DIVALDO , KARDEC Y EL LANZAMIENTO DEL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
Invitamos al médium y orador espírita Divaldo Pereira Franco a que nos mostrara, en París,el lugar donde Allan Kardec hizo el lanzamiento de El libro de los Espíritus, el 18 de abril de 1857.
"Aquí estaba cerrado, y esta es la Galería de Orleans.
"Esta galería estaba formada por pequeños locales. La Librería Dentú ocupaba el espacio libre
"entre dos columnas. Tenía planta baja y un entrepiso, y en el frente estaban las vidrieras.
"entre dos columnas. Tenía planta baja y un entrepiso, y en el frente estaban las vidrieras.
"Posiblemente, El libro de los Espíritus estaba colocado en la vidriera, porque atrajo la atención "de Camille Flammarion, quien en cuanto llegó comenzó a leer el libro y quedó fascinado.
"Entonces le dijo al Sr. Dentú: Quisiera tener la felicidad de estrechar la mano de quien lo ha escrito.
"Y ese mismo día, 18 de abril, los dos gigantes: el gran astrónomo, Director del Observatorio de
"Juvisy, toma conocimiento del trabajo del insigne Maestro Allan Kardec y ambos se dan las manos.
"Establecen así una amistad que se va a prolongar por la eternidad.
"Podríamos decir que ratifican una amistad anterior, porque este soñador de las estrellas -que más "tarde va a psicografiar el singular mensaje Uranografía general, que figura en La Génesis-, realizó "una obra memorable referida a la probabilidad de los mundos habitados.
"En ocasión de que se diera sepultura a los despojos de Allan Kardec, el 02 de abril de 1869, él, "Camille Flammarion, pronuncia un memorable discurso en el cementerio de Montmartre, en el sector "final, donde se habían congregado casi 2.000 personas."
En 1854 oí hablar por primera vez de las mesas giratorias. Un día encontré al Sr. Fortier, magnetizador, a quien conocía desde mucho tiempo atrás, y me dijo que no sólo se puede magnetizar a las personas sino también a las mesas, y se consigue que giren y anden según se desee.
Este fenómeno no me pareció esencialmente imposible. El fluido magnético, que es una especie de electricidad, puede muy bien obrar sobre los cuerpos inertes y hacer que se muevan.
Cierto tiempo después me encontré nuevamente con el Sr. Fortier, quien me habló sobre un fenómeno mucho más extraordinario: la mesa no sólo se movía, sino que también hablaba y cuando se le hacían preguntas, respondía mediante signos convenidos.
Estábamos ante un fenómeno que parecía imposible de explicar, aparentemente contrario a las leyes de la naturaleza, y al cual mi razonamiento rechazaba. Sólo sabía que las experiencias se realizaban en presencia de personas honorables y dignas de confianza.
Al año siguiente, el Sr. Carlotti, que era amigo mío hacía 25 años, me habló de esos mismos fenómenos con entusiasmo. Fue el primero que mencionó la intervención de los espíritus y me contó tantas cosas sorprendentes que, lejos de convencerme, aumentó mis dudas.
Poco después fui invitado a presenciar las experiencias que se realizaban en la casa de la Sra. Plainemaison, y acepté de inmediato. Fue allí cuando por primera vez presencié el fenómeno de las mesas que giraban, saltaban y corrían. Presencié también algunos ensayos muy imperfectos de escritura mediúmnica. Sin duda, se trataba de un fenómeno que forzosamente era consecuencia de una causa.
En esas reuniones comencé mis estudios serios de Espiritismo, no tanto por medio de revelaciones como mediante observaciones. Apliqué a esa nueva ciencia, como lo había hecho hasta entonces, el método experimental: nunca elaboré teorías preconcebidas; observaba cuidadosamente, comparaba y deducía las consecuencias. De los efectos trataba de remontarme hasta las causas, mediante la deducción y la sucesión lógica de los hechos. Uno de los primeros resultados que extraje de mis observaciones fue que los espíritus eran simplemente las almas de los hombres, y no poseíanni la absoluta sabiduría ni la erudición integral. El saber del que disponían se limitaba al grado de adelanto que habían alcanzado, y su opinión sólo tenía el valor de una opinión personal.
Esta constatación me preservó de creer en la infalibilidad de los espíritus y de formular teorías prematuras, basándome en lo que habían manifestado algunos de ellos.
El simple hecho de la comunicación con los Espíritus, prescindiendo de lo que dijesen, probaría la existencia del mundo invisible circundante. Esto por sí mismo era un punto esencial, un inmenso campo abierto para nuestras investigaciones. El segundo punto, no menos importante, era que esa comunicación permitía que se conociese el estado de ese mundo, sus costumbres, si así nos podemos expresar.Esta constatación me preservó de creer en la infalibilidad de los espíritus y de formular teorías prematuras, basándome en lo que habían manifestado algunos de ellos.
Al año siguiente, 1856, comencé a frecuentar también las reuniones espíritas que se realizaban en la casa del Sr. Roustan. Esas reuniones eran serias y se llevaban a cabo con orden. Las preguntas fútiles habían perdido todo su atractivo para la mayoría de las personas. En cuanto a mí, me dediqué a la solución de los problemas que me interesaban desde el punto de vista de la Filosofía, de la Psicología y de la naturaleza del mundo invisible. Llevaba a cada sesión una serie de preguntas preparadas y ordenadas en forma metódica. Poco a poco, las sesiones adquirieron características muy diferentes. Entre los participantes había matemáticos, estudiosos y científicos de las más diversas áreas del conocimiento humano. Todos planteaban preguntas con el propósito de profundizar los temas y las cuestiones. Más adelante, cuando comprendí que aquello constituía un todo e iba adquiriendo las dimensiones de una doctrina, tuve la idea de publicar las enseñanzas recibidas.
Una gran parte de mi trabajo ya estaba concluida, y tenía las dimensiones de un libro. No obstante, era mi intención someterlo al análisis de otros espíritus, con la ayuda de diferentes médiums.
Más de diez médiums participaron de esa labor. De la comparación y de la fusión de todas las respuestas coordinadas y clasificadas, y muchas veces corregidas en el silencio de la meditación, fue que elaboré la primera edición de El libro de los Espíritus.
(Texto elaborado sobre el tema Mi iniciación en el espiritismo, que figura en el libro Obras póstumas organizado por P. G. Leymarie, a partir de manuscritos guardados por Allan Kardec.)
Abrazos,
Lucas Milagre
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¿Cómo se clasificaron
las investigaciones científicas sobre la Reencarnación ?
Dentro
de los casos de “Memoria
Extracerebral”
estudiados por la Ciencia y que según parece, en su momento
se consideraron comprobados y evidentes, se hicieron tres
grandes grupos que supusieron otras tantas vías de estudio:
El
primero de ellos es el de las llamadas “Evidencias
directas”;
el segundo es el de las “Evidencias
indirectas”,
y el tercero el de las “Experimentales”.
Las
“Evidencias directas”
están constituidas por los casos de “recuerdos
espontáneos”
de vidas anteriores, que se dan sobre todo en niños pequeños, y
los casos de información de otras existencias obtenidos a través
de mediumnidades
o de clarividencias.
Las
“Evidencias Indirectas”,
son las constituidas por los casos de “marcas
de nacimiento”, que
son señales o cicatrices con las que nacen a este mundo, y que no
se sabe científicamente por qué se producen, pero sorprendentemente
existen muchos casos de recuerdos espontáneos que presentan también
marcas de nacimiento, y que al relatar como fue su muerte en una
vida anterior, se corresponden con las cicatrices de una herida
similar y en el mismo sitio a la de la causa de muerte relatada .
Esto se explica porque el periespíritu funciona como un organizador
o molde biológico, capaz de plasmar en el nuevo cuerpecito en
formación, las características de toda su estructura energética,
entre las que se incluyen las grabadas de modo traumático en su
anterior cuerpo físico. También son evidencias indirectas los
casos de “Dejá vu” . Este
es un término
francés que viene a significar “ya visto” y es un fenómeno
frecuente por el que algunas personas tienen la clara sensación de
haber visto o vivido anteriormente en un escenario que pisan por
primera vez en su vida actual, liberando recuerdos ocultos en las mas
profundas capas del subconsciente. A veces la presencia de personas u
objetos determinados, es el desencadenante que libera recuerdos
ocultos. Suele ser debido a que el subconsciente identifica un lugar
conocido por haber vivido alguna vez en él, o bien un lugar en el
que nunca vivió, pero que le recuerda a otro conocido donde sí
vivió. Ante este fenómeno del Dejá vú psicólogos y
parapsicólogos han dado muchas explicaciones, pero después de
analizar muchos casos e hipótesis, la de la reencarnación es la que
mas suele justificarlo.
Asimismo
pertenecen a las “pruebas indirectas,”
los
casos de “niños prodigio”, y el estudio de
ciertas “manías”,
“complejos” y “fóbias”
que
aparecen a veces sin causa
aparente.
Las
llamadas “ Evidencias
Experimentales”
son las formadas por casos obtenidos de regresiones
hipnóticas, terapia de vidas pasadas (TVP), y
alteración de estados de conciencia.
El
estudio experimental de la Ciencia en el campo de la Metapsíquica
y posteriormente, de la Parapsicología,
se viene desarrollando desde hace mas de 120 años.
La
Psicología
académica , como Ciencia contagiada en parte por el materialismo
científico, desde hace tiempo anda a vueltas con el tema de los
génes como la única explicación al hecho de que en el fondo de
nuestro subconsciente se hallen tantos impulsos que condicionan
nuestros estados psicológicos y orgánicos. Cabría preguntarse, el
por qué están allí, y como y cuando
comenzaron a existir. ¿Estos hechos pueden ser explicados por la
herencia o la transmisión genética?, ¿ qué son los génes,
materia o energía?, ¿o son materia que porta y transmite una
energía?; ¿por qué siempre nos chocamos con que la Ciencia estudia
al Ser humano como materia orgánica, pero se empeña en ignorar la
energía inteligente reflejada en el psiquismo humano que la
acompaña? .
Las
Evidencias Experimentales,
además de ser las obtenidas bajo hipnosis regresando hasta vidas
anteriores, también son las logradas bajo un estado alterado de
conciencia.
En todos los casos, los datos a tener en cuenta son los relativos a
la descripción de climas, costumbres, sucesos históricos de la
época, vestidos, nombres y fechas.
Sin embargo es de señalar que solamente un cinco por ciento de los
casos de reencarnación estudiados se pueden considerar totalmente
probados y evidentes. No obstante este porcentaje ya es suficiente
para demostrar lo mismo que si hubiesen resultado positivos en un
ciento por cien de los casos.
- Jose Luis Martin -
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“Si cierras la puerta a
todos los errores, también la verdad se quedará fuera”
-
Rabindranath Tagore -
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LA BELLEZA DE LA VIDA (EL CIELO)
Todos los espíritus son creados simples e ignorantes, pero con la actitud de adquirirlo todo y progresar, en virtud de su libre albedrío. Mediante el progreso, adquieren nuevos conocimientos y nuevas facultades, nuevas percepciones y por consiguiente, nuevos gozos desconocidos a los espíritus inferiores; ellos ven, sienten , oyen, y comprenden lo que los espíritus atrasados no pueden ni ver , ni sentir , ni comprender y ni oír.
La felicidad está en razón del progreso alcanzado; de tal forma que, de dos Espíritus, uno puede no ser tan feliz como el otro, únicamente porque no es tan avanzado intelectualmente y moralmente, sin que por ello tengan que estar cada uno, en un lugar distinto.
Aun estando ambos juntos, uno puede estar en tinieblas, mientras el otro resplandeciente. La felicidad de los Espíritus siendo inherente a las cualidades que poseen, la toman en todas las partes donde la encuentran, en la superficie de la Tierra, en medio de los encarnados o en el espacio.
El progreso del espíritu, es fruto de su propio trabajo. Ellos según la prisa que se den avanzan más o menos rápidamente. Y el progreso del hombre ha de ser moralmente y espiritualmente y en muy raros casos avanzan a la par. La felicidad suprema es atributo de los espíritus perfectos, puros.
La encarnación es necesaria para alcanzar el doble progreso, con la actividad que está obligado a desarrollar en el trabajo el espíritu progresa intelectualmente; y por la necesidad que los hombres tienen uno de los otros avanzan moralmente. La vida social es la piedra de las buenas y de las malas cualidades. El hombre de bien, con todas sus virtudes, o el ignorante con sus defectos tiene por móvil, por objetivo y por estimulo las relaciones del hombre con sus semejantes. El hombre que viviese solo, no habría vicios ni virtudes: si, por el aislamiento, se preserva del mal, anula el bien.
Una existencia corporal es un tiempo muy corto para que el hombre lo aprenda todo de todo, para que pueda adquirir todo el bien que le falta, y para que pueda despojarse de lo que hay de malo en el. Dios que es soberanamente justo y bueno, concede al espíritu del hombre tantas existencias como sean necesarias para alcanzar su perfección.
Cada existencia es, un paso adelante en el camino del progreso. La encarnación es inherente a la inferioridad de los Espíritus, los que traspasaron el limite y progresan en el mundo espiritual, o en mundos superiores que en nada se asemeja a la vida terrestre, no necesitan reencarnar, cuando lo hacen es voluntariamente, con el objetivo de ayudar a los encarnados y aceptan las vicisitudes y los sufrimientos por devoción.
Entre una y otra encarnación, en ese intervalo y por un tiempo más o menos largo, el espíritu entra en el mundo espiritual, donde es feliz o infeliz, según el bien o el mal que haya hecho.
El estado espiritual es el estado normal del espíritu, puesto que ese deberá ser su estado definitivo, el cuerpo espiritual no muere, y el estado corporal es transitorio y pasajero. Es en el espacio y en espíritu que se prepara para nuevas experiencias tomando resoluciones para practicarlas cuando esté de nuevo en la Tierra. También allí donde recoge los frutos de su progreso realizados gracias a la reencarnación.
El espíritu también progresa en la erraticidad; allí adquiere conocimientos especiales que no podría adquirir en la tierra; sus ideas se modifican. Tanto el estado espiritual, como el corporal son para el espíritu una fuente de dos progresos solidarios uno con el otro; por eso pasa alternativamente por esos dos modos de existencias.
La reencarnación puede ocurrir en la Tierra o en otros mundos. Unos son más avanzados que otros, recordemos que hay muchas moradas en la casa del Padre, la Tierra es uno de los menos avanzados, y solo pueden habitar esos mundos mejores espíritus que han llegado a un grado de adelanto superior, siendo más perfectos.
Ya vivir en esos mundos es una recompensa para el espíritu, pues la calidad de vida, es mejor, y están preservados de los males y de las vicisitudes que ocurren en la Tierra. El cuerpo del espíritu allí es más fluídico menos grosero, no están sujetos a las dolencias, ni a las enfermedades, ni a las mismas necesidades. En ellos no hay malos Espíritus están excluidos, los hombres viven en paz, ocupados en su evolución por el trabajo de su inteligencia. Allí reina la verdadera fraternidad, porque no hay egoísmo; verdadera igualdad, porque no hay orgullo; la verdadera libertad, porque no hay desorden que reprimir, ni ambiciosos procurando oprimir al débil. Esos mundos comparados con la Tierra son verdaderos paraísos.
A la medida que progresa el espíritu alcanza la felicidad, pero antes de alcanzar el punto culminante de la perfección, goza de una felicidad relativa a su progreso. Como los niños, siente la alegría de la primera edad, después las de la juventud y finalmente, las más solidad de la edad madura.
La felicidad de los Espíritus bienaventurados no consiste en la ociosidad contemplativa, que sería una fastidiosa inutilidad. La vida espiritual, al contrario, y en todos los grados, una constante actividad, pero una actividad exenta de fatigas. La suprema felicidad consiste en el goce de todos los esplendores de la creación, que nadie sabría describir, que la más fecunda imaginación no podría concebir; en el conocimiento y penetración de todas las cosas; en la ausencia de toda pena física y moral; en una satisfacción intima, una serenidad del alma que nada altera; en el amor puro que une a todos los seres, como resultado de la ausencia de toda ofensa por el contacto de los malos y por encima de todo, en la visión de Dios y en la comprensión de sus misterios revelados a los más dignos.
Los espíritus Puros son los Mesías o mensajeros de Dios para la transmisión y ejecución de sus voluntades; cumplen las grandes misiones presiden la formación de los mundos y a la armonía en general del Universo, responsabilidad gloriosa a la cual no se llega sino por la perfección. Los de orden más elevado son los únicos iniciados en los secretos de Dios, inspirándose de su pensamiento, del cual son los representantes directos.
Las tribulaciones de los Espíritus son proporcionales a su adelantamiento, a las luces que poseen, a sus capacidades, a su experiencia y al grado de confianza que inspiran al soberano Maestro. Allí nada de privilegios, nada de favores que no sea el precio del merito; todo es medido al peso de la estricta justicia.
Las misiones importantes son encomendadas solo a aquellos que Dios sabe que estad capacitados para cumplirlas. Bajo la mirada de Dios los mas dignos componen el consejo supremo, a los jefes superiores es atribuida la dirección de los torbellinos planetarios; a otros es conferida las de los mundos especiales; vienen enseguida en el orden de adelantamiento y subordinación jerárquica, las tribulaciones más restringidas de aquellos que están encargados en la marcha de los pueblos, en la protección de las familias y de los individuos, , en el impulso de cada rama del progreso, en las diversas operaciones de la Naturaleza, hasta en los más ínfimos detalles de la creación.
En todo ese vasto y armonioso conjunto, hay ocupaciones para todas las aptitudes, todas las buenas voluntades; ocupaciones aceptadas con alegría, solicitadas con ardor, porque son un medio de adelantamiento para los espíritus que aspiran a elevarse.
Cada encarnado tiene su misión es deberes que cumplir, para el bien con sus semejantes, desde el padre de familia a quien le incumbe el cuidado de hacer progresar a sus hijos, hasta el hombre de genio que lanza en la sociedad nuevos elementos de progreso. En esas misiones secundarias que normalmente se encuentran flaquezas, prevaricaciones, renuncias, pero no perjudican sino al individuo y no al conjunto.
Todas las inteligencias concurren a la obra general, en cualquier grado al que hayan llegado, y cada uno a la medida de sus fuerzas; unas en estado de encarnación otras en estado de Espíritu. Por todas partes hay actividad, desde la base hasta lo alto de la escala, todas instruyéndose, ayudándose entre si, prestándose un apoyo mutuo, extendiéndose la mano para alcanzar el grado supremo.
La felicidad radica en las propias cualidades del individuo y no al estado material del medio donde se encuentra. Los espíritus felices no tienen un lugar circunscrito en el Universo. En cualquier lugar que se encuentren, los Espíritus Puros pueden contemplar la majestad Divina porque Dios está en todas partes.
La felicidad no es personal, si se poseyese solo en si mismo, si no se la pudiese compartir con los demás, seria egoísta y triste, por eso, esta en la comunión de pensamientos que une a los seres simpáticos. Los espíritu felices, atraídos unos a otros por semejanza de ideas, de gustos, de sentimientos, forman amplios grupos o familias homogenicas, en el seno de las cuales cada individualidad irradia sus propias cualidades y se penetra de los efluvios serenos y benéficos que emanan del conjunto, cuyos miembros se dispersan para ocuparse de sus misiones, o se reúnen en un punto cualquiera del espacio para dar a conocer el resultado de sus trabajos, o se juntan alrededor de un espíritu, de un orden más elevado para recibir sus conejos y sus instrucciones.
Aunque los espíritus estén por todas partes, los mundos son sedes donde ellos se reúnen, con preferencia en razón de la analogía que existen entre ellos y aquellos que los habitan. Alrededor de los mundos avanzados fluyen los Espíritus superiores; alrededor de los mundos atrasados pululan los espíritus inferiores. La Tierra es uno de estos últimos. Cada globo, tiene, pues, de alguna forma, su propia población en espíritus encarnados y desencarnados, que se alimenta, en su mayor parte por la encarnación y desencarnación de los mismos espíritus. Esa población es más estable en los mundos inferiores, donde los espíritus son más apegados a la materia, y más fluctuante en los mundos superiores. De los mundos superiores, focos de luz y prosperidad, los espíritus pasan hacia mundos inferiores, para sembrar allí los gérmenes del progreso, y llevar el consuelo y la esperanza, erguir ánimos abatidos por las pruebas de la vida y a veces se encarnan allí para cumplir su misión con mayor eficacia.
Llegamos a la conclusión que el cielo está por todas partes, nada lo cerca ni le sirve de limites; los mundos felices son las últimas estaciones de nuestro largo viaje que nos llevan a el; las virtudes franquean el camino; los vicios nos cierran el acceso.
¿Verdad que el Espiritismo engrandece las ideas y ensancha el pensamiento? La razón y la revelación de los espíritus y su concordancia con el progreso y la ciencia abren una visión sensata sobre el cielo.
Dios no nos dijo al principio toda la verdad, porque no teníamos ojos para ver, ni oídos para escuchar, al igual que a los niños no se les enseña las cosas de los mayores porque no las entenderían, Dios al principio no podía hacerse comprender con toda la verdad, por nuestra ignorancia, a medida que hemos ido despertando ha ido descubriendo lo que por nuestro estado podemos comprender y si nos afanamos en progresar más y más mucho más todo nos será dado por añadidura.
Trabajo realizado por Merchita extraído del libro Cielo y el Infierno de Allan Kardec
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RELACCIONES CON LOS ESPÍRITUS
10. Los lugares frecuentados por los Espíritus ¿lo son siempre por los antiguos habitantes de estas moradas?
Algunas veces, pero no siempre, porque si el antiguo habitante es un Espíritu elevado, no se acordará ya de su habitación terrestre, como tampoco de su cuerpo. Los Espíritus que frecuentan ciertos lugares no tienen muchas veces otros motivo que el del capricho, a menos que no sean atraídos a ellos por su simpatía hacia ciertas personas.
– ¿Pueden fijarse en ellos con la mira de proteger a una persona o a su familia?
Seguramente, si son buenos Espíritus; pero en este caso nunca manifiestan su presencia por cosas desagradables.
12. ¿Es racional el temer los lugares frecuentadores por los Espíritus?
No; los Espíritus que visitan ciertos lugares y arman en ellos ruido; más bien procuran divertirse a costa de la credulidad y del miedo que hacer mal. Por lo demás figuraos que hay Espíritus en todas partes, y que donde estéis lo tenéis sin cesar a vuestro lado, aun en las casas más pacíficas. Frecuentan muchas veces ciertas habitaciones, porque encuentran en ellas ocasiones de manifestar su presencia.
13. ¿Hay algún medio de expulsarlo?
Sí, y lo más a menudo lo que se hace para esto, los atrae en lugar de alejarlos. El mejor medio de echar a los Espíritus malos es el atraer a los buenos. Atraed, pues, a los buenos Espíritus haciendo el mayor bien posible, y los malos se irán; porque el bien y el mal son incompatibles. Sed siempre buenos, y no tendréis más que buenos Espíritus a vuestro lado.
–¿Hay, sin embargo, personas muy buenas que son el blanco de los enredos de los Espíritus malos?
Si estas personas son realmente buenas, puede ser que esto sea una prueba par ejercitar su paciencia y excitarles a ser todavía mejores; pero creed bien que no son los más virtuosos los que más hablan de la virtud. El que posee cualidades reales las ignora muchas veces él mismo o no habla de ellas.
14. ¿Qué creeremos en cuanto a la eficacia del exorcismo para echar los Espíritus malos de los lugares que frecuentan?
¿Habéis visto muchas veces que este medio haya tenido resultados? Por el contrario, ¿no habéis visto redoblar la zambra y el ruido después de las ceremonias del exorcismo? Es que se divierten cuando se les toma por el diablo.
Los Espíritus que no vienen con mala intención pueden también manifestar su presencia por el ruido y aun haciéndose visibles, pero nunca hacen ruido que incomode. Estos son muchas veces Espíritus que sufren y que podéis aliviar rogando por ellos; otras veces son Espíritus benévolos que quieren probaros que están cerca de vosotros, o en fin Espíritus ligeros que juguetean. Como los que turban el reposo por el rugido, son casi siempre Espíritus que se divierten, lo que mejor puede hacerse es reírse; ellos se cansarán si ven que no consiguen asustar ni impacientar.
Resulta de las referidas explicaciones que hay Espíritus que se aficionan a ciertas localidades y dan a ellas la preferencia, pero que no tienen por esto necesidad de manifestar su presencia por efectos sensibles. Un lugar cualquier puede ser la morada forzada o predilecta de un Espíritu, aún malo, sin que se haya producido en él ninguna manifestación.
Los Espíritus que se aficionan a las localidades o a las cosas materiales, no son jamás Espíritus superiores, pero sin ser superiores pueden no ser malos y no tener ninguna mala intención; algunas veces son comensales más útiles que dañosos, porque si se interesan por las personas, pueden protegerlas.
Algunas veces, pero no siempre, porque si el antiguo habitante es un Espíritu elevado, no se acordará ya de su habitación terrestre, como tampoco de su cuerpo. Los Espíritus que frecuentan ciertos lugares no tienen muchas veces otros motivo que el del capricho, a menos que no sean atraídos a ellos por su simpatía hacia ciertas personas.
– ¿Pueden fijarse en ellos con la mira de proteger a una persona o a su familia?
Seguramente, si son buenos Espíritus; pero en este caso nunca manifiestan su presencia por cosas desagradables.
12. ¿Es racional el temer los lugares frecuentadores por los Espíritus?
No; los Espíritus que visitan ciertos lugares y arman en ellos ruido; más bien procuran divertirse a costa de la credulidad y del miedo que hacer mal. Por lo demás figuraos que hay Espíritus en todas partes, y que donde estéis lo tenéis sin cesar a vuestro lado, aun en las casas más pacíficas. Frecuentan muchas veces ciertas habitaciones, porque encuentran en ellas ocasiones de manifestar su presencia.
13. ¿Hay algún medio de expulsarlo?
Sí, y lo más a menudo lo que se hace para esto, los atrae en lugar de alejarlos. El mejor medio de echar a los Espíritus malos es el atraer a los buenos. Atraed, pues, a los buenos Espíritus haciendo el mayor bien posible, y los malos se irán; porque el bien y el mal son incompatibles. Sed siempre buenos, y no tendréis más que buenos Espíritus a vuestro lado.
–¿Hay, sin embargo, personas muy buenas que son el blanco de los enredos de los Espíritus malos?
Si estas personas son realmente buenas, puede ser que esto sea una prueba par ejercitar su paciencia y excitarles a ser todavía mejores; pero creed bien que no son los más virtuosos los que más hablan de la virtud. El que posee cualidades reales las ignora muchas veces él mismo o no habla de ellas.
14. ¿Qué creeremos en cuanto a la eficacia del exorcismo para echar los Espíritus malos de los lugares que frecuentan?
¿Habéis visto muchas veces que este medio haya tenido resultados? Por el contrario, ¿no habéis visto redoblar la zambra y el ruido después de las ceremonias del exorcismo? Es que se divierten cuando se les toma por el diablo.
Los Espíritus que no vienen con mala intención pueden también manifestar su presencia por el ruido y aun haciéndose visibles, pero nunca hacen ruido que incomode. Estos son muchas veces Espíritus que sufren y que podéis aliviar rogando por ellos; otras veces son Espíritus benévolos que quieren probaros que están cerca de vosotros, o en fin Espíritus ligeros que juguetean. Como los que turban el reposo por el rugido, son casi siempre Espíritus que se divierten, lo que mejor puede hacerse es reírse; ellos se cansarán si ven que no consiguen asustar ni impacientar.
Resulta de las referidas explicaciones que hay Espíritus que se aficionan a ciertas localidades y dan a ellas la preferencia, pero que no tienen por esto necesidad de manifestar su presencia por efectos sensibles. Un lugar cualquier puede ser la morada forzada o predilecta de un Espíritu, aún malo, sin que se haya producido en él ninguna manifestación.
Los Espíritus que se aficionan a las localidades o a las cosas materiales, no son jamás Espíritus superiores, pero sin ser superiores pueden no ser malos y no tener ninguna mala intención; algunas veces son comensales más útiles que dañosos, porque si se interesan por las personas, pueden protegerlas.
- El Libro de los Médiums -
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