viernes, 16 de marzo de 2012

Nuestra casa planetaria





¿Cómo es nuestro mundo, en donde se mezclan tantas alegrías y tantas penas; dónde hay tanto dolor y también tanto amor?
 La Codificación Espírita nos aclara que vivimos en un planeta de pruebas y expiaciones.
Según esta,y así lo admitimos los mundos se dividen en cinco categorías y en los llamados mundos de expiación y pruebas, como es la actual condición de la Tierra, el mal predomina. Esa es la razón de por qué en este planeta el hombre vive con tantas miserias.
  En la Tierra, según afirma San Agustín (Espíritu), los Espíritus en expiación son, si así se puede decir, seres extranjeros, individuos que ya vivieron en otros mundos. Sin embargo, no todos los Espíritus que se encarnan en este planeta vienen para él en expiación. Los llamados pueblos salvajes  están formados por Espíritus que apenas salieron de la infancia espiritual y en la Tierra se hallan, por así decir, como haciendo un curso de educación, para desarrollarse con el contacto  de Espíritus más adelantados.
 Vienen tras ellas las colectividades semi-civilizadas, constituidas de esos mismos Espíritus ya en vías de progreso. Son esos pueblos y razas indígenas de la Tierra, que aquí se elevaron poco a poco, en largos periodos seculares.
El destino futuro de la Tierra
La felicidad no puede existir aún en la Tierra porque, en  general, las criaturas humanas se encuentran endeudadas, intoxicadas, no preparadas, y no saben contemplar la grandeza de los paisajes que las cercan en el planeta. Pero es encarnándose aquí, en este globo, como la criatura edifica las bases de su ventura real, por el trabajo y por el sacrificio, a camino de las más sublimes adquisiciones para el mundo divino de su conciencia.
  Un día la Tierra saldrá del estadio de expiación y pruebas y pasará a la condición de mundo de regeneración,( en este proceso estamos ya inmersos ) por cuanto este globo está, como todo en la Naturaleza, sometido a la ley del progreso. La Tierra progresa, así, material como moralmente.
  Materialmente o físicamente, por la transformación de los elementos que la componen. Moralmente, por la depuración de los Espíritus encarnados y desencarnados que la pueblan. Esos progresos se realizan paralelamente, ya que el mejoramiento de la morada guarda relación con el perfeccionamiento del habitante.
 Físicamente, el globo terráqueo ha experimentado transformaciones que lo vienen haciendo sucesivamente habitable por seres cada vez más perfeccionados. Moralmente, la humanidad progresa por el desarrollo de la inteligencia, del sentido moral y del ablandamiento de las costumbres. Para que la felicidad impere en la Tierra se hace preciso, pues, que solamente la pueblen Espíritus buenos, que solamente al bien se dediquen.
La generación futura
  Cuando llega el tiempo, una gran migración se verifica entre los planetas. Los que practican el mal por el mal, aún no tocados por el sentimiento del bien, no siendo más dignos del planeta transformado, son de él excluidos, porque su presencia constituiría obstáculo al progreso. Tales Espíritus irán a expiar, de esa forma, por el endurecimiento de sus corazones en mundos inferiores, o en razas existentes en la Tierra moralmente más atrasadas. Los sustituyen Espíritus mejores, que formarán una sociedad en la que reinen en su seno la justicia, la paz y la fraternidad.
  La Tierra, en el decir de los Espíritus, no tendrá que transformarse por medio de un cataclismo que aniquile de súbito una generación. La actual generación desaparecerá gradualmente y la nueva le sucederá de igual manera, sin que haya cambio alguno en el orden natural de las cosas. En cada niño que nace, en vez de un Espíritu atrasado e inclinado al mal, que antes en ella encarnaría, vendrá un Espíritu más adelantado y propenso al bien.
  La época actual es de transición; se confunden los elementos de las dos generaciones. Colocados al punto intermedio, asistimos a la partida de una y a la llegada de otra, ya señalándose cada una, en el mundo, por los caracteres que les son peculiares. Cabiéndole fundar la era del progreso moral, la nueva generación se distinguirá por la inteligencia y la razón generalmente precoces, juntas al sentimiento innato del bien y a la creencia espiritualista, lo que constituye señal indudablemente de cierto grado de adelantamiento anterior.
  El destino inmediato de la Tierra, según el Espiritismo, es hacerse mundo de regeneración. Continuando, sin embargo, en su progreso ininterrumpido, ella ascenderá a planos cada vez más altos, hasta llegar a la perfección a que todos nosotros estamos destinados.

¿Quiénes son los habitantes del planeta Tierra?
  Hay en la Tierra, según San Agustín (Espíritu), tres grupos de Espíritus: los que se encuentran en régimen de expiación, que ya vivieron en otros mundos; los que llamamos salvajes, Espíritus que sólo salieron de la infancia espiritual y que en la Tierra se hallan, por así decir, en curso de educación, para desarrollarse por el contacto con Espíritus más adelantados, y, por fin, los pueblos semi-civilizados, constituidos de esos mismos Espíritus en vías de progreso y que son, de cierto modo, criaturas que viven hace mucho tiempo en la Tierra y que aquí se elevaron poco a poco, en largos periodos seculares.
¿Qué tipo de progreso experimentan los planetas?
  Los planetas progresan material y moralmente. Materialmente, por la transformación de los elementos que los componen. Moralmente, por la depuración de los Espíritus encarnados y desencarnados que los pueblan. Esos progresos se realizan paralelamente, ya que el mejoramiento de la habitación guardia relación con el perfeccionamiento del habitante.
¿Cuál es el destino futuro de la Tierra?
  La Tierra saldrá, un día, del estadio de expiación y pruebas y pasará para la condición de mundo de regeneración, por cuanto este globo está, como todo en la Naturaleza, sometido a la ley del progreso ( en este punto estamos actualmente). Desde el punto de vista material, el globo terráqueo ha experimentado transformaciones que lo vienen haciendo sucesivamente habitable por ser cada vez más perfeccionados, pero, para que la felicidad impere en la Tierra, se hace preciso que solamente la pueblen Espíritus buenos, que solamente al bien se dediquen.
¿De qué modo se operará la transformación de nuestro planeta?

La Tierra no tendrá que transformarse por medio de cataclismo que aniquile de súbito una generación. La actual desaparecerá gradualmente y la nueva le sucederá de igual manera, sin que haya cambio alguno en el orden natural de las cosas. En cada niño que nace, en vez de un Espíritu atrasado e inclinado al mal, que antes en ella encarnaría, vendrá un Espíritu más adelantado y propenso al bien.

 GRUPO ESDE
Bibliografia:
O Evangelho segundo o Espiritismo, de Allan Kardec, cap. 3, itens 4, 6, 13, 14 e 15.
A Gênese,
de Allan Kardec, cap. IX, item 1; cap. XVIII, itens 2, 27 e 28.
O Consolador
, de Emmanuel, psicografado por Chico Xavier, pergunta 240.





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