INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Reflexión: Tiempos de crisis
2.- El principal escollo de los médiums principiantes
3.- La crisis de la muerte: Relato de un desencarnado
4.- Los anhelos de Francisco Cándido Xavier que hoy hacemos nuestros
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REFLEXIÓN " TIEMPOS DE CRISIS"
Las raíces de la crisis vienen ya de años, incluso por siglos y siglos atrás y milenios.
El ciclo del miedo, en el que nos encontramos plenamente involucrados, políticos, teólogos, religiosos, científicos, empresarios, la misma tecnología, empoderamiento de nuestros egos, de nuestra falta de empatía, la arrogancia y el poco conocimiento del ser. Todos debemos hacer un "MEA CULPA"
A la luz de estos hechos, habría que empezar a reflexionar sobre algunos temas, que por cierto están ausentes de la información que nos llega todos los días. Hay bombardeos exagerados por un lado, por otro se ocultan evidencias. Las culpas vienen por todos lados, la desorganización en los frentes gubernamentales, luego en las instituciones, organizaciones y así también en los núcleos familiares. Muchas mentiras, mucha hipocresía, donde en que se involucran una seguidilla de situaciones que no llegan a un fin.
Se podrían terminar, pero hay prejuicios y hay malas voluntades. que impiden ese proceso. Hay intereses de por medio. (PODER Y RIQUEZAS)
La crisis según Albert Einstein-
“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede suceder a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones....>>
Hay algo de cierto en esto, nosotros debemos tratar de centrarnos en intentar empezar a ver nuestras habilidades, no somos genios como Einstein, pero tenemos habilidades, nadie nació inútil, todos tenemos una capacidad de hacer algo por nuestra vida., que luego le sirva de ejemplo a los demás.
Primero desconcentrarnos del bombardeo de las noticias , que por cierto hay cosas injustas que suceden. quizás hayan por ahi muchos Ghandis que intenten liberarnos de estas situaciones. Pero mientras tanto nosotros empezar a buscar soluciones y hacer cambios desde nuestro interior, cambios de hábitos, de costumbres, de estrategias de vida, de solidarizar con el caído, con el débil o sufriente, etc. No hacer gastos innecesarios, no hacer un des-balance con nuestras acciones, ni criticas excesivas, ni falta de empatía y empecemos a promover la igualdad en pequeñas sociedades o núcleos familiares. Si estamos solos , no suframos esa soledad, aprendamos a convivir con el entorno, Dios nos enseña a vivir en comunidad, para que creemos una sociedad digna y amable. cordial y solidaria. NO SOMOS MEJOR NI PEOR QUE LOS DEMÁS, todos somos aprendices en esta vida, aun los mas letrados y los mas famosos. LA PERFECCIÓN NO ES DE ESTE MUNDO.
Vamos en vías de nuestra mejora moral y espiritual.
Debemos re-inventarnos, con nuevas conductas.
- Susana Gómez-
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EL PRINCIPAL ESCOLLO DE LOS MÉDIUMS PRINCIPIANTES
El escollo de la mayor parte de los mediums principiantes está en tener comunicaciones con Espíritus inferiores y deben tenerse por dichosos cuando sólo son Espíritus ligeros.-Toda su atención debe fijarse en no dejarles tomar pie, porque una vez han echado el áncora no siempre es fácil desembarazarse de ellos. Este punto es tan capital, sobre todo al principio, que sin las precauciones necesarias puede perderse el fruto de las más bellas facultades.
Lo primero que debe hacerse es ponerse con una fe sincera bajo la protección de Dios y reclamar la asistencia del ángel de la guarda; éste es siempre bueno, mientras que los Espíritus familiares, simpatizando con las buenas o las malas cualidades del médium, pueden ser ligeros y también malos. Después es preciso dedicarse con cuidado escrupuloso a reconocer por todos los indicios que suministra la experiencia, la naturaleza de los primeros Espíritus que se comunican, y de los cuales es siempre prudente desconfiar. Si estos indicios son sospechosos, debe hacerse una evocación ferviente al Ángel de la guarda, y rechazar con todas sus fuerzas al Espíritu malo, probándole que uno no es un juguete, a fin de desanimarle. Por esto es indispensable el previo estudio de la teoría si se quiere evitar los inconvenientes inseparables de la inexperiencia; sobre este asunto se encontrarán instrucciones muy extensas en los capítulos de la Obsesión y de la identidad de los Espíritus.
Limitándonos ahora a decir que además del lenguaje se pueden tener como pruebas
( infalibles)de la inferioridad de los Espíritus, todos los signos, figuras, emblemas inútiles o pueriles, toda escritura extravagante, truncada y torcida con intención, de dimensiones exageradas o afectando formas ridículas e inusitadas; la escritura puede ser muy mala , aun poco legible, lo que depende más bien del médium que del Espíritu, sin tener nada de insólito. hemos visto mediums de tal modo engañados, que medían la superioridad de los Espíritus por la dimensión de los caracteres, dando gran importancia a las letras de molde como caracteres de imprenta, puerilidad evidentemente incompatible con una superioridad real.
Es muy importante no caer sin quererlo bajo la dependencia de los Espíritus malos, pero lo es más aun hacerlo voluntariamente, y es preciso evitar que un deseo inmoderado de escribir haga creer que es indiferente el dirigirse al primero que se presenta, del que se podrá desembarazar más tarde, si no conviene, porque nadie pide asistencia a un mal Espíritu impunemente, pues que éste hace pagar caros sus servicios. Algunas personas, impacientes por ver desarrollarse en ellas la facultad medianimica, demasiado lenta a su parecer, han tenido la idea de llamar en su ayuda a un Espíritu cualquiera, aunque fuese malo, contando con poderlo despedir en seguida. Muchos han sido servidos a su gusto y han escrito inmediatamente; pero el Espíritu, haciendo poco caso de que le llamasen porque no podía escribir, no ha sido tan dócil en irse como en presentarse. Conocemos algunos que han sido castigados con obsesiones de años y de todas clases, por las más ridículas sofisticaciones, por una fascinación tenaz y aun por desgracias materiales, y las crueles decepciones por creerse bastantes fuertes para alejarles cuando quisieran. El Espíritu se muestra, desde luego, abiertamente malvado , después hipócrita a fin de hacer creer o en su conversión o en la pretendida potencia del subyugado, para echarle a su voluntad.
( infalibles)de la inferioridad de los Espíritus, todos los signos, figuras, emblemas inútiles o pueriles, toda escritura extravagante, truncada y torcida con intención, de dimensiones exageradas o afectando formas ridículas e inusitadas; la escritura puede ser muy mala , aun poco legible, lo que depende más bien del médium que del Espíritu, sin tener nada de insólito. hemos visto mediums de tal modo engañados, que medían la superioridad de los Espíritus por la dimensión de los caracteres, dando gran importancia a las letras de molde como caracteres de imprenta, puerilidad evidentemente incompatible con una superioridad real.
Es muy importante no caer sin quererlo bajo la dependencia de los Espíritus malos, pero lo es más aun hacerlo voluntariamente, y es preciso evitar que un deseo inmoderado de escribir haga creer que es indiferente el dirigirse al primero que se presenta, del que se podrá desembarazar más tarde, si no conviene, porque nadie pide asistencia a un mal Espíritu impunemente, pues que éste hace pagar caros sus servicios. Algunas personas, impacientes por ver desarrollarse en ellas la facultad medianimica, demasiado lenta a su parecer, han tenido la idea de llamar en su ayuda a un Espíritu cualquiera, aunque fuese malo, contando con poderlo despedir en seguida. Muchos han sido servidos a su gusto y han escrito inmediatamente; pero el Espíritu, haciendo poco caso de que le llamasen porque no podía escribir, no ha sido tan dócil en irse como en presentarse. Conocemos algunos que han sido castigados con obsesiones de años y de todas clases, por las más ridículas sofisticaciones, por una fascinación tenaz y aun por desgracias materiales, y las crueles decepciones por creerse bastantes fuertes para alejarles cuando quisieran. El Espíritu se muestra, desde luego, abiertamente malvado , después hipócrita a fin de hacer creer o en su conversión o en la pretendida potencia del subyugado, para echarle a su voluntad.
EL LIBRO DE LOS MEDIUMS
ALLAN KARDEC
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LA CRISIS DE LA MUERTE: RELATO DE UN DESENCARNADO
Extraigo este caso de una obra titulada. “Letters and Tracts on Espiritualism”, que contiene los artículos y las monografías publicadas por el judío Edmonds, de 1854 a 1874. Se sabe que Edmonds era un notable medium psicógrafo, parlante y vidente. Algunos meses después de la muerte accidental de su compadre, el judío Peckam, a quien él estimaba mucho, se dio el caso de que Edmonds escribiera un largo mensaje, en el cual su amigo muerto refería las circunstancias de su muerte. Los pasajes siguientes están sacados de dicho mensaje:
Si hubiese podido escoger la forma de desencarnar, ciertamente no hubiese escogido la que el destino me impuso. Aunque ahora en el presente no me quejo de lo que aconteció, dada la naturaleza maravillosa de la nueva existencia que se abrió súbitamente delante de mí.
En el momento de la muerte, reviví como en un panorama, los acontecimientos de toda mi existencia. Todas las escenas, todas las acciones que yo hice pasaron delante de mi vista, como si se hubiesen grabado en mi mente, en fórmulas luminosas. Ni uno solo de mis amigos, desde la infancia hasta la muerte, faltó a la llamada. Cuando me hundí en el mar, llevando en los brazos a mi mujer, se me aparecieron mi padre y mi madre, y fue esta última la que me sacó del agua, haciendo muestra de una energía cuya naturaleza solo ahora comprendo. No recuerdo haber sufrido. Cuando me sumergí en las aguas, no experimenté sensación alguna de miedo, ni siquiera de frío o de asfixia. No me acuerdo de oír el estruendo de las olas quebrando sobre nuestras cabezas.
Me desprendí del cuerpo casi sin darme cuenta y, siempre abrazado a mi mujer, seguí a mi madre que había venido para acogernos y guiarnos. El primer sentimiento triste no me asaltó hasta que no dirigí el pensamiento hacia mi querido hermano, por ello mi madre, sintiendo mi inquietud, me anunció “Tu hermano tampoco tardará mucho en estar con nosotros.” A partir de ese instante toda sensación de tristeza desapareció de mi espíritu. Pensaba en la escena dramática, que acababa de vivir, únicamente con el propósito de socorrer a mis compañeros de desgracia. De inmediato vi que estaban saliendo de las aguas del mismo modo que yo lo estaba. Todos los objetos me parecían tan reales a mí alrededor que, sino hubiese sido por la presencia de tantas personas que sabía muertas, habría corrido al lado de los náufragos. Quise informarte de todo esto a fin de que puedas transmitir una palabra de consuelo a los que imaginan que sus seres amados y que desaparecieron conmigo sufrieron agonías terribles, al verse presas de la muerte. No tengo palabras para describirte la felicidad que sentí cuando vi llegar a mi encuentro, una a una, las personas que más amé en la Tierra acudiendo a darme la bienvenida a las esferas inmortales. No habiendo estado enfermo y no habiendo sufrido, fácil me fue adaptarme inmediatamente a las nuevas condiciones de existencia…
Con esta última observación el Espíritu alude a una circunstancia que concuerda con las informaciones acumuladas, obtenidas sobre el mismo asunto, por gran número de otras entidades mediúmnicas, esto es, que solo en los casos excepcionales de muertes imprevistas, sin sufrimientos y combinadas con estados serenos del alma, es posible que el Espíritu atraviese la crisis de la desencarnación sin tener necesidad de quedar sometido a un período más o menos largo de sueño reparador. Al contrario, en los casos de muerte consecutiva a larga enfermedad, en edad avanzada, o con la inteligencia absorta en preocupaciones mundanas, u oprimida por el terror a la muerte, o, incluso firmemente convencido de su aniquilación, los Espíritus estarían sujetos a un período más o menos largo de inconsciencia. Señalaré que estas observaciones ya se refieren a uno de esos “detalles secundarios” aludidos al principio y en los cuales apreciamos desacuerdos aparentes que, en realidad, se resumen en concordancias reguladas por una ley general, necesariamente manifestada de forma diferente, según la personalidad de los difuntos y las diversas condiciones espirituales al desencarnar.
Es necesario reparar además en el detalle interesante donde el muerto dice haber experimentado la visión panorámica de todos los acontecimientos de su existencia en el momento de morir. Se sabe que este fenómeno es familiar a los psicólogos; por haber sido referido muchas veces por supervivientes de naufragios. Ahora en el caso relatado por el judío Edmond, como en muchos otros casos del mismo género, asistimos al hecho importante de que un muerto afirme haber pasado, a su vez, por la experiencia de visión panorámica, del que tanto hablan los náufragos salvados de la muerte, esto se vuelve teóricamente importante, teniendo en cuenta que el judío Edmond no conocía la existencia de los fenómenos de esta especie, ignorados por los psicólogos de su época. Él, pues, no podría haberse sugestionado en ese sentido, lo que constituye una buena prueba a favor del origen, extraño al médium, del mensaje que se trata. Indicaré finalmente que, en este episodio ocurrido en los primeros tiempos de las manifestaciones mediúmnicas, ya se observan muchos detalles fundamentales, concernientes a los procesos de desencarnación del Espíritu, los cuales serán después constantemente confirmados, en todas las revelaciones del mismo género. Así por ejemplo, el detalle de que el espíritu no percibe, o casi no percibe, que se separase del cuerpo y, todavía menos, que se encontrase en un medio espiritual.
También el otro detalle de que el Espíritu se encuentra con forma humana y está rodeado de un medio terrestre, de pensar que se expresa de viva voz como antes, y percibir, como antes, las palabras de los demás. Señalemos todavía otro detalle: el de encontrar, el Espíritu desencarnado, al llegar al umbral de su nueva existencia, para acogerlo y guiarlo, a otros Espíritus de muertos, que son generalmente sus parientes más próximos, pero que también pueden ser sus más queridos amigos, o los “Espíritus-guías”. Detalle fundamental también este que, como los otros, será confirmado por todas las revelaciones trascendentales sucesivas hasta nuestros días, salvo siempre circunstancias más o menos especiales de muertos moralmente inferiores o degradados, a los cuales la inexorable “ley de afinidad” (ley físico-química irresistible en su poder fatal de atracción entre semejantes) prepararía condiciones de acogida muy diferentes de las que se deparan a los Espíritus evolucionados.
Ernesto Bozzano
Extraído del libro "La crisis de la muerte"
En el momento de la muerte, reviví como en un panorama, los acontecimientos de toda mi existencia. Todas las escenas, todas las acciones que yo hice pasaron delante de mi vista, como si se hubiesen grabado en mi mente, en fórmulas luminosas. Ni uno solo de mis amigos, desde la infancia hasta la muerte, faltó a la llamada. Cuando me hundí en el mar, llevando en los brazos a mi mujer, se me aparecieron mi padre y mi madre, y fue esta última la que me sacó del agua, haciendo muestra de una energía cuya naturaleza solo ahora comprendo. No recuerdo haber sufrido. Cuando me sumergí en las aguas, no experimenté sensación alguna de miedo, ni siquiera de frío o de asfixia. No me acuerdo de oír el estruendo de las olas quebrando sobre nuestras cabezas.
Me desprendí del cuerpo casi sin darme cuenta y, siempre abrazado a mi mujer, seguí a mi madre que había venido para acogernos y guiarnos. El primer sentimiento triste no me asaltó hasta que no dirigí el pensamiento hacia mi querido hermano, por ello mi madre, sintiendo mi inquietud, me anunció “Tu hermano tampoco tardará mucho en estar con nosotros.” A partir de ese instante toda sensación de tristeza desapareció de mi espíritu. Pensaba en la escena dramática, que acababa de vivir, únicamente con el propósito de socorrer a mis compañeros de desgracia. De inmediato vi que estaban saliendo de las aguas del mismo modo que yo lo estaba. Todos los objetos me parecían tan reales a mí alrededor que, sino hubiese sido por la presencia de tantas personas que sabía muertas, habría corrido al lado de los náufragos. Quise informarte de todo esto a fin de que puedas transmitir una palabra de consuelo a los que imaginan que sus seres amados y que desaparecieron conmigo sufrieron agonías terribles, al verse presas de la muerte. No tengo palabras para describirte la felicidad que sentí cuando vi llegar a mi encuentro, una a una, las personas que más amé en la Tierra acudiendo a darme la bienvenida a las esferas inmortales. No habiendo estado enfermo y no habiendo sufrido, fácil me fue adaptarme inmediatamente a las nuevas condiciones de existencia…
Con esta última observación el Espíritu alude a una circunstancia que concuerda con las informaciones acumuladas, obtenidas sobre el mismo asunto, por gran número de otras entidades mediúmnicas, esto es, que solo en los casos excepcionales de muertes imprevistas, sin sufrimientos y combinadas con estados serenos del alma, es posible que el Espíritu atraviese la crisis de la desencarnación sin tener necesidad de quedar sometido a un período más o menos largo de sueño reparador. Al contrario, en los casos de muerte consecutiva a larga enfermedad, en edad avanzada, o con la inteligencia absorta en preocupaciones mundanas, u oprimida por el terror a la muerte, o, incluso firmemente convencido de su aniquilación, los Espíritus estarían sujetos a un período más o menos largo de inconsciencia. Señalaré que estas observaciones ya se refieren a uno de esos “detalles secundarios” aludidos al principio y en los cuales apreciamos desacuerdos aparentes que, en realidad, se resumen en concordancias reguladas por una ley general, necesariamente manifestada de forma diferente, según la personalidad de los difuntos y las diversas condiciones espirituales al desencarnar.
Es necesario reparar además en el detalle interesante donde el muerto dice haber experimentado la visión panorámica de todos los acontecimientos de su existencia en el momento de morir. Se sabe que este fenómeno es familiar a los psicólogos; por haber sido referido muchas veces por supervivientes de naufragios. Ahora en el caso relatado por el judío Edmond, como en muchos otros casos del mismo género, asistimos al hecho importante de que un muerto afirme haber pasado, a su vez, por la experiencia de visión panorámica, del que tanto hablan los náufragos salvados de la muerte, esto se vuelve teóricamente importante, teniendo en cuenta que el judío Edmond no conocía la existencia de los fenómenos de esta especie, ignorados por los psicólogos de su época. Él, pues, no podría haberse sugestionado en ese sentido, lo que constituye una buena prueba a favor del origen, extraño al médium, del mensaje que se trata. Indicaré finalmente que, en este episodio ocurrido en los primeros tiempos de las manifestaciones mediúmnicas, ya se observan muchos detalles fundamentales, concernientes a los procesos de desencarnación del Espíritu, los cuales serán después constantemente confirmados, en todas las revelaciones del mismo género. Así por ejemplo, el detalle de que el espíritu no percibe, o casi no percibe, que se separase del cuerpo y, todavía menos, que se encontrase en un medio espiritual.
También el otro detalle de que el Espíritu se encuentra con forma humana y está rodeado de un medio terrestre, de pensar que se expresa de viva voz como antes, y percibir, como antes, las palabras de los demás. Señalemos todavía otro detalle: el de encontrar, el Espíritu desencarnado, al llegar al umbral de su nueva existencia, para acogerlo y guiarlo, a otros Espíritus de muertos, que son generalmente sus parientes más próximos, pero que también pueden ser sus más queridos amigos, o los “Espíritus-guías”. Detalle fundamental también este que, como los otros, será confirmado por todas las revelaciones trascendentales sucesivas hasta nuestros días, salvo siempre circunstancias más o menos especiales de muertos moralmente inferiores o degradados, a los cuales la inexorable “ley de afinidad” (ley físico-química irresistible en su poder fatal de atracción entre semejantes) prepararía condiciones de acogida muy diferentes de las que se deparan a los Espíritus evolucionados.
Ernesto Bozzano
Extraído del libro "La crisis de la muerte"
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LOS ANHELOS DE FRANCISCO CÁNDIDO XAVIER QUE HOY HACEMOS NUESTROS :
"Si yo fuese alguien; si yo tuviese influencia; si yo tuviese la menor autoridad para hacer esto, yo apenas repetiría para mí mismo y para todos nuestros hermanos en la humanidad de todas las tierras y de todos los idiomas, aquellas palabras de Nuestro Señor Jesús Cristo: "Amaros los unos a los otros como yo os amé", porque el amor es olvido de sí mismo, porque el amor nada pide para sí.
El "amaros unos a otros" fue superado por el "amaros unos a otros como Yo os amé". Amar a alguien o a alguna causa, sin pedir nada, sin esperar pagamento, ni siquiera comprensión de la inteligencia del prójimo, es trabajar por una humanidad más feliz, por un mundo mejor, por la extinción de las guerras y por el incentivo del progreso sobre bases morales convenientes, para que todos nosotros estemos en el mejor lugar posible.
Que podamos ocupar el campo de la vida humana sirviendo al Padre, al Creador, a Nuestro Señor Jesús Cristo y a todos los principios cristianos e incluso a los principios más nobles de otras religiones, para que con respeto mutuo podamos vencer todas las barreras y amar como el amor debe ser consagrado entre nosotros.
- Francisco Cândido Xavier.
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