viernes, 18 de febrero de 2022

Transmigración del alma

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- La Mitología pagana es estudio alegórico (2 )

2.- Práctica y peligros de la mediumnidad

3.- Transmigración del alma

4.- La muerte física





                                              ***************************************




                                                           


LA MITOLOGÍA PAGANA ES ESTUDIO                            ALEGÓRICO ( 2 )  

(Viene de la anterior publicación )

...//...

    Las palabras de -Dios no debían tener para ellos sentido alguno. Apenas salidos de la nada debían ignorar por qué y de dónde y cómo habían salido ; no podían comprender ni al Creador, ni el objeto de la prohibición que se les imponía. Sin experiencia alguna de las cosas de la vida, pecaron como niños que obran sin discernimiento; lo cual hace más incomprensible aún la terrible responsabilidad que Dios hizo pesar sobre ellos y sobre la humanidad entera.

  Lo que es una dificultad insuperable  para la teología, el Espiritismo lo explica sin dificultad alguna y de un modo racional, por la anterioridad del alma y la pluralidad de existencias; ley sin la cual todo es misterioso y anómalo en la vida del hombre. En efecto, concedamos que Adán y Eva habían vivido anteriormente, y todo quedará justificado. Dios no les habla ya como a niños, sino como a seres en estado de comprender y le comprenden; lo cual sería una prueba evidente de que ya sabían de antemano  muchas cosas. Admitamos además, que hayan vivido en un mundo más adelantado y menos material que el nuestro, donde el trabajo del espíritu supliría al trabajo corporal; que por su rebelión ante la ley de Dios, figurada por la desobediencia, hayan sido expulsados de él y relegados a la Tierra como castigo, en donde por la naturaleza del globo el hombre está obligado al trabajo corporal; Dios, en estas circunstancias podría decirles con razón: "En el mundo donde vais a vivir en lo sucesivo, cultivaréis la tierra y sacaréis de ella vuestro alimento con el sudor de la frente". Y a la mujer: "Parirás con dolores  , porque tal es la condición de ese mundo".

  El paraíso terrestre, cuyos rastros se han buscado inútilmente en la Tierra, sería en este caso la figura del mundo feliz donde había vivido antes, o más bien la raza de espíritus en él personificada. La expulsión del paraíso marca el momento en que estos espíritus han venido a encarnar entre los habitantes de este mundo, y el cambio de situación que como consecuencia les ha supuesto este traslado.   El ángel armado con una espada flamígera, que defiende  y prohíbe la entrada en el paraíso, simboliza la imposibilidad de que estos espíritus de mundos inferiores, puedan regresar a los superiores antes de haberlo merecido por su purificación.

  ¡ Cuanto más racional y más lógica es esta explicación, que el paraíso de Moisés, con el árbol y la fruta prohibidos !.

  Todas las grandes verdades son demostrables y más que demostrables, axiomáticas; y en la historia sagrada, todo es emblemático y simbólico; y en los tratados religiosos, deberían estar sus conceptos al alcance de todas las inteligencias, para que no se tergiversara el significado de sus proposiciones; porque la letra mata, y el espíritu vivifica. La sabiduría no consiste en hablar mucho y afirmar poco; la verdadera sabiduría se manifiesta demostrando con hechos irrefutables la verdad de los principios que se sustentan.

  Dice un gran pensador que las escuelas pierden todo aquello que quieren perder, y es muy cierto. La escuela ultramontana se aparta ella sola del movimiento científico universal, pues si por una parte se reconcilia con la ciencia, por otra inspira en sus adeptos esa fe ciega que demuestra la pequeñez del espíritu, y que detienen el vuelo de la inteligencia haciéndola descender del espacio infinito a un círculo microscópico.

 Nosotros creemos que las manchas del pecado se lavan con las aguas del Progreso, y ese Dios que destruye lo que crea, no es el Dios de los racionalistas. ¡ Nuestro Dios es más grande !, ¡ Es más clemente !, ¡ Es más justo !. Tiene el tiempo ante sí, y en esa eternidad sin límite se purifican las humanidades por medio del trabajo, del estudio y de las investigaciones científicas. ¡Si, sí, por la ciencia!, ¡océano inmenso por donde navega el hombre, buscando el puerto que se llama Dios!.

  Para darle más efecto a sus fábulas religiosas, los teólogos suprimen, o mejor dicho, confunden el diluvio universal, el que marcó el periodo diluviano con el periodo bíblico, o sea el diluvio asiático. Kardec en su Génesis hace  mención de ambos, y encontramos más lógica en sus aplicaciones sencillas y naturales, que en las fábulas religiosas. en las que hay pequeños detalles que hacen sonreír al hombre más serio.

  ¿ Qué es la revelación sin la ciencia?, un cúmulo de errores, una serie de fábulas místicas que llenan el ánimo de confusión. La revelación sin la ciencia es una conspiración contra la verdad que han formado todas las religiones, y que solo han conseguido estacionar al hombre limitando sus aspiraciones, sujetando su espíritu con las férreas cadenas del fanatismo.

  La ciencia es la primogénita de Dios; ¡ es Dios mismo !, y nosotros decimos, refiriéndonos a esa demostración divina, lo que decía Plinio hablando del mundo. Escuchemos al sabio filósofo: "El mundo a lo que también llamamos cielo, que en su anchuroso seno abarca a todos los seres, es un Dios eterno, inmenso, que no fue producido nunca, ni perecerá jamás. Buscar alguna cosa fuera de ´Él, es trabajo inútil para el hombre y superior a sus fuerzas. ¡ Ese es el SER verdaderamente sagrado!, ¡el Ser eterno!, ¡ inmenso !, ¡ que todo encierra y abarca!, ¡ que es Todo y está en Todo! Que es la Naturaleza misma.

  Nosotros decimos: Dios es la ciencia y la ciencia es Dios. Buscar la verdad fuera de la ciencia es trabajo inútil, superior a las fuerzas del hombre.

  Donde falta la ciencia solo puede vivir el sofisma. ¡La ciencia lo es todo y está en todo!; un sabio afirmaba que la caridad es la palabra del alma, y nosotros decimos que la ciencia es la augusta palabra de Dios.

- Amalia Domingo Soler-

( Art. tomado de la Rev. Fraternidad Cristiana Espírita nº 48 )

                                                             ************************



                             


     Práctica y peligros de la mediumnidad 

Después de haber negado durante mucho tiempo la realidad de los fenómenos espíritas, algunos de sus contradictores, ya vencidos por la evidencia, cambian ahora de táctica y nos dicen: Sí, el Espiritismo es una verdad, pero la práctica de él está llena de peligros. No puede negarse que el Espiritismo ofrece ciertos peligros para los imprudentes que, sin estudios previos y sin preparación, sin método y sin una eficaz protección se entregan a la investigación de lo oculto. Haciendo de la experimentación un juego, una diversión frívola, no logran más que atraerse los elementos inferiores del Mundo Invisible, cuyas influencias fatalmente sufren. No obstante, se ha hablado de estos peligros con marcada exageración. Naturalmente que, como en todo, es bueno tomar ciertas precauciones. La Física, la Química, la Medicina exigen prolongados estudios, y el ignorante que sin preparación alguna pretendiese manejar sustancias químicas, tóxicas o explosivas, expondría a serios peligros su salud y aun su propia vida.
No hay en este mundo una sola cosa que no sea buena o mala, según el uso que de ella se haga. En todo caso, es injusto hacer notar el lado malo de las prácticas espíritas sin señalar, al mismo tiempo, los beneficios que de las mismas se extraen, los cuales son mucho más importantes que los abusos y las decepciones. No hay progreso ni descubrimiento que no haya realizado con algún peligro para el hombre. Si los pueblos, desde los tiempos más antiguos, no se hubieran atrevido a cruzar los mares porque la navegación ofrecía grandes riesgos, ¿qué hubiera sucedido?
La humanidad, fraccionada en mil familias, hubiera vivido confinada en los continentes, desaprovechando los beneficios inmensos que logra ahora con los viajes y el comercio. El Mundo Invisible es también un vasto océano profundo, sembrado de escollos, pero también lleno de riquezas y de vida. Tras el velo del Más Allá se agita una multitud innumerable que tenemos mucho interés de conocer, pues en ella está depositado el secreto de nuestro porvenir. De ahí la necesidad de estudiar y explorar ese Mundo Invisible, requiriendo la contribución de las fuerzas y los recursos inagotables que encierra, tan ricos y poderosos, que los de la Tierra han de parecernos cada día más escasos y mezquinos. Por otra parte, aun suponiendo que nosotros pudiésemos desinteresarnos del Mundo Invisible, no por eso dejaría él de interesarse por nosotros. Su acción sobre la humanidad es constante, estamos sometidos a sus influencias y sugerencias. Quererlo ignorar, es quedarnos voluntariamente desarmados ante él. Mientras que, mediante un estudio metódico, aprendemos a atraer sobre nosotros las fuerzas bienhechoras, los auxilios y las influencias buenas que contiene; aprendemos a alejar a las fuerzas nefastas, reaccionando contra ellas por medio de la voluntad y la plegaria. Todo depende de la manera cómo se empleen y la dirección que se imprima a nuestras fuerzas mentales.
¡Cuántos y cuántos males, cuya causa no conocemos, dado que ignoramos estas cosas, podrían evitarse por medio de un estudio profundo y consciente del Mundo Invisible! La mayoría de los neuróticos y de los alucinados, que trata sin éxito alguno la Medicina oficial, no son más que enfermos de obsesión, susceptibles de ser curados por medio de las prácticas espíritas y magnéticas. Dios ha puesto al hombre en medio de un océano de vida, de un mar inagotable de fuerzas y de potencias, dándole además la inteligencia, la razón y la conciencia para que aprenda a conocer y conquistar esas fuerzas, utilizándolas en su bien. Por medio de este constante ejercicio llegaremos a desarrollar completamente nuestro Ser, estableciendo su imperio sobre la Naturaleza, el dominio del pensamiento sobre la materia, el reino del Espíritu sobre el mundo. Es ése el más sublime y elevado objetivo que podemos dar a nuestras existencias. En vez de apartar de él al hombre, enseñémosle a caminar a su encuentro sin ninguna duda. Estudiemos, escrutemos el Universo en todos sus maravillosos aspectos, bajo todas sus formas. El saber es el bien supremo, pues de la ignorancia provienen todos los males.
Leon Denis
Extraído del libro "En lo invisible"

                                             ******************

     


                                            


                       Transmigración del   Alma 

 

       Esta   idea   como   todas   las demás  supersticiones,   es  fruto de la ignorancia   sobre el  sentido real de la reencarnación.

   Supone por parte del Espíritu encarnado  el abandono   de su  cuerpo para inmediatamente pasar a ocupar otro abandonado (cadáver); quede claro que esto es una superstición o creencia totalmente falsa.

   Esta  superstición  supone otra desviación más de las muchas que rodean a la realidad  profunda que existe  sobre la reencarnación  y  por ella hay quien acepta  como posible el traslado del alma  o una parte de la misma ,desde el cuerpo de una persona  hasta  un cuerpo que ha sido de otra; o sea que según esta idea, el Espíritu de una persona  viva, o una parte o aspecto del mismo  podría pasar a  ocupar y tomar el cuerpo abandonado de otra distinta, esto es, de un cadáver.

   Como ya sabemos, cuando el alma abandona el cuerpo  físico definitivamente ello es irreversible,  entonces es cuando se cortan todos los lazos  fluídicos que la unen a la  materia del mismo, en un proceso de desencarnación, que puede ser mas o menos largo según  el tiempo que tarda en completarse. Cuando se consuma la muerte definitiva del organismo físico,, o dicho con mayor propiedad, su desencarnación, este proceso es absolutamente irreversible.

   Por otra parte el  cuerpo que tendría que ser ocupado  como destino de esa transmigración si ello fuera posible, forzosamente debería estar “muerto” y abandonado definitivamente por el Ente espiritual que lo ocupaba.   De ser  un cuerpo “ ya habitado” naturalmente por  su espíritu, habría que hablar  entonces de un caso de un espíritu que trata de dominar o anular a otro, lo cual sería lo que se llama una “obsesión espiritual” o una  “posesión”, pero nunca una transmigración.

     La transmigración tal y como se entiende,  no es  posible porque no existe entre el Ser “ocupador”, y el cuerpo “deshabitado”, ninguna clase de  lazo fluídico que  pueda   ligarles mutuamente entre sí. El cuerpo, una vez  abandonado por su alma después de  la muerte  ya no tiene ninguna posibilidad de volver a la vida, ni con el Ser espiritual que lo habitaba ni  menos aún  con otro diferente.

    Por otra parte, sabemos que el Espíritu es una Unidad  de Energía indivisible, en un cuerpo espiritual o periespíritu, con el  que necesita reencarnar y lo hace   en un cuerpo físico propio, al que acompaña durante su formación y  con el que se une íntimamente por lazos fluídicos, desde el comienzo de la gestación del cuerpo físico,  formando  una unidad total y  completa,- lo cual lo hace ser humano-. La unión a un cuerpo carnal es la unión completa de todo el cuerpo espiritual, y no solamente en una parte del mismo, como  un  aspecto o  una determinada cualidad de dicho espíritu.

    Esta superstición por ilógica y absurda, generalmente ha sido rechazada por el sentido común, y la gente, ante esta  idea que  ha confundido con la reencarnación y que desde luego, hasta para los más profanos les “huele a disparate” y llegan a creer que todo lo que tenga que ver con el  tema  de la reencarnación, es igual de absurdo.

    Ante los llamados “Creacionistas”, o sea los que aún no admiten la idea de la reencarnación, y se quedan con la tesis de que fuimos creados de la nada, instantáneamente y vivimos una única existencia, les parece que no merece la pena perder tiempo en plantearse más seriamente la reencarnación para la evolución del alma, porque lógicamente creen que si se continúa avanzando  y profundizado en ello, solamente van a continuar encontrando más disparates como el de la transmigración o la metempsicosis,  indignos de  ser tomados en serio ni  en  lo mas mínimo.

- Jose Luis Martín-

                                           **********************


                        LA MUERTE FÍSICA

                 


Quizá sea este uno de los asuntos que martillea con más fuerza la mente humana, debido sobre todo a que su contestación serviría para aplacar esa tremenda ansiedad que despierta en cualquiera la cuestión de la muerte física. Por otro lado, incluso los más acérrimos materialistas terminan por preocuparse por este tema, ya que el hilo de esperanza de que todo no acaba con el tránsito, siempre está latente. ¿Será el miedo al vacío o a la nada? No hay ningún misterio en este fenómeno, ya que la conciencia, conforme transcurre  el tiempo, va avisando al sujeto de que la otra dimensión le espera. Esta  percepción de que se aproxima el óbito y de que algo nuevo nos aguarda, va  acrecentándose en la medida en la que el individuo se aproxima a su final corpóreo. ¡Pero qué sabia es la Naturaleza!

Para el que tiene fe, no caben dudas. La vida sigue, pero de un modo desconocido. Todo es un misterio. Las grandes tradiciones monoteístas arrojan un tupido velo sobre lo que sucede en esos momentos y nos desconciertan por su falta de información concreta. Es cierto que se habla de conceptos como cielo, infierno, paraíso, moradas espirituales, seres angélicos, un más allá abstracto…pero poco más y escasamente explicado.

Cuando los españoles llegaron hace más de cinco siglos a América, nadie sospechaba de la existencia de aquellos seres humanos que poblaban aquella tierra, luego denominados indios (ya que los navegantes creían en un principio que habían arribado a la India) y solo tras contactar con ellos, supieron de la existencia de una estructura social propia, de sus costumbres y de su organización. Viene bien este dato histórico para determinar de dónde procede el conocimiento que actualmente tenemos del más allá. ¿Quién mejor para explicárnoslo que sus propios habitantes?

En efecto, “esos seres inteligentes que pueblan el universo fuera del mundo material” y que no son otros que los espíritus, nos hablan a través de las diversas comunicaciones que mantienen con las personas que conocemos como médiums. Parece adecuado que sean aquellas entidades que habitan en “el otro lado” las más apropiadas para aportarnos datos de lo que en nuestro ámbito se conoce como “desencarnación” (proceso inverso a la encarnación o separación del espíritu del organismo en el momento del óbito).

Toda aquella nebulosa sobre la vida de ultratumba que las grandes religiones nos habían presentado hasta aquella fecha (excepto la certeza de que había vida tras la muerte), quedó afortunadamente despejada en 1857 con la publicación en Francia de “El libro de los espíritus”. En dicha obra, aparte de ratificarse la supervivencia del alma, se nos confirmaba cómo se producía este hecho y lo más importante, esa información nos la proporcionaban los mismos seres espirituales que ya estaban allí, viviendo en la esfera inmaterial. ¡Qué mejor fuente de información!

Supimos entonces y comprendemos ahora que la muerte no es más que el paso del alma de una dimensión a otra y que su individualidad, su carácter, se conserva plenamente merced a los mecanismos de memoria que todo espíritu lleva consigo. De no ser así, perderíamos toda conciencia de lo que hemos realizado a lo largo del periplo terrenal y esos recuerdos los vamos a necesitar para seguir avanzando en el camino evolutivo.

Averiguamos que los espíritus se nos muestran y se reconocen entre ellos porque utilizan un fluido que le es propio y que sirve para formar el llamado “periespíritu” (ropaje del alma).

La muerte nos iguala a todos, se dice, pero solo porque se trata de un fenómeno universal que a todos afecta y no porque vayamos a partir de cero una vez desprendidos de la carga material que supone el organismo. Todo lo demás aquí se queda, da igual que hayas habitado en un palacio o en una choza, que hayas alcanzado el grado de doctor o permanecido analfabeto, al fin y al cabo lo único que cuenta es lo que hayas avanzado en tu senda de progreso y que será lo que determine la naturaleza de tu próxima vuelta a la Tierra para continuar con tu peregrinaje.

Hace muchísimo tiempo que el mítico personaje Hermes Trismegisto, estableció su famoso axioma “como es arriba, es abajo” para explicar las concordancias entre las dos dimensiones de la realidad (material y espiritual). Esto resulta válido para aplicarlo a las características de los espíritus. La muerte no cambia nada, excepto la percepción de que podemos seguir existiendo y pensando sin ningún soporte físico, pero nuestra singularidad no se va a ver alterada por el tránsito. En otras palabras, el perverso, el malvado, no se va a convertir de pronto en alguien bondadoso o caritativo por atravesar al “otro lado” y a la inversa.

No existe dolor en la separación del alma del cuerpo. Parece que son más desgarradoras ciertas experiencias por las que pasamos en el mundo de la “carne” que la muerte en sí misma. Cualquier trauma que pudiera producirse en tan supremo instante queda sobradamente compensado por el placer que experimenta el espíritu cuando comienza a sentir cómo va abandonando la “cárcel” que para él suponía la materia y cómo va vislumbrando su próxima morada. Podríamos compararlo al sentimiento que un preso percibe cuando, tras años de cumplimiento, contempla la puerta que le conduce a la libertad. O a aquel, que tras largo exilio, se le permite volver a su tierra y abrazar a los suyos.

La separación de ese vínculo materia-espíritu no se produce a la misma velocidad ni resulta del mismo modo en todos los lances. Hasta en esto, como en todo lo demás, opera la ley de acción-reacción y en este sentido conocemos de personas que asisten sorprendidas a su entierro, a la lectura de su testamento e incluso en el peor de los casos, a la putrefacción de su cadáver. Esta sí que se constituye en experiencia impactante, sobre todo cuando puedes escuchar sin cortapisas, la “verdadera” opinión que tus allegados tenían de ti. No sucede así en aquellos otros cuya encarnación física ha estado marcada por la labor de sus nobles actos y la bondad de su corazón. Además de ser asistidos por otros espíritus que le dan la bienvenida, no existe mayor gozo para el alma que la tranquilidad de conciencia, al intuir que ninguna mirada escudriñadora se cierne sobre ella pidiéndole explicaciones por sus malas obras.

No está de más decir que cuanto más materialistas resulten las convicciones del afectado, más dificultoso será el proceso de separación entre su cuerpo y su alma, entre otras cosas porque lleva un tiempo el admitir una “realidad”, como es la vida espiritual, que has estado negando años y años. Por ende, aquel que ha estado convencido de que iba a seguir viviendo más allá del óbito, se moverá en un terreno más familiar y no le resultará tan extraño el poder seguir pensando y sintiendo, aun habiendo perdido el armazón orgánico.

Otro aspecto que muchos desean conocer es si dado que el espíritu sobrevive, este va a encontrarse con algún familiar anteriormente fallecido como es el caso de padres, hijos o simplemente amigos. Cada acontecimiento es único, pero en estos casos, la ley del “merecimiento” hace acto de presencia. Ni que decir tiene que los méritos contraídos por la persona a lo largo de su última existencia (ahora ya finiquitada), se constituirán en el peso principal que determine si ese espíritu recién ingresado en la nueva morada tiene posibilidad o no de ser asistido por sus seres más queridos.

Todo lo descrito hasta ahora, sucesos que acontecen justo tras la ruptura del denominado “cordón de plata” (como se le designa en las tradiciones esotéricas) tiene un nombre: turbación. El diccionario de la Real Academia Española atribuye a este término el significado de “confusión, desorden, desconcierto” y la verdad es que esta definición nos aproxima bastante a la realidad de la situación con la que se enfrenta el alma justo tras el deceso. Sin embargo, aunque este aturdimiento es inevitable, difiere mucho en cuanto a su intensidad. La regla es clara: a mayor grado de elevación moral del espíritu con menor fuerza se manifestará ese caos posterior a la muerte. De ello se infiere, que las almas con un menor nivel de adelantamiento sufrirán con mayor magnitud las secuelas inherentes a dicha turbación. No iba a ser lo mismo despertar por la mañana tras un reparador sueño que tras una noche de pesadillas y sobresaltos. En el segundo de los casos, el atolondramiento del sujeto puede durar mucho más que en el primero.

Aparte de la intensidad de esa fase de desorientación cabe establecer su extensión en el tiempo. Su duración va a ir muy ligada al conocimiento que la persona haya desarrollado en vida de la esfera espiritual, pero sin duda, el factor más determinante va a ser su progreso moral. Alguien, cuya guía en su existencia ha sido la práctica del bien, “despertará” a la nueva dimensión con rapidez, permaneciendo en estado de turbación por poco tiempo. Ahora entendemos por qué la separación del alma del cuerpo no impide que la ley de causa y efecto siga vigente. Como bien se recalca en el Evangelio “a cada cual según sus obras”. No hay otra forma, los méritos contraídos por cada cual se disfrutan indistintamente en una u otra dimensión.

Para finalizar, yo acudiría a una expresión popular muy utilizada. Cuando quiero preparar algo a conciencia suelo decir que “me voy a hacer con el mapa de la situación”. Si voy a realizar un viaje a una tierra desconocida, en mi caso, procuraría hacerme con un plano de ese lugar, con la ropa adecuada, estudiar las costumbres de las gentes que allí habitan, saber en qué emplean su tiempo, a qué se dedican, qué tipo de clima tienen o incluso aprender algo de su lengua para saber entenderme mejor. Seguro que de este modo, mi odisea será más productiva.

Bien es cierto que hay personas que no desean hablar de estos “preparativos” y que prefieren ubicarse allí, en tan lejano paraje, “sobre la marcha”. “Cuando llegue el momento, ya sabré lo que tengo que hacer”… comentan. Tan solo cito una cuestión para que nadie la ignore. Por un lado, se trata del viaje más importante de nuestra vida y por otro, es un billete para un pasaje que no puedes eludir, al que todos estamos convocados.

Respetando la libertad de elección de cada uno, yo, para este “crucero” me prepararía adecuadamente. Al desembarcar, no van a comprobar si viajé en primera o segunda categoría, en camarote de lujo o en clase turista, sino las buenas obras realizadas a lo largo de mi periplo físico. Hay para ello una cita del Corán que describe a la perfección el tránsito del que hemos hablado:

“Cuando un hombre muere,

el que le sobrevive pregunta qué bienes ha dejado tras él.

El ángel que se inclina sobre el moribundo,

pregunta qué buenas obras ha enviado delante de él”

Vivamos agradecidos por la dicha del conocimiento que Dios, a través de los espíritus, ha puesto en nuestras manos y al mismo tiempo, seamos consecuentes con ello.

- Jose Manuel Fernández -

                                                      ******************************




No hay comentarios: