jueves, 9 de febrero de 2017

EL CONCEPTO ACTUAL DE LA MUERTE




¿ Por qué las manifestaciones de los espíritus 

causan temor.?


     Muchas veces esta clase de temores son debidos a los prejuicios creados por las ideas religiosas negativas, como lo es la idea del demonio y la creencia de que solo los “demonios” se pueden manifestar en este mundo.

     Por otra parte, el “más allá”, siempre ha sido una intuición aunque un gran misterio, y por naturaleza a lo que no se conoce se le teme. Como lo “normal”, es el establecimiento permanente de esa barrera dimensional que separa a los vivos de los muertos, el establecer contacto con el “más allá”, para algunas personas supone en cierto modo transgredir lo que la Naturaleza tiene normalizado para nuestro mundo.

     No obstante me pregunto: ¿ Quién se asustaría ante la presencia de un Ser querido como su madre, una novia, un hijo, etc, por el hecho de que se hayan ido de este mundo?. Si antes les amábamos y nos amaban, y nos alegrábamos con su presencia, y ellos con la nuestra, ¿Por qué después de irse de este mundo, habríamos de sentir horror ante su presencia o su manifestación visible o tangible? ;¿Por qué alguien amado nos podría infundir temor?; ¿ Por qué su muerte pudo haber cambiado nuestros sentimientos hacia él, o los suyos hacia nosotros?. Si antes nos amaban, ¿por qué el haber pasado la experiencia de la muerte les iba a hacer dejar de amarnos si siguen siendo los mismos que eran antes de su muerte ?.......

    Es normal que temamos la presencia de Seres negativos que puedan tener una inquietante apariencia que venga dada por su perversión moral. Estas negativas presencias, si las tuviésemos, nos podrían causar un miedo natural y lógico. Los Seres espirituales malignos u “oscurecidos”, se manifiestan en nuestro mundo con más frecuencia que los buenos, debido a que por su vibración perispiritual , adquieren una densidad que les sitúa muy cerca de nuestro entorno psíquico humano que los atrae naturalmente, mientras que los Espíritus más elevados están en otros niveles vibratorios superiores y más alejados del nuestro. Por eso mismo abundan más en nuestra esfera psíquica. De todos modos sabemos que son de temer mucho más estos espíritus negativos o malignos, cuando están en este mundo encarnados, personalizando un ser humano que nos podría agredir incluso físicamente y hacernos algún daño, más que cuando están en el plano espiritual, desprovistos de una materia física.

Si sabemos que hay Seres espirituales positivos y buenos que no podemos ver, aunque los sentimos a veces tan cerca de nosotros, ¿Por qué si les pudiéramos ver ante nuestra presencia , habríamos de temerles?; ¿ Y si se tratase de familiares o seres queridos nuestros?; ¿Qué nos podrían hacer, ni por qué nos iban a querer hacer nada malo?. No lo harían, del mismo modo que nosotros tampoco deseamos ni le haríamos nada malo a ellos.

Como bien decía mi madre: “No hay que temer a los muertos, sino a los vivos. El miedo es libre y gratuito; cada uno coge el que quiere”.

El Amor no se acaba con la muerte; este une a las almas y las mantiene unidas para siempre aunque se encuentran en diferentes planos de la existencia. Por eso, no les temamos, sino que sigamos correspondiendo con nuestro amor a su amor hacia nosotros.

- Jose Luis Martín -

                                             
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    INCONVENIENTES Y PELIGROS 


          DE LA MEDIUMNIDAD 



Influencia del ejercicio de la mediumnidad sobre la salud. – Ídem sobre el cerebro. – Ídem sobre los niños 


221. 1. ¿La facultad mediúmnica es indicio de un estado patológico cualquiera o simplemente anómalo? 
Anómalo algunas veces, pero no patológico; hay médiums de una salud robusta; los que están enfermos lo están por otras causas. 

2. ¿El ejercicio de la facultad mediúmnica puede ocasionar fatiga? 
El ejercicio demasiado prolongado de cualquiera facultad causa fatiga; la mediumnidad está en el mismo caso principalmente la que se aplica a los efectos físicos; ocasiona  necesariamente un gasto de fluido que produce la fatiga y se repara con el descanso. 

3. ¿El ejercicio de la mediumnidad puede tener inconvenientes para sí mismo desde el punto de vista higiénico, abstracción hecha del abuso? 
Hay casos en que es prudente y aun necesario el abstenerse de ese ejercicio, o al menos moderarlo; eso depende del estado físico y moral del médium. Por otra parte el médium lo conoce generalmente: cuando se fatiga debe abstenerse. 

4. ¿Hay personas para las cuales este ejercicio tiene más inconvenientes que para otras? 
He dicho que esto depende del estado físico y moral del médium. Hay personas que deben evitar toda causa de sobreexcitación, y esta es una de ella. (Números 188 y 194). 

5. ¿La mediumnidad podría producir la locura? 
Menos que cualquiera otra cosa, cuando no hay predisposición por la debilidad del cerebro. La mediumnidad no producirá la locura cuando el principio no existe; pero si el principio existe, lo que es fácil reconocer en el estado moral, el buen sentido dice que es menester usar de miramientos bajo todos los aspectos, porque toda causa de conmoción puede ser 
dañosa. 

6. ¿Hay inconveniente en desarrollar la mediumnidad en los niños? 
Ciertamente, y sostengo que es muy peligroso; porque estas organizaciones tiernas y delicadas se conmoverían demasiado y su joven imaginación se sobreexcitaría; por lo mismo los padres discretos les alejarán de estas ideas o al menos solo les hablarán desde el punto de vista de las consecuencias morales. 

7. Sin embargo, hay niños que son médiums naturalmente, ya sea para los efectos físicos, ya para la escritura y las visiones, 
¿tiene esto el mismo inconveniente? 
No; cuando la facultad es espontánea en un niño, es que está en su naturaleza y que su constitución se presta a ella; eso no es lo mismo que cuando es provocado y sobreexcitado. 
Observad que el niño que tiene visiones, se impresiona generalmente poco por ellas; le parece una cosa muy natural, en la cual solo se fija débilmente, y a menudo olvida; más tarde el hecho se le presenta en la memoria y se lo explica fácilmente si conoce el Espiritismo. 

8. ¿Cuál es la edad en la cual se puede, sin inconveniente, ocuparse de la mediumnidad? 
No hay edad precisa; eso depende enteramente del desarrollo físico y aún más del moral; hay niños de doce años que se afectarán menos que ciertas personas adultas. Hablo de la 
mediumnidad en general, pero la que se aplica a los efectos físicos fatiga más corporalmente; la escritura tiene otro inconveniente que se refiere a la inexperiencia del niño, en el caso que quisiera ocuparse a solas y hacer de ello un juego. 

 La práctica del Espiritismo, como lo veremos más adelante, pide mucho tacto para librarse de las astucias de los Espíritus mentirosos; si los hombres son sus juguetes, la infancia y la juventud están aún más expuestos por razón de su inexperiencia. Se sabe, además, que el recogimiento es una condición sin la cual no se pueden tener relaciones con los Espíritus formales; las evocaciones hechas con aturdimiento y a manera de diversión, son una verdadera profanación que abre fácil acceso a los Espíritus burlones o malévolos; como no se puede esperar de un niño la gravedad necesaria para un acto semejante, sería de temer que hiciese de ella un juego si quedase entregado a sí mismo. Aun en las condiciones más favorables, es de desear que un niño dotado de la facultad mediúmnica no la ejerza sino a la vista de personas experimentadas que le enseñarán con su ejemplo el respecto que se debe a las almas de aquellos que han vivido. Se ve, según eso, que la cuestión de la edad está subordinada a las circunstancias del temperamento, como del  carácter. Sin embargo, lo que resalta claramente de las respuestas anteriores, es que no se debe excitar el desenvolvimiento de esta facultad en los niños cuando no es espontánea, y que en todos los casos es preciso usar de esta con gran circunspección; que no se debe tampoco excitarla ni alentarla entre las personas débiles. Es necesario desviar de esto, por todos los medios posibles, a los que hubiesen dado los menores síntomas de excentricidad en las ideas o debilidad de las facultades mentales, porque hay en ellas  predisposición evidente a la locura que cualquiera causa sobreexcitante puede desenvolver. Las ideas espiritistas no tienen bajo este aspecto una influencia mayor, pero viniendo a declararse la locura, tomaría el carácter de la preocupación dominante, como  tomaría un carácter religioso si la persona se daba con exceso a  las prácticas de devoción y se haría de esto responsable al Espiritismo. Lo que mejor puede hacerse con cualquier individuo que muestre una tendencia a la idea fija, es el dirigir sus preocupaciones por otra parte, a fin de procurar el descanso a los órganos debilitados. 


Llamamos acerca de lo mismo la atención de nuestros lectores sobre el párrafo XII de la Introducción de El libro de los Espíritus.

El Libro de los Médiums- Cáp 18


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" NO SIEMPRE TENDRÁS LO QUE DESEAS, PERO EN CUANTO ESTUVIERES AYUDANDO A LOS DEMÁS,  ENCONTRARÁS LOS RECURSOS QUE PRECISAS "

                                                .- Francisco Cándido Xavier - 

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          EL CRISTIANISMO PRIMITIVO


¡Cuan distinta era la religión de Cristo en los primeros siglos de la iglesia de la
que luego formaron los hombres a su capricho y voluntad y según los intereses particulares
de cada uno! La primera, fue la síntesis del amor de la humanidad, el conjunto de todas las
virtudes refundidas en el amor divino, de la resignación de la mansedumbre evangélica y de
la caridad más ardiente.

Y la segunda...¡Oh! La segunda, ¡Cuan amargos han sido sus frutos!
En la apología o defensa de los cristianos contra las acusaciones de los gentiles que escribió Tertuliano, ¡Qué ideas tan distintas se encuentran de las que luego han prevalecido! 
¡El agua pura se convirtió en fango! Veamos lo que dice en algunos párrafos:
El cristianismo es un extranjero en la Tierra, y no es extraño que encuentre enemigos en un país que no es el suyo.
¡Cuan profundo es este pensamiento! ¡Qué bien pinta la inferioridad de la raza humana que siempre se ha mostrado hostil a todo lo grande y a todo lo sublime!
Los libros de Moisés, en los cuales Dios ha encerrado como en un tesoro toda la religión de los Judíos, y por consecuencia toda la religión cristiana entera, se remonta a mucho más allá de nuestros más antiguos anales, de nuestros monumentos públicos, de la fundación de nuestro estado y de la de un gran número de ciudades antiguas, de todo lo que conocéis sobre historia y tradición de la invención de la escritura, guardiana de la ciencia y de todas las cosas celestes.
Osaría decir más todavía: se remontan más allá de vuestros templos, de vuestros oráculos y de vuestros sacrificios. El autor de estos libros vivía mil años antes del sitio de Troya y más de setecientos antes de Homero. El tiempo es el aliado de la verdad y los sabios no creen más que lo que es cierto y lo que ha recibido la consagración de los siglos.


La principal autoridad de estas escrituras es su antigüedad venerable.
Estos libros sagrados nos enseñan que no hay más que un Dios que ha hecho el Mundo de la nada, y que es un Dios oculto. Sin embargo, se muestra sin cesar en sus obras. Él solo se conoce: la inmensidad le esconde y le muestra a nuestros ojos.


Recompensa y castiga a los hombres según su méritos...
En otro lugar refiriéndose al engrandecimiento que había alcanzado el Cristianismo, dice:


Nosotros acabamos de nacer, y sin embargo, llenamos ya la tierra hasta los últimos rincones de vuestra dominación; las ciudades, las fortalezas, las islas, las provincias, las asambleas del pueblo, los barrios de Roma, el palacio, el Senado, los empleos públicos,y sobre todo el ejército. No os hemos dejado más que vuestros templos. ¡Qué guerras no podríamos emprender! ¡Con qué prontitud podríamos armarnos, si nuestra religión no nos detuviera, si no nos enseñase que es preferible ser matado a matar!


¡Ay ! Si Tertuliano alguna vez ha dirigido o dirige en la actualidad sus miradas a la Tierra, si aun recuerda las frases de su gran libro, en el cual asegura que es preferible matar a ser matado, exclamará sin duda: ¡Pobre humanidad! Los cristianos te dimos el agua de la salud y de la vida, y has dejado corromper ese agua purísima, y hoy el mal llamado cristianismo es un agiotaje y nada más. Éste por supuesto ya viene de muy antiguo, procede se puede decir del primer emperador cristiano, Constantino, que dejó fusionarse el cristianismo con el paganismo; y la herencia de Jesús, que consistió en una religión cuyos asociados se organizaron a la muerte del Maestro y se asociaron con la base del comunismo, poniendo cada uno en la comunidad sus bienes y ganancias. Las viudas y los huérfanos eran sostenidos, los pobres y los enfermos socorridos, y durante muchos años se mostró el cristianismo bajo tres aspectos: el respeto a Dios, la pureza de la vida y la caridad hacia el prójimo. En su días de debilidad, sólo por la persuasión hizo prosélitos; pero a medida que crecía en número y en fuerza, comenzó a manifestar tendencias políticas. Y estas tendencias aprovechadas por Constantino, dieron más tarde distinto rumbo a la Divina enseñanza del Crucificado.


Se especuló, se calculó, y el llamado cristianismo restauró el antiguo paganismo; véase lo que sobre esta fusión dice el Obispo Newton:


¿El culto a los ángeles y a los santos, no es en tres conceptos el mismo que el antiguo culto a los demonios? Y en él nada ha cambiado más que el nombre, los cristianos han deificado a los hombres, absolutamente lo mismo que los paganos.


  Los institutores del nuevo culto sabían que era el mismo que el antiguo y no
solamente en el fondo, sino que las ceremonias eran idénticas. El incienso y los perfumes
que queman en los altares, el agua santa, es decir, el agua y la sal con las que uno se rocía al entrar y salir de las iglesias; los cirios y las lámparas encendidas en pleno día ante las
estatuas de estas divinidades; los ex-votos colgados en los templos en señal de rescate o
curación milagrosa, la canonización o deificación de los muertos virtuosos, los patronazgos
particulares asignados a los santos como a los antiguos héroes, el culto tributado a los
muertos en sus tumbas y en sus urnas, las genuflexiones delante de las imágenes, la
potencia milagrosa atribuida a los ídolos, la erección de pequeños oratorios, altares y
estatuas en las calles, en las vías públicas y en las cimas de las montañas: el sacar en
procesión imágenes y reliquias con cirios, música y cantos, las flagelaciones en cierta época
del año a modo de penitencia, la tonsura de los presbíteros en la coronilla; el celibato y los
votos de castidad impuestos a los religiosos de ambos sexos; todas estas cosas y muchas
más, pertenecen lo mismo a la superstición pagana que a la superstición papista.


   Más aún; los mismos templos y las mismas imágenes en otro tiempo consagrados
a Júpiter y a los dioses, lo están hoy a la Virgen María y a los santos; los mismos ritos, las
mismas inscripciones sirven para los unos y para los otros; los mismos prodigios, los
mismos milagros les son atribuidos. Finalmente el paganismo completo se ha convertido
en el papismo. Éste, está construido sobre el mismo plan que el primero, de manera que
no hay solamente conformidad sino identidad entre el culto antiguo pagano y el moderno
cristianismo de Roma.


    El cristianismo primitivo ya no existe, quedan las obras de sus apóstoles, quedan
los recuerdos de su ayer, pero como todo reaparece, su sublime enseñanza hoy vuelve a
renacer aunque algún tanto desvirtuada, pero mucho más pura que todas las religiones
positivistas, y sus tendencias, más en armonía con el adelanto de nuestra época son más
científicas, y de consiguiente más generales sus conocimientos, y su esfera de acción más
dilatada que era la del cristianismo primitivo.


    Las profecías de Johel se han cumplido; en el libro sagrado dice: Tierra, no
temas; alégrate y gózate porque Jehová ha de hacer grandes cosas. Y será que después de
esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas:
vuestros viejos soñarán verdaderos sueños, y vuestros mancebos verán visiones. Y aún
también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y haré
prodigios en el cielo, y en la tierra sangre, fuego y columnas de humo.


   El Sol se tornará en tinieblas, y la luna en sangre antes que venga el día grande y
espantoso de Jehová.


   Esta época ha llegado; los ancianos tienen sueños y los mancebos ven visiones; y los niños que apenas saben escribir su nombre, se sienten impulsados y escriben largas
comunicaciones; y la revelación, encerrada ayer en el misterio de los santuarios, hoy se
obtiene en todos los parajes de la Tierra.


   En las chozas, en los palacios, en los templos, en las cárceles y en los bosques, en
todas partes hay hombres que sirven de médiums a los espíritus que nos rodean y que
velan por nosotros: y el cristianismo primitivo reaparece enlazado a la ciencia; ésta, como
dice Draper, jamás ha tenido el pensamiento de hacer del poder civil su aliado.


   No ha pretendido sembrar el odio entre los hombres, ni destruir la sociedad, no
ha hecho sufrir a nadie tormento moral ni físico, y mucho menos la muerte, por la defensa
de sus ideas. Está limpia de crueldades y de crímenes.


   El Espiritismo como la ciencia, no pretende aliarse a ningún poder del mundo él
solo quiere imperar en las conciencias de los hombres para que éstos se hagan más buenos, más sabios, más humildes y más previsores; que piensen en el eterno día de mañana, que no atesoren riquezas, pero que atesoren virtudes.


   El Espiritismo científico es el cristianismo primitivo, pretende desarrollar el amor
universal entre los hombres como la doctrina que Cristo proclamó y practicó en su
advenimiento, teniendo de la moderna época su aspiración científica, su afán de progreso;
queriendo fundar sobre las sólidas bases de la caridad y la ciencia, LA RELIGIÓN DEL
PORVENIR .

AMALIA DOMINGO SOLER- 
La Luz del Porvenir

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  EL CONCEPTO ACTUAL DE LA MUERTE
La Educación para la Muerte no es ninguna forma de preparación religiosa para conquistar el Cielo. Es un proceso educacional que tiende a ajustar a los educandos para la realidad de la Vida, que no consiste solamente  en el vivir, sino también en el existir y en el trascender. La vida y la muerte constituyen los límites de la existencia. Entre el primer grito del niño al nacer y el último suspiro del viejo al morir, tendremos la consciencia del ser y de su destino.

 Pero  la criatura humana es un ser definido, que se refleja en el mundo en su consciencia y se ajusta a él, no para permanecer en él, sino para conquistarlo y sacar de él el jugo de las experiencias posibles y transcenderlo, o sea, pasar más allá de él. 
  Gracias a esto existen las civilizaciones, el desenvolvimiento histórico de la sociedad y el cúmulo de conocimientos en el proceso de las sucesiones de los períodos históricos. El hombre que vive sin tomar conocimiento de este proceso no ha vivido, pasó apenas por la vida, como dice el poeta: “Pasó por la vida y no vivió”. Una criatura así no ha entrado aún en la especie humana, no se ha integrado en ella. La integración se hace por la educación, y por esto la Educación para la Vida será la primera en serle dada. En esta educación el ser se amolda al mundo, comenzando por la educación familiar, en el hogar, y pasando después por la educación social en la escuela y por la educación profesional o experiencial, en la cual se hace ciudadano del mundo, apto para escoger su oficio o su que hacer y dedicarse a él. También por esto Simone de Beauvoir observó, con razón, que la Humanidad no es una especie, mas un devenir.

Es, podemos decir, el flujo de la consciencia en la búsqueda de su propia realización. El negativismo de Sartre lo llevó a afirmar que el hombre se frustra en la muerte, pues en ella acaba su aventura existencial. Mas Heideg-gar encaró el problema con más profundidad y concluyó: “El hombre se completa en la muerte”. Aquello que para Sartre parecía el fin definitivo, para Heideggar es la ruptura de la existencia para lanzarse en la trascendencia. Esto concuerda con las aspiraciones humanas en todos los tiempos y con la afirmación de Richet: “Mors janua vitae”, o sea, “La muerte es la puerta de la Vida”. Tendremos así definido aquello que constituye realmente el fin de la Educación, su objetivo único y preciso. Desde el momento de la fecundación en el vientre materno el ser humano avanza en la trascendencia natural del crecimiento, del cual todas las cosas y seres participan. Esta es la trascendencia horizontal de Jaspers, que la define especialmente en el plano social. Mas la trascendencia vertical, que no proviene simple-mente de las leyes de la vida, mas de las aspiraciones de realización consciencial, esta solo se puede realizar en el plano existencial, en que el desenvolvimiento de la consciencia lo lleva a buscar la Consciencia Suprema, que es Dios. En este plano el hombre supera la fragilidad de la existencia y se proyecta en la conquista de si mismo, en el control integral de sus pensamientos, sentimientos y acciones. De esta manera, la muerte libera al ser de las condiciones de la existencia y en él se completa la realidad del ser.
Herculano Pires.
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     EL GOCE DE LOS BIENES DE LA TIERRA

¿Tienen derecho todos los hombres a usar de los bienes  de la tierra’? (Pregunta 711 del libro de los Espíritus); la respuesta de los espíritus es:
Este derecho es consecuencia de la necesidad de vivir. Dios no puede haber impuesto un deber sin haber dado al hombre los medios de cumplirlos.
Para excitar al hombre al cumplimiento de su misión y para probarle con la tentación Dios ha dado atractivos a los goces de los bienes materiales.
Esta tentación tiene el objeto de desarrollar su razón que debe preservarle de los excesos. Si el hombre no hubiese sido excitado al uso de los bienes de la tierra más que con la mira de su utilidad, su indiferencia hubiera podido comprometer la armonía del universo.
Dios le ha dado el atractivo del placer que le solicita al cumplimiento de las miras de la Providencia. Pero por este mismo atractivo, Dios ha querido, además, probarle con la tentación que le arrastra al abuso, de que su razón ha de preservarle.
Los goces tienen límites fijados por la Naturaleza para indicarnos él límite de lo necesario, el hombre con sus excesos llega a la saciedad y ellos mismos se castigan.
El hombre que busca en los excesos de todas clases un refinamiento de los goces se hace inferior al bruto; porque este sabe limitarse a la satisfacción de la necesidad. Reniega de la razón que Dios le ha dado por guía, y mientras mayores son sus excesos, más impera en su naturaleza la animalidad que la espiritualidad. Dios ha dado a todos los seres vivientes el instinto de la conservación para concurrir a las miras de la Providencia y por esto Dios les ha dado la necesidad de vivir.
La vida, además, es necesaria para el perfeccionamiento de todos los seres, estos lo sienten instintivamente sin darse cuenta de ello.
Dios ha proporcionado siempre los medios para vivir, de hecho la tierra produce lo que es necesario a todos sus habitantes; solo lo necesario es  útil, lo superfluo no lo es nunca.
El hombre ingrato descuida la tierra, por eso esta no produce lo bastante, y con frecuencia acusamos a la Naturaleza de lo que es efecto de la imprevisión.
La tierra produciría siempre lo necesario, cuando el hombre supiese contentarse con ello.
Si no abastece a todas las necesidades, es porque el hombre emplea en lo superfluo lo que podría darse a lo necesario.
El árabe del desierto, siempre  encuentra con que vivir; porque no se crea necesidades ficticias; pero cuando la mitad de los productos se malbaratan en satisfacer caprichos no es extraño que al día siguiente no se encuentre nada, sin razón, se quejara cuando se encuentre desprovisto en tiempo de escasez.
La Naturaleza, por tanto, no es imprevisora. El suelo es el origen primero de donde emanan todos los otros recursos y bienes de la tierra que son todos aquellos de que el hombre puede gozar en este mundo.
A ciertos individuos les faltan los medios de subsistencia, a pesar de estar rodeados de abundancia, esto es debido al egoísmo de los hombres que no siempre hacen lo que deben.
Buscad y encontrareis; estas palabras no quieren decir que basta mirar al suelo para encontrar lo que se desea sino que hemos de buscar con ardor y perseverancia, sin desanimarse, no con malicie ante los obstáculos que con mucha frecuencia, son medios de poner a prueba nuestra constancia, paciencia y firmeza.
La infelicidad de muchos consiste en que van por un camino que no es el que les ha trazado la Naturaleza, y entonces es cuando les falta inteligencia para llegar al término. Todos tenemos un lugar, pero con la condición de que cada uno ocupe el suyo y no el de otros. La Naturaleza no puede ser responsable de los vicios, de la organización social, de la ambición y del amor propio.
La civilización multiplica día a día las necesidades, los orígenes del trabajo y los medios de vivir pero mucho le queda aún por hacer. Cuando el hombre haya redondeado su obra nadie podrá decir que carece de lo necesario a no ser por culpa suya.
El prudente conoce el límite de lo necesario por intuición y muchos por experiencias adquiridas a sus espesas. El hombre es insaciable. La Naturaleza ha trazado él límite de sus necesidades por medio de su propia organización; pero los vicios han alterado su constitución y le han creado necesidades que no son reales.
Todos los que amontonan bienes terrestres para conseguir los superfluos en perjuicio de los que carecen de lo necesario, desconocen la ley de Dios y un día habrán de responder de las privaciones que hayan hecho sufrir. Él límite de lo necesario y de lo superfluo nada tiene de absoluto.
La civilización ha creado necesidades de que carece el salvaje, y los espíritus que han dictado estos preceptos no pretenden que el hombre civilizado deba vivir como el salvaje. La civilización desarrolla el sentido moral, y al mismo tiempo el sentimiento de caridad que induce a los hombres a prestarse mutuo apoyo. Los que viven a expensas de las privaciones de los otros, explotando en provecho suyo los beneficios de la civilización, no tienen de está más que un barniz, como hay gentes que de la religión sola tienen el antifaz.
La ley de conservación obliga a atender a las necesidades del cuerpo, pues sin fuerza y salud es imposible trabajar. El bienestar es un deseo Natural en el hombre y Dios no prohíbe más que el abuso, éste es contrario a la conservación. No mira como un crimen el que se busque el bienestar si no es adquirida a expensas de otro, y si no ha contribuido a mermar las fuerzas morales y físicas.
La riqueza es una prueba muy resbaladiza, más peligrosa que la miseria por sus consecuencias, por las tentaciones que da y la fascinación que ejerce; es el supremo excitante del orgullo, del egoísmo y de la vida sensual; es el lazo más poderoso que une al hombre a la tierra y que desvía sus pensamientos del cielo, se ve muchas veces que el que pasa de la miseria a la fortuna olvida muy pronto su primera posición, a los que la compartían y a los que le han ayudado, y se vuelve insensible, egoísta y vano.
Si la riqueza es el origen de muchos males, de malas pasiones y de muchos crímenes no debe culparse a la cosa, sino al hombre que abusa de ella, como abusa de todos los dones de Dios; con el abuso hace pernicioso lo que podría serle más útil, lo cual es consecuencia del estado de inferioridad del mundo terrestre.
El hombre tiene por misión trabajar para la mejoría material del globo; debe desbravarlo, sanearlo, y disponerlo para que un día reciba toda la población que corresponde a su extensión; y para eso es preciso aumentar la producción; si la producción de una comarca es insuficiente, es necesario buscarla más lejos. Por esto mismo las relaciones de pueblo a pueblo se hacen necesarias y para hacerlas más fáciles  es necesario destruir los obstáculos materiales que los separan y hacer las comunicaciones más rápidas.
Siendo la riqueza el primer medio de ejecución, sin ella no habría grandes trabajos, no habría actividad, no habría estimulante, no habría pesquisas. Con razón, pues, está considerada como un elemento de progreso.
Los hombres no son igualmente ricos; porque no son igualmente inteligentes, activos y laboriosos para adquirir, ni sobrios y previsores para conservar. Está demostrado matemáticamente que la fortuna, igualmente repartida, daría a cada uno una parte mínima e insuficiente y que hecha esta repartición el equilibrio se rompería en poco tiempo por  la diversidad de caracteres y de aptitudes.
Teniendo cada uno apenas lo necesario para vivir el resultado sería: el agotamiento de todos los grandes trabajos que concurren al progreso y al bienestar de la Humanidad; suponiendo que se diese a cada uno lo necesario, no habría ya el aguijón que empuja a los grandes descubrimientos y a las empresas útiles.
Si Dios la concentra en ciertos puntos es para que desde allí se esparza en cantidad suficiente, según las necesidades.  Muchos se preguntan porque Dios la da a personas incapaces de hacerla fructificar para el bien de todos?. Esta es una prueba de la sabiduría y de la bondad de Dios. Con el libre albedrío el hombre en su experiencia aprende a diferenciar el bien del mal;  de la práctica del bien es resultado de sus esfuerzos y voluntad.
No debe ser conducido fatalmente ni al bien, ni al mal pues sin esto sólo sería un instrumento pasivo e irresponsable como los animales. La fortuna es un medio para proveerle moralmente, es un poderoso medio de acción para el progreso, no quiere que quede por mucho tiempo  improductivo, y por esto la cambia de puesto incesantemente.
Cada uno debe poseerla para ensayarse a servirse de ella y probar el uso que de la misma sabe hacer, como, hay la imposibilidad material de que todos la tengan a un mismo tiempo y como si todos la poseyesen, nadie trabajaría y el mejoramiento del globo  sufriría las consecuencias, cada uno la posee a su vez; el que hoy no la tiene, la tuvo ya o la tendrá en otra existencia, y el que la tiene ahora podrá no tenerla mañana.
Hay ricos y pobres, la pobreza es para la una la prueba de la paciencia y de la resignación y la riqueza es para los otros la prueba de la caridad y de la abnegación. El origen del mal está en el egoísmo y en el orgullo; los abusos de toda naturaleza cesaran por si mismos cuando los hombres se sometan a la ley de la caridad.
El hombre nada puede llevarse al otro mundo de lo que posee materialmente y si se lleva todo lo que es para el alma. Al llegar al otro mundo su colocación está subordinada a su haber, pero no se paga con oro.  No se le tomará cuenta del valor de sus bienes ni de sus títulos, sino de la suma de sus virtudes. No se puede servir a Dios y a Mamón, si pues se siente el alma dominada por la codicia de la carne, deberá darse prisa en sacudir el yugo que la abruma, porque Dios, justo y severo dirá ¡ ¿qué has hecho ecónomo infiel, de los bienes que te he confiado?
¿Cuál es, pues, el mejor empleo de la fortuna? La solución de este problema está en “Amaos los unos a los otros “el que animado ama a su prójimo tiene trazada una línea de conducta y su caridad no es fría y egoísta, no reparte a su alrededor lo superfluo de una existencia dorada, sino esa caridad llena de amor que busca a la desdicha y la levanta sin humillarla.
El rico ha de dar además de lo superfluo más aun, ha de dar un poco de lo que le es necesario. No rechacemos el llanto por temor de ser engañado hay que buscar el origen del mal, consolar primero informarse después y mirar si el trabajo, los consejos, el mismo afecto, serán  más  eficaces que la limosna. Difundamos a nuestro alrededor con la caridad, el amor a Dios, el amor al trabajo el amor al prójimo.
La vida es un instante, damos mucha importancia al bienestar de ese instante y descuidamos la estancia en la vida eterna, la verdadera vida la del Espíritu. Muchos se sacrifican día y noche para obtener bienes perecederos y se van vacíos de valores morales que les sirven en el más haya para su paz y confort espiritual, lejos de desligarse del mundo material, se adhieren aun muertos más a él, por el apego a esos bienes materiales que en la mayoría de los casos van a parar a manos extrañas que los destruyen, siendo en el más haya la tortura para sus dueños que quieren llevarse el fruto de un trabajo de sacrificio y abnegación, son muchos los que se esfuerzan en seguir guardándolos creyendo que aun les pertenecen y que pueden hacerlo. Más tarde cuando logran despertar de esa pesadilla, se lamentan de su equivocación, de su mal dirigida vida fascinados en la lucha por esos bienes y lamentan su tiempo perdido y las consecuencias de esa labor estéril, muchos llenos de débitos, se resienten hasta de crímenes por obtener o defender lo que según ellos les pertenecía. 
Su amor a los bienes terrestre es una de las mayores trabas para su adelantamiento moral y espiritual, por poseer esos bienes rompieron sus facultades afectivas, concentrándose solo en esos bienes materiales. Su satisfacción muy natural por obtener la fortuna y que Dios aprueba se convirtió en una pasión que absorbió todos los otros sentimientos y paralizó los impulsos del corazón la sórdida avaricia, la prodigalidad exagerada  son los agentes de esos infortunados que olvidaron las leyes de Dios, que anima a los hombres poderosos a dar sin ostentación para que los pobres reciban sin bajezas. 
El hombre nunca debe olvidar, y es que todo viene de Dios y todo vuelve a Dios. Nada le pertenece en la tierra, ni siquiera su pobre cuerpo, somos depositarios y no propietarios; Dios nos ha prestado y debemos devolvérselo, y lo que nos presta es con la condición de que al menos lo superfluo ha de ir a parar a los que no tienen lo necesario
El hombre que tiene apego a los bienes de la tierra es como el niño que solo ve el momento presente. El instinto de propiedad ha provocado grandes revoluciones, ensangrentado a los pueblos. Hay hombres inquietos por las posesiones materiales y es porque el hombre aun no ha aprendido a poseer, toda conquista humana el alma debería aprovecharla, como fuerza de elevación.
El hombre ganara su santidad, cuando comprenda que solo posee verdaderamente aquello que se encuentra dentro de él, en el contenido espiritual de su vida, todo lo que se relaciona con el exterior como puede ser; criaturas, paisajes y vienes transitorios, pertenecen a Dios que nos los concederá dé acuerdo con nuestros méritos.
El salvador nos dijo: Mi reino no es de este mundo. El Señor no ordena que uno se despoje de lo que posee, para  reducirnos a la mendicidad voluntaria, porque vendríamos a ser una carga para la sociedad, esto sería descargarnos de la responsabilidad que la fortuna hace pesar sobre el que la posee.
El rico tiene, pues, una misión que puede hacer agradable y provechosa para él; desechar la fortuna cuando Dios se la da, es renunciar al beneficio del bien que puede hacerse administrándola  con prudencia. Saber emplear útilmente cuando se tiene, saberla sacrificar cuando sea necesario, es obrar según las miras del Señor.
Los espíritus nos dicen: “Sabeos  contentar con poco “Si sois pobres, no envidiéis a los ricos porque la fortuna no es necesaria para la felicidad, si sois ricos no olvidéis que estos bienes se os han confiado y que deberéis justificar su empleo como en una cuenta de tutela. No seáis depositarios infieles haciéndolos servir para la satisfacción de vuestro orgullo y de vuestra sensualidad, no os creáis con el derecho de disponer únicamente para vosotros, de lo que solo es un préstamo, y no un donativo.
Si no sabéis devolver, no tenéis el derecho de pedir, y acordaos que el que da a los pobres paga la deuda que ha contraído con Dios. Jesús prometió a los humildes y a los pequeños la entrada en el reino celestial, la riqueza y el poder engendran con demasiada frecuencia la soberbia, en cambio una vida laboriosa y oscura es el elemento más seguro para el progreso moral.
En la tarea diaria, las tentaciones los deseos y los apetitos malsanos asedian menos al trabajador, el se puede entregar a la meditación y desarrollar su conciencia. El hombre de mundo por el contrario, es absorbido por las ocupaciones frívolas, por la especulación  o por el placer.
La riqueza nos ata a la tierra con lazos tan numerosos y tan íntimos que rara vez consigue la muerte romperlos y librarnos de ellos. Del amor a los bienes materiales  nace la envidia el que la posee, puede despedirse de todo reposo, su vida se convierte en un perpetuo tormento. Los éxitos, la opulencia del prójimo despierta en él ardientes codicias y una fiebre de posesión que le consumen.
 El hombre debe ser dueño de su fortuna y no su esclavo, deberá mostrarse superior a ella siendo desinteresado y generoso. Cuando no sé está suficientemente armado para las seducciones de la riqueza, se deberá el Espíritu apartarse de esa prueba peligrosa y buscar una vida sencilla, lejos de los vértigos de la fortuna y de la grandeza, si ocupan un puesto elevado no deberá regocijarse por ello, porque su responsabilidad y sus deberes serán mucho más extensos.
Si es colocado  en la categoría inferior de la sociedad, que no se avergüence nunca de ello. El papel de los humildes es el más meritorio. El pobre debe ser sagrado para todos, pues pobre fue como Jesús quiso nacer y morir.
El trabajo, las privaciones y el sufrimiento desarrollan las fuerzas viriles, del alma, la prosperidad las aminora. La pobreza nos enseña a compadecernos de los males de los demás, haciéndonos conocerlos mejor, nos une a todos los que sufre; da valor a mil cosas hacia las cuales son indiferentes los dichosos.
Los que no han conocido sus lecciones ignoran siempre uno de los aspectos más conmovedores de la vida. No envidiemos a los ricos, cuyo esplendor aparente oculta tantas miserias morales. No olvidemos que bajo el silicio de la pobreza se esconden las virtudes más sublimes, la abnegación y el Espíritu de sacrificio. No olvidemos tampoco que con las labores y la sangre, con la inmolación continua de los humildes viven las sociedades, se defienden se renuevan.
El más grande en la tierra puede convertirse en uno de los últimos en el espacio y el mendigo puede vestirse un traje resplandeciente. Jesús vino no para que poseamos facilidades efímeras sino para que seamos poseídos por las riquezas imperecibles, no para que nos rodeemos de favores externos, y si, para concentrar en nosotros las adquisiciones definitivas.
No nos visito el Cristo, como el donador de beneficios vulgares. Vino a ligarnos la lámpara del corazón a la usina del Amor a Dios convirtiéndonos en luces inextinguibles. El dinero no significa un mal. El apóstol de los gentiles nos esclarece que el amor al dinero es la raíz de toda especie de males.
El hombre no puede ser condenado por sus expresiones financieras, más si, por el mal uso de semejantes recursos materiales, es por la obsesión de poseer que el orgullo y la ociosidad, dos fantasmas del infortunio humano se instalan en las almas, abrigándolas a los desvíos de la luz eterna.
El dinero que te viene a las manos, por los caminos rectos, que solo tu conciencia puede analizar a la claridad divina, es un amigo que busca tu orientación saludable y el consejo humanitario. Responderemos ante Dios, por las directrices que le diéramos y ¡hay de nosotros si materializamos esa fuerza benéfica en el sombrío edificio de la iniquidad!
Muchas son las madres que abandonan sus hogares dejándolos en manos desconocidas durante muchas horas del día, con el fin de experimentar la mina lucrativa, convirtiendo la marcha evolutiva en corriente inquietante. La verdad aguarda al hombre e interroga ¿qué trajisteis?
El infeliz responderá que reunió ventajas materiales que se esforzó por asegurar la posición tranquila de sí mismo y de los suyos.  Y examinando el equipaje, se verifica, casi siempre qué las victorias son derrotas fragosas. No son valores del alma, ni tienen el sello de los bienes eternos.
El viajero mira hacia atrás y siente frío. La conciencia inquieta se llena de nubes y la voz del evangelio le suena a los oídos.
 ! Pobre de ti, porque tus lucros fueron pérdidas desastrosas ¡, ¿ y lo que tienes amontonado para quien será?
Trabajo realizado por Merchita                   
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