INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Estudio sobre el pase espírita (3 de 3)
2.- Preguntas diversas sobre la mediumnidad ( 2 de 2)
3.-El cáncer, en una visión espírita
4.- La identidad de los Espíritus comunicadores
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ESTUDIO DEL PASE ESPÍRITA (3 de 3)
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2) Imposición de Manos
Es el acto del pasista colocando sus
manos sobre la cabeza de la persona asistida, generalmente se realiza con las
manos planas, los dedos ligeramente separados entre sí, sin contracción
muscular. Es en este movimiento y postura que los fluidos serán conducidos
y dispensados.
El fluido vital (por ser un elemento de naturaleza más material que espiritual)
circula como una verdadera fuerza nerviosa por todo nuestro sistema nervioso y
se escapa por las puntas de las manos, especialmente. Fuerza de naturaleza
electromagnética, modifica el campo vibratorio de la asiste, dándote nueva
energía.
DURANTE LA APLICACIÓN DEL PASE
Al aplicar el pase, el dador del pase debe
mantener la siguiente disposición y actitud:
1) Íntima confianza y deseo de ayudar, todo ello condicionado a la voluntad
de Dios. En otras palabras: FE, AMOR y HUMILDAD.
Para una disposición tan íntima, “el apoyo divino es seguro e inmediato”.
Serenidad, para poder registrar, a través de la intuición, la orientación
espiritual para el pase que estás solicitando.
Mentalización de recuperación de la persona asistida que está bajo la acción de
los mensajeros de lo Alto; porque recibir, transmitir y fijar energías son
funciones exclusivas de la mente Sustituir la curiosidad (que alguna enfermedad
física o espiritual pueda causar) por el amor fraterno, o no habrá éxito.
2) Externamente no importa la fórmula del
pase. Podrá obedecer a la
fórmula que ofrezca mayor confianza a quien la aplica que a quien la recibe
(Pregunta 99 de “El Consolador” de Emmanuel).
Pero el pase siempre debe darse en silencio, de forma sencilla y natural.
(ítem 54, Capítulo VI de las “Obras Póstumas” de Allan Kardec).
“Recordar que en la aplicación del pase no es
necesario realizar gesticulaciones violentas, jadeos o bostezos continuos, y que no es necesario tocar a la persona
asistida. La transmisión
de pases prescinde de cualquier atractivo espectacular”. (André Luiz,
Capítulo 28 de “Conducta Espírita”).
Por lo tanto, evite los gestos cabalísticos,
frotarse las manos, chasquear los dedos, hacer mímica, temblar, suspirar,
soplar, gemir. En cuanto al toque al asistido, normalmente el pase
espírita se hace sin tocar al enfermo. En el Centro Espírita, en
particular, se debe evitar tocar al asistido, pues, además de ser innecesario
el toque, en casi todos los casos atendemos:
– muchos desconocen el Espiritismo y los
asistidos o acompañantes ven el toque personal con extrañeza y sospecha;
– aún somos criaturas imperfectas y el contacto físico puede desviarnos de la
elevación del pensamiento necesaria para el pase. Por lo tanto, para
evitar mayores perjuicios y resguardar al trabajador del pase y al centro
espírita de cualquier daño o sospecha, se recomienda aplicar el pase sin tocar
el receptor.
Reflejos
En el desempeño de su tarea, el pasista puede, en ocasiones, experimentar
sensaciones relacionadas con el problema de la persona asistida.
Como está imbuido del deseo de ayudar al prójimo, es comprensible que esté en
sintonía con él, hasta el punto de experimentar en sí mismo reflejos de sus
sufrimientos. Toda tarea de servicio exige abnegación. Pero el
pasista tiene recursos para eliminar los reflejos y podrá abreviar tal acción,
teniendo la mente vuelta a la oración y perseverancia en el bien.
En pases sobre personas bajo la acción de espíritus desequilibrados, el dador
del pase puede registrar reflejos negativos desde el momento en que está
dispuesto a ayudar, y pueden persistir incluso después del pase. Es
comprensible que los espíritus envueltos en la trama obsesiva, conociendo su
disposición a colaborar, pretendan enfriar su ánimo, alejándolo del camino de
los enfermos. La fe y la perseverancia en el trabajo son la mejor medida
para superar estos obstáculos. Y no olvidemos que la protección espiritual
es constante.
Agotamiento
El pasista, como mero instrumento que, a través de la oración, recibe para
dar, no debe “temer nunca el agotamiento de las fuerzas magnéticas” (André
Luiz, Capítulo 28 de la “Conducta Espírita”).
Por tanto, mientras exista una necesidad imperiosa, el dador de pases puede
aplicar tantos pases como sean necesarios, confiado en la fuente inagotable de
la misericordia infinita de Dios.
Pero es posible que sienta cansancio físico o psíquico porque está aplicando
pases a muchas personas y durante mucho tiempo.
Corresponde al pasista, aun reconociendo que es un simple intermediario,
salvar sus reservas energéticas evitando excesos o mal uso innecesario, y
buscará los medios naturales que le ayuden en la más rápida recuperación
(oración, descanso, alimentación). De esta forma el esfuerzo de la espiritualidad ayudará a su favor.
FINALIZAR EL PASE
Resultados del pase
A pesar de la ayuda del buen ánimo, el resultado del pase dependerá de las
condiciones del que da el pase y del que lo recibe.
Habiendo recibido el pase, algunos enfermos se sienten curados, otros muestran
mejoría, otros permanecen insensibles al servicio asistencial. Clasificando el
resultado del pase, diremos que puede ser: Beneficioso, cuando:
- el pasista se encuentra en condiciones físicas y condiciones espirituales
para transmitirlo.
y el receptor es receptivo.
Los resultados de un actuar basado en la oración y en la sinceridad de los
propósitos siempre son beneficiosos.
Sin embargo, pueden parecer más o menos expresivos, porque se deben considerar
las necesidades evolutivas y probatorias de la persona asistida. A veces
la ayuda o el beneficio del pase se puede traducir en un mejor estado de ánimo, confianza y
resignación. Aunque sea bueno, el resultado del pase será temporal, no se fijará
definitivamente, si la persona no mantiene una conducta cristiana conveniente.
Será maléfico o perjudicial , cuando
:- el pasista no está preparado física y espiritualmente y emite fluidos
groseros/perturbadores hacia la persona asistida
- la persona asistida, también desprevenida, no sabe o no puede hacer frente a
la carga de fluidos que recibe del bailarín.
La persona asistida que active su propio potencial fluídico para repeler, neutralizar o modificar los malos fluidos que le fueron dirigidos merece la intervención de los buenos Espíritus a su favor y no sufrirá daño.
Será Nula, cuando la persona asistida, a pesar de recibir una buena ayuda por parte del pasista, permanece insensible (por incredulidad, ligereza, aversión a ser canalizada o atraída por quien le ofrece receptividad).
Actitud del pasista ante los buenos
resultados obtenidos en el pase:
Cualquiera que sea su modalidad, el pase, en última instancia, proviene de
Dios, siendo el pasista solamente un instrumento
de Su voluntad.
Como intermediario de esta voluntad, el pasista deberá ofrecer su trabajo al Plano Superior, con
naturalidad y humildad, evitando:
- “contemplar” excesivamente los buenos resultados obtenidos – (es una puerta
abierta a la vanidad)
- Hablar siempre de los beneficios y del éxito de sus pases – (es orgullosa ostentación.)
- Tener curiosidad o angustia por los resultados de los pases
Solamente sembramos bien, pero la germinación,
desarrollo, flor y fruto son de Dios.
Sin embargo, es seguro que siempre habrá una recompensa natural para quienes
donen el pase.
Dando, recibimos porque Dios es muy generoso.
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Por Renata Mendes -
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P PREGUNTAS DIVERSAS SOBRE LA MEDIUMNIDAD (2 de 2)
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Si desde el punto de vista de la ejecución el médium no es más que un instrumento, en el aspecto moral, en cambio, ejerce una gran influencia.
Dado que, para comunicarse, el Espíritu extraño necesita identificarse con el Espíritu del médium, esa identificación sólo puede producirse cuando entre ellos existe simpatía y, si así puede decirse, afinidad. El alma ejerce sobre el Espíritu extraño una especie de atracción o de repulsión, según el grado de semejanza o de diferencia que haya entre ellos. Ahora bien, los buenos sienten afinidad por los buenos, y los malos por los malos, de donde se deduce que las cualidades morales del médium ejercen una influencia muy grande sobre la naturaleza de los Espíritus que por su intermedio se comunican. Si el médium es vicioso, los Espíritus inferiores se agrupan alrededor suyo y están siempre dispuestos a tomar el lugar de los Espíritus buenos que han sido evocados.
Las cualidades que de preferencia atraen a los Espíritus buenos son: la bondad, la benevolencia, la sencillez de corazón, el amor al prójimo, el desprendimiento de las cosas materiales. Los defectos que los alejan son: el orgullo, el egoísmo, la envidia, los celos, el odio, la codicia, la sensualidad, y todas las pasiones con que el hombre se apega a la materia.
Todas las imperfecciones morales son puertas abiertas que dan acceso a los Espíritus malos. No obstante, la que ellos explotan con mayor habilidad es el orgullo, porque es la que el hombre menos se confiesa a sí mismo. El orgullo ha perdido a muchos médiums dotados de las más bellas facultades; médiums que, de no ser por esa imperfección, habrían podido convertirse en sujetos(1) notables y muy útiles. En cambio, transformados en presas de Espíritus mentirosos, sus facultades se pervirtieron, y luego quedaron reducidas a la nada, a tal punto que varios de ellos se vieron humillados por las más amargas decepciones. En los médiums, el orgullo se pone de manifiesto a través de signos inequívocos, sobre los que hace falta poner la mayor atención, puesto que ese defecto es uno de los que deben inspirar mayor desconfianza en relación con la veracidad de las comunicaciones. Al principio, los médiums orgullosos exhiben una confianza ciega en la superioridad de las comunicaciones que reciben, y en la infalibilidad del Espíritu que las transmite. De ahí surge un cierto desdén hacia todo lo que no provenga de ellos, porque creen que poseen el privilegio de la verdad. El prestigio de los nombres célebres, con que se adornan los Espíritus que supuestamente protegen a estos médiums, los deslumbra, y como su amor propio sufriría si confesaran que han sido engañados, rechazan todos los consejos, e incluso los evitan, apartándose de sus amigos, así como de cualquier persona que pueda abrirles los ojos. Si se dignan a escucharlos, no toman en cuenta para nada sus opiniones, porque dudar de la superioridad del Espíritu que los asiste sería casi una profanación. Se ofenden con la menor contradicción, con una simple observación crítica, y a veces llegan a odiar incluso a las personas que les prestan ese servicio.
Los Espíritus que los arrastran a ese aislamiento –pues no quieren enfrentarse con contradictores– se aprovechan de esa situación para alimentar fácilmente sus ilusiones, hasta tal punto que les hacen tomar los más groseros absurdos por cosas sublimes. Así pues, confianza absoluta en la superioridad de las comunicaciones que obtienen, desprecio hacia las que no llegan por intermedio de ellos, importancia irreflexiva atribuida a los nombres venerables, rechazo de los consejos, enojo ante toda crítica, alejamiento en relación con las personas que pueden ofrecerles opiniones desinteresadas, y confianza en su propia habilidad, a pesar de la falta de experiencia, tales son las características de los médiums orgullosos.
También debemos admitir que, muchas veces, las personas que rodean al médium son las que fomentan su orgullo. Si tiene facultades de cierta trascendencia, lo buscan y lo alaban; entonces él se cree imprescindible y, cuando presta alguna ayuda, adopta aires de superioridad y desdén. En más de una ocasión hemos tenido motivo para deplorar los elogios que habíamos dispensado a ciertos médiums, con la intención de estimularlos. En comparación con el cuadro que acabamos de describir, resaltaremos aquí las características del médium verdaderamente bueno, aquel en quien se puede confiar. Supongamos, ante todo, que ese médium posea una facilidad de ejecución que permita que los Espíritus se comuniquen libremente, sin el inconveniente de algún obstáculo material. Sobre la base de esas condiciones, lo que más interesa considerar es la naturaleza de los Espíritus que habitualmente lo asisten, y para eso no debemos atenernos a los nombres, sino al lenguaje.
El médium nunca deberá olvidar que la simpatía que los Espíritus buenos le dispensen será proporcional a los esfuerzos que realice para alejar a los malos. Convencido de que su facultad es un don que se le ha otorgado para el bien, no intenta de ninguna manera aprovecharse de ella, ni atribuirse algún mérito por poseerla. La acepta como una gracia las buenas comunicaciones que se le transmiten, y sabe que para ser cada vez más digno de ellas debe esforzarse mediante su bondad, su benevolencia y su modestia. El médium orgulloso se envanece de sus relaciones con los Espíritus superiores; este otro se humilla, porque se considera siempre indigno de ese favor.
(Tomado del blog Kardec :"Influencia espiritual del médium".)
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El Cáncer en una Visión Espírita
Desde tiempos inmemorables, la mejor medicina siempre fue la preventiva. El gran alquimista Paracelso insistía: “No se debe tratar la dolencia; se debe tratar la salud”. Podemos decir que, el mejor medio para no tener que tratar una enfermedad, consiste en mantenerse saludable. O sea, proteger el sistema inmunológico, de forma que bloquee cualquier germen o virus que intente invadir nuestro organismo.
Se puede pensar que será fácil alcanzar tal objetivo, a través de una buena dieta, escogiendo alimentos de bajo valor de colesterol, reduciendo el consumo de carne, absteniéndose de consumir azúcar, realizando ejercicios físicos, en fin, sometiéndose a todo aquello que una propaganda insistente nos propone. Pero como explicar, en ese caso, el elevadísimo número de personas que seguirán rigurosamente tales instrucciones, juzgando estar así protegidas contra los peligros de las dolencias para un día, descubrir que su organismo estaba siendo minado por el cáncer?
André Luiz cuenta, a través de la psicografia de Chico Xavier que un Espíritu cuando se preparaba para reencarnar, pidió para su nuevo cuerpo físico una úlcera que aparecería en su madurez física y que no debería encontrar cura hasta su desencarnaçión, para que así pudiese resarcir un asesinato que cometió al acuchillar a un hombre (que estaba en su madurez física) en la región del estómago. Como vemos, aunque este Espíritu cuide de su salud durante toda su juventud, no huiirá de la úlcera “moral” que “él pidió”.
Entonces, el cáncer es una enfermedad kármica?
La experiencia dice que si. Estamos sometidos a un mecanismo de causa y efecto que nos premia con la salud o nos corrige con la dolencia, de acuerdo con nuestras acciones.
El cáncer sería entonces el resultado de un comportamiento desajustado, en vidas anteriores?
No siempre. La causa puede estar en esta existencia. Un ejemplo: las estadísticas demuestran una gran incidencia del cáncer de pulmón, en personas que fuman. Hay elementos cancerígenos en las sustancias que componen el cigarro. Quien fuma, por tanto, es un serio candidato a ese mal. Será su karma. Hay una frase ilustrativa, en la que un cigarro dice al fumador: “Hoy tú me enciendes. Mañana yo te apagaré!”
¡ Ciertísimo!
Está demostrado que los fumadores pasivos, personas que conviven con fumadores, también pueden tener cáncer.
¿Como explicar esa situación?
En que no hay inocentes en la Tierra, un planeta de pruebas y expiaciones. El fumador pasivo que vaya a contraer cáncer tiene compromisos del pasado que justifican su problema. Además, el simple hecho de vivir aquí, significa que merecemos (o necesitamos), todo lo que aquí nos pueda acontecer. Si no lo mereciésemos, estaríamos habitando en mundos más saludables.
¿Eso exime de responsabilidad al fumador que poluciona el ambiente, situándolo como instrumento de rescate de alguien?
Al contrario, aún lo compromete más. Dios no necesita del concurso humano para ejercer la justicia. Además de responder por los desajustes que provoca en sí mismo, responderá por los perjuicios causados en el medio ambiente y en las personas.
La medicina viene desarrollando técnicas para la cura del cáncer. Se concibe que dentro de algunas décadas será posible la cura radical en todas sus manifestaciones.
¿ Cómo quedarán aquellos que están reajustándose ante las leyes divinas a partir de un carcinoma?
La medicina viene haciendo grandes progresos, pero está lejos de erradicar la enfermedad. Unos males sonsuperados; otros surgen, en los dominios de la sexualidad, la sífilis era un flagelo, derivado de la promiscuidad. Hoy es el Sida. El dolor, el gran maestro, que tiene en la enfermedad uno de sus aguijones, continuará corrigiéndonos, hasta que aprendamos a respetar las leyes divinas,
La persona que sufre bastante, víctima de un cáncer, rescató sus deudas, habilitándose para un futuro feliz en la espiritualidad?
La enfermedad elimina las sombras del pasado, pero no ilumina el futuro. Este depende de nuestras acciones, de la manera como enfrentemos los problemas y enfermedades, Cuando nuestro comportamiento ante el dolor no oprime a los que nos rodean, nos estamos redimiendo, habilitados para un futuro glorioso.
¿ Como funciona esto?
Si el paciente tiene cáncer, sus dolores implicarán un sufrimiento para la familia. Está bien. Forma parte de las experiencias humanas. Pero, dependiendo de la forma como enfrente su problema, podrá generar aflicciones mayores para todos, lo que acontece con el paciente rebelde, inconforme y agresivo. Si es humilde y resignado, la familia lidiará mejor con la situación. Pacientes así (resignados) están "poniendo a cero el karma".
Observación de Raul Teixeira: El dolor, la lucha, el rescate, el acierto de cuentas, también nos imponen aprendizajes. Muchos entran en el camino de las expiaciones y no consiguen expiar. No es el hecho de que estemos sufriendo lo que hace que ya hayamos rescatado. Lo que dice si ya hemos, o no, rescatado , es el modo como estamos sufriendo. Hay criaturas que sufren y están rebeldes, biliosas, mal con Dios, aborrecidas de la vida, y quien pasa por su camino, es el blanco de su hígado estropeado. Lógico que esta persona no dará cuenta del proceso expiatorio.
Como está reflejado en el libro “Transiçión Planetária”: “Antes de que pueda llegar ese momento (de transición), la violencia, la sensualidad, la objeción, los escándalos, la corrupción, alcanzarán niveles antes nunca jamás pensados, alcanzando el fondo del pozo, en cuanto a las enfermedades degenerativas, los trastornos bipolares de conducta, las cardiopatías, los cánceres, los vicios y los desvaríos sexuales, clamarán por la paz, por el retorno de la ética y la moral, al equilibrio.
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La identidad de los Espíritus comunicadores
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