INQUIETUDES ESPÍRITAS
1,.Para la evolución del Espíritu, ¿ qué es mejor, ser rico o ser pobre?
2.- Influencia moral de los médiums
3.- No dejar nada por cumplir y saldar
4.- Los médiums involuntarios o naturales
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Para la evolución del Espíritu, ¿Es
mejor ser rico o pobre?
El Ser a lo
largo de su andadura evolutiva, debe experimentar en este mundo indistintamente
toda clase de situaciones humanas, incluidas las que se viven como ricos o
poderosos, así como las de personas pobres en vidas de miseria. Estas
experiencias al Espíritu le son
necesarias para conquistar un más amplio desarrollo de sus facultades, por lo
que entre los seres humanos ambas situaciones, de riqueza y de pobreza, se
deben considerar como transitorias o accidentales, sabiendo que si se aprovechan debidamente podrían tener
que experimentarse tan solo en una existencia humana, aunque generalmente no
suele ser así, pues en ambos casos ambas
situaciones son igualmente necesarias como difíciles de superar con éxito,
sobre todo la de la riqueza. De aquí se comprende que los Seres humanos no
nos debiéramos apegar a nada material, porque nada material nos vamos a llevar
de este mundo después de la muerte del
cuerpo, ni tampoco debiéramos dar demasiada importancia a las cosas de este
mundo, en donde todo es transitorio y pasajero.
Es de tener en cuenta que en casi todos los casos extremos de pobreza o de riqueza, cuando no lo son desde el nacimiento, intervienen por lo general los factores del esfuerzo de unos o de la desidia de otros,
La prueba de la pobreza la afronta mejor el Espíritu deseoso de
progresar y de adquirir las virtudes necesarias para su ascenso moral,
porque esta situación humana. que sin
duda es dura y difícil, facilita el
desarrollo de la humildad, de la abnegación, de la constancia y de la
solidaridad. Sin embargo, aunque parezca
menos arriesgada para el éxito de la misión del Espíritu en la vida, es
de tener en cuenta que también ofrece graves
riesgos, como pueden ser el de la
envidia, los celos, la
desesperación, el suicidio, etc.
- Jose Luis Martín-
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INFLUENCIA
MORAL DE LOS MEDIUMS
227. Si el médium, desde el punto de vista de la ejecución, sólo es un instrumento, ejerce con relación a la moral una gran influencia. Puesto que para comunicarse el Espíritu extraño se identifica con el Espíritu del médium, esta identificación no puede tener lugar sino cuando entre los dos hay simpatía y, sí puede decirse así, afinidad. El alma ejerce sobre el Espíritu extraño una especie de atracción o de repulsión, según el grado de su semejanza o diferencia; así, pues, los buenos tienen afinidad por los Buenos y los malos por los malos; de donde se sigue que las cualidades morales del médium tienen una influencia capital sobre la naturaleza de los Espíritus que se comunican por su intermediario.
Si es
vicioso, los Espíritus inferiores vienen a agruparse a su alrededor y están
siempre prontos para tomar el puesto de los buenos que se han llamado. Las
cualidades que atraen con preferencia a los buenos Espíritus son: la bondad, la
benevolencia, la sencillez de corazón, el amor al prójimo, el desprendimiento
de las cosas materiales; los defectos que les alejan son: el orgullo, el
egoísmo, la envidia, los celos, la ira, la ambición, la sensualidad y todas las
pasiones por las cuales el hombre se une a la materia.
228.
Todas las imperfecciones morales son otras tantas puertas abiertas que dan
entrada a los malos Espíritus, pero lo que ellos explotan con más habilidad es
el orgullo, porque es el que menos deja conocerse a sí mismo; el orgullo ha
perdido a muchos médiums dotados de las más bellas facultades, y que, sin esto,
hubieran podido ser sujetos notables y muy útiles; mientras que, habiendo sido
presa de Espíritus mentirosos, sus facultades se han pervertido en primer
lugar, después aniquilado, y más de uno se ha visto humillado por las más
amargas decepciones.
El
orgullo se traduce en los médiums por señales no equívocas sobre las cuales es
tanto más necesario el llamar la atención como que es una de las extravagancias
que deben inspirar desconfianza sobre la veracidad de sus comunicaciones. En
primer lugar es una confianza ciega en la superioridad de estas mismas
comunicaciones y en la infalibilidad del Espíritu que se los da; de aquí dimana
cierto desdén por todo lo que no viene de ellos por que se creen el privilegio
de la verdad. El prestigio de los grandes nombres con los cuales se adornan los
espíritus para justificar que les protegen, les ofusca, y como su amor propio
sufriría confesando que son engañados, rechazan toda clase de consejos; los
evitan aun alejándose de sus amigos y de cualquiera que pudiese abrirles los
ojos; si son condescendientes en escucharles, no hacen caso de sus avisos,
porque dudar de la superioridad de su Espíritu, es casi una profanación. Se
ofuscan por la menor contradicción, por una simple observación crítica, y,
algunas veces llegan hasta aborrecer a las personas que les han hecho favores.
Merced a este aislamiento provocado por los Espíritus que no quieren tener
contradictores, éstos están satisfechos con entretenerles en sus ilusiones; de
este modo les hacen aceptar a su gusto los más grandes absurdos por cosas
sublimes. Así, pues, confianza absoluta en la superioridad de lo que obtienen,
desprecio de lo que no viene de ellos, importancia irreflexiva dada a los
grandes nombres, no admitir consejos, tomar mal toda crítica, alejamiento de
aquellos que puedan dar avisos desinteresados, creencia en su habilidad a pesar
de su falta de experiencia; tales son los caracteres de los médiums orgullosos.
Es
menester convenir también que el orgullo está excitado en el médium por
aquellos que le rodean. Si tiene facultades un poco trascendentales, es buscado y
elogiado; se cree indispensable y muy pronto afecta el aire de suficiencia y
desdén cuando presta su concurso. Más de una vez, nos lamentamos, por los
elogios que dimos a ciertos médiums, con el objetivo de animarlos.
LIBRO DE LOS MEDIUMS - ALLAN
KARDEC
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NO DEJAR NADA POR CUMPLIR Y SALDAR
Hermanos queridos: Ese tic tac que llega a vuestros oídos procedente de ese reloj de sobremesa, marca exactamente vuestro fugaz paso por este planeta, y al ser fugaz os quiero decir que el tiempo es ligero y habéis de aprovecharlo de una manera más eficaz y más productiva.
Tenéis el tiempo graduado para conseguir, si vuestra voluntad fuese firme, los objetivos que os impusisteis al pedir esta reencarnación. Casi siempre dejáis algo por cumplir y tenéis que volver para terminar de saldar la cuenta de vuestros errores.
Vosotros sabéis todas estas cosas; tenéis conocimiento casi exacto de lo que sois y de lo que seguiréis siendo; también sabéis que la coraza material sólo sirve de instrumento al alma para que pueda hacer sus manifestaciones en ese ambiente, por tanto, saber sufrir sus dolores y sus satisfacciones; conocéis perfectamente que nada muere, que todo se transforma, que todo se renueva y que todo lo de Dios es eterno; por consiguiente, debéis, en todo momento, tener un cuidado especialísimo para no dejar nada por cumplir; nada por saldar; nada que por vuestra pereza os dé motivo a nuevas cuentas, así como para conseguir, en sucesivas etapas, que esa coraza vaya siendo más perfecta, al unísono de un alma más pura. Esa es vuestra principal atención y vuestro deber en esta etapa.
La vida tiene muchas alternativas; alternativas que están escritas en una historia que anteponéis a vuestra encarnación. Sufrís, lloráis, os lamentáis e incluso renegáis. ¡Ah, hermanos! Mucho cuidado; que no hacéis ni pasáis nada más que lo que vosotros habéis querido elegir para vuestra purificación. Y si en ocasiones el dolor es más profundo que vuestros ánimos y que vuestra fortaleza, es porque los habéis agudizado con vuestra incomprensión y poca fe en los acontecimientos que os suceden. Por tales causas tener siempre el temple firme, poner el pecho a las adversidades y mostrar la sonrisa cuando la lanza del dolor hiera. Tener siempre tranquilidad de espíritu. No maldigáis ni reneguéis de cualquier accidente penoso de la vida y decir siempre: «Dios mío, dadme fuerzas para llevar a cabo, en esta breve etapa, las obligaciones que me impuse ante Tu grandeza.»
Porque pudiera ocurrir que, faltando al compromiso contraído o siendo inconsecuentes en un deber, tuvierais que pasar esta encarnación llena de dolores e inconvenientes, haciéndola casi nula para vuestro progreso. Y digo casi nula porque, por muy poco progreso que realice un alma en una encarnación, siempre adelanta algo. ¿Pero no es mejor, queridos hermanos, que veamos la terminación de la jornada alegres y sonrientes, en lugar de contritos y tristes? Por otra parte, vivís y tenéis muchos acontecimientos: miedo, casualidad, excitación, cosas inverosímiles para vosotros, accidentes que creéis provocar cuando casi siempre, queridos hermanos, sois los actores de lo que ha de suceder ineludiblemente, porque así está pedido por vosotros. Al no proceder entonces como debierais, al dejar la envoltura que os atrofia la inteligencia, veis con claridad los hechos en su verdadera magnitud y consecuencias, comprendiendo que obrasteis mal y que tenéis el deber ineludible de corregirlo.
¿Cómo? Acudiendo en busca de quienes se le hiciera daño para devolverle más cantidad de amor que mal se le hubiera causado. Ahí tenéis, hermanos míos, ese problema casi indescifrable para todos. ¿Por qué tienen que correr las almas en busca de aquellos a quienes les hicieron daño? Para repararles ese mal con amor y pedirles humildemente que, lo mismo que Dios perdona las faltas de Sus hijos, porque es así de amplia Su bondad, ellos, al perdonar con toda su alma los agravios recibidos en la existencia anterior o anteriores y estar dispuestos de una manera resolutiva y firme a devolver doble y triple amor por aquel mal que se les causó, cumplen con el deseo divino y por ello recibirán las bendiciones del Padre.
Nada más, queridos hermanos. Que la bendición de El esté con todos nosotros.
Extraído por Juan Carlos Mariani del libro. Desde la otra vida.
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LOS MÉDIUMS INVOLUNTARIOS O NATURALES.
Esta facultad no es por sí misma el indicio de un estado patológico, porque no es incompatible con una salud perfecta. Si el que la posee sufre, es por razón de una causa extraña; así los medios terapéuticos son impotentes para hacerla cesar. Puede, en algunos casos, ser consecuencia de cierta debilidad orgánica, pero nunca es causa eficiente. No se podría, pues, razonablemente, concebir ninguna inquietud al punto de vista higiénico; no podrá tener ningún inconveniente, a no ser que si el sujeto que ha llegado a ser médium facultativo, abuse de la facultad, porque entonces habría en él emisión demasiado abundante de fluido vital, y a consecuencia debilidad de los órganos.
Por lo mismo que estos fenómenos corresponden al orden moral, se debe evitar con un cuidado no menos escrupuloso todo lo que pueda sobreexcitar la imaginación. Se saben los accidentes que puede ocasionar el miedo, y se sería menos imprudente si se conocía todos los casos de locura y de epilepsia que tienen son origen en los cuentos de hechiceros y brujerías. ¿Qué sería, pues, si se persuadía que es el diablo? Los que difunden tales ideas no saben la responsabilidad que contraen: pueden matar. Pues el peligro no es sólo para el sujeto, es también para los que le rodean, que pueden asustarse pensando que su casa es una guarida de demonios. Esta funesta creencia es la que ha causado tantos actos atroces en los tiempos de ignorancia. Con un poco más de discernimiento, sin embargo, se hubiera podido pensar que quemando el cuerpo poseído por el diablo, no se quemaba al diablo.
Lo que es preciso hacer cuando una facultad semejante se desenvuelve espontáneamente en un individuo, es dejar al fenómeno seguir su curso natural: la Naturaleza es más prudente
que los hombres; la Providencia, por otra parte, tiene sus miras, y el más pequeño puede ser instrumento de los más grandes designios. Pero es menester convenir en que este fenómeno
adquiere algunas veces proporciones fatigosas e importunas para todos; (1) pero he aquí en todos los casos lo que deberá hacerse.
En el cap. V., de las Manifestaciones físicas espontáneas hemos dado ya algunos consejos con este objeto, diciendo que es necesario procurar ponerse en relación con el Espíritu para saber de él lo que quiere. El siguiente medio está igualmente fundado sobre la observación.
Los seres invisibles que revelan su presencia por efectos sensibles son, generalmente, Espíritus de un orden inferior, y que se pueden dominar por el ascendiente moral; este ascendiente es el que es preciso tratar de adquirir.
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.
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