domingo, 20 de febrero de 2022

Metempsicosis

 INQUIETUDES ESPIRITAS

1.- Existencia de Dios: Reconduciendo el debate

2.- ¿Otorga Dios preferencia a aquellos que lo adoran de tal o cual modo?

3.- Diagnóstico y terapia del alma

4.- Metempsicosis




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Existencia de Dios: Reconduciendo el Debate          


"  ¿Qué es Dios?.- Es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas".

          - El Libro de los Espíritus- Allan Kardec-


Si queremos hacer un análisis que implique la existencia de Dios considerando las bases espíritas, pero a la vez teniendo en cuenta los argumentos actuales, es necesario volver a repensar los conceptos básicos en los que se fundamentaron los espíritus para justificar la existencia de Dios. 

El análisis de la existencia de Dios es desarrollado por Kardec, en primer lugar, en El libro de los espíritus, en las preguntas de la 4 a la 9 que llevan por subtítulo “Pruebas de la existencia de Dios”, y ahí se desarrolla la base que posteriormente Kardec seguiría siempre al justificar la existencia de una inteligencia como causa sin causa del universo.

 Siendo honestos, las respuestas de los espíritus y los argumentos de Kardec no son originales del espiritismo, pues mucho antes ya se esbozaban esos argumentos, y a lo largo de la historia se han depurado cada vez mejor para evidenciar la existencia de Dios.  

Desde el “Motor inmóvil” de Aristóteles, a las “Cinco vías” de Tomas de Aquino, o los argumentos de William Paley en su “Teología Natural” la necesidad de una causa primera está presente como argumento fundamental para dotar de razón a la existencia de un ser preexistente a todo y cuya inteligencia sirve de sustento causal de todo lo que existe. 

Por ejemplo, en “Teología Natural” leemos: Al observar un mecanismo tan sencillo como un reloj a nadie se le ocurre dudar que este es el producto de una creación, que es el resultado de un trabajo intencional.

 A ninguna persona en su sano juicio se le puede ocurrir pensar que un mecanismo como el del reloj, con sus engranajes dentados, su solenoide y su bobina dispuestos de manera precisa entre sí para funcionar y medir el tiempo es consecuencia de una sucesión de casualidades que, progresivamente, han ido dando forma a sus partes y que, además, han dado con el acople entre sí de dichas partes para dar con la función deseada.

 ¡Nadie que no esté loco puede pensar que un reloj es consecuencia del azar! Así pues, ¿Quién puede pensar que un organismo como el humano, mucho más complejo que el de un reloj, es producto del azar? A ninguna persona razonable se le puede ocurrir negar que todo ser vivo, con sus partes dispuestas entre sí idóneamente, cada una cumpliendo su función, su finalidad, interdependientes entre sí es el producto de un artesano sumamente hábil y poderoso que nos concibió. 

Nadie en su sano juicio puede dudar que somos criaturas de Dios. 

El argumento es el mismo que podemos leer en El libro de los espíritus, y en La génesis, en el capítulo II se hace una referencia a los argumentos de Paley en la siguiente observación de Kardec: La existencia del reloj confirma la existencia del relojero: la ingeniosidad del mecanismo testifica la inteligencia y conocimientos del relojero. Cuando un reloj nos da la información que necesitamos, ¿pensamos acaso que el reloj  es inteligente ?   Podemos decir lo mismo del mecanismo del Universo: Dios no se muestra, pero afirma su existencia por sus obras. 

Los argumentos son, a primera vista, irrefutables, pero si es así, ¿por qué no existe un consenso actual sobre el tema? ¿Ignoran los ateos los argumentos históricos que apuntan a la existencia de Dios?, ¿si los conocen, qué es lo que responden? Durante mucho tiempo, las explicaciones descritas eran consistentes, pero una revisión conceptual de lo que implican llevaron a muchas personas a cuestionarlos. 

Nadie duda que un mecanismo tan complejo como un reloj es imposible que sea producto del azar.

 La casualidad sería ineficaz para explicar cualquier mecanismo complejo, pero no así mecanismos simples.  

Un mecanismo básico, simple, puede ser resultado de una combinación fortuita de elementos, y ese mecanismo puede servir de base para un desarrollo posterior. 

De esta forma, los conceptos de la biología sobre el origen de las especies como procesos evolutivos, de lo más simple a lo más complejo, fueron para muchos la respuesta a los argumentos de Paley, pues era absurdo comparar un reloj a una estructura biológica, pues el reloj es un mecanismo cerrado, definitivo, que no tiene su base en mecanismos más básicos, mientras que cualquier organismo biológico no nació en su estructura actual desde el principio, sino que es resultado de innumerables procesos evolutivos.

 La evolución biológica se convirtió en una respuesta a los argumentos históricos que defendían la existencia de Dios, creando un debate que llega a la actualidad y que en muchos aspectos se ha radicalizado, con dos opciones completamente antagónicas entre sí que no pueden coexistir, y que se definen como Evolucionismo vs. Creacionismo. 

¿Cuál debería ser la posición del espiritismo ante este debate que parece no tener fin? 

¿Aceptamos la existencia de Dios y por consecuencia negamos la evolución biológica, o aceptamos la evolución biológica y negamos la existencia de Dios? 

A esta altura del debate, es necesario replantear los conceptos sobre los que sustentamos nuestras opiniones, porque efectivamente no falta razón a los contertulios de que ambas opiniones son irreconciliables, pero esto no es porque ellas lo sean, sino porque la base está equivocada. 

Es evidente que el creacionismo, que tiene como idea nuclear las propuestas bíblicas, no tiene actualmente ningún sustento racional ni científico, y por eso el espiritismo no podrá aceptarlo como tal, pero así mismo, la idea de un proceso evolutivo que tiene como base fuerzas ciegas y causales es también incoherente con el pensar espírita, y en este punto, los conocimientos que el espiritismo ofrece sobre la existencia de un agente espiritual junto con el elemento material, podrían servir de puente entre la evolución biológica y la existencia de una inteligencia causal para el universo, sin que sea necesario separar radicalmente ambos conceptos, pues desde nuestro modo de entender, ambos pueden coexistir como complementarios.                                                                                                                                                                                                                                                                     Pero para eso es imprescindible abandonar el concepto creacionista como tal, y desarrollar nuevas ideas sobre un Dios que no actúa caprichosamente, y si por mediación de leyes naturales que operan y regulan el universo, tanto en el ámbito material como espiritual.   

Por Juan José Torres (Córdoba – España). Publicado en la Revista Evolución nº 12 diciembre de 2021.

( Art. tomado de Zona Espírita )


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¿Otorga Dios una preferencia a aquellos 
      que lo adoran de tal o cual modo? 

-      Dios prefiere a los que lo adoran desde lo profundo de su corazón, con sinceridad, haciendo el bien y evitando el mal, y no a esos otros que creen honrarlo con ceremonias que no los tornan mejores para con sus semejantes.. 
     Todos los hombres son hermanos entre sí e hijos de Dios. Él llama hacia sí a todos aquellos que observan sus leyes, sea cual fuere la forma con que se expresen. 
     El que no posee más que las apariencias de la piedad es un hipócrita. Aquel cuya adoración es sólo afectada y se contradice con su conducta, de un mal ejemplo. 


EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS 
ALLAN KARDEC 


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   DIAGNÓSTICO Y TERAPIA DEL ALMA

                                  


Cuando en la vida diaria observamos cualquier anomalía de funcionamiento o malestar en nuestro cuerpo, solemos acudir al médico si la situación se agrava. El profesional atiende nuestras necesidades realizando un diagnóstico y proponiendo una terapia para resolver la cuestión. La mayoría de las veces el problema se resuelve sin más preocupaciones, pero otras muchas, un diagnóstico erróneo o una terapia equivocada o mal realizada tiene consecuencias negativas que empeoran el cuadro clínico del paciente. 

Este ejemplo puede servirnos para realizar una comparación al respecto de las enfermedades del alma que todos tenemos y que forman parte de nuestra naturaleza ético-moral que nos acompaña a través de las experiencias en las distintas reencarnaciones. El nivel de baja moralidad de la humanidad de este planeta es el indicativo de que los que reencarnamos en él todavía estamos muy lejos de ser almas perfeccionadas o sabias. Antes al contrario, estamos en un mundo de expiación y prueba, y como tal venimos a resarcir nuestras faltas con la ley de causa y efecto, y al mismo tiempo probar nuestras capacidades y fortalezas personales para crecer cada vez más en inteligencia y moralidad. 

«El desarrollo de la inteligencia precede al desarrollo moral, aunque no siempre este último le sigue de manera inmediata» Allán Kardec

El hombre es un ser moral por antonomasia, entendiendo esta acepción bajo la premisa de que es la única especie en la naturaleza capaz de distinguir el bien del mal. En esto consiste la moral: en el uso del discernimiento bajo el libre albedrío de cada cual para poder distinguir aquello que es bueno o malo para nosotros y los demás. 

En el aspecto que nos ocupa, el mejor diagnóstico que podemos hacer de nuestra alma lo explicó hace más de dos milenios un sabio cuando afirmó: «Conócete a tí mismo si quieres salvarte del abismo». En el conocimiento y la introspección de cómo somos realmente en nuestro interior, mediante un análisis riguroso de nuestros errores y aciertos, de nuestras faltas y nuestros méritos, sin poner excusas ni justificar nuestras actuaciones en errores ajenos, encontramos el mejor diagnóstico, el más real. 

Es un diagnóstico que, cuando lo realizamos diariamente unos minutos con calma y serenidad, ilumina nuestra inteligencia y nos permite auto-descubrirnos tal y como somos realmente, sin la máscara del «yo egoísta» que intenta ofrecer a los demás una imagen de lo que nos gustaría ser y no de lo que somos realmente. 

Entonces podemos visualizar, la realidad de nuestra economía moral, es decir, podemos situar con claridad la balanza de nuestros aciertos y errores, sin que el orgullo, la rebeldía o la justificación anulen un análisis imparcial de nuestra alma. Saber cómo somos interiormente es un paso de gigante en la evolución de nuestro espíritu, pues nos permite conocer dónde hemos de aplicar con más intensidad las energías y los esfuerzos para cambiar nuestra condición moral hacia mejor, trabajando en rechazar diariamente las malas inclinaciones que se derivan de nuestras imperfecciones morales. 

Con un diagnóstico acertado podemos pasar a proyectar una terapia adecuada del alma, que nos permita superar el primitivismo moral, las llagas morales que arrastramos del pasado y las condiciones negativas heredadas de nuestros comportamientos y hábitos perniciosos. Esto último nos ha esclavizado en otras épocas a los vicios y pasiones que desgastan nuestras fuerzas y tienen como consecuencia el sufrimiento derivado de reparar el daño que nos hacemos a nosotros mismos y a los demás.  

Conocemos que la mayoría de las imperfecciones derivan de las dos grandes lacras morales del ser humano: el Egoísmo y el Orgullo. De aquí que la mejor terapia que podemos adoptar para nuestra alma y su progreso inmortal no es otra cosa que detectar y corregir cualquier atisbo de estos dos grandes defectos que se disfrazan en otros muchos, como la avaricia, la envidia, los celos, los resentimientos, el narcisismo, la soberbia, el amor propio, la vanidad, etc. 

Con el buen diagnóstico accedemos a la mejor terapia. Los beneficios de este trabajo interno que alguien definió como el más difícil de los que puede realizar el hombre: «vencer a otro lo hace cualquiera; lo más difícil es vencerse a uno mismo», es la clave del éxito de nuestro paso por la Tierra en cualquier existencia que tengamos. 

El crecimiento intelecto-moral es el referente que todos debemos tener presente cuando se nos ofrece una oportunidad de reencarnar. Este crecimiento es infinito, pues es la base de la propia evolución y camino del alma: «del átomo al ángel». Todo se encadena en el mundo del espíritu; no hay eslabones sueltos, nuestro objetivo al venir a la Tierra es progresar, y con ello, corregir nuestras imperfecciones morales, creciendo día a día en los valores inmortales del espíritu que proporcionan salud a nuestro cuerpo y paz a nuestra alma. Este progreso, la mayoría de las veces, circula en paralelo al desarrollo intelectual y el control emocional.

El maestro de Galilea, hace dos mil años, marcaba el camino con esta frase: «Sed perfectos como mi Padre es perfecto«. Ese es el trabajo más importante que puede ocupar al ser humano. No obstante, como podemos inferir, ¿se puede ser perfecto en una sola vida? La lógica y la razón nos confirman que es imposible, por lo tanto, cuando Jesús hacía esta referencia no se refería a una vida en la carne, transitoria y corta, sino a la vida del espíritu inmortal, que tiene por delante la infinitud para alcanzar esa perfección relativa que le lleva a Dios mediante el camino más recto posible: el cumplimiento de sus leyes inmutables basadas en el amor hacia todo y hacia todos. 

Por consiguiente, es preciso, comprender que la mejor terapia de la felicidad, la dicha y la plenitud del alma inmortal se halla dentro de nosotros mismos.  En el esfuerzo que hagamos por ser mejores cada día, corrigiendo nuestros errores del pasado y transformando nuestros residuos de egoísmo y orgullo por los hábitos saludables del altruismo y la humildad, vamos vislumbrando el camino de la serenidad y la paz interior; alcanzando las cotas de felicidad a las que podemos aspirar en este mundo imperfecto, y que se traducen en una vida positiva, aprovechada y satisfactoria para nuestra alma, al sintonizar con el cumplimiento del deber y el compromiso espiritual que asumimos antes de encarnar.

Reconociendo nuestros errores sin caer en el desánimo, podremos levantarnos cada vez con más fuerza cuando nos equivoquemos; fortaleceremos nuestra voluntad y alcanzaremos los recursos suficientes mediante el trabajo, para equilibrar la balanza de méritos y débitos que cada uno llevamos interiormente, colocándonos en la línea de salida para experimentar la dicha y la plenitud que esperan a nuestra alma al final del recorrido milenario que debe realizar.

“El único fatalismo del hombre es haber sido creado para la plenitud y la felicidad”

-Amor, Paz y Caridad -

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                                    METEMPSICOSIS

 

 Este nombre, también dado a la Reencarnación, ha sido utilizado y diferenciado para exponer conceptos falsos y absurdos, que tienen sus orígenes en  algunos exponentes de la cultura de la antígua Grecia.

 La idea general, es la de que en el hombre hay tres elementos: el cuerpo, el alma y el espíritu; y que el alma con el espíritu pueden reencarnar al completo (en su totalidad),  o tan solo en algunos aspectos, lo mismo en animales que en  humanos. Asi se entiende la creencia budista de que el mismo personaje (lama), podría ser que reencarnase en varios niños simultáneamente, dejando en cada uno de ellos tan solo algún aspecto psíquico del fallecido.

  El volver a nacer como cualquier animal sería como castigo cuando la vida de la persona  fallecida  ha sido mala e impura.

 Asimismo también la idea se refiere a que se podrían transferir aspectos psíquicos (el alma o parte de la misma) desde una persona viva hasta un cuerpo sin vida, que se recompone o resucita, ("zombie").

 Al respecto hay que considerar que el alma es indivisible y cuando reencarna lo hace al completo,  con todos sus atributos psíquicos, los mismos que le acompañaron en su vida anterior, y  solamente para "resucitar" de nuevo  a la vida física que recomienza  con  una personalidad nueva en un cuerpo humano "nuevo".

 Tal como afirma Kardec en “El Libro de los Espíritus”, desde el momento en que el Principio inteligente ha evolucionado en la escala animal  hasta el grado necesario para transformarse en Espíritu humano y proseguir su evolución, este deja de ser un alma animal, aunque de ella aun le quedan como vestigio las pasiones propias de la especie animal, con el apego a la materia y los instintos naturales.

Esta superstición atañe solamente a las religiones reencarnacionistas, desempeñando en algunos creyentes un papel amenazador  similar al del Infierno  para los cristianos, quienes copiaron y admitieron esta idea del castigo para el alma culpable, aunque  en el brahamanismo a diferencia de la idea  cristiana del infierno, al no creer en una suerte eterna y definitiva para el alma después de la muerte, ese castigo  lo sustituyó por esta otra  amenaza,  para ellos tan cruel como el infierno cristiano, porque el tener que regresar a este mundo como un animal  y a veces hasta considerado  como inmundo, debe ser algo totalmente indeseable y terrible.

Herodoto, considerado como el padre de la Historia, decía que este concepto era como un castigo necesario al espíritu recalcitrante que así viola la ley de evolución con un retroceso a la fase animal (en realidad la involución del alma no existe; si acaso existe el estancamiento temporal. Téngase en cuenta que lo ganado por el Espíritu ya no se pierde).

        Los antíguos egipcios  consideraban este concepto de reencarnar en animales debido a la errónea interpretación del fenómeno de la “Zooantropía” por la que sus médiums o sacerdotes llegaban a ver  a Entidades humanas que en un deplorable estado perturbado e infeliz presentaban formas animalescas en parte de sus semblantes, ( recordemos los posibles orígenes de las leyendas del “hombre lobo”), como castigo  con la deformación de sus funciones orgánicas y psicológicas,  por un abuso de las mismas en una existencia humana anterior. Este castigo  para el alma que asume el estado de la zooantropía, siempre es de carácter transitorio y algunos Seres espirituales recalcitrantes en el mal, lo continúan sufriendo durante la erraticidad, hasta que la reencarnación les libera de ese castigo y les da la oportunidad de recuperar sus atributos humanos normales.

     Según estos ancestrales conceptos y creencias sobre el alma, estas fueron creadas en su origen  perfectas y felices pero por una rebelión contra el Creador, fueron degenerando llegando a encarnar en cuerpos animales como castigo, o sea, siendo de nuevo animales. Estos falsos conceptos reencarnatorios se fundan en un principio de degradación de las almas. Según esta idea, las mismas  comenzaron su existencia por la perfección  y se fueron degradando; la perfección fue el comienzo y la degradación hasta la forma y vida animal, el resultado de sus experiencias en las vidas humanas, o sea, una involución contraria a lo que determina la Ley de Evolución, por la que lo adquirido ya no se pierde y por eso el Espíritu no retrocede.

       Por el contrario las doctrina enseñada por los Espíritus nos aclara que los espíritus  fueron creados sencillos e ignorantes, no perfectos, sino perfectibles,  y  que fundados en un principio de progresión continuo a través de las reencarnaciones sucesivas llegarán a un grado de perfección necesario para alcanzar la felicidad eterna.  Los espíritus  siempre progresan, aunque se puedan estacionar  durante un periodo en uso de su libre albedrío, pero nunca retrogradan porque  la ley de la evolución espiritual determina que lo que se adquiere en conocimientos y valores morales ya  no se pierde, de modo que  si no progresa, tampoco retrocede, por lo que  una vez alcanzado el grado de alma humana  ya no puede volver a animar a seres cuya alma existe en otra escala evolutiva  inferior o diferente a la humana.

 Si en vez de Ley de Evolución espiritual, rigiese otra ley contraria de "Involución", ¿ donde quedaría en este caso lo ganado por el Ser durante el camino evolutivo que  lleva transitando desde que se inició su etapa humana?.

 La involución estaría regulada por otra ley cósmica igual y contraria a la Evolución, con lo cual ambas se anularían mutuamente. Si pudiesen existir ambas leyes contrarias ( de progreso y  de involución al mismo tiempo), se anularían entre sí y desde nuestra limitada óptica humana podemos apreciar como nuestra historia natural  confirma que solamente existe una marcha ascendente de la evolución humana y natural. Pensemos que Dios, Fuente de Origen de todas las Leyes Cósmicas, no se contradice.

  El animal tiene su propia alma  que alguna vez con el desarrollo de su evolución psíquica través de  muchos siglos y milenios, alcanzará  finalmente la madurez necesaria hasta “reciclarse” en el plano espiritual, adquiriendo la Esencia divina, y a partir de ese momento, comenzar su nueva andadura como Espíritu humano recién creado como tal, simple e ignorante; imperfecto, pero perfectible y con todos los atributos divinos latentes y listo para iniciar su andadura a través de la nueva etapa evolutiva hasta  conseguir al cabo de una mas o menos larga historia humana reencarnando repetidamente para crecer y perfeccionarse en espíritu cada vez más, hasta llegar a alcanzar la meta de transformarse en un   Ser Espiritual Puro, libre ya de las experiencias en la  materia y  de las reencarnaciones en  los mundos físicos.  En este sentido si se podría considerar como verdadera la idea de la metempsicosis, pues se entiende el progreso  gradual desde un estado inferior a otro superior, pero es totalmente falso el concepto de transmigración directa desde el animal  al ser humano y viceversa, pues la evolución siempre es gradual; no avanza nunca a saltos, siempre es progresiva, y  menos aún retrocede..

      Nuestro psiquismo antes de entrar en la etapa hominal, ya adquirió anteriormente en los otros reinos de  la Naturaleza, todas las experiencias que necesitaba para madurar hasta alcanzar la etapa humana, reencarnando después  repetidamente con los instintos heredados de su proceso anterior  hasta alcanzar la madurez psicológica necesaria para albergar el Espíritu Divino, y acceder a su actual nivel humano, que una vez alcanzado ya no tiene marcha atrás porque la Ley de Evolución impide que de lo adquirido y madurado se pierda nada, sino que  libremente continuará progresando sin límite.  El Ser espiritual  sin embargo, gracias al libre albedrío si  que se podrá estancar evolutivamente de modo temporal y limitado, pero una vez  conquistados los valores espirituales estos pasan a formar parte de su esencia y ya no se pierden nunca, por lo que jamás podrá retroceder hasta anteriores etapas evolutivas  .

   El que el ser humano no se pueda cruzar físicamente con ninguna otra especie animal, puede ser indicio de que sus almas están en grado inasimilable y por tanto el cuerpo material del hombre no es válido para ningún alma animal y viceversa, el alma humana no es compatible con ningún cuerpo carnal que no sea su propio cuerpo humano.

               La confusión del concepto de la Reencarnación  como método para la marcha  evolutiva ascendente en la Naturaleza humana,  con la Metempsicosis como idea de castigo por el que el Espíritu humano pueda reencarnar  en animales y estos a su vez, directamente en humanos, han  sido los falsos conceptos supersticiosos que más incredulidad han causado en la Reencarnación y  más escepticismo  han generado por su falta de coherencia y de lógica.

- Jose Luis Martín-

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