martes, 25 de octubre de 2011

Aprendizaje



Todos los días hacemos aprendizajes preciosos. 
Tener noticias de lo que otros aprendieron, de sus experiencias es también una forma de aprendizaje.
Algunas respuestas   a una encuesta nacional, que encontramos en determinadas revistas, nos llevan a reflexiones muy interesantes.
Una de ellas decía:
Aprendí  a nunca despedirme de una persona antes de hacer las paces.
Un día, visitando a mis padres, discutí con mi madre justo  a la hora de coger el coche y volver a mi ciudad.
Enojado, no telefonee para decir que llegue bien, como siempre hacia.
Al día siguiente, mi cuñado llamo: ella  había fallecido. No tuve tiempo de disculparme.
Este es un enorme dolor, dolor de corazón, que siempre se pueden evitar, si supiéramos resolver nuestras desavenencias pronto, sin dejar que el tiempo pase y la amargura cree raíces.
¿Cuántos de nosotros daríamos todo por una despedida decente, por un pedido de disculpas como ese?
Siempre adore quedar sola, desde la infancia. No precisaba de nadie para nada.
Otra persona inquirida, decía:
Por eso, ni lloré en la despedida de la familia  y de los amigos cuando me fui a vivir al exterior.
Sin embargo, bastó un largo mes lejos de casa  para yo ver  que la certeza de estar rodeada por los que me aman  es lo que me tornaba tan independiente.
¡Sola de verdad, yo no era nada!
¿Cuántos de nosotros apenas damos valor a la presencia, cuando nos vemos obligados a vivir con la ausencia?
Nadie nació para estar solo. Somos seres sociales, y precisamos de los otros para crecer, para desenvolvernos.
Los momentos de soledad son necesarios, fundamentales. Una vida de  soledad es innecesaria, peligrosa.
Otro investigado, aún, afirmaba:
Lo más importante en la vida es la familia, nuestro verdadero puerto seguro.
El nuevo mundo, el de la regeneración de las almas, apunta con seguridad para la célula familiar.
Es en la familia donde todo se resuelve, donde todo renace, donde todo recomienza.
Nos guste o no la familia que tenemos, sepamos que es la familia que necesitamos.
No se hace necesario que vayamos lejos; para buscar el sentido de la vida. El está con nosotros, bajo el mismo techo, en la figura de la familia.
Dios no se equivoca. Nacemos donde precisamos nacer. Con quien precisamos estar.


De tiempo  en tiempo, precisamos preguntarnos: ¿Cuánto de importante aprendí?
Quedar mucho tiempo sin realizar aprendizaje alguno es preocupante, y ninguno de nosotros, sin excepción, puede prescindir de aprender.


Llevar una vida de aprendizaje es fundamental para ser feliz.


Venimos a la Tierra para salir mejores, mejores que nosotros mismos cuando entramos en la esfera de una nueva existencia.


Vida y aprendizaje precisan ser sinónimos en nuestros pensamientos y actos.
Quien colecciona aprendizajes  da a sí mismo y al mundo, lo mejor.


Redacción de Momento Espirita


LA SIEMBRA ES LIBRE, LA COCECHA ES OGLIGATORIA.
RAMATIS



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