INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Alzheimer, del Espíritu a la materia
2.- Centros de fuerza del Periespíritu o Chakras
3.- La lección del olvido
4.- Paradigma Médico-Espírita. Puntos de intersección entre Medicina y Espiritismo
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ALZHEIMER, DEL ESPÍRITU A LA MATERIA -
Autor: André Luiz Alves Jr.
Fue un lunes, 25 de noviembre de 1901, que Auguste Detener, una señora de 51 años, ingresó en el Hospital de Lunáticos y Epilépticos, de Frankfurt, en Alemania, bajo los cuidados del Dr. Alois Alzheimer. Protestante reformada, casada con un administrador de ferrocarriles y madre de una hija, Auguste D. presentaba el cuadro de pérdida de memoria, desorientación y alucinación iniciado hacía seis meses.
Los síntomas primarios se resumían en crisis de celos excesivos del marido, posteriormente se verificaron señales de amnesia progresiva. Auguste D. no encontraba el camino para volver para casa y se perdía en las calles del barrio; cargaba consigo algunas de sus pertenencias y las escondía en lugares inapropiados; invariablemente creía que estaba siendo perseguida y a veces gritaba imaginando que alguien quería matarla.
En poco tiempo, el estado de demencia evolucionó significativamente y ya en la fase final de la enfermedad la paciente se encontraba en cama y totalmente dependiente de los cuidados de enfermería. No verbalizaba, estaba desorientada en tiempo y espacio, sus miembros se atrofiaron y, por permanecer limitada al lecho, aparecieron las úlceras de presión. Inmediatamente pasó a presentar incontinencia urinaria y fecal y su inmunidad bajó, abriendo espacio para enfermedades oportunistas. Después de 5 años de internamiento, la paciente del Dr. Alzheimer falleció.
En la necropsia, Alois Alzheimer tuvo la oportunidad de analizar el tejido nervioso de Auguste Detener e inmediatamente constató una atrofia significativa en el córtex cerebral, con formación de placas senis y enmarañados neurofibrilares. El neurocientífico percibió que estaba delante de un nuevo descubrimiento. Fue entonces que Alzheimer elaboró cuidadosamente un artículo científico y lo presentó en el 37° Congreso de Psiquiatría del Sudeste de Alemania (South - West - German Society of Alienists) realizado el año de 1906, con el título: “Una Enfermedad Peculiar de las Neuronas del Córtex Cerebral. La enfermedad, que hasta entonces era desconocida, más tarde recibió el nombre del investigador que la describió, haciéndose conocida como Enfermedad de Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer es una neuropatología degenerativa, progresiva e incurable, que provoca una atrofia acentuada en el córtex cerebral. En otras palabras, ocurre la muerte gradual del tejido nervioso, lo que, por consecuencia, provoca un cambio estructural del encéfalo. El cerebro disminuye de tamaño y la pérdida de conexión entre las neuronas irá a resultar en demencia. La demencia es caracterizada por la ausencia o disminución de las funciones del cerebro, alterando la parte cognitiva, la memoria, el raciocinio, el lenguaje e incluso la personalidad.
Actualmente el mal de Alzheimer es la principal causa de demencia en personas por encima de 65 años. Se estima que 44 millones de personas en el mundo son portadoras de algún tipo de demencia, siendo que del 50 a 60% de esos casos son desencadenados por el Alzheimer. La enfermedad tiene fuerte relación con la edad y, como la población mundial tiende a envejecer, el número de casos se doblará cada 20 años.
Causas
La ciencia aún estudia las causas de la enfermedad, pero se cree que el acúmulo de las proteínas beta-amiloide y tau en el cerebro, asociadas a la disminución del neurotransmisor acetilcolina, pueda ser el factor desencadenante. La formación de esas proteínas interrumpe el mensaje neuronal en el cerebro, que se vuelve dañado permanentemente. Otros factores de riesgos, tales como influencia genética, pero no necesariamente hereditaria, contaminación por metales pesados (aluminio y manganeso), traumatismo craneano, edad y baja escolaridad, también pueden estar relacionados al Alzheimer.
Características de personalidades que tienden al Alzheimer .
• Introspección, autoritarismo • Egoísmo • Depresión y aislamiento • Falta de convivencia social • Dificultades para cambiar de comportamiento, conservadurismo • Rutinas y manías que llevan a trastornos obsesivos compulsivos • Ausencia de práctica de lectura y estímulo de raciocinio, pereza mental • Dificultad para lidiar con emociones, sentimientos y frustraciones • Apego exagerado a bienes materiales.
SÍntomas Los síntomas varían en consonancia con los estadios de la enfermedad, que evolucionan durante años. En el inicio, los pacientes presentan señales que pueden ser confundidos con la senilidad, como déficit de concentración y episodios de pérdida de memoria reciente. En esta fase es común el olvido de fechas de aniversarios de personas próximas, vencimientos de cuentas o incluso no saber el día de la semana. También es frecuente la desorientación en espacio. Se pierden en la calle de la propia casa, o guardan objetos en lugares inapropiados. Algunos pueden presentar apatía, aislamiento y agresividad.
Con el desarrollo de la enfermedad, los individuos enfrentan problemas al intentar ejecutar tareas simples del día a día. Peinar el cabello, alimentarse y limpiar los dientes se convierten en un desafío. La amnesia evoluciona acentuadamente, al punto de que los pacientes no reconocen a los propios hijos. En las fases finales dejan de alimentarse y ocurre la disminución o ausencia de movimientos y también de la conciencia, resultando en un estado de total dependencia. La fragilidad del sistema inmunológico facilita el desarrollo de otras enfermedades, agravando aún más el cuadro. En esta etapa el fallecimiento no tardará.
¿Estaría el mal de Alzheimer relacionado a delicados procesos expiatorios, o esa enfermedad sería de origen puramente orgánico, sin cualquier relación con el Espíritu?
Es importante resaltar que el tema que estamos debatiendo aún requiere un estudio más profundizado por parte de los investigadores del campo de la ciencia y también del Espiritismo. Aún no hay en ninguna de las vertientes estudios concluidos acerca de la enfermedad.
Las aclaraciones espíritas se basan principalmente en las investigaciones realizadas por la Asociación Médico-Espírita de Brasil. No existen registros específicos atribuidos enteramente a la espiritualidad que puedan describir la enfermedad. Las fuentes de los estudios espíritas se apoyan en las obras del Espíritu André Luiz, por la pictografía del médium Chico Xavier. Algunos de sus libros tratan de las influencias del Espíritu sobre la materia y viceversa.
Según los estudiosos del Espiritismo, la enfermedad de Alzheimer puede tener origen en conflictos del Espíritu reflejados en la materia, lo que la psicología llama somatización. En el libro "En los Dominios de la Mediumnidad", psicografiado por Chico Xavier, André Luiz explica que "así como el cuerpo físico puede ingerir alimentos venenosos que le intoxican los tejidos, también el organismo periespiritual absorbe elementos que lo degradan, con reflejos sobre las células materiales".
Existen básicamente dos causas espirituales que pueden estar relacionadas con el desenvolvimiento del Alzheimer.
Obsesión: individuos envueltos en procesos obsesivos graves y que por largos períodos pueden sufrir consecuencias orgánicas provenientes de la emanación del pensamiento enfermo tanto del obsesor, como de él mismo, imprimiendo en la materia las consecuencias de esas vibraciones. Tal ocurrencia podría explicar la atrofia acentuada en el encéfalo que es una característica del Alzheimer. Recordemos que el cerebro es la sede del pensamiento y por eso sería la estructura material más perjudicada por las bajas vibraciones espirituales.
Auto-obsesión: esta parece ser la principal causa del Alzheimer atribuida a orígenes espirituales. La auto-obsesión es un proceso nocivo desencadenado por el propio Espíritu, muy común en las personas con rigidez de carácter, introspectivas, egocéntricas y portadoras de sentimientos enfermos como el deseo de venganza, el orgullo y la vanidad. Invariablemente el sentimiento de culpa incluido inconscientemente en el Espíritu y que a veces se arrastra por varias reencarnaciones, es el factor determinante. El Espíritu es llamado a ajustes con la propia conciencia, necesitando de aislamiento y olvido temporal de sus acciones pasadas.
Invariablemente las personas con Alzheimer pueden estar envueltas en las dos situaciones de arriba, una vez que el pensamiento nocivo atrae Espíritus del mismo patrón vibratorio que acaban por iniciar un proceso de obsesión mutua, una especie de simbiosis. Es evidente que este proceso debe arrastrarse por mucho tiempo hasta desencadenar una patología física, por eso el Alzheimer es tan común en la fase senil. Angustias y tormentos psíquicos que duran una vida entera, muchas veces con origen en otras existencias, sucumbirán a finales de la vida física traducidos en enfermedades diversas de la materia.
Independiente del origen, la enfermedad constituye una gran oportunidad de perfeccionamiento moral, no solamente para el paciente, sino también para todos aquellos que están directamente envueltos con el proceso de cuidarlos. Los familiares que están nuevamente reunidos para rescatar débitos contraídos entre sí enfrentan pruebas dolorosas con la enfermedad, sin embargo reparadoras. Aquel que cuida hoy ciertamente fue verdugo en el pasado y necesita reajustar su conducta o incluso desarrollar sentimientos que aún no posee. Para los cuidadores terceros, la enseñanza es de ejercitar la paciencia, desarrollar la compasión y el amor al prójimo, ejecutando la misión escogida por él aún en la espiritualidad.
No existen vacunas o medicamentos para la prevención de la enfermedad. Se cree que la adopción de hábitos saludables principalmente relacionados a la salud mental puede disminuir la probabilidad de la aparición del Alzheimer. Personas con mayores niveles de escolaridad tienen oportunidades más pequeñas de desarrollar demencia. Se recomienda la práctica de la lectura, el ejercicio del raciocinio, el ocio y el establecimiento de vínculos afectivos saludables. Cualquier actividad que mantenga las conexiones neuronales activas contribuye para la higiene mental.
Desde el punto de vista espiritual, se orienta la práctica de la caridad, el desarrollo del amor al prójimo, el ejercicio incansable del bien y el trabajo edificante como profilaxis para enfermedades del Espíritu. Rectitud de carácter y elevación de pensamiento contribuyen para el perfeccionamiento del Espíritu y evitan trastornos de todos los órdenes. No olvidemos la recomendación de Cristo: “Orad y vigilad”.
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CENTROS DE FUERZA DEL PERIESPÍRITU O CHACRAS
Un elemento que debe conocer el magnetizador y el estudioso de ciencias psiquicas, se refiere a la existencia de esos vórtices de energía ubicados a nivel del Periespíritu, que reciben también el nombre de discos o chakras, los cuales actúan como condensadores, reguladores y distribuidores de energías procedentes del Espíritu y que van hacia el organismo vitalizando todo el sistema. Su función consiste en distribuir la energía vital a nivel del periespíritu y de ahí para el cuerpo físico. Siempre se ha de tener en cuenta que los fluídos curativos actúan directamente sobre el perispíritu, que a su vez reacciona sobre el organismo material.
La palabra chakra es de raíz sanscrita y significa rueda. Efectivamente, son como ruedas o discos, cuyo diámetro e intensidad varían según las cualidades de cada persona. En el hombre común tienen unos 5 cm de diámetro, al tanto que puede alcanzar el doble en seres altamente evolucionados.
Los chakas varían en tamaño, grosor, brillo, colorido y localización, así como en la función que cumplen. Son siete los principales, y se corresponden en cuanto su posición e interacción con las diversas glándulas del ser humano, y por eso se denominan tomando en cuenta la zona fisiológica hacia donde irradian:
Centros de fuerza espirituales: Coronario ( situado en lo alto de la cabeza) y Frontal ( situado en la frente, cerca del entrecejo)
Centros de fuerza emocionales: Laríngeo ( situado en la garganta) y Cardiaco (en el corazón)
Centros de fuerza vegetativos: Esplénico ( a nivel del bazo); Gástrico ( a la altura del estómago), y Básico o Genésico (en la raíz de la médula espinal)
En este mismo orden, guardan relación con las glándulas Pineal, Pituitaria, Tiroides, Timo, Paratiroides, Suprarenales y Gónadas.
En las filosofías orientales se conocen, desde hace milenios, técnicas para el desarrollo o el despertar de los chacras, así como colocarlos en relacionamiento recíproco, uniéndose en el denominado " fuego serpentino" o "Kundalini".
La activación de los centros de fuerza se obtiene por medio de ejercicios espirituales y prácticas magnéticas.
El chakra Coronario está directamente relacionado con el sistema nervioso central; activa las funciones intelectuales y actúa como Centro de conexión con el Espíritu. Es de veras interesante observar los descubrimientos científicos en relación con la Glándula Pinneal. Esta produce una hormona, la melatonina, originada en la acción de una enzima sobre un elemento químico de nombre serotonina. Se ha demostrado que el hombre y los primates superiores, poseen esta sustancia en mayor cantidad que los demás animales y que su función es facilitar los procesos psíquicos y espirituales superiores.
El chakra frontal se relaciona con la videncia y la clarividencia, por eso algunos autores hablan de un "tercer ojo", en forma simbólica.
El chakra laríngeo tiene control sobre la respiración y la fonación, y guarda relación con la mediumnidad parlante,
El chakra cardiaco influye en los procesos circulatorios y dirige la emotividad. De allí la antigua tradición de relacionar el corazón con los sentimientos y las emociones.
El chakra esplénico se relaciona con todas las funciones hemáticas.
El chakra gástrico se relaciona con los procesos digestivos y de absorción de los alimentos.
El chakra básico estimula y coordina las actividades sexuales y genésicas.
De acuerdo con el tipo de dificultad de cada persona, el magnetizador debe dirigir la emisión fluídica hacia el chakra respectivo, impregnándolo de sus fluídos.
( continuará en otro artículo un poco más adelante )
- Jon Aispúrua-
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La lección del olvido
Si no fuera por el olvido temporal que asegura la reestructuración del alma, en la reencarnación, según la misericordia del Señor que guía su justa justicia, ciertamente tendríamos en el mundo, en lugar de la escuela redentora, la oscura y extensa jaula. , donde los hombres se convertirían en bestias para luchar indefinidamente.
Si no fuera por el don del olvido que envuelve la cuna de la tierra, el odio viviría eternizado transformando la Tierra en un purgatorio angustiado y terrible, donde no haríamos más que llorar y lamentar, acusar y gemir.
La Bondad Divina, sin embargo, en cada viaje del espíritu en el campo del mundo, confiere al cuerpo físico el nuevo arado capaz de realzar la replantación del destino, en la dirección del futuro.
De existencia en existencia, el Señor cuida caritativamente nuestra memoria, para que sepamos transformar las espinas en flores y las aversiones en lazos divinos.
El Padre, sin embargo, con una medida similar, no sólo nos apoya con la providencial anestesia de las heridas anteriores, a favor de nuestro éxito en nuevos compromisos.
Con este don, Aquel que nos reforma, brindándonos la oportunidad de trabajar, de experiencia en experiencia, nos conduce a la verdadera hermandad, al olvido de nuestras relaciones recíprocas, día a día.
Aprendamos a olvidar las úlceras y cicatrices, deformidades y defectos de nuestro hermano en el camino, si efectivamente nos proponemos seguir adelante, en busca de caminos renovadores-
Cada día es como la “reencarnación de la oportunidad”, en la que nos toca a nosotros aprender del bien, redimir el pasado y elevar el presente, para que nuestro futuro ya no se oscurezca.
En las tareas de redención, es mejor olvidar que recordar, para que sepamos mentalizar de forma segura y eficiente la sublimación personal que se supone que debemos lograr.
El Señor nos garantiza las deudas, para que podamos adquirir los recursos destinados a nuestro propio reajuste ante la Ley.
Recordemos el ejemplo del Cielo, destruyendo los residuos de sombras que, en forma de lamentos y quejas, aún afloran en nuestra personalidad, desbordando la angustia y la enfermedad, a través del pensamiento y la palabra, la voz y la actitud.
Exaltemos el bien, dilatémoslo y consagrémoslo en los más pequeños gestos y en nuestras tareas mínimas, en cada momento de la vida, y sólo así aprenderemos con el Señor a olvidar la noche del pasado, hacia el amanecer que nos espera en el resplandor del mañana.
(Del libro "Familia", Emmanuel, Francisco C. Xavier)
Nota; "Si no fuera por el don del olvido que envuelve la cuna de la tierra, el odio viviría eternizado transformando la Tierra en un purgatorio angustiado y terrible, donde no haríamos más que llorar y lamentarnos, acusar y gemir ..."
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Bresolín Vieira -
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Paradigma médico-espírita, puntos de intersección entre Medicina y Espiritismo
En 1859, Allan Kardec, el Codificador de la Doctrina Espírita, en el preámbulo de su libro ¿Qué Es el Espiritismo? (Qu’est-ce que le Spiritisme?) afirmó: «El Espiritismo es una ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los Espíritus, así como de sus relaciones con el mundo corporal». Más tarde, en noviembre de 1868, hablando a la Sociedad Espírita de París, el Codificador presentó un resumen de la Religión Espírita, del cual destacamos los siguientes tópicos: «Creer en un Dios todopoderoso, soberanamente justo y bueno; creer en el alma y en su inmortalidad; en la preexistencia del alma como única justificativa del presente; en la pluralidad de las existencias como medio de expiación, de reparación y de adelanto intelectual y moral; en la perfectibilidad de los seres más imperfectos; en la equitativa recompensa del bien y del mal, conforme el principio: a cada uno según sus obras; en la igualdad de la justicia para todos, sin excepción, (...); en el libre arbitrio del hombre, que le deja siempre la elección entre el bien y el mal; creer en la continuidad de las relaciones entre el mundo visible y el mundo invisible; en la solidaridad que religa a todos los seres pasados, presentes y futuros, encarnados y desencarnados; considerar la vida terrestre como transitoria y una de las fases de la vida del Espíritu, que es eterno; aceptar con coraje las pruebas, en vista del futuro más envidiable que el presente; practicar la caridad en pensamientos, palabras y obras en la más amplia acepción de la palabra; esforzarse, cada día, para ser mejor que en la víspera, extirpando alguna imperfección de su alma; someter todas las creencias al control del libre examen y de la razón y no aceptar nada por fe ciega; respetar todas las creencias sinceras, por más irracionales que nos parezcan, y no violentar la conciencia de nadie; ver, en fin, en los descubrimientos de la ciencia la revelación de las leyes de la naturaleza, que son las leyes de Dios: es el Credo, la religión del Espiritismo, religión que se puede conciliar con todos los cultos, esto es, con todas las formas de adorar a Dios (1) Esta amplia apertura de ideas, esta visión ecuménica ampliada, penetra en toda la producción intelectual y moral de Allan Kardec, reflejando su sintonía con las enseñanzas reveladas por los Espíritus Superiores e, igualmente, la influencia benéfica que recibió de Pestalozzi, durante su formación educacional, en Yverdun, en Suiza, en las primeras décadas del siglo XIX. El Codificador nos dejó una herencia que no debe ser olvidada: el respeto por la Ciencia y el verdadero sentido de la Religión, tal como aprendió con su maestro Pestalozzi y sedimentado en el contacto con el Más Allá: «El Espiritismo y la Ciencia se complementan uno al otro; la Ciencia sin el Espiritismo, no puede explicar ciertos fenómenos sólo con las leyes de la materia; el Espiritismo, sin la Ciencia, le faltaría apoyo y control» (2). Revelando la existencia del Espíritu, uno de los elementos constitutivos del Universo, y la interactividad constante y permanente entre la humanidad encarnada y la desencarnada, el Espiritismo «toca forzosamente en la mayor parte de las ciencias» (3), desvelando una nueva visión de la realidad, que incluye la de un nuevo ser humano. Y sus principios han revelado en perfecta consonancia con los nuevos paradigmas de la Ciencia, sobretodo, con los extraordinarios avances de la física cuántica. Fritjof Capra, ilustre físico y humanista, resalta, en su libro, El Punto de Mutación, la necesidad de una nueva visión de la realidad, construida a partir de un modelo que se base «en la conciencia del estado de interrelación e interdependencia esencial de todos los fenómenos –físicos, biológicos, sociales y culturales». Según cree, «esta visión trasciende las actuales fronteras disciplinares y conceptuales y tendrá que ser explorada en el ámbito de nuevas instituciones» (4)
La Medicina del futuro, propuesta por Capra, requiere muchos cambios en el paradigma vigente, una vez que adoptará la Asistencia Holística a la Salud, considerando los procesos mórbidos como esencialmente mentales, la enfermedad como un desequilibrio que ocurre frecuentemente por una falta de integración que se puede manifestar en varios niveles del organismo, genera síntomas de naturaleza física, psicológica y social. Esa visión integral del ser humano empezó, para la Medicina Occidental, con Hipócrates, en la Escuela de Cós, que consideraba la salud como un estado de equilibrio entre influjos ambientales, modos de vida y varios componentes de la naturaleza humana, entre los cuales los humores y las pasiones, entendiéndose el equilibrio de los humores como armonía química y hormonal y las pasiones como interdependencias mente/cuerpo. Tenía en cuenta también el poder curativo de la naturaleza que correspondía a las fuerzas curativas inherentes a los organismos vivos; el médico debería ayudar a esas fuerzas naturales, creando condiciones favorables al proceso de curación.
En los dos últimos siglos, sin embargo, la Medicina profundizó su distanciamiento de esa visión integral del hombre, y sólo recientemente, a partir de la década de los 70, observamos la tentativa de rescate de la Medicina Espiritual, en algunas instituciones aisladas. El Espiritismo contribuyó para el retorno de esos conceptos más amplios. Con él, hubo insistencia en el tema de la supervivencia del alma, en la posibilidad de que esta se comunicara con el hombre; se dio la experimentación y la comprobación de los fenómenos mediúmnicos, que evidenciaron la intervención del Más Allá, llevando no sólo un grupo de sabios a lidiar sobre los fenómenos con el fin de comprobarlos, sino también induciendo a los estudiosos a tener en cuenta la existencia del ser espiritual en el fenómeno humano, descartando la hegemonía de la materia en la explicación del comportamiento del ser humano. Como reconoció Charles Richet, fue la insistencia de Allan Kardec que llamó la atención de los sabios hacia los fenómenos paranormales. Pero el mismo Kardec resaltó que muchos fenómenos podrían ser producidos por el propio psiquismo del sensitivo, reconociendo así la posibilidad de su influencia sobre el propio cuerpo físico. La visión espírita de la salud es holística: todos los procesos mórbidos son esencialmente mentales, comandados por el Espíritu y todos los fenómenos – físicos, biológicos, sociales, culturales y espirituales – ejercen influencia sobre él, que los metaboliza e integra. Según esta visión «salud es la perfecta armonía del alma» (5); constituye, por tanto, una adquisición lenta y gradual del Ser, en la medida que progresa en conocimiento y amor, con el concurso de las experiencias recogidas en las vidas sucesivas. En esta ocasión, detallaremos, inicialmente, los principios espíritas, tanto los revelados, en el siglo XIX, en Francia, y reunidos en libros de la Codificación, por Allan Kardec, sobre los complementos de esta Revelación, canalizados de la Esfera extrafísica hacia la Tierra, por el médium Francisco Cándido Xavier, en Brasil, en el siglo XX. Con eso, esperamos esbozar la visión espírita del hombre integral – El Ser bio-psico-socio-espiritual - ; seguidamente, procuraremos analizar las Perspectivas de la Salud en el siglo XXI, a la luz de ese Paradigma. En este ejercicio, buscamos amparo en la reflexión de San Agustín: «La Fe busca, el intelecto encuentra» (6). Aunque la Ciencia no tenga por norma admitir o consultar, directamente, las veredas abiertas por la fe, ella se ha apoyado en ellas para avanzar, una vez que las teorías revolucionarias de muchos de sus genios, que cambiaron el rumbo de la vida planetaria, se han originado en los flashes de la inspiración, como bien reconoció Albert Einstein, en el prefacio del libro de Max Planck, ¿A dónde va la Ciencia?: «Así, la labor suprema del físico es el descubrimiento de las leyes elementares más generales, a partir de las cuales puede ser deducida lógicamente la imagen del mundo. Pero no existe un camino lógico para el descubrimiento de esas leyes elementares. Existe, únicamente, la vía de la intuición, ayudada por un sentido para el orden, que permanece por detrás de las apariencias, y este Einfuehlung se desarrolla a través de la experiencia». (7) También Emmanuel Kant, como recordó Jeffrey Mishlove (8), sustenta que es a través de la intuición que «nosotros construimos y mantenemos los elementos básicos de nuestro mundo – nuestro sentido de espacio y tiempo, de identidad, de veracidad de las cosas, nuestro sentido de belleza y bondad. La intuición, derivada de la estructura verdadera o esencia de nuestras mentes, es vista en filosofía como siendo prioritaria a toda percepción y racionalidad». Así ha sido a lo largo de la historia humana, aunque viciando de forma oculta, los caminos de la fe, que se confunden con los de la intuición, han determinado el desarrollo y la evolución de todos los seres. Y ha sido así porque la intuición es esta vía secreta, de límites indefinibles e inabordables, que liga el Creador a la criatura, la «crisálida de la conciencia» a la Sublime Conciencia del Universo. Creemos que las revelaciones proporcionadas por el Espiritismo son zanjas innovadoras, abiertas por la fenomenología espírita, por encima de las cuales, la Ciencia transitará, algunas hoy, más mañana, construyendo las largas avenidas del progreso, con las cuales se beneficiará toda la humanidad.
La Doctrina Espírita está en las bases y se constituye en una explicación coherente de los fenómenos y de la vida espiritual. Tenemos la convicción de ello. En nuestros estudios e investigaciones, no perdemos de vista, sin embargo, la recomendación de Allan Kardec: «El Espiritismo camina junto al progreso, y jamás será sobrepasado, porque si nuevos descubrimientos comprobaran que él está equivocado en un determinado punto, él lo modificará; si una nueva verdad se revelara, él la aceptará».
Dra. Marlene Nobre
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