martes, 30 de enero de 2024

¿ Nos protegen?

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1,.  Resumen básico de la Doctrina Espírita ( 2ª parte de 2 )

2.- La Doctrina secreta

3.- La nueva Humanidad

4.- ¿ Nos protegen?

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 RESUMEN BÁSICO DE LA DOCTRINA ESPÍRITA

( 2ª Parte de 2 partes)

Los Espíritus encarnan siempre en la especie humana y sería erróneo creer que el Alma o Espíritu pueda encarnarse en el cuerpo de un animal.

Las diferentes existencias corporales del Espíritu siempre son progresivas, nunca retrógradas; pero la rapidez del progreso depende de los esfuerzos que hagamos por llegar a la perfección.

Las cualidades del Alma son las mismas que las del Espíritu encarnado en nosotros, de modo que el hombre de bien es encarnación de un Espíritu bueno y el hombre perverso lo es de un Espíritu impuro.

El Alma era individual antes de la encarnación y continúa siéndolo después de separarse del cuerpo.

A su vuelta al Mundo de los Espíritus el Alma encuentra a todos los que conoció en la Tierra y sus existencias anteriores se presentan a su memoria con el recuerdo de todo el bien y de todo el mal que hizo.

El Espíritu encarnado está bajo la influencia de la materia y el hombre que vence semejante influencia por medio de la elevación y purificación de su alma, se aproxima a los Espíritus buenos  con los que se unirá algún día. El que se deja dominar por las malas pasiones y  cifra toda su ventura en la satisfacción de apetitos groseros, se aproxima a los Espíritus impuros, dando predominio a su naturaleza animal.

Los Espíritus encarnados pueblan los diferentes globos del Universo.

Los Espíritus no encarnados o errantes no ocupan una región determinada y circunscrita, sino que están por todas partes, en el espacio y a nuestro lado, viéndonos y codeándose incesantemente con nosotros. Forman una población invisible que se agita a nuestro alrededor.

Los Espíritus ejercen en el mundo moral y hasta en el físico, una acción incesante, obran sobre la materia y el pensamiento y constituyen uno de los poderes de la Naturaleza, causa eficiente de multitud de fenómenos inexplicados o mal explicados hasta ahora, y que solo en el Espiritismo encuentran solución racional.

Las relaciones de los Espíritus con los hombres son constantes. Los Espíritus buenos nos excitan al bien, nos fortalecen en las pruebas de la vida y nos ayudan a sobrellevarlas con valor y resignación. Los Espíritus malos nos incitan al mal y les es placentero vernos sucumbir y equipararnos a ellos.

Las comunicaciones de los Espíritus con los hombres son ocultas u ostensibles. Las  ocultas tienen lugar por la buena o mala influencia que ejercen sobre nosotros sin que lo conozcamos- A nuestro juicio toca distinguir entre las buenas o malas inspiraciones. Las comunicaciones ostensibles se verifican por medio de la escritura, de la palabra o de otras manifestaciones materiales y casi siempre por mediación de los médiums que  sirven de instrumento a los Espíritus.

Los Espíritus se manifiestan espontáneamente o cuando se les evoca. Se les puede evocar a todos, lo mismo a los que fueron hombres oscuros o que fueron ilustres personajes, cualquiera que sea la época en que vivieron; así a los de nuestros parientes y amigos que a los de nuestros enemigos y obtener por comunicados verbales o escritos, consejos y reseñas de su situación de ultratumba, de sus pensamientos respecto a nosotros, como también aquellas revelaciones que les es lícito hacer.

Los Espíritus son atraídos en función de la naturaleza moral del centro que los evoca-Los Superiores se complacen en las reuniones graves donde prevalece el amor al bien y el deseo sincero de instruirse y perfeccionarse. Su presencia ahuyenta a los Espíritus inferiores que encuentran, por el contrario, franco acceso y pueden obrar con entera libertad, en personas frívolas o guiadas solo por la curiosidad, y en donde quiera que reinen malos instintos. Lejos de esperar de estos, buenas advertencias y reseñas útiles, no debe esperarse más que futilezas, mentiras, bromas pesadas y mixtificaciones, porque a veces usurpan nombres venerables para mejor inducir a error.

Es sumamente fácil distinguir los Espíritus buenos de los malos, porque el lenguaje de los Espíritus Superiores es siempre digno, noble e inspirado de la más pura moralidad, despojado de toda pasión baja y porque sus consejos respiran la más profunda sabiduría, teniendo siempre por objeto nuestro perfeccionamiento y el bien de la Humanidad. El de los Espíritus inferiores, por el contrario, es inconsecuente, con frecuencia trivial y hasta grosero. Si a veces dicen cosas buenas y verdaderas, con más frecuencia las dicen falsas y absurdas, por malicia o ignorancia y abusando de la credulidad se divierten a expensas de los que les consultan, dando pábulo a su vanidad y alimentando sus deseos con falsas esperanzas. En resumen, solamente en las reuniones graves en las que todos sus miembros se hallan unidos por una comunidad íntima de pensamientos encaminados al bien, se obtienen comunicaciones graves, en la verdadera acepción de la palabra.

La moral de los Espíritus Superiores se resume, como la de Cristo, en esta máxima evangélica: Hacer a los otros como quisiéramos que a nosotros se nos hiciese, es decir, hacer bien y no mal. En este principio encuentra el hombre la regla universal de conducta para sus más insignificantes acciones.

Nos enseñan que el egoísmo, el orgullo y el sensualismo, son pasiones que nos aproximan a la naturaleza animal, ligándonos a la materia; que el hombre que desde este mundo se desprende de la materia despreciando las humanas futilidades y practicando el amor al prójimo, se aproxima a la naturaleza espiritual; que cada uno debe ser útil con arreglo a las facultades y a los medios que Dios, para probarle, ha puesto a su disposición; que el fuerte y el poderoso deben apoyo y protección al débil, porque el que abusa de su fuerza y poderío para oprimir a su semejante, viola la Ley de Dios.

Nos enseñan, en fin, que en el mundo de los Espíritus, donde nada puede ocultarse, el hipócrita será descubierto y patentizadas todas sus torpezas; que la presencia inevitable y permanente de aquellos con los que nos hemos portado mal, es uno de los castigos que nos están reservados y que al estado de superioridad o inferioridad de los Espíritus son inherentes penas y recompensas desconocidas en la Tierra. 

Pero nos enseñan también que no hay faltas irremisibles que no puedan ser borradas con la expiación. El medio de conseguirlo lo encuentra el Espíritu en las diferentes existencias humanas que le permiten avanzar, según sus deseos y esfuerzos, en el camino de progreso y hacia una perfección que es su objeto final.

Tal es el resumen de la Doctrina Espiritista dada por los Espíritus Superiores.

- Allan Kardec- El Libro de los Espíritus

                                 

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                               LA DOCTRINA SECRETA

¿Cuál es la verdadera doctrina de Cristo? Sus principios esenciales se encuentran claramente enunciados en los Evangelios.- Es la paternidad universal de Dios y la fraternidad de los hombres, con las consecuencias morales que de ahí resultan; es la vida inmortal a todos concedida y que a cada uno permite en sí mismo realizar «el reino de Dios», esto es, la perfección, por el desprendimiento de los bienes materiales, por el perdón de las injurias y el amor al prójimo. Para Jesús, en una sola palabra, toda la religión, toda la filosofía consiste en el amor: "Amad a vuestros enemigos; haced el bien a los que os odian y orad por los que os persiguen y calumnian; para ser hijos de vuestro Padre que está en los cielos, el cual hace salir el sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos e injustos. Porque, si no amáis sino a los que os aman, ¿ qué recompensa debéis tener por eso?" (Mateo, V, 44 y sigts.).

De ese amor el mismo Dios nos da el ejemplo, porque sus brazos están siempre abiertos para el pecador: "Así, vuestro Padre que está en los cielos no quiere que perezca uno solo de esos pequeñitos." El sermón de la montaña resume, en trazos indelebles, las instrucciones populares de Jesús. En él es expresada la ley moral bajo una forma que jamás fue igualada. Los hombres ahí aprenden que no hay más seguros medios de elevación que las virtudes humildes y escondidas.

"Bienaventurados los pobres de espíritu (o sea, los espíritus simples y rectos), porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados. Bienaventurados los que son misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. - Bienaventurados los limpios de corazón, porque esos verán a Dios." (Mateo, V, 1 a 12; Lucas, VI, 20 a 25).

Lo que Jesús quiere no es un culto fastuoso, no es una religión sacerdotal, opulenta de ceremonias y prácticas que sofocan el pensamiento, no; es un culto simple y puro, todo sentimiento, consistiendo en la relación directa, sin intermediario, de la conciencia humana con Dios, que es su Padre: 14 "Es llegado el tiempo en que los verdaderos adoradores han de adorar al Padre en espíritu y verdad, porque ellos, también, serán los que lo adoren. Dios es espíritu, y en espíritu y verdad es que deben adorar los que lo adoran."

El ascetismo es cosa vana, Jesús se limita a orar y a meditar, en los sitios solitarios, en los templos naturales que tienen por columnas las montañas, por cúpula la bóveda de los cielos, y de donde el pensamiento más libremente se eleva al Creador. A los que imaginan salvarse por medio del ayuno y de la abstinencia, dice: "No es lo que entra por la boca lo que mancha al hombre, y sí lo que de ella sale." A los rezadores de largas oraciones: "Vuestro Padre sabe de lo que carecéis, antes de que lo pidáis." El no exige sino la caridad, la bondad, la simplicidad: "No juzguéis y no seréis juzgados. Perdonad y seréis perdonados. Sed misericordiosos como vuestro Padre celeste es misericordioso. Dar es más dulce que recibir". "Aquel que se humilla será exaltado; el que se exalta será humillado". "Que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, a fin de que tu limosna quede en secreto; y entonces tu Padre que ve en el secreto, te la retribuirá".

Y todo se resume en estas palabras de elocuente concisión: "Amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos y sed perfectos como vuestro Padre celeste es perfecto. En eso se encierran toda la ley y los profetas. " Bajo la suave y tierna palabra de Jesús, toda impregnada del sentimiento de la naturaleza, esa doctrina se reviste de un encanto irresistible y penetrante. Ella está saturada de tierna solicitud por los débiles y por los desheredados. Es la glorificación, la exaltación de la pobreza y de la simplicidad. Los bienes materiales nos tornan esclavos; amarran al hombre a la Tierra. La riqueza es un estorbo; impide los vuelos del alma y la retienen lejos del «reino de Dios».. La renuncia, la humildad, desatan esos lazos y facilitan la ascensión hacia la luz. Por eso es que la doctrina evangélica permaneció a través de los siglos como la expresión máxima del espiritualismo, el supremo remedio a los males terrestres, la consolación de las almas afligidas en esta travesía de la vida, sembrada de tantas lágrimas y angustias. Es todavía ella la que hace, a despecho de los elementos extraños que vinieran a mezclársele, toda su grandeza, todo el poder moral del Cristianismo. *

La doctrina secreta iba más lejos. Bajo el velo de las parábolas y de las ficciones, ocultaba concepciones profundas. en lo que se refiere a esa inmortalidad prometida a todos, le definía las formas afirmando la sucesión de las existencias terrestres, en las cuales el alma, reencarnada en nuevos cuerpos, sufriría las consecuencias de sus vidas anteriores y prepararía las condiciones de su destino futuro. Enseñaba la pluralidad de los mundos habitados, las alternancias de vida de cada ser: en el mundo terrestre, en el que reaparece por el nacimiento y en el mundo espiritual, al que regresa por la muerte, cogiendo en uno y otro de esos medios los frutos buenos o malos de su pasado, Enseñaba la íntima ligación y la solidaridad de esos dos mundos y, por consiguiente, la comunicación posible del hombre con los espíritus de los muertos que pueblan el espacio ilimitado. De ahí el amor activo, no solamente por los que sufren en la esfera de la existencia terrestre, mas también por las almas que en torno a nosotros vagan atormentadas por dolorosos recuerdos.. De ahí la dedicación que se deben las dos humanidades, visible e invisible, la ley de fraternidad en la vida y en la muerte, y la celebración de lo que llamaban «los misterios», la comunión por el pensamiento y por el corazón con los que, Espíritus buenos o mediocres, inferiores o elevados, componen ese mundo invisible que nos rodea, y sobre el cual se abren esos dos pórticos por donde todos los seres alternativamente pasan: la cuna y la tumba..
CRISTIANISMO Y ESPIRITISMO
LEÓN DENIS

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LA NUEVA HUMANIDAD


La fraternidad debe ser la piedra angular del nuevo orden social. No obstante, no existe verdadera fraternidad, sólida y efectiva, si no se apoya en una base inquebrantable. Esa base
es la fe, pero no la fe en tales o cuales dogmas particulares, que cambian con los tiempos y según los pueblos, y cuyos partidarios se agreden mutuamente, visto que al anatematizarse unos a otros fomentan el antagonismo. Se trata, por el contrario, de la fe en los principios fundamentales que todos pueden aceptar: Dios, el alma, el porvenir, EL PROGRESO INDIVIDUAL INDEFINIDO, LA PERPETUIDAD DE LAS RELACIONES ENTRE LOS SERES.

Cuando los hombres estén convencidos de que Dios es el mismo para todos; de que ese Dios, soberanamente justo y bueno, no puede querer nada que sea injusto; de que el mal proviene de ellos y no de Él, entonces todos se considerarán hijos del mismo Padre y se tenderán las manos unos a otros.

Esa es la fe que concede el espiritismo, y en lo sucesivo será el eje alrededor del cual se moverá el género humano, sean cuales fueren los cultos y las creencias individuales.

.. El progreso intelectual llevado a cabo hasta el presente en las más vastas proporciones, constituye un gran paso, y señala una primera fase del adelanto de la humanidad; pero por sí solo no tiene posibilidades de regenerarla. Mientras el hombre esté dominado por el orgullo y el egoísmo, se servirá de su inteligencia y de sus conocimientos para satisfacer sus pasiones y sus intereses personales; por ese motivo, los aplica al perfeccionamiento de los medios que le sirven para perjudicar a sus semejantes, y para destruirlos.

19. Sólo el progreso moral puede garantizar a los hombres la felicidad sobre la Tierra, porque pone un freno a las pasiones malas; solamente él podrá hacer que reinen entre ellos la concordia, la paz y la fraternidad.

El progreso moral derribará las barreras que separan a los pueblos, hará que caigan los prejuicios de castas, y acallará los antagonismos entre las sectas, enseñando a los hombres a considerarse hermanos que han sido llamados a auxiliarse mutuamente, en lugar de vivir los unos a costa de los otros.

El progreso moral, secundado por el progreso de la inteligencia, unirá a los hombres en una misma creencia, fundada en las verdades eternas, que no admiten controversias y por eso mismo son aceptadas por todos.

La unidad de creencia será el lazo más fuerte, el fundamento más firme de la fraternidad universal, quebrantado desde siempre por los antagonismos religiosos, que dividen a los pueblos y a las familias, que hacen que los disidentes sean considerados por los otros como enemigos, a quienes se debe evitar, combatir, exterminar, en vez de hermanos a quienes se debe amar.

. Semejante estado de cosas supone un cambio radical en el sentimiento de las masas, un progreso general que no podía llevarse a cabo sin que saliera del círculo de las ideas mezquinas y triviales, que fomentan el egoísmo. En diversas épocas, los hombres selectos han intentado impulsar a la humanidad en esa dirección, pero la humanidad, demasiado joven aún, permaneció sorda, y las enseñanzas que ellos suministraron fueron como la buena simiente que cayó sobre el pedregullo.

  Ahora la humanidad está madura para dirigir su mirada hacia alturas nunca antes vislumbradas, a fin de nutrirse de ideas más amplias, y comprender lo que no había entendido antes.

La generación que desaparece, se llevará consigo sus prejuicios y sus errores; la generación que está surgiendo, bañada en una fuente más pura, imbuida de ideas más saludables,
imprimirá al mundo un movimiento ascendente, en el sentido del progreso moral, que caracterizará la nueva fase de desarrollo de la humanidad.

EL GÉNESIS - ALLAN KARDEC

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                     ¿ NOS PROTEGEN ?

¿Por qué la acción de los Espíritus sobre nuestra vida es oculta y por qué, cuando nos protegen, no lo hacen de una manera ostensible? 

- Si contarais con tal apoyo no obraríais por vosotros mismos, y vuestro propio Espíritu no progresaría. Para que pueda él adelantar necesita experiencia y a menudo es preciso que la adquiera a sus expensas. Es menester que emplee sus fuerzas, sin lo cual sería como un niño al que no permiten que camine solo. La acción de los Espíritus que os quieren está siempre bien regulada, de modo de dejaros ejercer vuestro libre albedrío, por cuanto si no tuvierais responsabilidad no avanzaríais en el camino que debe conduciros hacia Dios.

* Al no ver el hombre a su sostén, se confía en sus propias fuerzas. No obstante, su guía vela por él, y de tiempo en tiempo le advierte que desconfíe del peligro.

EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC


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