sábado, 31 de diciembre de 2022

Propósitos para un Año que comienza

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Anotaciones sobre el trabajo mediúmnico

2.- La cosa más difícil

3.- El poder de la oración




4.- Propósitos para un Año que comienza

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Anotaciones sobre el trabajo mediúmnico.
 Existe un universo a explorar. Hay una Humanidad entera clamando ayuda, esclarecimiento, comprensión y caridad en el llamado mundo espiritual.  Sus dramas y sus angustias no son puramente  individuales.
La organización de un trabajo mediúmnico empieza mucho antes de dar comienzo  a sus tareas propiamente dichas, con el estudio sistemático de las obras básicas, y de las complementarias, de la Doctrina Espirita: las de Allan Kardec, León Denis, Gabriel Delanne, Gustavo Giley, y ciertos escritos de origen mediúmnico, como los de André Luiz. Es necesario poner mucho énfasis  en el estudio  de los escritos  que cuidan el complejo problema de la mediúmnidad, que hace un soporte  indispensable de toda tarea programada. 
Si tenemos disposiciones, podemos comenzar. Y comenzar por el planeamiento y no por la ejecución precipitada y sin preparación.
Multitud de seres que han vivido aquí en la tierra, están allá a la espera de ayuda, no obstante son muy pocos los grupos que se disponen a esa tarea, procurando en si  esa elevación,  progreso, y  conocimiento
La relación con el mundo espiritual se reviste de engañosa simplicidad. Cualquier persona dotada de facultades mediúmnicos, aunque incipientes,  puede establecer contacto con los desencarnados, consciente o inconscientemente, serena  o desordenadamente. Unos lo hacen compulsivamente o con resistencia; otros con espontaneidad; unos con respeto y amor, otros con liviandad e indiferencia; y muchos sin percibir  lo que pasa  o lo que se debe hacer para ordenar un fenómeno que, como tantos otros, es natural, no teniendo nada de místico, fantástico o sobrenatural. Hay que tener un mínimo de preparación, apoyada  en un mínimo de información para tratar con los espíritus. El que trata con los espíritus sin estos requisitos, se arrastra a la mediúmnidad indisciplinada o desequilibrada, y se expone a riesgos  imprevisibles para su equilibrio emocional y orgánico. La práctica  mediúmnica  no debe ser improvisada, pues no perdona la falta de preparación e ignorancia. 
El mundo espiritual está poblado de seres  que fueron hombres y mujeres  como nosotros mismos, encontrándose  en diferentes estados de desarrollo moral. Podemos deducir ese otro mundo, como es el nuestro de aquí, allí, como aquí, encontramos Espíritus  nobles y dotados  de atributos morales avanzados, pero también hay los inferiores que son en gran número, y que se encuentran  en extremos dolorosos del envilecimiento moral , de ignorancia, , de rebeldía, de angustia, de rencor, de venganza.  Son con estos últimos por nuestro estado inferior de evolución con los que generalmente contactamos.
Sin embargo, esto no quiere decir que nos encontremos a merced de los espíritus inferiores, compañeros sublimados siempre velan por nosotros y están siempre dispuestos a ayudarnos, peo no debemos olvidar que ellos no hacen las tareas que nos corresponde hacer a nosotros.
Nunca somos tan pobres de bienes materiales  y espirituales que no podamos donar alguna cosa  al compañero necesitado, sea el pan o la palabra  de consuelo y solidaridad. 
El Espiritismo doctrinario nació de las practicas mediúmnicos, de ellas se nutre y de ellas depende, en gran parte  su futuro desarrollo. El intercambio, entre el mundo espiritual y este, solamente asumió expresión y sentido filosófico después que Kardec ordenó y metodizó los conocimientos adquiridos en el contacto  con nuestros hermanos desencarnados. La practica mediúmnica es, no solo aconsejable, sino indispensable para el futuro de la Humanidad , ya que la ecuación y la solución de grandes inquietudes humanas van  a depender, cada vez más, de la exacta comprensión del mecanismo  de las relaciones entre esos dos mundo, que a fin de cuentas , no son más que uno solo, en planos diferentes.
La propia dinámica de la Doctrina Espirita  exige ese intercambio espiritual, primeramente para que se observe  y estudie el fenómeno de la mediúmnidad, sus grandezas, sus riesgos, las oportunidades de aprendizaje y progreso  que contiene, no solo para el médium, sino también para aquel que asiste a los trabajos y de ellos participa.
En el ejercicio de la mediúmnidad existe riesgo,  de mistificaciones por parte de pobres hermanos carentes de entendimiento. De aceptación de mentiras sutilmente presentadas bajo fascinantes ropajes.  De aflicciones, felizmente pasajeras, causadas por el desfile  de las angustias  de hermanos sufrientes.
EL Espíritu que yerra, invariablemente perjudica a alguien más. Los errores  que cometemos, nos penden  a una cadena de hechos y de seres que se extiende en el tiempo. El drama de un espíritu  nunca es solo suyo. En esta vida, o en las que hemos vividos, anteriormente, siempre hay eslabones  que nos unen a otros seres  y a otros dolores.                                                                                                                                                                                              En los dramas que se asisten  en una reunión mediúmnica, aprendemos a contemplar la transitoriedad el mal, la amarga  decepción del suicida, la crudeza del arrepentimiento de aquel que desperdició su tiempo en la búsqueda ansiosa  de las ilusiones mundanas, la inutilidad de las posiciones humanas, el peso terrible de la vanidad, la tensa expectativa de una nueva amargura en la carne redentora, en la cual el Espíritu queda, por lo menos anestesiado en sus angustias.
Lecciones terribles suministradas con lágrimas y gritos de desesperación por aquellos que asumieron débitos enormes delante de la Ley; lecciones de dulce tranquilidad y de serena humildad de los que ya superaron sus flaquezas i vienen, sin ostentación, solo para mostrar como es el Espíritu de aquel que ya se  venció así mismo, en la milenaria batalla contra sus propias deficiencias. Muchas y variadas lecciones, extenso y profundo aprendizaje  para todos  los que desearon  realmente apresurar los pasos  y acortar el camino que le lleva a Dios.
No es difícil la organización de un grupo mediúmnico, se cuenta  con estudios serios y seguros de orientación doctrinaria al respecto.  Es bueno que el grupo sea pequeño, de preferencia familiar, compuestos de personas que se armonicen perfectamente y que estén interesadas en un trabajo serio y continuo. Que no se deje desanimar por dificultades  o por la aparente insignificancia  de los primeros resultados, ni fanatizar  o fascinar  por pseudo-guias.
Poco a poco, cuando se demuestre la seriedad de los propósitos, los trabajos irán surgiendo, bajo la orientación de Espíritus esclarecidos. A cada buen grupo de seres encarnados dispuesto a la tarea, corresponderá un grupo equivalente de Espíritus, en un intercambio saludable de profundas repercusiones, pues Espiritismo es Doctrina, pero también es practica mediúmnica, y todos nosotros, aunque no lo sospechemos, tenemos compromisos a ejecutar, ajustes a realizar con hermanos que nos aguardan sumergidos en odios e incomprensiones, que se envenenan  a si mismos y a nosotros.
“Lamentar la desgracia – decía Horace Mann – es humano; disminuirla es divino.”
Herminio C. Miranda
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 LA COSA MÁS DIFICIL
 
(Historia pasada con Chico Xavier) 

Tener dentro de sí a la Señora Humildad
Ahí está la prenda mayor y más dificil de obtener.
Callarse cuando alguien nos  ofende.
Silenciar cuando, en medio de los que maldicen, vence la maledicencia
Todo eso es revelador de la luz en el alma.
Y su autor ya tiene a Jesús en su corazón. 
Chico fue ofendido y nada respondió.
Le golpearon en la cara y el puso la otra, no ofreciendo lucha.  
Y el ofensor, sorprendido y hasta arrepentido, exclamó : 
- ¿ Tu eres el mismo Chico, de carne y hueso ?
 ¿ Por qué no devuelves la ofensa ?
— Porque —le respondió Chico- después el sufrimiento vendría doble para mi...

La Señora Humildad, vistiéndole el espíritu, le dio fuerza para resistir e inspiración para traducir la victoria que nos llega cuando tenemos la felicidad de testimoniarla.
El ofensor respira su odio y piensa que sale victorioso.
El ofendido, callándose sufre en el momento para después sentirse con fuerza moral para aconsejar y saberse victorioso con Jesús. 
Y a nuestros oídos llegan las palabras santas del Divino Maestro, cuando ofendido e incomprendido sufrió el mayor de los martirios: ¡ YO VENCÍ AL MUNDO PORQUE FUÍ Y SOY AMOR !

Chico Xavier 
Espiritualidad Mayor.
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                   "EL PODER DE LA ORACION"

- Anécdota de Divaldo Pereira Franco -

Nunca olvidaré que un día leí en un periódico sobre un suicidio terrible, que me impactó: un hombre se tiró sobre las vías del tren, bajo los bajones de la locomotora y fue triturado. Y el periódico, con todos los detalles, contaba la tragedia, diciendo que era un padre con diez hijos, un modesto trabajador.
Aquello me impresionó tanto, que decidí orar por ese hombre.
Tengo un pequeño cuaderno para anotar el nombre de personas necesitadas. Y voy orando por ellas y, de vez en cuando, digo: si este ya evolucionó, voy a dar su lugar para otro; no puedo hacer más.
Así que, puse el nombre en mi cuaderno de oraciones especiales – las oraciones que hago de madrugada. Desde mi ventana veo una estrella y acompaño su ciclo; entonces, me quedo orando, miro hacia ella, conversando. Somos muy amigos, desde hace ya muchos años. Ella es paciente, siempre aparece en el mismo lugar y desaparece en el otro.
Empecé a orar por ese hombre desconocido. Hacía mi oración, intercedía, me ponía en la piel de abogado, y decía: Jesús mío, quien se mata (como decía mi madre) “no está en su sano juicio”. Verás que él no se quiso matar; fueron las circunstancias. Oraba y pedía, dedicándole más de cinco minutos (yo tengo una lista muy larga), pero ese era especial.
Pasaron casi quince años y yo continuaba orando por él diariamente, donde quiera que estuviera.
Un día, tuve un problema que me hizo sufrir mucho. Esa noche llegué a la ventana para conversar con mi estrella y no pude orar. No estaba en condiciones de interceder por los demás. Me encontraba con muchas ganas de llorar; pero, me es difícil que lo haga hacia fuera, aprendí a llorar por dentro. Me quedo afligido, experimento el dolor, y las lágrimas no me salen. (Tengo una gran envidia de quien llora con aquellas enormes lágrimas, voluminosas, que yo no consigo verter).
En pocos momentos la emoción me fue invadiendo y, cuando me quise dar cuenta, lloraba.
En ese intervalo, entró un Espíritu y me preguntó:
- ¿Por qué lloras?
- Ah! Mi hermano – respondí – hoy estoy con muchas ganas de llorar, porque sufro un grave problema y, como no tengo a quien quejarme, ya que vivo para consolar a los demás, no les puedo contar mis sufrimientos. Además, no tengo ese derecho, aprendí a no reclamar y no me estoy quejando.
El Espíritu dijo:
- Divaldo, y si yo te pidiera que no llorases, ¿ qué harías?
- Hoy no me lo pidas. Porque es el único día que conseguí hacerlo. ¡Déjame llorar!
- No lo hagas – pidió. Si tú lloras yo también lloraré mucho.
- Pero, ¿por qué vas a llorar tú ? – le pregunté.
- Porque te aprecio mucho. Te amo mucho y amo por amor.
Como es natural, me quedé muy contento con lo que él me decía.
- Tu me inspiras mucha ternura – prosiguió- y te amo por gratitud. Hace muchos años, me tiré bajo las ruedas de un tren. Y no tengo como definir la sensación de la eterna tragedia. Escuchaba el tren pitar, lo veía crecer a mi encuentro y sentía las ruedas triturándome, sin terminar nunca y sin morir nunca. Cuando acababa de pasar, cuando iba a respirar, escuchaba el pito y empezaba todo otra vez, eternamente. Hasta que un día escuché a alguien llamarme por mi nombre. Lo hizo con tanto amor, que aquello me alivió por un segundo, pues el sufrimiento volvía. Mas tarde, nuevamente, escuché a alguien llamarme. Empecé a tener espacios en que alguien me llamaba, y yo conseguía respirar, para aguantar aquel morir que nunca moría y no te se decir el tiempo que pasó. Creo que pasó mucho tiempo, hasta el momento en que dejé de escuchar el pito del tren, para escuchar a la persona que me llamaba. Me di cuenta, entonces, que la muerte no me mató y que alguien pedía a Dios por mí. Me acordé de Dios, de mi madre, que ya había muerto. Empecé a pensar en que no tenía el derecho de haber hecho aquello, empecé a escuchar a alguien decir: “El no lo hizo por mal. El no quiso matarse.” Hasta que un día esta fuerza tan grande me atrajo; ahí te vi a ti en esta ventana, llamándome.
- Pregunté – continuó el Espíritu – ¿ quién es? ¿Quién está pidiendo a Dios por mí, con tanto cariño, con tanta misericordia? Mamá se me apareció y me aclaró:
- Es un alma que ora por los desgraciados.
- Me conmoví, lloré mucho y a partir de ese día empecé a venir aquí, siempre que tú me llamabas por mi nombre.
(Noté que nunca lo vi, por las diferencias vibratorias)
- Cuando adquirí total conciencia – continuó diciendo – ya habían pasado más de catorce años. Me acordé de mi familia y fui a mi casa. Encontré a mi esposa blasfemando, injuriándome:         “- Aquel desgraciado desertó, reduciéndonos a la más terrible miseria. Mi hija, hoy, es una perdida, porque no tuvo comida ni paz y se vendió. Mi hijo es un bandido, porque tuvo un padre egoísta, que se mató para no enfrentar la responsabilidad.
Dejándonos, nos redujo a este estado."

Sentí su terrible odio. Después, fui atraído hacia mi hija, en uno de estos miserables lugares, donde ella estaba expuesta como mercadería. Luego fui a visitar a mi hijo en la cárcel.
- Divaldo – me dijo emocionado – ahí empecé a sumar a los “dolores físicos” el dolor moral, del daño que mi suicidio trajo. Porque el suicida no responde sólo por el gesto, por el acto de autodestrucción, sino, también, por toda una onda de efectos que resultan de su insensato acto, siendo todo esto puesto en su débito en la ley de responsabilidades. Aparte de ti, nadie más oraba, nadie tenía duelo por mi, sólo tu, un extraño. Entonces hoy, que tú estás sufriendo, vengo a pedir: en nombre de todos nosotros, los infelices, ¡que no sufras! Porque si tu te entristeces, ¿ qué será de nosotros, los que estamos permanentemente tristes? Si tú ahora lloras, ¿ qué será de nosotros, que estamos aprendiendo a sonreír con tu alegría? No tienes derecho a sufrir, por lo menos por nosotros, y por amor a nosotros, no sufras más.
Se acercó a mí, me dio un abrazo, recostó su cabeza en mi hombro y lloró lentamente. Lloró con dolor.
Igualmente emocionado, le dije:
- Perdóname, pero no esperaba conmoverte.
- Son lágrimas de felicidad- me dijo. Por primera vez, soy feliz, porque ahora me puedo rehabilitar. Estoy aprendiendo a consolar a alguien. Y la primera persona a quien consuelo eres tú.

( Anécdota  personal relatada por  Divaldo Pereira Franco)

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PROPÓSITOS PARA UN AÑO                  
             QUE COMIENZA
    
    Queridos amigos y hermanos: Ya hemos llegado al final de una etapa en la vida, con  lo bueno y lo malo que nos ha sucedido durante el año concluido. Es hora de hacer balance de lo que hemos avanzado en el camino de nuestro mejoramiento personal, o por el contrario, de comprender en que cosas nos hemos equivocado o nos hemos estancado. Es hora de comprender de qué nos ha servido en nuestra existencia el año transcurrido.
    Conscientes de ello, la experiencia nos deberá aportar valiosas lecciones para poder seguir creciendo durante esta nueva aventura de la vida que comienza ahora, con el nuevo año,  como una nueva etapa en la que deberemos seguir sembrando con acciones nuestro futuro y durante la que recogeremos también parte de la cosecha de lo sembrado hasta ahora. Ya sabéis que la siembra es libre, pero la cosecha es obligatoria.
   No dejemos pasar la vida estancados en los asuntos materiales; estos hay que atenderlos necesariamente, pero el fundamento de la existencia no es otro que el de la evolución y mejora espiritual.
    Cada día nuevo que amanezca, será una nueva oportunidad de crecer como personas y como espíritus, por lo que cada día debemos agradecer al Padre el que nos amanezca, dispuestos a hacer algo por los demás y por nosotros mismos. No  dejemos pasar la vida sin hacer nada por nosotros mismos en cuanto a nuestra mejora, Cada uno que aproveche las ocasiones que se le presenten para esforzarse en aprender y mejorar haciendo algo positivo por los demás.
     Es muy probable y muy normal, que muchas veces no sepamos responder mejor ante situaciones imprevistas, y cometamos errores que luego comprendamos en el fondo que lo han sido. No nos desanimemos por ello porque sabéis que Dios es un Padre que nos da a cada uno tantas oportunidades como necesitemos para mejorar y adelantar en el complicado y duro camino de la evolución espiritual. Y esas oportunidades nos las da cada día que vivimos, y aun después de esta vida. Ese es precisamente el sentido de la Reencarnación del Espíritu. 
     La vida no es solo divertirse, o viajar, o descansar siempre; no, todo eso lo debemos considerar como bendiciones del Padre, pero no es el propósito fundamental de la existencia. Este propósito no es otro que el progreso; y el progreso es el avance; pero avance ¿hacia dónde?; hacia una mejora espiritual diaria por unos valores morales  que deberemos ir conquistando mediante el propósito y el esfuerzo personal, dándonos a los demás en toda ocasión que tengamos, y comprendiendo o analizando nuestro sentir íntimo a cada paso, para verificar cuales son los defectos y lacras del Espíritu que aún portamos y que nos entorpecen o dificultan el avance hacia una perfección ilimitada, pero posible y real, rectificando donde haya que rectificar o corregir; no olvidemos que todavía tenemos todos muchos defectos humanos y espirituales. Ese es el fundamento de la vida.
   Es necesario que atendamos la salud de nuestro cuerpo material y lo cuidemos todo cuanto sea posible, pero consideremos que nuestro cuerpo carnal solamente es temporal, finalmente lo perderemos en la Tierra y luego continuaremos existiendo como seres espirituales con un cuerpo o envoltura periespiritual, de modo que ese ser espiritual que somos todos,  vamos a seguir existiendo siempre y ese ser (nuestro espíritu),es el que realmente debemos de cuidar y hacerlo crecer más cada día.
   Os deseo de corazón a todos,  ese progreso y adelanto de que os hablo, como me lo deseo a mí mismo.
   Por último, recordaros que este año hemos celebrado la Navidad y el año nuevo con alegría y más o menos salud, pero no sabemos si será el último que podamos celebrar en esta existencia actual, porque nadie conocemos el día ni la hora en que llegará el punto final de cada uno en esta existencia; por eso, celebremos en adelante cada fiesta como si fuese la última. Alguna vez habremos acertado....
    Sin más, recibís todos el afecto sincero de este amigo y hermano que siempre estará a vuestro servicio:
- José Luis Martín-
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