INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-¿ Reencarnar cómo hombre o cómo mujer?
2.- Funciones de los Guías espirituales
3.- En el proceso de transformación de la sociedad mundial
4.- El Espiritismo y los derechos de la mujer
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REENCARNAR ¿COMO HOMBRE O MUJER?
FUNCIONES DE LOS GUÍAS
ESPIRITUALES
Para favorecer el trabajo de los guías el hombre ha de elevarse espiritualmente, expurgando sus pecados, abandonando sus vicios, dominando las pasiones peligrosas y despreciando los placeres lascivos de la carne. De esa forma, se sintoniza con los planos espirituales superiores y puede recibir de los espíritus benefactores la orientación segura y provechosa, para cumplir con su destino educativo en el mundo material.
Aunque nunca le faltan las enseñanzas adecuadas a cada pueblo de la tierra, pues por toda ella, han encarnado entidades excepcionales que se dedican heroicamente a orientar al hombre terrenal para que alcance su definitiva Ventura Espiritual.
Buda instruyó a los asiáticos, Hermes a los egipcios, Pitágoras a los griegos, Zoroastro a los persas, mientras Jesús resumió todas sus enseñanzas en el Evangelio y Allan Kardec las popularizó por medio de
El hábito del Bien y la integración definitiva del Hombre a los preconceptos evangélicos de Jesús, despiertan las fuerzas creadoras del alma y la inmunizan contra los ataques perversos y capciosos de las entidades de las tinieblas. Solo la vida espiritual superior permite al hombre oír la voz de su guía vibrando en la intimidad de su alma, evitando los recursos drásticos y dolorosos que lo Alto, a veces, necesita movilizar para reprimir las actividades ilícitas y peligrosas.
Los guías, muchas veces se sirven de espíritus inferiores para perturbar a sus tutelados encarnados, para apartarlos de actividades que puedan perjudicarles, para conseguir su integridad espiritual. Ellos actúan sin sentimentalismo, con severidad, como el padre con el hijo indisciplinado, que está entregado a hábitos nocivos.
Los mentores espirituales recurren a los fluidos agresivos y algunas veces, hasta enfermizos, de los espíritus inferiores, a fin de retener en el lecho de sufrimiento a los tutelados imprudentes que no prestan atención a sus intuiciones benefactoras. A veces, cuando la necesidad lo impone, recurre hasta el accidente correctivo, como una medida de urgencia para interrumpir las actividades nocivas a terceros y así mismo.
Aunque nos parezcan estas providencias de los guías violentas y crueles, su objetivo es el de obligar a los imprudentes a apartarse de los focos del mal, evitándoles mayores prejuicios para el espíritu, comprometido ya en el pasado.
Los guías, echan mano de los medios enérgicos, debilitando la integridad física de los pupilos, cuando estos son refractarios a las sugestiones para liberarlos de los vicios y pasiones destructivas. De esa forma, los movilizan a través del sufrimiento, en el lecho del dolor, con el fin de desviarlos de los pecados y para que no le sucedan cosas peores.
Muchas personas van a los centros espiritas para que los espíritus inferiores que les perturban se alejen, quejándose de su influencia, ignorando muchos de ellos que es bueno pues su guías se valen de ello para preservarlos de mayores prejuicios.
Es solo apenas una interferencia compulsiva sobre los hombres imprudentes, y cuyo objetivo, es reducir sus actividades nocivas.
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Es como el padre severo, ante el hijo rebelde, que no hace caso de sus consejos, resolviendo adoptar métodos más rigurosos y eficaces. Esos recursos drásticos, aunque criticables en apariencia, muchas veces evitan que los encarnados ingresen en la senda criminal, que podría llevarlos a la cárcel, o impedirles las aventuras que machacarían el buen nombre y prestigio de la familia, evitándoles la unión ilícita con la mujer adultera, o apartándole de negocios sucios.
El saneamiento, no se refiere propiamente al cuerpo transitorio, sino al espíritu eterno. Alcanza al rico y al pobre, a la criatura culta y al ignorante.
Este mal no desaparecerá mientras el espíritu rebelde no modifique su conducta beneficiosamente. Si la cura la disponen los guías, hasta parecerá fácil y en algunos casos milagrosa.
Los guías utilizan este método cuando fallan todos los recursos suaves, entonces convocan a ciertos espíritus de graduación primaria, obedientes, aunque de graduación primaria, para que, con sus fluidos mortificantes actúen sobre sus negligentes pupilos encarnados.
Son muy pocos los hombres cuya conducta espiritual elevada les permite la sintonía constante con las fajas vibratorias espirituales de la intuición pura. La inestabilidad mental y emotiva, muy común entre los encarnados, los aísla de las intuiciones saludables de sus guías; por eso se hace necesaria la disciplina correctiva y drástica, capaz de anularles los impulsos pecaminosos.
La chispa Divina, cuando surge en el alma humana, en un momento de gran ternura o sensibilidad espiritual, atiza el fuego renovador del espíritu y transforma al “Harapo humano” en un héroe, o al tirano en santo.
Múltiples ejemplos hay de ello, María Magdalena se despojó de sus joyas y abandono su palacio, A Pedro le bastó una simple invitación para seguir al Maestro. No importan los siglos y los milenios que hayamos vivido en la materia en contacto con la animalidad, en el sentido de desenvolver nuestra conciencia, si en el momento oportuno, de madurez y progreso espiritual, el ángel que vive en nosotros asume definitivamente la dirección de nuestro ser
Los credos, las religiones, los cursos iniciáticos y las doctrinas espiritualistas ayudan al hombre a distinguir el verdadero camino. Solamente la autorrealización el vivir en si mismo las enseñanzas evangélicas, es lo que nos eleva y permite divisar las alturas.
El hombre cuando está encarnado desaprovechar el tiempo, para su autorrealización superior, dado que ya conoce el programa que lo conduce a la felicidad.
Todo espíritu tiene el derecho de buscar el clima que le es más propicio, pero es obvio que ha de sufrir, en si mismo, los buenas o malos efectos del ambiente que su libre albedrío elige para vivir.
Trabajo realizado por Merchita
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EN EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN
DE LA SOCIEDAD MUNDIAL
Grandes cambios se están produciendo en la sociedad a nivel planetario y la naturaleza de los problemas que nos aturden, indica que la unión fraternal entre personas y entre países, deben ser parte de la solución.
En la conducta ética de esta gran nave que surca los espacios siderales, no es posible dar un golpe de timón que lo cambie todo de forma rápida, porque el ser humano necesita de largos y penosos años para renovar sus hábitos en su dilatado camino de aproximación y cumplimiento de las Leyes Divinas. La conducta individual influye en la social, aportando particular grano de arena, favoreciendo la construcción de paraísos o abismos, según las cualidades de la contribución; la acumulación de cambios individuales producirá la renovación social, tan necesaria y deseada.
No hay lugar para quejas y reclamaciones por el estado de la sociedad, pues es la consecuencia de nuestras acciones del pasado, con las que contribuimos a su formación tal como la conocemos. Dejemos a un lado el pasado culpable y miremos el futuro tratando de mejorar nuestra conducta.
El Espiritismo forma parte de esta sociedad y de su proceso de perfeccionamiento, aunque no hay motivos para la autocomplacencia y sí para la autocrítica para discernir que estamos haciendo con la Doctrina Espírita. En la época de su aparición fue también tiempo de crisis y se constituyó en un revulsivo que removió las estructuras de la sociedad, aportando ideas nuevas de posicionamientos más audaces para un cambio social que, si bien no se realizó al completo, preparó el terreno para una sociedad más avanzada en el siglo XX, en educación, en justicia social, en derechos humanos, etc. a los que ayudó en su realización.
Es el momento de dar un paso al frente y avanzar por el camino que nos enseñó Cristo. Hará falta renuncia y coraje para renovar los ideales y objetivos de esta sociedad que se está perdiendo a sí misma por la falta de valores ético- morales.
Una vida sin trascendencia, sin andamiaje espiritual que la sustente es la muerte de la sociedad, facilitando que impere en ella la ley del más fuerte o el más astuto.
Desde la sencillez de nuestras vidas y la humildad de reconocer nuestras imperfecciones, unamos nuestras manos en el servicio a Jesús, maestro, guía y modelo. Kardec lo recuperó de las capillas oscuras para entregarlo al pueblo sencillo que lo necesita y lo busca sin saberlo, desvistiéndolo de oropel y rituales, para encontrarlo afable y lleno de compasión con los que sufren, pero recto en la educación de los desencarnados. Gracias a la Doctrina Espírita, gracias a Kardec, hoy tenemos a Cristo más cerca que nunca de nuestros corazones.
Edifiquemos en cada uno de nosotros el hombre de bien que ha de formar la sociedad de mañana, sigamos a Jesús y nunca lo abandonemos.
"No juzguéis, no os rebeléis, no agredáis, ser pues hombres de bien para ser el cristiano de bien que hace crecer a Cristo en él"- Joana de Ángelis
- Escrito por Dolores Martinez- Editorial de Actualidad Espiritista-
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EL ESPIRITISMO Y LOS DERECHOS DE LA
MUJER
(Dedicado a Narges Mohammadi, Premio Nobel de la Paz 2023, valiente luchadora iraní contra la opresión política y el fanatismo religioso.)
Aunque parezca insólito, ya transcurrido casi un cuarto del siglo XXI, no existe un solo país en el mundo en el que las mujeres hayan alcanzado la igualdad en todo lo que se refiere a la educación, a la salud, el empleo, la libertad de expresión y de movimientos, la representación política o la toma de decisiones en el seno de la pareja y la familia. Dicho esto sin dejar de reconocer y valorar que en las últimas décadas se ha producido una auténtica revolución que ha conquistado importantes avances en los ámbitos jurídicos, políticos, sociales, educativos, laborales y económicos dirigidos a impulsar la no discriminación en razón del sexo, aun cuando parece todavía una aspiración más cercana a la utopía que a la realidad.
La verdad es que falta mucho por lograr ya que las desigualdades siguen existiendo, sea que se manifiesten de forma obvia o de un modo mucho más sutil, y son mucho más agresivas y nocivas en determinadas regiones del mundo que en otras.
La discriminación histórica
El discurso histórico presentado durante siglos con los hombres como protagonistas ha quedado grabado en el imaginario colectivo con una representación distorsionada del pasado según la cual solamente los hombres han sido los actores principales de las más significativas transformaciones y de los adelantos conquistados en las esferas de la ciencia, de las humanidades, de las artes o de la cultura, teniendo por consecuencia que las mujeres hayan sido silenciadas o invisibilizadas.
No hay como negar que durante largo tiempo, la de las mujeres ha sido una historia de tutela masculina y dependencia legal, como si se tratara de menores de edad, supeditadas a un modelo patriarcal impuesto por los hombres, amparados en estructuras legales, ideológicas y religiosas para justificar el sometimiento que les impusieron. Aunque resulte increíble ahora, hubo teólogos reunidos en concilios para debatir si las mujeres tenían alma, así como no faltaron científicos que teorizaron acerca de la minusvalía intelectual y social de las mujeres sobre la base de que su cerebro era más pequeño. Antes que ellos, en la Grecia clásica, las mujeres eran tenidas por seres inferiores igual que los esclavos y no gozaban por tanto de los derechos que la democracia ateniense solo concedía a los hombres allí nacidos.
Esta concepción sobre la supuesta inferioridad o maldad de la mujer tiene antecedentes aún más lejanos y se remonta a los mitos y leyendas primordiales de nuestra cultura. Eva causó la perdición de Adán y de toda la humanidad al dejarse tentar por el demonio travestido en serpiente. Recuérdese también que Zeus, el todopoderoso dios griego, decidió castigar a los hombres creando a Pandora, la primera mujer, y ella, movida por su irrefrenable curiosidad, destapó la caja de la que salieron todos los males que afligen a la humanidad. En la misma línea, otros relatos mitológicos de diversa procedencia coinciden en la culpabilización de la mujer. Felizmente, a partir de la segunda mitad del pasado siglo la historiografía comenzó a cambiar, y los investigadores dedicados a desempolvar páginas del pasado para examinarlas con nueva lente han descubierto que numerosas mujeres desempeñaron roles decisivos en todos los grandes acontecimientos que marcaron nuevos rumbos para la humanidad. Así, paulatinamente, han ido despertando de un profundo letargo nombres de escritoras, filósofas, políticas, artistas, científicas, luchadoras sociales, cuya labor no se tuvo en cuenta, fue subestimada o fue injustamente atribuida a sus maridos o mentores. La lista de estas precursoras es inmensa y en los tiempos que corren su sacrificio se ve reflejado en una amplia y creciente presencia femenina en las más variadas esferas de las sociedades modernas, especialmente las de carácter democrático, ya que no es así en aquellas regiones del planeta en las que predominan regímenes teocráticos y dictatoriales, sustentados en un ejercicio despótico del poder y en el fundamentalismo religioso.
La igualdad como valor esencial de la filosofía espírita
Desde su fundación con la obra de Allan Kardec en el ecuador del siglo XIX, el espiritismo se manifestó de manera explícita en pro de la igualdad entre todos los seres humanos cualquiera que fuese su sexo, color de piel, lugar de nacimiento, posición social o económica, grado de instrucción u otro factor propio de la diversidad del género humano. Y es natural que así fuese ya que se trata de la consecuencia directa de sus principios básicos, comenzando por la idea cardinal de que el espíritu no tiene sexo definido ni definitivo, en cuanto no es ni masculino ni femenino, y en cada una de sus existencias dentro del inmenso proceso palingenésico, puede variar su identidad sexual según el predominio de determinados marcadores psicobiológicos. Carece por lo tanto de todo fundamento cualquier tipo de discriminación por el motivo que sea.
Comprendido el ser humano en su condición de espíritu encarnado, que existe y coexiste en una sociedad con sus características propias, la doctrina espírita ofrece una mirada humanista y progresista sobre el grado de desarrollo o atraso intelectual, moral y social en que se encuentra la humanidad, explicando las causas espirituales que intervienen en esa situación y asomando alternativas para avanzar por la senda del progreso general y permanente. Dentro de estas alternativas, la educación es una herramienta imprescindible para la superación del espíritu.
En la tercera parte de El libro de los espíritus se propuso Kardec explicar lo que denominaba las leyes morales mediante un sistema didáctico, que “nada tiene de absoluto” según el autor, y que comprende diez proposiciones fundamentales, presentadas como leyes divinas o naturales. Una es la ley de igualdad y allí se encuentra precisamente el asunto concreto del que nos estamos ocupando, en un subtema titulado “Igualdad de derechos del hombre y la mujer”. En el ítem 817 pregunta Kardec: “El hombre y la mujer, ¿son iguales ante Dios y tienen los mismos derechos?” Esta es la respuesta del espíritu asesor: “¿Acaso Dios no otorgó a ambos la comprensión del bien y del mal, y la facultad de progresar?” A continuación (ítem 818) hace la siguiente pregunta:
“¿A qué se debe la inferioridad moral de la mujer en determinadas regiones?” Llega entonces la orientación del espíritu mediante una respuesta formidable, directa y esclarecedora: “Al dominio injusto y cruel que el hombre ha ejercido sobre ella. Es un resultado de las instituciones sociales y del abuso de la fuerza sobre la debilidad. En los hombres poco adelantados desde el punto de vista moral, la fuerza constituye el derecho”. Poco más adelante (ítem 822a), refiriéndose a la legislación humana, apunta el espíritu con ejemplar contundencia: “La ley humana, para ser equitativa, debe consagrar la igualdad de derechos del hombre y la mujer. Todo privilegio concedido a uno solamente, es contrario a la justicia. La emancipación de la mujer es acorde al progreso de la civilización. Su esclavitud va a la par de la barbarie”.
Queda bien claro. A la luz del espiritismo, la discriminación de la mujer –como cualquier otra forma de discriminación- “es un resultado de las instituciones sociales”. No es, pues, un designio de Dios sino una condición social injusta, apoyada en el “abuso de la fuerza sobre la debilidad”, y corresponde por lo tanto a los seres humanos poner todo su empeño en superarla y erradicarla. Consecuentes con esta línea de pensamiento y de acción, los espíritas respaldan con determinación los enunciados establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada en 1948, y en la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación frente a las Mujeres aprobada en 1979 y se suman a las demandas por su efectivo cumplimiento en todas las naciones del orbe.
Nuestra solidaridad con Narges Mohammadi
El Premio Nobel de la Paz 2023 entregado en Oslo el pasado 10 de diciembre fue un dardo dirigido a la prisión de Evin, en Teherán, una de las más temidas de Irán. Allí cumple su condena Narges Mohammadi, el rostro más destacado de las activistas que luchan por los derechos de las mujeres en la república islámica, a quien el gobierno de los ayatolás ha arrestado trece veces y condenado en cinco ocasiones a un total de 31 años de prisión y a 154 latigazos. Uno de esos encarcelamientos se debió a su participación en las masivas manifestaciones que se produjeron en todo el país en memoria de la joven Mahsa Amini, fallecida bajo custodia de la llamada Policía de la Moral, arrestada y golpeada por llevar mal colocado el hiyab, el velo islámico.
Nacida en 1972, licenciada en Física, Narges Mohammadi se atrevió a desafiar al régimen teocrático mediante manifestaciones pacíficas, reclamando libertades plenas para los iraníes, el pluralismo político y ejercicio honesto del sufragio, la implantación de un estado laico que separe la religión del estado, la independencia de poderes, la abolición de la pena de muerte, el acceso de las mujeres a la educación universitaria, el respeto a la diversidad sexual y otras reivindicaciones básicas vinculadas a los derechos humanos. Su lucha le ha costado su carrera y su vida familiar, ya que su esposo y sus dos hijos tuvieron que exiliarse en Francia.
En la ceremonia de recepción del Nobel, sus hijos leyeron un texto escrito por su madre en la prisión y enviado de manera clandestina. Es un relato que emociona hasta el estremecimiento:
“La tiranía convierte la vida en muerte, la bendición en lamento y el consuelo en tormento. Oprime a la humanidad, el libre albedrío y la dignidad humana.
La abolición del hiyab obligatorio equivale a la abolición de todas las raíces de la tiranía religiosa y a la ruptura de las cadenas de la opresión autoritaria. Soy una prisionera que, al soportar un sufrimiento profundo y desgarrador por la falta de libertad, igualdad y democracia, ha reconocido la necesidad de su existencia y ha encontrado la fe”. Parece insólito o a lo menos paradójico, que el reconocimiento de los académicos noruegos no haya sido saludado o tomado como una bandera reivindicativa por parte de personas o movimientos que se declaran feministas. ¿Habría en estos días un motivo más legítimo para expresar satisfacción en nombre de todas las mujeres del mundo que este homenaje a una mujer que con admirable heroísmo sacrifica su vida por sus conciudadanas? Es triste y decepcionante, pero lo que se ha producido es un estridente silencio, si se nos permite señalar. Ni un documento, ni un párrafo, ni una palabra de alegría mucho menos de solidaridad. Parece que las afinidades ideológicas son más poderosas y quienes de ellas participan se refugian en una suerte de conspiración del silencio.
Quede aquí consignada nuestra palabra de admiración y solidaridad, como espírita laico, humanista y librepensador, a esta mujer valiente, que brilla con su luz espiritual entre las tinieblas del oscurantismo.
Jon Aizpúrua
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