INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-¿ La Verdad es algo relativo?
2.- En la labor mediúmnica
3.- La individualidad del Espíritu
4.- El origen del hombre (1ª Parte)
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Un cuestionamiento común al estudioso del Espiritismo, es en cuanto a la verdad y su posible relatividad. Oímos sobre el asunto y las opiniones son diversas, algunos creyendo que sí y otros opinando que no. Al final, ¿la verdad es relativa?.
La respuesta no es dificil, pero tampoco es tan simple cuando tiene que ser presentada. Cuando indaguemos en fuentes seguras que nos puedan aclarar este interesante asunto y aprovechemos el precioso recurso de la reflexión, encontraremos la comprensión más acertada para este tema.
La verdad ha sido motivo de discusión desde que el hombre se entendió como ser racional en busca de respuestas para comprender la vida y sus manifestaciones. Filósofos, pensadores, educadores, científicos, religiosos y humanistas, han procurado descubrir el real sentido del vocablo verdad en la senda intrincada del descubrimiento del conocimiento universal.
El filósofo Rene Descartes, en su clásico Discurso del Método1, llegó a elaborar una metodología para la busca del conocimiento verdadero. En ese documento, el conocido filósofo acuñó la célebre frase: "Pienso, luego existo".
La razón de la existencia humana es encontrar la verdad. Pero, por cautela, los amigos espirituales recomendaron en la principal obra espírita:
Importa conocer que cada cosa viene a su tiempo. La verdad es como la luz: el hombre precisa habituarse a ella, poco a poco; de lo contrario, queda deslumbrado 2. (...)
Al desarrollar con criterio el contenido acerca del carácter de la revelación espírita, Kardec expuso: "La característica esencial de cualquier revelación tiene que ser verdad. Revelar un secreto es hacer conocido un hecho; si es falso, ya no es un hecho y, en consecuencia, no existen revelación 3. (...)"
Más adelante, el Codificador prosigue profundizando en la cuestión:
Lo que de nuevo enseñan los hombres, ya sea en orden físico, ya sea en orden filosófico, son revelaciones. Si Dios suscita reveladores para las verdades científicas, puede, con más razón, suscitarlos para las verdades morales, que constituyen elementos esenciales del progreso. Tales son los filósofos cuyas ideas atraviesan los siglos 4.
Torres Pastorino, en su reconocida sabiduría como filósofo del Evangelio, ya en el Plano Espiritual, nos enseña que,
El conocimiento de la Verdad libera al ser human de las ilusiones y lo impulsa al crecimiento espiritual, multiplicándole las motivaciones en favor de la auto-iluminación, gracias a la cual se hace más fácil la ascensión a los planos celestiales 5.
El conocimiento de la verdad, entonces, es el destino de toda criatura que la ansía por el entendimiento sobre las principales cuestiones de la vida, que vienen preocupando al hombre durante el transcurso del proceso de su evolución antropomórfica: ¿ De dónde vengo?; o ¿Qué estoy haciendo en la Tierra?; y ¿Para donde iré después de partir de aquí?. Son preguntas que las religiones, las ciencias y las filosofías, al intentar resolverlas, todavía no alcanzaron el éxito. Y para las cuales el Espiritismo tiene las elucidaciones precisas y satisfactorias para el espíritu científico y racional que abunda en nuestra época.
Para acceder a estas informaciones, es imprescindible conocer los fundamentos básicos del Espiritismo, por la lectura y estudio de las obras que componen la Codificación Espírita. Luces de esclarecimiento y bálsamos de concuelo, son ofrecidos en esos preciosos libros y en otros complementarios, procedentes de la psicografía de Zilda Gama, Yvonne Pereira, Chico Xavier, Divaldo Franco, entre tantos otros colaboradores de Cristo en la evangelización de la Humanidad terrena.
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En respuesta al cuestionamiento formulado al inicio de este texto, aclaramos que la verdad es absoluta. Gradual es la revelación de la verdad que es relativa para nuestra capacidad de comprenderla.
Así, es natural que, al centrarnos en nuestra evolución moral e intelectual, presentaremos también mejores condiciones de entender y aceptar la verdad, integrándonos en definitiva, a los propósitos divinos que las palabras de Jesús traducen con propiedad: "Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres"6
Referencias:
1 DESCARTES, René. Discurso del método.
2 KARDEC, Allan. El libro de los Espíritus.
3 La Génesis: Los milagros y las predicciones según el Espiritismo. Cap. 1: Carácter de la revelación espírita, it. 3
5 FRANCO, Divaldo P. Impermanencia e inmortalidad. Por el Espíritu Carlos Torres Pastorino.
El terreno que se desprecia concede la victoria a la hierba dañina.
El suelo sin tratamiento es un perjuicio para la economía agrícola.
Cada médium revela, al aplicar sus fuerzas psíquicas, el estado de su propia evolución.
En razón de ello, la gran variedad de médiums es consecuencia de la amplia franja moral donde transitan los hombres.
Perfecciónense el carácter moral y los valores culturales del trabajador y obtendremos resultados superiores en el servicio mediúmnico.
La facultad mediadora, como cualquier otra,es en si misma neutra.
La dirección que se le da la torna digna o perniciosa.
Varía su intensidad de un individuo a otro,y tiene sus raíces en el Espíritu, donde se fijan las necesidades evolutivas del ser.
Innata, se desarrolla a través de juiciosos procesos de educación y disciplina, dirigidos hacia los valores morales mediante el ejercicio al que debe someterse.
La mediumnidad es inherente al hombre, tal como lo es el coeficiente intelectual, y aguarda su debido perfeccionamiento.
Si eres médium, deslígate de los impedimentos de cualquier naturaleza que te retienen al margen de la labor mediúmnica.
Si experimentas los síntomas que caracterizan esa bendita facultad,no des la espalda a la tarea que debes realizar.
Libérate de las imposiciones de la duda y sométete a un programa disciplinado de embellecimiento moral y educación mediúmnica.
Estudia la doctrina espiritista y estúdiate a ti mismo.
Ejercita la vivencia evangélica y orienta tus ideas y aspiraciones conforme a los principios cristianos.
Confía en el tiempo y no te desesperes por conseguir los efectos inmediatos.
Sintoniza con el bien, a fin de que los Espíritus nobles valoren tu esfuerzo.
Dedícate a la vida interior mediante el cultivo de la reflexión y la plegaria, para que cuando sea necesario puedas abstraerte de la turbulencia y la perturbación, sin jactancia y manteniendo el equilibrio psíquico.
Trabaja con la mediumnidad y por el bien de cuanto puedas, para convertirte en intermediario constante de la esperanza y la paz,del optimismo y la salud, en tu propio beneficio y en el de todos.
En el cultivo del campo mediúmnico encontrarás dificultades. No obstante, si logras vencer los problemas que se encuentran en ti mismo, podrás superar los otros, que te resultarán menos graves y de escaso significado.
EL ORIGEN DEL HOMBRE
( 1ª Parte)
CAMILO FLAMMARIÓN
El problema del origen
del hombre es indudablemente el más interesante, el más importante de cuantos
pueden cautivar nuestra atención. ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Adónde vamos?
Son éstas cuestiones planteadas desde que en la superficie de la tierra hay
hombres que piensan. No han faltado contestaciones, a decir verdad; pero en los
tiempos antiguos sólo las daban las religiones, o sea las doctrinas no
científicas, que ignoraban los términos mismos del problema y que eran
absolutamente incapaces de dar una respuesta seria.
Así, por ejemplo, la
Biblia proclama la serie de tonterías siguientes: Dios creó el hombre a
su imagen y los creó macho y hembra. Génesis I, 27. Y los bendijo,
diciéndoles: «Creced y multiplicaos.» Génesis I, 28. Dios dijo
después: «No es conveniente que el hombre esté solo; hagámosle una ayuda
semejante a él». Génesis II, 18. Entonces envió a Adán a un profundo
sueño, después le extrajo una de sus costillas y puso carne en su lugar.Génesis
II, 21. Y el Señor Dios formó la mujer, de la costilla que había sacado a
Adán. Génesis II, 22. Adán y su mujer estaban entonces completamente
desnudos. Génesis II, 25. Y así por el estilo.
He aquí un libro que se
nos presenta como sublime, como infalible, como verbo de Dios y que contiene
estas... tonterías (seamos prudentes) exorbitantes. En el primer capítulo
Jehová crea al hombre macho y hembra, en el segundo, volviendo sobre el mismo
punto habla de la soledad de Adán y de la creación de Eva, que la fabrica con
una costilla extraída del hombre sin dolor (el hombre debería tener, pues, una
costilla menos que la mujer); confirma que estos recién nacidos de veinte años
se hallan desnudos (lo creemos sin esfuerzo); habla a una serpiente, que
también tiene el don de la palabra; la obliga a andar arrastrándose por castigo
(¿Cómo andaba antes?); condena a Eva a parir con dolor (¿Podría parir toda
mujer sin él?); confirma por sí mismo que hay muchos dioses y teme que Adán no
lo sea inmediatamente; se pasea por el Paraíso; se toma la molestia de coser
vestidos de pieles para el uso de la primera mujer y de su esposo, etc.
Es preciso haber leído
estas cosas por los propios ojos para tener la seguridad de que han sido
escritas. Tomémoslas por lo que son, por dos alegorías orientales yuxtapuestas
y guardémonos de ver en estos antiguos relatos ninguna revelación divina.
Tratemos por el contrario, de plantear el problema científicamente.
El hombre creado por la
voluntad directa de Dios, en virtud de un milagro, o el hombre descendiendo de
los animales, que le han precedido en la evolución de la naturaleza. He aquí
los términos del problema; las dos únicas hipótesis posibles; no hay tres.
Estas son, en efecto, aun en la actualidad, dos hipótesis; ninguna
está probada. ¿Cuál de las dos es la más probable? Esto es lo que vamos a
examinar, que es todo cuanto podemos hacer. La primera implica el milagro del
origen sobrenatural del hombre; no solamente del hombre, sino de todos los
animales, de todas las plantas, de todos los minerales, Dios lo ha creado todo
por su árbitra voluntad, cómo y cuándo ha querido, lo mismo la pulga que el
elefante, el buitre que el caballo, la primera brizna de la hierba que la
sensitiva, así el diamante como el guijarro. Todos los seres vivientes han nacido
adultos a la voz de Dios, en condiciones a propósito para poderse nutrir
inmediatamente y reproducirse.
El primer caballo se ha
lanzado a través de los campos en busca de la primera yegua salida también de
un oasis fecundo; la primera vaca nació en el seno mismo del un abundante
pasto, preparado para recibirla; la primer curruca no salió del huevo para
morirse de hambre y de frío al cabo de unas horas, sino para volar ya
completamente cubierta de pluma; la primera pulga, parásita del hombre, y no de
todo otro animal, ha sido creada sobre un cuerpo humano, preparado para
nutrirla; el primer gusano serpenteante que ha aparecido sobre el queso de
Rocafort, ha sido creado expresamente para este comestible apreciado de los
finos gourmets; la primera ballena ha hendido las ondas en espera
de la llegada de Jonás.
No existen milagros
pequeños o milagros grandes y milagros fáciles y milagros difíciles. El
verdadero Dios no puede fabricar medios milagros y cuartos de milagro, como los
industriales de Lourdes, de la Salette y de otros sitios gracias a medias y
cuartos gracia, según la fortuna y el gusto de sus devotos. O la primera pareja
humana ha sido creada en todas sus piezaa en la edad adulta, en las mejores
condiciones vitales, al abrigo de la acción del aire, del hielo, del trueno, de
las inundaciones, de las bestias fieras y preservada milagrosamente durante
algún tiempo del hambre, del calor del día, del frío de la noche y de todo
cuanto podría atentar a la completa conservación de los dos cuerpos mallas llegados
al mundo perfeccionados y totalmente sensibles, o el primer hombre nació niño
del seno de una madre que tenía mucho de animal y que distaba mucho, por lo
tanto, de haber llegado al grado de la actual mujer. O todas las especies
animales han sido creadas separadamente, o han sido formadas naturalmente
derivándose unas de otras por un lento progreso, por una lenta diferenciación
de los individuos y de las variedades.
No cabe, en este punto,
confundir ni tergiversar. Se impone el radicalismo, lo mismo en un caso que en
otro. ¿Cuál es el medio de conocer la verdad? 1º Tener el
espíritu libre. 2º Observar lo que ocurre en la naturaleza.
Examinemos, pues, al hombre, con la más completa independencia de espíritu y
con la imparcialidad más absoluta. Empecemos por su vida embrionaria.
Al principio de su formación, en el seno de su madre, aún una simple célula. El
ovario humano es esencialmente parecido al de los otros mamíferos, en forma y
en estructura, sino que lo es aún en diámetro. Este glóbulo mide aproximadamente
1’15 de milímetro y es visible sin auxilio del microscopio. De pronto se
multiplica y se convierte en una frambuesa. Estas células son materiales de
construcción que servirán para edificar el cuerpo del joven animal. Cada uno de
nosotros hemos sido una de estas esferas simples, compuestas de pequeñas
células transparentes.
En el primer estadio es
absolutamente imposible distinguir el embrión del hombre del de otros
mamíferos, de los pájaros y de los reptiles. El hombre pasa sucesivamente, en
las primeras semanas de la vida embrionaria, por las principales especies
animales que aun hoy existen.
Determinadas fases
primordiales del desenvolvimiento humano, corresponden absolutamente a algunas
formaciones, que persisten durante toda la vida a los peces inferiores.
La organización pisciforme, de momento se convierte después en anfibio.
Sólo mucho más tarde aparecen los caracteres particulares a los mamíferos.
Existe perfecto paralelismo entre la evolución embrionaria del individuo y la
evolución paleontológica del grupo entero al cual pertenece. Recorriendo así
una serie de formas transitorias, cada animal; cada planta resume en cierto
punto, en una sucesión rápida y en sus contornos generales, la larga y lenta
serie evolutiva de las formas por las cuales han pasado sus antecesores, desde
las más remotas edades.
El embrión de un
niño en su cuarta semana, el de un perro y el de una tortuga de la misma edad o
el de un pollo de cuatro días, se parecen hasta confundirse. Así la misma
naturaleza contesta al problema con nuestra actual embriología. Hasta cuando
nos hallamos completamente formados conservamos órganos rudimentarios o
atrofiados que fisiológicamente son del todo inútiles y que no pueden ser más
que legados de nuestros antecesores.
Los pelos que cubren nuestro
cuerpo se hallan en este caso. Lo propio ocurre con los músculos de la oreja,
que no pueden servirnos para moverla, mientras que los monos y algunos salvajes
le imprimen movimiento aún. En el ángulo interno de nuestro ojo hay un
repliegue semilunar que es el último vestigio del tercer párpado interno que
existe entre los pájaros, los reptiles, los tiburones, etc. Durante los dos
primeros meses de vida embrionaria conservamos aún la cola de los monos. Debajo
de la piel y en distintas regiones del cuerpo conservamos músculos que no son
inútiles pero que existen entre los mamíferos.
Un examen anatómico
detallado del cuerpo humano pone de manifiesto la existencia de algunos otros
órganos rudimentarios, que sólo la teoría de la descendencia puede explicar.
Estos órganos son otras tantas pruebas que establecen la verdad acerca de la
teoría de la transformación natural. Si el hombre, o todo otro ser hubiesen
sido construidos desde el principio con un objeto determinado; si hubiese sido
llamado a la vida por un acto creador, entonces no tendrían ninguna razón de
ser estos órganos rudimentarios. Por el contrario, la teoría de la descendencia
explica su presencia con toda claridad.
( Prosigue en el siguiente )
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