Lo que caracteriza al hombre, habitante de la Tierra desde hace millones de años, es la inteligencia de que está dotado. Esa inteligencia se completa con la voluntad y con la libertad para pensar y actuar. Pero el ser humano, con su inteligencia y atributos, tiene una causa, una generatriz, un Creador que está fuera de sí mismo. Esa causa primera, la Inteligencia Suprema, como nos enseña la Espiritualidad Superior, es el Creador no solamente del hombre, sino de todo lo que existe en todo el Universo. Esas enseñanzas sintetizadas que se encuentran en la obra básica del Espiritismo, fueron complementadas por otras para que el hombre pudiese tener idea de sí mismo, de su origen y de su destino, del mundo en que vive y del Universo infinito. Las nociones que la Doctrina de los Espíritus ofrece del Creador y de la Creación- Dios, espíritu y materia- facilitan la comprensión de todo cuanto existe, máxime cuando esos conocimientos básicos son complementados por la revelación de las leyes divinas establecidas para el funcionamiento de todo lo que fue creado. Por las leyes naturales o divinas, puede la Humanidad de hoy percibir que la Inteligencia Suprema no solo creó los dos elementos - espíritu y materia- sino que reguló el funcionamiento de toda la creación dentro de una armonía total, universal. Materia y espíritu están ligados de tal forma que, regidos por leyes perfectas e inmutables, podemos hoy percibir el sentido de la vida en la Tierra y en otros mundos. Realidad que se contradice a lo que las religiones y las escuelas filosóficas del pasado y del presente, han enseñado. La Nueva Revelación aclara así los grandes misterios del pasado, con los que se enfrentaban tanto el hombre primitivo de las cavernas como los sistemas filosóficos y religiosos de todas las épocas.
Dios es la causa primera, es el Creador Divino de todo cuanto existe, pero también el Legislador que estableció las leyes eternas para el funcionamiento de toda la creación, en los dominios de la Naturaleza y de la Vida. La sabiduría de los Espíritus Reveladores procuró no definir a Dios, el Creador, para evitar errores y limitaciones al Ser perfecto e infinito. El lenguaje y la inteligencia humanas, limitadas, no tienen condiciones de definir lo que es infinito e ilimitado. Son muy importantes para la Humanidad, las Revelaciones de la Espiritualidad Superior formuladas en la Codificación Espírita, en todos sus aspectos. Pero en lo que concierne a las nociones sobre Dios, el Creador y el Universo, las Revelaciones asumen excepcional importancia, por la diversidad de conceptos reinantes en las religiones, en las filosofías y en las ciencias, mostrando que Dios no puede ser confundido con su creación, como en el panteísmo oriental; ni es un Dios antropomorfo, como en las concepciones religiosas de occidente; o no existe, para el materialismo y el ateísmo dominantes en determinadas ciencias y filosofías. Las condiciones de vida en la Tierra fueron elaboradas de forma tal, que el hombre, disponiendo de libre albedrío, otorgado por su Creador, llegó a las más variadas conclusiones al respecto de sí mismo y de Dios, en el transcurrir de los milenios. Mientras, en determinado momento de la vida planetaria, cuando la Humanidad ya alcance considerable progreso en conocimientos científicos sobre la materia y modificara muchos aspectos de la organización social, esa evolución alcanzada contrastaba con sus concepciones sobre su Creador y sobre las leyes divinas que rigen en todo el Universo. En ese momento histórico de la Humanidad, en pleno siglo XIX de la Era Cristiana, en que la Misericordia Divina representada por el Gobernador Espiritual del Orbe, el Cristo de Dios, viene en socorro de los habitantes de este planeta, trayéndoles los esclarecimientos que se transformarán en luces iluminando causas y efectos no percibidos hasta entonces. La Revelación Espírita viene en socorro de todos los que ya se encuentran en condiciones de entender el Poder,la Bondad y la Misericordia de Dios, sus muchas formas de manifestación por todo el Universo, incluso en nuestro mundo de expiaciones y de pruebas. Esa revelación, como todas las anteriores, está a disposición de aquellos que van en busca de conocimientos reales, en busca de coherencia y de verdad. Mientras tanto las nuevas revelaciones no obligan ni constriñen a los negadores y escépticos a aceptarlas. Ellas representan la solidaridad, el amor y la bondad de lo Alto para ayudar a comprender.
El Espiritismo no se presenta a la Humanidad como una imposición de lo Superior a lo Inferior. Busca, sí, abrir la mente humana al conocimiento general sobre la vida, sobre todo lo que existe, sus causas y manifestaciones. Sus postulados básicos no solo explican y aclaran los grandes problemas afrontados por el hombre,como auxiliar el pensamiento de evolucionar siempre, no deteniéndose en barreras dogmáticas que cortan futuros desdoblamientos de la realidad y la verdad. Y lo que sucedió tras la Codificación formulada por el misionero Allan Kardec a través de vasta literatura, mediúmnica o no, que se ocupó en aclarar conceptos, definiciones y verdades reveladas en las obras básicas, sin alterarles la esencia, mostrando la continuación de la vida en los mundos y esferas espirituales, el funcionamiento perfecto de las leyes divinas, en las más diferentes situaciones y la confirmación del insuperable mensaje de Cristo, sin las distorsiones interpretativas de las diversas sectas denominadas cristianas. Además de la seguridad que la Doctrina Consoladora y Esclarecedora proporciona el pensamiento lógico y racional de sus seguidores sinceros, la propia Doctrina asegura que cualquier punto mal entendido o equivocado que las ciencias y el progreso general comprueben como tal, ella acepta la verdad comprobada o el hecho nuevo, antes desconocido, ya que el compromiso es con la realidad, y esta no afecta su estructura esencial. Como consecuencia de ese principio, el espírita no teme el progreso de las ciencias, ni se preocupa con la confrontación de los principios de su Doctrina con las enseñanzas de otras filosofías y religiones. La certeza de la continuación de la vida después de la muerte del cuerpo físico, el contacto con las realidades transcendentes,la percepción de un Dios justo y misericordioso, el conocimiento y la comprobación de las vidas sucesivas y la demostración de la presencia permanente de las leyes Divinas en la Naturaleza, en sus diversos reinos y en todos los billones de mundos del Universo, dan al seguidor de la Doctrina Espírita una percepción diferente de la vida en la Tierra, ante las vicisitudes del futuro, induciendo a no apegarse a las cosas transitorias del mundo y a valorar todo lo que dice al respecto del ser inmortal que es él, el Espíritu.
Dilatando la importancia de la vida, la Doctrina auxilia a su adepto a aceptar los casos de aflición y las circunstancias dolorosas con confianza y resignación. Sabiendo que la muerte solo afecta al cuerpo, acepta con naturalidad la propia muerte y la de aquellos que le precedieron, seguro de que el reencuentro es cuestión de tiempo. Esas y otras motivaciones, reales y no ilusorias, influyen poderosamente en el crecimiento espiritual y en la renovación moral del ser, dándole otra dimensión a la vida, en cuya realidad se encuentra inmerso para siempre. Por eso, considerando que la ley del progreso y la evolución, como norma divina, renueva toda la Creación, inclusive el mundo aun atrasado en que vivimos, es lícito que espere la regeneración de este orbe, con el predominio de las enseñanzas de Cristo, en espíritu y en verdad, y del Consolador por Él enviado, propiciando la sustitución de la mentalidad actual, procedente de un pasado de errores, por otra, calcada en la realidad y en la Verdad.... Desde ka Antigüedad clásica, en la que los griegos predominaron con sus filosofías en las civilizaciones occidentales, el campo de los conocimientos se encuentra dividido en dos partes: en una prevalece el pensamiento materialista, presente en diversas corrientes filosóficas; en la otra, el pensamiento espiritualista basado en las religiones.
Filosofías y religiones tradicionales no conseguirán solucionar satisfactoriamente todos los problemas humanos. La Doctrina de los Espíritus, comprendiendo aspectos filosóficos, científicos, morales, religiosos, educacionales y sociales, vino en el momento adecuado a aclarar los problemas y darles soluciones correctas, con la revelación de realidades desconocidas y el aprovechamiento de verdades antíguas, como la doctrina de la reencarnación, o de las vidas sucesivas, conocida desde hace milenios en Oriente. La Codificación Espírita fue edificada en sólidas bases, bajo los auspicios de la Espiritualidad Superior. Tan firmes son sus fundamentos que, a pesar del enorme avance de los conocimientos científicos en la segunda mitad del siglo XIX y en el siglo XX, no hubo necesidad de ajustar la Doctrina Espírita a otras verdades nuevas descubiertas. Los espíritas estudiosos saben que muchas enseñanzas doctrinarias constituyen previsores de realidades que serán conocidas en el futuro por las diversas ramas de la Ciencia a que se dedica el hombre. Esto no significa que el Espiritismo sea obra finalizada. Los propios Espíritus Instructores y el Codificador la caracterizan como una doctrina evolucionista, en el sentido de agregar siempre las nuevas verdades descubiertas y comprobadas. Si hay un terreno en que la ley de evolución opera con toda nitidez, este es el de las revelaciones sucesivas. Y el Espiritismo es precisamente la última fase de las manifestaciones Espirituales Superiores a la Humanidad. Si hay una sucesión de revelaciones de lo Alto, fácil será deducir su continuación en el futuro. Las Revelaciones son suplementos proporcionados por la Espiritualidad Superior a los hombres, a los pueblos, razas y civilizaciones, para que puedan recibir determinadas verdades transcendentales, las cuales quedarían ocultas sin la intervención superior, por la incapacidad de percepción humana en determinadas fases evolutivas. La iniciativa de las Revelaciones parte de lo Alto, en función de las necesidades humanas.Mientras tanto,no todos los hombres están aptos para recibirlas y aceptarlas de inmediato. Muchos se oponen a ellas por no comprenderlas debidamente, o por contrariar sus intereses inmediatos. Esto mismo sucede con el Mensaje de Jesús, innovador y rectificador de muchas cosas existentes, traído personalmente por el incomparable Maestro. Con la Nueva Revelación ocurriría lo mismo. Son muchas las oposiciones, unas fruto de la ignorancia espiritual, otras resultantes de intereses contrarios y preconceptos. Entre tanto, lo que no se justifica son los desvíos del pensamiento espírita, de su moral fundamentada totalmente en las enseñanzas morales de Cristo. Se hace necesario un cuidado permanente, una vigilancia constante para que no se desvirtúen los principios espíritas. Ese es un compromiso serio de todo espírita sincero y digno de la doctrina que abrazó. Alzados como "espíritus fuertes e independientes", ciertas criaturas, de los dos planos de la vida, imbuidas de un personalismo excesivo, terminan por establecer en el Movimiento Espírita la confusión,con la negación de valores consagrados, erigiéndose en árbitros de lo que está por encima de su entendimiento. Les falta autocrítica, a pesar de convertirse en críticos de Cristo, de los Evangelios, de los Espíritus Instructores, de los médiums. Cuestiones de orden secundario son por esos críticos transformadas en puntos capitales, como si fuesen ellos los reconstructores de la Doctrina. Hay algunos ejemplos de las cuestiones debatidas, sin la menor procedencia, denotando cierto desconocimiento e inconsecuencia, resultantes del orgullo, la vanidad y el personalismo exagerado: " Kardec está superado"; "la Doctrina precisa ser actualizada"; "la moral espírita es independiente de la moral cristiana". Debates sobre cuestiones perfectamente definidas en el contexto doctrinario; preocupaciones con aspectos sociales y políticos, sin el necesario basamiento en la Doctrina; preocupación con la creación de términos nuevos, como se les podría llamar si modificasen la sustancia de las cosas; confusión entre libertad responsable, reconocida por la Doctrina Espírita, con licencia amplia para decir y hacer lo que bien se entienda. Esas referencias, meramente ejemplificativas, dan una idea de lo que sucede de negativo en el Movimiento Espírita, consecuencia del posicionamiento individualista, en el que siempre falta la humildad, virtud cristiana y espírita que se contrapone al orgullo y la vanidad. En la vivencia y la divulgación de la Doctrina Espírita, lo que se requiere antes que nada, es la fidelidad a sus principios.
Dios es la causa primera, es el Creador Divino de todo cuanto existe, pero también el Legislador que estableció las leyes eternas para el funcionamiento de toda la creación, en los dominios de la Naturaleza y de la Vida. La sabiduría de los Espíritus Reveladores procuró no definir a Dios, el Creador, para evitar errores y limitaciones al Ser perfecto e infinito. El lenguaje y la inteligencia humanas, limitadas, no tienen condiciones de definir lo que es infinito e ilimitado. Son muy importantes para la Humanidad, las Revelaciones de la Espiritualidad Superior formuladas en la Codificación Espírita, en todos sus aspectos. Pero en lo que concierne a las nociones sobre Dios, el Creador y el Universo, las Revelaciones asumen excepcional importancia, por la diversidad de conceptos reinantes en las religiones, en las filosofías y en las ciencias, mostrando que Dios no puede ser confundido con su creación, como en el panteísmo oriental; ni es un Dios antropomorfo, como en las concepciones religiosas de occidente; o no existe, para el materialismo y el ateísmo dominantes en determinadas ciencias y filosofías. Las condiciones de vida en la Tierra fueron elaboradas de forma tal, que el hombre, disponiendo de libre albedrío, otorgado por su Creador, llegó a las más variadas conclusiones al respecto de sí mismo y de Dios, en el transcurrir de los milenios. Mientras, en determinado momento de la vida planetaria, cuando la Humanidad ya alcance considerable progreso en conocimientos científicos sobre la materia y modificara muchos aspectos de la organización social, esa evolución alcanzada contrastaba con sus concepciones sobre su Creador y sobre las leyes divinas que rigen en todo el Universo. En ese momento histórico de la Humanidad, en pleno siglo XIX de la Era Cristiana, en que la Misericordia Divina representada por el Gobernador Espiritual del Orbe, el Cristo de Dios, viene en socorro de los habitantes de este planeta, trayéndoles los esclarecimientos que se transformarán en luces iluminando causas y efectos no percibidos hasta entonces. La Revelación Espírita viene en socorro de todos los que ya se encuentran en condiciones de entender el Poder,la Bondad y la Misericordia de Dios, sus muchas formas de manifestación por todo el Universo, incluso en nuestro mundo de expiaciones y de pruebas. Esa revelación, como todas las anteriores, está a disposición de aquellos que van en busca de conocimientos reales, en busca de coherencia y de verdad. Mientras tanto las nuevas revelaciones no obligan ni constriñen a los negadores y escépticos a aceptarlas. Ellas representan la solidaridad, el amor y la bondad de lo Alto para ayudar a comprender.
El Espiritismo no se presenta a la Humanidad como una imposición de lo Superior a lo Inferior. Busca, sí, abrir la mente humana al conocimiento general sobre la vida, sobre todo lo que existe, sus causas y manifestaciones. Sus postulados básicos no solo explican y aclaran los grandes problemas afrontados por el hombre,como auxiliar el pensamiento de evolucionar siempre, no deteniéndose en barreras dogmáticas que cortan futuros desdoblamientos de la realidad y la verdad. Y lo que sucedió tras la Codificación formulada por el misionero Allan Kardec a través de vasta literatura, mediúmnica o no, que se ocupó en aclarar conceptos, definiciones y verdades reveladas en las obras básicas, sin alterarles la esencia, mostrando la continuación de la vida en los mundos y esferas espirituales, el funcionamiento perfecto de las leyes divinas, en las más diferentes situaciones y la confirmación del insuperable mensaje de Cristo, sin las distorsiones interpretativas de las diversas sectas denominadas cristianas. Además de la seguridad que la Doctrina Consoladora y Esclarecedora proporciona el pensamiento lógico y racional de sus seguidores sinceros, la propia Doctrina asegura que cualquier punto mal entendido o equivocado que las ciencias y el progreso general comprueben como tal, ella acepta la verdad comprobada o el hecho nuevo, antes desconocido, ya que el compromiso es con la realidad, y esta no afecta su estructura esencial. Como consecuencia de ese principio, el espírita no teme el progreso de las ciencias, ni se preocupa con la confrontación de los principios de su Doctrina con las enseñanzas de otras filosofías y religiones. La certeza de la continuación de la vida después de la muerte del cuerpo físico, el contacto con las realidades transcendentes,la percepción de un Dios justo y misericordioso, el conocimiento y la comprobación de las vidas sucesivas y la demostración de la presencia permanente de las leyes Divinas en la Naturaleza, en sus diversos reinos y en todos los billones de mundos del Universo, dan al seguidor de la Doctrina Espírita una percepción diferente de la vida en la Tierra, ante las vicisitudes del futuro, induciendo a no apegarse a las cosas transitorias del mundo y a valorar todo lo que dice al respecto del ser inmortal que es él, el Espíritu.
Dilatando la importancia de la vida, la Doctrina auxilia a su adepto a aceptar los casos de aflición y las circunstancias dolorosas con confianza y resignación. Sabiendo que la muerte solo afecta al cuerpo, acepta con naturalidad la propia muerte y la de aquellos que le precedieron, seguro de que el reencuentro es cuestión de tiempo. Esas y otras motivaciones, reales y no ilusorias, influyen poderosamente en el crecimiento espiritual y en la renovación moral del ser, dándole otra dimensión a la vida, en cuya realidad se encuentra inmerso para siempre. Por eso, considerando que la ley del progreso y la evolución, como norma divina, renueva toda la Creación, inclusive el mundo aun atrasado en que vivimos, es lícito que espere la regeneración de este orbe, con el predominio de las enseñanzas de Cristo, en espíritu y en verdad, y del Consolador por Él enviado, propiciando la sustitución de la mentalidad actual, procedente de un pasado de errores, por otra, calcada en la realidad y en la Verdad.... Desde ka Antigüedad clásica, en la que los griegos predominaron con sus filosofías en las civilizaciones occidentales, el campo de los conocimientos se encuentra dividido en dos partes: en una prevalece el pensamiento materialista, presente en diversas corrientes filosóficas; en la otra, el pensamiento espiritualista basado en las religiones.
Filosofías y religiones tradicionales no conseguirán solucionar satisfactoriamente todos los problemas humanos. La Doctrina de los Espíritus, comprendiendo aspectos filosóficos, científicos, morales, religiosos, educacionales y sociales, vino en el momento adecuado a aclarar los problemas y darles soluciones correctas, con la revelación de realidades desconocidas y el aprovechamiento de verdades antíguas, como la doctrina de la reencarnación, o de las vidas sucesivas, conocida desde hace milenios en Oriente. La Codificación Espírita fue edificada en sólidas bases, bajo los auspicios de la Espiritualidad Superior. Tan firmes son sus fundamentos que, a pesar del enorme avance de los conocimientos científicos en la segunda mitad del siglo XIX y en el siglo XX, no hubo necesidad de ajustar la Doctrina Espírita a otras verdades nuevas descubiertas. Los espíritas estudiosos saben que muchas enseñanzas doctrinarias constituyen previsores de realidades que serán conocidas en el futuro por las diversas ramas de la Ciencia a que se dedica el hombre. Esto no significa que el Espiritismo sea obra finalizada. Los propios Espíritus Instructores y el Codificador la caracterizan como una doctrina evolucionista, en el sentido de agregar siempre las nuevas verdades descubiertas y comprobadas. Si hay un terreno en que la ley de evolución opera con toda nitidez, este es el de las revelaciones sucesivas. Y el Espiritismo es precisamente la última fase de las manifestaciones Espirituales Superiores a la Humanidad. Si hay una sucesión de revelaciones de lo Alto, fácil será deducir su continuación en el futuro. Las Revelaciones son suplementos proporcionados por la Espiritualidad Superior a los hombres, a los pueblos, razas y civilizaciones, para que puedan recibir determinadas verdades transcendentales, las cuales quedarían ocultas sin la intervención superior, por la incapacidad de percepción humana en determinadas fases evolutivas. La iniciativa de las Revelaciones parte de lo Alto, en función de las necesidades humanas.Mientras tanto,no todos los hombres están aptos para recibirlas y aceptarlas de inmediato. Muchos se oponen a ellas por no comprenderlas debidamente, o por contrariar sus intereses inmediatos. Esto mismo sucede con el Mensaje de Jesús, innovador y rectificador de muchas cosas existentes, traído personalmente por el incomparable Maestro. Con la Nueva Revelación ocurriría lo mismo. Son muchas las oposiciones, unas fruto de la ignorancia espiritual, otras resultantes de intereses contrarios y preconceptos. Entre tanto, lo que no se justifica son los desvíos del pensamiento espírita, de su moral fundamentada totalmente en las enseñanzas morales de Cristo. Se hace necesario un cuidado permanente, una vigilancia constante para que no se desvirtúen los principios espíritas. Ese es un compromiso serio de todo espírita sincero y digno de la doctrina que abrazó. Alzados como "espíritus fuertes e independientes", ciertas criaturas, de los dos planos de la vida, imbuidas de un personalismo excesivo, terminan por establecer en el Movimiento Espírita la confusión,con la negación de valores consagrados, erigiéndose en árbitros de lo que está por encima de su entendimiento. Les falta autocrítica, a pesar de convertirse en críticos de Cristo, de los Evangelios, de los Espíritus Instructores, de los médiums. Cuestiones de orden secundario son por esos críticos transformadas en puntos capitales, como si fuesen ellos los reconstructores de la Doctrina. Hay algunos ejemplos de las cuestiones debatidas, sin la menor procedencia, denotando cierto desconocimiento e inconsecuencia, resultantes del orgullo, la vanidad y el personalismo exagerado: " Kardec está superado"; "la Doctrina precisa ser actualizada"; "la moral espírita es independiente de la moral cristiana". Debates sobre cuestiones perfectamente definidas en el contexto doctrinario; preocupaciones con aspectos sociales y políticos, sin el necesario basamiento en la Doctrina; preocupación con la creación de términos nuevos, como se les podría llamar si modificasen la sustancia de las cosas; confusión entre libertad responsable, reconocida por la Doctrina Espírita, con licencia amplia para decir y hacer lo que bien se entienda. Esas referencias, meramente ejemplificativas, dan una idea de lo que sucede de negativo en el Movimiento Espírita, consecuencia del posicionamiento individualista, en el que siempre falta la humildad, virtud cristiana y espírita que se contrapone al orgullo y la vanidad. En la vivencia y la divulgación de la Doctrina Espírita, lo que se requiere antes que nada, es la fidelidad a sus principios.
Olvídense ciertos divulgadores de que su libertad encuentra límites naturales en la propia Doctrina, que no puede y no debe ser mutilada en sus principios. Vivenciar y divulgar la Doctrina Espírita, requiere ante todo su conocimiento y fidelidad a ella.
El divulgador espírita no puede ser al mismo tiempo, crítico o inconformista con los principios correctos dela Doctrina. La Codificación y los Evangelios son valores interpretados por la Espiritualidad Superior en auxilio de los hombres. Nosotros, espíritas de hoy y de mañana, somos
sus aprendices, en demanda del camino cierto referido por Cristo, y no reconstructores de ea y la belleza dese camino. Para comprender la grandeza y la belleza de las Revelaciones Espíritas Superiores, es necesario avitar los preconceptos, el personalismo y la precipitación, vicios humanos comunes que perjudican e impiden el conocimiento de la verdad.
LA LUZ DEL EVANGELIO
" Mis amigos:
Saludando a nuestro hermano presente, bien como a los demás compañeros de nuestra caravana evangélica, lo hago en la paz de Jesús, deseando a todos su luz santificadora.
Nada mas útil que el esfuerzo de evangelización, en la actualidad , es dentro de esa afirmación luminosa que precisamos desarrollar en nuestros trabajos y pautar todos nuestros pensamientos y actitudes.
Las transiciones terribles y amargas del siglo, tienen su origen en la clamorosa incomprensión del ejemplo de Cristo.
El trabajo secular de organización de las ciencias positivas, caminó a la par que se estancaban los principios religiosos. Los absurdos contenidos en las afirmaciones y negaciones de hoy, son el coronamiento de la obra general de las ciencias humanas, entre las cuales, despojada de casi todos sus aspectos magníficos de la Antigüedad, vive la filosofía dentro de un negativismo transcendente. Lo que se evidencia en los amargados días que pasan, es, de un lado, la ciencia que no sabe y, de otro, la religión que no puede.
Nuestra labor debe caracterizarse totalmente por el esfuerzo de renovación de las consciencias y de los corazones a la luz del Evangelio. Urge por los actos y por los sentimientos, retirar de la incomprensión y la mala fe, todas las leyes orgánicas del código divino y aplicarlas a la vida común.
Vuestro sacrificio y vuestro esfuerzo ejecutarán el trabajo regenerador, pero es necesario que no os preocupéis con los imperativos del tiempo, divino patrimonio de la existencia del espíritu.
La fuerza del ejemplo y apoyados en vuestras convicciones sinceras, conseguiréis elevadas realizaciones que harán que se trasladen para las leyes humanas, las leyes imperecibles del Divino Maestro. Ese es el gran problema de los tiempos.
Ningún mensaje del mundo espiritual puede traspasar la lección permanente y eterna de Cristo, y la cuestión ,siempre nueva, del Espiritismo es por encima de todo evangelizar, aun sacrificando otras actividades doctrinarias.
El Alma humana está cansada de la ciencia sin sabiduría y envenenada por el pensamiento moderno, el cerebro, con sus funciones culturales, precisa ser sustituido por el corazón, por la educación del sentimiento.
El Evangelio y el trabajo incesante por la renovación del hombre interior, deben constituir nuestra causa común.
Procuremos desenvolver en ese sentido todo nuestro esfuerzo y habremos encontrado para nuestra actividad, el sector de la edificación sana y duradera.
Que Jesús bendiga las labores de nuestro amigo y de sus compañeros, que con abnegación y renuncia,luchan por la causa del glorioso Ángel, sirviendo de instrumento sincero para la orientación superior de su casa en Brasil, y con la rogativa fervorosa del hermano y siervo humilde.
"Emmanuel".
(Psicografía del día 13 de mayo de 1938, dirigida a Manuel Quintao, Vicepresidente de la Federación Espírita Brasileña, que se hallaba en Pedro Leopoldo en visita a Chico Xavier. Publicada en El Reformador aquel mismo año y en mayo de 1976 en la misma revista.)
-Jorge Hessen - ( Traducido por Jose Luis Martín)
” No podemos olvidar que las palabras de Cristo, en el curso de los siglos, recibieron interpretaciones adecuadas a los intereses de grupos, circunstancias, administraciones y personas.”
El espírita Albaceteño.-
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