la violencia perpetrada contra su hogar y contra él mismo, y al mismo tiempo, se esforzaba para provocar la muerte de la ex esposa y del ex hijo, imaginando que ahora que los encontraba, los llevaría consigo para el Más Allá.

Entonces quedó patentado que el paciente portador del trastorno de pánico, más allá de las causas anímicas para el nacimiento de la enfermedad, sufría la acción perniciosa del obsesor. ¡Este, a su vez, sufría terriblemente por el hecho de no haber perdonado!

¿Cuando se inició ese doloroso embate? ¿Cuántas veces, ya se venían alternando aquellos dos Espíritus, a lo largo de las reencarnaciones redentoras, en los papeles de obsesor y obsesado?

La respuesta solamente a Dios y sus obreros podría dar. Pero, sin ninguna duda, el odio, la amargura, el deseo de venganza mantenía la llama de la tortura anímica en esos pobres compañeros de jornada terrena.

¡Cuándo el dolor no se consigue estacionar con la actitud impar y decisiva del perdón, que se muestra como la única y definitiva solución para la inmensa mayoría de los males que arruinan las relaciones humanas entretejidas a lo largo de los siglos!

Traducido por Isabel Porras 

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                  MÉDIUMS Y ORÁCULOS

El Espiritismo no ha inventado la mediumnidad, ni siquiera la ha descubierto, pues hace miles de años que se conoce y se utiliza para contactar con el mundo espiritual. Lo que sí ha hecho es estudiarla como nadie antes y exponer sus grandezas y sus riesgos para que todos tomemos conciencia de la importancia de darle un buen uso. La existencia de oráculos desde tiempos inmemoriales en todas las civilizaciones y repartidos por toda la geografía de la historia antigua sustenta y demuestra un principio básico del Espiritismo: hablar con los espíritus de los muertos es una realidad. 
  La cuestión más importante es: ¿para qué se ha utilizado esa capacidad de comunicarse con el más allá? ¿Qué estamos haciendo con ese don? Delfos fue un gran centro religioso del mundo helénico que con sus predicciones influyó en grandes acontecimientos de su época. Cuando tras el ritual se preguntaba a la pitonisa se establecía una comunicación con el mundo espiritual a través de un médium, la misma pitonisa, que contestaba tras entrar en trance. Con el tiempo se agregó la figura del sacerdote que hacía la función de intermediario entre el consultante y la pitia, pero era un papel totalmente secundario. Las respuestas solían ser más consejos que verdaderas predicciones, y eran tan famosas por su ambigüedad como por sus aciertos, que no solo encumbraron a Delfos a la consideración del oráculo más fiable, sino que lo hicieron mantenerse en este lugar durante varios siglos. Es por este sentido ambiguo de las profecías que dijo Heráclito: “El oráculo no oculta ni revela la verdad, solo la insinúa”(siglo VI a.C.). Además del célebre “conócete a ti mismo” en Delfos estaban inscritas muchas más anotaciones a modo de consejos, en total se conocen 1 47. Con toda probabilidad los preceptos de Delfos constituyen un modelo educativo y un valioso legado de conocimiento que se transmitieron de generación en generación. Los preceptos délficos o máximas pitias eran frases sencillas atribuidas a los Siete Sabios de la antigüedad[1], máximas que se podían leer inscritas por todo el santuario. Estas son algunas de ellas: -Conócete a ti mismo- Nada en exceso Sométete a la justicia- Domina tu carácter No censures- Aléjate del mal- Hazte amante del saber- Obra de acuerdo con tu conciencia- Habla cuando sepas- Sé agradecido- Enriquécete de manera honrada- Siente compasión por los desgraciados. [2] Varios lemas filosóficos adornaban la ciudad: «nada en exceso», inculcando la mesura y el rechazo de los excesos, «conócete a ti mismo», en el frontón del templo de Apolo, máxima que enseñaba la importancia de la autonomía en la búsqueda de la verdad y la de la introspección, así como una extraña «Ε», también sobre el frontón del templo y sobre cuyo significado los griegos se interrogaron durante largo tiempo, y que podría ser una manera de anotar la palabra εï eĩ, «tú eres», sobreentendida como «tú también tienes una parte divina». Sea lo que sea, la presencia del oráculo ha hecho de Delfos un lugar por excelencia de revelación de uno mismo[3]. 
Con la llegada del cristianismo se caricaturizó el oráculo y nos han llegado falsas informaciones a través del imaginario colectivo de cómo se producía la consulta y la forma en que se respondía. De la fase más importante, el momento del trance, llamado por los griegos pneuma entousiastikon, podemos inferir su significado, “espíritu de inspiración divina”, y gracias al Espiritismo sabemos que era un proceso mediúmnico, un intercambio entre los hombres y los espíritus, que en aquellos tiempos estos últimos eran considerados daimon o genios tutelares de los hombres[4].
La mediumnidad es una maravillosa herramienta de adelanto moral, llave de esperanza y consuelo para los que estamos de forma transitoria en este mundo; sin embargo mayoritariamente hemos acudido a ella para fines exclusivamente egoístas y con objetivos materialistas, preferimos milagros instantáneos antes que trabajo y esfuerzo instructivo. El hombre pervierte todo lo sagrado debido a su estado de inferioridad moral. La historia del oráculo de Delfos es paradigmática de lo ocurrido con esa comunicación entre ambos mundos que ha tenido a su alcance la humanidad. En principio su uso prudente ayudó con sus consejos y enseñanzas pero, poco a poco, al convertirse en foco de riquezas por los donativos de los consultantes, su uso se corrompió y la función inicial que cumplía pasó a segundo plano, manipulando su esencia y pervirtiéndola. Es un resumen de lo que hemos hecho con la mediumnidad durante toda la historia. Por ese motivo dijo Jesús a los apóstoles: Dad de gracia lo que de gracia recibisteis[5]. Sabía muy bien, y así lo recomendaba, que no se debía comerciar con las cosas sagradas, en referencia a las mediumnidades de profecía, lenguas o de sanación que enseñó a los apóstoles[6]. 
Ahora gracias al Espiritismo sabemos que la mediumnidad, como herramienta educativa, es un canal de comunicación donde el emisor está en las zonas vibratorias invisibles a nuestros ojos y que debido a ese desconocimiento debemos ser cautos[7]. Porque la capacidad en sí es neutra, pero dependerá de nuestra actitud transformarla en herramienta de progreso adoptando sus enseñanzas o convertirla en oportunidad perdida; somos libres de usarla como nos plazca mas también somos responsables de los resultados obtenidos. Médiums han existido durante toda la historia de la humanidad realizando la función de re-ligar el mundo físico con el espiritual, de ahí la existencia de tantos oráculos repartidos por el mundo antiguo[8] y las constantes apariciones de profetas[9] recordándonos los deberes morales, revelando lo espiritual. El concepto de revelación expresa la idea de dar a conocer algo que estaba oculto o que no se sabía. Una revelación científica, por ejemplo, se produce cuando alguien de especial genio e inteligencia hace un descubrimiento notable y lo hace público; también las enseñanzas de un profesor a sus alumnos son revelaciones que hasta entonces desconocían, la diferencia es que el profesor no es un revelador de primer orden, ya que transmite algo que le fue enseñado a él. Así tenemos revelaciones de dos tipos, de primer orden cuando se originan, y de segundo orden cuando se transmiten. En el terreno de la moral también tenemos esa correlación, cuando leemos un tratado sobre conducta ética o moral estamos recibiendo una revelación de segundo orden; esto ocurre por ejemplo cuando leemos los evangelios de los apóstoles, pero se producen revelaciones de primer orden cuando recibimos las enseñanzas directamente del mundo espiritual a través de un médium o profeta, pues ese es su papel[1 0]. Moisés fue un gran médium de la antigüedad que transmitió la primera gran revelación al pueblo judío; Jesús es considerado médium de Dios por su elevada jerarquía espiritual aportando la segunda revelación dirigida a todos los habitantes del planeta, es la figura central que da sentido y completa la revelación mosaica, anunciando la tercera: la espiritista[11]. La aserción de Juan, Hijos míos mirad si los espíritus son de Dios, pone en claro que uno de los principales escollos de la mediumnidad es la autenticidad del mensaje, recayendo sobre nosotros la responsabilidad (un derecho y un deber) de decidir si aceptamos la validez de lo que nos dicen o no. El Espiritismo no ha venido a convertirnos en tomadores de doctrina, manteniéndonos en una fe pasiva, no, él ha venido para hacernos trabajar la razón y mejorar en base a nuestro esfuerzo, cuando rasgando el velo de lo paranormal nos ilumina sobre las leyes que gobiernan nuestros destinos a este lado de la vida y al otro. Ya no más misterios ni dogmas inextricables. 
La razón y el buen criterio unidos a un trabajo colosal de codificación permitieron a Allan Kardec trillar el trigo de la paja entre la gran cantidad de mensajes mediúmnicos recibidos de todo el mundo que catalogó y ordenó dando forma a la Doctrina Espírita, la tercera revelación cristiana. Gracias a él tenemos bases seguras sobre las que trabajar la mediumnidad, gracias a Kardec tenemos mensajes tan concisos y claros como el del Espíritu de Verdad[1 2]: Espiritistas. Amaos e instruíos. Ahí está todo, tan simple y a la vez tan complicado porque nuestro ego todavía prevalece en nosotros. También este mensaje deja en nuestras manos llevar a cabo la recomendación y la responsabilidad de decidirnos a amar y de esforzarnos por estudiar de forma seria y continuada toda la compilación de hechos y conocimientos presentados por la Doctrina que ponen de manifiesto la tutela espiritual de que todos disponemos, desde tiempos inmemoriales. Como alumnos de la espiritualidad, aprendices postulantes del gran camino, es un deber el aprovechamiento de las enseñanzas que obtenemos con las revelaciones. El Espiritismo es la última etapa, hasta ahora, del trabajo educativo acumulado en los siglos precedentes, es la base sobre la que surgirán las nuevas religiones del futuro, más razonadas, más consistentes y mejor cimentadas en nuestra conciencia, produciendo mejores frutos para esta humanidad tan necesitada de esperanzas y consuelos. 

Jesús Valle ( Centro Espçirita Manuel y Divaldo)

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                                   Freud y Kardec 



J Herculano Pires 

Muchos psicólogos y psiquiatras acusan al Espiritismo de invadir sus dominios científicos en los casos de perturbaciones mentales y psíquicas. 
Desconociendo la Doctrina Espírita y su historia, no saben que se ha dado exactamente lo contrario. Afirman que la Obsesión es una perturbación resultante de desequilibrios endógenos, o sea, de las propias estructuras psíquico-mentales del paciente en relación con los factores ambientales. 
Lo atribuyen casi todo a la constitución del paciente, a disfunciones orgánicas y particularmente cerebrales o afectivas. El inconsciente es por lo regular la sede de todos los trastornos psíquicos. Entienden que los espíritas confunden los fantasmas imaginarios creados por manifestaciones patológicas del paciente con fantasmas reales de las más antiguas supersticiones mágicas y religiosas de la Humanidad. Consideran que el Espiritismo representa un proceso de retorno al mundo de la superstición. 
Freud tenía solamente un año de edad cuando Kardec planteó el problema del inconsciente en términos científicos, en sus pesquisas acerca de los fenómenos espiritas, hoy llamados científicamente paranormales. Kardec profundizó más que Freud en la cuestión, llegando al problema de los arquetipos individuales y colectivos, que únicamente Adler y Jung llegarían a investigar más tarde. En el estudio del problema del animismo en las manifestaciones mediúmnicas y de las infiltraciones anímicas en manifestaciones reales, Kardec acentuó debidamente la importancia de las manifestaciones del inconsciente en el comportamiento individual y colectivo. 
Freud encaró la cuestión de los sueños en los límites de su doctrina. 
Kardec, durante nada menos de doce años, ya había llevado a cabo intensivas investigaciones de psicología experimental (pionero absoluto en ese campo) en la Sociedad Parisina de Estudios Espíritas. Hoy, las pesquisas parapsicológicas, llevadas a cabo en los mayores centros universitarios en todo el mundo, comprueban enteramente el acierto de Kardec. 
Damos estas informaciones históricas únicamente para que las víctimas de obsesiones y los familiares responsables por ellas no se dejen llevar por equivocaciones fatales en casos difíciles de obsesión. La Ciencia Espírita no se opone a las Ciencias Materiales en ningún campo, intentando únicamente ayudarlas con la necesaria complementación de sus pesquisas y conquistas propias. Es fácil verificar la veracidad de estas informaciones mediante una simple consulta a las obras de Kardec, incluyendo los relatos sobre obsesiones y desobsesiones en sus trabajos publicados en la colección de la Revista Espírita, hoy enteramente traducida y publicada en nuestro idioma. 

J. Herculano Pires 
Traducción de Teresa
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                                                LAS EMOCIONES

Qué es la emoción?.- La palabra emoción proviene de la unión de ex= hacia afuera, y motión= mover. La emoción es la resultante de procesos mentales y físicos que tanto pueden ser vehementes como exaltados. Las emociones van surgiendo en el ser humano por el sistema natural de la evolución de la psiquis. Como ya hemos visto, en los animales aparece de forma ostensiva un esbozo de las reacciones que caracterizan el despertar de los instintos de conservación (hambre y sed) y de reproducción, junto con reacciones que ponen de relieve la irritabilidad, el cariño, la alegría, los celos, el despertar de la inteligencia y algunos otros elementos psíquicos en desarrollo. Una vez alcanzada la fase humana esas funciones psíquicas entran en el grado de desenvolvimiento más pronunciado, por el apoyo recibido de la inteligencia, que ha avanzado, del mismo modo que la experiencia llegó a su nivel más alto robustecida por la aparición de otras funciones. Se pone de manifiesto una auténtica progresión geométrica en el campo del desenvolvimiento psíquico. Las capacidades se interrelacionan y abren paso a nuevas capacidades  al mismo tiempo que mejoran las ya existentes.
   La reacción de la mente ante los acontecimientos, sean agradables o desagradables, provoca estados mentales de vehemencia o excitación, a los que se denominan emociones. Existen cientos de emociones diferentes, resultado de combinaciones, variaciones, etc. Los celos, por ejemplo, son una combinación del temor (imaginario), de la tristeza de la ira. Cuando el individuo experimenta celos imagina situaciones que pueden serle desfavorables, y eso le da tristeza. Convencido de que su modo de pensar está avalado por la razón, aunque no sea así, la ira estalla como un trueno en su alma y le provoca sufrimiento.
     La vida turbulenta y agresiva de las grandes ciudades, las adaptaciones kármicas en el seno del hogar, o las exponencias tumultuosas del pretérito desequilibran emocionalmente a las personas. No obstante, la angustia derivada de estas situaciones puede ser elaborada con ayuda de profesionales de la psicoterapia.

Educación de los sentimientos
Jason de Camargo 

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